rutas magicas - Junta de Castilla y León

Transcripción

rutas magicas - Junta de Castilla y León
Desarrollo Cubierta Cara
JESUS M.ª JOSE SANCHIDRIAN GALLEGO
(Mingorría - Avila, 1959) es un estudioso del
patrimonio cultural y etnográfico de los pueblos abulenses y de sus gentes, sobre el
que ha escrito y publicado artículos, libros y
fotografías, de las que también ha realizado
diversas exposiciones. A través de la revista
«Piedra Caballera», de la que es su fundador
y director, ha promovido la divulgación de la
cultura popular y las inquietudes artísticas y
literarias surgidas en el medio rural. Profesionalmente ejerce como letrado urbanista
municipal.
POR LOS PUEBLOS
DEL ADAJA
•
Madrid
Castilla y León
Río Adaja
•
•
Mingorría
Avila
Segunda Edición
2006
El viaje mágico que se propone
por los pueblos del Adaja situados en las inmediaciones de la
ciudad de Avila, combina aspectos etnográficos, históricos, artísticos, culturales, festivos, musicales y paisajísticos,
entre otros, que se configuran
en un conjunto de rutas que
pretenden ilustrar a los viajeros con una nueva visión de lo
popular, mezclando aspectos
físicos y visuales con otros
imaginativos. Con ello se procura un redescubrimiento de
nuestros pueblos y sus gentes,
en un intento de revitalizar su
identidad histórica y cultural, y
de recuperar el hábitat rural
que le es propio.
«Piedra Caballera»
RUTAS MAGICAS
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
Jesús M.ª J. Sanchidrián Gallego
Las RUTAS MAGICAS por los pueblos del
Adaja surgen en la búsqueda de una identidad común a todos ellos siguiendo una
parte del curso del río y su cuenca, donde
se mezclan antiguas formas de vida con elementos propios de la cultura popular y el
medio ambiente rural.
Aunque situados en la inmediaciones de la
ciudad de Avila, los pueblos de la zona suelen pasar desapercibidos para los viajeros
que se acercan a estas tierras, por lo que las
rutas ideadas permiten adentrarse en la singularidad de las tradiciones y costumbres
de sus habitantes, y en el paisaje que caracteriza su medio natural, de cuya simbiosis
nace una visión mágica que trasciende a la
simple realidad de las cosas.
RUTAS MAGICAS
· REVISTAS: «Piedra Caballera», Revista
cultural, 1982-1989, 16 números.
· MONOGRAFICOS: – El arte de trabajar la
piedra, 1985. – Cuadernos de arquitectura,
1987. – Carnavales, 1987. – Cuaderno de
fotografías, 1987. – Cuaderno de deportes
populares, 1988. – Suertes del toreo, poemas de Teófilo Domínguez, 1989.
· CARPETAS FOTOGRAFICAS: – La historia
quieta, 1989. – La memoria del tiempo, 1990.
– Postales, 1990.
· LIBROS: – Hojas sueltas, poemas de José
Pindado, 1984. – Gotas de lluvia, poemas de
Segundo Bragado, 1986. – Para no olvidarte,
Amelia, poemas de Fermín Navarro, 1990. –
Crónicas de un pueblo abulense, de Jesús
Mª Sanchidrián Gallego y otros, 1991. – La
historia quieta, la historia del tiempo
(Fotografías), de Jesús Mª Sanchidrián,
1996. – Comediantes. Crónica teatral de un
pueblo, de Jesús Mª Sanchidrián, 2002. Estampas de la Tierra de Ávila (Fotografías),
de Jesús Mª Sanchidrián, 2004. – La Muralla
de Ávila, (Fotografías), de Jesús Mª
Sanchidrián, 2006. - Album del Grande
(Fotografías), de Jesús Mª Sanchidrián, 2006.
· FOLLETOS: – Mingorría y Zorita de los
Molinos, 1997. – Los molinos del Adaja,
1999. – Homenaje musical al dulzainero
Aureliano Muñoz «Polilo», 2000.
Estampas de la Tierra de Ávila. de Jesús Mª
Sanchidrián Gallego. 2004.
RUTAS MAGICAS
«AVILA RURAL»
Publicaciones
«Piedra Caballera»
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
«AVILA RURAL»
«AVILA RURAL»
Los pueblos que se aparecen en este peculiar viaje surgieron en el siglo XI con repobladores de origen gallego y asturleonés,
burgalés, vasconavarro y aragonés, quienes
se asentaron en las tierras que habían quedado deshabitadas con la llegada de los
árabes. Anteriormente se conocieron otras
culturas primitivas y civilizaciones de la
antigüedad, destacando los asentamientos
del pueblo celta de los vettones. Después, a
lo largo de la historia, los habitantes destacaron como labradores y ganaderos, tejedores, arrieros, molineros, viñadores, ajeros,
panaderos y canteros.
El río Adaja, al abandonar la capital abulense, atraviesa los pueblos configurando un
bello paisaje de encinas y berrocales de piedra salpicado de molinos, igual que también
se observa en la ribera abulense del
Voltoya. En la llanura los campos se cultivan
como en La Moraña cerealista, mientras en
la sierra las rocas graníticas se abren en
canteras al cielo.
Mingorría • Zorita • Cardeñosa • Santo Domingo de
las Posadas • Peñalba • San Esteban de los Patos
Monsalupe • Pozanco • Las Berlanas • Velayos •
Tolbaños • Gotarrendura • La Vega • Blascosancho
Escalonilla • Saornil • La Venta • Gallegos • Brieva
«Piedra Caballera»
Asociación Cultural
Segunda Edición 2006
Entre los monumentos más reseñables figuran las iglesias y ermitas levantadas por el
fervor popular, y la singularidad de los palomares, los potros, las cruces, y el viejo
caserío de pueblos y dehesas. Las tradiciones festivas y culturales, y las huellas de
reyes, santos, escritores, artistas y otras
personalidades también forman parte de las
señas de identidad de los pueblos del
Adaja.
RUTAS MAGICAS
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
Jesús M.ª J. Sanchidrián Gallego
«AVILA RURAL»
Mingorría
Zorita de los Molinos
Cardeñosa
Santo Domingo de las Posadas
Peñalba de Avila
San Esteban de los Patos
Monsalupe
Pozanco
Las Berlanas
Velayos
Tolbaños
Gotarrendura
Vega de Santa María
Blascosancho
Escalonilla
Saornil de Voltoya
Venta de San Vicente
Gallegos de San Vicente
Brieva
«Piedra Caballera»
Revista Cultural
Segunda Edición
2006
Desarrollo Cubierta Cara
JESUS M.ª JOSE SANCHIDRIAN GALLEGO
(Mingorría - Avila, 1959) es un estudioso del
patrimonio cultural y etnográfico de los pueblos abulenses y de sus gentes, sobre el
que ha escrito y publicado artículos, libros y
fotografías, de las que también ha realizado
diversas exposiciones. A través de la revista
«Piedra Caballera», de la que es su fundador
y director, ha promovido la divulgación de la
cultura popular y las inquietudes artísticas y
literarias surgidas en el medio rural. Profesionalmente ejerce como letrado urbanista
municipal.
POR LOS PUEBLOS
DEL ADAJA
•
Madrid
Castilla y León
Río Adaja
•
•
Mingorría
Avila
Segunda Edición
2006
El viaje mágico que se propone
por los pueblos del Adaja situados en las inmediaciones de la
ciudad de Avila, combina aspectos etnográficos, históricos, artísticos, culturales, festivos, musicales y paisajísticos,
entre otros, que se configuran
en un conjunto de rutas que
pretenden ilustrar a los viajeros con una nueva visión de lo
popular, mezclando aspectos
físicos y visuales con otros
imaginativos. Con ello se procura un redescubrimiento de
nuestros pueblos y sus gentes,
en un intento de revitalizar su
identidad histórica y cultural, y
de recuperar el hábitat rural
que le es propio.
«Piedra Caballera»
RUTAS MAGICAS
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
Jesús M.ª J. Sanchidrián Gallego
Las RUTAS MAGICAS por los pueblos del
Adaja surgen en la búsqueda de una identidad común a todos ellos siguiendo una
parte del curso del río y su cuenca, donde
se mezclan antiguas formas de vida con elementos propios de la cultura popular y el
medio ambiente rural.
Aunque situados en la inmediaciones de la
ciudad de Avila, los pueblos de la zona suelen pasar desapercibidos para los viajeros
que se acercan a estas tierras, por lo que las
rutas ideadas permiten adentrarse en la singularidad de las tradiciones y costumbres
de sus habitantes, y en el paisaje que caracteriza su medio natural, de cuya simbiosis
nace una visión mágica que trasciende a la
simple realidad de las cosas.
RUTAS MAGICAS
· REVISTAS: «Piedra Caballera», Revista
cultural, 1982-1989, 16 números.
· MONOGRAFICOS: – El arte de trabajar la
piedra, 1985. – Cuadernos de arquitectura,
1987. – Carnavales, 1987. – Cuaderno de
fotografías, 1987. – Cuaderno de deportes
populares, 1988. – Suertes del toreo, poemas de Teófilo Domínguez, 1989.
· CARPETAS FOTOGRAFICAS: – La historia
quieta, 1989. – La memoria del tiempo, 1990.
– Postales, 1990.
· LIBROS: – Hojas sueltas, poemas de José
Pindado, 1984. – Gotas de lluvia, poemas de
Segundo Bragado, 1986. – Para no olvidarte,
Amelia, poemas de Fermín Navarro, 1990. –
Crónicas de un pueblo abulense, de Jesús
Mª Sanchidrián Gallego y otros, 1991. – La
historia quieta, la historia del tiempo
(Fotografías), de Jesús Mª Sanchidrián,
1996. – Comediantes. Crónica teatral de un
pueblo, de Jesús Mª Sanchidrián, 2002. Estampas de la Tierra de Ávila (Fotografías),
de Jesús Mª Sanchidrián, 2004. – La Muralla
de Ávila, (Fotografías), de Jesús Mª
Sanchidrián, 2006. - Album del Grande
(Fotografías), de Jesús Mª Sanchidrián, 2006.
· FOLLETOS: – Mingorría y Zorita de los
Molinos, 1997. – Los molinos del Adaja,
1999. – Homenaje musical al dulzainero
Aureliano Muñoz «Polilo», 2000.
Estampas de la Tierra de Ávila. de Jesús Mª
Sanchidrián Gallego. 2004.
RUTAS MAGICAS
«AVILA RURAL»
Publicaciones
«Piedra Caballera»
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
«AVILA RURAL»
«AVILA RURAL»
Los pueblos que se aparecen en este peculiar viaje surgieron en el siglo XI con repobladores de origen gallego y asturleonés,
burgalés, vasconavarro y aragonés, quienes
se asentaron en las tierras que habían quedado deshabitadas con la llegada de los
árabes. Anteriormente se conocieron otras
culturas primitivas y civilizaciones de la
antigüedad, destacando los asentamientos
del pueblo celta de los vettones. Después, a
lo largo de la historia, los habitantes destacaron como labradores y ganaderos, tejedores, arrieros, molineros, viñadores, ajeros,
panaderos y canteros.
El río Adaja, al abandonar la capital abulense, atraviesa los pueblos configurando un
bello paisaje de encinas y berrocales de piedra salpicado de molinos, igual que también
se observa en la ribera abulense del
Voltoya. En la llanura los campos se cultivan
como en La Moraña cerealista, mientras en
la sierra las rocas graníticas se abren en
canteras al cielo.
Mingorría • Zorita • Cardeñosa • Santo Domingo de
las Posadas • Peñalba • San Esteban de los Patos
Monsalupe • Pozanco • Las Berlanas • Velayos •
Tolbaños • Gotarrendura • La Vega • Blascosancho
Escalonilla • Saornil • La Venta • Gallegos • Brieva
«Piedra Caballera»
Asociación Cultural
Segunda Edición 2006
Entre los monumentos más reseñables figuran las iglesias y ermitas levantadas por el
fervor popular, y la singularidad de los palomares, los potros, las cruces, y el viejo
caserío de pueblos y dehesas. Las tradiciones festivas y culturales, y las huellas de
reyes, santos, escritores, artistas y otras
personalidades también forman parte de las
señas de identidad de los pueblos del
Adaja.
Desarrollo Cubierta Retira
Avila. Plano provincial. Detalle de la cuenca del río Adaja
Sobre plano Diputación Provincial de Avila
INDICE
RUTAS MAGICAS . . . . . . . . . . . . . . .
A Clara,
a Elvira y
a Clarita.
4
1. RUTA DEL RIO ADAJA . . . . . . . .
7
2. RUTA DE LOS MOLINOS . . . . . .
13
3. RUTA GEOGRAFICA . . . . . . . . . .
25
4. RUTA ARQUEOLOGICA . . . . . . .
33
5. RUTA MONUMENTAL . . . . . . . . .
39
6. RUTA DE LOS REYES . . . . . . . . .
45
7. RUTA DE LOS SANTOS . . . . . . .
49
8. RUTA DE LOS ANTIGUOS
POLITICOS Y MINISTROS . . . . .
55
9. RUTA DE LOS OBISPOS . . . . . . .
61
10. RUTA DE LOS LABRADORES . . .
66
11. RUTA DE LOS CARRETEROS . . .
79
12. RUTA DE LOS PASTORES . . . . .
85
13. RUTA DE LA MATANZA . . . . . . . .
93
14. RUTA DE LOS PANADEROS . . . .
99
15. RUTA DE LOS POTROS . . . . . . . 103
16. RUTA DEL VINO . . . . . . . . . . . . . 106
EDITA:
«Piedra Caballera»,
Revista Cultural.
Plaza de la Encrucijada, 9.
05280 - Mingorría (Avila).
Tels. 920 21 16 53
920 20 03 62.
PRIMERA EDICIÓN:
Septiembre de 2001
COLABORARON:
· Asocio de Avila - PRODER.
· Caja de Ahorros de Avila.
· Ayuntamiento
de Mingorría (Ávila)
SEGUNDA EDICIÓN:
Abril de 2006
17. RUTA DE LOS ARRIEROS
Y TRAJINANTES . . . . . . . . . . . . . 111
18. RUTAS FESTIVAS . . . . . . . . . . . . 119
19. RUTA DE LA LANA . . . . . . . . . . . 128
20. RUTA DE LOS CHOCOLATEROS 133
21. RUTA DE LOS PALOMARES . . . . 136
22. RUTA DE LOS CRUCEROS . . . . . 139
23. RUTA DE LOS CARBONEROS . . 143
24. RUTA DE LOS CANTEROS . . . . . 147
25. RUTA DE LOS PINTORES . . . . . . 153
26. RUTA DE LOS ESCRITORES . . . . 159
© Jesús M.ª José
Sanchidrián Gallego.
© Ediciones
Piedra Caballera.
DISEÑO Y FOTOGRAFIAS:
Jesús M.ª Sanchidrián y
«Piedra Caballera».
DEPOSITO LEGAL:
S. 95-2006
I.S.B.N.:
84-609-9020-6
Impreso en España.
Printed in Spain.
27. RUTA DE CINE . . . . . . . . . . . . . . 170
28. RUTA DE LOS VIAJEROS . . . . . . 177
29. RUTA MUSICAL . . . . . . . . . . . . . 187
30. RUTA DE LOS COMEDIANTES . . 193
31. RUTA DE LAS DEHESAS
Y CASERIOS . . . . . . . . . . . . . . . . 197
32. RUTA DE LOS DESPOBLADOS . . 205
33. RUTA DE LAS IGLESIAS
Y ERMITAS . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
BIBLIOGRAFIA . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
RUTAS MAGICAS
POR LOS PUEBLOS DEL ADAJA
Presentación
E
l viaje mágico que proponemos en esta Guía combina aspectos etnográficos, históricos, artísticos,
culturales, festivos, musicales y paisajísticos, entre
otros, que se configuran en un conjunto de rutas que pretenden ilustrar a los viajeros con una nueva visión de lo
popular, mezclando elementos físicos y visuales con otros
imaginativos. Con ello se procura un redescubrimiento de
nuestros pueblos y sus gentes, en un intento de revitalizar su identidad histórica y cultural, y de recuperar el hábitat rural en torno al río Adaja que le es propio.
l ámbito geográfico que se
E
incluye en esta Guía Mágica
sigue el curso del río Adaja desde la presa de las Cogotas hasta que se adentra en la comarca morañega. En este tramo el
río atraviesa los municipios de
Cardeñosa, Mingorría, Zorita
de los Molinos, Pozanco, Peñalba, Vega de Santa María y
Blascosancho. Junto a estos
pueblos la zona de influencia se
extiende por el Este hasta el río
Voltoya y las estribaciones de
la sierra de Ojos Albos, donde
se hallan los pueblos de Brieva, Gallegos, La Venta, Tolbaños, Saornil, Escalonilla,
San Esteban de los Patos,
Santo Domingo de las Posadas y Velayos; y por el Oeste
hasta los municipios de Gotarrendura, Las Berlanas y Monsalupe.
Los encinares del Adaja y
los hombres que todavía siguen
Molino «Nuevo» en el Adaja.
4
desempeñando las mismas actividades de antaño, constituyen
un bello atractivo para el viajero. Aquí cabe observar el proceso de elaboración del cisco y
el carbón de encina, el pastoreo con cabras y ovejas, la montanera o cebado de cerdos con
bellotas, y el aprovechamiento
de caza, leña y pastos. Siguiendo el curso del río puede verse
junto a la presa de las Cogotas
a los canteros de Cardeñosa y
Mingorría, que continúan labrando piedra en canteras
abiertas al cielo.
Coincidiendo con la llegada
del invierno todavía se mantiene la costumbre de hacer la
matanza del cerdo, una de las
más generalizadas y peculiares
en la vida rural, tanto que en
Vega de Santa María cada año
se convierte en una fiesta.
El viaje prosigue junto a uno
de los oficios más antiguos, el
de pastor, para admirar también los trabajos de uno de los
últimos artesanos del «arte pastoril» y observar cómo se esquilan las ovejas.
Las faenas agrícolas realizadas sin medios mecánicos ofrecen una belleza plástica increíble, por lo que el recorrido por
las mismas se hace necesario.
Especial atención merece la utilización todavía de animales de
trabajo y carros, lo que obliga
al viajero a conocer mejor a los
labradores y carreteros.
El recorrido mágico incluye
los trabajos artesanales para la
elaboración del vino, testimonio vivo de esta tradición son
los abundantes lagares y bodegas existentes.
En el viaje propuesto descubriremos fábricas de chocolate, de aguardiente y de tejas y
ladrillos, así como ejemplos singulares de la arquitectura en los
palomares, fraguas, potros y
fuentes, en contraste con los
Molino Las Juntas. Mingorría.
restos de despoblados medievales, estaciones de ferrocarril
y bellos cruceros de piedra.
La multitud de molinos del
Adaja convierten esta ruta en
única, y a ella añadimos los
molinos del Voltoya.
La música popular de dulzaina y tamboril, los espectáculos
taurinos y las fiestas patronales merecen recorridos especiales.
De los viajes reales la Guía
recoge anécdotas históricas de
su paso por los pueblos de la
zona, como también de los santos, los antiguos obispos abulense, y los ministros y políticos de antaño. Los censos de
Ensenada y los estudios de
Madoz dejaron, y ahora se reproducen, un testimonio escrito
destacable de cómo eran nuestros pueblos.
Los viajeros ingleses del siglo XIX, la llegada del ferrocarril y la proliferación de guías
turísticas descubrieron para los
nuevos visitantes la existencia
de aldeas y lugares antes desconocidos, lo mismo que ahora
se pretende con esta Guía. El
profesor Gómez-Moreno viajó
por toda la provincia y estudió
RUTAS MÁGICAS
los monumentos más significativos de los pueblos del Adaja,
por lo que bien merece repetir
el recorrido un siglo después.
A través de la ruta arqueológica que recoge la Guía nos
acercamos a los antiguos pobladores de estas tierras. Otra
ruta pasa por las iglesias y ermitas, el exponente más significativo del sentimiento religioso
de la población, y la muestra artística más importante de su patrimonio.
El paisaje y las gentes del
campo sirvieron a escritores y
artistas como motivos de inspiración, los cuales se trasladan
ahora a los viajeros que se adentran a esta tierra. La grandeza
del cine también se siente a través de escenarios y actores ligados a la pequeñez de las villas
y aldeas de esta parte de Avila,
tal y como se recoge en la ruta
ideada sobre el séptimo arte.
El teatro y la música popular igualmente ocupan
un lugar importante entre los aspectos que se
quieren divulgar de la
tradición cultural de la
zona, lo mismo que las
inquietudes que se
plasman en libros y
revistas surgidos en
numerosos pueblos.
El recorrido propuesto a través de las
rutas seleccionadas se
concluye con una especial referencia a la
bibliografía manejada
para la obtención de
valiosos datos que interesarán al viajero.
Finalmente, hay que
resaltar que la fotografía ocupa un lugar sobresaliente y destacable en la presentación
de
las
distintas
rutas confeccionadas.
Sobre la riqueza gráfi-
5
ca e ilustrativa de las imágenes
recogidas, hay que añadir que
las fotos fueron tomadas en los
últimos tres años y responden a
una percepción real y actual de
lo que representan, lo cual contribuye a enriquecer la visión
mágica de los pueblos del Adaja y de sus gentes.
Otros aspectos históricos,
culturales, paisajísticos, arquitectónicos, etnográficos o ecológicos, también habrían servido para elaborar otras rutas de
igual importancia que las reseñadas. Incluso, podríamos haber extendido el ámbito geográfico que abarca la ribera
del Adaja, o haber profundizado más en alguna ruta, pero
ello excede de las limitaciones
que impone la naturaleza de esta Guía, no sin lamentar profundamente esas posibles ausencias.
Verraco de Mingorría.
CASAS RURALES
EN LOS PUEBLOS DE LA ZONA
BRIEVA-VICOLOZANO
LA COLMENA I
La Fuente, s/n. Brieva-Vicolozano
Titular: Mª del Carmen Martín Resina
Teléfono: 920 206 204
LA COLMENA II
La Fuente, s/n. Planta Alta
Brieva-Vicolozano
Titular: Mª del Carmen Martín Resina
Teléfono: 920 206 204
CARDEÑOSA
AMANECER
c/ Barrionuevo, 14. Cardeñosa
Tipo: Casa Rural de Alquiler
Titular: Mª de la Soledad Orgaz López
Teléfono: 917 398 581
LA CASA DEL TIO TANGO I
Plaza Mariano Silvela, 5. bajo izq.
Cardeñosa
Titular: Carlos Ángel Hdez. del Dedo
Teléfono: 920 206 204
LA CASA DEL TIO TANGO II
Pza. Mariano Silvela, 5. 1º. Cardeñosa
Titular: Carlos Ángel Hdez. del Dedo
Teléfono: 920 206 204
LAS COGOTAS
Travesía Villalba, 8.Cardeñosa
Titular: Ayto. de Cardeñosa
Teléfono: 920 206 204
LOS CELTAS
Lagar del criado, s/n. Cardeñosa
Titular: Agustín Garcinuño García
Tels: 920 260 046 / 920 206 204
LOS VETTONES
Lagar del criado, s/n. Cardeñosa
Titular: Agustín Garcinuño García
Tels: 920 260 046 / 920 206 204
EL BOYO
c/ De la Iglesia, 11. Mingorría
Titular: Pilar González Nieto
Teléfono: 920 206 204
LAS ÉPOCAS
c/ De la Fuente, 11. Mingorría
Titular: José Luis Saucedo Muñoz
Teléfono: 939 977 339
TOLBAÑOS
MOLINO DE LOS GAMUSINOS
Ribera del Río Voltoya. Molino de Los
Morañejos.Tolbaños
Titular: Fco. Javier Hernández García
Tels.: 920 208 433 / 920 227 714.
SAN ESTEBAN DE LOS PATOS
LA CASITA DE LOS PATOS
Camino de Ávila, 6. San Esteban de
los Patos.
Titular: Antonio Gómez Reina
Teléfono: 920 208 239.
LA SOLANILLA
Camino de Ávila, 4. San Esteban de
los Patos.
Titular: Antonio Gómez Reina
Tels.: 920 208 239 / 651 420 376.
PEÑALBA DE ÁVILA
EL CAPRICHO
c/ Pico Serrota, 22. (Urb. Pinar Navares) Peñalba de Ávila.
Tipo: Casa Rural de Alquiler
Titular: Javier Martín Gómez
Teléfono: 629 863 111.
EL CELEMÍN
Urb. Pinar Navares. c/ Pico Zapatero,
138. Peñalba de Ávila.
Titular: Nadribasa, S.L.
Tels.: 920 352 046 / 626 991 779.
MINGORRÍA
OTROS - GOTARRENDURA
CASA DE JUAN
c/ Félix Nieto, 14. Portal 6. Mingorría
Titular: Juan Fco. Martínez Mendoza
Teléfono: 902 424 141 / 920 206 204
920 206 235.
CLUB DEPORTIVO DE EQUITACIÓN
“EL VALLE”
c/ La ermita, 22. Gotarrendura
Titular: Juan Ramos Sáez Iglesias
Teléfono: 649 440 276.
CASA DEL CAÑO
Dionisio Cenalmor, 5. Mingorría
Tipo: Casa Rural de Alquiler
Titular: Mª Teresa Pindado Pajares
Teléfono: 920 200 018
MUSEO ETNOGRÁFICO Y
DE ARTE “LÓPEZ BERRÓN”
Pza Santa Teresa. Gotarrendura
Titular: Eugenio López Berrón
Teléfono: 920 269 038.
■ A DESTACAR. El paisaje sobrecogedor que presenta el río Adaja cuando
abandona la ciudad de Avila
y traspasa la presa de Las
Cogotas. En el recorrido pueden admirarse los extraordinarios berrocales graníticos
rodeados de encinas y los
pinares que se multiplican al
avistar la tierra más llana, así
como los numerosos molinos que se asoman desde
las márgenes del río.
■ La ruta. Desde la Presa
de las Cogotas hasta el comienzo de la llanura morañega, pasando por los términos municipales de Avila,
Cardeñosa, Mingorría, Zorita
de los Molinos, Pozanco, Peñalba de Avila, Vega de Santa María, Hernansancho y
Blascosancho. Debe hacerse por tramos.
■ Cómo llegar. Primer tramo: Por la carretera N-403
que une Avila con Mingorría,
tomando un desvío que sale
en el p.k. 146,5 hacia la presa. Segundo tramo: Desde
Mingorría, por el camino de
los molinos. Tercer tramo: Desde Mingorría, por la carretera de Zorita de los Molinos
hasta el puente sobre el río,
pudiendo continuar aguas
arriba o abajo hasta Pozanco. Cuarto tramo: Por la carretera de Vega de Santa María-Gotarrendura hasta Navares, con desvíos a izquierda y derecha. El recorrido
puede hacerse en coche o
bicicleta hasta llegar al río,
después hay que seguir su
curso andando.
■ Qué ver. Bellezas naturales, montes de encinas, pinares y arboledas de ribera
e infraestructuras de multitud de molinos harineros.
■ Aliciente. Descubrir un
paisaje prácticamente desconocido.
Mingorría, río Adaja.
RUTA DEL
RIO ADAJA
«En Avila, mis ojos
dentro de Avila.
En Avila del Río»
(Cancionero de Palacio, s. XV).
l norte de la capital abulense, donde el río Adaja encaA
mina sus aguas después de
abandonar el recinto amurallado y donde el paisaje de los encinares y las rocas graníticas se
vuelve verdegrís, se nos antoja
un viaje mágico por las entrañas de una tierra que quiere ser
redescubierta. Sin alejarnos más
de cuatro leguas de la ciudad
de Avila dibujaremos un espacio geográfico que tendrá su referente en la ribera del Adaja,
en una extensión que llega por
el norte hasta donde el terreno
se hace llano en la Moraña cerealista.
En este viaje tomaremos
como atalaya el Castro de las
Cogotas, situado junto al río
Adaja, a sus pies se halla la
presa que ha tomado prestado el mismo nombre, desde él
8
RUTA
puede alcanzarse con la vista
una parte importante del terreno a explorar.
El paisaje que caracteriza la
zona natural se identifica en
una mitad por una masa arborea importante de encinas que
bordea el río Adaja, en contraste con la otra mitad, donde predominan los cultivos ceralistas.
El paisaje agreste del encinar
se ve apaciguado en la llanura
donde crece la cebada y el trigo, también por enclaves de pinares y por multitud de arroyos
donde se yerguen altos chopos
en galería. Los caseríos que se
agolpan en los distintos pueblos salpicados por iglesias
y ermitas ofrecen una sugestiva imagen de historias y tradiciones.
El río Adaja, después de dejar Avila, inicia un singular y sinuoso trazado que propició a
partir del siglo XIII la aparición
de multitud de molinos harineros, característicos de una incipiente actividad industrial de
transformación de los productos cerealistas. A las orillas se
encarama un mar de encinas
con atalayas de berrocales graníticos. El río de Avila pasa por
la ciudad ennoblecido y señorial, y aguas abajo se convierte
en un caballero con armadura
dispuesto a guerrear con un terreno inhóspito y accidentado.
El río llega hasta la presa después de unos 35 kilómetros, distancia que le separa del lugar
de su nacimiento en el puerto
DEL
RÍO ADAJA
de Villatoro. Antes también ha
pasado por el valle Amblés y la
capital abulense.
En Avila, las aguas del Adaja sirvieron para mover las ruedas de la Real Fábrica del Algodón, construida en 1788 sobre
el lugar que ocupaba un molino
harinero que llamaban del
«Puente de Adaja». Otros molinos harineros existentes entonces en esta misma zona del
río eran los llamados de la Losa, el Batán, Carril, Cubo, Verdeja y Pedrosillo, además del
molino Contón, propiedad del
capellán de Mingorría en 1751.
En la actualidad, a excepción
del molino de la Losa, que ha
sido rehabilitado como restaurante, apenas quedan restos de
aquellos otros, pues fueron sepultados por las aguas del embalse de Fuentes Claras y la
propia presa.
La visión de la llegada del río
desde la ciudad trae las viejas
glorias de su paso por el puente romano, junto a la iglesia de
San Segundo y lamiendo el entorno de sus murallas
El Adaja es el río de la capital
abulense y es el río de los primeros pobladores de estas tierras. También es el río de los
pueblos que atraviesa, surgidos
todos ellos en tiempos de la repoblación cristiana del siglo XI.
El río que vemos siguiendo el
curso después de su amansamiento en los embalses que suceden a los puentes de la ciudad es un trozo con rocas y en-
«Avila sobre el río».
Canteros.
Presa de las Cogotas.
cinas en sus márgenes, es el
agua con furia desatada en continuo movimiento al compás de
molinos y batanes.
Desde nuestro puesto de centinelas sobre la carretera que
cruza la presa, o desde el mirador construido a un lado, de espaldas a la masa de agua embalsada, podemos contemplar
la selva de encinas y rocas graníticas por donde se abre paso
al río. Al Oeste se halla el cerro
del castro de las Cogotas y se
escucha el repicar de los punteros sobre la piedra, tarea en la
que se afanan los canteros del
pueblo de Cardeñosa. Al Este,
en terreno de la dehesa de Yonte, se encuentran las canteras
abiertas al cielo por los canteros de Mingorría sobre paredes
rocosas rodeadas de encinas.
Estas cuadrillas de artesanos
crearon una peculiar sinfonía de
sonidos y ruidos al golpear la
piedra, aunque en la actualidad
los canteros de Mingorría se
trasladaron a otros tajos.
En el horizonte que se divisa
desde el castro de las Cogotas
queda escondida Avila, mientras, en el nuevo río que nace
desde la presa, aparece nuestra Avila rural y primitiva.
El río ha recobrado la fiereza
y bravura propia de los caballeros de Avila y continúa su curso, lo que hace serpenteando
un terreno agreste y rocoso,
descendiendo bruscamente, discurriendo por hondonadas entre encinares y abriéndose mansamente entre pinares a la llanura morañega.
Aguas abajo de la presa de
las Cogotas, siguiendo la línea
divisoria de los términos de Avila, Cardeñosa y Mingorría, el río
de Avila se ve salpicado por berrocales de piedra granítica que
el agua va sorteando en forma
de auténticos rápidos, y su curso discurre por profundos barrancos, a cuyas orillas aparecen importantes escarpes rocosos. El río se embravece en un
trazado accidentado por la mano del hombre que construyó
pesqueras, canales, caceras y
balsas para servir a los molinos
hidráulicos que se asoman tímidamente desde la ribera.
El viajero intrépido puede
acompañar al río de Avila en la
permanente batalla que se libra
abriendo el cauce inhóspito y
agreste a lo largo de cuatro leguas.
En el primer tramo cruzaremos la presa hasta colocarnos
a sus pies, situándonos en la
margen izquierda del río. Para
ello descenderemos andando
por la carretera existente y, desviándonos antes de llegar al aliviadero del pantano, tomaremos la orilla de la izquierda.
10
Desde aquí veremos, imponente, el muro de la presa, al Este
de la dehesa de Yonte, cuyo
punto más alto alcanza los 1.121
metros de altitud, y al Oeste el
risco de las Cogotas, con similar altura. Proseguiremos nuestro camino por la ribera sorteando rocas y encinas, y pronto veremos los restos de un antiguo
molino del que ya sólo quedan
las grandes piedras que se emplearon en su construcción.
Siguiendo la senda dejada
por lo que debió ser el socaz,
las ruinas de otro viejo molino
aparecen junto a una desgastada rueda de piedra que quedó
abandonada. A nuestra derecha el río discurre con estruendo, dejando escapar todavía un
poco de agua por la cacera que
construyó el hombre. Pequeñas
sendas sirven de guía al viajero
explorador para llegar desde
aquí al cercano molino Revuelta. Sobre el dintel de la puerta
puede leerse: «Revuelta. Año de
1922. Propiedad de Juan Zazo.
Reformó Cándido Herráez».
Junto a los Callejones de Chascarra.
RUTA
DEL
RÍO ADAJA
La buena construcción de
piedra hace que el molino se
mantenga en perfecto estado.
Aquí el río inicia un escabroso
giro de más de noventa grados,
y en la curva quedan restos de
lo que fue el molino de Revoltillo. La perspectiva ciertamente
es asombrosa y se engrandece
cuando el río endereza su curso para servir al molino de Galleguete que pronto ha hecho
presa de tanto caudal. Enfrente,
entre lanchas de piedra que se
nos antojan formaciones realizadas por el hombre para aprovechar la energía del río en lo
que pudieron ser otros molinos
o batanes.
Aquí, el río empieza a encajonarse para poder pasar por los
llamados Callejones de Chascarra, unos enormes paredones graníticos que cortan el terreno rocoso poblado de encinas. En estos paredones hay
formada una cueva al mismo nivel del río que por su difícil acceso sirvió de escondite al famoso bandolero de Cardeñosa
llamado «Marianillo» o «Marianete». Este singular revolucionario aplicaba la peculiar teoría
de robar a los ricos para dárselo a los pobres, hasta que decidió robar también a los recaudadores de impuestos y ello
provocó una decidida persecución por la Guardia Civil. Finalmente murió de un tiro que
le dió un pastor que conocía
bien el terreno ante la impericia
de los guardias. Todavía hay
gente en los pueblos de la zona que recuerdan a Marianillo
como un buen hombre a su
manera.
Desde los Callejones de
Chascarra los pobladores medievales construyeron la pesquera o azud del molino «Trevejo». En ambas márgenes predominan los montes de encinas de la dehesa de Cabreras
en el lado izquierdo, y de las
RUTA
DEL
RÍO ADAJA
dehesas de La Malita y El Ciego en el lado derecho.
Pasados los Callejones de
Chascarra, desde el encuentro
con el arroyo del Monte, donde
quedan restos del molino «El
Cubo de Mariscano» y siguiendo el mismo curso del río los
molinos cuyos vestigios se conservan en la zona son: «Trevejo», «Las Monjas», «Pajuela», «El
Nuevo» o de «Joselito», «El Cubo», «El Grillo» o de «Ruleta» o
de «Cañete»; enfrente, al otro
lado del río, en la dehesa de
Cabreras están las ruinas del
«Barbas de Oro» y «Castillo»;
volviendo a la margen de Mingorría está el de «Las Juntas» y
las ruinas del «Negrillo». Cerca
de estos últimos están los charcos del Redondillo y el Arenal,
donde había una zona de baño
y las mujeres lavaban la ropa.
Incluso aquí también hay que
lamentar la desgracia de algún
niño que murió ahogado. En
esta parte se puede cruzar el río
si trae poco agua, como antiguamente hacían los cabreros
hasta la dehesa de «Cabreras»,
donde pastoreaban.
En torno a la mayoría de los
molinos se levantan arboledas
de alisos, negrillos, chopos y
fresnos, cuyo porte y colorido
resaltan entre el verde uniforme
de las encinas. En la zona pueden verse, prestando atención,
alguna que otra garza, el ánade
real e incluso cormoranes, y también águilas culebreras y otras
rapaces.
La arquitectura popular alcanza sus máximos exponentes
en los mismos molinos, los cuales han sido construidos en lugares casi inaccesibles y en los
que la piedra granítica, extraída
del propio terreno por los canteros de la localidad, constituye
el material básico y fundamental de la edificación.
El río prosigue su curso retorciéndose en giros de noven-
El Adaja junto al M.º del Francés.
ta grados hasta llegar al molino
de «Ituero» o del «Tío Deogracias», o de «Teresitas», o de «Miaja», donde le sale al encuentro el
arroyo de «La Reguera» con «El
Colerón». Las rocas y peñascos del paraje de «Los Colmenares» se apoderan del paisaje
y encajonan el río, destacando
aquí el escarpe rocoso de «Peña Águila», desde el cual antaño se lanzaban los perros que
se sacrificaban. En este mismo
lugar, el río también se ha tragado vidas humanas y alguna
cabra que pastaba entre las rocas. Esta zona se verá transformada en el futuro con la construcción de un azud desde donde se canalizará el agua de la
presa de «Las Cogotas».
Al otro lado del río, donde el
encinar de la dehesa de «Cabreras» cubre la ladera montañosa que se adentra en Zorita,
se hallan las ruinas de dos batanes y de un tercero que conserva las paredes nombrado
«El Caleño» o «El Francés». Siguen el molino «Nuevo» o de
«Los Policas» y el de «Hernán
Pérez», cuyo agua era aprovechada por el «Molinillo». Todos
ellos están unidos por una galería de alisos, chopos y fresnos
que dejan paso al ensanche del
río en el charco de «Jumentrún».
Llegados al puente que comunica Mingorría con Zorita, y
12
a partir de aquí, las aguas se
vuelven mansas y tranquilas,
después que en otros tiempos
su fuerza provocara la caída
y ruina de otros puentes anteriores, como ocurrió en 1912
cuando, además, el agua arrastró la pesquera del molino de
«El Francés». Esta parte del río
es el lugar preferido por los
pescadores que esperan pacientemente a que piquen barbos, anguilas, carpas, cachos o
bermejuelas, tan abundantes en
Ribera de Zorita y Pozanco.
otro tiempo como también lo
fueron los cangrejos.
Continuando aguas abajo el
curso del río, y pasado el puente nuevo, al que suceden restos
de otros, existe una zona de
baño frente a una pared arcillosa conocida como «Suellanarices», lugar apropiado donde
se había proyectado una playa fluvial. Al otro lado nos encontramos con una planta de
extracción de áridos, lugar donde se han encontrado restos de
un yacimiento de la edad del
bronce medio. La extracción de
arena ha propiciado la creación
de una laguna, con la aparición
RUTA
DEL
RÍO ADAJA
de una rica vegetación palustre,
convirtiéndose en un humedal
frecuentado por diversas aves
acuáticas.
Desde el puente caído que
se halla junto al arenero el paisaje se llena de pinos piñoneros y negrales, destacando también la abundancia de fresnos y
chopos en torno a las ruinas del
molino del «Cubo», donde se
encuentra el soto del «Chorrito». En esta zona húmeda crecía la bardaguera, una mimbre
que era utilizada para la fabricación de cestos por los numerosos cesteros de Zorita y Mingorría.
El paisaje de pinos se mezcla después con la galería de
chopos que crecen en la desembocadura del arroyo Regajal, frente al paraje de «Las Bragas» donde estaba el molino
«Piar». El pinar se prolonga siguiendo al río a su paso por la
dehesa de Olalla, en cuya margen izquierda se levanta el molino del «Vego». Enfrente se hallan los molinos de Pozanco que
explotaban «Los Polilos», afamados molineros y dulzaineros.
El primero de estos molinos es
el «Cubo» o «Cubillo» o «de Castellanos», que fue propiedad del
vecino de Mingorría Eugenio
Nieto, y cuya balsa y manantial
fueron adquiridos por el Ayuntamiento para abastecer a la
población de agua potable, en
el mismo lugar existe un merendero. Los molinos que siguen se llaman «Viejo» y «Canongía».
Después de los últimos molinos citados, el río llega al límite
del término de Zorita y Mingorría por su margen izquierda entre pinos, chopos y fresnos, y el
paisaje llano se abre a los campos cerealistas de la Moraña,
después de pasar por los pinares de la dehesa de Navares,
donde quedan restos del antiguo molino del «Prior».
RUTA DE
LOS MOLINOS
l paisaje que configura el río
Adaja a su paso por CardeE
ñosa, Mingorría y su anejo Zorita de los Molinos se ve engrandecido por la presencia de multitud de molinos harineros, característicos de una incipiente
actividad industrial de transformación de los productos cerealistas que se ha venido desarrollando en la zona desde el
siglo XIII, de donde se obtenía
la harina que hizo famosos a
los panaderos de Mingorría.
■ A DESTACAR. Breve recorrido por el importante número de molinos de la ribera del Adaja y del Voltoya, situados en Cardeñosa, Mingorría y Zorita de los Molinos, Pozanco, Navares, Velayos, Las Gordillas, Aldealgordo y Tolbaños. Sobre el
recorrido se recogen apuntes históricos y descripción
del funcionamiento de los
molinos y el noble oficio de
molinero.
■ La ruta. Se traza desde
Mingorría en tramos cortos
que se dirigen a los molinos
del Adaja y del Voltoya, pasando por los pueblos de
Zorita, Velayos y Tolbaños.
■ Cómo llegar. A los molinos situados entre los encinares de Cardeñosa, Mingorría y Zorita sólo se puede
acceder andando, al resto
en coche o bicicleta por distintos caminos de herradura.
■ Qué ver. Molinos harineros, infraestructuras y tipos
de arquitectura popular, paisajes pintorescos.
■ Aliciente. Conocer el
funcionamiento de los antiguos molinos, observando
cómo trabajan hoy los molineros de Zorita.
RECORRIDO HISTORICO
Los molinos hidráulicos eran
las instalaciones de uso colectivo donde se advierte un nivel
más elevado de tecnología agraria. Su construcción estuvo bastante extendida en la geografía
diocesana durante los siglos
XIII y XIV, de cuya época datan
los molinos de Mingorría y Zorita, según consta en el Archivo de la Catedral estudiado por
Angel Barrios.
Ya en el siglo XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1751 censa en Cardeñosa los molinos de «Pedro Cojo» y «Pedro Cojillo?», situados
en la margen izquierda del río
Adaja actualmente invadida por
la presa de las Cogotas. Aguas
abajo de la presa estaban censados en la misma margen los
molinos del monasterio de la
Encarnación «Revuelta» y «Revoltillo», hasta llegar a los «Callejones de Chascarra» frente a
la dehesa de «Yonte».
