-22- Parte 1 grandes luchas contra la dictadura de Morales
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-22- Parte 1 grandes luchas contra la dictadura de Morales
Parte 1 grandes luchas contra la dictadura de Morales Bermúdez; periodista en los ochenta, en la mayor experiencia del diarismo de izquierda, El Diario de Marka; y promotor y acompañante de las organizaciones campesinas a finales de esa década en el Cusco. La caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de lo que reconocíamos como los estados socialistas burocratizados, el desastre electoral del 90 y sobre todo la pulverización subsecuente de la izquierda, terminaron por desanimarme. En la segunda vuelta electoral de los 90 voté por Fujimori que era en realidad un voto contra la derecha soberbia que había rodeado a Vargas Llosa; todo para nada pues el gobierno entronizado seguiría el rumbo económico que había delineado el frente del escritor metido de político, pero con las enormes cuotas de perversión y corrupción que se desnudarían cuando todo el tinglado armado por Fujimori y Montesinos se desbarató a finales de los noventa. El mismo año en que se produjo el autogolpe de Fujimori, el 92, me alejé del Instituto de Apoyo Agrario, una ONG que había tenido un papel muy importante de apoyo a la Confederación Campesina del Perú (CCP). En los años siguientes me dediqué a poner en orden mis estudios universitarios y trabajar en consultorías con relativo éxito. Mi nueva posición me permitió revisar muchas de las ideas que hasta entonces eran sólidas convicciones. Me permitió descubrir, tanto en la ciudad como en el campo, los pequeños éxitos de muchas personas que buscando mejorar su situación, movilizan poquísimo capital y un gran ingenio en lo que ahora se denomina emprendedurismo. Aprendí, no sin desencanto, que el egoísmo y la búsqueda del interés propio que había resaltado Adam Smith en su obra clásica, era más sólido y potente que la solidaridad y la colaboración. Comprendí que la inflación persistente y sobre todo la hiperinflación, tienen efectos devastadores en la economía y destruye el tejido social. Entendí que los inversionistas relevantes, nacionales o extranjeros, solo inician nuevos negocios cuando pueden asegurarse un ambiente favorable y de largo plazo, de modo que cuando esto no ocurre, tratan de forzar beneficios inmediatos acentuando el desorden de la economía. A lo dicho hasta aquí debo agregar una revisión sobre el papel del Estado. Hasta ese momento imaginaba que si las actividades económicas, por lo menos las más importantes, estuvieran en manos del Estado, se podrían alcanzar economías de escala, menores precios al consumidor final y los beneficios serían reinvertidos o empleados en servicios públicos. La idea era sencilla y poderosa, el problema era que no funcionaba en el Perú ni en ningún otro país. Y la explicación era también bastante simple; el Estado no estaba por encima de los mortales sino que era la expresión más cabal, la síntesis de sus defectos antes que de sus virtudes. A cada paso comprobaba que una de las maneras de arruinar una buena idea, era convertirla rápidamente en -22-