Manuel Rodriguez - IES Ribera del Tajo

Transcripción

Manuel Rodriguez - IES Ribera del Tajo
Uacordes / chords
Manuel Rodríguez. El lutier Manuel Ro-
dríguez definió la guitarra como “una bella caja
de forma humana y maderas preciosas”. A la
construcción de ese instrumento se dedicó con
amor y paciencia hasta que falleció el año pasado. Sus hijos han dado continuidad al negocio familiar y transformado en competitivo un
producto de lujo cuya elaboración sigue siendo
tan artesanal como cabe esperar de uno de los
pilares de la tradición popular española. Eric
Clapton y Paco de Lucía pueden confirmarlo.
Texto/Text: Elena Llamazares / Fotografías/Photographs: Diego Gómez
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La cabeza de esta
guitarra identifica al
lutier Manuel Rodríguez.
El interior de la tapa
armónica esconde
complicados varetajes
que influirán en el sonido.
The head of this guitar
identifies it as a work
by Manuel Rodríguez.
The interior hides
a complicated structure
that will influence
the sound.
La guitarra española, tal como se conoce hoy, data al
menos de finales del siglo XVI, época a la que se remonta el primer tratado sobre ese instrumento.
En 1600 se ha fijado el origen de la escuela de constructores de guitarras de Madrid, la que mayor reputación
atesora. Un discípulo de los Ramírez, respetada familia de
lutieres de la capital, fue el promotor de una de las escasísimas sagas de constructores que mantienen vivo el oficio
en la actualidad. Su nombre era Manuel Rodríguez I, hijo de
un guitarrista flamenco a su vez conocido por su segundo
apellido, Marequi. En 1905, Manuel Rodríguez I abrió taller
propio y, a partir de entonces, la firma quedaría asociada a
la excelencia guitarrera. Cuando en los años cincuenta tomó
el relevo su hijo, Manuel Rodríguez II o Sr., la mala situación
económica en España le movió a emigrar con su esposa
a Estados Unidos, donde ejerció de lutier con el reconocimiento que en ese país le dan a los artesanos. Sus guitarras
fueron especialmente apreciadas en el ámbito universitario.
Allí nacieron y crecieron sus hijos, Manuel Rodríguez III o Jr.
y Norman Rodríguez, cuyos conocimientos de inglés serían
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muy útiles para la posterior expansión del negocio. Actualmente son ellos los que llevan desde Esquivias (Toledo) las
riendas de esta casa, cuyas guitarras demandan prestigiosos guitarristas españoles y extranjeros, así como grandes
superficies en Estados Unidos, Japón y en toda Europa.
Un instrumento universal
Las guitarras Manuel Rodríguez han pasado por manos
como las de Joaquín Rodrigo, Andrés Segovia, Paco de Lucía, Eric Clapton, Bruce Springsteen y Sting. También figuran en la lista de clientes de esta familia artistas como Antonio Carmona y David Bisbal e incluso han recibido encargos
del Vaticano, han regalado guitarras a Jefes de Estado de
visita por España y donado otras para su posterior subasta
al ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, para contribuir con las causas benéficas de su fundación. En esta
línea altruista se sitúa su proyecto con maderas ecológicas
FSC (Forest Stewardship Council) para elaborar guitarras
respetuosas con el medio ambiente.
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Los responsables de esta firma se consideran auténticos
embajadores de lo español. “Ponemos toda nuestra pasión
y parte de nuestras vidas en este instrumento, portador de
nuestra cultura”, afirma Manuel Rodríguez Jr., quien apunta
que en países como su Estados Unidos natal, “el lutier es
tan valorado como un médico, porque allí no hay artesanos”, y recuerda que “fuera de nuestras fronteras, en lugares tan lejanos como China, aman nuestra cultura”.
La visión empresarial de Manuel Rodríguez Jr. ha llevado
a la exportación del 95 por cien de la producción, que se
mide en decenas de miles de unidades al año. Los principales clientes son las grandes cadenas de tiendas de música y
se reciben pedidos de los cinco continentes. El negocio viene
facturando por encima de los dos millones de euros al año.
Detalles excelentes
El precio de las guitarras oscila entre los 300 y los 20.000
euros. Encarecen considerablemente el producto maderas
tan especiales como el palosanto de Río, para suelos y aros,
o el ébano, para el diapasón; la incorporación de innovaciones técnicas con sello de la casa, como el puente movible
o el diapasón suspendido; la complicación de los varetajes
del interior de la tapa armónica; y la minuciosidad que requiere la elaboración del mosaico de madera que adorna el
“The guitar makes dreams weep.
The sobbing of lost souls
escapes from its round mouth.
And like a tarantula, it weaves
a large star to catch sighs that
float in its dark well of wood.”
Federico García Lorca
“La guitarra
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera”.
Federico García Lorca
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contorno de la boca de la guitarra. En su catálogo hay guitarras clásicas, flamencas y del modelo cutaway, que admite
su versión acústica.
