Demonología

Transcripción

Demonología
Demonología
Los demonios son espíritus malo o inmundos (Mr. 1:23, Mr 1:32-34; Ap. 16:13-16), y son
ángeles caídos, siervos de Satanás (Mt. 12:26-27; 25:41). El diablo es uno solo, pero es
enorme el numero de demonios que sirven al diablo y hacen que su poder sea
prácticamente universal. Un endemoniado (Mr. 5:1-20) es una persona cuya personalidad
ha sido invadida por uno o mas demonios, los cuales pueden, por propia voluntad, hablar o
actuar por intermedio de su victima humana. Una cantidad de tales victimas de Satanás
fueron liberadas por el Señor Jesús. El poder de Dios, actuando en forma ilimitada por
medio de la humanidad inmaculada del Señor Jesús, desafió al mundo sobrenatural del mal,
y explica el estallido de lo demoniaco en tiempos del ministerio terrenal del Señor.
Desde la caída, y a lo largo de todas las épocas de la historia, es evidente la realidad y la
personalidad de los demonios. Tal el caso de Saúl y la médium espiritista de Endor (1
Samuel 28:7-20); el caso de la antigua idolatría en la que el móvil lo constituía lo demoníaco
(Salmo 106:36-37; 1 Corintios 10:20 “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los
demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los
demonios.”); en la antigua práctica de la adivinación y la magia, y en la antigua
necromancia y el moderno espiritismo.
Los demonios pueden trastornar el juicio y el cuerpo (Mt. 12:22; 17:15-18; Lc 13:16).
Saben de la deidad y del señorío de Cristo en el mundo del espíritu (Mt. 8:31-332; Mr 1:24;
Hch 19:15; Stg 2:19), y saben muy bien cuál es su propio destino (Mt 8:31-32; Lc. 8:31).
Tienen una notable ingerencia en el gobierno del Sistema mundial satánico (Dn 10:13; Ef
6:12); en el fomento del engaño y la falsa doctrina (1 Ti 4:1-3), y en la oposición a los
planes de Dios, y al pueblo de Dios (Ef 6:12; Jn 4:1-6). Los demonios se dividen en dos
clases: (1) los que se encuentran en libertad, y (2) los que están presos. Estos últimos serán
liberados como parte de los juicios sobre los malvados en la gran tribulación (Ap 9:1-21;
16:13-16). El creyente tiene el recurso de la oración para ejercerlo en contra de Satanás y
los demonios (Ef 6:10-20).

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