Acostumbrados a que solo nos conmueva lo inmediato, obviamos
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Acostumbrados a que solo nos conmueva lo inmediato, obviamos
Acostumbrados a que solo nos conmueva lo inmediato, obviamos las amarguras y la falta de esperanza de millones de niños/as El último Estado Mundial de la Infancia 2016 de Unicef, presentado ayer, avisa que si las tendencias de desigualdad continúan la vida de millones de niños estará en peligro. Aunque se han logrado progresos globales en vidas salvadas, acceso a la educación y reducción de la pobreza, estos no han sido uniformes y justos. África subsahariana siempre se lleva la peor parte: 2 de cada 3 niños/as viven en pobreza multidimensional. Pero España no es un paraíso, como quieren ver algunos: con respecto a 2009, la inversión en educación se ha reducido en 5.000 millones de euros y en protección social de los niños y sus familias en 2.700 millones de euros; la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social de los niños en 2015 fue del 34,4%. Otra pesada lacra nos acompaña: el riesgo de pobreza económica de los niños nacidos en familias de padres migrantes alcanza el 60,3%. Por ahí por el mundo, unos 125 millones de niñas y niños no acceden a la enseñanza primaria o secundaria. Saben en Unicef que cada año adicional de educación que ellos y ellas reciben aumenta sus ingresos en aproximadamente un 10% cuando llegan a adultos, que con ese año extra las tasas de pobreza del país descienden en un 9%. Invertir en educación es asegurar el futuro. El pronóstico para 2030 no es nada halagüeño según se presenta: 69 millones de niños/as no llegarán y unos 167 millones serán pobres, muy pobres. Pero hay más: según la FAO 5 millones de niños mueren al año por malnutrición. Frente a este panorama solo cabe destinar más recursos para la infancia de aquí y enviar ayudas para la de los países pobres. Contacten con cualquier ONG presente en esos países. Estas cifras son algo más que números; se refieren a niños y jóvenes. Reclamemos al nuevo gobierno salido de las urnas que cumpla los supuestos éticos que definen una sociedad democrática y participada, a los que se ha comprometido España a la hora de firmar varios convenios internacionales.