¡cuán hermosos son los pies de los que anuncian las buenas nuevas!

Transcripción

¡cuán hermosos son los pies de los que anuncian las buenas nuevas!
¡CUÁN HERMOSOS SON LOS PIES DE LOS QUE
ANUNCIAN LAS BUENAS NUEVAS!
Al 30 de junio de 2003, en Chile las personas entre 15 y 29 años eran casi tres millones 800 mil
y la población total llegaba a poco más de 15 millones 700 mil. O sea, aproximadamente un
24% de los habitantes de nuestro país. En pocas palabras, la juventud es un estamento
importante en Chile.
Por esta razón, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo se genera una inmensa cantidad de
estímulos para captar la atención de este sector de la población, donde los medios de comunicación
masiva juegan un papel importantísimo. A tal punto llega esto que muchas personas maduras se
apoderan de las modas y dichos que genera la juventud, precisamente para sentirse parte de ella.
Asimismo, los medios de comunicación, habitualmente, destacan las malas acciones o excesos en
que caen algunos jóvenes, dando la sensación de que toda la juventud no tiene valores o no está
comprometida con las cosas trascendentes de esta vida.
Una prueba de que sí hay jóvenes que se toman en serio el tiempo que les toca vivir es un grupo de
nuestra iglesia en Santiago que estuvo dos semanas compartiendo con otras personas el mensaje de
salvación. Salieron el domingo 2 de enero y luego de trabajar una semana en Coquimbo, viajaron a
Iquique para hacer lo mismo durante los siguientes siete días. Para ser justos, también hubo algunos
jóvenes de Chillán y San Carlos.
Fueron días de mucha lucha espiritual, donde al final, una vez más fue Jesucristo el vencedor, porque
su mensaje fue aceptado por unos 70 niños y 140 adultos que estaban deseosos de escuchar las
buenas nuevas.
A través de los testimonios nos hemos dado cuenta que la experiencia fue en extremo enriquecedora,
pues esos 15 días les sirvieron para madurar espiritualmente, y para prepararse para el próximo
verano.
Ya saben que en enero o febrero de 2006, si Cristo no viene antes, estarán de nuevo en una obra
recién abierta o en una iglesia local que necesite ayuda. Pero también saben que en Santiago, y
durante todo el año, podrán alzar la voz para hacer vivo el mandamiento de Cristo y hablarle a su
prójimo sobre Jesús.
En el caso del norte también hubo muchos hermanos y hermanas de la iglesia capitalina que
apoyaron a estos muchachos con oración, dinero para la movilización y víveres. Quedó una vez más
demostrado que el trabajo en mancomunidad es el mejor para proclamar el Evangelio.
Sin embargo, no hay que dormirse en las victorias pasadas, porque el camino del cristiano es avanzar
día a día luchando y venciendo los estímulos de este mundo.
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse,
que usa bien la palabra de verdad.-“
2ª TIMOTEO 2:15