Virgen Peregrina de Schoenstatt - Santuario de Schoenstatt

Transcripción

Virgen Peregrina de Schoenstatt - Santuario de Schoenstatt
Tercer día
Virgen Peregrina de
Schoenstatt
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les voy a contar una confidencia, -dijo el Papa Francisco a los jóvenes de Kenia
durante su viaje a África- “En el bolsillo llevo siempre dos cosas”, el Papa sacó
un rosario, “Para rezar”, dijo. Luego muestra “una cosa que parece extraña” y
levanta un pequeño objeto cuadrado diciendo: “esto es la historia del fracaso
de Dios, es un Vía Crucis, un pequeño Vía Crucis”. “Es como Jesús fue sufriendo
desde que lo condenaron a muerte hasta que fue sepultado”. “Con estas dos
cosas me arreglo como puedo, pero gracias a estas dos cosas no pierdo la esperanza”...
Nosotros también necesitamos la esperanza, ser liberados del pecado pero
muchas veces seguimos el camino equivocado, buscamos satisfacer nuestros
deseos, intentamos olvidar y negar nuestros fracasos, cuando en realidad el
dolor, el desvalimiento de la humanidad, el propio pecado es el gran motivo que despierta y atrae la misericordia de Dios. El Padre José Kentenich nos
enseña, en este sentido, que nuestra salvación, nuestra liberación, pasa por la
entrega confiada y heroica al Padre Dios de nuestra propia “historia de fracaso”
así como lo hizo Jesús en la Cruz.
En este año Santo se nos regala la posibilidad de borrar todas las consecuencias del pecado en nosotros y en los que nos han precedido ¡Cuántas almas
podemos ayudar a rescatar con la indulgencia plenaria! ¡Que podamos hacer
muchas veces esta Obra de Misericordia: rescatar al cautivo!
Oración: Querida Madre y Reina: a ti te ofrezco mi propia “historia de fracaso” (meditar y entregar a la Virgen como regalo en la oración personal, todos
estos momentos de aparentes “fracasos”). Contigo, Madre, unido a Jesús
quiero entregarme al Padre
y ser así, motivo de que el
amor y la misericordia de
Dios vengan especialmente
sobre mí y los que me has
confiado. Amén.
SECRETARÍA DE LA VIRGEN PEREGRINA SANTUARIO DE SCHOENSTATT
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triduo febrero / marzo 2O16
Queridas familias:
Estamos en el tiempo de Cuaresma, preparando nuestro corazón para participar
plenamente en el misterio de amor que sale a nuestro encuentro en esta Semana
Santa del año de la Misericordia.
El Papa Francisco nos insiste especialmente en ello:
“La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas
de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para
redescubrir el rostro misericordioso del Padre!” (Bula de convocatoria, Papa Francisco).
En estos días que la Virgen Peregrina nos visita, nos invita a contemplar a Cristo,
a meditar sobre toda la misericordia de Dios que se esconde tras el misterio de
la Cruz. Desde la cruz Jesús nos entrega a su Madre (Jn, 19,25-27). Desde la cruz
Jesús es capaz de decir: “Perdónales Padre, no saben lo que hacen” (Lc, 23,34).
Desde la cruz, entregándose hasta las últimas consecuencias a la voluntad del
Padre, Jesús redime nuestro pecado que es el mayor de nuestros cautiverios.
¡Jesús nos ama con un amor entrañablemente misericordioso! Pidámosle a
María, su Madre y nuestra Madre, que
nos enseñe a amar aún más profundamente a su Hijo Jesús:
“Te imploro, Señora Tres Veces Admirable, contemplar la profundidad del
Corazón de Cristo y, en medio de un
mar agitado por el odio, acompañarlo con el ardiente fuego de tu amor.
Amén”. (P.J.K. Hacia el Padre)
Primer día
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“La misericordia de Dios se manifiesta admirablemente en el hecho de dar a su
Madre a la humanidad, facilitando así el retorno del pecador que no se atreve a
volver a Él”. (P. J.K. Libro: “Dios mi Padre”)
A los pies de la cruz, surge una nueva realidad de amor y de vida: María acoge
al discípulo como hijo y el discípulo acoge a María como Madre. Nosotros también estamos inmersos en esta relación de amor. Es la misericordia del Padre
quien nos regala a María para que por Ella podamos llegar más fácilmente
hasta Él. Por eso, ante María que nos visita hoy, queremos colocarnos al pie de
la Cruz, en el lugar del discípulo amado y escuchar las palabras que hoy nos
dirige el Señor a cada uno de nosotros: “Ahí tienes a tu Madre”. Dejemos que
estas palabras resuenen en nuestro corazón, que nos comuniquen la misericordia de Dios, que despierten en nosotros ese anhelo de recibir el amor entrañable y maternal de María, el anhelo de entregarnos como hijos, con sencillez,
dejando de lado nuestro reparo por ser ya adultos o tener muchas experiencias
mundanas. Dejemos que brote y que fluya esta corriente de amor en las dos
direcciones Madre-hijo.
Oración: Sí, María, yo también te necesito
como Madre y sé que estás conmigo especialmente en mis momentos de cruz y de dolor (presentemos confiadamente a nuestra Madre nuestras necesidades y contémosle cómo y cuándo
experimentamos que la necesitamos).
No sólo yo te necesito, mi familia te necesita,
mis amigos te necesitan. Ayúdame a encontrar la
forma de acercarles a tu corazón que es camino
seguro hacia Dios. Madre, ¡nada sin ti, nada sin
nosotros! Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Segundo día
“Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo
de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es
el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos
cargo de las debilidades y dificultades de nuestros
hermanos. El perdón es una fuerza que resucita
a una vida nueva e infunde el valor para mirar
el futuro con esperanza”. (Papa Francisco, Bula de
convocatoria)
En este año en que todo se nos presenta bajo la
luz de la misericordia de Dios, con María queremos contemplar a Jesús en la cruz y escucharle
decir estas palabras: “Padre, perdónales, porque
no saben lo que hacen”, (Lc 23,34). ¡En esa situación tan extrema Jesús es capaz de perdonarnos
porque en Él el amor es más fuerte que todo lo demás! Al mirar a Jesús tal vez se
entristece nuestro corazón porque nosotros no nos vemos capaces de perdonar
como Él lo hace, pero entonces vemos a María a nuestro lado, Ella nos ayudará
a ofrecerle al Señor esta Obra de Misericordia: perdonar las injurias, como una
forma muy concreta y real de acompañarle en estos momentos en que le vemos
morir por nosotros en la cruz. En un momento junto a nuestra Madre preguntémonos ¿a quién no he perdonado? ¿quién necesita hoy de mi perdón? Busquemos caminos concretos para volver a tender puentes de unión, reencuentro y
perdón con aquella persona… quizás es un familiar, una amistad, quizás soy yo
mismo. ¡Cuánta necesidad tenemos nosotros mismos y nuestro mundo de una
vida nueva, de mirar el futuro con esperanza!
Oración: Querida Madre y Reina ayúdanos a acercarnos al sacramento de la
reconciliación para poder acoger todas las gracias que, desde la cruz, Jesús nos
quiere regalar en este año de la misericordia y que esa experiencia de recibir
el perdón de nuestros pecados, como un abrazo lleno de amor del Padre, nos
regale a nosotros también la capacidad de acoger a los hermanos, de hacernos
cargo de sus debilidades y perdonarles cuando nos ofenden porque nosotros
también hemos sido perdonados y sabemos cómo el perdón nos llena de paz y
de alegría. Amén.
Virgen Peregrina de Schoenstatt

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