En la margen derecha, ya en
el término de Mingorría, el Catastro de Ensenada daba cuenta de los molinos de «Trevejo»,
«Arroyo Pepino», «El Molinillo»,
«Pajuela», «Las Juntas», «El Obscuro», «El Pontón», «El Negrillo» e «Ituero», propiedad del
14
RUTA
monasterio de la Encarnación,
de la parroquia de San Vicente
o de las Obras Pías de la iglesia
de Mingorría, y excepcionalmente de particulares.
Molino El Castillo.
Frente a los molinos de Mingorría, en la margen izquierda
de Cardeñosa, el Catastro censa los molinos «Barbas de Oro»
y «El Castillo», y los batanes «De
Córdoba», «De Alejandro» y «El
Caleño». En la misma margen,
pero en el término de Zorita se
censan los molinos «Nuevo»,
«Hernán Pérez», «Molinillo», «El
Puente», «El Cubo» y «El Vego».
Al otro lado del río, en la margen derecha, aparecen censados en el municipio de Pozanco los molinos «La Balsa del
Cubo» y el «Viejo». En Navares,
término de Peñalba, se data el
molino «Del Prior» perteneciente al monasterio de la Antigua.
Otros molinos que se asoman sobre el río Voltoya son los
que hay en Tolbaños, Tabladillo, Aldealgordo, Las Gordillas y Velayos.
Sobre la importancia de la
industria molinera, diremos
que a mediados del siglo XVIII
DE LOS
MOLINOS
todos los molinos juntos de Zorita y Mingorría producían una
renta anual de más de tres mil
trescientas fanegas de cereales
(trigo, cebada, centeno y algarrobas), mientras que una fanega de trigo valía unos quince
reales y el alquiler de un molino
de dos ruedas era de unas cincuenta fanegas de trigo al año.
La construcción de los molinos tenía un alto precio, por lo
que era normal que el mismo
fuese financiado por varios propietarios con gran poder adquisitivo, aunque su titularidad
acabó siendo, mayoritariamente, de fundaciones benéficas y
órdenes religiosas a través de
distintas donaciones, si bien en
su mayoría eran explotados en
renta por los molineros de
Cardeñosa, Mingorría y Zorita.
En el siglo XIX el Diccionario de Pascual Madoz (18451850) señala que Mingorría cuenta con una veintena de molinos
harineros, los cuales serán
des-amortizados para pasar a
ma-nos de particulares. Años
más tarde, en el Nomenclator
de la Provincia de Avila de 1863
se censan en Mingorría y Zorita
quince molinos, en Cardeñosa
hay seis y en Pozanco tres, a
los que seguían el de Navares
(Peñalba) y el de «Los Lobos» o
«Los Pobos» en Hernansancho,
además de los molinos del Voltoya. Finalmente, en el año
actual de 2001 tan sólo se mantiene en funcionamiento el molino «Hernán Pérez» en Zorita.
LOS MOLINOS
Los molinos construidos en
la zona constituyen un destacable ejemplo de arquitectura
popular, donde la piedra se convierte en el material básico. Todos ellos fueron emplazados aisladamente fuera de los cascos
urbanos, a una distancia de los
mismos que va desde los qui-
RUTA
DE LOS
MOLINOS
nientos metros a casi los tres
kilómetros. Los edificios solían
ser de una planta con un sobrado, ampliándose una segunda
planta de adobe en alguno de
ellos. La mayoría de ellos también eran utilizados como vivienda temporalmente, por lo
que disponían de cocina. Y como era preciso atender a las
caballerías que transportaban
la harina y el grano también se
disponían construcciones anejas destinadas a cuadras y pajares. Algunos molinos, como el
«Hernán Pérez», cuentan además con gallinero, palomar y
pocilga.
Casi todos los molinos utilizaban directamente el agua del
río como fuente de energía, con
excepción del molino del «Cubillo» que utiliza el agua de un
manantial y del molino de «Canongía» que también lo obtiene de un pequeño arroyo y un
manantial.
Para el aprovechamiento
energético del río se construye-
15
ron pequeñas presas o azudes
que cortan el cauce, creándose
una importante masa de agua
denominada pesquera. Desde
aquí el agua se conduce hasta
el propio molino a través de un
canal o cacera, o «chorro» formado de gruesas paredes de
piedra o excavado sobre el propio terreno, en algunos casos
el agua se recoge después en
una balsa, como en el molino
«Trevejo» o los molinos «Cubillo» y «Canongía». Cuando el
agua llega al molino pasa a través de una o varias aber-turas
practicadas en la pared, bien a
un depósito o cubo, de ahí la
denominación de algunos molinos como «El Cubo» o
«Cubillo», o bien descendiendo
por un bocín o saetín hasta
golpear el rodezno o rueda hidráulica horizontal, situada debajo del piso del edificio, la cual
hace girar, moviendo directamente por un eje vertical, las
ruedas de moler situadas en el
piso superior. El agua sale después por el cárcabo y por un
canal de evacuación o «socaz»
se dirige de nuevo al río. Cuando se dice que un molino tiene
una o varias piedras o muelas,
se quiere decir que se podía
moler simultánea o alternativamente con una o más piedras.
Los molinos de la zona responden al esquema básico de
funcionamiento descrito, aunque hay que lamentar el alto
16
número de ellos que se encuentran totalmente arruinados. A pesar de todo todavía
hoy puede verse moler grano
como hace cientos de años
en el molino de «Hernán Pérez»,
en Zorita.
Normalmente el pleno rendimiento del molino solía durar
ocho meses al año, desde los
Santos (1 de noviembre) hasta
San Juan (24 de junio), dependiendo después del agua que
dejaba el estiaje. Su funcionamiento solía ser de doce a catorce horas al día, si bien en la
descripción de Ensenada se dice que algunos molinos molían
día y noche.
LOS MOLINEROS
El oficio de molinero ha sido
siempre un oficio noble y de
tradición familiar que pasaba de
padres a hijos. Y este es el caso de la mayoría de los molineros de Cardeñosa, Mingorría y
Zorita y Pozanco.
El oficio de molinero solía
compatibilizarse con otros oficios o trabajos, como los de panadero, labrador o arriero; algunos tenían colmenas y otros
trataban con lana o hacían albardas. Y es que como los molinos sólo funcionaban ocho meses al año, ello permitía realizar
otras actividades. Además, las
numerosas recuas de burros,
mulas y caballos de que dispo-
RUTA
DE LOS
MOLINOS
nían los molineros para transportar el grano y la harina podían utilizarse en verano para la
arriería o trajinar. Asimismo, para mejorar su economía familiar
el molinero solía cultivar una
pequeña huerta y criar algún
cerdo.
Hasta principios de siglo la
explotación de los molinos fue
una actividad rentable para
algunos molineros, y así en el
censo electoral de Diputados
de 1862 figuran como electores
varios molineros, por pagar 400
reales de contribuciones directas. Esta capacidad contributiva y posición social hizo posible que algunos molineros también fueran alcaldes o concejales. Ello abundaba la
idea de que los molinos
creaban riqueza en el pueblo, y así el Ayuntamiento
de Mingorría en una sesión
de 1851 acordó ceder los
terrenos necesarios para la
ampliación de los propietarios que lo solicitaron.
El oficio de molinero,
quien en muchos casos
vivía en el molino, suponía
realizar el duro trabajo,
subiendo y bajando pesados sacos de trigo y harina continuamente. El molinero
también debía cuidar los elementos mecánicos del molino,
tenía que controlar la regular
entrada del agua, picar las
muelas de piedra rehaciendo
las estrías para lo que tenía que
desmontar las pesadas piedras,
debía revisar y reparar frecuentemente los mecanismos del
molino que eran de madera,
además de reforzar la pesquera ante los destrozos de la crecida y limpiar el caz y los desagües.
Es posible que la figura del
molinero parezca ahora algo romántica, pero hay que reconocer con Nicolás García Tapia que
sus condiciones de trabajo le
RUTA
DE LOS
MOLINOS
hacían ser víctima de enfermedades provocadas por la insalubridad del agua estancada por
el azud y el polvo de la harina.
Además, el lugar de trabajo era
pequeño, incómodo, sombrío y
ruidoso, con una jornada ilimitada. No obstante, también hay
que decir que existían innumerables compensaciones y que
el resto de los trabajadores del
medio rural tampoco vivían en
mejores condiciones.
En la actualidad, los hermanos Sansegundo, algunos de
ellos ya jubilados, mantienen en
perfecto estado de funcionamiento el molino llamado de
Hernán Pérez, situado en la
margen izquierda del río Adaja
junto al puente de Zorita.
RUTA DE LOS MOLINOS
«REVUELTA» Y «GALLEGUETE»
Los molinos de Revuelta y
Galleguete son los únicos que
se conservan en la margen izquierda del Adaja en el tramo
que va desde la presa de las
Cogotas hasta los «Callejones
de Chascarra», dentro del término de Cardeñosa, si bien se
aprecian restos interesantes de
otros tres molinos más.
Situándonos a los pies de la
presa de Las Cogotas, y siguiendo entre encinas el curso
del río, enseguida encontramos
los restos de un antiguo molino
del que se conservan grandes
piedras. No muy lejos pronto observamos una vieja rueda de
moler junto a otro montón de
piedras de lo que fue otro molino. Desde aquí una vereda conduce al molino de «Revuelta»,
un edificio de una planta y buena mampostería que se conserva en buen estado, aunque
las cuadras anejas estén hundidas.
Desde el molino de «Revuelta» continuamos por un camino
ascendente del que nos desvia-
17
mos al poco tiempo en el primer camino que sale por la derecha, el cual nos lleva al molino de «Galleguete» o de Peñalén. Si hubiéramos continuado
por el camino ascendente que
va a Cardeñosa, después de
media hora y coronar el monte, un camino a la derecha nos
habría llevado hasta las ruinas
de los molinos Barbas de Oro
y El Castillo, situados frente al
molino de Mingorría denominado El Grillo o de «Cañete». El
molino de «Galleguete» aparece después de un brusco giro
del río, donde quedan las paredes del molino de Revoltillo.
La abundancia de agua que sobrepasa el dique de la balsa del
molino presenta una bella estampa y una llamativa perspectiva con los Callejones de Chascarra al fondo. El molino es un
edificio de una planta de mampostería que fue sobreelevado
con una planta más de adobe,
que todavía se mantiene en pié,
a pesar de su abandono y progresiva ruina.
De regreso por el mismo camino, no hay que olvidar echar
la vista atrás para admirar de
nuevo el impresionante paisaje.
Molino Galleguete.
18
RUTA
DE LOS
MOLINOS
RUTA DE LOS MOLINOS
DE «TREVEJO» Y
«LAS MONJAS»
Partiendo desde Mingorría
por la antigua carretera de Ávila, y antes de llegar al alto de
San Blas, tomamos el primer camino que sale a la derecha en
dirección a la ermita de la Virgen, pero continuaremos después por el camino de la izquierda, llamado de Rogallinas. Al llegar al arroyuelo del
mismo nombre, habremos dejado a la izquierda un aserradero de piedra donde se ha mecanizado el oficio de cantero,
un oficio característico de este
pueblo.
Siguiendo nuestro camino,
dejando a la derecha una caseta de hortelano, llegamos al
monte de encinas que en otro
tiempo fue comunal y hoy es
de las dehesas de La Malita y
El Ciego. Continuando rectos,
dejaremos a ambos lados sendos caminos que conducen a
los caseríos de estas dehesas.
Cuando el camino empieza
a ser más estrecho y sinuoso,
aparece un abrevadero de pilas
de piedra servía a las cansadas
caballerías de mulas y burros
que transportaban el grano y la
harina. El ruido del agua ya nos
avisa de la cercanía del molino
«Trevejo» que se divisa desde
un altozano, donde una vereda
casi inapreciable nos desvía a
Molino de Trevejo.
Paraje del molino de las Monjas.
las ruinas del molino de «Las
Monjas».
Ya en el molino Trevejo vemos que se encuentra cerrado
y que todavía conserva toda
su techumbre a cuatro aguas,
mientras que las cuadras anejas están arruinadas. Las obras
de ingeniería realizadas para moler el grano son asombrosas:
ahí están la pesquera, el caz, la
balsa, los cárcabos y el propio molino de buena piedra de
mampostería.
Siguiendo el curso del río,
subiendo y bajando por la ladera del monte, o regresando
hasta la vereda que dejamos
antes, llegamos al molino de
Las Monjas, debido a que fueron sus propietarias las monjas de la Encarnación de Ávila,
del cual sólo se conservan restos de las paredes y de alguna rueda, suficiente para darnos una idea del esfuerzo que
debió suponer su construcción
y su puesta en marcha.
Ya de regreso, nos asomamos echando la vista atrás para contemplar la grandiosidad
del paisaje.
RUTA
DE LOS
MOLINOS
RUTA DE LOS MOLINOS
«PAJUELA», «NUEVO»,
«EL CUBO» Y «EL GRILLO»
Saliendo de Mingorría nos dirigimos a la ermita de la Virgen.
Junto a la ermita se halla una
escultura zoomorfa de la época
celta, conocida como «el marrano de la Virgen».
Prosiguiendo el camino dejamos de lado el paraje de Los
Villares, posible asentamiento medieval, y a la izquierda
una caseta de la huerta de frutales que allí había. Pronto cruzamos el arroyuelo de Rogallinas, que riega una hermosa
arboleda de chopos en galería. Después nos adentramos
en el monte del Ciego, donde
sobresale un palomar de planta cuadrada, sin tejado, construido a media altura de mampostería y el resto de adobe. Es
una edificación singular junto al
caserío de la dehesa.
Dejado atrás el palomar, el
camino se bifurca en dos: el de
la izquierda conduce a las ruinas del molino de Pajuela y al
molino «Nuevo» o de Joselito.
El camino de la derecha nos
Molino Nuevo.
19
lleva a las ruinas del molino del
Cubo y al molino del «Grillo» o
de Cañete. Ambos caminos son
pedregosos, angostos y con
mucha pendiente, por los que
sólo se puede ir andando.
Sobre el molino Nuevo se levanta una pared rocosa imponente, entre cuyas grietas se
asoma alguna encina. Este molino sólo conserva las paredes,
además de las obras de ingeniería de conducción de agua.
El molino del Grillo acogía a la
familia del molinero, el «Tío Cañete», y ahora se le está hundiendo la techumbre, como a
las construcciones anejas destinadas a cuadra y pajar.
Al otro lado del río, donde se
revuelve en bruscos giros, se divisan los restos de los molinos
de Barbas de Oro y el Castillo, todo en un inmenso mar
de encinas.
RUTA DE LOS MOLINOS
DE «LAS JUNTAS»,
«NEGRILLO» E «ITUERO»
Desde Mingorría nos dirigimos a la Fuente, que también
es abrevadero, junto al arroyo
de La Reguera. Allí se encuentra el potro de herrar ganado y
a la izquierda se divisa la ermita de la Virgen, mientras que a la
derecha, sobre las cuestas «extremeñas» se levanta un palomar de tipo circular todavía en
uso. Ahora tomamos el camino de poniente, dejando el
arroyo de la Reguera a la derecha, junto al cual se encuentra
la arboleda de chopos de galería de La Alameda.
Siguiendo nuestro camino,
dejamos a la derecha otro palomar, éste de planta cuadrada
del que sólo quedan las paredes de mampostería, es el palomar del Escribano, ya que su
propietario, Antonio Pajares, fue
notario y alcalde de Mingorría
en la última mitad del siglo XIX.
20
RUTA
Molino de Las Juntas.
Pronto llegamos al comienzo del monte, cruzamos el arroyuelo de las «Gallinas» o «Rogallinas», que a la derecha no
tardará en unirse al arroyo de
«La Reguera» y «El Colerón» para desembocar en el Adaja
junto al molino de Ituero. Continuando de frente, dejando a la
izquierda el encinar, pasaremos
dos promontorios, desde el segundo, a la derecha, una estrecha vereda conduce al molino
de Ituero. Continuando de nuevo de frente nos asomamos a
un barranco poblado de vegetación, por donde pasa el río.
Para llegar tomaremos el camino que sigue a la izquierda, donde enseguida encontraremos
un excepcional mirador con el
río a los pies del monte, y después de un trayecto en «zigzag», angosto y pedregoso llegaremos al molino de Las Juntas. Es un edificio de una planta con la cubierta semihundida
a dos aguas. El río se ensancha
interrumpido por el azud que
forma la pesquera entre abundantes fresnos, de donde sale
el canal o «caz» que conduce el
agua para moler.
Siguiendo el río aguas abajo, enseguida nos encontramos
con el «caz» de las ruinas del
molino Negrillo, de donde un
camino nos llevará de regreso
por la ladera del monte. También puede seguirse por la orilla del río, subiendo y bajando
DE LOS
MOLINOS
por la accidentada margen hasta llegar al molino de Ituero, si
es que no dejamos esta visita
para otra ocasión en la que nos
desviaremos antes de bajar al
molino de «Las Juntas».
Junto al molino de «Ituero»
el río vuelve a retorcerse en pronunciados quiebros. El molino,
que sólo conserva las paredes,
era de una planta con cubierta
a dos aguas, y su entrada se
hizo cortando la roca. El río continúa bajando como una serpiente para esquivar los paredones de Los Colmenares y
«Peña Águila», impresionantes
formaciones rocosas.
Molino de Ituero.
La vuelta a Mingorría puede
hacerse por la vereda que sube
hasta el encuentro con el camino del molino de «Las Juntas»
o en dirección contraria, casi escalando, hasta llegar a la casa
de «Los Colmenares», utilizada
como encerradero de ganado,
de donde sale un camino hacia
el pueblo.
RUTA DE LOS MOLINOS DE
«HERNAN PEREZ» Y «NUEVO»,
Y BATAN «EL CALEÑO»
Tomando desde Mingorría
la carretera provincial que se
dirige a Zorita de los Molinos y
Las Berlanas, y dejando atrás
el cementerio de la localidad y
a un lado, a mitad de camino,
el caserío de La Veguilla, des-
RUTA
DE LOS
MOLINOS
pués de cinco kilómetros llegamos al puente que cruza el río.
Cruzado éste, a la izquierda sale un camino que nos conducirá a varios molinos.
El primer molino que nos
encontramos es el llamado de
Hernán Pérez, en el cual muelen y viven los hermanos San
Segundo: Valeriano, Tomás, David y Manuel, quienes lo conservan en perfecto estado y gustosamente lo enseñan a los visitantes. Es una buena muestra
del ingenio de los constructo-
21
buen ejemplo de arquitectura
popular. Las vistas son de gran
belleza.
Más adelante, aguas arriba,
se halla el edificio majestuoso
de lo que fue el batán El Caleño o molino El Francés, utilizado en el tratamiento de paños y pieles, antes de reconvertirse en molino harinero. Sólo se conservan las paredes de
mampostería de una construcción de dos plantas, además
de la infraestructura que posibilitaba su funcionamiento.
Molino de Hernán Pérez.
res de molinos y de los artífices
de su funcionamiento. Una gran
pesquera o presa embalsa el
agua, que se canaliza hasta el
molino entre abundante arbolado de fresnos. El agua, después de mover las ruedas hidráulicas, servía a otro molino
conocido como El Molinillo,
volviendo después al río.
El camino continúa hasta el
molino Nuevo o de Los Policas, el cual debe su nombre
por haber sustituido a otro que
se llevó el agua, cuyos restos
todavía se aprecian. Este molino se conserva en perfecto estado por su propietario y es un
Cercanos a éste había otros
dos batanes más, de los que
sólo quedan algunas piedras
de sus paredes tapadas por
la vegetación.
RUTA DE LOS MOLINOS
«PIAR» Y «EL VEGO»
Situándonos de nuevo en la
carretera de Zorita y Las Berlanas, una vez cruzado el puente sobre el río Adaja, el cual fue
reconstruido hacia 1923 sustituyendo a otro que se llevó una
riada en 1912, que debió ser
obra de Antonino Prieto, llegamos a Zorita de los Molinos,
22
RUTA
localidad anexionada a Mingorría en 1833.
Nada más dejar el pueblo, a
la derecha sale el camino que
conduce al caserío El Chorrito. Si continuamos atravesando el caserío, junto a la ermita
construida en 1892 por Antonino Prieto, llegamos al río, que
antiguamente se podía cruzar
por un puente de madera, dando acceso al molino El Cubo,
del que ya sólo quedan las paredes arruinadas.
Volviendo a la carretera, en
el desvío del camino de Peñalba nos encontramos con una
pequeña ermita construida en
honor del Cristo de la Agonía o
de la Santa Veracruz, a cuya entrada hay una cruz de piedra.
Más adelante, otro camino
que sale a la derecha nos lleva
a la finca de La Aldehuela y a
la ermita construida por Celedonio Sastre en 1930. Al Este
del caserío pasa el río en cuyas
márgenes quedan restos del
antiguo molino Piar.
Continuando el camino inicial que llega a la dehesa de
Navares, cruzamos el arroyo
de la Chavata por un puente
estrecho y en mal estado, y nos
adentramos en los pinares de
DE LOS
MOLINOS
la dehesa de Olalla, donde
siguiendo el camino de la derecha nos llama la atención la
buena construcción de un
palomar de ladrillo. Desde aquí
ya se divisa el caserío de la
dehesa a la izquierda, y al otro
lado, en dirección al río, pronto
aparece el molino del Vego.
Este molino es de dos plantas,
conservándose el edificio en
buen estado, el cual sigue recibiendo el agua por la cacera
que sale del río junto a la
desembocadura del arroyo de
la «Chavata».
Para regresar, podemos volver en dirección contraria, bordeando los pinares por el camino de Gotarrendura, y desviándonos a la izquierda encontraremos de nuevo la carretera,
donde más adelante se hallan
las ruinas del Torreón de Garoza, en el término de Peñalba
de Avila.
RUTA DE LOS MOLINOS
DEL «CUBO», «CUBILLO»,
«VIEJO» Y «CANONGÍA»
Situándonos una vez más
en la carretera de Zorita, antes
de llegar al puente construido
sobre el río Adaja, a la derecha
Molino «El Vego», en la dehesa de «Olalla».
RUTA
DE LOS
MOLINOS
sale el camino de Pozanco desde el que se accede a una planta de extracción de áridos existente junto al río. En este mismo lugar se han encontrado
vestigios de un yacimiento de
la edad del bronce medio, y
desde aquí se aprecian los restos de un antiguo puente de
piedra que se llevó el agua.
Los grandes movimientos
de tierras realizados en la zona
han propiciado la creación de
una laguna y un humedal donde acuden patos y otras aves.
Cruzando el humedal nos adentramos en el pinar y el soto del
Chorrito.
El camino sigue paralelo a
la larga cacera del molino El
Cubo, del que sólo se conservan restos de sus paredes. La
abundancia de fresnos y pinos crea un bello paisaje junto
al río.
Más adelante, entre chopos,
se produce la desembocadura del arroyo Regajal, el cual
era salvado en el camino de
Pozanco por un pontón que se
llevó el agua y que hoy todavía
no ha sido reconstruido. Por
ello es preciso regresar a la carretera en dirección Mingorría,
hasta el camino siguiente que
nos sale a la izquierda y que pasa por el caserío de La Veguilla, propiedad en otros tiempos
del Duque de Montellano.
Desde aquí llegaremos de
nuevo al camino de Pozanco,
el cual dejaremos después para atravesar los pinares por un
camino que conduce al molino
del Cubillo o de Castellanos, de cuyo manantial se abastece el pueblo
de Mingorría. El «cubo» y
el «cárcabo» abovedados
en ladrillo llaman la atención por su buena construcción. En su balsa se
hallan instaladas unas
mesas con asientos para
merendero.
23
Molino Canongía.
Para ir a los molinos Viejo y
de Canongía basta seguir el
curso del río o adentrarse en el
pinar de donde sale el camino
de acceso. Estos dos molinos,
que también fueron vivienda, se
hallan en buen estado de conservación, y en ellos pueden
apreciarse perfectamente las
características de su funcionamiento, además de admirar su
entorno natural.
RUTA DE LOS
MOLINOS DEL VOLTOYA
Los molinos harineros del
Voltoya, a su paso por la provincia abulense, pueden descubrirse en el tramo comprendido entre Tolbaños y Velayos,
donde están los de Tolbaños,
Tabladillo, Aldealgordo, Las
Molino de Tolbaños.
24
RUTA
Gordillas y Velayos, desde aquí
el río llega al pueblo siguiente
de Sanchidrián donde sirve al
molino de Almarza, para después adentrarse en la provincia
de Segovia. El paisaje de la
ribera del Voltoya es muy similar al que bordea el Adaja y el
río discurre rodeado de encinares y berrocales graníticos que
poco a poco van dejando paso
a las tierras llanas.
El molino de Tolbaños ha
sido recientemente rehabilitado
con extraordinario gusto y está
abierto al turismo como casa
rural. A este molino se llega desde el pueblo tomando el camino de concentración parcelaria que sale en dirección Este
hasta hacer incursión en el encinar y llegar al río. Este molino
sustituyó a otro situado entre
grandes rocas de granito aguas
arriba, en el arroyo Cortos o de
Berrocalejo, poco antes de que
se una al Voltoya en el lugar
conocido como Juntarríos.
Cerca del molino de Tolbaños, siguiendo el camino de la
margen derecha, en la dehesa
de Tabladillo perteneciente al
término de Ojos Albos, se halla
el molino Salto de la Cabra, y
aguas abajo todavía se aprecian los restos de otro que se
llevó el río. Las grandes formaciones graníticas de la zona
magnifican el paisaje de encinas y guardan un extraordinario
Molino de Tabladillo.
DE LOS
MOLINOS
parecido con el molino «Nuevo»
o de «Joselito», en el Adaja.
Para visitar los molinos situados aguas abajo puede seguirse el curso del río, pero es
más cómodo retomar el camino de Tolbaños y, por la carretera de Mingorría, dirigirse a Velayos. Desde el pueblo hay que
tomar la carretera de Maello, y
después de cinco kilómetros
entre encinares llegamos al caserío de Las Gordillas. Desde
aquí, por la margen derecha del
río, aguas arriba llegamos al
molino de Aldealgordo, el cual
se conserva todavía en buen
estado, tal cual lo dejaron los
últimos molineros de Maello.
Al norte de Las Gordillas sale el camino del molino de esta
dehesa, el cual sigue paralelo
al río hasta unirse con la urbanización del Coto de Puenteviejo, cuyo estado permite su recorrido en coche. Después de unos
tres kilómetros y pasar por un
antiguo tejar llegamos al molino, una construcción destacable
de dos plantas, con vivienda incluida, que actualmente está en
ruinas con gran parte de su
maquinaria en el interior. Las tierras que rodean el molino de
Las Gordillas fueron objeto de
más de una página literaria
escrita por Miguel Delibes,
pues hasta aquí se acercó en
muchas ocasiones a cazar.
Para llegar al molino de Velayos tomamos el camino que
sale del pueblo por el Este, el
cual llega por el montecillo de la dehesa Aldehuela de la Freila hasta
el río, en cuya orilla las
mujeres lavaban la ropa.
El molino, construido todo de adobe, se encuentra en ruinas, permaneciendo en pie las paredes. En las márgenes del
Voltoya abundan los fresnos entre el manto verde
que cubre las orillas.
Vista de Mingorría.
R U TA G E O G R A F I C A
■ A DESTACAR. Breve descripción geográfica de los pueblos de la ribera del Adaja en
los años 1750-1850, cuya población se dedicaba principalmente a la agricultura, lo que
tampoco cambió mucho en
los cien años siguientes.
■ La ruta. Ruta histórica y
geográfica por los pueblos de
la ribera del Adaja, originarios
de la Edad Media, en el escenario de su definitiva configuración en los siglos XVIII y
XIX, época determinante en
la elaboración del Catastro
del Marqués de la Ensenada
(1751), y el diccionario del economista, geógrafo, historiador
y político Pascual Madoz (18451850).
■ Obsérvese. Las transformaciones más importantes que
se produjeron en este tiempo
afectaron a la industria textil.
Mingorría, Santo Domingo de
las Posadas y Velayos figuraban durante el siglo XVIII entre
los principales centros textiles
abulenses, mientras que Cardeñosa tenía en el Adaja tres
batanes y en Aldealgordo (Tolbaños) tenían lugar grandes
esquileos. Por lo demás, la economía rural de los pueblos de
la zona sigue siendo eminentemente agrícola, manteniéndose actividades textiles en Velayos, arrieros en Santo Domingo de las Posadas, molineros en Cardeñosa, Zorita y
Mingorría, y panaderos en este último. En la actualidad, la
población ha disminuido a la
mitad con caracter general,
manteniéndose sólo las actividades agrícolas y ganaderas,
aunque se realizan de una forma muy distinta. Por lo de-
más, el caserío y el entramado de calles mantiene su fisonomía original ligeramente
transformada.
■ Cómo llegar. Para el itinerario propuesto tomamos el
camino de herradura que sale
de Avila hacia Arévalo por Cardeñosa, actual carretera AV804, que pasa por Peñalba,
Monsalupe, Las Berlanas y Gotarrendura. Después el camino carretero que también sale
de Avila hacia Arévalo por Mingorría, actual carretera N-403,
pasando por Santo Domingo
de las Posadas, Pozanco, Velayos y Vega de Santa María,
desde donde cruzando el Adaja por la dehesa de Navares
se llega a Gotarrendura, continuando nuestra ruta inicial
llegaremos a Blascosancho.
Desde Mingorría hacia el Oeste un camino, actual carretera,
conduce a Zorita de los Molinos, cruzando el río Adaja por
el único puente que había
desde Avila hasta Arévalo, y
estableciendo comunicación
también con Cardeñosa, Peñalba y Las Berlanas. Al Este
de Mingorría otro camino, actual carretera, asciende hasta
San Esteban de los Patos, Escalonilla, Tolbaños, Saornil y
los pueblos que se agrupan
en la Venta de San Vicente.
■ Qué ver. Edificios, iglesias,
ermitas, calles, fuentes, ganados y cultivos que todavía se
mantienen en los pueblos de
la zona.
■ Aliciente. Acercamiento a
las antiguas formas de la vida
rural y su entorno, que testimonian la identidad histórica
de los pueblos.
26
CARDEÑOSA
Situado en un ramal de la
sierra de Avila y entre cuestas o
cerros. El caserío está formado
por los edificios de la villa, los
molinos, las casas-colmenares,
las casetas-encerraderos de ganado y casas de las dehesas
de Ajates y Pedrocojo. En total
tiene 204 casas, de las cuales
sólo dos, la del cura y la llamada de los frailes, son de habitación alta; las demás de cuatro
varas de altura y en lo general
de mala distribución interior,
teniendo pozos una tercera parte de ellas, se hallan en dos calles y dos barrios. Hay casa de
ayuntamiento, cárcel, una pequeña plaza en medio de la calle principal, escuela de instrucción primaria común a ambos
sexos a cargo de un maestro, y
una iglesia parroquial de la
Santa Cruz servida por un párroco. En las afueras del pueblo
se encuentran: el cementerio,
dos ermitas, una del Santo Cristo entre peñascos que se dice
haber sido en otro tiempo convento de los templarios, y la
otra casi en frente de la anterior
dedicada a la Madre de Dios; y
cinco fuentes públicas con cañerías que son a menera de pozos con un arca de piedra encima de la una. El río Adaja está
como a 1/4 leguas, su cauce es
profundo y los pescados de
que abunda son bermejuelas,
cachos, barbos y alguna anguila; sus aguas dan impulso a
seis molinos harineros y un ba-
RUTA GEOGRÁFICA
tán; antes había dos batanes
más. El terreno es sumamente
quebrado, flojo, pedregoso en
su mayor parte, de secano y algo de regadío, ocupa 4.565
obradas, de las que 400 son
monte de encinar. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, garbanzos, algunas muelas, vino, poca fruta, hortaliza,
leña y pastos; mantiene ganado
lanar fino, vacuno, cabrío, mular, caballar y cerda; cría caza
de perdices, conejos y liebres,
y no faltan lobos, raposas y algunos reptiles. Tiene dos posadas, quince lagares y dos tiendas de géneros del país y dehesa boyal. Su población es de
816 almas.
PEÑALBA DE AVILA
Situado al pie de la Sierra de
Avila y al principio del valle titulado La Moraña. Tiene 48 casas
de inferior construcción, casa
de ayuntamiento, cárcel, escuela de primeras letras común a
ambos sexos, caserío en la dehesa de Navares y una iglesia
parroquial de San Vicente Mártir; en las afueras se encuentra
una ermita bajo la advocación
del Santísimo Cristo de Santa
Teresa. Existe una Obra Pía para pobres. El término comprende 450 fanegas de tierra. El río
Adaja pasa por su confín este.
Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, vino y pastos;
mantiene ganado lanar fino y
vacuno, y cría caza menor. La
población es de 226 almas.
RUTA GEOGRÁFICA
27
Vista de Monsalupe.
MONSALUPE
Situado en una especie de
cerro y rodeado de otros varios
bastante elevados. Tiene 36 casas inferiores, una plaza, casa
ayuntamiento, escuela de instrucción primaria común a ambos sexos, a la que concurren
de 16 a 18 alumnos que se hallan a cargo del sacristán que
pagan los padres de los discípulos; y una iglesia parroquial
de San Pedro Apóstol. En las
afueras de la población se encuentra la ermita de Nuestra
Señora del Buen Suceso; el
cementerio; una pequeña alameda de álamos negros y chopos; y una fuente. Comprende
un despoblado titulado la Rad;
bastante matorral de encina,
huertos que se riegan con agua
de los arroyos Berlana y Torcal,
prados y 2.174 obradas de tierra de cultivo. El terreno es de
monte y llano flojo y en lo general de secano. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, garbanzos, poca hortaliza,
frutas, pastos y leña. Mantiene
ganado lanar fino, cabrío, vacuno y de cerda; y cría caza de
liebres, conejos, perdices, otras
aves, lobos y zorras. La población es de 133 almas.
LAS BERLANAS
Situado en una planicie con
algunas pequeñas cuestas. Tiene 129 casas, algunas con escudos, distribuidas en tres barrios
separados entre sí, llamados Aldehuela, Burgo y Rivilla. Tiene
casa ayuntamiento, cuyo edificio sirve de cárcel, pósito, es-
cuela de primeras letras a la
que asisten 36 niños, iglesia parroquial dedicada a la Asunción
de Nuestra Señora con el título
de Gandulle, y es matriz de la
de Gotarrendura: esta iglesia se
halla bastante lejos de los barrios, por cuya razón se celebran algunos oficios parroquiales en las dos ermitas dedicadas a la Concepción y Nuestra
Señora de las Angustias, que
existen en la Aldehuela y el Burgo. Comprende 3,48 fanegas
de tierra. Hay un tejar en la era
vieja, le baña un arroyuelo de
Te j a r d e L a s B e r l a n a s .
su mismo nombre y sus aguas
hacen al pueblo un beneficio inmenso por sus riegos, en los
deliciosos huertos y plantíos de
frutales que abundan. El terreno
es llano y de buena miga, produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, vino, patatas, mucha
pera de donguindo, ciruelas,
guindas y legrumbres; se mantiene algún ganado lanar merino y el vacuno necesario para
las labores. Tiene 268 almas.
GOTARRENDURA
Situado en un pequeño cerro. Tiene 46 casas, incluida la
de ayuntamiento, taberna, fra-
28
RUTA GEOGRÁFICA
Gotarrendura.
Pa l o m a r d e S t a . Te r e s a .
gua, una fuente de buenas
aguas y una iglesia parroquial
de San Miguel Arcángel, aneja
de la de Berlanas. En las afueras de la población se encuentra una ermita y el camposanto.
Comprende 1.828 fanegas de
tierra, le atraviesa el río Berlana
y el río Adaja le confina por el
este. El terreno es de mediana calidad y produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, garbanzos, algo de vino y frutas;
mantiene ganado lanar, vacuno, mular y asnal, y cría alguna caza. La población es de
170 almas.
ripedro y otra en los pradejones, y casas de labor en la Veguilla. Hay casa del curato de
dos plantas, y casa de ayuntamiento, cárcel, escuela de instrucción primaria común a ambos sexos a la que concurren
unos cien alumnos que se hallan a cargo de un maestro, una
fuente de buenas aguas y una
iglesia parroquial de San Pedro
Apóstol con cura y capellán
que tiene un anejo en Los Patos. Existe una Obra Pía de patronato de legos. En las afueras
de la población se encuentran
dos ermitas: Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora del
Rosario; una mina de cobre
descubierta en el año 1844 y
el cementerio. El término comprende un monte de encina y
algunos prados, le atraviesa el
río titulado Adaja. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, garbanzos y hortalizas;
abundan los panaderos y arrieros; mantiene ganado lanar, vacuno y de cerda, cría caza de
liebres, conejos, perdices, otras
aves y zorras, y pesca de barbos y anguilas. Tiene veinte molinos harineros y uno de chocolate. La población es de 971
almas.
ZORITA DE LOS MOLINOS
Situado en las inmediaciones
del río Adaja (donde funcionan
MINGORRIA
Situado en la falda de un pequeño cerro. Tiene 275 casas
de mediana e inferior construcción, distribuidas en varias calles y una plaza, también hay
una casa fragua en la Lancha,
una caseta del ferrocarril en Ma-
RUTA GEOGRÁFICA
media docena de molinos que
quedaron reseñados en Mingorría, del que es anejo), cerca de
las sierras de Avila. Tiene 19 casas de inferior construcción, y
casa de campo en la dehesa de
Olaya, y una iglesia parroquial
de San Miguel, y en las afueras
la ermita de la Santa Vera Cruz.
Hay dos lagares, dos bodegas,
una fragua, una taber-na, paneras y corrales. Compren- de
1.600 fanegas de tierra. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, vino y pastos; mantiene
ganado lanar; cría caza menor.
La población es de 34 almas.
SANTO DOMINGO
DE LAS POSADAS
Situado en la falda oeste de
un pequeño cerro. Tiene 60 casas de inferior construcción, la
de ayuntamiento que a la par
sirve de cárcel; escuela de primeras letras, común a ambos
sexos, a la que concurren 18
alumnos; una iglesia parroquial
en honor de San Martín Obispo;
el cementerio en parage que no
ofende a la salud pública; y tres
fuentes en las afueras. Comprende un despoblado titulado
los Yezgos. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas y
garbanzos; mantiene ganado
lanar, vacuno y asnal, y cría alguna caza menor. Además de
la industria agrícola también destaca la arriería. La población es
de 239 almas.
POZANCO
Situado en un pequeño cerro. Tiene 37 casas de inferior
construcción, inclusa la del ayuntamiento; escuela de primeras
letras común a ambos sexos, a
la que concurren de 10 a 12
alumnos; una iglesia parroquial
dedicada a San Juan Bautista;
una ermita de la Santa Vera
Cruz; dos fuentes tituladas Nueva y Vieja. Existe una Obra Pía
para pobres. Comprende un hermoso prado y 1.200 fanegas de
tierra; le atraviesa el río Adaja
donde hay tres molinos harineros, cuyas ruedas reciben impulso con las aguas del Adaja
uno, y los otros con las de dos
grandes manantiales. Produce
trigo, cebada, centeno, algarrobas y excelentes garbanzos;
mantiene ganado lanar y vacuno, y cría caza de liebres, conejos y perdices. La población es
de 74 almas.
SAN ESTEBAN
DE LOS PATOS
Situado cerca de las cordilleras de las sierras de Avila, a po-
30
ca distancia del río Adaja. Tiene
46 casas de inferior construcción, casa ayuntamiento, cárcel, escuela de primeras letras,
común a ambos sexos, casas
en la mina de Santa Agueda y
en la dehesa de Navarrosa, y
una iglesia parroquial en honor
de Santo Tomás Apóstol, aneja
de la de Mingorría. Comprende
1.800 fanegas de tierra. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas, vino y pastos; mantiene
ganado lanar y vacuno, y cría
caza menor. La población es de
108 almas.
RUTA GEOGRÁFICA
deros, sudadero, comedor para
los pastores, lavadero, y dos
esquileos llamados rancho de
arriba y rancho de abajo. Tiene
un monte de encina bastante
poblado; brotan en él varias
fuentes, y le atraviesa el río Voltoya donde hay un molino hainero al sitio de «entreríos». Produce trigo, cebada, centeno,
garbanzos y algarrobas; mantiene ganado lanar y vacuno, y
cría caza de conejos y perdices.
La población es de 202 almas.
SAORNIL DE VOLTOYA
TOLBAÑOS
Forma ayuntamiento en unión
con Escalonilla, y los actos religiosos se celebran en la Venta
de San Vicente. Situado en una
extensa llanura. Tiene de 50 casas, la del ayuntamiento, cárcel,
escuela de primeras letras común a ambos sexos, dos fuentes y cementerio. Comprende el
caserío titulado Aldealgordo del
conde de Polentinos, que incluye un molino harinero, encerra-
Situado entre diferentes cerros. Tiene 14 casas inferiores
inclusa la de ayuntamiento; una
fuente y una iglesia parroquial
dedicada a la Visitación de
Nuestra Señora aneja de la de
la Venta de San Vicente. Produce trigo, cebada y centeno; mantiene ganado lanar y vacuno, y
cría alguna caza menor. Habitan 24 almas.
GALLEGOS, ALAMEDAS DE
REQUENAS, CORTOS Y
VENTA DE SAN VICENTE
Todos ellos forman unidos un
único ayuntamiento. Situados
L a Ve n t a .
RUTA GEOGRÁFICA
en las inmediaciones del río
Adaja y en terreno algún tanto
elevado. Tienen todos los pueblos juntos 18 casas: la del
ayuntamiento y una iglesia parroquial dedicada a San Vicente Mártir que tiene por anejo
también Saornil de Voltoya. La
iglesia está situada en el centro
de los pueblos que componen
el ayuntamiento. Comprende
2.279 fanegas de tierra. Pasa
por el centro del pueblo un
arroyuelo que desagua en el referido Adaja. Produce cereales,
algarrobas y hortalizas; mantiene ganado lanar y vacuno, y
cría alguna caza.
ESCALONILLA
Depende del ayuntamiento
de Tolbaños y la iglesia de la
Venta de San Vicente. Situado en llano. Tiene de 14 a 16
casas bajas, pequeñas y de
mala distribución interior, una
calle sin empedrar, y una fuen-
VEGA DE SANTA MARIA
Situado en un pequeño cerro. Tiene 87 casas de inferior
construcción, la de ayuntamiento, cárcel, escuela de primeras
letras común a ambos sexos,
un palacio arruinado, una fuente de buenas aguas y una iglesia de Nuestra Señora de la
Asunción; hay una ermita en la
plaza dedicada a Nuestra Señora de las Cruces. Existe una
Obra Pía de estudiantes. El río
Adaja confina por el oeste, y
comprende un despoblado titulado Saornil de Adaja, y dos lagunas al Norte que recogen las
aguas que bajan de los cerros.
Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas y algunos garbanzos; mantiene ganado lanar
fino, y el vacuno necesario para
la labor; y cría caza menor. La
población es de 246 almas.
