Antropologia visible Germán Ferro Medina

Transcripción

Antropologia visible Germán Ferro Medina
Antropologia visible
Germán
Ferro Medina
LA VISITA
Visibilidad, inclusión y pedagogía en el Cementerio
Central de Bogotá
La fuga del alma
¡Patrimonio y conocimiento, sin pedagogía, están muertos! Largos años de experiencia pedagógica en el aula tradicional universitaria generaron en mí un cansancio y un agotamiento de
las formas clásicas de la enseñanza de la historia, la antropología y de otras disciplinas del
área social. Había que buscar metodologías distintas de aprendizaje y motivar a una juventud
cada vez más apática y menos comprometida
con su formación (seguramente por las pocas
innovaciones y el aquietamiento de la oferta universitaria, anquilosada en su interés profundamente utilitario).
Salí en esa búsqueda y abandoné casi por completo el aula formal. Y los muertos me dieron la
bienvenida: ¡encontré el cementerio! el Cementerio Central de Bogotá, Colombia. A partir de
allí, descubrí la vida en las tumbas, que con su
riquísima información me han permitido construir
una aventura pedagógica novedosa, promoviendo visitas, con guías de carácter académico, entre un público amplio de estudiantes, profesionales o interesados. Se trata de una metodología
de evocación contextual, mediada por la materialidad de las tumbas y la presencia-ausencia
del difunto. Una evocación de carácter histórico,
cultural, político, arquitectónico y artístico para el
aprendizaje, la emoción y la reflexión.
Con varios ejemplos de tumbas, identificadas en
los recorridos de varios años, reconocemos la
fuerza evocadora que tienen la materialidad de
las tumbas y sus vínculos devocionales. Eso ha
permitido, en diferentes escalas, hacer visibles
los olvidos, dar cuenta de diversas prácticas de
inclusión, redescubrir sujetos y actores sociales, tensiones de género,
apuestas populares, historia política de construcción
de nación, disenso, negociación simbólica, luchas y
reivindicaciones sociales,
arte efímero y popular, en
fin, allegar una generosa información y tener un
aprendizaje sobre la historia de la ciudad capital y
de Colombia, en general.
mar otro rumbo, otra orientación, dejando atrás
el mediocre y soñoliento Power Point. El aula salió de su encerramiento a buscar otras experiencias y se encontró con el cementerio.
Visitar los cementerios, visitar la tumba de éste u
otro familiar o personaje, ánima, amigo, NN, ha
sido una práctica centenaria
en el mundo católico popular y, particularmente, de la
ciudad de Bogotá.
El cementerio
es entonces
un aula viva en
permanente transformación, memoria
y reorganización del
pasado para vivir
el presente.
El Cementerio es entonces un aula viva en permanente transformación, memoria y reorganización del
pasado para vivir el presente. Las prácticas devocionales que allí se dan
por tradición y las nuevas
nos impelen a visitar, una y otra vez.
La visita
El aula se trasmutó en visita y ha tenido que to-
La cátedra, que ha sido unidireccional en el aula, adquiere en el cementerio el
carácter de visita, que significa diálogo y encuentro.
Como diría el escritor y ensayista Cees Nooteboom,
“la mayoría de los muertos
callan. Ya no dicen nada”,
pero sus tumbas siguen
hablando y evocando, resonando en nuestra memoria.
Los muertos propician la
comunicación suscitando
en los vivos sentimientos
de afecto, de esperanza,
de solidaridad, para no olvidar, para no perder la
memoria.
La visita es compañía, deseo de estar con el
otro, manifestación y reafirmación de los afec-
Antropologia visible
tos; es reciprocidad, mediante el acto de estar, de
llevarle flores y todo tipo de recuerdos, es regresar y devolver
la atención. La visita es,
al mismo tiempo, sujeto (“llegó la visita”) y
práctica social y comunicacional profunda.
La visita es también un
recorrido y un encuentro, un destino con varias
paradas y puede ser (ésa
es mi propuesta metodológica) un ejercicio y una experiencia de aprendizaje (memoria-trabajo, evocación, conocimiento integral,
emoción estética, descubrimientos, juego, construcción de nuevos relatos, consensos y disensos frente a la historia oficial, entre tantas otras
posibilidades y potencialidades).
Así las cosas, el cementerio se convierte en la
espacialidad de la visita, en monumentalidad
funeraria, en un lugar privilegiado de la pedagogía, escenario propicio para la activación de
la memoria, el conocimiento histórico y la visibilidad e inclusión de otros relatos y construcción
de memoria, por fuera de las versiones oficiales.
Mediante las continuas visitas, nos hemos reencontrado con la tumba y la presencia de Soledad