Desde el primer paso, que consiste en el secado de
las exóticas maderas que llegan al taller de Esquivias para
reducir su humedad a un cuatro por ciento, hasta que se
colocan las cuerdas a la guitarra terminada, puede transcurrir aproximadamente un mes. Afortunadamente, para
la pervivencia de la empresa, esto no va en detrimento de
la productividad. Solo en ese taller, cuya superficie supera
los 6.000 metros cuadrados, trabajan cerca de 30 personas
que disponen de las máquinas e instrumentos necesarios
para lograr los perfectos acabados que hoy exigen los guitarristas consagrados, pero sin perder el contacto directo
con el instrumento.
Las antiguas herramientas de Manuel Rodríguez Sr. pasarán a formar parte de un museo. Él mismo las trajo de
Estados Unidos, donde pasó 15 años de su vida y adonde
emigró en 1956, recién casado, sin saber inglés y con cien
dólares en el bolsillo. Ese espíritu emprendedor es el que
han heredado sus hijos, que velan por mantener vigente el
lema de la firma: “riqueza en sonido, riqueza en historia, riqueza en belleza”.●
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THE SOUND
OF BEAUTY
Manuel Rodríguez. Guitar
maker Manuel Rodríguez defines
the guitar as “a beautiful box with a
human shape and precious woods.”
He dedicated himself with love and
patience to the building this instrument
until his death last year. His sons have
carried on the family business, making
a luxury product with the craftsmanlike
methods that might be expected in
one of the pillars of Spanish popular
tradition. Eric Clapton and Paco de
Lucía can confirm this.
The Spanish guitar as we know it today dates from at
least the end of the 16th century, the period of the first
formal writings about this instrument.
The Madrid school of guitar makers, which enjoys the
highest reputation, began around 1600. A disciple of the
respected Ramírez family of guitar makers in Madrid, was
the founder of one of the few families of guitar artisans that
currently exists. His name was Manuel Rodríguez I, son of
a flamenco guitarist also known by his second surname,
Marequi. In 1905, Manuel Rodríguez I opened his own
shop, and starting then the firm would be synonymous with
excellence. When in the 1950s his son took over —Manuel
Rodríguez II o Sr.— hard economic times in Spain forced
him to emigrate with his wife to the United States, where
he won the recognition that is accorded there to craftsmen.
His guitars were especially appreciated in university
circles. That’s where his sons were born and grew up:
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El guitarrista flamenco
Paco de Lucía es uno de
los clientes más exigentes
de Manuel Rodríguez.
GtresOnline
Flamenco guitarist
Paco de Lucía is one of
Manuel Rodríguez’s most
demanding clients.
Manuel Rodríguez III (or Jr.) and Norman Rodríguez, whose
knowledge of English would be very useful in the later
growth of the business. At present they run the firm from
Esquivias, a town in Toledo province. Its guitars are in great
demand from prestigious Spanish and foreign musicians, as
well as from large department stores in the United States,
Japan and Europe.
A universal instrument
Manuel Rodríguez guitars have been used by the likes of
Joaquín Rodrigo, Andrés Segovia, Paco de Lucía, Eric
Clapton, Bruce Springsteen and Sting. Also artists such as
Antonio Carmona and David Bisbal. The firm has even filled
orders by the Vatican, and has made gifts of guitars to heads
of State on official visits to Spain, in addition to donating
instruments for benefit auctions in aid of the foundation
run by former US president Jimmy Carter. This altruistic
line is followed by its project to use wood in an ecologically
responsible way as part of the Forest Stewardship Council.
The people who run this firm consider themselves real
ambassadors of Spanish culture. “We bring passion and a
considerable part of our lives to this instrument, which is an
expression of our culture,” says Manuel Rodríguez Jr. He
says that in countries like the United States, where he was
born, “the guitar maker is considered as highly as a doctor,
because there are no craftsmen there,” and recalls that
“outside Spain, in places as far away as China, they love our
culture.”
His business sense has led Manuel Rodríguez Jr. to
export some 95 percent of his yearly production of tens
of thousands of guitars. The principal clients are the large
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chains of music stores all over the world. The company has
billings of more than 2 million euros each year.
Excellent details
The guitars range in price from 300 to 20,000 euros. The
product can be made more expensive by the use of such
special woods as rosewood from Río, for backs and sides,
or ebony, for the fingerboard; the addition of in-house
technical innovations such as the movable bridge or the
suspended fingerboard; the supports for the interior of
the harmonic lid; and the minute care required for the
wooden mosaic that surrounds the mouth of the guitar. The
catalogue includes classic, flamenco and cutaway guitars,
which allow for an acoustic model.
It can take approximately a month between the first
step —drying the exotic woods that reach the workshop in
Esquivias to reduce their humidity to four percent— to the
placement of the strings on the finished guitar. Fortunately
for the survival of the business, this does not slow down
productivity. In that factory alone, with a surface of 6,000
square metres, close to 30 people use machines and
instruments necessary to achieve the perfect finishing
demanded by top guitarists.
The old tools used by Manuel Rodríguez Sr. Will be
collected in part of a museum. He himself brought them
back from the United States, where he spent 15 years of
his life and to which he emigrated in 1956, recently married,
without knowing the language, and with just 100 dollars in
his pocket. That adventurous spirit is what his sons have
inherited: they want to keep alive the firm’s motto: “Wealth in
sound, wealth in history, wealth in beauty.”●