VELAYOS
te. Se compone de 745 obradas. El terreno es de monte
y llano, flojo, pedregoso y de
secano. Su producción y población se incluye con Tolbaños.
Situado en terreno llano. Tiene 200? casas de mediana
construcción, distribuidas en varias calles y una plaza; casa de
ayuntamiento con cárcel; pósito, escuela de primeras letras
común a ambos sexos; una
fuente muy buena con dos caños construida en tiempos de
Carlos IV, y una bonita iglesia
32
RUTA GEOGRÁFICA
Velayos.
parroquial dedicada a San Isidro Labrador; y una ermita en
honor de Nuestra Señora de las
Angustias situada en las afueras del pueblo con cementerio. Produce trigo, cebada, centeno, algarrobas y garbanzos;
mantiene ganado lanar merino
y el vacuno necesario para la
labor, y cría caza de liebres y
perdices. Le baña el río Voltoya
donde se encuentra el molino
Nuevo. Se fabrican estameñas
bastas, en cuya operación se
emplean más de 60 hombres y
20 mujeres; hay ocho telares de
lienzo; dos tenerías para curtidos; y arriería. El comercio está
reducido a cuatro tiendas pequeñas de bayetas, pañuelos y
otros géneros; se celebra mercado los sábados de cada semana, el que se ve medianamente concurrido. La población
es de 895 almas.
BLASCOSANCHO
Situado en terreno bastante
llano. Tiene 70 casas de media-
na construcción y con las comodidades necesarias al género de sus habitantes; un palacio
del conde de Cerbellón y duque de Montellano en buen estado; una plaza que forma un
cuadrilongo; escuela de instrucción primaria, común a ambos sexos; una ermita en honor
de San Roque, destinada hoy a
camposanto, y una iglesia parroquial dedicada a San Boal
Mártir; a las afueras hay una
hermosa fuente y una laguna
llamada de la Fuente que sirve
para los ganados. Abraza 3.100
fanegas de tierra cultivable y 50
incultas, y tiene un pinar de propios. Le traviesa el arroyo del
Valle que tiene su origen en las
Gordillas, y pasan las calzadas
de Salamanca a Madrid y de
Toledo a Valladolid. Produce
trigo, cebada, algarrobas, centeno, garbanzos y legumbres;
cría ganado lanar y vacuno; hay
caza de liebres y algún lobo.
Tiene 288 almas.
Palacio del Duque de Montellano.
RUTA ARQUEOLOGICA
■ A DESTACAR. Los abundantes restos de asentamientos culturales de pueblos primitivos de la prehistoria y la
historia antigua encontrados
en la zona de la ribera del
Adaja sirven para reencontrarnos con el origen de nuestra
civilización. Una importante
muestra de los hallazgos descubiertos se encuentran en el
Museo de Avila.
■ La ruta. El recorrido por
los emplazamientos naturales
de los antiguos pobladores
coincide con el trazado que
hace el río Adaja. Buenos ejemplos de estas civilizaciones se
pueden contemplar en la «calzadilla romana» que discurre
paralela a la carretera AV-804,
el Castro de las Cogotas, «El
Castillo» de Cardeñosa, el valle de Zorita de los Molinos, los
verracos que hay en Mingorría
y Santo Domingo de las Posadas, y en los fondos del Museo
de Avila.
■ Cómo llegar. La carretera
AV-804 de Avila-Arévalo, a la
altura del término de Cardeñosa, nos acerca a la «calzadilla» y por un desvío a la derecha nos lleva al Castro de
las Cogotas que se alza sobre
la presa y el río. La carretera
N-403 también sirve de acceso a la presa, después pasa
por Mingorría, donde hay un
verraco de piedra, y desde
aquí nos desviamos para llegar al puente de Zorita. El Museo de Avila se encuentra en
la capital.
■ Qué ver. La buena construcción de la calzadilla, el castro de las Cogotas recientemente limpiado y restaurado,
los hábitats de antiguas civilizaciones, verranos y piezas pétreas, cerámicas y metálicas.
■ Aliciente. Redescubrir el
castro de las Cogotas, el más
significativo de la cultura vettona, y el espacio natural donde
estuvieron asentados los primeros habitantes de esta tierra. También pueden admirarse las figuras zoomorfas o verracos de piedra.
Espada de las Cogotas. Dibujo de Cabré
l río Adaja y su entorno natural constituye el elemento geográfico identificaE
dor de los distintos asentamientos habidos
en estas tierras a lo largo de la historia del
hombre. Tanto es así que los depósitos del
río y los sedimentos acumulados pueden
haber permitido la conservación de suelos
de ocupación humana del Paleolítico, como
ocurre en Zorita, en los alrededores de Arévalo y entre Blascosancho y Hernansancho.
Esta circunstancia también se produce en
el río Voltoya y en el Arevalillo y alguno de
sus afluentes entre Papatrigo y El Oso.
El valle que configura el río Adaja a su
paso por Zorita de los Molinos debió ser
entonces lugar adecuado para los primeros
pobladores del paleolítico inferior (200.000
años a. de C.), como prueban los hallazgos
de un bifaz o hacha de mano tallada, así como un canto tallado unifacialmente. Estos
hallazgos proceden del lugar conocido como «Majuelo de las Bragas», según los da-
34
tos aportados por Javier González Tablas.
En el Neolítico, hace unos
diez mil años, la ribera del Adaja seguía siendo un lugar apropiado para la subsistencia de
los primitivos pobladores dedicados a la caza, la pesca y la
recolección de frutos, además
de servir como ruta de comunicación. Las cercanías del río
igualmente sirvieron para que
en ellas se asentaran los primeros agricultores y ganaderos al
final del Neolítico, allá por el año
3.000 a. de C., tal y como nos
informa el arqueólogo J. Francisco Fabián.
EDAD DE LOS METALES
Con el descubrimiento de los
metales y la metalurgia empieza la Edad de los Metales, siendo el cobre el primero en emplearse, al que seguirán la aleación de bronce y el hierro. De
la Edad del Cobre (años 2.400
a 1.800 a. de C.) se halla datado en el Museo de Avila un poblado en Mingorría, y de esta
época del calcolítico se exhibe
en dicho museo un cuenco hemisférico y un útil de piedra tallada de considerable tamaño
y forma lanceolada y dentada,
procedentes de la citada localidad.
En Mingorría y San Esteban
de los Patos, aparecen parajes
denominados con el nombre de
«La Mina» como testimonio toLos Patos. Paraje de «La Mina».
RUTA ARQUEOLÓGICA
ponímico de las características
geológicas de la zona, y las minas descubiertas bien pudieron
servir para abastener de mineral a los grupos prehistóricos locales.
La plenitud de la Edad del
Cobre se caracterizó por la fabricación de un tipo de cerámica con forma de campana y decoración abigarrada y perfil, conocida como vaso campaniforme (años 2000 a 1.500 a. de
C.). De la cultura del «vaso campaniforme» han sido encontrados importantes hallazgos en la
ribera del río Adaja, como ha
ocurrido en las fosas descubiertas en el paraje de «Valhondo»
de Pajares del Adaja. También
junto al Adaja, en «Las Cogotas» y «El Castillo» de Cardeñosa, se han constatado hallazgos campaniformes de carácter
metálico, tales como leznas de
cobre, un brazal de arquero y
una punta pamela que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.
Como hemos visto, la ribera
del río Adaja se ha caracterizado a lo largo de la historia
por su idoneidad para los asentamientos humanos, los cuales también se producen en la
Edad del Bronce (años 1800 a
700 a. de C.). Ejemplos de esta
época los encontramos en «El
Castillo» y «Las Cogotas» de
Cardeñosa, y la «Gravera del
Puente Viejo» de Zorita de los
Molinos.
EL CASTILLO
DE CARDEÑOSA
El Castillo de Cardeñosa es
un risco granítico de poco más
de 1.100 metros de altura, situado al noroeste del cerro de
«Las Cogotas», sobre una vega
con prados. Los hallazgos descubiertos datan el yacimiento
entre los años 1800 a 1500 a.
de C., siendo propios del inicio
RUTA ARQUEOLÓGICA
de la Edad del Bronce. Los restos reseñados por Cabré y estudiados por C. Naranjo son
piezas cerámicas lisas en vajillas y decoradas en tinajas, pequeños dientes de hoz de sílex,
delgados brazaletes, algunos
elementos de hueso y piezas
metálicas como hachas, leznas
y puntas palmela. En el Museo
de Avila está expuesto un fragmento cerámico de borde con
impresión digital.
35
1984 por González Tablas y Hortensia Larrén.
El conjunto de materiales obtenidos en la excavación está
compuesto por fragmentos de
cerámica (cazuelas y cuencos
con decoración impresa y lisa),
ejemplares de sílex trabajado
(puntas de flecha atípicas), restos faunísticos y fragmentos de
barro cocido, los cuales se conservan en el Museo de Avila.
LAS COGOTAS
VALLE DE
ZORITA DE LOS MOLINOS
En el valle de Zorita de los
Molinos, la Edad del Bronce
Medio dejó también su impronta en un pequeño poblado datado hacia el 1750 a. de C. según González Tablas, donde se
han encontrado abundantes restos de cerámica al sitio del «Pinar del Barranco de la Cruz», en
el paraje de «Las Bragas».
Sobre el puente de Zorita,
por donde pasa la carretera de
Mingorría a Las Berlanas, se divisa una planta de extracción
de gravas y áridos situada en la
margen derecha del río, frente a
los restos de otro puente que
se llevó el agua, de ahí la denominación Gravera de Puente
Viejo. En esta zona fue descubierto un importante yacimiento
de la Edad del Bronce datado
entre los años 1500 a 1250 a.
de C., el cual fue excavado en
Sin apartarnos del río Adaja
nos situamos, aguas arriba, en
el Castro de Las Cogotas, excavado por Cabré, al que se debe la denominación de una cultura que se extendió por toda la
Península, incluso por el sur de
Francia. El grupo cultural Cogotas I tuvo su plenitud en el final de la Edad del Bronce (años
1200 a 700 a. de C.), caracterizado por dos de las técnicas
con que se decoran sus cerámicas: excisión (vaciado con espátula) y boquique o punto y
raya (a base de líneas en las
que se rehunden puntos con
un punzón de hueso). De esta
época se conserva una interesante hacha plana de bronce
encontrada en el Castro de Las
Cogotas que puede contemplarse en el Museo Arqueológico Nacional.
El Castro de las Cogotas está situado junto al río Adaja, a
Zorita de los Molinos. Gravera de Puenteviejo.
36
Muralla del Castro de las Cogotas.
unos seis kilómetros al suroeste de Cardeñosa, en la carretera AV-804 de Avila a Arévalo,
por donde se accede a través
de un camino. Con la construcción de la presa denominada
también de «Las Cogotas», el
acceso al castro puede hacerse
fácilmente desde el desvío que
sale del punto kilométrico 146,5
de la carretera N-403 ToledoValladolid, cerca de Mingorría.
El castro es conocido desde
1876, con excavaciones sistemáticas realizadas por don Juan
Cabré Aguiló en las campañas
de 1927, 1929 y 1930, en esta
última fue descubierta la necrópolis.
El castro y necrópolis de Las
Cogotas es el yacimiento más
significativo de Avila, el cual ha
tenido gran trascendencia para
el conocimiento de un amplio
período de la prehistoria peninsular, dando nombre a dos períodos fundamentales: el Bronce Medio-Final, conocido como
«Cogotas I», y la plena Edad del
Hierro, o Hierro II, conocido como «Cogotas II».
La Edad del Hierro (siglos
VII a I a. de C.) en Avila alcanza
su máximo exponente en el Castro de Las Cogotas de Cardeñosa, cuyo asentamiento vuelve a ser ocupado de nuevo. De
RUTA ARQUEOLÓGICA
esta última época son las esculturas zoomorfas y verracos de piedra encontrados
en Las Cogotas, así como los
que se hallan en Mingorría y
en Santo Domingo de las Posadas; también en El Oso,
pueblo cercano a Las Berlanas y Gotarrendura.
Las Cogotas es un castro
estratégicamente situado, defendido por un doble cinturón amurallado y una zona
de piedras hincadas, delimitando dos recintos, uno destinado a poblado, el más alto, y a encerradero de ganados
el inferior. Los pobladores se
dedicaban a la ganadería y la
agricultura, y no destacaban por
ser una sociedad guerrera, aunque poseían armas para protegerse.
A través de los ajuares la necrópolis se ha fechado en su
conjunto a lo largo de los siglos
IV y III a. de C., y pudo ser destruido por los romanos o por los
cartagineses.
Los objetos hallados en Las
Cogotas son muy numerosos.
Así, los hay metálicos de bronce (fíbulas y una espada) y de
hierro (puñales, herramientas para trabajar la madera, el cuero y
la piedra). También abundan cerámicas lisas, impresas y decoradas, tanto del Bronce como
del Hierro. En el Museo de Avila
puede contemplarse una selección bastante significativa de dichos objetos.
LOS VERRACOS
Los verracos son esculturas
talladas en piedra de granito
que reproducen toros o cerdos,
los cuales adoptan una postura
frontal y de pie. La dispersión
geográfica de los verracos coincide, en líneas generales, con el
territorio ocupado por los «Vettones». Las esculturas halladas
en los castros que no fueron ro-
RUTA ARQUEOLÓGICA
37
manizados se pueden fechar
desde el siglo IV a. de C. hasta
el abandono gradual de estos
poblados a raíz de la conquista
romana, ya en el siglo I a. de C.
Una muestra representativa
de la cultura de los verracos lo
constituyen las esculturas procedentes del castro de «Las Cogotas» y las existentes en Mingorría y Santo Domingo de las
Posadas.
mita de la Virgen, un lugar preeminente desde el que se divisan en toda su amplitud las estribaciones de la Sierra de Ojos
Albos por el noreste, y la Sierra
de Avila y el cerro de Las Cogotas por el suroeste. A un lado
pasa el camino que conduce a
los molinos que hay en el río
Adaja. Esta escultura zoomorfa
es conocida como «el Marrano
de la Virgen», y bien pudo cum-
Verraco de las Cogotas.
Verraco de Mingorría.
Los verracos de Cardeñosa
proceden de «Las Cogotas»,
cuatro de las cinco esculturas
que se conocen se hallaron junto al camino que conduce al segundo recinto amurallado, una
parte del cual pudo destinarse
a cumplir las funciones de encerradero de ganado. Lo anterior ha llevado a defender para
estas esculturas un significado
mágico o religioso, relacionado
con la protección y fertilidad de
la ganadería, la principal fuente
de riqueza de estas poblaciones, según apuntó Cabré.
Destaca entre las esculturas
de Las Cogotas una parecida a un jabalí, y que actualmente se encuentra en la capital abulense, en la plaza de
Calvo Sotelo. A la ciudad fue
trasladado por orden del rey
Alfonso XII en contra de los
vecinos de la localidad.
El verraco de Mingorría
se encuentra situado en el altozano donde se halla la er-
plir funciones de protección del
ganado o de acotamiento del territorio donde éste podía pastar.
El verraco de Santo Domingo de las Posadas es de proporciones más reducidas y está en peor estado de conservación, se encuentra situado junto
al edificio de la casa consistorial. A este tipo de verracos de
menor tamaño, como los hallados en Martiherrero, algunos investigadores les atribuyen características funerarias.
Verraco de Santo Domingo
de las Posadas.
38
Mingorría. As de Lucio Vero.
RUTA ARQUEOLÓGICA
zadilla de Cardeñosa, con antecedentes romanos. El tramo
visitable más interesante se encuentra a la altura del kilómetro
tres de la carretera AV-804, cerca del puente de la Media Legua, por el que pasa la línea ferroviaria Avila-Salamanca. Esta
calzada está perfectamente señalizada como ejemplo de camino antiguo utilizado al menos
desde época medieval para comunicar la ciudad de Avila con
la Moraña.
LOS ROMANOS
La conquista romana de la
Península Ibérica se inició en el
año 218 a. de C. cuando pasó
a ser escenario de la II Guerra
Púnica entre Roma y Cartago.
La civilización romana se mantuvo en la Península hasta llegado el siglo V de nuestra era.
Hay restos que prueban que
Monsalupe y Cardeñosa bien
pudieron ser ocupados por los
romanos, y de esta época se
conserva en el Museo de Avila
una moneda, un «As de Lucio Vero», procedente de Mingorría.
Dirigiéndonos desde Avila hacia el norte por el antiguo camino que comunicaba la capital
con Arévalo, todavía se aprecia
el trazado de la conocida CalCalzadilla de Cardeñosa.
LOS VISIGODOS
El pueblo visigodo, de origen
germánico, hizo notar su presencia efectiva en Hispania a finales del siglo V, como culminación de una serie de invasiones y establecimientos de diversos pueblos bárbaros en la Península. Los visigodos, un pueblo eminentemente agrícola, dejaron restos de su cultura en
parajes de Cardeñosa y Mingorría que se asoman al río Adaja.
El Castillo de Cardeñosa es
el nombre que recibe el cerro
elevado situado a unos dos kilómetros de Cardeñosa, hacia
el Este, y es el mismo paraje donde ya se han reseñado otros
asentamientos de pueblos prehistóricos. Aquí fue hallado en
1876 por A. Garcinuño un conjunto de piezas, atribuible a las
épocas romana y visigoda, consistentes en pizarras con signos
de escritura que testimonian la
transición del mundo antiguo al
medieval.
En el Museo de Avila puede
admirarse una interesante colección procedente del municipio de Diego Alvaro, localizándose también en la guía de dicho museo un asentamiento en
Mingorría. En Madrid, el Instituto Valencia de Don Juan conserva una patena de bronce de origen visigodo utilizada en la liturgia, procedente de Cardeñosa.
■ A DESTACAR. La catalogación de los monumentos más significativos
de los pueblos de la ribera del Adaja realizada por
Manuel Gómez Moreno en
1900. Es el primer inventario riguroso del patrimonio cultural de dichos
pueblos. La muestra artística seleccionada es lo
suficientemente representativa que bien sirve para
un itinerario especial como éste.
■ La ruta. El recorrido
por los monumentos de la
zona nos lleva a visitar los
pueblos de Cardeñosa, Peñalba, Las Berlanas, Mingorría, Pozanco, Santo Domingo de las Posadas y
Vega de Santa María.
■ Cómo llegar. El historiador Gómez-Moreno recorrió esta tierra en el tren
que llega hasta Mingorría,
y desde aquí en burro.
Hoy el viajero puede desplazarse fácilmente en coche hasta los pueblos de
la ruta donde se hallan los
monumentos a visitar.
■ Qué ver. Los monumentos finalmente seleccionados, entre otros, son
el castro de las Cogotas,
las iglesias de Cardeñosa,
Las Berlanas, Pozanco y
Vega de Santa María, y
los verracos de Mingorría
y Santo Domingo de Las
Posadas.
■ Aliciente. Realizar hoy,
cien años después, la misma ruta que hizo el historiador Manuel Gómez Moreno para elaborar el Catálogo Monumental de la
Provincia de Avila.
Artesonado de la iglesia
de Las Berlanas.
RUTA
MONUMENTAL
anuel Gómez Moreno era
un joven granadino de 20
M
años, licenciado en Filosofía y
Letras y profesor de Arqueología en el Sacromonte, cuando
recibió el encargo de realizar el
«Catálogo Monumental de la
Provincia de Avila». Con este
trabajo se iniciaba el catálogo
monumental de España que
había proyectado en el año
1900 el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Los pueblos de la ribera del
Adaja fueron visitados por Gómez Moreno en un entrañable y
particular viaje no lejos de vicisitudes. A partir del 15 de agosto de 1900 y a lo largo de once
días recorre el Valle Amblés, hasta llegar a Villatoro, donde nace
el río Adaja.
A primeros del mes de septiembre Gómez Moreno inicia el
viaje en burro por la Moraña. Al
principio recorre los pueblos serranos como Cardeñosa y Pe-
40
RUTA MONUMENTAL
ñalba de Avila, donde el terreno es ondulado y lleno de peñones graníticos; pero a partir
de Las Berlanas empieza La
Moraña, inmensa llanura «lévemente surcada por algunos barrancos y lomas, sin más horizonte que a la parte de Avila,
donde se ven bien lejos sus sierras y, al fin, la de Gredos y Montes de Toledo. El terreno es todo de sembradío de cereales y
este año han tenido gran cosecha. Los pueblos están divididos en barrios y la iglesia aislada. Es curioso y cortan la monotonía grandísima del paisaje algunas alamedas de chopos y
álamos blancos, sembrados en
los sitios frescos y que suelen
denunciar la cercanía de los
pueblos; además de higos y
brevas se ve alguna mancha de
monte. La gente ha perdido por
completo el traje y las casas tampoco ofrecen nada especial; las
hacen de adobe, pues por aquí
no hay piedra para un remedio
y aun la arcilla escasea».
De este viaje destacan los escritos dedicados al Castro de las
Cogotas, la calzadilla romana y
la Iglesia de Cardeñosa, y el paisaje que desde lo alto del cerro
de las Cogotas se divisa. Después de Cardeñosa, el historiador se detiene en la Iglesia y la
ermita de las Angustias de Las
Berlanas para resaltar sus valores artísticos.
Finalizado el recorrido de La
Moraña, el 15 de septiembre,
Gómez Moreno toma el tren en
Adanero para regresar a Avila
pasando por Sanchidrián, Velayos y Mingorría. A principios
de octubre nuestro viajero coge
de nuevo el tren que le lleva
hasta Mingorría. En el recorrido
por el pueblo, que por estas fechas festeja a la Virgen del Rosario, le llama especialmente la
atención la escultura zoomorfa,
cerdo o verraco, del siglo IV a.
de C., situada en lo alto del cerro donde está la ermita. De esta figura el autor del Catálogo
Monumental hizo un sencillo y
bello dibujo con el que ilustró
sus apuntes.
Terminada la visita a Mingorría es hora de buscar unos burros con los que continuar el
viaje hasta Arévalo. Así, el joven profesor nuevamente se
adentra en La Moraña, parando
en todos los pueblos de su recorrido, prestando especial
aten- ción en Pozanco a la iglesia parroquial y los objetos de
platería de la misma, en Santo
Domingo de las Posadas al
berraco de piedra allí existente,
y en Vega de Santa María a la
iglesia parroquial y las ruinas
del Palacio de San Saturnino.
Como resultado de los distintos viajes por la geografía de la
provincia, Manuel Gómez-Moreno dejó escrita una valiosísima obra con la que se dió comienzo la realización del Inventario y el Catálogo del Patrimonio cultural español, de donde
destacamos la siguiente ruta
monumental según la descripción literal estractada del citado
catálogo.
Paisaje morañego en Gotarrendura.
RUTA MONUMENTAL
CASTRO DE LAS COGOTAS
El despoblado de Las Cogotas (declarado Monumento Histórico-Artístico el 3 de junio de
1931) es un teso granítico desgajado de la sierra de Avila, que
desde el gran macizo de Villatoro corre hacia NE, hasta los berrocales de Cardeñosa, y cuya
más oriental ondulación constituye precisamente las Cogotas.
Su cúspide forma dos cabezos
de peñas, y un collado poco extenso los une; el más alto atalaya gran territorio: a N., el Campo de Pajares, a S., Avila, de manera que bien podía prevenirse
desde allí cualquier lejano peligro; enormes canchales la cercan a E., en áspero declive hasta el río Adaja, que allí serpentea, ceñido por formidables tajos a la parte contraria, que imposibilitan comunicarse con el
cercano pueblo de Mingorría.
Al S., un escalón de rocas corta la suave ladera que se inclina
hasta el arroyo de la Rominilla,
y allí cerca varias fuentes la proveen de agua. De N. a O., el terreno va espaciándose más y
más en declive hacia el río, conforme éste se retira, pero sin dejar del todo su fragosidad, y hacia O. aisla el cerro una depresión en forma de collado, más
grande que el de arriba, para
erguirse luego hacia la sierra,
enseñando de nuevo sus calvas y redondeadas crestas.
De los muros que protegían
esta ciudad sólo se
descubren algunas
piedras en su asiento.
Allí también hay tirados los pedazos de
un toro de granito, sin
cabeza y bastante
grande, al que antes
acompañaban otra efigie de toro menor, que
dicen llevó a Madrid
D. Emilio Rotondo, y
una de berraco, tras-
41
ladada a Avila por iniciativa de
D. Alfonso XII.
Al buen médico D. Fausto Rico débese el conocimiento de
las Cogotas y las primeras exploraciones. De una excavación
practicada por el Sr. Rotondo
salieron más objetos. Por mi
parte, hallé varios fragmentos
de cobre y hierro y otro de hueso, una piedra cuarzosa muy
desgastada por frotamiento, y
ruedas de molino de mano hechas de granito, con taladro en
medio y agujero para hacerlas
girar.
Como a un kilómetro al N. de
las Cogotas, en el profundo llano que por allí se tiende y cerca del molino del Castillo, hay
otras señales de antigüedad,
donde recogió el Sr. Rico una
moneda de Teodosio y una tableta de pizarra con signos grabados.
Más cerca de Cardeñosa fueron halladas otras monedas romanas, puntas de lanzas y flechas de hierro, una chapa de
bronce repujada con figura de
Hércules y tejas planas.
Entre Cardeñosa y Narrillos de
San Leonardo, consérvase un
largo trecho de calzada, que dicen es de romanos. Su empedrado forma cintas diagonales
a trechos; sus bordes alzan guardarruedas a trechos, y sobre el
arroyo de la Cañada hay un
puentecillo en arco escarzano,
de dovelas pequeñas sentadas
a hueso.
Entrada al Castro.
IGLESIA PARROQUIAL
DE CARDEÑOSA
Se empezó a construir por
la cabeza, con un ábside poligonal y estribos de gran desarrollo y de excelente sillería;
pero quedó suspendida a la altura del basamento, y cuando
se reanudaron las obras a fines
del siglo XV, redújose considerablemente su magnitud y se
hizo de mampostería. No obstante, resultó un edificio espacioso y bien decorado, con su
capilla semioctogonal, presbiterio con bóveda de ogivas de
poca elevación, y tres elegantes naves de a tres grandes
arcos semicirculares por banda y sus arquivoltas y pilares
bordeados por series de bolas, como también los escarzanos que sostienen el coro a
los pies, todo ello de muy buena construcción. Bolas también
exornan las puertas y el púlpito de piedra.
La armadura de la nave central es ochavada por sus extremos, con bellos cuadrantes
de lazo de ocho, ataujerado y
entallado: almizate lleno de lazo de diez y seis, con racimos
de mocárabes en los centros
de sus ruedas, y faldones de
menado, con almenillas pintadas en los chaflanes. Los pares,
tirantes y arrocabe están cubiertos de entalladuras y lo mismo los colgadizos laterales y el
suelo del coro; es una de las
buenas obras mudéjares de la
provincia.
El retablo principal fue hecho, al parecer por Rodríguez y
Giraldo, pues se nota la mano
de dos artífices y convienen con
sus obras de la Catedral, especialmente el trascoro (fechado y
documentado entre 1532-35 como obra de Pedro de Salamanca y Blas Hernández, yerno y
colaborador de Juan Rodríguez).
Es de tres cuerpos, con columnas abalaustradas, tres calles
de encasamientos, como de 0,85
m. de alto, entrepaños con hornacinas, pulseras laterales llenas de talla y frontón redondo;
todo cubierto con relieves, estatuitas y dos tablas pintadas. En
el siglo XVIII lo doraron de nuevo y taparon su centro con un
manifestador de entonces.
En la sacristía hay un pequeño San Jerónimo, correspondiente al retablo.
Los dos tableros del susodicho retablo, representan la
Oración del Huerto y la Transfiguración.
Puesta en un retablo churrigueresco, hay una tabla apaisada, de 1,90 m. de ancho, que
RUTA MONUMENTAL
representa el martirio de San
Lorenzo, y su figura principal
nos pareció inspirada en la estampa de Bandinello; es de estilo italiano del siglo XVI, muy
oscura de entonación. A los lados hay otras dos tablas pequeñas con pasajes de la vida
del santo, de la misma mano.
En el retablo de la Virgen del
Rosario hay otras cinco tablas
de la vida de Ntra. Señora, correspondientes al estilo flamenco y algo italianizado de principios del siglo XVI. También hay
un pequeño tríptico con la Virgen lactando al Niño y dos santos: siglo XVI, italianizante.
En la iglesia destacan diversos bordados: Cenefa de casulla excelente, de estilo italiano; representan santos, y entre
ellos Constantitno y Sta. Elena,
aludiendo a la Sta. Cruz, titular
de la parroquia. También destacan unas Dalmáticas de terciopelo rojo, con adornos del Renacimiento débilmente estampados que se conservan en el
Museo Diocesano de Avila.
LAS BERLANAS
Iglesia parroquial. Distribuido este pueblo de Campo de
Pajares en barrios, se despoblaron algunos, quedando la
iglesia en medio del campo y
apartada de los dos barrios subsistentes. Data del siglo XVI, es
de obra de tapias y rafas, en
forma de cruz, y toda sencillísima, sin más de notable que la
armadura morisca de la sacris-
43
tía, ochavada de lazo de ocho y
con sencillos adornos teñidos
de negro, y, además, la del coro, puesto a los pies, con cuatro paños ataujerados de lazo,
así como el alicer y viga, cuyos
miembros tienen rosetas, o conchas entalladas, y de los centros penden dos racimos de mocárabes, de breve caída, pero
preciosamente combinadas sus
adarajas, que diseñan arquillos
agudos.
Entre las pinturas de la iglesia hay una tabla de San Pablo
sentado, casi de tamaño natural, correspondiente a la mitad
del siglo XVI; estimable, sobre
todo la cabeza; manos desproporcionadas (pintura totalmente perdida).
También hay bordados de interés, como una casulla de brocatel precioso, semigótico, y
con cenefa bordada de oro matizado, con imágenes; segundo
tercio del siglo XVI; bien conservada.
La ermita de las Angustias
está en el barrio del Burgo y su
capilla mayor ostenta otra armadura morisca, semejante a la
de la sacristía de la parroquia.
MINGORRIA Y SANTO
DOMINGO DE LAS POSADAS
En lo alto del cerro donde está la ermita, junto a Mingorría,
permanece intacto un cerdo o
verraco, el mejor de cuantos he
visto en la provincia, y que recuerda por su actitud, como de
acometer, los de Salamanca, probablemente más antiguos. Es de granito, como todos; mide
1,70 m. de largo, por
0,92 de alto, mira hacia oriente, y la cresta
de su espinazo se interrumpe hacia el promedio con una cavidad redonda y plana,
cuyo diámetro es de
44
0,18 m., y 0,11 su profundidad.
Lo mismo se observa en el famoso toro de Salamanca, y ambos casos me sugieren la idea
de si servirían para quemar dentro aromas o hacer libaciones.
Otras esculturas cita González Dávila en los llanos del Adaja, que son en Santo Domingo
de las Posadas y otra en su alquería de los Yezgos.
POZANCO
La iglesia parroquial es pequeña y poco elevada, formando tres naves y capilla mayor
rectangular; arcos escarzanos y
semicirculares, armaduras de par
y nudillo, lisas; pilares y molduras, de lo semigótico del siglo XVI. Se conserva un Cristo
crucificado del siglo XIV y otro
grande del siglo XV.
También hay los siguientes
objetos de platería. Cruz de plata de 1,05 m. de alto; de las más
hermosas, compuesta con elegancia y relevada con grutescos de bellísimo estilo; Crucifijo
y medallas doradas con
santos, no menos admirables; punzones repetidos
de Alviz, como ensayador
de Avila, y de Domingo
Martínez, que trabajaba
hacia 1555 a 1562 y de
quien catalogamos otras
obras, aunque inferiores
a ésta; estilo de Berruguete. Copón pequeñito;
su alto, con la cruz, 0,22;
con espirales de follaje,
del siglo XV.
RUTA MONUMENTAL
VEGA DE SANTA MARIA
La iglesia parroquial es de
construcción bien antigua, de
albañilería, pues tiene un angosto presbiterio con bóveda
de cañón y ábside con arco
bien agudo; por fuera se le ve
edificado con ladrillos, tendidos
y de pie, como el de Orbita, y
con una ventanilla en medio.
La iglesia está cerrada al culto,
y entre la mampostería de la fachada aparecen reutilizadas piedras con decoración de tipo visigodo: una
con tres estrellas dentro
de círculos y otra con círculo con estrellas y cabeza.
Las naves se rehicieron hacia fines del siglo
XV, quedando muy estrechala central, y las separan dos grandes arcos de
cantería, escarzanos, y otro carpanel a los pies, de los que únicamente queda el arco carpanel de la nave del Evangelio, estando las dovelas de la nave de
la Epístola distribuidas en el exterior de la iglesia. La armadura es morisca con lazo de doce
ataujerado en los cuadrantes, y
de ocho apeinazado en el almizate.
Se conservan los restos del
palacio del Marqués de San
Saturnino, hecho de mampostería de granito, con matacanes
sobre la puerta y arruinado.
RUTA DE LOS REYES
■ A DESTACAR. La visita
de los reyes españoles a los
pueblos de la ribera del Adaja, aunque esporádica, merece recordarse en la pequeña historia de esta tierra. Entre estos reyes cabe citar a
Juan II de Castilla, Alfonso de
Avila, Isabel la Católica, José Bonaparte, Isabel II y Alfonso XIII y su esposa doña
Victoria.
os reyes castellanos que dieron renombre a las villas de
L
Arévalo y Madrigal de las Altas
Torres, y a la ciudad de Avila utilizaban en sus desplazamientos
la actual carretera que pasa por
Gotarrendura, Las Berlanas
y Monsalupe, Peñalba y Cardeñosa.
■ La ruta. El trayecto de
Avila-Arévalo fue un itinerario
realizado con asiduidad por
los reyes castellanos, pasando por Cardeñosa, Peñalba,
Las Berlanas y Gotarrendura.
Un apartado especial es el
dedicado a Alfonso de Avila,
que falleció en Cardeñosa.
El ferrocarril revolucionó las
comunicaciones entre los
pueblos durante el siglo XIX,
significando aquí las paradas de Mingorría y Velayos
que inauguró Isabel II. Finalmente, la abundancia de caza en Aldealgordo (Tolbaños) cautivó a Alfonso XIII.
■ Cómo llegar. La antigua
ruta de los reyes castellanos
coincide con el trazado de la
carretera AV-804, mientras que
la línea férrea del Norte inaugurada por Isabel II mantiene las estaciones de Mingorría y Velayos, a las que se
accede por la N-403, y desde aquí a los encinares de
Tolbaños.
■ Qué ver. Los lugares por
donde pasaron algunos reyes españoles, e incluso donde murió el rey Alfonso.
■ Aliciente. Descubrir que
estos pueblos merecieron algún día una casual visita real, con especial atención a
los sucesos que rodearon la
vida de Alfonso de Avila
Villa de Cardeñosa.
El rey Juan II guerreó en
1441 contra los navarros en las
inmediaciones de Cardeñosa,
y la trágica muerte de Alfonso
de Avila, rey de Castilla, hijo de
Juan II, ocurrió en la villa en el
año 1468, por cuyo motivo visitó el lugar su hermana, la futura
reina Isabel la Católica.
También por esta misma ruta
pasó la comitiva fúnebre de Isabel la Católica en 1504, cuando
era trasladada desde Medina
del Campo, donde murió, hasta
Granada, donde recibió sepultura. Otro cortejo fúnebre llorado con profunda pena en su re-
46
RUTA
DE LOS
REYES
ALFONSO DE AVILA,
REY DE CASTILLA
Velayos. Fuente de Carlos IV.
corrido por las calles de estos
pueblos fue el que trasladó en
1528 el cuerpo de doña Beatriz de Ahumada, madre de
Santa Teresa de Jesús, desde
Gotarrendura hasta Avila. En
ambos casos las crónicas hacen especial referencia a las
muestras de profundo pesar
por los habitantes de estos
pueblos.
Felipe II, el 10 de septiembre de 1617, confirmó los oficios de fieles de Cardeñosa,
desde don- de se enviaba a la
capital menudos de cabras y
otros mantenimientos para
venderse en el Mercado Chico y en el Mercado Grande,
donde también acudían las
panaderas de Mingorría.
Llama la atención en Velayos, a las afueras del pueblo,
una fuente muy buena con
dos caños construida en tiempos del rey Carlos IV, donde
una inscripción realizada en la
obra granítica identifica claramente la fecha del reinado al
que accedió en 1789. La fuente servía también a los antiguos lavaderos públicos, y todo el conjunto ha sido recientemente rehabilitado como
centro cultural.
El último día de junio del
año 1468 la comitiva real de
don Alfonso salió de Arévalo
con dirección a Toledo para
defender la ciudad frente a su
hermano Enrique IV, con quien
se disputaba el reino. La comitiva pasó por Gotarrendura, Las Berlanas y Peñalba,
llegando de anochecido a la
aldea de Cardeñosa. Para cenar el rey tomó una trucha
empanada, pero nada más probar bocado, le invadió un profundo sopor del que nunca se
despertó. Alfonso permaneció
Casa donde murió don Alfonso.
en coma hasta el día 5 de julio, día oficial de su fallecimiento. Mucho se ha especulado
sobre la muerte de Alfonso,
«unos dicen que murió de pestilencia y otros de yerbas que
le dieron en una trucha», sin
descartar que la muerte le fuera provocada.
El infante don Alfonso nació
en Tordesillas el 15 de noviembre de 1453, hijo del rey
(Pasa a la página 47)
RUTA
DE LOS
REYES
47
de Castilla Juan II y de su segunda esposa Isabel de Portugal. Dos años antes había nacido en Madrigal de las Altas Torres la infanta Isabel, quien se
convirtió después en la reina
Isabel la Católica.
El 30 de noviembre de 1464
Alfonso fue proclamado príncipe heredero del trono de Castilla, regentado entonces por su
hermano Enrique IV. Meses
más tarde, el 5 de junio de
1465, los nobles descontentos,
reunidos en la ciudad de Avila,
llevan a cabo el destronamiento del rey, a la vez que proclaman al príncipe Alfonso con el
título de Alfonso XII, rey de
Castilla, acontecimiento que se
conoce como «la farsa de Avila». Como recompensa, el concejo y el cabildo abulenses fueron receptores de importantes
privilegios y mercedes, y defendidos de las apetencias
nobiliarias.
Alabado por cronistas y
poetas, Alfonso era una criatura en manos de nobles rebeldes y ambiciosos cuando
fue alzado rey. Durante los
tres años de reinado de Alfonso
existe una situación de guerra
civil entre sus partidarios y los
de Enrique IV.
(Pasa a la página 48)
José Bonaparte, rey de España durante 1808-1813, impuesto por su hermano Napoleón el emperador de Francia,
pernoc- tó en la casa-palacio
del Duque de Montellano en
Blascosancho al terminar la
guerra de la independencia,
coincidiendo con la retirada de
las tropas francesas.
Durante el siglo XIX España
sufrió una larga contienda civil
conocida como las guerras carlistas (1833-1874), provocada
por los seguidores del infante
don Carlos, quien tomó el título de Carlos V rey de España
en representación de la tradición mo- nárquica y religiosa.
Aunque el infante don Carlos
no llegó a visitar estas tierras,
su causa fue defendida por una
parte destacable de la población de Velayos y Mingorría. El
Ayuntamiento de este último
pueblo se negó a jurar la Constitución de 1869, lo que provocó el destierro de los seguidores carlistas de la localidad, según publicó el Boletín Oficial de
la Provincia de 1 de septiembre
de 1874.
El año 1864 la reina Isabel II
inauguró en San Sebastián la
línea férrea Madrid-Irún, la cual
tenía estaciones en la capital
abulense, Mingorría y Velayos.
Al año siguiente Isabel II visitó
Vista de Mingorría.
48
RUTA
Villa de Cardeñosa.
La guerra se mantiene con
sucesivas treguas que dan pie
a negociaciones sin éxito, por
lo que la muerte misteriosa de
Alfonso puso fin al panorama
desolador que sufría Castilla.
Así, firmada la paz el 19 de
septiembre de 1468, la infanta
Isabel fue proclamada heredera al trono como sucesora de
Enrique IV en la «Venta de los
Toros de Guisando».
A la muerte del rey, el 11 de
diciembre de 1474, Avila celebra los honores fúnebres y
proclama a doña Isabel como
reina.
«Alfonso, titulado rey Alfonso XII, no ha sido considerado
como tal en la sucesión de los
monarcas españoles. Acaso,
dada su vinculación con Avila,
en donde se crió, fue alzado,
instaló su Corte y finalmente
murió. Algunos historiadores
le han denominado rey de Avila, pero reinó en Castilla paralelamente con Enrique IV»,
concluye María Dolores Carmen Moralez Muñoz, autora
del libro «Alfonso de Avila, rey
de Castilla».(*)
DE LOS
REYES
la ciudad de Avila y pasó también por Mingorría y Velayos
entre otros lugares, depositando en la Tesorería de la Hacienda Provincial 20.000 reales
para los pobres y enfermos necesitados de los pueblos del
trán- sito. Así, el libro de sesiones del Ayuntamiento de Mingorría reseña en el acta de 19
de noviem- bre de 1865 el repartimiento de 890 reales para
los 41 beneficiarios de la localidad, la cual contaba entonces
una población de unos 1.200
habitantes.
El rey Alfonso XII pleiteó
con Cardeñosa en 1877, al ordenar el traslado a Avila del verraco encontrado en el castro
de las Cogotas, siendo necesario el uso de las armas para
cumplir la orden de traslado.
El 2 de julio de 1907, los reyes don Alfonso XIII y doña
Victoria visitaron la dehesa de
Aldealgordo, sita en Tolbaños,
alojándose en la casa señorial
del marqués de Torrecilla. Fue
una gran jornada de caza de
jabalíes entre los tupidos encinares que baña el Voltoya. Como testimonio de este viaje se
conserva en casa del marqués
una detallada inscripción grabada en azulejo cerámico.
Dehesa de Aldealgordo.
RUTA DE LOS SANTOS
■ A DESTACAR. Avila es conocida como tierra de santos
y de cantos por su identidad
con Santa Teresa de Jesús y
San Juan de la Cruz, y con el
paisaje pétreo y granítico que
caracteriza su entorno. La santidad surge entre las gentes
de nuestros pueblos como un
sentimiento de bondad propio
de su religiosidad. Por ello, el
hecho de que fruto de la piadosidad de sus costumbres
aparezcan hombres y mujeres
dignos de formar parte del
santoral de la iglesia católica, honra y enorgullece la vida de estos pueblos más allá
de la religión. Otros hombres
buenos fallecidos trágicamente, sin importar su ideología o
confesión religiosa, también
merecen ser ejemplos de santidad.
■ La ruta. El recorrido por
los pueblos de la ribera del
Adaja está impregnado de los
recuerdos que dejaron Santa
Paula Barbada, Santa Teresa
de Jesús, la venerable María
Vela y el beato Juan María de
la Cruz, entre otros. Su presencia está en iglesias y ermitas,
en calles y edificios, y en multitud de actos festivos, sin olvidar los recuerdos familiares
de otros «santos anónimos»
que fueron mártires por sus
ideas.