Acosta de Samper, una mujer olvidada de la historia de un país patriarcal. Con el escritor José
Eustasio Rivera, quien escribió esa memorable
novela La Vorágine y de cuya tumba se ignoraba
La visita es
un encuentro,
un destino con
varias paradas
y una experiencia
de aprendizaje.
hasta hace poco su localización. Con la tumba
de Carlos Cortés Vargas, el tristemente
célebre general que el 6 de diciembre de 1928 dio la orden,
en calidad de Jefe Civil y Militar de la provincia de Santa Marta, de disparar sobre
los obreros de las bananeras, declarados en huelga.
Con Julio Garavito, científico
y astrónomo, cuyo rostro aparece en el billete actual de 20
mil pesos, lo que lo convierte en
una de las imágenes para prodigar
una devoción muy fuerte, dado que representa, más que al científico, al hombre del
billete, el que provee o ayuda a conseguir el dinero o a pagar las deudas.
Vecina al científico Garavito está otra tumba
muy popular y también muy visitada. No tiene
Bio
Antropólogo de la Universidad de los Andes, Magíster en Historia de la Universidad del Valle – FLACSO. Docente de
varias universidades en Colombia, investigador sobre el río Magdalena, los arrieros,
lo sagrado y lo popular, historia de Bogotá,
fútbol y fiestas, entre muchos otros temas
sobre los cuales tiene numerosas publicaciones. Asesor nacional e internacional en
temas de Patrimonio Cultural, lideró la investigación que llevó a Colombia al Folklife
Festival del Smithsonian Institute en Washington en el 2011: “La Naturaleza de la
Cultura Colombia”, donde nuestro país fue
el invitado especial. Se describe como alguien que recorre la Colombia que no sale
en la televisión, un caminante, un peregrino, un viajero, un visitador de cementerios
y un sembrador de árboles lo cual lo hace
disfrutar de la soledad, respetar el fracaso,
practicar el desapego y amar los proyectos
inútiles.
[email protected]
nombre, ni fecha pero todos sus devotos saben que
está ahí. Se trata de una mujer, un hecho excepcional en un cementerio que narra hegemónicamente
una historia de hombres. Mujeres de bajos recursos
económicos, se amontonan todos los lunes a alumbrar con velas de cebo, a visitar la tumba de una
mujer pobre, a la que el relato popular le ha asignado
todos los oficios de la supervivencia en la calle.
Perdida entre otros mausoleos de tumbas en galería, se encuentra solitaria y de un solo nivel, la tumba
con su nombre casi borrado de Diego Luis Córdoba.
Nadie la visita; ni siquiera sus herederos políticos y
defensores de la identidad afrocolombiana.
Frente a la hegemonía bipartidista conservadora
y liberal que marca el protagonismo de la avenida
principal del cementerio, se empieza a destacar en
el sector, a mano izquierda de la capilla, un grupo de tumbas de personajes políticos de filiación
democrática y de izquierda. Sus tumbas, están allí
disputando su lugar social, político y simbólico en
un cementerio católico. Cabe destacar la tumba de
Jaime Pardo Leal, líder de la Unión Patriótica (UP),
cuyo partido fue prácticamente exterminado y él
asesinado en 1987. La de Manuel Cepeda Vargas,
miembro del Comité Central del Partido Comunista Colombiano y senador, quien también murió sacrificado. La de Carlos Pizarro, quien fuera el comandante general del movimiento armado M-19, y
candidato a la Presidencia de la República, también
asesinado en 1990. Su tumba es una de las más
visitadas del Cementerio Central.
En conexión
1. Conoce el trabajo en patrimonio histórico
y cultural de la Fundación Erigaie
2. Conoce la Red Iberoamericana de
Cementerios Patrimoniales
3. Conoce la Guía de observación etnográfica
y valoración cultural: santuarios y oficios de
Germán
Fin de la visita
Son muchos los ejemplos que podríamos seguir mencionando de esta cartilla o documento
abierto de la memoria y construcción de país.
Al terminar las visitas, muchas veces las personas se preguntan por otras tumbas: una vez
han aprendido el significado de las mismas, se
inquietan por su poco conocimiento de la historia
de Colombia y se emocionan y reflexionan sobre
nuestra sociedad. Todo esto es suscitado por la
materialidad, el arte y la cultura de los espacios
funerarios.
No tiene nombre,
ni fecha pero todos
sus devotos saben
que esta ahí.
Datos de la
experiencia
Quiénes:
Fundación Erigaie, Red Ibe-
roamericana de Valoración de Cementerios.
Dónde:
Cementerios Central de Bogotá, San Pedro de Medellín, Central de Neiva,
Histórico de Santa Marta, y municipales de
Villavieja, Circasia, Mompox, Guatavita,
entre otros.
Cuándo:
2004-2014

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