Sabes? Tengo un gran secreto: la fuerza que me da el
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Sabes? Tengo un gran secreto: la fuerza que me da el
EL SECRETO -¿Sabes? Tengo un gran secreto: la fuerza que me da el tener una incapacidad para luchar contra las adversidades de la vida. Así empezó a hablarme aquella joven a la que sólo vi una vez y sin embargo, no podré olvidar. Nos encontramos en una entrevista de trabajo en la que se requería tener una minusvalía para poder ocupar el puesto, y aunque yo me sentía muy preparada, ella, con su gran sensibilidad, percibió mi inquietud que ahora entiendo, quiso calmar con sus palabras. Su cara se iluminaba cada vez que me decía: -Somos discapacitados muy capaces, pues hacemos el mismo trabajo que los que no lo son, y a veces mucho mejor. Esta chica tenía una incapacidad de nacimiento, tan asumida, que formaba parte de ella, tanto, que incluso parecía estar contenta de ser como era. Derrochaba fuerza por todos los poros de su piel y sabía transmitirlo, y me avergoncé de no ser como ella. Yo tenía una incapacidad desde hacía pocos años, sobrevenida a raíz de un accidente de tráfico y desde entonces no era la misma, había perdido mi alegría, mi salud, mi trabajo…Tantas cosas se me habían quedado rotas por el camino que siempre andaba triste, y sí, me dio vergüenza mi aptitud derrotista, la depresión en la que estaba metida como una espiral sin salida por un cúmulo de circunstancias. Aquella personita tan insignificante me estaba dando en aquellos momentos más ánimo que todos los fármacos y psicólogos del mundo. Sería ingrato por mi parte no decir la gran ayuda incondicional, que para mí ha sido mi familia, que siempre ha estado ahí, a mi lado. Pero tenía que ser alguien como yo, alguien que sabe lo que sientes, que se puede poner en tu lugar cuando ves el rechazo de otras personas, y me dijo: - No te preocupes, si no consigues este puesto lograrás otro, hay mucha gente que está esperando a alguien como tú y te puede ayudar. Sólo por un instante, en sus ojos claros vi una ráfaga de tristeza, y su rostro angelical se ensombreció lo mismo que su voz al decir estas palabras: -Sólo tengo una pregunta a la que no puedo dar ninguna respuesta: ¿Por qué personas como nosotras, que tienen en su mano darnos apoyo, nos lo niegan priorizando otros intereses aunque sean injustos? No saben el daño que pueden llegar a hacer. Después de esta reflexión, como la chiquilla alegre que se veía que era, y como si lo que acababa de decir hubiera sido sólo un mal pensamiento sonrió, y aquella dulce sonrisa inundó el espacio entre las dos, y esa energía positiva que toda ella irradiaba me contagió y me ayudó a ver las cosas de otro modo y a encarar el futuro con alegría. Con mi agradecimiento no pude por menos que decirle: - Niña, ¡no cambies nunca! Y le dije una frase que alguien a quién aprecio me dijo una vez, y que me gusta recordar en algunas situaciones: - La Vida es en esencia muy sencilla, lo que damos vuelve a nosotros multiplicado. Por tanto, elige dar lo que deseas recibir… Esta criatura daba tanto y bueno, que estoy segura que eso es lo que encontrará en su vida. A veces, sólo a veces a mí también me asalta la duda como a aquella joven. - ¿Por Qué?