■ Cómo llegar. Para visitar
los lugares donde nacieron o
por donde pasaron los santos
de la zona hay que acercarse
por la carretera AV-804, que
coincide con la ruta teresiana
que va desde Avila a Gotarrendura. Por la carretera N403 que llega a Mingorría puede accederse a San Esteban
de los Patos, donde nació el
último beato. Puestos en mar-
cha, todos los pueblos de la
zona quieren dejar notar su
presencia en el santoral.
■ Qué ver. En Cardeñosa
abundan los recuerdos de
sus santos: Santa Paula, Ma-
ría Vela e Isabel de Santo Domingo; en Peñalba se festeja el «Santo Cristo de Santa
Teresa»; en Gotarrendura se
conserva el palomar de Santa Teresa, en San Esteban de
los Patos está la casa donde
nació el beato Juan María de
la Cruz, en Mingorría nació el
rentero del palomar de la Santa y está la herencia familiar
del cura Salustiano Domínguez, y en Velayos estuvo de
párroco Máximo Moro Briz,
quien está en causa de beatificación.
■ Aliciente. Conocer los lugares por donde pasaron o
nacieron algunos santos, significando así la pequeña historia de los pueblos.
50
RUTA
DE LOS
SANTOS
SANTA TERESA DE JESUS
SANTA PAULA
BARBADA
Santa Paula Barbada es la
Santa de Cardeñosa. Sobre el
milagro de su santidad y la leyenda creada sobre tal acontecimiento han escrito todos los
historiadores y cronistas abulenses, siendo los primeros don
Gonzalo Ayora en 1519 y don
Antonio Cianca en 1595. Santa
Paula se venera en la ermita
abulense de San Segundo y en
un retablo antiguo de 1530 puede leerse la siguiente inscripción:
«Que en el año de 1060, siendo perseguida de un caballero
que la solicitaba con fin deshonesto, entró en la ermita de San
Lorenzo y pidió a Dios, al pie de
la santa Cruz, le diese alguna fealdad en su rostro para no ser
conocida, y fue cubierta de barbas; y vista por el caballero no
la conoció: quien preguntándola si había visto una mujer de
estas señas, respondió: No he
visto tal mujer».
En honor de Santa Paula Barbada el pueblo de Cardeñosa
celebra cada año su fiestas, y
en fechas veraniegas se organiza una romería desde el pueblo
hasta la ermita de San Segundo
en Avila.
Santa Teresa de Jesús (15151582) es la Santa de Gotarrendura. Son numerosos los acontecimientos que hacen que este pueblo sea uno de los lugares más singulares de las distintas rutas teresianas, y también del camino de la lengua
castellana gracias a la pluma de
la propia Teresa de Jesús.
Los padres de Santa Teresa se
casaron en Gotarrendura el 14 de
mayo de 1509, y en este pueblo
murió su madre doña Beatriz
el 29 de noviembre de 1528,
cuando la Santa tenía 13 años.
Gotarrendura, Berlanas, Peñalba
y Cardeñosa sintieron profundamente la muerte de doña Beatriz,
llorando el paso del cortejo fúnebre que se dirigía hasta Avila.
Gotarrendura en el siglo XVI,
según escribió el padre Gabriel
de Jesús en «Vida Gráfica de
Santa Teresa» (1929), era un
pueblo minúsculo, pues las casas se podían contar con los
dedos de la mano, pero era un
pueblo hidalgo y pintoresco de
la provincia de Avila, enclavado
en la fértil meseta de la Moraña,
compuesto todo él de labradores y pastores que se consideraban dichosos de tener junto a
sus casas las tierras –más de
dos mil obradas– que fueron propiedad de don Alonso de Cepeda y doña Beatriz de Ahumada,
más los majuelos o prados y el
famoso palomar. Gotarrendura
comenzó por ser reunión de un
número reducido de caseríos,
según las dehesas colindantes,
cada una de ellas de su señor y
dueño. Así, vemos que tenían
allí fincas los del Peso, los Ahumada y otros, retirándose a estas dehesas en ciertas épocas
del año, sobre todo en otoño y
primavera, donde para oír misa
no les solía faltar a ninguna de
las familias su correspondiente
capilla, que tampoco faltaba en
RUTA
DE LOS
SANTOS
Gotarrendura, perteneciente a
la parroquia de Las Berlanas,
pueblo inmediato. La iglesia actual es posterior, pues está edificada con las mismas piedras
de la casa palacio de don Alonso y doña Beatriz, al ser abandonada y destruida».
El padre Efrén de la Madre
de Dios escribió en 1951 que
«el lugar feliz del nacimiento de
La Santa hubo de ser, según parece, la riente aldea de Gotarrendura, donde sus padres solían invernar». Esta teoría no
gustó nada al Ayuntamiento de
Avila, por lo que solicitó el correspondiente informe a la Real
Academia de la Historia, la cual
lo emitió concluyendo que «según la tradición histórica documentada, Santa Teresa de Jesús nació en la ciudad de Avila», tal y como también defiende Eduardo Ruiz-Ayúcar.
Teresa de Cepeda y Ahumada heredó de sus padres un
palomar en Gotarrendura, por
expreso deseo de su madre doña Beatriz que sabía el cariño
que le tenía. Los primeros textos autógrafos que se conservan de Santa Teresa, divulgados por su propietario el marqués de San Juan de Piedras
Albas, son precisamente los
que dirigió a González de Venegrilla, rentero y administrador
del palomar, diciéndole:
51
«Tenga la mercé de cebar y
cuidar bien el palomar en estos
meses de frío, ahora que está
bien poblado. Fecha a 10 de
enero de 1541».
«Hacedme mercé de enviar
doce palominos la víspera de
Santiago, que yo me holgaré
mucho de ello. Fecha a 10 de
julio de 1546».
Este palomar y sus palomas
marcaron el alma de Teresa de
Jesús hasta llamar «palomarcicos» a todos sus conventos y
«palomas» a sus monjas, tal y
como escribió:
«Pues, comenzando a poblarse estos palomarcicos de la Virgen Nuestra Señora, comenzó
la Divina Majestad a mostrar sus
grandezas...» (Libro de las Fundaciones).
El palomar de la Santa se
ha convertido actualmente en un
lugar de pregrinación promocionado por la Asociación «Amigos del Palomar de Gotarrendura». A través de unas puertas
carreteras de accede al interior
de la finca murada sita en el
casco urbano, donde se conserva el histórico palomar. En el
recinto hay también dependencias de lo que fue una granja
avícola y un jardincito. El jardín
está presidido por una estatua
con pedestal de lápidas de mármol blanco y ocupa el solar de
lo que fue antigua casa-palacio
Gotarrendura. Palomar de Santa Teresa.
52
de los padres de Santa Teresa.
El palomar es un edificio exento de planta baja y mediana altura, construido con adobe revocado con mortero y mampostería en las esquinas, el tejado
vierte a dos aguas y su estado
de conservación es excelente
después de las últimas obras
de consolidación. Dentro del palomar ha sido instalada una bella iluminación que realza la techumbre de madera y las hornacinas de barro donde anidaban las palomas.
La presencia de Santa Teresa se siente en Gotarrendura.
Un centro de educación especial existente en la localidad fue
construido bajo la advocación
de la Santa, y en honor a ella
una escultura preside la plaza
del pueblo, frente al Ayuntamiento, lo mismo que una paloma
esculpida en piedra sobre pedestal situada a la entrada de la
localidad es todo un símbolo de
santidad. También la asociación
que promociona actividades culturales en el municipio lleva el
nombre de Santa Teresa.
Alonso Venegrilla fue la persona de confianza de la Santa,
de quien ella se valió para el
manejo de su hacienda. Confióle, según se deduce de los autógrafos reseñados, el cuidado
del palomar y algún que otro
encargo.
Alonso González de Venegrilla (1509-1599) nació en Mingorría en 1509, hijo de Alonso
de la Peña González y de doña
Blanca Benegorría Venegrilla.
Fue bautizado en la iglesia parroquial de San Pedro del lugar
de su nacimiento, el 6 de marzo del mismo año, actuando como padrinos don Blasco Dávila
e Inés Ortiz. Se casó en Gotarrendura con Catalina Ximénez,
allí vivió trabajando en el noble
solar de sus abuelos formando
una hacienda cuantiosa. La muerte le llegó en 1599, después de
Iglesia de Mingorría.
hacer testamento instituyendo
fundaciones piadosas.
Doña Urraca Briceño, familiar
de doña María Briceño, maestra
de Teresa de Jesús en el convento de Agustinas de Avila, fundó en Cardeñosa una capellanía sobre sus tierras de labranza.
En la antigua iglesia de Las
Berlanas, de cuya parroquia
dependió Gotarrendura, se conserva una inscripción que recuerda la participación del pueblo en los actos conmemorativos del tercer centenario de
la Santa, celebrados en Avila
en 1882.
La Santa también se honra
en Peñalba de Avila, en la ermita del Santo Cristo de Santa
Teresa. De ella se conserva una
bella imagen arrodillada a los
pies de Cristo, que se saca en
procesión en la fiesta patronal
de septiembre.
Peñalba. Procesión de Sta. Teresa.
RUTA
DE LOS
SANTOS
ISABEL DE SANTO DOMINGO
Y MARIA VELA
Otra figura destacable de la
congregación religiosa donde profesó la Santa fue la madre Isabel de Santo Domingo, una carmelita natural de Cardeñosa que
compartió vida monástica con
Teresa de Jesús, quien dijo de
ella que «no era inferior en santidad a Santa Catalina de Siena».
También en Cardeñosa nacieron: la venerable monja cisterciense María Vela (1561-1617),
llamada «La Mujer Fuerte», y su
hermano el venerable padre fray
Lorenzo de Cueto, de la orden
de San Bernardo. El título de «venerable» procede únicamente de
la fama de santidad con que vi-
53
parentada con don Blasco Núñez Vela, Virrey del Perú, y la Casa de Tabladillo. Con 15 años,
doña María ingresó en el Real
Monasterio de Bernardas de
Santa Ana, de la ciudad de Avila, donde vivió hasta su muerte. Este tiempo coincidió con el
momento de mayor esplendor
del convento, propiciado por
importantes patronos y una rica vida espiritual.
Para conmemorar el centenario de la muerte de doña María
Vela, e incentivar el proceso de
beatificación iniciado en 1623,
el párroco de Cardeñosa, don
Francisco Esteban Martín, publicó en 1917 un libro dedicado
a la Venerable con el fin de que
los feligreses pudieran conocer
Calle María Vela, en Cardeñosa.
vieron, fama que en aquellos
tiempos se expresaba sencillamente con tal título, así que no
es extraño el dicho: «Cardeñosa
con sus piedras o cantos enseñaba y enseña a ser santos».
La Venerable María Vela nació en la casa que tenían sus
padres, don Diego Alvarez de
Cueto y doña Ana de Aguirre Vela, en Cardeñosa, quienes aunque residían habitualmente en
la ciudad de Avila, pasaban largas temporadas en el pueblo
donde radicaba su principal mayorazgo. La familia estaba em-
a su paisana. La celebración
del centenario tuvo lugar en la
capital abulense, con participación de un importante número
de personalidades eclesiásticas
y civiles, así como de los vecinos e hijos de Cardeñosa, Mingorría, Peñalba, Zorita y otros
pueblos.
EL BEATO JUAN MARIA
DE LA CRUZ
El padre Juan María de la
Cruz (1891-1936) fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por
54
el Papa Juan Pablo II. El nuevo
beato responde al nombre que
tomó el sacerdote Mariano García Méndez, tras ingresar en la
Orden de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, también conocidos como Padres
Reparadores.
El padre Juan María de la
Cruz nació en San Esteban de
los Patos, hijo de Mariano García Hernández y Emeteria Méndez Grande, siendo el primero
de 15 hermanos. La familia de
Mariano cuidaba la iglesia y su
padre, por la tarde, al volver de
las tareas del campo dirigía novenas y rosarios porque no tenían sacerdote, lo cual influyó
en la vocación del niño.
A los 10 años entró en el Seminario de Avila y el 18 de marzo de 1916 fue ordenado sacerdote, celebrando su primera misa en su pueblo natal. Ejerció
como párroco hasta 1925 en Hernansancho, Villanueva de Gómez, San Juan de la Encinilla,
Santo Tomé de Zabarcos y Sotillo de las Palomas. Después
ingresó en la congregación de
Padres Reparadores, siendo destinado al colegio de Novelda (Alicante), y al curso siguiente al
Seminario de Puente la Reina (Navarra), donde permaneció 10
años. En 1936 murió trágicamente en Valencia cuando estalló la guerra civil.
RUTA
DE LOS
SANTOS
Otro sacerdote que está en
proceso de beatificación es José Máximo Moro Briz (18821936), regente de la parroquia
de Velayos en 1919 y párroco
de Cebreros en los últimos 10
años de su vida.
Igualmente, cabe citar a Salustiano Domínguez Sastre
(1880-1936), natural de Mingorría, quien murió siendo párro-
Salustiano Domínguez.
co de Alcañizo (Toledo), perteneciente a la diócesis de Avila.
Otros muchos mártires civiles
anónimos, que igualmente murieron por sus ideas, sin importar su ideología o confesión religiosa, también merecen un lugar en esta ruta, para ellos valga este reconocimiento.
San Esteban de los Patos. Casa del beato Juan María de la Cruz.
RUTA DE ANTIGUOS
POLITICOS Y MINISTROS
Plaza de Velayos.
■ A DESTACAR. No fueron
muchos, pero sí significativos,
los ministros y políticos españoles que han tenido alguna
relación con los pueblos de la
ribera del Adaja. Su nombre
sobresale en el anonimato de
las gentes del medio rural, por
lo que cualquier detalle biográfico en el que aparezca
la cita toponímica de dichos
pueblos sirve para situarles en
la historia.
■ La ruta. Recorrido por las
anécdotas y lugares que relacionan a insignes personajes
con estas tierras, los cuales
destacaron por motivos políticos y económicos en una primitiva sociedad agraria conformista con su destino. Así,
sobresalen nombres como Martín Carramolino y León Castillo en Velayos, Celedonio Sastre y Bermúdez Reina en Zorita de los Molinos, Nicasio Velayos en Cardeñosa y Silvela,
Sánchez Albornoz, «La Pasio-
naria» y Pilar Primo de Rivera
en Mingorría.
■ Cómo llegar. Los lugares
relacionados con tan insignes
personalidades pueden recorrerse desplazándose a Cardeñosa, Zorita, Mingorría y Velayos. El itinerario definido bien
parece una antigua ruta electoral de antaño por las carreteras AV-804 y N-403, donde
los pueblos aparecen espectantes ante la visita de los señoritos de la política.
■ Qué ver. La pervivencia de
los nombres de estos personajes queda en el callejero, en
ermitas, en caseríos y en
obras públicas, además de en
distintas anécdotas que todavía se recuerdan.
■ Aliciente. Participar de la
memoria colectiva de nuestros pueblos en los que se
singularizó la presencia de importantes personalidades españolas.
56
RUTA
DE
ANTIGUOS POLÍTICOS
Y
MINISTROS
CARRAMOLINO Y SILVELA
Juan Martín Carramolino
(1805-1881), natural del pueblo
de Velayos, en 1839 fue elegido diputado a Cortes por Avila
y nombrado Ministro de Gobernación en el gabinete de Pérez
de Castro durante la regencia
de María Cristina. Carramolino
tiene una merecida calle dedicada en su pueblo natal con la
que se honra el gran prestigio
de su figura, pues fue catedrático, historiador, diputado, senador, académico y autor de la
«Historia de Avila, su Provincia y
Obispado».
Francisco A. Silvela
Los colonos y jornaleros agrícolas de Mingorría apenas conocieron al nuevo ilustre propietario de las tierras que trabajaban de generación en generación. Se trataba de Francisco Agustín Silvela Blanco
(1803-1857), Ministro de Gobernación y de Gracia y Justicia en
1845, catedrático, diputado, senador, magistrado y Gobernador Civil de Avila. Este patriarca de los Silvela compró en
1842 en Mingorría una suerte
desamortizada, de las cuatro en
que se enajenó una finca de las
Agustinas de Gracia de 77 hectáreas.
Celedonio Sastre.
CELEDONIO SASTRE
Y LEON CASTILLO
Los encinares y pinares de
Zorita de los Molinos y una importante explotación agropecuaria, fueron patrimonio del
abogado y administrador don
Celedonio Sastre Serrano
(1842-1930), cuñado del filósofo Jorge Santayana. También
fue productor de vinos, consiguiendo importantes premios
internacionales con los vinos de
Zorita. Su primera incursión política se produjo en 1868 como
integrante de la Junta Revolucionaria de la ciudad de Avila,
constituída con el fin de regenerar la política, defender la libertad y la soberanía nacional y
desterrar la dominación abominable del reinado de los Borbones. En 1877 fue elegido Alcalde de Avila, desempeñando después la presidencia de la Caja
de Ahorros de Avila y del Casino Abulense. En Mingorría una
calle lleva el nombre de Celedonio Sastre en agradecimiento a la donación de unos terrenos que hizo para construir escuelas.
La revolución que defendía el
joven Celedonio dió origen a la
Constitución de 1869, la más
progresista de las habidas hasta la fecha. Sin embargo, el al-
RUTA
DE
ANTIGUOS POLÍTICOS
calde y los concejales de Mingorría elegidos por sufragio universal renegaron de la misma e
hicieron constar en sesión del 27
de junio de 1869:
«Que acatan y respetan todas
las leyes votadas en las Cortes
Constituyentes, pero que su conciencia no les permite jurar la
Constitución sancionada por razones puramente religiosas».
El artículo 21 garantizaba a los
españoles que profesasen una
religión distinta de la católica y
a los extranjeros residentes en
España el ejercicio público y privado de cualquier culto sin más
limitaciones que las reglas universales de la moral y del Derecho. Frente a ello, la postura del
Ayuntamiento de Mingorría reflejaba entonces la huella que
dejó la Constitución de 1869, donde la religión fue un motivo más
para la división y la discordia
civil.
Ante la reseñada negativa a
jurar la Constitución, el Gobernador Civil de la provincia ordenó el cese de todos los ediles
municipales y la imposición de
una multa de 40 escudos, a la
vez que nombró directamente
una nueva corporación.
En 1871 León Castillo Soriano fue elegido Diputado provin-
Y
MINISTROS
57
cial por Velayos. Antes había sido Alcalde de Avila en 1864, y
fue decisiva su participación en
la construcción del ferrocarril en
el tramo Mingorría - Las Navas
del Marqués, para lo que adelantó dinero al contratista por medio de un francés residente en
Mingorría llamado Louis Donizean. Los hijos de León Castillo
heredaron tres cuarteles de la
dehesa de las Gordillas en los
sectores de Velayos, Saornil y
Maello, adquiridos durante la
desamortización eclesiástica por
su primo Ramón Soriano Pelayo.
BERMUDEZ REINA
Todavía siguen siendo un misterio las razones que llevaron al
Ministro de la Guerra en 1890
con Sagasta, el general Eduardo Bermúdez Reina (1831-1899),
a construir una finca de recreo
rodeada de viñas en Zorita de
los Molinos guardada por el tío
«Perniles», donde edificó también una hermosa capilla-panteón, llamada «Villa Julia» dedicada a su esposa. Actualmente
el caserío se conoce como «El
Chorrito». La capilla parece diseñada por el arquitecto Repullés y fue construida por Antonino Prieto, académico, contratis-
El Chorrito (Zorita de los Molinos).
58
RUTA
DE
ANTIGUOS POLÍTICOS
Y
MINISTROS
Sagasta (1825-1903), con quien
el general había compartido gabinete ministerial. Sagasta tenía
casa en Avila, en la plaza del
Mercado Grande, y en ella solía
pasar los veranos, tiempo éste
en que coincidía con su antiguo
ministro.
NICASIO VELAYOS
Y SANCHEZ ALBORNOZ
Bermúdez Reina.
ta y restaurador de las murallas de Avila, la basílica de San
Vicente, el palacio de Polentinos y el puente de Avila sobre
el Adaja. Bermúdez Reina nació
en Sevilla y fue diputado, gobernador militar de Bilbao y luchador contra los carlistas, ministro del Supremo de Guerra y
Marina, fiscal militar y escritor.
En Mingorría el general Bermúdez Reina conoció a antiguos seguidores de don Carlos,
los más pudientes del pueblo.
Por tal motivo, estuvieron desterrados al terminar la guerra carlista que ganó el general, el médico, el notario y acaudalados
labradores. Y, paradojas de la
historia, mientras medio pueblo
lloraba el destierro de los carlistas de la localidad, la otra mitad
festejaba el fin de la guerra con
repique de campanas, tirada de
cohetes y bailes públicos, tal y
como se recoge en las actas
municipales de febrero y marzo
de 1876. Un año antes el pueblo también había festejado la
proclamación del rey Alfonso XII.
En sus visitas, el general Bermúdez Reina se hacía afeitar
por el barbero Angel Alvarez;
aunque en un primer momento
le confundió con un carbonero,
dado su aspecto, después siempre solicitaba sus servicios.
Y al igual que lo hacía Bermúdez Reina, también visitaba
estas tierras el Presidente del
Gobierno don Mateo Práxedes
Durante la Segunda República dos diputados abulenses desempeñaron el cargo de ministro, y éstos fueron don Nicasio
Nicasio Velayos.
Velayos y Velayos, y don Claudio Sánchez Albornoz.
Nicasio Velayos tenía su herencia familiar en el pueblo de
Cardeñosa, por lo que no es
de extrañar su participación coPuente de Zorita
RUTA
DE
ANTIGUOS POLÍTICOS
mo diputado en los actos de
1917 conmemorativos del centenario de la venerable María
Vela, natural de dicho pueblo.
Este abogado y político fue Diputado conservador por Avila
en todas las elecciones que se
sucedieron desde 1916 por el
Partido Agrario, llegando a ser
nombrado Ministro de Agricultura en 1935. En Mingorría se le
recuerda por su promesa electoral, que se cumplió con la reconstrucción del puente que
cruza el río Adaja en Zorita de
los Molinos.
Sánchez Albornoz.
Claudio Sánchez Albornoz
(1893-1984) pertenecía al partido Acción Republicana, de Manuel Azaña. Aquí recordamos
que fue Azaña quien tradujo «La
Biblia de España» de George
Borrow, donde se cuenta como
el alcalde y el cura de Velayos,
acusados de carlistas, detuvieron en agosto de 1838 al criado
del autor inglés. Don Claudio
era un republicano de centro izquierda, como lo era el gobierno municipal de Mingorría, y
tenía una especial relación amistosa con su alcalde, Miguel Camarero, cantero y contratista de
piedra, cuya casa solía visitar
con frecuencia. Sánchez Albornoz fue un historiador metido a
política, y como diputado dejó
oír su voz en el Congreso en
Y
MINISTROS
59
defensa de los campesinos abulenses de Urraca Miguel y Mombeltrán. Además ocupó el cargo
de Ministro de Estado (Asuntos
Exteriores) en 1933, embajador
en Lisboa y Presidente del Gobierno Republicano en el exilio
durante 1962 a 1970.
«LA PASIONARIA» Y
PILAR PRIMO DE RIVERA
Para Paul Preston («Las Tres
Españas del 36»), Dolores Ibárruri y Pilar Primo de Rivera forman parte del grupo de figuras
indiscutibles y relevantes que
hicieron la historia de la España
de 1936, tanto que las equipara
con Franco, Azaña, Millán Astray, José Antonio Primo de Rivera, Madariaga, Indalecio Prieto y Besteiro. En nuestro viaje
mágico hemos descubierto pequeños detalles que parecen
engrandecer el significado histórico de nuestros pueblos, para lo que acudimos a las siguientes anécdotas.
Dolores Ibárruri «La Pasionaria» (1895-1989) nació en el
pueblo minero de Gallarta (Vizcaya), donde coincidió en la escuela con las hijas de José Bermejo, minero emigrante de Santo Domingo de las Posadas,
así como con las de otros mineros emigrantes de Mingorría.
«La Pasionaria», aunque su padre militó en el carlismo, fue una
«La Pasionaria».
60
RUTA
DE
ANTIGUOS POLÍTICOS
diputada comunista admirada
por los obreros de Mingorría, a
los que animaba por radio para
resistir, luchar y perseverar en
sus ideas frente a los nacionales golpistas. Los lugareños recuerdan especialmente la celebración del primero de mayo de
1936, fiesta del trabajo, donde
destacó también la fuerza reivindicadora de las mujeres, tanto que alguna de ellas fue apodada «Pasionaria».
Como fiel reflejo de la división social de la época llama la
atención la presencia en Mingorría de Pilar Primero de Rivera
(1907-1991), la antítesis ideoló-
Pilar Primo de Rivera.
gica de «La Pasionaria», hija del
dictador Miguel Primo de Rivera y hermana de José Antonio,
fundador de Falange Española.
Durante 50 años dirigió y mantuvo viva la «Sección Femenina», la organización de mujeres
del régimen franquista basada en
los valores católicos tradicionales
y la defensa de la
familia y el hogar.
La «Sección Femenina» ocupó así
en la postguerra el
lugar que durante
la república llenaron las «Misiones
Pe d a g ó g i c a s » ,
época que coincidió con la crea-
Y
MINISTROS
ción de la biblioteca de Mingorría en 1933.
Pilar Primo de Rivera destaca
en su autobiografía una anécdota de las actividades que promovía su organización:
«En 1937 la Hermandad de la
Ciudad y el Campo organizó un
servicio que consistía en ir a trabajar en el campo para suplir a
los hombres que estaban en la
guerra. Ibamos a ayudar en grupo de cinco o seis camaradas.
Yo fui a trabajar en un campo de
Mingorría. Empezábamos a las
cinco de la mañana y nos enseñaron a manejar la hoz y a coger, de una cierta manera, con
la mano, un montón de espigas
para cortarlas de una vez».
En 1937, una fuerte nevada
cortó la carretera, por lo que
ese día la posada de Mingorría
se llenó de arrieros y viajantes
para pasar la noche. Entre los
ilustres inquilinos, la posadera
Rufina Cid Ibarzábal recuerda a
Pilar Primo de Rivera, quien tuvo que hacer un alto para pasar
la noche cuando regresaba de
Valladolid a Madrid.
La historia reciente de los
pueblos del Adaja ha dado y
traído nuevos personajes. Pero
el viaje de éstos daría para una
nueva ruta que conviene trazar
en otra ocasión.
Mingorría. Sección femenina
en la era (foto Mayoral, 1937).
■ A DESTACAR. Los pueblos
de la ribera del Adaja, como los
de la mayoría de la provincia, han
mantenido a lo largo de su historia una especial dependencia económica y espiritual de la catedral
abulense y de su obispo. Por
ello las periódicas visitas de los
prelados a los lugares y aldeas
de la diócesis tenían un carácter
evangelizador y también material, al comprobarse en ellas el
estado de las cuentas y rentas
de sus cuantiosos bienes.
■ La ruta. Comprende los viajes que hicieron los antiguos obispos abulenses por nuestros pueblos, siguiendo para ello la rigurosa obra de Tomás Sobrino Chomón sobre el «Episcopado Abulense en los siglos XVI-XIX». Las
visitas episcopales y otras peculiaridades del obispado abulense, por su destacable influencia
en el medio rural, se muestran al
viajero como un exponente más
de la identidad histórica de los
pueblos que quieren ser redescubiertos.
■ Cómo llegar. Todos los pueblos de la zona fueron visitados
por los obispos de la diócesis,
por lo que es fácil recorrer los pasos de los antiguos prelados como si fueran los últimos «señores feudales». Los caminos de
antaño son ahora las carreteras
que parten de Avila hacia Arévalo por Cardeñosa o por Mingorría.
■ Qué ver. Hasta la desamortización eclesiástica del siglo XIX,
pertenecieron al Cabildo y la Iglesia Catedral de Avila numerosas
viñas y tierras, molinos, casas,
paneras, pajares y otros bienes
que aún se conservan. Las iglesias y ermitas todavía son testigos de aquellas visitas pastorales que realzaban la monotonía
diaria de los campesinos. Anécdotas como la referida al famoso
pan de Mingorría o el contencioso que plantearon los mineros
de San Esteban de los Patos.
■ Aliciente. Recorrer los pueblos por donde lo hacían los antiguos Obispos en visitas pastorales y administrativas.
Cardeñosa.
RUTA DE
LOS OBISPOS
l Obispo don Lorenzo
E
Otaduy Avedaño significó a Cardeñosa apoderando en 1601 a Miguel del
Carpio, clérigo presbítero,
beneficiado de la parroquial
iglesia de San Vicente de la
ciudad de Avila y natural de
dicho lugar. Con este poder, el cura de Cardeñosa
presentó al Papa la relación
o informe de la diócesis.
En 1613 el Obispo abulense Juan Alvarez de Caldas tramitó la concesión de
los beneficios de una bula
del Papa Paulo V a la cofradía de Mingorría que devocionaba a la Virgen del Rosario, según el pergamino
que se conserva en la iglesia parroquial.
La relación o informe que
en 1655 remite el Obispo
Bernardo de Ataide a Roma destaca Cardeñosa como una de las más insignes
y nobles villas del señorío
de la diócesis de Avila, jun-
62
RUTA
to con Arévalo, Madrigal, Fontiveros, Barco, Piedrahíta, Mombeltrán, Arenas y Las Navas.
En su informe, el Obispo Francisco de Rojas Borja añade en
1664: «Cardeñosa, de donde fue
natural santa Barbada, y la madre Ysabel de Santo Domingo,
compañera de Santa Teresa, tiene cuatro clérigos y quatrocientos vecinos».
Al poco tiempo de llegar a
Avila, el 20 de agosto de 1700,
el Obispo don Gregorio de Solorzano tomó el camino de Velayos y otros lugares de Arévalo para llevar a cabo las confirmaciones.
Zorita de los Molinos.
El Obispo Narciso de Queralt visitó el lugar de Zorita de
los Molinos el 4 de mayo de
1740, tal y como se reseña en
el Libro de Fábrica de la parroquia y recoge José Luis Sastre
en la revista «Olalla». En estos
años Zorita tiene medio centenar de habitantes y cura propio,
mientras que el escribano es de
Cardeñosa, el herrador de Peñalba y el tabernero de Mingorría, siendo de fuera también el
cirujano; tiene once casas diversas, una de juntas del concejo y cárcel, una taberna, una
fragua, una cilla, dos lagares,
dos bodegas, una panera del
curato, ocho pajares y media
DE LOS
OBISPOS
docena de molinos en el Adaja.
Las tierras son labradas por los
lugareños y otros de Peñalba,
Cardeñosa y Mingorría. Con motivo de la visita pastoral el Obispo comprueba la observancia
de los decretos episcopales, las
cuentas, los apeos y otras consideraciones doctrinales, mandando:
«Que todas las personas que
estuvieren debiendo cantidades
maravedíes, granos y otras especies a dicha iglesia, fundación de ánimas y demás obras
pías en este dicho lugar, paguen
las cantidades de sus descubrimientos en el término de treinta
días siguientes al de la notificación, y pasado no habiéndolo hecho procederá dicho Cura
contra los morosos por embargo, rentas de bienes y demás
rigor...».
Don Narciso de Queralt llegó
a Avila en 1738 y se encontró
una ciudad semidesierta, habitada en su mayor parte por clérigos y religiosos, pues toda la
nobleza había emigrado a Madrid. Murió en el pueblo de El
Oso, cercano a Las Berlanas, el
13 de enero de 1743, donde se
detuvo a pasar la noche al encontrarse enfermo, cuando volvía de Cabezas del Pozo y otros
pueblos de la Moraña.
Velayos.
RUTA
DE LOS
OBISPOS
El 24 de julio de 1743, don Pedro González anuncia su llegada al lugar de Velayos para ponerse a disposición del cabildo
abulense como su nuevo Obispo, trasladado de su antiguo
destino en Puebla (México). Después de pasar la noche en Velayos, al día siguiente se dirigió
hasta Avila para tomar posesión
de su cargo, pasando por Santo Domingo de las Posadas y
Mingorría.
En 1761 el Obispo don Raimundo Velarde y Cienfuegos
visitó Las Berlanas, aquí revisó
las cuentas de la parroquia y de
las ermitas de La Concepción,
Angustias y San Juan Bautista.
En 1792 quien recorrió las parroquias de la zona fue el Visitador del Obispo fray Julián de
Gascueña, comprobando la ruina de la ermita de San Juan, en
Las Berlanas. Barrio Rivilla.
el barrio de Rivilla de Las Berlanas, a partir de entonces esta
ermita quedó cerrada al culto.
El Obispo don Ramón-María
de Adurriaga y Uribe permaneció en Avila desde 1824 hasta 1841, donde llegó después de
haber estado en la cárcel y desterrado por ser extremadamente beligerante a favor de sus
ideas conservadoras frente al li-
Mingorría.
beralismo francés, las Cortes
de Cádiz y el trienio liberal. De
esta mentalidad conservadora
comulgaba también el cura de
Velayos, a quien se refiere el viajero inglés George Borrow en
1838, implicándole como carlista en la detención de su criado.
Por otro lado, cabe destacar
que en la comida diaria del Palacio Episcopal nunca faltaba el
pan de Mingorría, tal y como
se relaciona en el libro de gastos de 1831.
En febrero de 1850 el Obispo
don Manuel López Santisteban recorre los pueblos de la
zona de Velayos siguiendo el
itinerario de la margen derecha
del Adaja. En esta visita predica
al pueblo apiñado en el templo,
administra la confirmación a numerosas personas y revisa las
cuentas y estados de iglesia y
cofradías. Llama la atención en
el epistolario de este Obispo
el relato del contencioso que
plantearon en 1851 los trabajadores de la mina de cobre
«Santa Agueda», sita en San Esteban de los Patos, ante la negativa del cura de Mingorría, de
quien dependía la parroquia, a
absolver a los mineros del precepto pascual de asistir a misa
los domingos; como testimonia
el siguiente texto:
64
RUTA
DE LOS
OBISPOS
San Esteban de los Patos.
«Excmo. Sr. Subinspector de
Minas de la Provincia de Avila.
La Junta de Gobierno de la Mina Santa Agueda en término de
San Esteban de los Patos, a V.E.
con el respeto debido expone:
Que con fecha 24 de p.p. mes
recibió del Administrador en ella
una comunicación manifestando haber recurrido a él los trabajadores de la Mina solicitando remedio a la alarma y desconsuelo que ha derramado en
ellos el Sr. Cura del pueblo negándoles la absolución al precepto pascual con que han tratado de cumplir. La negativa del
Sr. Cura, según relación de los
mismos, parece la funda en que
han trabajado algunos días de
fiesta, alegando no estar autorizado para absolver, toda vez
que no se recurra para ello al Sr.
Obispo. Esta Junta no quiere
calificar esta conducta ni sus
asertos, pero V.E. como Jefe de
la Administración del Ramo sabe muy bien lo que la Ley de
Minas explícitamente establece
en este particular, y por lo tanto:
A V.E. suplica se sirva proveer lo
conveniente haciendo respetar
la citada ley, y que en lo sucesivo no se inquiete la conciencia
de los trabajadores dejándoles
en el libre ejercicio de su profesión. Así lo espera de la justifi-
cada rectitud de V.E. a quien
Dios guarde muchos años. Madrid 13 de Mayo de 1851. Julián
Martínez».
«Sr. Gobernador de esta Provincia. Sepa V.S. que hay mucho, y por lo que voy a decir verá lo inoportuno e inconducente
del contexto de la representación que ha dirigido el gobierno
de la Mina por medio del Administrador.
Si el cura de San Esteban de
los Patos ha absuelto o no para
el precepto pascual a los trabajadores en la mina, es un hecho
que me está prohibido averiguar, porque está envuelto en el
sigilo sacramental de la Penitencia que sabe V.S. es negocio
muy arduo y prohibido de revelar ni directa ni indirectamente.
En que los trabajadores hayan
cometido un pecado grave o leve por haber trabajado en día
festivo en la mina sin que haya
precedido mi habilitación, no es
pecado reservado, y por eso
ningún párroco está inhibido de
dar la absolución supuesta la
buena disposición del penitente. Luego la alarma de los trabajadores envuelve sospechas vehementes de que si no fueron
absueltos será por otros pecados, o si lo fue por el de trabajar en día festivo, estará acom-
RUTA
DE LOS
OBISPOS
pañado de circunstancias que
los inhabilitarían para la absolución... Avila, julio 18 de 1851.
Manuel Obispo de Avila».
En febrero de 1854 falleció el
Obispo Fray Gregorio, a quien
le sucedió Juan Alfonso de Alburquerque, y en este mismo
año fue ordenado sacerdote
Juan Pajares Alvarez, natural de
Mingorría y posterior canónigo
de la catedral y profesor del seminario.
El Obispo don Juan Alfonso
de Alburquerque viajó en septiembre de 1857 hasta la parroquia de la Venta de San Vicente, cuya iglesia señorial, toda
de piedra granítica labrada en
las inmediaciones, agrupaba las
aldeas de Gallegos, Cortos, Tolbaños, Saornil y Escalonilla. Desde aquí se trasladó por la cañada real que discurre por frondosos encinares hasta Velayos,
con visitas posteriores en Vega
de Santa María, Pozanco, Santo Domingo de las Posadas,
Zorita y Mingorría. La hermosa
iglesia de la Venta de San Vicente recibe de nuevo la visita
del Obispo en 1861, esta vez se
trata de Fray Fernando Blanco
Lorenzo.
En 1884, el Alcalde de Monsalupe solicita al Obispo don
Ciriaco M.ª Sancha Hervás,
Monsalupe.
un sacerdote para que atendiera la parroquia del lugar, ante la
ausencia de cura de almas que
inquietaba a la población.
Otras numerosas visitas pastorales se sucedieron durante el
siglo XX, esta vez con menos carácter material, pues los bienes
eclesiásticos habían sido todos
vendidos en desamortización
durante el siglo pasado, aunque la iglesia siguió manteniendo una importante influencia en
la sociedad rural.
Venta de San Vicente.
66
RUTA
DE LOS
LABRADORES
¡Esta sí que es siega de vida!
¡Esta sí que es siega de flor!
Hoy, segadores de España,
vení a ver a La Moraña
trigo blanco y sin argaña,
que de verlo es bendición.
Lope de Vega.
Ensacando el grano
en la era de Mingorría.
RUTA DE LOS LABRADORES
■ A DESTACAR. La historia
y la cultura con la que se identifican los pueblos del Adaja
está íntimamente vinculada a
sus formas de vida, siendo la
agricultura y la ganadería las
actividades que han impregnado las señas de identidad de
sus gentes. La realización de las
antiguas faenas agrícolas de
la misma forma que se hacían
hace cientos de años constituye un testimonio vivo que todavía hoy puede contemplarse en la zona de Gallegos y
Brieva. Igualmente, son numerosos los aperos de labranza
que se conservan en las casas,
corrales, pajares y paneras de
las localidades de la zona.
■ La ruta. Recorrido descriptivo de las faenas agrícolas realizadas tradicionalmente por
los labradores, según texto de
Teófilo Domínguez (Mingorría
1917-1995). Además, viajamos
con los últimos yunteros y agricultores a la antigua usanza.
Por un lado, se recopila el proceso literario de la siembra y la
recolección, y por otro se rescatan los personajes vivos que
aún mantienen los viejos usos.
■ Cómo llegar. Los pueblos
de la ribera del Adaja tienen
fácil acceso por las carreteras que discurren paralelas al
río en dirección Arévalo, y en
ellos todavía abundan numerosas dependencias agrícolas.
En las eras quedan viejas casetas de aperos y restos de
viejos carros, y en Gallegos
de San Vicente y Brieva aún
perviven las faenas realizadas
con vacas y burros. A estos
pueblos se llega desde Tolbaños por Mingorría, o mejor
desde la capital abulense por
el devío de Vicolozano, en la
carretera de Madrid N-110.
■ Qué ver. Viejos establos y
dependencias agropecuarias,
viejos aperos de labranza conservados en antiguos edificios
o abandonados en las eras y,
sobre todo, las faenas agrícolas que se realizan como antaño en las mismas o en Gallegos y Brieva.
■ Aliciente. Descubrir el extraordinario contraste que presentan los trabajos agrícolas
actuales con los que se realizan como hace cien años.
RUTA
Segadores en Mingorría.
LOS SEGADORES
«Cuando las mieses presentaban el color de su madurez y
los campos se transformaban
en una extensa sábana de oro,
aparecían en nuestros pueblos
las cuadrillas de segadores;
eran hombres curtidos de soles
y brisas, provistos de hoces de
bien templado acero, las famosas “carboneras” toledanas, y
un manojo de dediles de grueso cuero para proteger la mano
izquierda, expuesta siempre a
las cruentas caricias de la hoz.
Venían segadores extremeños
o de otras zonas de la provincia
que, por ser de clima más cálido, era más temprana la madurez de sus cosechas y terminada su siega se desplazaban a
nuestras tierras para lucrar algunos jornales.
A veces llegaba también alguna cuadrilla de gallegos, pero éstos por lo general en grupos numerosos se dirigían a La
Moraña, a tierra de Madrid y a
los pueblos de La Mancha.
Las cuadrillas de siega se
componían de cuatro o cinco
hoces y un atero; uno de ellos,
por lo general el de más edad,
actuaba como mayoral, entraba
el primero en la mies e iba de-
DE LOS
LABRADORES
positando sobre el surco las
manadas de cereal cortado
sobre las que los otros segadores iban dejando las suyas, formando gavillas que el
atero recogía y juntaba, poniéndolas contrapeadas para
formar el haz que ataba con
una lía de esparto de las que
llevaba en manojo sujetas a
su cintura, atadura que se
deshacía tirando del nudo,
con lo que era fácil desparramar la mies en la era para
formar la parva. Los segadores se dirigían a las tierras
muy de madrugada, después
de haber desayunado frugalmente en la casa de labor (pan
y cebolla, chocolate de morder,
aguardiante, jamón o tocino).
Permanecían los segadores
en las mieses hasta la puesta
del sol, y allí mismo se les suministraban tres comidas en el
día: almuerzo (sopas de ajo y
longaniza), comida (cocido o algún guisado de carne con arroz
y patatas), y merienda (generalmente tacos de jamón o trozos de chorizo, pan y cebolla);
cada cierto tiempo, y siempre
cuando el mayoral lo decidía,
hacían una parada para fumar
un cigarro (a veces también se
les suministraba el tabaco), beber agua, etc., y fuera de eso
no se hacían otros descansos
que los correspondientes a las
comidas y, eso sí, una breve
siesta al mediodía. Puesto el
sol, los segadores se reintegraban a la casa de labor, cenaban
y se marchaban a dormir al pajar o a alguna panera todavía vacía donde ellos mismos habían
situado sendas sacas de paja
que les servían de cama».
LAS ESPIGADORAS
«Complemento indispensable
de los segadores eran las espigadoras; cada día, cuando los
labradores se dirigían con sus
RUTA
DE LOS
LABRADORES
carros a las tierras para recoger
la mies, muy de mañana, en el
arranque de los caminos esperaban grupos de mujeres y niños; una vez informados sobre
la parcela a la que se dirigía el
labrador, seguían al carro o
montaban en él si el gañán se
lo permitía y llegados a su destino las espigadoras permanecían en la linde de la tierra mientras se recogían los haces y se
cargaba el carro. Terminada dicha faena se desparramaban
por la parcela, recorriéndola paso a paso recogiendo las espigas caídas, con las que formaban manadas realizadas con tal
mimo que a veces se antojaban
ramos de flores; aquellas gentes alegraban los campos con
sus conversaciones, sus risas y
sus canciones».
