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“Según Derrida no podemos ser Totales,
según Baudrillard no podemos ser Reales,
Según Virilio no podemos estar allí”
Rem Koolhaas General City
Los espacios transitables llevan al límite la condición de no permanencia. Postales de aeropuerto, sin
recuerdos, sin historia, sin plaza, dan pie al desplazamiento que tiende a la equivalencia de todas las cosas,
un dar igual. El sujeto, como un espectador, se evade en un exterior indiferenciado, no importa la ciudad,
el mes, ni tu nombre. Aviones, automóviles, trenes de alta velocidad y satélites, a diario suministran prisa
al planeta. El viaje es, entonces, el analgésico de un mundo que no se toca, que pasa sin quedarse. Estas
fotografías que trasfiguran, desenfocan y envuelven a la figura en la borrosidad son un caso más de este
deslizamiento global.
El mundo a la vez presente y ausente que el espectáculo hace ver […] se muestra así tal como es, puesto que
su movimiento equivale al distanciamiento de los hombres entre sí1. Dependientes de retrasos, anulaciones,
escalas, itinerarios, pasadizos asépticos y habitaciones de una noche con toalla y cenicero para relaciones
sin cristalizar, producimos un cosmos de destellos tristes y helados, como no, el lado más débil del desapego.
Intervenciones imparciales, impermeables y aéreas, como las infraestructuras, nos reservan la posibilidad de
coincidir sin decidir, libres sólo de rozar las alas plateadas durante alguno de los vuelos entre personas que
probablemente no volverán a cruzarse.
El sujeto sin sombra, sin rastro, sin pensar el tiempo, anónimo y cualquiera, coexiste desvanescente con
lo ajeno, incapaz de reconocerse más que en el otro, en su mismo ir y venir, de aquí para allá, como un
fenómeno atmosférico e impersonal. ¿Quién podría conocer lugares nuevos sin reconocer el suyo en alguna
parte?
De paso por los no lugares durante los no momentos, las aventuras se compran en agencias de viaje y los
vuelos ya no se cogen con pasión porque no se deja atrás nada que no sea tan neutro como lo que espera.
Hay tantos deseos en fuga que se pierde incluso el dolor de partir. El resumen es una tarjeta de embarque
con nuestros datos, la identidad se reduce a un documento y volvemos al punto de partida intactos. Hay algo
frío y desafectado, una inercia aceptada que exime de responsabilidad y paradójicamente, permite vivir en
la distancia aunque estemos al lado.
1
DEBORD, G. La sociedad del espectáculo.
Texto de Vanesa Díaz