EL ACARREO, LA TRILLA
Y LA LIMPIA
«Después de la siega se producía el acarreo de las mieses
a la era, la trilla y la limpia. El
traslado de las mieses se hacía
con carros, de ahí la palabra
«acarreo». La trilla se hacía con
trillos consistentes en tres o
cuatro tablones perfecta y rígidamente ensamblados formando un tablero de forma rectan-
69
gular, uno de cuyos extremos
estaba alabeado para permitir
su deslizamiento, y la cara inferior cubierta de pequeñas piedras de cuarzo o pedernal cortadas de forma que presentaran
finas aristas para que el arrastrarlo sobre la parva cortaran y
desmenuzaran la paja a la vez
que liberaban las semillas de
sus receptáculos. El trillo era
arrastrado por una pareja de
animales bóvidos o équidos.
La parva se volvía cada cierto
tiempo para que quedaran por
encima las pajas que no habían
sido cortadas, lo que se realizaba con horcas y horquillos de
madera exigiendo cierta destreza, y una vez trillada se recogía
formando grandes montones que
luego habían de limpiarse separando el grano de la paja.
La limpia se hacía también a
mano; tal labor se llama aventar,
que es dar al viento la mies trillada para que por su acción y
el mayor peso del grano cayera
éste en un montón inmediato y
volara la paja a más distancia
en otro montón. Muy de mañana, apenas apuntaban las primeras claras del día, ya estaban los labradores en la era
pinchando en los montones,
lanzando beldadas al aire para
comprobar su fuerza.
Trillando en Brieva.
70
RUTA
DE LOS
LABRADORES
hombre que resistiera más de
cinco minutos dando a la
manivela, defecto que corrigió el herrero, ajustando en
el eje de las aspas dos martillos que se contrapesaban,
con lo que la máquina se hizo más ligera y eficaz. La
consecuencia más importante de aquella adquisición fue
signo indudable de que se
iniciaba una incipiente mecanización».
PREPARACION
DE LA TIERRA
«Recogidas las cosechas,
empanerados todos los granos y encerrada también la
paja, se comenzaba a preparar la tierra para un nuevo
barbecho y una nueva siembra. La tierra recién cosechada se labraba en una primera vuelta de arado, labor que
se llama lazar; después venían
Aventando la mies.
otras: binar, terciar e incluso
cuartar, que tenían como finaliLa limpia se completaba con
dad remover la tierra para que
el cribado del grano, con lo que
por la acción de los agentes atse dejaba en el suelo sin granmosféricos se enriqueciera adezas ni otras impurezas y apto
cuadamente. Al mismo tiempo,
para ser empanerado.
se repartía en las parcelas barLa aventadora agilizó el trabechadas que no habían sido
bajo de la limpia, si bien ha de
trascoladas con el redeo de las
tenerse en cuenta que no fue
ovejas, el estiércol procedente
sin trabajo, ya que la máquina
de limpiar las cuadras de los
era tan pesada que no había
animales de laMáquina aventadora.
bor que se tenía acumulado
en basureros
situados, casi
siempre, en alguna tierra no
muy lejana del
pueblo; hecha
esta labor, y ya
metidos en el
otoño, se preparaba el terreno para la
siembra y el
inicio de otro
ciclo agrícola.
RUTA
DE LOS
LABRADORES
71
Se comenzaba por poner el
surco a las parcelas, surcos largos y rectos, para lo cual el labrador tomaba un punto en la
distancia y hacia allí dirigía su
mirada y la marcha de yunta,
con lo cual le salían los surcos
derechos como velas, y aquí
surge la anécdota:
“El bueno de Simeón araba
un día en su parcela guiando su
pareja de asnos y, fuera por lo
que fuera, los surcos le salían
torcidos como cuerno de cabra;
otro labrador que pasaba por
allí le llamó la atención sobre
ello; Sime, con su sorna característica, le respondió: –«Es que
no veía el punto»; –«Pues, ¿dónde echaste la mira?», demandó
el otro. –«Ve allí a aquella cisquera que hay al pie el monte
Las Gordillas»; –«¡Pero hombre!,
aquello no es una cisquera, es
el humo del tren», objetó su interlocutor”».
el surco cuyas dos mitades caían sobre el hondón de los surcos anterior y posterior, formando nuevos surcos en los que
quedaban encerradas las semillas en germinación.
A los inicios de la primavera
las siembras estaban urgiendo
que se las limpiara de malas
hierbas, para lo cual se procedía a la operación del escarde.
Por lo general, aquellas mujeres
y aquellos niños que en la recolección se dedicaron al espigueo intervienen ahora al escarde por un módico jornal; surco adelante van cortando con
una pequeña azada (el azuelo)
cada una de las plantas que
crecen junto al cereal impidiendo su normal crecimiento; una
de ellas, quizá la más dañina,
es el vallico o cizaña. Extirpadas las hierbas, las siembras
quedan limpias y preparadas
para una buena granación».
LA SIEMBRA
LOS ANIMALES DE LABOR
«Abiertos los surcos se realizaba la siembra; ésta se hacía
a voleo para los cereales y leguminosas de grano menudo, y
a chorrillo para los garbanzos.
Arrojada la semilla se procedía
a taparla, para lo cual la reja del
arado abría longitudinalmente
Al viajero que recorre y reconoce las bellezas de nuestros
pueblos, algunos en progresivo
abandono por la falta de presencia humana, todavía le asaltan imágenes de aquellas formas de vida ya olvidadas que
son parte de una identidad cul-
Arando con vacas.
Benigno Jiménez.
72
RUTA
DE LOS
LABRADORES
nocimiento al trabajo con el que
agricultores y ganaderos siempre han contribuido a la formación de la historia de los pueblos.
Siguiendo los pasos de Benigno Jiménez, esquilador y
segador en Zorita y los pueblos
de la ribera del Adaja, lo hemos
encontrado en Amavida trabajando con una yunta de vacas.
Benigno tiene 75 años y todavía
desempeña las pequeñas faenas agrícolas que requieren el
cuidado de un huerto familiar o
una tierra de garbanzos que
cultiva para su propio consumo
y el de sus allegados. En este
trabajo resulta inestimable la
ayuda de una yunta de vacas
negras de raza mixta, cruce de
vaca lechera y un toro negro, a
las que llama «Calceta» y «Bragá»; en otras ocasiones las vacas eran cruce de raza morucha con frisona. La vaca más
Yunta de vacas en Gallegos.
vieja la compró en
la feria de Avila hace quince años y
la más joven es hija de ésta. El mismo Benigno «domó» las vacas y
las enseñó a trabajar con el carro y el
arado.
En Gallegos de
San Vicente (anejo de Tolbaños)
acompañamos a
Damián Arroyo
cuando acarreaba paja y también
mientras llenaba
un carro de ramajes y leña de las
encinas que pueblan los montes
que se bañaba en
el río Voltoya. Con
este mismo carro
tirado por una yunta de vacas se emDamián Arroyo.
pleó durante años
como transportista
tural que se resiste al cambio
de los tiempos. Prueba de este
arraigamiento a la tierra se ofrece en la contemplación de esas
vacas negras que tiran de un
carro o un arado guiadas por
un hombre ajeno al devenir cotidiano de la modernidad. Esta
visión casi irreal, y un tanto cinematográfica, actualmente es
un hecho bastante habitual en
algunas localidades abulenses,
al igual que lo era en los años
cincuenta en los campos de toda España.
La utilización de yuntas de
vacas en el desarrollo de las tareas agrícolas, que hoy siguen
empleando algunos labradores
de la provincia de Avila, constituye una actividad tan identificatoria de los que fue el medio
rural no hace muchos años, que
no hemos podido por menos
que escribir esta ruta en reco-
RUTA
DE LOS
LABRADORES
de piedra, la cual era extraída
por los canteros de Mingorría y
debía cargarse en los trenes
que paraban al efecto en la estación de la localidad. Esta actividad de porte de piedra también ocupaba a la mayoría de
labradores de la zona que te-nían yuntas y carro, por lo que recibían un jornal de veinte a
treinta duros. Damián, que ronda los setenta años, mantiene
una pequeña cabaña ganadera
que pasta en los prados del
pueblo, aunque también trabajó como cantero y albañil.
73
mal se forma entonces un todo,
en orden a extraer de la tierra el
mayor rendimiento, donde se
utilizan los servicios del ganado
en paridad con los de los miembros de la propia familia del labrador.
El trato de los animales modela un determinado tipo de
mentalidad, implica la creación
de una especial clase de arquitectura y servicios, y da lugar al
desarrollo de una serie de actividades artesanas. Así, en nuestro caso, el labrador llama a las
vacas por su nombre («Jardine-
Carro adaptado para tirar con burros.
La visión mágica que nos proporciona la imagen del hombre
del año dos mil trabajando el
campo con la ayuda de vacas
negras nos hace recordar, como dice Ramón Grande del Brío
(«Los animales en el medio rural», 1989), que la conquista de
la tierra por obra del hombre
no se habría producido de no
haber contado éste con la inestimable colaboración de los
animales domésticos. Hasta la
invención de las máquinas, el
transporte y el laboreo de los
campos se realizaron mediante
el concurso del animal domesticado. Entre el hombre y el ani-
ra», «Morita», «Gacha», «Dorá»,
«Morucha», etc.), les felicita cuando trabajan bien y les regaña
cuando no le obedecen. Las
cuadras estaban preparadas
para servir de lugar de cobijo y
de comedero. Los potros de
herrar se disponían con grandes piedras junto a la fragua
donde se templaba el hierro de
las herraduras. Y los carreteros
y albarderos fabricaban los carros, aperos y aparejos que después eran utilizados en las faenas agrícolas. Si bien estos oficios ya han desaparecido en la
actualidad, todavía se conservan muestras significativas de
74
RUTA
artesanía surgidas para facilitar
el trabajo del campesino con el
ganado.
Los pequeños agricultores y
ganaderos que mantienen hoy
día yuntas de vacas lo hacen
por puro romanticismo, sin un
especial interés material o económico, y ello porque no han
llegado a integrarse en el proceso de mecanización del campo por la pequeñez del terreno
que cultivan. Y esto ocurre en
los pueblos serranos donde apenas hay grandes explotaciones
agrícolas, contrariamente a lo
que ocurre en La Moraña. Así,
nuestros personajes yunteros
no se plantearon la disyuntiva
de elegir entre mulas o vacas, y
finalmente entre éstas y el tractor. El mantenimiento entonces
de las yuntas obedece también
a una fidelidad primitiva por el
ganado vacuno del que hoy los
labradores que lo utilizan obtienen también leche y terneros, lo
cual antes no ocurría dada la
dedicación exclusiva al laboreo
de la tierra de este ganado.
Los labradores de antaño utilizaban las vacas en las faenas
agrícolas porque eran más baratas que las mulas. En los
años cuarenta una mula de seis
meses costaba catorce mil pe-
DE LOS
LABRADORES
setas, cuando una vaca de tres
años valía tres mil. Las vacas
del terreno o «terrenas» solían
comprarse en la feria de Avila
con tres o cuatro años y se vendían al cabo de otros cua- tro,
cuando había descendido notablemente su capacidad de trabajo. La yunta solían emplearse
para arar, trillar y acarrear, tareas estas en las que también se
empleaban esporádicamente
caballos y burros. Las jornadas de trabajo de una pareja de
vacas solían ser de unas siete
horas diarias, durante las que
se atendía una media de sesenta obradas de tierra cultivada a
lo largo del año, las mulas en
este tiempo atendían las noventa obradas.
Las vacas eran más fáciles
de domar y más fuertes, cómodas y dóciles que las mulas, pero también más torpes, rendían
menos y eran más exigentes
con la comida. Las vacas comían
unas setenta fanegas de algarrobas con paja al año, que el
labrador les echaba en varias
«posturas»; las mulas consumían, por su parte, noventa fanegas de cebada y paja. También los carros y aperos de labranza eran distintos según la
clase de animal empleado en el
Pareja de mulas.
RUTA
DE LOS
LABRADORES
75
Acarreo con vacas.
trabajo agrícola, aunque el carro de mulas podía ser adaptado con una «ayuda» para que
pudiera ser tirado por las vacas.
Si hemos dicho que todavía
pueden verse yuntas en diversos lugares de la provincia, y
concretamente en Gallegos de
San Vicente, no podemos decir
lo mismo de las parejas de mulas, las cuales prácticamente
han desaparecido de los campos, con excepción de las utilizadas para el acarreo de troncos en los pueblos de Tierra
de Pinares y del Valle del Tiétar.
Por ello vale la pena recobrar
las imágenes que aún pueden apreciarse de aquellas formas de vida tan antiguas como
nuestra civilización.
LABRADOR
A LA ANTIGUA USANZA
¡Arre Paloma! ¡Vamos Furia!
Son exclamaciones que salen
de los labios del labrador que
conduce una pareja de burras
que tiran del viejo arado romano. Es una mañana soleada
de sábado, del mes de febrero,
«febrerillo el loco», víspera de
los carnavales del nuevo milenio. Frente a las tapias de la
cárcel de Brieva, un hombre
que pasa de los setenta años
traza surcos rectilíneos en una
parcela rústica como se hacía
hace cientos de años. Los asnos han ocupado el lugar que
dejaron las vacas negras terrenas que fueron sacrificadas en
una campaña de sanidad animal de hace años. El mes de
marzo es tiempo del esquileo
de los burros, y «Paloma», de
veinte años, y «Furia», de siete,
ya tienen necesidad de recortar
su larga pelambrera.
La tierra recibe una segunda
vuelta con el arado en una jornada que ha comenzado a media mañana. Quizás es un poco
tarde, pero es que el campesino estuvo la noche anterior en
un concierto de homenaje a
Verdi en el Auditorio Nacional
de Madrid. Fue un buen concierto, quizás con demasiados
saludos y reverencias –señala el
labrador–, a quien le gusta más
la zarzuela y aunque sus gustos
musicales los manifiesta tocando la caja o el tamboril.
Terminada la faena el campesino sembrará una parte de tirabeques, una legumbre parecida a los guisantes y las judías
verdes, en otra parte cultivará
garbanzos y en otra sandías y
tomates. En otra finca propiedad del Obispado, y de la que
es arrendatario, sembrará ave-
76
RUTA
DE LOS
LABRADORES
de árboles cuyos productos
vende en el mercado abulense
de los viernes, es tam- borilero
y aficionado a la música clásica
del Barroco, asiduamente visita
la Biblioteca de Avila porque le
gusta la lectura, es soltero y vive en Brieva.
El padre de Luis vino de Aldea del Rey, un pueblo de Ciudad Real, en tiempos de la Dictudura de Primo de Rivera, allá
por 1924. Llegó a Brieva como
cantero para trabajar en las
canteras de granito que se explotaban a cierto abierto en la
zona, ante la demanda que exigían las obras de construcción
de la doble vía del Ferrocarril
del Norte. Todavía hoy puede
escucharse el sonido del puntero golpeando las rocas producido por los últimos canteros del
pueblo.
Durante la Guerra Civil estalló una bomba o artefacto en la
vía férrea junto a la estación de
Mingorría. Por este sabotaje
fueron fusilados tres inocentes,
entre los que estaba el padre
de Luis, quien trabajaba
como cantero con el contratista Miguel Camarero,
Alcalde de Mingorría durante la República. Esta
muerte marcó el futuro de
Luis, huérfano a los siete
años y con una hermana cuatro años más pequeña.
A temprana edad nuestro protagonista se inició
en los trabajos del campo.
Como labrador pronto logró componer una pequeña hacienda que adquirió
a un tío suyo, a la vez que
también criaba vacas de
carne y vendía árboles frutales por cuenta de los viveros y algunos que él mismo había cultivado. Fue
cazador de perro y palo, y
vendedor ambulante de
L u i s Pa r d o .
frutas y ultramarinos, sien-
na, mientras que el año pasado
sembró cebada, garbanzos y
algarrobas.
Al viajero que se acerca por
la zona todavía le asombra contemplar cerca de la ciudad de
Avila cómo el hombre conquista
la tierra utilizando para ello animales y antiguos aperos de labranza. Bien es verdad que
nuestro caso es único y excepcional, por lo que su testimonio
vivo tiene una especial relevancia en el conocimiento de nuestra historia.
Todo el ciclo agrícola, tal y
como transcurría antiguamente
en el medio rural y con los mismos medios de entonces, se reproduce cada año, día a día, en
las labores del campo que desarrolla nuestro singular y romántico personaje: Luis Pardo
García, nacido en 1931, y el último labrador a la antigua usanza que queda en Avila. Luis trabaja la tierra con una pareja de
burros, mantiene cuatro cabras
y un gallinero, cultiva un fructífero huerto con gran variedad
RUTA
DE LOS
LABRADORES
do capaz incluso de trabajar la
piedra como su padre o construir una casa. Luis fue durante
algún tiempo Teniente Alcalde
de su pueblo y presume de ideas avanzadas y progresistas,
por ello lamenta el conformismo de las gentes del campo y
su sometimiento tradicional a
los poderes políticos y religiosos establecidos. Con tanta actividad, Luis no ha encontrado
tiempo para echarse novia y casarse, así que todavía permanece soltero.
En la actualidad Luis sigue
trabajando el campo y ejerciendo como labrador al modo tradicional, sin ayudarse de maquinaria alguna. Pero además
de labrador, Luis es músico. Su
afición a la música la desató a
fuerza de escuchar a los antiguos dulzaineros y tamborileros
que amenizaban procesiones y
77
bailes durante las fiestas patronales. Así, a los quince años se
convirtió en alumno del dulzainero Ambrosio Triviño, vecino
del pueblo cercano de Mediana, quien también tocaba la caja y era miembro de la Banda
de Avila. Desde entonces no ha
parado de tocar el tamboril formando pareja con multitud de
dulzaineros.
La música sigue ocupando
un lugar importante en su vida,
tanto que diariamente ensaya
con una caja china marcando el
ritmo de las piezas que suenan
en un radiocassette. Para esta tarea cuenta con un centenar de cintas que forman un
gran repertorio de grabaciones
de músicos populares como
«Los Talaos» o «Polilo y Ojetete», y músicos clásicos como
Albinoni, su preferido, Bach o
Haëndel.
78
Al atardecer de cada día Luis
recoge los animales. A paso
lento, bajo la mirada de los guardianes custodios de la cárcel,
y junto a sus paredones, pasan
la pareja de burros y las cuatro
cabras arropando a su amo.
Primero guarda las cabras en
una vieja casa comprada al
Obispado, y luego los burros
en la cuadra donde antes había
vacas, no sin antes darles agua
en el abravadero. Después da
una vuelta por el gallinero para
protegerlo de las zorras, las
cuales ya han matado quince
gallinas en los últimos días, por
lo que hay que colocar un cepo
y encerrar el gallo y las seis que
quedan. Una vez guardado el
ganado, Luis se sienta delante
de la chimenea, que pronto empieza a llamear, y se dispone a
comer unas sopas de leche que
ya tiene preparadas. Después
continúa la lectura inacabada
del libro que ha sacado de la
biblioteca, titulado «La agricultura en la Edad Media. Cuaderno de historia», sin olvidarse de
leer la hoja diaria del calendario zaragozano que reposa sobre la chimenea. Sobre la ventana está la caja china y los pa-
RUTA
DE LOS
LABRADORES
lillos con los que, si se tercia,
ensayará la percusión de alguna de sus piezas favoritas del
compositor de dulzaina y tamboril Teófilo Sánchez «Talao», o
del músico veneciano Albinoni
(1671-1750).
Además de arar la tierra, Luis
desarrolla las faenas agrícolas
que completan el ciclo anual de
las cosechas, como son la siega, el acarreo, la trilla, la limpia
y el ensacado del grano. En todas ellas utiliza la imprescindible pareja de burros, con los
que conduce un destartalado
carro al que le ha cambiado las
ruedas de radios por unas viejas ruedas de goma recicladas
de algún coche desguazado.
El trabajo manual del campo
supone un gran esfuerzo físico
del que Luis parece no resentirse, pues, como él cuenta, los
dolores esporádicos pasan de
la espalda a una pierna, o a un
brazo, pero no se detienen.
Además para recuperarse de la
fatiga suele pasar algunos días
en la playa de Benidorm o Canarias. Por ello vive feliz en su
pueblo y no entiende como la
gente se hacina y amontona en
las ciudades.
RUTA DE
LOS CARRETEROS
■ A DESTACAR. Los carros
agrícolas y los carreteros, sus
constructores y fabricantes,
así como los labradores que
aún utilizan vacas o burros como animales de tiro, constituyen hoy día importantes testimonios vivos de las señas de
identidad del medio rural abulense. La relevancia de estas
manifestaciones
etnográficas debe apreciarse con
especial sensiblidad, para lo cual
se propone el siguiente viaje mágico.
■ Qué ver. Carros abandonados a su suerte que permanecen inmutables en un
rincón de las eras, o bajo un
tinao medio arruinado. También los hay en buen estado
de conservación y expuestos
como piezas de museo entre
el caserío de alguna finca. Incluso, y esto es sorprendente,
■ La ruta. El viajero amante de la
cultura tradicional que se detiene en nuestros
pueblos todavía
puede contemplar y admirar la
silueta de aquellos viejos carros
que antaño recorrían los caminos y los campos agrícolas.
■ Cómo llegar.
En el recorrido
que hacemos por
los pueblos de la
ribera del Adaja,
tomamos primero el antiguo
camino carretero de AvilaArévalo que sigue paralelo a
la margen derecha del río, y
cuyo trazado coincide con la
actual carretera N-403 de
Avila-Valladolid y después
continuamos por los caminos
que cruzan el Adaja por Zorita y Navares, para llegar a
Gotarrendura, Las Berlanas y
Peñalba.
aun hay carros que siguen
siendo tirados por vacas o burros.
■ Aliciente. La importancia
de los carros en el medio rural
fue tan grande que la posibilidad de poder entretenernos
todavía hoy en su contemplación supone un viaje mágico a
través de la pequeña historia
de nuestros pueblos.
80
RUTA
Carro de mulas en Blascosancho.
or los caminos, el rechinar
de las ruedas de los carros
P
y el sonido de las campanillas
de las caballerías marcaban el
ritmo de bellas canciones de
oficio con las que se distraían
los arrieros y trajinantes en su
deambular solitario. El chirrido
era una de las señas de identidad con la que se caracterizaba
cada carro, tanto que incluso se
colocaban en los ejes de las
ruedas unas arandelas de hierro con el único fin de hacerlas
sonar con el mismo movimiento del carro.
Hemos visto carros en Mingorría, Zorita, Gallegos de San
Vicente, Brieva, Velayos, Vega
de Santa María, Pozanco, Blascosancho, Gotarrendura, Las
Berlanas, Monsalupe y Peñal-
DE LOS
CARRETEROS
ba. Carros actualmente en uso, tirados por
vacas o por burros, todavía pueden observarse en los pueblos
de Gallegos de San
Vicente y Brieva, donde aún se utilizan en
las faenas agrícolas,
los cuales hace décadas desaparecieron de
la Moraña. Estos carros son todos ellos de
ruedas de radios con
llanta de hierro o ferradas.
Entre los carros localizados destacan los carros
pintados característicos de la
tierra llana, sobre los que el viajero se pregunta por los artífices
de tanto arte. Sabemos entonces que la carretería era la actividad artesana que consistía en
fabricar carros y aperos de labranza con los que se desarrollaban una parte importante de
las faenas agrícolas. La historia
y evolución de la fabricación de
carros se remonta, a su vez, a
la historia del transporte sobre
ruedas. Desde que a finales del
cuarto milenio antes de Cristo
fuera inventada la rueda, la necesidad de trasladar y desplazar cualquier objeto aprovechándose de discos giratorios
de madera ha condicionado la
forma que han adoptado los
distintos carros y carretas que
se conocen.
Carro de vacas.
RUTA
DE LOS
CARRETEROS
Los carros han tenido una
gran relevancia para la agricultura, tanto que se hizo indispensable en los trabajos
del campo a partir de mediados del siglo XVIII. Por eso
destacaban los talleres de
carretería como importantes
centros de producción artesana, y el carretero o constructor de carros gozaba de
un cierto prestigio entre la
población, como hombre orgulloso de su oficio y conocedor de técnicas y saberes
superiores a los conocimientos de los labradores, como
escribe Alonso Ponga en su
libro sobre carros. Siguiendo
a este autor diremos que si,
además, el carretero domina
el arte de la fragua y la sierra,
acaba siendo y haciéndose
imprescindible.
Pues bien, estas cualidades se daban en el carretero
de Peñalba Gumersindo Gil, en
cuyo taller estaban empleados
también sus hijos Clementino y
Epigmenio, de este último todavía pueden escucharse sus enseñanzas junto a un bello carro
que fabricó en 1947 y que se
conserva en Zorita de los Molinos, o bien mientras construye
uno nuevo en miniatura. Gumersindo había nacido en Villanueva del Aceral, después vivió en Constanzana y aprendió
el oficio en un taller que había
en Crespos, llegando a Peñalba de Avila en los años veinte,
donde ejercía de carretero Juan
Alcalde, cuando accedió a la
plaza de herrero de la localidad
mediante concurso convocado
por el Ayuntamien-to para atender la fragua del común.
En Mingorría, el taller de carretería situado en la antigua carretera de Avila estaba regentado a principios de siglo por
Casimiro Serrano, descendiente de una familia de carreteros
El carretero de Peñalba.
de la vecina localidad de Velayos. A Casimiro le sucedió en el
oficio Heliodoro Alfayate, quien
llegó desde Riocabado donde
su padre también tenía un taller de carros. Todavía hoy, a las
afueras de Mingorría, en una
finca situada junto a la carretera N-403, pueden verse hasta
media docena de carros de distintas clases desperdigados por
la parcela, como si estuvieran
en la era.
En Velayos, Urbano Serrano
aprendió el oficio de carretero
en el taller que abrió su abuelo
llegado de Madrigal de las Altas Torres. Urbano, junto con
su hermano Catalino, regentó
después el taller de su abuelo y
con él trabajaban cinco artesanos de la madera y un herrero.
Un segundo taller de construcción de carros en Velayos, cercano al anterior y a cual más
importante, era atendido por los
hermanos «Kaiser», Julián y An-
82
RUTA
drés; Julián, además, era el sacristán del pueblo, cargo que
después fue heredado por su
sobrino Leoncio. Completaban
la actividad artesanal de la madera los carpinteros tío Trifón y
tío Calixto.
Llama la atención en este pueblo la existencia de una interesante colección particular de
Carros en Velayos.
Baltasar Monteagudo, formada
por decenas de carros y numerosísimos aperos y útiles de labranza y otras antigüedades. Su
propietario presta estos carros
para el rodaje de películas y su
peculiar museo sirve para ambientar una gran variedad de escenas cinematográficas. Igualmente, a la entrada de la localidad, delante del bar El Chiringuito dos hermosos carros procedentes de la citada colección
engrandecen la perspectiva de
los campos cerealistas.
DE LOS
CARRETEROS
Otros talleres carreteros que
destacaron por su importancia
en La Moraña y Tierra de Arévalo fueron los de Aveinte, Albornos, Flores de Avila y Adanero. En esta última localidad fue
famoso el taller de Jesús Crespo. Sin salir de la provincia, en
la comarca de Barco-Piedrahíta
fueron relevantes los talleres
de Hoyos de Miguel Muñoz y La Aldehuela entre
otros. Estos talleres proliferaron hasta mediado el
siglo XX, momento en el
que la mecanización del
campo se generalizó provocando su cierre.
Los carros que se fabricaban eran de yugos,
de varas y de vacas, o
más simples y pequeños
como carretas, dispuestos para ser tirados por
caballos, mulas, vacas e
incluso burros. Los carros
eran utilizados para el
transporte de la mies una
vez segada en el campo
hasta la era. El grano ensacado se llevaba después en carro hasta las
paneras, y lo mismo ocurre con la paja desde la
era hasta el pajar. El carro
se utilizaba también en
las mudanzas familiares
y portes de cualquier clase; con él se formaban las plazas de toros durante las fiestas y era aprovechado por los
mozos para rondar por las calles, mientras que en tiempos
difíciles servían para hacer barricadas y parapetos como barrera defensiva.
Los canteros, albañiles, chocolateros, fruteros y huertanos
se aprovechaban de los carros
agrícolas para el transporte de
productos y materiales propios
de su actividad, como también
lo hacían los ayuntamientos en
la ejecución de obras municipales.
RUTA
DE LOS
CARRETEROS
La madera era la materia prima empleada en
la fabricación de carros,
y se obtenía de los árboles de la zona, entre
los que destacan el negrillo o álamo negro, el
pino, el fresno y la encina. El hierro procedente
de Bilbao se adquiría en
Avila y con él se formaba el aro de las ruedas
una vez moldeado en la
fragua del taller, y también se realizaban el eje
de las ruedas y demás
piezas de hierro.
Finalmente, si el carro
era de mulas, éste se decoraba
y pintaba como un verdadero
cuadro con multitud de motivos
florales, marinos o figurativos
por verdaderos artistas. Entre
los pintores de carros hay que
destacar el trabajo de Felipe Velayos, vecino de Cardeñosa, y
de su maestro Justo López, pintor de Peñalba. Ambos aparecen como autores de la mayoría de los carros pintados en la
zona durante los años cuarenta. El hijo de Justo, Justino López Jorge, siguió la tradición
paterna desempeñando tam-
83
Carro sin pintar en Gallegos.
bién el oficio de pintor, y fruto de
sus estudios de pintura y dibujo ha sido la reciente exposición
de óleos que ha tenido lugar en
el Casino Abulense durante el
pasado mes de octubre.
Para la reparación y mantenimiento de los carros, la mayoría de los pueblos contaban
con carpinteros y herreros, artesanos todos ellos que también
han contribuido al desarrollo de
las actividades propias del trabajo en el campo.
Zorita de los Molinos. Carro pintado.
84
RUTA
DE LOS
CARRETEROS
¡Que viene el carro!, gritaban
los niños en la plazuela.
Más allá de los barbechos
juegan las cigüeñas
a cantar: «Que ruede el carro,
que el carro ruede la rueda».
Carro de mulas en la era.
R U T A D E L O S PA S T O R E S
■ A DESTACAR. Los pastores representan el mantenimiento de una de las actividades ganaderas más antiguas
de la civilización, la cual se desarrolla del mismo modo que
en el principio de los tiempos.
La imagen de los pastores en
el campo sigue siendo una escena llena de una gran plasticidad y belleza que no debe
pasar desapercibida para los
viajeros.
de fabricación de objetos artísticos hay que acercarse por
la carretera que va desde Mingorría a Zorita, y a no tardar
seguro que aparece la figura de Federico con una talla
en la mano. El escenario que
imaginó Azorín es fácil descubrirlo en Monsalupe, por lo
que basta con llegar hasta el
pueblo.
■ La ruta. El viaje propuesto
surge de improviso cuando
nos aventuramos por los caminos que surcan los campos, pues es frecuente avistar
un rebaño de ovejas. Especial
atención merece el esquileo
que tiene lugar a lo largo del
mes de mayo y la inquietud
artística que surge en el llamado arte pastoril, de igual
manera sorprende la inspiración literaria que tuvo el escritor Azorín con un pastor de
Monsalupe.
■ Qué ver. Para Admirar la
simbiosis que se forma entre
pastores y ovejas inmersos
en un paisaje singular, siempre es bueno charlar con estos auténticos hombres del
campo. La fiesta del esquileo
se celebra todos los años en
cada cija o aprisco. Objetos
del arte pastoril pueden admirarse en las manos de su
autor por las tierras de Zorita
y Mingorría. Los pastores de
Monsalupe y su montecillo de
encinas permanecen inmutables como antaño imaginó
Azorín.
■ Cómo llegar. Los rebaños
de ovejas que cuidan solitarios pastores abundan en todos los campos de la zona
del Adaja, por lo que es fácil
su contemplación, basta con
mirar atentos al horizonte. En
todos los pueblos hay cijas
y encerraderos de ovejas. Para admirar el trabajo en vivo
■ Aliciente. Descubrir el paisaje conquistado por los pastores y sus rebaños como si
el tiempo se hubiera detenido hace miles de años, lo que
llamó la atención de Azorín,
y admirar las sugestivas piezas de arte pastoril fabricadas desde la intuición de sus
artífices.
RUTA
EL PASTOREO
El pastoreo y la cría de ovejas continúa siendo una de las
ocupaciones que se mantienen
dentro de la tradición agrícola y
ganadera de los pueblos del entorno de la ribera del Adaja, al
igual que ocurre en la mayoría
de los pueblos de la provincia.
La cría del ganado ovino para
la obtención de lana y carne ha
sido una actividad característica
de las formas de vida en el medio rural.
Aunque desapareció la actividad textil, la cría de ovejas y el
arte del pastoreo siempre han
perdurado. Los labradores descubrieron el beneficio económico que les supondría la posesión de rebaños que,
aprovechando los pastos de las tierras de
barbecho y las de la
rastrojera, no sólo aumentaría su renta con
la producción de lana
y carne, sino que además les proporcionaba abono orgánico
bueno y barato, lo que
dio lugar al pastoreo
estable, el cual llegó
a alcanzar tal importancia que consagró
el dicho popular de
que «antes labrador
sin orejas que sin
ovejas».
EL ELQUILEO
El esquileo de las
ovejas todavía es una
de las tradiciones pastoriles más peculiares
que, año tras año, se
realizan en las cijas o
apriscos de nuestros
DE LOS
PASTORES
pueblos. Con ello se obtiene
una importante cantidad de lana que, normalmente, ronda los
dos kilos y medio por oveja.
El día del esquileo constituía
un día «festivo» dentro de la actividad agropecuaria de las gentes que viven en el medio rural,
de ahí el dicho popular conocido en Mingorría:
«Tres días hay en el año
que relucen como el sol:
la matanza, el esquileo
y el día de la función».
Ciertamente, la llegada de
los esquiladores alegraba la vida familiar en un ritual donde,
además de la tarea propia de
esquilar ovejas, se degustaba la
chanfaina (arroz con asadura),
el cocido con carne de carnero
y garbanzos de «cura», y la caldereta o guisado de carne de
oveja, y al final de la jornada se
cantaban coplas al son del almirez.
RUTA
DE LOS
PASTORES
87
quileo del rebaño dure
unas dos jornadas.
Finalizado el esquileo,
los vellones de lana quedan apilados en espera
del momento más favorable par la venta a intermediarios que se la llevarán envasada en grandes sacas.
EL ARTE PASTORIL
La temporada de esquileo comienza a finales de abril y se extiende hasta principios de junio.
En este tiempo una cuadrilla de
tres esquiladores esquilan unas
treinta y cinco mil ovejas. Los
esquiladores suelen ser vecinos
de los pueblos de la zona, aunque también llegan de Extremadura, viéndose incluso alguna
cuadrilla de polacos.
Siguiendo la tradición agropecuaria, los ganaderos disponen sus rebaños de ovejas para el esquileo. Los pastores ligan las ovejas atando sus cuatro patas y se las acercan a los
esquiladores. La lana se corta
de tal modo que el vellón se desprende en una sola pieza, como
si fuera una pequeña manta, la
cual es recogida sabiamente
formando una especie de apretado ovillo, tal y como se hacía
antiguamente. La cuadrilla de
esquiladores utilizan para su oficio maquinillas eléctricas, sustituyendo a las antiguas tijeras
de gran tamaño. El ritmo de trabajo impuesto hará que el es-
En nuestro afán por
reencontrarnos con la
cultura popular, y más
concretamente con sus
creadores, hombres y
mujeres sencillos y anónimos que aparecen provistos de una especial
sabiduría como fruto de
su peculiar percepción
de las cosas, nos hemos
acercado en esta ocasión al llamado «arte pastoril»,
ese trabajo artesano que desarrollan los pastores casi de la nada, quienes sin saberlo producen obras de indudable valor.
Para conocer mejor las cualidades artísticas de algunos pastores nos detenemos en los
campos que se bañan en la ribera del río Adaja, en Zorita y
Mingorría. Aquí, en los altozanos, llanos y vaguadas, donde
comienzan las tierras cerealistas de La Moraña abulense, pastorea un hombre delgado y enjuto, tiene la piel curtida por el
sol y el viento, lleva en la cabeza una boina negra calada sobre el pelo blanco o una gorra
visera, que en verano sustituye
por un sombrero de paja. Una
gancha le cuelga del brazo derecho, calza albarcas, sandalias o botas de cuero sobre
gruesos calcetines, el morral lo
lleva en bandolera o sobre el
hombro izquierdo. También va
provisto de una zamarra de
cuero para el frío y de un anorak para la lluvia.
88
De vez en cuando escucha
un pequeño transistor que lleva consigo, aunque prefiere la
conversación con las gentes
del campo. Adopta una postura
con la cabeza agachada mientras camina, e incluso cuando
se detiene en su deambular con
las ovejas, porque con la mirada tiene que atender sus manos que articulan repetidos movimientos. Entre ellas brilla una
pequeña hoja de navaja que se
clava mecánicamente sobre trozos de madera, huesos o cuernos de vaca. De vez en cuando
levanta la vista sobre el rebaño
que le rodea bajo la vigilancia
atenta de los perros. Este hombre de pocas palabras trabaja
con el ganado y crea arte en el
anonimato, disfruta con su obra
y sueña con poder labrar en
Federico labrando una escultura.
RUTA
DE LOS
PASTORES
madera una gran pieza que represente al caballero de «Avila
de los Caballeros». Su vida ha
transcurrido siempre en el campo junto a las ovejas, y del silencio interrumpido por los balidos, que suenan ya como las
olas del mar, le ha llegado la
inspiración y la intuición para
recrear figuras labradas.
Este pastor no es otro que
Federico Gómez Caballero.
Nació hace casi 60 años en el
pueblo abulense de Casasola,
y es el último de una larga generación de cuidadores de ovejas. A los doce años ya era zagal en Extremadura mientras su
padre y su abuelo cuidaban rebaños en la sierra abulense.
Unos años después se trasladó
a la dehesa de Aldealgordo y
posteriormente a San Esteban
de los Patos, y siempre detrás
de las ovejas. Finalmente, en los años
setenta se instaló en
la capital abulense y
con él vino su mujer, y
en Avila vió nacer a
sus tres hijos, los cuales hoy ya ejercen sus
carreras universitarias.
Aunque el hogar familiar está en la ciudad,
Federico se desplaza
todos los días hasta
Mingorría y Zorita donde pastorea un rebaño de ovejas, al igual
que antes lo hacía por
las tierras de Berrocalejo. Su inquietud artística empezó a desarrollarla tardiamente,
pues antes sólo tallaba piezas sin labrar,
aunque en su casa había visto objetos labrados por su bisabuelo.
Ahora su visión plástica de las cosas se recrea en las piezas de
artesanía que modela
entre sus manos, plas-
RUTA
DE LOS
PASTORES
mando así imágenes transformadas en figuras caracterizadas por su peculiar percepción de lo que le rodea.
La inspiración le llega de la
contemplación de la propia
naturaleza, aunque también
se deja contagiar por algunas fotografías que le cautivan. Federico también recuerda cómo su padre y su abuelo se entretenían en tallar
morteros y cucharas que luego irían a parar a los hogares de familiares y amigos, y
también a algún rincón olvidado.
El cuidado del rebaño exige jornadas monótonas y
aburridas de sol a sol y expuestas a las inclemencias del
tiempo, pero el pastor ha sabido combinar este tiempo de soledad con el trabajo artesanal
de sus manos, produciendo interesantes obras labradas en
madera, huesos y cuernos.
La capacidad creativa del
hombre, como expresión de cualidades artísticas innatas de la
persona, queda perfectamente
reflejada en los objetos artesanos que realizaban los pastores
con una pequeña navaja, mientras tenían la vista puesta en los
rebaños. La formación académica suele estar ausente en la
actividad creadora del llamado
arte popular –arte sin conciencia de serlo–, y este es el caso
del conocido como arte pastoril, donde se combinan aspecMortero.
89
Federico labrando un cuerno.
tos mágicos, míticos y legendarios nacidos de la intuición e
imaginación de los pastores.
Nuestro protagonista, Federico Gómez Caballero, es pastor de ovejas y «escultor», trabajos que simultanea actualmente por los campos donde
pastorea, es quizás uno de los
últimos artesanos activos que
quedan en el medio rural, dedicado al mismo tiempo a la ganadería y al arte, lo que hace en
una unidad de acto. En su salida diaria al campo lleva siempre en el morral una tabla, un
trozo de madera, un hueso o un
cuerno, a los que da vida con
formas animadas a base de raspaduras, cortes y hendiduras
de navaja, mientras las ovejas
pastan y los perros vigilan.
La obra de Federico sobrepasa el centenar de piezas y
es testimonio vivo del arte pastoril. Los objetos que esculpe
hoy ya no tienen la utilidad de
antaño, por lo que su único valor es el meramente artístico
y decorativo. Efectivamente, las
cucharas de hueso, las colodras o cuernas, o los morteros
y jarrones de madera no se
90
Bajorrelieve.
destinan al uso doméstico para
el que originalmente fueron ideados, de ahí una mayor libertad
para imaginar sin atender a necesidades cotidianas o de entretenimiento. Prueba de esta
fuerza creativa son los numerosos bajorrelieves tallados en madera donde se dibujan escenas
de la más variada temática, ajenas a la vida rural. Estas tablas
no cumplen ninguna función o
servicio, tan sólo son muestras
de la expresión plástica de su
autor. La madera utilizada suele
ser nogal o espino blanco.
Las obras de Federico podemos clasificarlas, según la forma y el material empleado, en
bajorrelieves y figuras de madera, morteros, cuernos o colodras, y huesos. La técnica empleada en todos los casos es la
misma: con la única ayuda de
una navaja labra figuras en relieve sobre el material que ha
seleccionado y preparado al
efecto, lo que hace directamente, sin plantillas ni bocetos previos. El resultado suele ser una
composición figurativa sobre
un fondo que contribuye a la
escenificación de los personajes labrados.
La temática de los relieves
y figuras suele ser común, con
RUTA
DE LOS
PASTORES
independencia del material empleado, así cabe destacar los
siguientes motivos: retratos, monumentos abulenses, paisajes
urbanos, imágenes religiosas,
animales salvajes y domésticos,
escenas taurinas, cacerías, faenas agrícolas, personajes literarios. En hueso, por su singularidad y tamaño, llaman la atención algunos llaveros y pendientes, empuñaduras de bastón y cucharas.
Ante una producción artística
tan extensa y variada sobresale
una escultura de madera que
representa la imagen de San
Juan de la Cruz. La figura tiene
un metro de alta y sobrepasa
la categoría del arte pastoril
para entrar de lleno en el arte
mayor de la escultura, aunque
la técnica empleada ha sido
la misma. Lógicamente, por su
tamaño, la madera ha debido
labrarse en un lugar estable,
habiendo sido éste la propia
cija donde se recogen las ovejas. Esta imagen, ya terminada
por encargo, se encuentra en la
iglesia de la Concepción de Avila capital.
Le gusta a Federico mostrar
sus obras al gran público, como una forma de contagiar sus
sentimientos y de enseñar la
pequeña historia gráfica que
escribe con su navaja, y lo hace desde su noble condición de
pastor de ovejas que conoce
bien el campo y la naturaleza
humana, por ello, han sido varias las exposiciones donde ha
enseñado su obra.
ANECDOTA LITERARIA
Azorín, publicó en la revista
«Blanco y Negro» del 6 de mayo de 1928 un breve relato imaginario sobre un pastor de Monsalupe, bajo el título «La amada
patria. Padrón de españoles». A
continuación se transcribe íntegramente dicho relato.
RUTA
DE LOS
PASTORES
«Prologuillo galeato.–En mis
andanzas por tierras españolas, singularmente por Castilla,
he ído tomando notas, más notas, muchas notas. Forman esos
apuntes, en mi modesta biblioteca, varios legajos. De uno de
ellos escojo las notas que van a
continuación (...), redactadas en
forma de padrón de vecinos,
con algunas añadiduras y con
una sección de horóscopos, en
que el autor se ha divertido en
adivinar la suerte futura de los
personajes bosquejados.
Martín Cano Tejada.–Natural
de Monsalupe, provincia de Avila; también pastor, es decir, zagal; catorce años. Bien proporcionado; miembros sólidos y
elegantemente esculpidos. Faz
simpática; tez de un moreno,
curtido, bronceado; ojos claros
y de viva bondad y simpatía.
Gobierna un corto hato de
ovejas; todas le quieren; él tiene una pedilecta: la Remirada.
Cuando come le da un pedazo
de pan. Ha sido siempre pastor;
es hijo de pastores; ahora está
al frente de una punta de ovejas; cuando sea mayor, cuando
su padre sea viejo y no pueda
andar por los montes, él se pondrá al frente del rebaño gran-
91
de. Esto piensan los padres de
Martín; pero el porvenir es otro.
Y es otro de acuerdo con los
presentimientos de la madre; la
madre del pastorcito siempre ha
tenido la secreta tristeza de que
Martinito fuera pastor. Este niño
tan bello, con tan claros ojos,
con una faz que irradia tan simpatía, tal bondad, ¿había de ser
siempre un rudo apacentador
de ovejas? Y la madre de Martinito tenía razón.
Horóscopo.–Un día la marquesa de Valmina desea, por
Navidad, hacer, en su palacio
de la calle de Fuencarral, un nacimiento al vivo. Los montes en
que pacen los ganados a que
hemos hecho antes referencia
son de la marquesa de Valmina.
Edad de la marquesa: cuarenta
y cinco años. Estado: viuda. Para satisfacer su deseo, la marquesa hace venir del monte a
Martinito y a su oveja predilecta,
la Remirada; otros pastores vienen también; otras ovejas –con
algún mastín guardador– son traídas, asimismo. La función que
se celebra en el teatro del palacio es espléndida; Rodrigo Farinós, especialista en comedias
sacras, ha escrito el texto de la
obra que se representa en el tea-
Pastoreando en Monsalupe.
92
tro. Martinito encanta a todos
por su belleza varonil y sus palabras sencillas y cordiales. Durante la representación, se apaga la luz eléctrica: una avería lamentable. De pronto, Martinito
se siente envuelto en un ambiente de penetrante perfume, y
unos labios carnosos, frescos,
húmedos, se apoyan, un segundo, con pasión, con ímpetu, en
su cara... Al hacerse otra vez la
luz, por allí dentro, entre bastidores, no se sabe dónde, se oye,
repentinamente, un golpe, como una bofetada, y a seguida
voces coléricas, imprecaciones,
denuestos, llantos. A la mañana
siguiente, antes de ser de día,
despiertan violentamente a Martinito, y casi a empellones lo meten en un automóvil y lo llevan
rápidamente a su majada.
Un año después, una mañana, en La Gaceta, aparece el
nombramiento de un señor para
un cargo lejos de España. Un
Campos de Monsalupe.
RUTA
DE LOS
PASTORES
mes después, Martinito es traído al palacio de la calle de Fuencarral. En el palacio, el pastorcito desempeña el oficio de ayudante del cocinero; pero pasa
pronto de la cocina al comedor.
Y en el comedor no es larga
tampoco su estada. Ya Martín
es un hombre alto, arrogante,
esbelto, gallardo. Sus ojos claros, luminosos, atraen a todos.
De mozo de comedor pasa a
ser lacayo. Se va imponiendo ya
en la casa.
El administrador de la marquesa es un señor viejo, achacoso; Martín conoce ya toda la
administración de la casa: no
hay secreto para él; su opinión
es requerida en los asuntos difíciles. Muere el administrador.
Martín ocupa su cargo. De Martinito ha pasado a ser Martín;
ahora es don Martín. Años más
tarde será consejero de algunas
importantes sociedades. Concurre al Casino de Madrid; tiene
allí su tertulia; es sencillo, afable; no evita el hablar de sus orígenes humildes.
Hay quien dice que está
casado en secreto con la
marquesa de Valmina; no
se ha podido averiguar la
verdad del caso; lo cierto
es que cuando la marquesa muere, don Martín es su
heredero universal; unos
parientes de la marquesa le
ponen pleito al heredero;
Martín gana el pleito; como
ha hecho un espléndido donativo para una fundación
benéfica es recompensado
con un título nobiliario: el
de conde de Cano-Tejada.
Está un poco enfermo; ¡lástima que el dinero no lo resuelva todo! Ahora, que es
uno de los primeros accionistas del Banco de España, le falta la salud. Dentro
de dos años, en agosto,
morirá de un ataque de uremia, en Vichy».
RUTA DE LA MATANZA
■ A DESTACAR. La tradicional matanza del cerdo continúa siendo un ritual que todavía se mantiene en el medio
rural, tal y como relata Teófilo
Domínguez (Mingorría, 19171995) en el texto que sigue.
En Vega de Santa María y en
Gotarrendura se celebra la
fiesta de la matanza para todo
el pueblo en un acto reivindicativo por mantener las costumbres típicas.
■ La ruta. Descripción de
una de las actividades más
características de la vida de
nuestros pueblos que continúan celebrándose en diciembre y enero de cada año, principalmente en fines de semana. La fiesta de la Vega suele
ser a mediados de enero.
■ Cómo llegar. El escenario
de las típicas matanzas suele
estar en las propias calles de
los pueblos, por lo que es fácil
acceder a su contemplación. La
fiesta de Vega de Santa María
se realiza en una parte del antiguo edificio escolar situado junto a la carretera que se dirige a
Gotarrendura por Navares y comunica la N-403 y la AV-804.
■ Qué ver. El ritual de la matanza que queda descrito puede vivirse en vivo en la mayoría de los pueblos, pudiendo
también disfrutar de la fiesta
que se organiza con tal motivo en La Vega y en Gotarrendura. Llama la atención la actividad que se genera entorno,
donde hombres y mujeres tienen su cometido según las
viejas costumbres.
■ Aliciente. Conocer el proceso artesano de elaboración
de productos cárnicos y alimenticios a partir del cerdo, el
cual ha sido la base de la economía familiar de las gentes
del campo durante siglos. Degustar cualquiera de dichos
productos es una delicia.
iguiendo los escritos
de Teófilo Domínguez
«S
Sanchidrián, cuya narración
se reproduce literalmente,
diremos que cada mañana
los vecinos del pueblo sacaban sus cerdos al ejido y,
junta la piara, el marranero
o porquero los llevaba al
campo a pastar, mas cuando se acercaba el invierno
los marranos que habían alcanzado buena talla se mantenían en la pocilga sometidos a un cebo intensivo,
preparándolos para la ya
cercana matanza.
El cebo de los cerdos
consistía principalmente en
salvados procedentes de la
molturación del trigo, centeno en grano, y patatas coci-
RUTA
DE LA
MATANZA
LA MUERTE DEL CERDO
das (las patatas pequeñas despreciadas en la selección del
tubérculo, vulgarmente llamada
marraneras), con lo que se completaba la alimentación obtenida en el pastoreo. También, se
compraban cebados en las dehesas de Navares, La Albariza
o Las Gordillas, cerdos negros
de montanera, los clásicos de
raza ibérica muy ricos en grasa
(llamados perrotes).
La matanza comenzaba el
día antes de la muerte del cerdo, ya que al atardecer se procedía a picar la cebolla para las
morcillas, con lo que quien más,
quien menos, lloraba por el cerdo antes de haberle matado.
Llegaba la mañana se barría
un trozo de la calle y se cubría
de paja, dejando dicho espacio
preparado para choscarrar el
cerdo, y reunida la familia y algún vecino cogían al gordo animal agarrándole cada uno de
donde podía, pero teniendo
muy buen cuidado de que alguno le sujetara por las orejas para tener la cabeza inmóvil mientras otra persona le ataba fuertemente una cuerda rodeando
el morro para que no pudiera
morder; hecho esto le ponían
sobre la mesa de matar, instrumento rústico formado por una
gruesa tabla de encina o roble
con cuatro patas».
«Puesto el animal sobre la
mesa, y sujeto a fuerza de puños y mañas, el matarife o el
hombre que había de matarle
se situaba detrás de la cabeza
provisto de un cuchillo grande y
bien afilado con el que le infería
una puñalada en el cuello de
abajo hacia arriba; a fin de cortar las yugulares para que sangre bien, pues no es la primera
vez que después de dar por
muerto a un cerdo éste se haya
levantado al ir a choscarrarle.
La sangre que fluía del cuello
del cerdo se recogía en un barreño, removiéndola constantemente con un cucharón de madera o una vara, para evitar la
coagulación, despojándola de
la fibrina que en forma de hilos
quedaba adherida al citado instrumento, cuya sangre se empleaba para hacer las morcillas,
si bien una parte se dejaba coagular para consumirla cocida,
pues frita con cebolla constituye un agradable alimento».
EL CHOSCARRADO
«Muerto el cerdo, se le colocaba sobre el lecho de paja que
se había preparado previamente, dejando algún espacio entre
los cerdos, si eran más de un
animal, y se les cubría con pajas largas recogidas en los rastrojos, o con pajas de centeno
que se tenían reservadas cuando, antiguamente, se ataban los
haces con vencejos; se prendía
fuego al conjunto y se vigilaba
moviendo las pajas adecuadamente con una ahijada o un palo largo, para que no quedaran
cerdas (pelos) sin quemar, y
tampoco el exceso de fuego en
alguna parte quemara la corteza; choscarrada la parte del lomo se volvían los cerdos poniéndolos panza arriba y se repetía la operación».
RUTA
DE LA
MATANZA
EL CERDO EN CANAL
«Una vez choscarrado el cerdo se le ponía sobre la mesa de
matar, se raspaba todo él para
quitarle los restos de ceniza y
cerdas quemadas y se procedía a abrirle en canal haciéndole dos cortes longitudinales y
paralelos desde el morro hasta
la región anal, sacando así una
cinta de tocino, la panceta, con
lo quedaba al descubierto todo
el interior del cuerpo, extrayéndose el vientre del animal formado por el estómago, intestinos, etc. y la asadura (hígado,
corazón y pulmones)».
95
no precisamente por la clase
de materia que se había de manipular, sino porque la hacían
junto a la fuente con agua abundante y fría, lo cual quiere decir que las personas que lo realizaban, comúnmente las mujeres, teminaban la faena medio
heladas; un eficaz remedio contra el frío consistía en una sopa
en vino hecha con rebanadas
de pan frito, caliente y bien azucarada.
Extraídas las vísceras y las
mantecas se cuelga el cerdo de
un travesaño, anilla o gancho
situado en el techo, para lo cual
se ata con una coyunda que se
pasa por el hueso del pubis, de
ahí el dicho “colgar a uno del
hueso del culo”».
LAVADO DE LAS TRIPAS
«Los intestinos o tripas se lavaban cuidadosa y muy escrupulosamente, operación la más
desagradable de la matanza y
LAS MORCILLAS
«El primer producto que se
elabora en la matanza son las
morcillas; la cebolla picada se
mezcla con sangre, arroz cocido, a veces piñones, y algo de
manteca, se salpimienta convenientemente y se embute en las
tripas del intestino grueso; seguidamente se cuecen en caldera de cobre colgada de las
llares sobre el fuego; es bueno
aclarar que las llares consisten
en una cadena con gancho que
96
pende del interior de la chimenea. Algunas amas de casa suelen poner en la masa de las
morcillas, o mondongo, algo de
guindilla para hacer honor a la
receta que especifica que «la
morcilla de la curiosa, picante y
sosa», es por otra parte manjar
muy apreciado.
Era costumbre mandar a las
amistades y familia alguna morcilla y algo de caldo de cocerlas, el sabroso caldobaldo, pero a veces se mandaba sólo el
caldo por lo que se hizo clásico
el dicho: «caldobaldo sin morcilla, a la pailla» (pailla, palabra
que no aparece en el diccionario y que sin embargo se empleaba para designar el horno
de cocer pan que había en muchas casas, anejo a la cocina)».
RUTA
DE LA
MATANZA
dad para separar cada una de
las piezas, cortándolas adecuadamente y distribuyendo en las
artesas cada parte según el destino que hubiera de dársele; por
un lado, los jamones y paletas
(éstas normalmente se solían
deshuesar y picarlas para el
embutido); por otro lado, los lomos y solomillos, las cintas de
tocino de panceta, la careta o
piel de la cabeza, así como el
espinazo y otros huesos y las
costillas, todo lo cual se ponía
en un adobo compuesto por
agua, sal, pimentón y orégano
en el que se tenía varios días,
secándolo después para comerlo como cecina o en diversos guisos; en cuando a los jamones y tocino, se sazonaban
solamente con sal gorda. La carne destinada al embutido se
clasificaba dejando la más magra y limpia a un lado para la
longaniza y la más grasienta y
sanguinolenta se destinaba a
hacer chorizos en los que se
echaban también el callo y el
bofe (estos cocidos), quedando
por otro lado las mantecas y las
dos hojas de tocino, de las que
también se cortaban las papadas que se echaban igualmente al adobo».
CHICHARRONES,
JAMONES Y EMBUTIDOS
«Destazados los cerdos se
llevaba a cabo la elaboración
de los chicharrones, labor que
consistía en freír las mantecas
cortadas en trozos del tamaño
EL DESTACE
«El segundo día de la matanza, una vez conocido el resultado del análisis que de la carne
hubiera hecho el veterinario, se
procedía a destazar el o los cerdos, lo que exigía cierta habili-
RUTA
DE LA
MATANZA
de la palma de la mano y con
ellas la cinta de la parte central
del vientre, lo que se hacía en
caldera colgada de las llares.
Los jamones se apilaban y
se les ponía peso encima para
que la carne se apelmazara; se
les tenía algún tiempo en la sal
y luego se les colgaba bien para curarlos al aire, o bien puestos bajo la campana de la chimenea o cerca de ella para curarlos al humo.
La labor final de la matanza
era la confección del embutido;
la carne, como hemos dicho ya,
seleccionada y clasificada, se
picaba finamente mediante máquinas destinadas al efecto, hecho lo cual se sazonaba con sal
y pimentón, asunto en el que
eran muy duchas las amas de
casa, entre ellas mi madre que
tenía tan buena mano que nunca hubo necesidad de rectificar
el aderezo después de la probadura. Se amasaba la carne y
una vez que estaba debidamente sazonada se embutía en las
tripas del intestino delgado (normalmente las tripas de un cerdo daban espacio suficiente para su propia carne) y si no fueran bastante se completaban
con tripas de vaca que se adquirían secas en el mercado. Para embutir se empleaba la misma máquina que para picar a la
que se le despojaba de las cuchillar y otros elementos sus-
97
tituyéndolos por un embudo;
a medida que la tripa iba llenándose se apretaba la carne
y se picaba con un alfiler para
sacar el aire, atándola una vez
llena por los dos extremos con
un solo hilo o cuerda especial,
con lo que cada longaniza quedaba apta para ser colgada en
las largas varas llamadas «lares» y ésta a su vez colgada del
techo, bien en la cocina si se
quería curarlas al humo, o en
otra habitación si se prefería curarlas al aire.
Como quiera que la carne
se había seleccionado dejando
la de más baja calidad para
98
los chorizos, estos se embutían
en tripa de vaca; y así como la
longaniza (cada longaniza) se
hacía toda seguida de punta a
punta, los chorizos se hacían
en tramos de unos veinte centímetros separados por una cuerda fuertemente atada, lo que se
llama atajarlos; en algunas casas la carne de los chorizos se
mezclaba con carne de cabra
de reses que se habían tenido
guardadas para tal fin».
TODO SE APROVECHA
«Del cerdo se aprovecha todo, pues no sólo son los jamones, lomos, solomillos, embutidos, las ricas morcillas, orejas,
rabo, hueso de espinazo y costillas, chicharrones, manteca, patas, etc.; sino también las cosas
más inverosímiles, como la vejiga que inflándola con una paja
de berceo y golpeándola repetidamente alcanza un buen volumen y se emplea luego para
hacer las navideñas zambombas, si bien a veces se llenan
de manteca que así se conserva fresca para emplearla en determinados guisos, sobre todo
en Galicia donde se ha hecho
famosa con el nombre de «unto» indispensable en el no menos famoso caldo gallego.
Al abrir el cerdo se hace indispensable cortar uno o dos
RUTA
DE LA
MATANZA
trozos según que el animal sea
macho o hembra; en el primer
caso se corta una tajada que
comprende el ano y la natura, y
en el segundo dos tajadas una
correspondiente al ano y la otra
al meato urinario; una y otras
son muy grasientas y cualquiera pensaría que por su naturaleza habrían de desecharse; pues
no, se dejan secar y sirven para engrasar las gruesas botas
de piel de becerro, así como las
botas de vino para suavizarlas y
los atalajes, en sustitución de la
clásica grasa de caballo».
LA FIESTA
Por último hay que hacer constar que la matanza fue una auténtica fiesta en nuestros pueblos; se comía y bebía en abundancia, se entretenían las horas
del atardecer anteriores a la cena en juegos y bromas inocentes, o se ponía baile con guitarra y almirez en las amplias cocinas; las mozas, normalmente
tan modosas y discretas, se salían un poco de sus casillas.
Esta tradición festiva de la
matanza ha sido recuperada últimamente por la peña «El Vendaval» en Vega de Santa María,
que año tras año reproduce el
mismo ritual de antaño en un
acto público que se celebra mediado el mes de enero.
Pe ñ a « E l Ve n d a v a l » .
RUTA DE LOS PANADEROS
■ A DESTACAR. De la tradición histórica hemos heredado la idea que avala la importancia que ha tenido el pan de
Mingorría en los hábitos alimenticios de la ciudad de Avila. La transformación del trigo en harina por los numerosos molinos del Adaja propició que gran parte de la población de Mingorría se dedi-
rría y descripción del proceso
de elaboración, el cual no tardó en extenderse por todos los
pueblos llegado el siglo XX.
cara al oficio de panadero,
convirtiéndose así en los principales proveedores de pan
de la comarca durante siglos.
La peculiaridad de este pan
incluso hizo popular el dicho:
«Tiene la cara como un pan
de Mingorría», para referirse a
alguien carirredondo, con sonrosadas y hermosas mejillas.
antiguos hornos de leña donde se cocía el pan, como por
ejemplo en Mingorría, en Monsalupe y en Gotarrendura. También se conservan las viejas
recetas de dulces y pastas que
hacían las delicias de los comensales.
■ La ruta. Recorrido por la
tradición artesanal de la producción panadera de Mingo-
■ Cómo llegar. Acercarse a
Mingorría por la N-403 es reencontrase con la imagen de
los antiguos panaderos.
■ Qué ver. Todavía se conservan en muchos pueblos los
■ Aliciente. Comprar el pan
y los dulces que se elaboran
en Cardeñosa, Mingorría y Velayos tiene un especial atractivo y sabor a pueblo.
RUTA
Horno de pan de Mingorría.
Avila tiene la fama
de los grandes caballeros,
y Mingorría la tiene
de los grandes panaderos.
El pan siempre ha sido un
producto básico en la economía agraria de nuestros pueblos, donde el trigo fue un cultivo característico de la llanura
morañega, del que escribió Lope de Vega:
Hoy, segadores de España,
vení a ver a la Moraña
trigo blanco y sin argaña,
que de verlo es bendición.
La transformación del trigo
en pan requería primero que el
cereal fuera convertido en harina, lo que se hacía en la multitud de molinos que salpicaban
la ribera del Adaja. Luego los numerosos panaderos de Mingorría elaboraban cuidadosamente los panes, que después vendían en el pueblo y en la capital
abulense, lo que no fue ajeno a
los acontecimientos históricos.
En 1525, escribió José Mayoral: «El concejo de Avila acordó
obligar a las panaderas a vender en el Mercado Chico y en el
Mercado Grande el pan que, por
DE LOS
PANADEROS
andar escaso, lo expedían en
sus casas, no pudiendo proveerse bien las clases menesterosas. Tal era la escasez que
apenas venían las mingorrianas,
principales abastecedoras, durante varios siglos, hasta los primeros del siglo XX, del mercado
de Avila, al que daban una nota
característica».
El precio del pan se intervenía y regulaba en la Edad Media con el establecimiento de
pósitos y alhóndigas destinados al aprovisionamiento de trigo para préstamos en condiciones módicas a los labradores. Así, en 1577, según Mayoral, existían pósitos en Pozanco,
Gotarrendura, Monsalupe, Zorita, Mingorría y Las Berlanas.
Estamos en el siglo XVII, cuando el pueblo de Velayos era señorío de don Antonio Dávila,
quien también era marqués de
las Navas y señor de Villafranca, de Barbedilla, Navalperal, Hoyo de Pinares, Valdecorneja y
Burgohondo y sus pueblos. En
este siglo Felipe II, el 10 de septiembre de 1617, confirmó los oficios de fieles de Cardeñosa; correspondiendo al marqués de
RUTA
DE LOS
PANADEROS
Cardeñosa, artífice en 1640 de
la hazaña contra los franceses
en el puerto de Cádiz, nombrar
las personas que sirvieran los
empleos de justicia y de villa. Cardeñosa era jurisdicción del municipio de Avila, y enviaba a la
capital ovejas, menudos de cabras y otros mantenimientos para venderse en el Mercado Chico y en el Mercado Grande, a la
vez que suministraba leña a Mingorría para que las célebres panaderas mingorrianas surtieran
los mercados, como dice Mayoral al recoger una antigua canción popular con bella melodía:
En Cardeñosa hacen leña
y en Mingorría la queman
para los panes
que a Avila llevan.
La importancia de la industria
panadera fue puesta de manifiesto en el catastro de Ensenada del año 1751, donde se señala que en la villa de Mingorría
hay 211 vecinos y 53 viudas, de
los que 79 son panaderos que
«tratan en vender y masar pan
cocido asi en esta Villa como en
la Ciudad de Avila y otras partes», y producían una utilidad
de 24.200 reales, mientras que
la capital abulense tenía 1.250
vecinos, contaba con 16 pana-
Antiguos panaderos de Mingorría.
101
deros y una utilidad de 14.470
reales. Un siglo después, en
1857, Mingorría seguía contando con 57 panaderos, descendiendo a 42 en 1898. En la actualidad tan sólo se mantiene
una panadería, sita en la calle del
Ejido Alto, y la venta ambulante
de los Hermanos de la Iglesia.
Como nos dice Tomás Sobrino, «interesante en extremo resulta el libro del gasto diario
que se hace en el Palacio del
Ilmo. Sr. Don Ramón María Adurriaga (Obispo de Avila): abarca los años 1831 y siguiente, y
en él se consigna por menudo
cuantas adquisiciones se hicieron en dicho periodo. Conceptos frecuentes de gasto son los
de carnero, vaca, peces, huevos, azúcar, cabritos, leche y
panes de Mingorría».
En 1852 se construyó el primer mercado de abastos que
se abrió en la capital abulense,
las crónicas de esta fecha narran que en dicho mercado se
había previsto un espacio cubierto para las «mingorrianas»
que venían a vender pan.
El proceso de elaboración
del pan, según nos dejó escrito
Teófilo Domínguez Sanchidrián,
se iniciaba a partir de la harina
de trigo candeal rica en gluten
102
que se amasaba limpiamente a
mano. En una artesa se ponía
el agua caliente en la que se disolvía la levadura y la cantidad
justa de sal, donde se echaba
la harina que se mezclaba con
el agua hasta conseguir una pasta que se amasaba concienzudamente, agregando la harina
precisa. Una vez trabajada la
masa se separaba en trozos, a
los que se daba forma aplastada de arriba abajo para hacer
cada hogaza.
El pan, una vez amasado, se
colocaba sobre una cama de
tablas cubiertas con un lienzo y
se tapaba con una manta para
que fermentara (leudar), y una
vez fermentado se introducía en
el horno para su cocción.
Se caracterizaba el pan de
Mingorría por su perfecta cocción. Se fabricaban dos tipos
de piezas: el que llamábamos
«pan blanco», de corteza ligeramente dorada y crujiente, y miga muy blanca seguramente
porque se hacía con harina de
flor; y la hogaza normal de pan
moreno, de corteza también
do- rada pero de un color más
cubierto y miga oscura.
RUTA
DE LOS
PANADEROS
«El buen pan con ojos y el
buen queso sin ellos», y esa era,
quizás, la cualidad más acusada del pan de Mingorría: que la
miga tenía ojos, es decir que
era esponjosa y tersa, de manera que al aplastarla entre las
manos no se hacía «masote».
En cuanto al precio del pan,
los panaderos cobraban en especie. Así como los molineros
maquilaban un celemín por fanega de molienda, los panaderos reservaban para sí una hogaza o dos por hornada, según
las piezas que tuviera ésta.
Ya en tiempos más cercanos
a los nuestros, el panadero llevaba la cuenta de las hogazas
vendidas a cada familia en una
«tarja», que consistía en un listoncillo de madera que quedaba en poder del cliente y en el
que el panadero hacía una muesca a navaja por cada pieza vendida, la cual se cobraba periódicamente en trigo o en dinero,
lo que se recuerda también en
Monsalupe, donde todavía puede admirarse cómo elaboran
pastas y otros dulces a la antigua usanza, si bien ello hoy se
hace con carácter familiar.
Elaboración de
pastas en Monsalupe.
Mingorría.
RUTA DE
LOS POTROS
■ A DESTACAR. Todavía existen complejos pétreos en los
pueblos de la ribera del Adaja que la imaginación popular levantó para ponerle herraduras a las vacas y bueyes, imprescindibles en los trabajos que realizaban los labradores en esta
vieja tierra.
■ La ruta. En localidades como Gallegos de San Vicente, La
Venta, Cortos, Tolbaños, Aldealgordo, Las Gordillas, Mingorría,
Zorita, Pozanco y Peñalba, actualmente se pueden contemplar
las piedras que configuran un singular monumento de troncos
petrificados de árboles centenarios, que se llaman herraderos
o potros, lo que también fue común y general a todos los pueblos.
■ Cómo llegar. El acceso a la contemplación de los potros o
herraderos que todavía se conservan en los pueblos de esta
ruta es fácil, pues se encuentran situados a las afueras de los
núcleos urbanos, junto a los abrevaderos del ganado y la antigua fragua del común, y cerca de la carretera por la que se llega a las distintas localidades.
■ Qué ver. El potro mejor conservado es el situado en Mingorría, ya que recientemente ha sido rehabilitado y completado
con todos sus elementos originales, como se aprecia en la foto.
■ Aliciente. Descubrir singulares «grupos escultóricos» que
todavía se conservan en nuestros pueblos y que tan buen servicios prestaron a los labradores.
104
RUTA
DE LOS
POTROS
Mingorría.
El herradero está formado
por cuatro columnas cuadradas
de granito sin labrar, arrancadas, del mismo campo donde
se levantan, a golpe de martillo.
Son postes sin escuadrar, pero al viajero este tosco conjunto de piedra se le antoja cierto
parecido con los «Cuatro Postes» que, a las afueras de Avila,
eternizan el intento de huída a
Tierra Santa de Teresa de Jesús, claro que los cuatro postes
de los pueblos no tienen connotación alguna con personaPotro en Cortos.
jes o anécdotas históricas, sólo el hombre de campo es su
valedor.
Estos monolitos de piedra
granítica aparecen por la necesidad del labrador de herrar
a sus animales de labranza y
especialmente a las vacas, animales a los que resulta difícil
ponerles las herraduras, llamadas «callos», aún atándolas. Una
vez más, es el arte popular nacido de la necesidad, sin otra
pretensión que hacer más llevaderas las faenas agrícolas a los
míticos bueyes, que se hace
«pueblo» en una graciosa combinación druida de piedras.
En el potro la vaca quedaba encajonada entre los cuatro
postes (en algún pueblo eran
seis), que se cerraban con barras de hierro o palos, como
si de una celda a cielo abierto
se tratara.
Cerca de la casa del veterinario, o dentro de su corral, era
frecuente observar las cuatro
toscas columnas como menhires prehistóricos, y de poste a
poste una barra de hierro forjado por el herrero de la localidad
a fuego lento y golpe de martillo. El potro era la mesa de operaciones y el quirófano donde
tenían lugar las curas difíciles
de los animales más indómitos.
RUTA
DE LOS
POTROS
Otros postros se levantan
a las afueras del pueblo, y allí
es el herrador quien coloca
los callos, que él mismo hace en su fragua, a las vacas.
Estas vacas, negras carbón,
cansadas de arrastrar carros
y recorrer surcos, con apariencia más salvaje que las tozudas mulas o los burros, eran
difíciles de manejar fuera de las
cuatro esquinas del herradero.
Dada su fuerza y corpulencia
era imprevisible cualquier reacción. Es en la cornamenta don-
Potro y fragua en La Venta.
Los potros de estos pueblos
no tienen cubierta, como ocurre
en otros donde las cuatro columnas están coronadas por una
espadaña de palos y tablas o
Potro y fragua en Tolbaños.
de se nos aparece el aspecto
salvaje de las vacas y donde
reside su fuerza; tanto es así
que si se les rompía uno de los
cuernos eran desechadas para
el trabajo.
Potro en Gallegos de S. Vicente.
ramajes y tejas. Ya sólo quedan
las cuatro piedras, símbolos de
una tradición agrícola tan arraigada en estos campos, tantas
veces andados y desandados
por vacas y bueyes negros.
El potro también era utilizado para herrar otros
animales, como las mulas o los burros; aunque
a éstos no fuera necesario encajonarlos, resultaba más cómodo. Para los
niños el potro era el columpio que todavía no había en el patio de la escuela.
Ahora sólo queda la fantasía del pasado.
RUTA DEL VINO
■ A DESTACAR. La recogida de la uva y la posterior elaboración del mosto es una de
las labores tradicionales que
se desarrollan en el campo más
gratificantes, no en vano solía
constituir una fiesta. Ciertamente, la vendimia ha sido una de
las actividades agrícolas más
peculiares que realizaban los
labradores de estas tierras.
Además, la calidad del vino
de la zona, especialmente de
Zorita, fue premiada internacionalmente. Actualmente se
mantienen viñedos para consumo familiar.
■ La ruta. Recorrido por las
labores de la vendimia y la
elaboración del vino que todavía se realizan en los pueblos
del Adaja, donde proliferan lagares, bodegas y guardaviñas
como testimonio de la importancia de los viñedos en la
economía agraria de la zona.
■ Cómo llegar. El verdor que
despiden las vides en agosto
llama la atención del viajero
que puede seguir las carreteras que van de Zorita a Las
Berlanas, o desde La Vega a
Gotarrendura, o hasta Escalonilla y Pozanco. En la mayoría
de los pueblos se conservan
parte de los edificios donde
se transformaba la uva en vino, a los cuales es fácil llegar
por los itinerarios habituales.
■ Qué ver. Todavía pueden
verse algunas viñas y admirarse el proceso artesanal de elala viña, viñadores, que sus
frutos amores son», decía
«A
un verso de Lope de Vega, y así
cada año la vendimia tradicional y familiar se da por concluida con el mes de octubre, pues
como dice el refrán: «Por San
Simón y San Andrés (28 de octubre), cogidas las uvas, tanto
las verdes como las maduras».
boración del vino pisando y
prensando la uva, lo que se lleva a cabo en lagares y lagaretas. Las bodegas excavadas
en tierra bajo las viviendas que
se conservan en Gotarrendura y La Vega son especialmente destacables, así como
la antigua fábrica de aguardientes de Monsalupe o las
abundantes guardaviñas de
Mingorría, sin olvidar los lagares de prensa de viga y tornillo o las grandes tinajas.
■ Aliciente. Aunque los pueblos de la ribera del Adaja ya
no mantienen la importancia
de antaño en su producción
vitivinícola, aún pueden admirarse los procesos artesanales
de la elaboración del vino y el
aguardiente, y piezas interesantes de la arquitectura popular en lagares y bodegas.
El día de la vendimia debe lucir el sol, porque «vendimia en
mojado y cogerás mosto aguado». Los viñadores deben estar
dispuestos a trabajar sin problemas, ya que como dice otro
refrán: «unos valen para vendimiar y otros para sacar cestos».
En esta época, el viajero que
se adentra por los campos que
RUTA
DEL
VINO
ya amarillean el otoño puede
contemplar cómo hombres y mujeres se afanan en la recolección de la uva, una tarea donde
se repite un ritual próximo al olvido por la escasez de viñas.
En las tierras que se asientan
en torno al espacio geográfico
de la ribera del Adaja, todavía
se conservan antiguos lagares
y bodegas, y aún se pueden
observar cómo destacan los viñedos entre los cultivos cerealistas, si bien su verdor no deja
de ser una mancha singular entre los campos de secano.
La vendimia todavía se mantiene desde tiempos medievales como testimonio vivo de una
de las faenas del campo más
características del modo de vida de los habitantes de estas
tierras. Prueba de ello es que en
el siglo XIV el cabildo catedralicio poseía en la zona una tercera parte de sus viñedos, ocupando unas doscientas hectáreas repartidas en pequeñas parcelas de media hectárea o poco más, según el profesor Barrios.
Más aún, en aquella época el
valor de la tierra de viña era muy
superior a la de labrantío, superioridad que se seguirá manteniendo hasta el siglo XIX con un
considerable aumento de las
Ve n d i m i a e n Z o r i t a .
107
tierras de viñedos. A modo de
ejemplo diremos que a finales
del siglo XIII en la zona del Adaja una hectárea de viñedo en
Pajares alcanzaba una precio
de 92 maravedíes, mientras que
una hectárea de tierra de labor
en Pozanco se vendía a 18 maravedíes.
El Catastro de Ensenada recoge en 1751 que sólo en Zorita las tierras dedicadas a viñas
sumaban 80 hectáreas, donde
podían contarse unas ochenta
mil cepas, que producían una
media anual de cien mil litros de
vino, el cual se elaboraba en
dos lagares, se criaba en dos
bodegas y se servía en una taberna, la última fue regentada
por el tío Severiano. En estas fechas la viña era uno de los cultivos más rentables, pagándose
120 reales de vellón en tierras
de primera clase, mientras el trigo llegaba a 75 reales.
La importante producción vinícola de antaño fue descendiendo paulatinamente por el envejecimiento de las vides y su no
replantación, así como su decreciente rentabilidad y las plagas de filoxera que azotaron España desde 1874.
De la importancia que siempre tuvo el vino entre la produc-
108
ción agrícola aún se conservan
numerosos lagares y bodegas
construidas debajo de las casas de los labradores. Muestras
de estas estructuras pueden
contemplarse en la mayoría de
los pueblos de la zona, tales como Cardeñosa, Monsalupe,
Peñalba, Las Berlanas, Gotarrendura, Navares, Blascosancho, Vega de Santa María, Pozanco, Santo Domingo de las
Posadas, Zorita de los Molinos, Mingorría y Escalonilla.
Gotarrendura.
Prensa de viga y tornillo.
Entre ellos llaman la atención
Gotarrendura y La Vega por la
abundancia de bodegas subterráneas.
Los lagares de prensa de
viga y tornillo son los más antiguos, y se caracterizan por su
gran viga de madera incrustada
en uno de sus extremos en la
pared, con un gran tornillo de
madera en el otro extremo sujeto a ella en sentido vertical. A su
vez, este tornillo tiene en su extremo una piedra cuya función
es hacer peso, por lo que al levantarse hace que la viga lo
Mingorría. Caseta guardaviñas.
transmita a la masa de restos
de uva que se va a exprimir una
vez pisada. Ejemplos de estos
lagares se conservan en funcionamiento en Gotarrendura, Peñalba y Mingorría, manteniéndose sin uso en otros pueblos.
Mingorría significó uno de
sus parajes con el nombre de
«Las Viñas», donde se levantaron pequeñas construcciones
de piedra y planta cuadrada conocidas como guardaviñas para el guarda y servir a los labradores y vendimiadores; también
proliferaron los lagares, las bodegas y las tabernas.
Ejemplo del bueno vino de esta tierra fueron los vinos que en
Zorita de los Molinos producía
Celedonio Sastre Serrano, los
cuales fueron merecedores de
la medalla de bronce en la Exposición Universal e Internacional de París en el año 1900,
y la medalla de plata en la Exposición Nacional de Valencia
de 1910. Una calle de Mingorría
lleva el nombre de Celedonio
Sastre, un abogado abulense que
Medalla a los vinos de Zorita.
RUTA
DEL
VINO
109
Bodega en Peñalba.
fue miembro de la Junta Revolucionaria de Avila en 1868, también llegó a ser Alcalde de la capital en 1877 y 1878, y presidente del casino de la ciudad en
1900. Además fue cuñado del
escritor y pensador Jorge Santayana.
La variedad de uva que se
cultivaba antiguamente era la
uva blanca verdial, de excelente calidad, Pero dicha variedad,
como nos cuenta José Luis Sastre en la revista «Olalla», fue sustituida paulatinamente por miedo a la filoxera por una variedad
de uva negra tinto del país y
garnacha de maduración tardía, de donde se elabora vino
de mesa, siendo esta la uva
que se produce actualmente.
Pisando la uva en Zorita.
La abundancia de viñedos en
la zona propició la aparición de
una incipiente industria de elaboración de alcoholes y aguardiente en Monsalupe, de la que
todavía se conservan las dependencias de antaño, tal cual
se edificaron.
La construcción de la fábrica
de aguardiente fue llevada a cabo por Demetrio García allá por
los años cincuenta. Tío Demetrio era uno de los labradores
más pudientes del pueblo. Tenía una importante hacienda que
mantenía con dos o tres parejas
de mulas de labor, e incluso de
bueyes o vacas, y era propietario de un lagar frente a la iglesia. En aquellos años las viñas
todavía ocupaban un gran número de fincas de los pueblos
FABRICACIÓN
DE AGUARDIENTE
110
RUTA
DEL
VINO
Fábrica de aguardiente de Monsalupe.
la incipiente industria que proyectaba construyó un edificio
de gran altura en los terrenos
que poseía junto al arroyo Berlanas, situados en las afueras del pueblo, donde tenía una
huerta con noria y un palomar.
La fábrica fue dotada de dependencias, instalaciones y alambiques apropiados, ocupando a cuatro personas que la
mantenían en funcionamiento ininterrumpido desde octubre hasta abril. El aguardiente elaborado se vendía después, para ser refinado, a
una destilería de Palencia,
donde se utilizaba en la fabricación de anises y coñacs.
El abandono del campo
propició el arranque de viñas
y ante la falta de uva y orujo
la fábrica tuvo que cerrar en
1972. Los mozos de entonces todavía recuerdan aquellas noches frías de invierno,
cuando se reunían de juerga en la fábrica aprovechando que el horno que hacía
funcionar el alambique no
se apagaba ni de día ni de
noche, y que la bebida nunMonsalupe.
ca faltaba.
de la zona, por lo que se producían muchos desechos después de hacer el vino. «Tío Demetrio» decidió entonces aprovechar el orujo que se obtenía
después de la vendimia en la
multitud de lagares que había
en los pueblos y transformarlo
en alcohol o aguardiente. Para
RUTA DE LOS ARRIEROS
Y TRAJINANTES
■ A DESTACAR. Antaño la
actividad comercial que se desarrollaba en el medio rural tenía su máximo exponente en
los arrieros y trajinantes, quienes se ocupaban del transporte y el intercambio de productos de todas las clases.
Después fueron los vendedores ambulantes los que abastecieron de productos y servicios elementales a los habitantes de los pueblos. Estos
vendedores todavía hoy siguen recorriendo calles y plazas ofreciendo una gran variedad de útiles. La visión que
presentan los distintos personajes que visitan los pueblos
para vender sus productos
atestigua la existencia de vida
en lugares que parecen abandonados.
■ La ruta. El viaje que se
presenta sigue los pasos de
los arrieros y trajinantes, o de
los vendedores ambulantes.
Ahora bien, el viajero que sigue esta ruta no vende nada,
sino que acude a enriquecer
su espíritu y sus conocimientos sobre las poblaciones por
las que pasa. La figura de aquellos personajes que iban de
pueblo en pueblo también forma parte de la historia local,
por lo que este itinerario es
como un reencuentro con viejas formas de vida.
■ Cómo llegar. Reproducir
los recorridos que hacían arrieros, trajinantes y vendedores
ambulantes es hacer la ruta
que discurre por la mayoría
de los pueblos de la ribera del
Adaja. Los trayectos que puede realizar el viajero coinciden
entonces con aquéllos, si bien
las carreteras AV-804 y N-403
han provocado la falta de uso
de los numerosos caminos que
unían pueblos y caseríos como una maraña.
Ajero de Las Berlanas.
■ Qué ver. Las calles y plazas de los pueblos y de la capital siguen siendo un buen
puesto de venta para afiladores, meloneros, almendreros,
cacharreros, colchoneros, triperos, ajeros, huertanos y pañeros, entre otros muchos, lo
que debe llamar la atención
de los viajeros. La figura de
estos vendedores todavía sigue cautivando a los vecinos,
aunque ya no son anunciados por el alguacil, y es que
su presencia rompe la monotonía de la vida diaria en el
campo.
■ Aliciente. Reencontrarse
con típicos personajes que
tradicionalmente han formado parte de la vida cotidiana
de la actividad comercial de
los pueblos.
112
RUTA
LOS ANTIGUOS ARRIEROS
Y TRAJINANTES
Los arrieros y trajinantes de
la zona desarrollaron una de las
actividades comerciales más
importantes dentro de la economía local y provincial durante
los siglos XVIII y XIX. En la actualidad, sus herederos, los
transportistas y vendedores ambulantes, tienen una presencia
testimonial en actividades de
porte de ganado, harina y materiales de construcción, y la
venta de pan, ropas, ultramarinos, frutas y hortalizas, y artículos de feria.
Dentro del transporte realizado con animales de carga
existían dos tipos de profesionales: el arriero, que es aquel
que transporta géneros por encargo; y el trajinante, que transporta géneros, dedicándose a
la compraventa de los mismos
por cuenta propia. A pesar de
esta diferencia teórica, en la
realidad el arriero en alguna
ocasión trajinaba y el trajinante
transportaba por cuenta ajena.
En el siglo XVIII está documentada la existencia de arrieros en unas noventa localidades de la provincia, y sus beneficios se calculaban en 946.848
reales anuales. Las mayores
densidades de arrieros se producían en el cuadrante norooriental de la provincia, entre las
localidades de Avila y Arévalo,
ambas incluidas, en las que las
ganancias obtenidas por sus
arrieros alcanzaban casi la mitad de las ganancias calculadas
para la arriería de toda la provincia, destacando por ello Pajares de Adaja, Mingorría y
Santo Domingo de las Posadas.
El número de arrieros descendió considerablemente con
la llegada del ferrocarril y las
primeras camionetas ya entrado el siglo XX. Los productos
DE LOS
ARRIEROS
Y
TRAJINANTES
con que traficaban estaban constituidos por los excedentes agrarios de la comarca y por la importación de los deficitarios.
Richard Ford escribió en
1830:
«Viajar con un arriero, cuando
el viaje es corto o va una persona sola, es seguro y barato. El
arriero va a pie junto a sus burros, o montado en uno encima
de la carga, con las piernas colgadas junto al cuello. El arriero
español es un hombre agradable, inteligente, activo y sufrido;
resiste hambre y sed, calor y
frío, humedad y polvo; trabaja
tanto como su ganado y nunca
roba ni le roban». Y así debieron
ser los arrieros de los pueblos
de la ribera del Adaja.
VENDEDORES Y
AMBULANTES
El alguacil del pueblo, con la
boina calada –reservaba la gorra de plato para los días de fiesta– callejeaba haciendo sonar
su trompetilla de esquina en esquina y recitando de corrido el
Melonero.
RUTA
DE LOS
ARRIEROS
Y
TRAJINANTES
pregón que se terciaba. Según
fuera su contenido el toque de
la trompetilla era distinto: largo
y continuado si era de orden de
la autoridad, y más corto y preciso en caso contrario. Las gentes del pueblo salían a la puerta con oído atento; los más despistados corrían a la esquina siguiente detrás de unas notas
monocordes, como si fueran seguidores del flautista de Hamelín.
Según la época del año, raro
era el día que no acudían pañeros, cacharreros, colchoneros,
cebolleros, afiladores... Unos y
otros se iban turnando armoniosamente con sus puestos en
la plaza, o en su deambular de
puerta en puerta. Todos estos
hombres y mujeres que visitaban nuestros pueblos lo hacían
con tanta frecuencia y regularidad que terminaron convirtiéndose en uno más. Muchos de
estos curiosos visitantes solían
quedarse varios días e incluso
hasta meses, como las vendedoras de uvas, los segadores y
los comediantes.
Por otra parte, las prácticas
mercantiles utilizadas hacían más
fáciles las relaciones entre todos. Así, el regateo, el trueque
o el intercambio de productos:
judías por trigo, trapos por pucheros, carracas por pan, etc.,
favorecían el diálogo y poco menos que la amistad.
De Saornil venía el tío Cancha vendiendo leche de cabra.
Ataba su yegua blanca a la puerta del bar de Fausto Vázquez y
allí se le podía ver siempre jugando a las cartas. Un día llegó
a estar doce horas seguidas; la
yegua fue su convidado de piedra y poco faltó para que desfalleciera. En alguna ocasión tardó
tres días en volver a su casa. Por
navidades solía traer algún cabrito para delicia de comensales.
Los afiladores llegaban de
Galicia, de Orense sobre todo,
quienes todavía siguen hacién-
113
A f i l a d o r.
dolo, bicicleteando de pueblo
en pueblo, recorriendo un largo y pesado itinerario. Tocaban
una graciosa e inconfundible
armónica mientras pedían cuchillos y tijeras que no cortaban. Los niños, traviesos y alborotadores, se arremolinaban a
sus espaldas y gritaban: «El afilador, cuanto más bruto, mejor».
El tío Elías, hojalatero sesentón con bigote negro y muy moreno, venía de Arévalo. Se paseaba haciendo ruido con una
114
RUTA
sartén y un hierro, percusión tronadora, mientras se anunciaba:
«Nuestro oficio es un oficio muy
chulo. Señora, ¿quiere usted que
le eche un culo? (a las cazuelas
y pucheros)». El tío Elías se sentaba en la plaza del pueblo, a la
puerta de la posada, con una
estufilla entre las piernas donde
fundía el estaño que después
aplicaba sobre los desollones y
rajas de las cazuelas, pucheros
y palanganas. Un día la muerte
le sorprendió en este trastear.
Fue enterrado en una fosa del
cementerio de Mingorría, como
un soldado batallador de una
diaria lucha contra la vida.
Con el buen tiempo llegaban
los colchoneros de Villanueva de Gómez, que vareaban los
colchones de medio pueblo
mientras la lana se oreaba al
sol. Utilizaban unas largas varas de fresno que silbaban en el
aire antes de golpear y espolvorear los mechones extendidos
en el corral.
Los loteros, vendedores oficiales de lotería, traían la suerte
colgada de la chaqueta, siempre azul. Paseaban orgullosos
con su gorra de plato y, a veColchoneros.
DE LOS
ARRIEROS
Y
TRAJINANTES
ces, con un guardapolvos también azul. Parecían conserjes de
algún ministerio o instituto. Llegaban de Madrid en el tren de
las diez y regresaban al atardecer, después de repartir pobres
esperanzas en las que muy pocos confiaban.
Tanis y Carpio, mendigos de
Maello, vivían de la buena voluntad de la gente. Eran hermanos y ciegos, aunque uno de
ellos decía distinguir bultos y
sombras. Tenían seis dedos en
cada mano y en cada pie. Al
anochecer pedían limosna mientras, agradecidos, cantaban por
soleares. La gente se reía sarcásticamente de su ceguera,
por eso mendigaban de noche:
al fin y al cabo no distinguían entre la luz y la oscuridad.
También venían pidiendo limosna Güengue de Navaluenga y Merejo de Avila, quien se
ofrecía como limpiabotas.
De Muñana y Villanueva eran
los esquiladores Segundo y Templaíto, hermanos. Armados de
grandes tijeras cortaban los mechones de lana, muy crecidos,
de las ovejas y a veces esquilaban a algún burro melenudo.
El tío Rascayú, de Arévalo,
enamorado de Luciana la santera, hacía muebles a cambio
de comida y unas monedas. Se
instalaba en una casa los días
que fueran necesarios para terminar aquellos grandes armarios, construidos en la misma
habitación donde se ubicaban y
de donde no pueden salir sin
romperse. Este singular carpintero alargaba su trabajo lo más
posible con el fin de tener la comida asegurada unos días más.
Muchos años después, ya viejo, llamaba de puerta en puerta
pidiendo a sus antiguos clientes una propina y algo de comer, y en alguna ocasión se
quedaba a dormir en pajares o
paneras.
RUTA
DE LOS
ARRIEROS Y...
Tío Requena y Tío Ronda, de
la Vega de Santa María, arreglaban y hacían albardas y colleras de burros, mulas y caballos.
En Mingorría, el tío Claudiete hacía los ataudes y carracas
de Miércoles Santo que cambiaba por un trozo de pan. En
Velayos eran el tío Trifón y el tío
Calixto quienes hacían los ataudes. Los ataudes se pintaban con
anilina y en una ocasión, en Cardeñosa, cuenta el cura párroco
don Macario: «Llevando un ataúd
a hombros se puso a llover, y entre las lágrimas y el agua de la
lluvia, los que lo portaban, familiares afligidos, se restregaban los
ojos llorosos, poniéndose las caras como carboneros del negro
que desteñía el ataúd, mientras
los acompañantes hacían lo indecible por mantener sus risas».
De vez en cuanto llegaban
los castradores de Adanero y
el alguacil pregonaba, con su
soniquete de siempre: «Ha llegado el castrador de Adanero.
El que tenga ganados que castrar que no los eche de comer y
avise en la posada».
De Migueláñez venían los trilleros, que empedraban la cara
inferior de los trillos que después desgranaban el trigo y la
cebada.
De Tiñosillos llegaban los cacharreros con una buena muestra de cántaros, botijos y otros
recipientes de barro.
Los pañeros vendían mantas, sábanas, colchas, batas, pantalones, paños, cortes de traje,
etc. Llegaban de Bernardos (Se-
Pañeros.
govia), de Paradinas y de Arévalo, también de Santa María del Berrocal. Angel Ferradal, Emiliano Pastor y Paulino
Sobrechero llamaban de puerta
en puerta con la vara de medir
y alguna pieza al hombro, prescindiendo de los servicios del
alguacil. Ultimamente venían en
grandes camiones, pero antaño
lo hacían en carros de varas,
como los viejos mercaderes de
Oriente que ofrecían sus finas
sedas.
En Velayos se hacían los timones de los carros y los estebones de los arados.
Conejo, chatarrero de Migueláñez (Segovia), cambiaba trapos por botijos, cántaros, pucheros, etc. También recogía la goma de las zapatillas mientras
refunfuñaba: «El único que me
da buenos trapos es el sastre».
Cacharreros.
116
En la fiesta, los bailes eran
amenizados por los tamborileros Modesto y Codilleso, de la
Vega de Santa María, Ojetete,
de Maello y el dulzainero Polilo, de Pozanco, alumno del famoso Agapito Marazuela. Los
días de fiesta los mozos bailaban al son de viejas coplas.
De Tiñosillos y Cabizuela llegaban los patateros.
Se vendían uvas de Pozanco
y de Cebreros no faltaba ningún año Carmen Recio, que se
quedaba varios meses distribuyendo grandes cestos de uvas
que su padre le enviaba. También de Cebreros y El Tiemblo
venían los vinateros cargados
de pellejos quijotescos.
Los mieleros de Santibáñez
y El Guijo hacían las delicias de
los más golosos y los niños decían a sus madres: «Mamá, cómpame eso que pinga, cuega y
sabe use, que me muero por ello».
Los aceituneros del Barranco de las Cinco Villas, Serranillos y Arenas de San Pedro
traían aceitunas sevillanas y barranqueñas, higos de cuello de
dama y castañas.
El tío Gallo, de Martimuñoz
de las Posadas, vendía pimientos como chotos, repollos, nabos, cebollas, tomates, patatas,
etcétera.
El piñonero.
Hortelano.
De Navaluenga y Burgohondo venían cambiando judías y
pipos por trigo y cebada. Tampoco faltaban las piñoneras de
Hoyo de Pinares: Florencia, Eufemia y una tercera, mujeres viejas que regateaban como usureras piñón por piñón.
En época de matanzas acudían los pimenteros de Cuevas del Valle viendiendo pimentón.
Los húngaros, cómicos y saltimbanquis, entretenían las veladas como hacían los juglares
en la Edad Media. Traían un oso
llamado Mariano, una mona,
un perro y una cabra. Alguna
vez que otra proyectaban películas. «Baila oso, baila mona», decía el valiente domador mientras los animales hacían graciosas piruetas.
En verano acudían cuadrillas de segadores en busca de trabajo coincidiendo
con la recolección de las cosechas. Venían de la Sierra,
El Arenal, Toledo, Cáceres,
Galicia...
Los gitanos también rondaban las calles con mucha
frecuencia, vendiendo cestos,
flaneros, churreras, faroles,
RUTA
DE LOS
ARRIEROS
Y
TRAJINANTES
Tripero de Mingorría.
regaderas, candiles y alguna
que otra vez echaban la buenaventura a los más supersticiosos.
De Velayos llegaba el tío Jabonero vendiendo trozos de
jabón que llevaba en unas alforjas. Venía con su gorra visera, ufano y tranquilo, ofreciendo
jabones sin olor para multitud
de usos.
Los retratistas acudían de
Avila y Madrid en las fiestas,
armados de decorados y viejas
cámaras fotográficas sostenidas
en trípodes aparatosos. Uno
podía retratarse como si fuera
un torero, frente a una plaza de
toros de cartón, o como una sevillana en un tablao flamenco.
Coincidiendo con las ferias
de ganado de Avila y Las Berlanas llegaban los arrieros de
la Sierra, las dehesas y La Moraña, conduciendo ovejas, cabras, caballos, vacas, burros, mulas... Ataviados con trajes negros de pana y sombreros de
117
paño (atrás quedaron las albarcas de goma y las boinas), y los
animales lucían lujosas albardas y colleras mientras tiraban
de carros ruidosos.
Los panaderos de Mingorría
tradicionalmente han abastecido a la ciudad de Avila y otros
muchos pueblos.
Desde Mingorría salían a vender sus productos de ultramarinos y frutas los hermanos
Martín Gómez y Catalino Sastre
y sus hijos, los chocolateros
Marugán y Cuenca, los triperos
y los meloneros, y los vendedores de peces y cangrejos del
Adaja. Los ajeros y hortelanos
de Las Berlanas visitaban los
pueblos de la zona vendiendo
sus productos. Casi todos ellos
solían acudir los viernes al mercado de la capital abulense, e
incluso a vender pescado del
Adaja.
El señor Pistolo se desplazaba desde Cardeñosa con su
carromato tirado por una mula.
Iba cargado de productos de
droguería que ofrecía a las amas
de casa de Peñalba, Monsalupe, Las Berlanas y Gotarrendura.
Hortelanos de Las Berlanas
en el Mercado de Ávila.
RUTA
Vendedor de dulces y pastas.
Los herreros de Mingorría
iban a dar fragua a los pueblos de la sierra (Tolbaños,
La Venta, Gallegos, etc.), donde también acudían los zapateros remendones a prestar
sus servicios.
Luis Pardo, de Brieva, recorría los pueblos vendiendo productos de ultramarinos, plantones de árboles y fruta.
Desde Albornos llegaba el
señor Escudero, que trabajaba de herrero, carretero o
mecánico, y a cuyo cargo estaba el mantenimiento de la
mayoría de los molinos harineros. El carretero y herrero
de Peñalba, Gumersindo Gil
también trabajaba para los
agricultores de los pueblos
de la zona.
Los pintores de Peñalba,
Justo López y su hijo, y Felipe Velayos de Cardeñosa,
pintaban las casas y los carros de labranza de la comarca.
El tío Demetrio acudía desde Monsalupe en tiempos
de vendimia para llevarse los
ollejos de la uva, con los que
fabricaba aguardiente.
Los molinos de Cardeñosa, Mingorría, Zorita y Pozanco, Tolbaños y Velayos recibían numerosas recuas de
DE LOS
ARRIEROS Y...
burros cargados de grano para
moler, procedentes de la mitad
de los pueblos de La Moraña.
En las canteras de Cardeñosa y Mingorría se labraba piedra
granítica que se enviaba a toda
España, lo que fue un negocio
floreciente.
Desde Extremadura recorría
todos los pueblos hasta Las Berlanas el tío Machaco, conduciendo piaras de cerdos. De la
misma manera, en invierno el
ganado trashumante bajaba a
Extremadura desde Monsalupe
y demás pueblos.
Eran muchos más los viajantes que recorrían incansables
las localidades cercanas al Adaja, de los cuales sólo hemos
mencionado a unos cuantos.
Se trata, entonces, de una simple referencia atractiva para los
nuevos viajeros, a los que sólo
cabe mostrar el entresijo de las
calles de nuestros pueblos, las
mismas por las que pasaron los
antiguos trajinantes.
Ve g a d e S a n t a M a r í a . C a r n a v a l d e l C R A « M i g u e l D e l i b e s » .
RUTAS FESTIVAS
■ A DESTACAR. Las fiestas
populares contribuyen a configurar la identidad propia y singular de cada pueblo, de ahí
su importancia. Estas fiestas
se caracterizan generalmente
por su aspecto religioso, pues
en principio se celebran para
honrar a los patrones de cada
localidad erigidos bajo las más
variadas advocaciones de santos, vírgenes y cristos. En estos días las iglesias y ermitas
se llenan de feligreses, las calles se engalanan de colorido,
se recuperan las tradiciones
festivas y el pueblo alcanza su
máximo esplendor.
■ La ruta. El itinerario propuesto consiste en un recorrido por las fiestas más singulares de cada localidad. Todas
ellas suelen programar actos
similares, tales como la celebración de la misa, la procesión del patrón en andas acompañado de la música de dulzaina y tamboril, y la subasta
de banzos, además de bailes
y otras actividades infantiles,
deportivas, musicales, etc.
■ Cómo llegar. Para recorrer los pueblos del Adaja en
fiestas basta ponerse en ruta
tomando para ello las carrete-
ras que surcan esta tierra desde la AV-804 por Cardeñosa y
la N-403 por Mingorría. En las
fechas señaladas, y especialmente en verano, el campo se
llena de visitantes deseosos
de participar de la alegría de
los programas festivos organizados en honor del santo patrón, por lo que es una buena
oportunidad para conocer la
vitalidad de sus gentes.
■ Qué ver. Aparte de los actos religiosos, los programas
que elaboran los ayuntamientos, peñas, asociaciones culturales o cofradías ofrecen una
gran variedad de actividades,
donde no faltan los bailes y
verbenas, los deportes autóctonos como la calva y el tango, el teatro, las actuaciones
musicales, los juegos infantiles e incluso los toros, como
en Velayos, además de otras
numerosas atracciones.
■ Aliciente. Descubrir costumbres ancestrales de las gentes del medio rural, donde se
mezcla la tradición religiosa
con el divertimento festivo. Conocer los pueblos en fiestas
es conocer una parte importante de su identidad histórica
y cultural.
RUTAS FESTIVAS
Monsalupe. Fiesta de la Virgen.
ENERO
El calendario festivo de los
pueblos del Adaja, como en la
mayoría de las localidades del
medio rural dedicadas a la agricultura y la ganadería, se iniciaba después de navidades, el 17
de enero, con la bendición de
los animales por intercesión de
San Antón.
El pueblo de Vega de Santa
María tenía su fiesta tradicional
el 21 de enero en honor de Santa Inés, si bien actualmente ya
apenas se conmemora y, en
cambio, ya hace varios años que
por estas fechas se celebra la
fiesta de la matanza que organiza la peña «El Vendaval». Peñalba de Avila honra a su patrón San Vicente Mártir, a quien
llaman «El Cuervo», el 22 de
enero; festividad que también
se celebraba en el pueblo de
Tolbaños. El 25 de enero, Monsalupe continúa celebrando sus
fiestas patronales en honor de
San Pablo, quien es titular de la
parroquia.
FEBRERO
La fiesta de las Candelas del
2 de febrero, en honor de la Virgen de la Candelaria, todavía se
recuerda en Saornil como un
día grande. El 3 de febrero Blascosancho festeja a San Blas, el
santo de las cigüeñas, pues esta fecha coincide tradicionalmente con su llegada a las torres de las iglesias. Desde hace
más de 10 años las mujeres de
Mingorría han recuperado la fiesta de Santa Agueda, así que ese día, el 5
de febrero, se ha convertido en un día festivo que
va cobrando importancia.
Santa Paula Barbada, la
Santa de Cardeñosa, se
festeja en este pueblo el
20 de febrero, donde llaman la atención en este mes las
elegantes capas que lucen los
cofrades cada domingo.
También en el mes de febrero tiene lugar la fiesta de los
Carnavales, cuarenta días antes de Semana Santa. Esta tradición festiva ya se recogía en
un bando de 1868 del Alcalde
de Mingorría, localidad donde
siempre se ha mantenido su
celebración, como también se
recuerda en Cardeñosa y Peñalba, y otros muchos pueblos.
En los últimos años la fiesta
de los disfraces ha sido recuperada por los escolares de la
zona, quienes alegran la soledad de los pueblos con vistosos pasacalles, como ocurre en
Mingorría, Vega de Santa María y Velayos.
Cardeñosa. Fiesta de los Cristos.
RUTAS FESTIVAS
121
CARNAVALES
«Febrerillo el loco», llama el
refranero a este mes, y es que
en febrero se suelen dar toda
clase de fenómenos atmosféricos y también coinciden varias
fiestas, siendo la más importante la de «Carnaval».
«Febrerillo loco, un día peor
que otro», dicen los agricultores,
para quienes los cambios climáticos son buenos para el
campo. «Brígida, María y Blas,
los tres días holgarás», reza un
dicho popular en relación con
las fiestas de Santa Brígida (día
1), la Candelaria (día 2) y San
Blas (día 3), a los que hay que
sumar Santa Agueda (día 5) y
los Carnavales, tres días antes
configuradores del mismo: la música, el disfraz, el baile, el pasacalles, el galanteo, las comparsas, la típica repostería, la fiesta de los quintos y las caretas.
Esta singular fiesta pagana,
que sin embargo se celebra
en el calendario cristiano con la
idea puesta en la «Cuaresma»,
nunca ha dejado de celebrarse,
y en todas las plazuelas se organizaba o improvisaba el baile
al son de la dulzaina y el tambor, o del organillo que sonaba
por las calles y en los salones
del tío Fausto y el tío Simón.
Los quintos recorrían las casas
recogiendo huevos, longaniza
y otras dádivas que después
degustarían juntos. Mientras las
amas de casa hacían bollos, ho-
Carnavales en Mingorría.
del Miércoles de Ceniza. Los rigores del invierno y la escasez
de trabajo en las faenas agrícolas eran determinantes de una
situación ociosa predispuesta
al divertimento entre las gentes
de los pueblos de la ribera del
Adaja. Las «Carnestolendas»
eran entonces la fiesta más
grande.
En los carnavales de Mingorría destacan como elementos
juelas, flores, rosquillas, huesillos y retorcidos. Y cada mañana no podían faltar los churros
y el chocolate.
En la actualidad sobresalen
los pasacalles de carnaval que
organiza el Colegio Rural Agrupado «Miguel Delibes», de los
pueblos de: Mingorría, Santo Domingo de las Posadas, Velayos
y Vega de Santa María. Costumbre ésta que también se ha
122
RUTAS FESTIVAS
revitalizado en los colegios
de los demás pueblos.
Sobre el arraigo de esta
tradición festiva destaca el
Bando dictado en el siglo
pasado, el 22 de febrero de
1868, por el Alcalde de Mingorría, que se transcribe a
continuación:
«Don Francisco Sáez, Alcalde Constitucional de esta
Villa de Mingorría. Hago saber:
Que para que las diversiones
propias del próximo Carnaval,
que van a tener efecto sin oponerse a los habitantes de ella,
he dispuesto se observen las siguientes reglas:
1. En los tres días de Carnaval se permite andar con disfraces por la calle, y con careta
puesta, hasta el toque de oraciones.
2. Ninguna persona disfrazada podrá llevar armas, ni entrar
con careta puesta en el baile,
tabernas, ni casas particulares.
3. Igualmente se prohíben dichos y acciones deshonestas,
así como el uso de mazas, que
de cualquier modo incomoden
a los vecinos, bajo la pena de
un Ducado de multas.
Y a fin de que no se alegue
ignorancia, evitándome tener que
castigar a los infractores, se fija
el presente al público».
MARZO - ABRIL
En los meses de marzo o
abril, depende del calendario de
cada año, la Semana Santa recobra un especial significado
en todos los pueblos de la ribera del Adaja, entre cuyos actos cabe destacar la procesión
del Viernes Santo en Peñalba,
donde se recitan los poemas y
romances de Lope de Vega,
una tradición del siglo XVII que
también se mantenía en Cardeñosa, Vega de Santa María y
Pozanco.
Peñalba de Avila.
Finalizada la Semana Santa,
el primer miércoles después del
domingo de Resurrección Mingorría celebra la fiesta de las
Aguas en honor del Santo Cristo del Berrocal. Este día todos
los lugareños se dan cita en torno a la antigua ermita del Cristo y allí degustan, acompañados de limonada, la típica empanada y hornazo, elaborados
según la tradición heredada de
los famosos panaderos de la localidad.
MAYO
El día 1 de mayo, en el paraje
conocido como «El Chorro»,
propiedad del Ayuntamiento de
Gotarrendura, situado junto al
río Adaja y dentro del término
Velayos. Fiesta de San Isidro.
123
en domingo, y que son La Trinidad y El Corpus Christi, las cuales se celebran especialmente,
por ser fiestas locales, en La
Venta de San Vicente, donde
se reunen los pueblos de: Tolbaños, Escalonilla, Cortos y
Gallegos de San Vicente, así
como los caseríos de La Alameda y Encinas. La Trinidad
también es fiesta local en Vega
de Santa María y Santo Domingo de las Posadas, donde
como tal se sigue manteniendo. En el resto de los pueblos
se sigue celebrando el Corpus
Zorita de los Molinos.
de Peñalba, tiene lugar una singular fiesta campestre auspiciada por los propietarios de la
cercana dehesa de Navares y
vecinos de los pueblos de alrededor.
La Invención o Exaltación de
la Cruz es una fiesta que el 3 de
mayo se celebra en Cardeñosa, cuya parroquia está dedicada precisamente a la «Santa
Cruz». Antiguamente Zorita también festejaba este día en su ermita del Cristo.
San Isidro Labrador, patrón
de agricultores y ganaderos, es
festejado en estos pueblos que
tradicionalmente se han dedicado al trabajo de la tierra, pero
destaca sobre todos Velayos
porque en él San Isidro es además el patrón de la localidad.
Blascosancho celebra el 20
de mayo la festividad de San
Boal, patrón del pueblo.
En mayo o primeros de junio,
el domingo y lunes de Pentecostés, las gentes de Monsalupe festejaban a su patrona la
Virgen del Buensuceso.
JUNIO
Durante el mes de junio destacan dos fiestas que actualmente se suceden de domingo
El Corpus. Vega de Santa María.
como una importante fiesta religiosa, incluso aunque no tenga
el carácter de fiesta patronal.
Todavía en junio, Pozanco
festeja a San Juan Bautista el día
24, como titular que lo es de
Pozanco.
Tolbaños.
Saornil.
la parroquia; fiesta que también
se celebra recientemente en
Tolbaños.
la afluencia de veraneantes se
han trasladado a estas fechas la
mayoría de las fiestas.
Así, el primer fin de semana
Gotarrendura celebra sus fiestas en honor de la Virgen de las
Nieves, donde participa decididamente la Asociación Cultural
«Santa Teresa». En las mismas
fechas, Blascosancho y San
Esteban de los Patos festejan
a la Virgen del Rosario, mientras
que al domingo siguiente Tolbaños celebra su fiesta en honor de San José, titular de su
nueva iglesia. La Asociación «Santa Paula Barbada» de Cardeñosa organiza en este mes un interesante calendario de actividades culturales y festivas.
El 15 de agosto se festeja la
Asunción de la Virgen en Vega
de Santa María y en La Venta
de San Vicente se honra a la
Virgen de la Caridad, patrona
de la zona. El 16 de agosto es
el día de San Roque, el cual se
festeja en Mingorría y Saornil.
El tercer fin de semana se celebran las fiestas de verano de
Santo Domingo de las Posa-
JULIO
El 2 de julio algunos pueblos
celebraban la fiesta de La Garrobera, fecha que el santoral
dedica a la Visitación de Nuestra Señora, como es el caso de
Saornil, Peñalba y Monsalupe,
y que coincide con la mayor
frondosidad de las algarrobas.
AGOSTO
Agosto es un mes que antiguamente no destacaba sobremanera en el calendario festivo porque las gentes andaban
ocupadas en las faenas agrícolas. En la actualidad ocurre lo
contrario, pues aprovechando
Blascosancho.
La Venta de San Vicente.
125
Las Berlanas.
das y Monsalupe. El último sábado de mes Zorita festeja a
San Ramón Nonato, el mismo
día que también lo hace Pozanco en honor de la Virgen.
El 29 de agosto Las Berlanas
celebra con grandes bailes La Riada, un aniversario de las inundaciones
sufridas el año 1959.
timos años tiene lugar la romería de la Virgen de Gandulle en la antigua iglesia parroquial.
La festividad de San Miguel, del 29 de septiembre,
se sigue celebrando en Gotarrendura, como antiguamente se hacía también en
Zorita.
OCTUBRE
El primer domingo de octubre Mingorría celebra sus fiestas patronales en honor de la
Virgen del Rosario, conocidas
como «La Función», festividad
SEPTIEMBRE
En septiembre, el día 8,
Pozanco festejaba a la
Virgen de la Cuesta, pero
esta fiesta fue trasladada
al mes de agosto.
El 14 de septiembre Cardeñosa celebra su fiesta
en honor de Cristo y la
Virgen en la ermita, mientras que Peñalba celebra en
las mismas fechas sus fiestas
patronales dedicadas al Santísimo Cristo de Santa Teresa.
Las Berlanas honra a su patrona la Virgen de la Asunción el
tercer domingo de septiembre,
en cuya víspera durante los úlGotarrendura.
San Esteban de los Patos.
que también se celebra en Monsalupe y San Esteban de los
Patos, aunque en todas estas localidades los actos más
multitudinarios se han trasladado a las fiestas de verano que
se organizan en agosto. El segundo domingo de octubre Velayos festeja a su
patrona, la Virgen de
la Soledad, sin que
falten en estas fechas los festejos taurinos.
Las Berlanas destacó en estas fechas
por su importante feria de ganado que
comenzaba el día 24.
RUTAS FESTIVAS
En esta fecha da comienzo
también la campaña de la tradicional matanza del cerdo.
DICIEMBRE
Santo Domingo de las Posadas
NOVIEMBRE
El día 8 de noviembre Santo
Domingo de las Posadas celebraba fiestas en honor de San
Martín, titular de su parroquia.
El barrio de la Aldehuela de
Las Berlanas celebra en su
ermita la fiesta de la Purísima
Concepción el 8 de diciembre.
El año termina con la fiesta del
Santo Chiquito el día 21, que se
celebra en San Esteban de los
Patos en honor de Santo Tomás,
titular de su parroquia.
Mingorría. Procesión de la Virgen.
LOS TOROS
La programación de espectáculos taurinos, coincidiendo
con las celebraciones festivas,
constituye una tradición característica de las diversiones populares de las gentes que habitan esta parte de la provincia
abulense, destacando por ello
las localidades de Cardeñosa,
Mingorría y Velayos.
La fiesta de los toros tiene su
mayor exponente histórico en la
plaza construida para la lidia
frente a la ermita de Nuestra
Señora del Berrocal de Cardeñosa. Este singular ruedo de
piedra es de forma cuadrada, y
parece tan antiguo como la propia ermita. El interior del coso,
que antiguamente era rodeado
de carros, dispone de unos espacios habilitados en sus ángulos para los espectadores,
mientras que para correr las vaquillas se instalaron recientemente seis burladeros. Ultimamente apenas se celebran festejos en esta hermosa plaza,
dados los problemas de seguridad que presentan sus bellos
muros, si bien antes se soltaba
una vaquilla para aficionados y
dos novillos para la lidia de profesionales.
RUTAS FESTIVAS
127
Mingorría ha celebrado desde tiempo inmemorial espectáculos taurinos en sus fiestas,
aunque ello no se haya producido en los últimos años. De este pueblo es el torero retirado
Paco Domínguez Méndez, nacido en 1941. Antiguamente, los
toros se adquirían en las dehesas cercanas de Aldealgordo o
Tabladillo, e incluso en Campoazálvaro; este ganado de media
casta se trasladaba desde los
pastos a pie,
rodeado de
una piara de
cabestros y vigilado por gentes a caballo,
hasta el lugar
conocido como «el toril»,
situado frente
al presbiterio
de la iglesia
donde se hacía la lidia. La
plaza también
s e f o r m a b a con carros de labranza, hasta que fueron sustituidos por plazas portátiles.
En la actualidad, la fiesta de
los toros tiene su mayor auge
en Velayos, localidad que cuenta con una plaza de nueva construcción inaugurada en 1990
con el cartel de Ignacio Martín
y los hermanos Campano. La
peña taurina «El Moriles» anima
cada temporada organizando
interesantes festejos, con lo que
mantiene viva una tradición ancestral.
Plaza portátil de Mingorría.
Plaza de Velayos.
Cardeñosa. Coso de la ermita.
RUTA DE LA LANA
■ A DESTACAR. La cría del
ganado ovino para la obtención de lana y carne ha sido
una actividad característica de
las formas de vida en el medio
rural, lo que favoreció entre los
municipios de la ribera del Adaja el nacimiento de una primitiva industria textil a mediados
del siglo XVIII que ocupó un
lugar destacado en el conjunto de la provincia. Viajar entonces por los pueblos que
se significaron en el desarrollo de esta actividad fabril, supone reencontrarse
con viejos batanes y esquileos, y con manufacturas de
la época, tales como mantas, colchas, lienzos, sayales, etc., que nos ayudan a
conocer y entender formas
de vida casi olvidadas.
■ La ruta. Esta ruta es un
viaje mágico a través de distintas manifestaciones, que
todavía pueden verse en
nuestros pueblos, demostrativas del proceso fabril
que se desencadenaba a
partir de la lana que se obtenía de las ovejas. El oficio
de pastor, el rito anual del
esquileo, los encerraderos
y construcciones auxiliares
de los grandes esquileos,
los arruinados molinos batanes que se asoman al río
Adaja, los restos de casas
que fueron telares, alguna rueca o huso para hilado, y las
viejas mantas que aún se conservan, constituyen muestras
vivas de una importante actividad artesanal que concluía
con la fabricación de paños
para mantas de campo, vestimenta de labradores y otros
usos agrícolas.
■ Cómo llegar. Cuando el viajero recorre los pueblos del
Adaja y el Voltoya por las carreteras y caminos que discurren entre los ríos, enseguida
observa que el mantenimiento
de rebaños de ovejas debió
ser el origen de la fabricación
de paños de lana. Para llegar
basta ponerse en camino, y
en mayo y junio todos los encerraderos y cijas dejan oír el
chasquido de los esquiladores. El mejor ejemplo de los
Molino batán «El Caleño».
viejos molinos bataneros se
encuentra en el Adaja, donde
se llega por el camino que sale aguas arriba del río, nada
más cruzar el puente de Zorita. Los grandes encerraderos
y esquileos estaban a orillas
del Voltoya, en Aldealgordo (Tolbaños) y «Las Gordillas» (Maello), a los que se llega por la
carretera de Velayos a Maello.
RUTA
DE LA
LANA
■ Qué ver. El esquileo de
ovejas sigue siendo una actividad digna de contemplación. El batán «El Caleño»,
situado en el Adaja conserva todavía la grandiosidad
de su construcción en un bello paraje que traza el río.
Las dependencias de los esquileos de «Aldealgordo» y
«Las Gordillas» testimonian
la importancia de una primitiva industria textil. En algunas casas de Velayos, Santo Domingo de las Posadas
y Mingorría todavía se conservan viejas mantas de lana, mientras que en Cardeñosa los hombres lucen bellas capas y en Peñalba se
conserva alguna rueca de
hilar. En el recuerdo quedan
los numerosos telares que
existieron durante los siglos
XVIII y XIX en Velayos, Mingorría y Santo Domingo de
las Posadas.
■ Aliciente. La fabricación
de paños marcó una época
importante de la historia abulense, y fue un primer intento de industrialización del
campo. Comprobar entonces cómo se esquilan las
ovejas y descubrir los batanes del Adaja y los esquileos
del Voltoya, así como viejas
manufacturas de lana motivan el inicio de este viaje.
129
a industria textil en Avila ha
sido estudiada con especial
L
rigor por Gonzalo Martín García.
El Catastro del Marqués de la
Ensenada de 1751 también aporta datos muy interesantes: Mingorría, Velayos y Santo Domingo de las Posadas, mediado el
siglo XVIII, ocupaban un lugar
destacado en el panorama industrial de la provincia por su
producción textil, sin contar los
tejedores aislados de Gotarrendura, Vega de Santa María y
Zorita, cuyo tejedor también era
sacristán. Además Cardeñosa
llegó a contar con una escuela
de hilazas. Mingorría tenía entonces 14 centros cardadores y
ocho telares, que daban trabajo a 19 tratantes y fabricantes
de estameñas, 12 cardadores y
peinadores de lana y dos aprendices, y a ocho maestros de tejer sayales y estameñas. Velayos tenía 35 peinadores, 15 cardadores, 27 telares y 31 tejedores, entre ellos había seis fabricantes-tejedores que empleaban entre todos a 30 operarios,
seis fabricantes-peinadores que
elaboraban lana para estameñas y sayales, y un fabricantepeinador y tratante de pieles de
cabra. Santo Domingo de las
Posadas tenía tres peinadores,
cuatro telares y cuatro tejedores.
Estas localidades, junto con Villanueva de Gómez, eran las
únicas de toda la Moraña y la
Colcha de lana.
130
zona centro de la provincia abulense donde se desarrollaba
la actividad textil, destacando
en el resto Las Navas del Marqués, Pedro Bernardo, Villafranca, Mijares, Bonilla, Casavieja, Solana de Rioalmar y
Santa María del Berrocal.
Ovillo de lana recién esquilada.
Las operaciones preliminares del proceso de manufacturación daban comienzo con el
esquileo de las ovejas. Esta es
una actividad que actualmente
se sigue realizando en el medio
rural, y su importancia para la
industria textil de la zona puede
comprobarse en las dehesas de
Las Gordillas (Maello) y Aldealgordo (Tolbaños), sobre las instalaciones de esta última escribió Madoz en 1845:
Aldealgordo. Río Voltoya.
«Tiene la dehesa dos esquileos de ganado lanar con sus lonjas correspondientes, llamadas
rancho de arriba y rancho de
abajo, cuatro encerraderos, un
sudadero, un comedor para los
pastores con su despensa, un
lavadero de nueve varas de frente y 48 de fondo y con su cocina. Tiene un prado que sirve de
tendedero de lana, dentro del
cual hay una lonja para apartar
las lanas y ensacarlas después
de lavadas. El río Voltoya sirve
para el lavadero de las lanas».
La lana era apartada o clasificada, desmontada, lavada
y arqueada o esponjada, quedando entonces blanca pero áspera y tirante, por lo que las fibras debían ser preparadas convenientemente mediante el peinado o el cardado para volverlas más sedosas antes de someterlas a la hilatura. El hilado
solía hacerse por las mujeres
en sus casas, utilizando tornos
y ruecas de madera, entregándose después las hilazas a los
telares, donde se ocupaban los
tejedores.
Tal y como dice Gonzalo Martín, la operación de tejido era la
fase más importante del proceso de producción y la que da-
Rancho de «Las Gordillas».
131
Telar y rueca.
ba al paño sus características
esenciales. Del telar salían los
paños crudos, aptos ya para ser
utilizados en muchas ocasiones, pero algunos de ellos, de
mayor calidad, eran sometidos
después a una nueva serie de
operaciones que tenían la finalidad de procurar un acabado
más perfecto, dando al paño una
apariencia de limpieza y superficie uniformes que aumentaban
el valor comercial de la pieza.
Las principales eran el batanado, el tundido y el tinte.
Con el bataneo se trataba de
limpiar las impurezas que se
habían adherido al paño en los
procesos anteriores y dar a la
pieza las dimensiones, consistencia y brillo necesarios. Esta
operación se hacía en el molino
batán que se localizaba en la
ribera de los ríos y arroyos
caudalosos, pues la energía
hidráulica era la única forma
de producir energía a costes
económicos.
Siguiendo a María Pía Timón en «El Arte Popular en
Avila», sabemos que los batanes funcionan aprovechando la corriente de agua que
se conducía por medio de un
canal que se abría o cerraba
con una compuerta. En el momento de la faena se dejaba
pasar el agua y al caer con fuerza sobre las palas que tenía la
rueda hidráulica la hacían moverse con rapidez. Esta transmitía el movimiento al eje que presentaba unas paletas que al
coincidir con las mazas le hacían levantarse y caer por su
peso contra la pila donde estaba el paño, golpeándole.
El río Adaja contaba en 1751,
según el Catastro de Ensenada,
con tres molinos batanes, localizados en la margen izquierda
de Cardeñosa: el batán de Córdoba, el batán de Alejandro y el
batán el Caleño, en los linderos
de Zorita. Larruga cita también
la existencia de un batán en Velayos en el siglo XVIII.
Concluido el proceso fabril los
paños obtenidos se clasificaban en ordinarios, veintidosenos,
estameñas, sayales, xergas, ataharres y cinchas. Con estos paños se confeccionaban principalmente mantas de campo y ropas
para los campesinos (capas, pantalones, chaquetones y manteos), y para las faenas agrícolas
y ganaderas (mantas de mulas,
costales y alforjas).
Además de la fabricación
de paños, también se contaban
centros productores de lienzos
a partir del lino: Mingorría contaba con cuatro centros de lienzos ordinarios y Velayos con
dos de lienzos y estopas, cuyos
productos se destinaban para
Batán en el río Adaja.
132
RUTA
DE LA
LANA
la realización de prendas de
ajuar y las relacionadas con las
faenas agrícolas y ganaderas.
La actividad textil artesanal
prácticamente desapareció con
las crisis agrarias de 1780, dada la escasa productividad de
la agricultura y la baja capacidad adquisitiva del campesinado. Esta desaparición fue paulatina, y de ello se lamentaba el
Corregidor de la ciudad de Avila
citando el caso del pueblo de
Velayos, lo mismo que reseña
el historiador Martín Carramolino. No obstante, en esta localidad, según Madoz (1845-1850),
todavía quedan ocho telares y
80 personas se ocupan en la
fabricación de estameñas bastas.
Durante el período 1776-1851
las fábricas textiles fueron el
exponente más importante del
intento de modernización e industrialización de la capital abulense. Así, primero se puso en
funcionamiento la fábrica de paños del Común de la Ciudad de
Avila (1776-1782), después se
estableció la Real Fábrica de
algodón (1788-1816), que pasado el tiempo se transformó en
fábrica de lanas (1817-1830) y
finalmente en fábrica de lino
(1830-1851). Además, también
funcionaron en Avila diversas
fábricas de paños privadas, entre las que destacaron la de Francisco Solernou (1774-1798) y
la de Rafael Serrano (1803-1822).
Solernou era un comerciante
catalán establecido en Avila, había sido Procurador Síndico del
Común, y completaba su negocio de fabricación de paños con
una tienda de joyería, quincallería y ferretería, y con la compraventa de lanas. Además era
prestamista y propietario de casas y tierras en Mingorría, Las
Berlanas y Monsalupe.
Rafael Serrano era natural del
pueblo de Velayos y fue oficial
de la Contaduría de Avila, administrador de Tercias Reales y tesorero de Rentas Provinciales
de Avila, teniendo casas y tierras
en Peñalba, Zorita de los Molinos y Cardeñosa, donde estableció una secuela de hilazas.
Desaparecida la actividad textil de la zona, su vacío fue paliado con la visita frecuente de los
pañeros de Santa María del Berrocal.
En Mingorría durante la siguiente mitad del siglo XX la mayoría de las mujeres se ocuparon cosiendo guantes de piel,
en una importante actividad económica para la localidad. En la
actualidad se siguen realizando
trabajos de confección de trajes
de toreros, además de manteos
y tapices.
Finalmente, cabe decir que
en Cardeñosa la tradicional capa de paño que se tejía en la
zona constituye una prenda característica de la indumentaria
masculina.
Mingorría. Confección de manteo.
Cardeñosa. Capa de paño.
R U TA D E
L O S C H O C O L AT E R O S
Mingorría. Fábrica de chocolate.
■ A DESTACAR. Al viajero
debe sorprenderle grátamente llegar a Mingorría y descubrir aquí una antigua fábrica
de chocolates, tal cual dejó
de funcionar en 1970, después de haberlo hecho durante más de 150 años. La fábrica conserva intactas sus
instalaciones y el coche furgoneta comprado en 1934 para repartir.
■ La ruta. Desplazarse hasta Mingorría, como antiguamente hacían los escolares,
para admirar la gran casona que preside la plaza del
pueblo es reencontrarse con
un peculiar símbolo de industrialización del campo. Actualmente la fábrica «Marugán»
está cerrada, pero se conserva en relativo buen estado
y guarda toda la maquinaria
que sirvió para la fabricación
del chocolate.
■ Cómo llegar. Para acercarse a Mingorría basta ponerse en marcha por la carretera de Avila-Valladolid N-403,
y en el centro del pueblo, en
la plaza de la Constitución,
destaca sobremanera la antigua fábrica.
■ Qué ver. El singular edificio que fue una de las más
importantes fábricas de chocolates de la mitad norte de la
provincia. En su interior todavía se conservan íntegras las
instalaciones primitivas que
servían para la elaboración artesanal del chocolate, incluido el antiguo coche-furgoneta de reparto.
■ Aliciente. Descubrir en el
medio rural una fábrica de
chocolate tal cual funcionaba
antiguamente.
Carta de baraja de regalo
Molde.
RUTA
un extremo de la plaza de
Mingorría, a contrapunto e
A
la iglesia y perpendicular a la
casa consistorial, se levanta un
enorme caserón de dos plantas, el más grande de todo el
pueblo. Es la fábrica de chocolates, construida en el año 1832
sobre una finca donde en alguna ocasión se cultivó el azafrán.
A un lado de la casona, tres
contrafuertes de mampostería
sostienen las gruesas paredes
que soportan la cubierta de la
casa, son los paredones que
dan a la calle del Pozo y entre
los cuales se puede descifrar el
rótulo, ya casi borrado por la
lluvia: «Chocolates Marugán».
El edificio es hogar familiar y
es fábrica, también cuenta con
cuadras para las caballerizas,
gallinero y una lagareta donde hacer el vino. En medio del
corral, inmenso, un pozo.
El proceso de elaboración
que caracterizaba la fabricación
de este chocolate ha sido el
DE LOS
CHOCOLATEROS
mismo a lo largo de cien años.
Durante todo este tiempo, un
molino de piedra movido por
una o dos mulas ha sido la única maquinaria con que se contaba, hasta que en 1925 se instaló un motor de gasolina, y en
1940 se sustituyó por maquinaria eléctrica.
El chocolate «Marugán» solía
venderse en Avila, capital y provincia. Todos los viernes del año
era cita obligada acudir a repartirlo a la capital, los demás días
se iba de pueblo en pueblo hasta donde se podía ir y venir en
una jornada. La distribución se
hacía con las alforjas cargadas
a lomos de un par de mulas. En
la fábrica había cuatro mulas
que se turnaban en dar vueltas
alrededor del molino, yendo a
repartir y descansando. Para llegar a los pueblos más lejanos
se recorrían éstos previamente,
incluso durante semanas, confeccionando una nota de pedidos que posteriormente se facturaría con destino a los comerciantes que lo solicitaban.
En 1925 Mariano Cuenca,
que había estado trabajando
casi ocho años en la fábrica de
los Marugán, decide instalar
otra fá brica de chocolate también en Mingorría. Se fue con él
Florencio García, otro trabajador de los Marugán que llevaba
20 años en el oficio. Posteriormente, Florentino abrió otra fábrica por su propia cuenta.
En 1934 las mulas que transportaban el chocolate de pue-
RUTA
DE LOS
CHOCOLATEROS
blo a pueblo, fueron sustituidas
por un coche furgoneta de color rojo, marca Opel, matrícula
AV-881. La distribución y el reparto fue mucho más eficaz entonces. El precio de venta de
las tabletas osciló en esta década entre los 50 céntimos y la
peseta.
También en esta época se
piensa en cambiar y modernizar
la maquinaria. Para ello se estudian detenidamente los muestrarios y catálogos que mandan
desde Barcelona y en 1936 casi
se cierra el trato con los vendedores catalanes, pero estalló la
guerra. El coche fue requisado,
el cacao y el azúcar estaban racionados y dos hijos estaban
en el Ejército. Hubo que esperar al final de la guerra para la
instalación de la nueva maquinaria eléctrica; el coche, devuelto a sus dueños, será pintado de azul claro y en la plaza
del pueblo volvía a oírse el sonar «Marugán, tam, tam», que
hacían las máquinas.
El trabajo artesanal de fabricación del chocolate era motivo
suficiente para que acudieran
numerosos visitantes curiosos.
Solían venir los cadetes de la
Academia de Intendencia de
Avila y, también, las alumnas
del colegio abulense de Las Nieves. Como regalo un simpático
lapicero de propaganda o una
papelera, y siempre un trozo de
chocolate.
El chocolate que se hacía era
un chocolate a la taza, de leche
y almendras, un chocolate apreciado, cuyo sabor todavía se recuerda por quienes lo han probado.
Pero llegaron los años sesenta y la industria chocolatera que
había proliferado excesivamente en toda España empezaba a
resentirse, y las pequeñas industrias comienzan a cerrar. Para los Marugán no hay perspectivas de continuidad. El negocio
135
familiar se moría con la tercera generación cuando los dos
hijos varones de la siguiente
generación no llegan a trabajar
nunca en la fábrica. Así pues,
en el año 1970 se cierra.
Ahora sólo queda el recuerdo
de aquellos aromas, de los bailes que se echaban en el portal,
de las notas que tocaba Agapito Marazuela en las tardes de
los inviernos de la posguerra,
cuando se acercaba a este
caserón animado por Antonio
Marugán, al que le gustaba tocar la guitarra.
Todo permanece intacto, como si fuera ayer el último día trabajado. Parece estar listo para
iniciar de nuevo la fabricación de
aquel añorado chocolate que
fue la merienda de todos los niños durante más de un siglo.
Aún se conservan dos máquinas que están sin desembalar,
una mesa para moldear y una
moledora de almendras, como
un mundo mágico, igual que el
del cuento de la casita de chocolate. La fábrica de chocolate,
inmensa, callada y muda sigue
presidiendo la plaza. Al otro extremo, la iglesia mira de reojo.
RUTA DE LOS PALOMARES
■ A DESTACAR. Rodean muchos de los pueblos de la ribera del Adaja y de la meseta
castellana unas construcciones aisladas, de planta rectangular algunas veces, circular
casi siempre, con pretensiones
decorativas de las que suelen
carecer totalmente las pobres
viviendas inmediatas: son los
palomares, donde se criaban
palomas que proporcionaban
carne y abono al campesinado.
■ La ruta. El recorrido ideado pretende situar al viajero
frente a los antiguos palomares que se conservan en nuestros pueblos, al objeto de fijar
su atención en la importancia
de estas singulares construcciones en la vida de los campesinos.
■ Cómo llegar. Buenos ejemplos de palomares pueden verse en Peñalba, a la salida del
pueblo por el este, camino de
Zorita; en Monsalupe, en la
antigua fábrica de aguardiente; en Las Berlanas, en el barrio de El Burgo; en Gotarrendura, en el antiguo solar de la
casa-palacio de los padres de
Santa Teresa; en Zorita, en la
Dehesa de Olalla cerca del río
Adaja; en Mingorría, en un montecillo situado al oeste del pueblo, en el encinar del «Ciego»,
cerca del camino de los molinos y junto a la carretera N403; en Pozanco, de frente a
las eras del pueblo, y en Dehesa de Domingo Peláez, en
el encinar situado a la derecha
de la carretera que llega a Santo Domingo de las Posadas.
■ Qué ver. La distribución interior de los palomares para
servir a la cría de palomas donde mejor puede contemplarse
es en el palomar de Santa Teresa en Gotarrendura. La gracia de las construcciones y su
gran variedad puede admirarse en los pueblos de la ruta,
destacando por su grandiosidad el palomar de la dehesa
de Domingo Peláez.
■ Aliciente. Todavía quedan
buenos ejemplos de palomares en nuestros pueblos. Conocer su relevancia histórica
en la pobre economía rural y
la singularidad de su diseño
arquitectónico, en contraste con
su abandono actual, resulta un
buen atractivo para una visita.
Antiguo palomar en Mingorría.
RUTA
DE LOS
PALOMARES
137
Zorita de los Molinos, dehesa de Olalla.
e barro, ladrillos o mampostería guarnecida, bien blanD
cos de cal, los palomares tienen un aspecto pintoresco al introducir en su construcción elementos decorativos y superfluos:
tejados a diferentes alturas, muros que se prolongan por encima
de la cubierta, siempre de escasa pendiente, pináculos bordeando tejados y albardillas...
Situados alrededor del pueblo, en lugares estratégicos, los
palomares parecen pequeñas
fortalezas encaladas. Son edificaciones que llaman la atención del viajero por su contraste
con las viviendas y casas de la
villa, vistos desde la lejanía.
El palomar se levanta como
las pirámides egipcias, en la
soledad de los campos. Proliferan como las ermitas, tan enraizadas en estas tierras, pero
lejos de arrancar súplicas del
hombre piadoso. Sus paredes guardan a las palomas,
nada más pacífico y simbólico, que siguen en libertad y teniendo el
cielo como única techumbre. Los palomares, señoriales y
elegantes, contrastan con los gallineros, menos altaneros y más impotentes frente al firmamento y las estrellas.
Los palomares, como molinos sin aspas, gigantes vencidos por don Quijote, construidos por el mismo labriego, son
la mejor muestra de su sentido
exquisito y creador de formas.
Son barro sobre barro. Los adobes se preparan mezclando la
tierra de estas tierras con agua,
introduciendo la pasta en un
molde y mezclándola con la paja. Una vez que el sol lo seca ya
está el barro listo y dado forma
para crecer hasta ser casa de
palomas, sin cocción alguna y
con la sola exposición al sol.
Así nace el palomar, de la misma tierra donde se asoma el
horizonte, con la intervención
del sentido mágico que levanta
este monumento a unas aves
que, siendo libres, nacen junto
al campesino.
Dada la facilidad de reproducción de las palomas, el hombre de campo soluciona una
Pozanco.
138
RUTA
Mingorría.
importante parte de su dieta alimenticia. Los excrementos de
las mismas palomas –palomina– serán un buen abono para
sus tierras. A cambio, durante
los meses de invierno, cuando
la tierra parece estéril, las palomas comerán los últimos restos de la era que al finalizar el
verano fueron barridos cuidadosamente para esta ocasión
por el labrador. Los pichones
nacerán a finales de primavera
y durante el verano el campo
será su alimento y el palomar
su casa-dormitorio. La paloma
es un animal libre, sin dueño, y
la única relación de propiedad
que hay con el hombre es su
permanencia en el palomar, permanencia mediatizada por la
abundancia o escasez de comida en el mismo.
A modo de ejemplo sobre la
productividad de
un palomar, reseñamos que en el
siglo XVI el palomar de Santa Teresa en Gotarrendura produ-cía al
año 139 rea- les
de palominos y
76 reales de palomina, mientras
que una obrada
de tierra costaba
191 reales.
DE LOS
PALOMARES
Los palomares
de las zuritas se
conocen desde
hace muchos siglos y no siempre pudo tenerlos el que quiso,
porque su posesión constituía un
privilegio que sólo se otorgaba a
los señoríos y comunidades religiosas, constituyendo lo que se
llamó «derecho de palomar»,
altamente buscado en los tiempos del feudalismo. El derecho de palomar imperó en toda Europa durante la Edad Media y aún en los tiempos modernos. Algunos palomares medievales fueron destruidos en
gran parte durante la revolución
francesa, al derribar todo lo que
significara símbolo de señorío
o de nobleza.
Con la abolición de los fueron y prerrogativas de la nobleza quedó abolido el derecho
de palomar; sin embargo, en
muchos sitios se mantienen
aún estas torres palomares
cuyos productos se explotaban
por cuenta propia de los labradores o en aparcería con los
colonos. No obstante, hoy en
día la mayoría de los palomares
están abandonados.
Dehesa de Domingo Peláez.
RUTA DE LOS
CRUCEROS
■ A DESTACAR. Las cruces forman parte del paisaje rural tan característico de
esta Castilla nuestra, donde
nacen como árboles de piedra granítica con dos brazos de una pieza, generalmente. Se levantan sobre
peanas, también de piedra,
que tienen una forma cuadranular o redonda, para lo
que incluso se aprovechan
las piedras de los lagares,
donde se apoyan, a veces,
sobre una escalinata a su
alrededor. El arte popular
se hace símbolo del Cristianismo desde el nacimiento de éste. Las cruces representan la crucifixión de
Cristo y forman viacrucis
completos, simplemente calvarios o cruces aisladas a
la puerta de iglesias y ermitas, y siempre en los cementerios. Pero las cruces que
permanecen arraigadas en
esta dura tierra trascienden a
su significado religioso originario para configurar un paisaje con sabor a «pueblo artesano».
■ La ruta. En todos los pueblos que circundan la ribera
del Adaja cuentan cruces o
cruceros repartidos entre sus
calles, plazas y lugares santos. Detenerse ante estos monolitos labrados en piedra es
recorrer una tierra piadosa que
quiere ser descubierta por
nuevos peregrinos.
■ Cómo llegar. Los cruceros se aparecen ante el viajero que se acerca a los pueblos como estandartes que
no necesitan anunciarse. Para llegar, entonces, basta con
Calvario de Cardeñosa.
seguir la estela que dejan las
cruces de piedra en torno a
iglesias, ermitas, cementerios
y cruces de caminos. Desde
la carretera, por la que se llega a los pueblos, ya se divisan los cruceros que santifican las poblaciones.
■ Qué ver. Las cruces de
piedra, por el lugar que ocupan y la belleza de su labra,
constituyen piezas monumentales que engrandecen el paisaje, las calles y plazas, y
los edificios religiosos que
presiden.
■ Aliciente. Descubrir extraordinarios grupos escul- tóricos destacados por la figura
de Cristo crucificado, y esculpidos en piedra por artesanos anónimos, donde los
peregrinos y feligreses se
detenían para orar.
RUTA
Las Berlanas
La ruta de los cruceros que
salpican los pueblos del Adaja
ofrece al viajero un especial motivo para hacer una parada ante estas obras de piedra esculpidas por buenos canteros.
Si comenzamos nuestra ruta
por Cardeñosa, aquí contaremos hasta 47 cruces repartidas
por todo el término municipal,
donde destacamos el calvario
que se levanta frente a la ermita de «Nuestra Señora del Berrocal», por su majestuosidad,
en el cual se culmina el viacrucis que se inicia en la iglesia.
DE LOS
CRUCEROS
Continuando el viaje, en el
horizonte se divisa la cruz de la
sierra de Peñalba, que anuncia
el territorio de este pueblo, con
cruces frente a la iglesia y la ermita, y a la salida por el este camino de Zorita.
Llegando a Las Berlanas los
barrios se significan con ermitas y bellas cruces que se cuentan hasta la antigua iglesia de
Nuestra Señora de Gandulle y
de la Asunción.
Monsalupe define su viacrucis desde la iglesia hasta la ermita de la Virgen del Buensuceso y el cementerio, y Gotarrendura expone su crucero a
la puerta del templo parroquial.
Zorita de los Molinos conserva una cruz frente a la ermita
del Cristo, mientras Mingorría
cuenta con un completo viacrucis que comienza en la iglesia
con sendas cruces con Cristos
labrados, y continúa por calles
y plazas para terminar en la ermita del Cristo del Berrocal.
Pozanco y Santo Domingo
de las Posadas lucen sus cruces en torno a la iglesia y el cementerio, mientras Vega de Santa María ofrece un viacrucis que
termina en la iglesia parroquial
de Nuestra Señora de la Asunción, ofreciendo un bello con-
Blascosancho.
RUTA
DE LOS
CRUCEROS
141
Mingorría.
junto. Lo mismo que ocurre en
Velayos desde la iglesia hasta el cementerio, donde estaba
la antigua ermita de Nuestra Señora de las Angustias. Más allá,
en Blascosancho, el calvario se
puede ver desde la carretera,
junto al camino que rodea las
eras.
Dirigiéndonos a Los Patos,
en el límite del término con Mingorría, una cruz con Cristo sirve de hito. En Saornil y Escalonilla una única cruz santifica
estos pueblos y en la Venta de
San Vicente por las paredes
del cementerio se asoman tímidamente los cabeceros de algunas cruces.
Ignorantes sobre la autoría
de estas obras de cantería, de
su contemplación no puede por
menos que surgir el interrogante sobre la misma, como una
duda metódica, mientras la figura arrogante del crucificado
se levanta sobre la mirada sumisa de pobres pecadores arrepentidos.
Si en Mingorría y en Cardeñosa parece lógica la proliferación combinada de cruces, por
su tradición en el trabajo de la
cantería, igual que en Galicia,
no lo es en los pueblos llanos
de La Moraña o del resto de
Castilla si no es por el fervor religiosos de la época.
Y es que la elaboración de
cualquiera de las cruces que
podemos observar por estas tierras supone un esfuerzo artesanal de incalculable valor. Se inicia desde que el granito es separado de una enorme mole y,
a fuerza de golpear sobre el
Hito entre Mingorría y Los Patos.
RUTA
Velayos.
puntero arañando la piedra, dar
forma circular a un tronco de
donde salen dos brazos.
Hoy vemos al lado de las carreteras numerosas cruces que
parecen indicar la muerte de alguna persona en accidente de
circulación, y que en la Edad
Media eran testigos del peregrinar de numerosos viajeros en
nombre de Dios. Parece como
si la reconquista y la expulsión
de los árabes, los infieles, por
los cristianos quedara simbolizada hasta la eternidad en los
estandartes de piedra que pueden significar las cruces. Así, en
un principio representaron la victoria del catolicismo sobre los
no creyentes (moriscos y ju- díos), y en todo momento recuerdan la omnipresencia de Dios.
Ahora la obra artística supera
cualquier teoría redentora.
De nuevo la duda sobre la
identidad de los artífices que
erigieron estas cruces –farolas
iluminarias–, confundiéndose en
el anonimato popular. Y a uno
se le parte el alma cuando una
cruz de éstas cae trinchada en
pedazos por la gamberrada de
algún pobre desdichado, sucesos ocurridos con demasiada
frecuencia a la que pudiera esperarse en los cientos de años
que tienen de existencia. Así, tris-
DE LOS
CRUCEROS
temente, encontramos numerosas peanas vacías, sin cruz alguna que soportar.
En las peanas que soportan
cruces erguidas es frecuente
encontrar inscripciones relativas al motivo y el año a que se
debe su presencia, datadas en
su mayoría en los siglos XVII y
XVIII. Así, unas cruces se levantan por la generosidad de algún
hacendado o del propio párroco, y en algunos casos son los
labradores unidos quienes costearon las cruces, aunque lo
más frecuente es el anonimato.
La variedad de formas, alturas, relieves que adoptan las
cruces son de una gran riqueza. Así, hay cruces de forma cilíndrica, cúbica, cúbica con
aristas biseladas, romboidales,
de un cuerpo, de dos cuerpos
igua- les, de un cuerpo cilíndrico sobre el que se levanta una
pequeña cruz... Unas tienen labrado un Cristo simplemente,
otras tienen además una Virgen
labrada por el otro lado, y la
mayoría carecen de labra alguna. Algunas, si se levantan sobre troncos separados, tienen
labrados rosetones en ellos o
anillos que, como dobleces, le
salen al granito.
Santo Domingo de las Posadas.
RUTA DE LOS CARBONEROS
■ A DESTACAR. Carboneros y cisqueros, junto a porqueros, cabreros, ganaderos,
jornaleros y colonos agrícolas,
eran oficios que se desempeñaban en la explotación de los
montes de encinas, tan característicos de la mitad norte de
la provincia de Avila. Además,
el encinar que se baña en el
Adaja y el Voltoya ve surcada
su masa arborea por numerosos caminos que conducen a
los molinos existentes en sus
orillas, pasando por los términos municipales de Avila, Cardeñosa y Mingorría, Monsalupe, Peñalba, Tolbaños, y en las
cercanías de Velayos y Santo
Domingo de las Posadas.
■ La ruta. Recorrido por los
encinares donde se mantienen formas tradicionales de
explotación, tales como la elaboración de cisco, el pastoreo
de cabras o la montanera de
cerdos, sin olvidar vestigios de
antiguas carboneras. La ruta
discurre junto a los hombres
que todavía mantienen vivo el
monte de encinas desempeñando oficios tan antiguos como los de carbonero o cabrero, lo que todavía ocurre en la
margen derecha del río Adaja.
■ Cómo llegar. Situándonos
en la carretera N-403 o aguas
abajo de la presa de las Cogotas, o retomando la ruta de
los molinos de «Trevejo» y «Las
Juntas», nos adentramos en
los encinares de Yonte y de
Mingorría, donde se sigue elaborando cisco y pastan las cabras. El humo ascendente por
la masa arbórea del monte advierte al viajero de una cisquera en combustión, mientras que
las cabras saltarinas es fácil
divisarlas desde la carretera o
los caminos molineros que llegan al Adaja. La montanera de
cerdos se sigue haciendo en
Navares, donde se llega por
Gotarrendura o Vega de Santa
María, o bien desde Zorita por
el antiguo camino que cruza
«La Aldehuela» y «Olalla».
■ Qué ver. Además de admirar el paisaje de encinas que
se levanta sobre el río entre
berrocales de piedra, salpicado de molinos y antiguos caseríos, puede contemplarse el
proceso artesanal de elaboración de cisco y el único rebaño de cabras de la zona que
pasta el encinar de Mingorría,
así como los cerdos ibéricos
que hozan en Navares. Pasear por el monte es reencontrarse con viejas formas de vida ya casi desaparecidas.
■ Aliciente. Comprobar hoy
cómo se explotaban antiguamente los montes de encina
en labores de fabricación de
cisco, pastoreo de cabras y
montaneras de cerdos, actividades éstas en las que se afanan todavía algunos habitantes de la ribera del Adaja.
144
RUTA DE LOS CARBONEROS
no de los trabajos más peculiares que realizaban los
U
carboneros de nuestros pueblos aprovechando la leña de
los encinares, es la elaboración
de cisco o picón, una actividad
que aún puede contemplarse
en los montes cercanos a la
ciudad de Avila.
Coincidiendo con la época
de poda, desbroce y limpieza
del encinar, se obtiene el cisco
después de un cuidado proceso de combustión donde se queman ramas, ramajes y hojarasca, las cuales se obtienen en
las tareas propias del cuidado y
la conservación del bosque. Para ello se amontonan gavillas
de leña formadas por ramas de
encina en el lugar elegido para
hornar. Amontonada la leña se
enciende y cuando se pone
blanca, síntoma de que se está
quemando bien, se añaden más
gavillas. Cuando la cisquera está quemada se apaga con la
pala y se cubre con tierra, o si
se quiere ser más rápido se
apaga con agua. Para recoger
el cisco se hace una era donde
se amontona y se ensaca directamente, mientras que los restos más menudos hay que cribarlos al haberse mezclado con
tierra. El cisco así elaborado servirá para calentar la vivienda, y
también alguna nave, cuadra o
pocilga donde se esté criando
ganado recién nacido. No obstante, hoy día, la utilidad de esCisquera.
Ensacando el cisco.
te producto energético, como
combustible para braseros, es
escasa, ya que existen otros sistemas de calefacción más eficaces.
Atrás quedaron los tiempos
en que se carboneaba el monte abulense para elaborar carbón de encina, actividad ésta
que aún se realiza en los encinares de Salamanca y Extremadura. Un ejemplo ilustrativo de
la magnitud de este trabajo, lo
encontramos en el Catastro de
Ensenada del año 1751, donde
se recoge que el monte de Mingorría sólo había sido cortado
una vez con Licencia y Facultad
Real, y en esa ocasión se fabricaron cuarenta y cuatro mil arrobas (506 toneladas) de carbón, para lo que se necesitó
una cantidad de leña cuatro
veces superior, obteniendose
un producto de veintidos mil
reales, cuya utilidad es la que
corresponde a un periodo de
cincuenta años. Después de
este carboneo abusivo no es
de extrañar que apenas quedaran chaparros, si bien el
monte no fue roturado y se
ha ido regenerando, ocupan-
RUTA DE LOS CARBONEROS
do unas mil obradas entre masa arborea, pastos, otros cultivos, tierra yerma y peñascales,
según el catálogo de 1859. Comparativamente, y siguiendo a
Ensenada, diremos que el encinar de Avila capital, localizado
entonces en las dehesas de
Pancaliente, Aldeaciego, Pedrosillo, Palenciana, El Burguillo
y Yonte, ocupaba sólo de masa arborea una superficie
de 3.576 obradas, y su producto medio por año en
concepto de leña y carbón
era de 470 reales.
Mediado el siglo XVIII,
para carbonear el monte
se escrituran las condiciones, se obliga la intervención de personas entendidas y peritos, se seleccionan rigurosamente las encinas a cortar y el modo de
realizar la tala sin dañar los
árboles, se establecen mecanismos de control y metodos de contabilidad, y se
fijan las multas correspondientes por incumplimiento. La corta de leña y la
elaboración del carbón se
hacía en cuadrillas dirigidas por un jefe de fábrica,
que se instalaban en las
cabañas que construían en
el monte.
El proceso de fabricación del carbón se inicia
con la corta que empezaba el 30 de noviembre y finalizaba el 20 de marzo. Cuando
se talaban árboles el carbonero
obtenía la corteza que luego
vendía para curtir pieles, la madera se empleaba como materia prima de los aperos de labranza, y la leña se destinaba
para hacer carbón vegetal.
El horno o carbonera se formaba con leña amontonada ordenadamente en posición vertical alrededor de una o varias
estacas centrales que luego se
sacaban y quedaba hecha la
145
chimenea. La carbonera se cubría con hojarasca, hierba seca
o cesped, y tierra, encendiendose finalmente por la chimenea con ramillas finas. Para unos
diez o quince mil kilos de leña,
la combustión dura unos quince días, la cual se regulaba a
través de una serie de aberturas
o respiraderos practicados en
las paredes del horno.
Carbonera.
La leña se solía quemar en
primavera, la cual una vez convertida en carbón vegetal se retiraba a lo largo del verano, habitualmente antes de finales de
octubre, para lo que se colocaba en serones. Finalmente, el
transporte del carbón fabricado
se efectuaba en carros tirados
por yuntas.
El oficio de carbonero era,
como es normal, sucio y sacrificado, además había que vigi-
146
lar la carbonera día y noche,
pues el viento podía provocar una rápida combustión
que mermara y consumiera
la leña antes de tiempo.
La montanera fue otra de
las actividades propias de la
explotación del encinar, denominandose así el aprovechamiento que se hacía del fruto de bellota para cebar cerdos.
El ganado porcino siempre fue
el que mejor se adaptaba al encinar. Las piaras de cerdos «pastoreados» por el porquero se
alimentaban de las bellotas que
habían sido vareadas de las encinas, engordando las últimas
seis semanas antes de la matanza. Para ello, la mayoría de
los vecinos sacaban su cerdo a
las afueras del pueblo, donde el
porquero los recogía para ir al
monte.
Los escasos pastos de estas
tierras ahora son explotados
por la ganadería extensiva, con
la que se ha sustituido el esquema tradicional agrícola ganadero. Así, el ganado de labor
se ha visto remplazado por cabañas de ganado vacuno con
alta producción de carne. Por
ello, hoy llama la atención al visitante la contemplación de un
rebaño de cabras pastando entre las encinas de las dehesas
de «La Malita» y «El Ciego», sitas en Mingorría, así como en
los montes de Cardeñosa. Estas cabras son el único ganado
autóctono que todavía puede
verse en la zona centro de la
Montanera en Navares.
Cabrero.
provincia, lo que contrasta con
la abundancia de cabezas que
existían en tiempos atrás, de ahí
por ejemplo el nombre de la dehesa de «Cabreras».
Antiguamente, los encinares
constituían el bosque más característico de la mitad norte de
la provincia de Avila, cuya masa
forestal debió ser muy frondosa
hasta finales del siglo XII, perdurando todavía hasta el siglo
XIV, pero que disminuyó considerablemente en los siglos siguientes.
En el siglo XVIII, los bosques
de encinas se habían reducido
de una manera importante, al
haber sido roturadas y sutituidos por cultivos cerealistas más
rentables, con los que se esperaba alimentar la numerosa población de entonces, cuando la
capital abulense contaba unos
5.500 habitantes. En esta época (año 1751), el Catastro de Ensenada señala que el encinar
produce pasto corto, leña, carbón, cisco y fruto de bellota, lo
que representa una utilidad media de 0,7 reales por obrada,
frente a la renta de ochenta y
ocho reales que produce una
obrada de tierra cultivada de
trigo, de ahí cierta justificación en la disminución de los
bosques. Sin embargo, a partir del mismo siglo XVIII todo
lo relacionado con la tierra
adquiere un valor diferente y
se dictan normas proteccionistas que permiten garantizar mejor la conservación de
los bosques.
RUTA DE
LOS CANTEROS
■ A DESTACAR. Muchos pueblos de la provincia abulense
se ven rodeados de grandes
piedras granillosas, algunas son
de color rojizo o amarillento, y
otras son gris-perla con puntos negros y espejuelas, rocas
graníticas se llaman. Un buen
día, el hombre se subió a ellas
y, tras observarlas armado de
rudimentarias herramientas,
decidió extraerlas, cortarlas y
darles forma. Desde entonces
hizo de la cantería su oficio
y su vida, convirtiendo, sin saberlo, su trabajo artesanal y
anónimo en arte, contribuyendo con ello a crear el paisaje
arquitectónico de los pueblos
y ciudades.
■ La ruta. Recorrido por antiguas canteras y contemplación de una de las actividades
artesanales más singulares de
los habitantes de Cardeñosa y
Mingorría, la cantería. Esta actividad se vio favorecida por la
abundancia de formaciones rocosas existentes en una franja
que va desde «Las Cogotas»
hasta la Venta de San Vicente
y la Alameda. Las canteras explotadas a cielo abierto salpican el paisaje de la zona y en
ellas todavía puede oírse el repique de punteros, tal y como
ocurre junto a la presa de las
Cogotas, o al Este de Mingorría en el límite con San Esteban de los Patos, y también
en La Alameda y en Brieva.
■ Cómo llegar. Desde la presa de las Cogotas, a ambos
lados del río abundan antiguas
canteras de Cardeñosa y Mingorría, siendo el acceso hasta
aquí fácil y cómodo. Poco antes de llegar a Mingorría desde Avila, a la derecha se en-
cuentra la ermita del Cristo, rodeada de grandes berrocales
de piedra, donde hubo una de
las muchas canteras de la zona. En la Alameda, junto a la
Venta de San Vicente, perteneciente al municipio de Tolbaños, se halla una impresionante cantera abandonada.
Otra cantera explotada industrialmente para balasto se halla en Mingorría, junto a la vía
del ferrocarril según puede verse desde la carretera, a la que
se accede por el desvío sito
en el p.k. 148,7 de la N-403 en
el paraje del «Verdinal».
■ Qué ver. El trabajo artesanal de la piedra puede contemplarse en los tajos existentes junto a «Las Cogotas» o
en las canteras de Mingorría,
también junto a las fábricas de
granitos y mármoles que se
explotan a las afueras de Cardeñosa y Mingorría.
■ Aliciente. El trabajo artesanal que históricamente han
desarrollado los canteros de
Cardeñosa y Mingorría puede
admirarse en la construcción
de monumentos y toda clase
de edificios y en las canteras
que proliferan en estos pueblos.
148
os canteros de Mingorría,
junto con los de Cardeñosa
L
y alguno de Brieva, son casi
los únicos artesanos abulenses
que trabajan el granito como
hace cientos de años, igual que
lo hicieron sus antepasados.
Ello trae a la memoria del cantero errante los recuerdos de
otros tiempos en que se desplazaba a pie de las obras repartidas por toda la geografía
española, y se enorgullece de
aquellos trabajos de piedra que
hizo para construcciones que
destacan en la historia de la arquitectura: la Universidad Laboral de Gijón y la Universidad de
Alcalá de Henares; las catedrales de Burgos y León; las estaciones de ferrocaril de Avila,
Chamartín, Bilbao, Cuenca y Medina del Campo; los paradores
de Avila, Gredos, Trujillo, Arcos
de la Frontera, Picos de Europa, Toledo, Tordesillas, Valle de
Arán, Puebla de Sanabria y Zamora; los palacios de Bracamonte en Avila, la Moncloa, la
Zarzuela y el Congreso de los
Diputados; los museos de Avila,
el Pueblo Español en Palma de
Mallorca y de Santa Cruz de
Mudela en Toledo; los muelles y
los puertos de Barcelona y San
Sebastián; los polígonos industriales de Avilés, Gijón, Mieres,
Pamplona y Valladolid; además
RUTA
DE LOS
CANTEROS
del monumento pétreo de Cuelgamuros y Cruz de los Caídos
en El Escorial, iglesias, puentes,
edificios públicos e innumerables calles y plazas de Avila, Madrid, Valladolid, Santander, Medina del Campo, Calatayud, Bilbao, Burgos, etc., sin olvidar los
edificios de viviendas y casas
de todo tipo, los trabajos de cementerio y una gran multiplicidad de piedras ornamentales.
Actualmente los canteros de
Mingorría y Cardeñosa continúan su actividad artesanal
en las canteras abiertas al cielo en las formaciones rocosas
que circundan las localidades,
aunque el número de trabajadores ha disminuido considerablemente en la actualidad.
Alguno de los últimos encargos fueron con destino a Méjico, y consistieron en los elementos de piedra labrada que
forman los pilares sobre los que
apoya una caseta de madera,
cuyo conjunto forma la construcción popular conocida como «hórreo».
Otros encargos de piedra labrada en forma de bancos, bordillos, jambas, dinteles, cornisas, peldaños o losas, vienen
siendo atendidos en la actualidad para la pavimentación de
calles o para edificios históricos
o casas señoriales.
RUTA
DE LOS
CANTEROS
Y cuando el trabajo escasea, dado lo costoso de la actividad artesanal y la competencia de la producción industrial
de las grandes canteras, el cantero descansa con el cuerpo resentido de tanto «picar» mientras recuerda tiempos mejores.
La cantería, junto con la agricultura y la ganadería, ha sido
un trabajo tradicional y característico de los hombres de Mingorría y Cardeñosa. Con la llegada del ferrocarril en el año
1862 y la instalación de la doble vía en 1925, se necesitan
grandes cantidades de piedra
para el balasto y los numerosos puentes, por lo que aumenta considerablemente el número de canteros y comienza la
explotaciónde una gigantesca
cantera de grava y gravilla en
Mingorría explotada últimamente por RENFE.
En la actualidad la actividad
artesanal ha ido abandonándose y sustituyéndose por fábricas mecanizadas, muchas
de ellas creadas por antiguos
canteros. Lo que unido al envejecimiento de la población
y la falta de aliciente para los
jóvenes, ha reducido considerablemente la práctica artesana de este oficio.
Como ejemplo de intervención en la conservación del patrimonio podríamos haber escogido cualquiera en la ciudad
de Avila. Lo mismo nos habría
dado, porque lo que ahora interesa es hablar del noble oficio de la cantería, destacando
su importancia en la rehabilitación y recuperación de nuestro patrimonio histórico, la cual
pasa entonces por el trabajo
anónimo y callado de numerosos artesanos.
El oficio de cantero es uno
de los más viejos de la historia, sobresaliendo respecto a
los demás en la siguiente copla:
«Los canteros son el oro,
los albañiles, la plata,
los sastres y zapateros
la moneda que no pasa».
Reencontrarse con esta profesión en el tiempo
es buscar en castillos y
murallas, en catedrales
e iglesias, en palacios y
casas señoriales, y también en las antiguas plazas y calles adoquinadas
de la ciudad, en puentes y en numerosos elementos de la arquitectura popular.
150
Hoy, los canteros, enfrentándose a las nuevas técnicas de
construcción y a la industrialización que han invadido prácticamente todos los campos, sólo tienen una salida: la conservación
del patrimonio histórico como
colaboradores directos de los
especialistas en restauración.
Atrás quedó la organización
gremial de la cantería, donde
cada cuadrilla estaba formada
por una decena de hombres dirigidos por un jefe y entre los
que había cortadores, labrantes
y pinches. Ya no quedan pinches ni aprendices, porque las
jóvenes generaciones hace tiempo que huyeron de este duro
trabajo, mientras que los labrantes también hacen de cortadores y se ocupan de sus propias
herramientas, haciendo incluso
trabajos de fragua. En otro tiempo, mediado el siglo XX, al gran
número de canteros existentes
se sumaban casi todos los labradores, quienes se ocupaban
del transporte de la piedra mediante carros tirados por vacas
o mulas. Por ello no es de extrañar que en los años cuarenta se labraran hasta cinco vagones de tren semanales de adoquín mosaico en Mingorría.
La historia de Avila es, en
parte, la historia de sus piedras,
como dice José Antonio Romero. Y es que de piedra son mu-
RUTA
DE LOS
CANTEROS
chos de los restos encontrados
de la Edad Paleolítica, hasta la
Edad del Hierro, y ejemplos de
ello son los castros de Ulaca y
las Cogotas, de cuya cultura son
los enigmáticos verracos. Hasta los restos romanos y visigodos son muestras palpables de
la importancia del trabajo de la
piedra en estas épocas. Mientras que de la Edad Media y el
siglo XVI son el mayor número
de construcciones monumentales que llenan el casco antiguo de la capital abulense, sin
olvidar los numerosos ejemplos
que nos ofrece la arquitectura
popular.
La conservación del legado
monumental sobre el que se
construye la historia de Avila,
obliga sin duda a contar con la
pericia de los artesanos de la
piedra: los canteros. La pervivencia, casi testimonial, de este oficio en los pueblos de Mingorría
y de Cardeñosa destaca frente
a la abundancia de yacimientos
graníticos existentes sin explotar en otros lugares de la provincia, donde esporádicamente
se practicó el oficio (Sotillo de
la Adrada, La Colilla, Arenas de
San Pedro, Navaluenga, Navatalgordo, Avila y Santa María del
Berrocal), por ello se hace necesario un mayor apoyo institucional a esta actividad artesana
que actualmente carece de ali-
RUTA
DE LOS
CANTEROS
cientes profesionales por la dureza del trabajo. Aquí, no obstante, hay que destacar el papel
de las escuelas-taller, donde
suele figurar la cantería como
uno de los módulos a impartir
entre los alumnos, si bien éstos
rara vez continúan trabajando
en el oficio cuando finaliza la
escuela.
Las canteras son una formación rocosa de donde se extraen las piedras para ser labradas. La explotación se hace a
cielo abierto aprovechando el
granito que se encuentra a flor
de tierra. El frente de cantera es
por donde se comienza la extracción, y empieza de fuera
adentro y de arriba abajo, formando planos escalonados o
terrazas. En el mismo lugar se
ha preparado un espacio libre y
llano que permita la colocación
del bloque de piedra para ser
calzado, instalado de una forma
estable y dispuesto para ser trabajado con comodidad, además permitirá el almacenaje de
las piezas preparadas para su
transporte.
La extracción manual de la
roca granítica se realiza como
antiguamente, mediante la colocación de cuñas de acero que
al ser golpeadas con el mallo
rompen la piedra en bloques,
los cuales serán desbastados
con la maza de hierro y el pico
o punterola. Posteriormente se
inicia el labrado con la marte-
151
lina, el cincel o puntero, el
martillo de dos brocas, el trinchante y la bujarda, dando
forma a la piedra con la ayuda de plantillas, baiveles, niveles, plomadas y compases entre otros instrumentos.
Para el arrastre de piedras se
utilizan rodillos, gatos y otras
máquinas auxiliares, mientras
que para el transporte vertical se usan cribas y polipastos o aparejos. La única innovación técnica consiste en un
compresor y una sierra radial, lo que facilita considerablemente la extracción y el cortado de la piedra.
A fuerza de repicar la roca la
salud de los cortadores y labrantes se resiente, agravada
por las inclemencias del tiempo. El polvo del granito golpeado mezclado con el aire que se
respira provoca silicosis, y muchos han pagado con su vida
esta enfermedad. La postura
agachada y encogida que suele
adoptar el cantero y el gran esfuerzo físico que supone mover
piedras produce la desviación
de la columna vertebral (citosis). Las esquirlas que saltan
suelen dañar los ojos y muchos
martillazos que se escapan al
aire ocasionan dolorosas llagas
en las manos. Por todo ello a
los canteros se les llama «los
sufridores de la piedra».
« Ve n u s » , d e To m i q u e .
TALLISTAS DE LA PIEDRA
Y ESCULTORES
La capacidad artística innata
y natural de muchos canteros
ha propiciado manifestaciones
escultóricas de gran valor. Sus
artífices traspasaron en estas
obras el carácter artesanal del
oficio de la cantería elevándolo
a verdadero arte. Sin abandonar la condición de artesanos, y
reconociéndose como auténticos tallistas y modeladores de
la piedra, hay que destacar los
siguientes ejemplos:
Los hermanos Tomás «Tomique» y Máximo Velayos García, naturales de Cardeñosa,
comenzaron a trabajar en la
cantera a muy temprana edad,
siguiendo los pasos de su padre. Ambos realizaron estudios
básicos que les sirvieron para
profundizar en la «talla» de la
piedra, y ejercer la docencia de
la cantería en diversas escuelas
taller, habiendo mostrado sus
obras en numerosas exposiciones.
Julián Rubio «El Torero», natural de Mingorría, a pesar de
carecer de formación académica, ha destacado como artista
en la labra de réplicas de los leones que circundan la catedral
de Avila. José Lagares, también de Mingorría, ha desempeñado el oficio de cantero durante toda su vida, sobresaliendo
por la labra de interesantes tallas esculturales.
José Lagares.
Daniel Hidalgo, natural de
Cardeñosa, se inició como cantero con poco más de veinte
años. Pronto se despertaron en
él especiales cualidades artísticas que ha sabido expresar
gracias a las enseñanzas recibidas en la Escuela de Artes y
Oficios de Avila de los escultores Antonio Arenas y Manuel
Colomé, sin olvidar la influencia
artística de Matilde García, esposa del primero y Vicente Cutango. El prestigio alcanzado
por Daniel Hidalgo viene avalado por las numerosas exposiciones realizadas y los premios
y galardones obtenidos, hasta
consagrarse actualmente como
un gran escultor reconocido merecidamente más allá de nuestras fronteras.
D a n i e l H i d a l g o e n e l t a l l e r.
RUTA DE
LOS PINTORES
■ A DESTACAR. El paisaje,
las gentes y sus costumbres,
y las formas de vida características de los pueblos de la ribera del Adaja han sido en
muchas ocasiones, y por diversos motivos, fuentes de inspiración artística de importantes pintores. La visión plástica
de las cosas que motiva su reflejo en un cuadro es también
un aliciente para el viajero que
quiere seguir los pasos
de quienes le precedieron. Son numerosas las
pinturas que se han hecho basadas en temas relacionados con las tierras
del Adaja, como también
lo son sus autores, cuyo
exponente último tiene lugar cada año en el Certamen de Pintura Rápida
que se celebra en la capital abulense.
■ Qué ver. Bellos y sugestivos motivos artísticos, tales
como el paisaje morañego, vistas de la ribera del Adaja y sus
molinos, calles y plazas, ermitas y manifestaciones festivas
en su entorno, y el traba- jo en
el campo son algunos de los
aspectos relevantes plasmados por los pintores que se
han acercado a estas tierras.
■ La ruta. La recreación
colorista y la expresión
plástica de impresiones
captadas de la contemplación de la naturaleza y de la vida en el campo, y su reflejo mediante las más diversas técnicas pictóricas por destacados artistas se muestra a los visitantes desde
el natural.
■ Cómo llegar. Acercarse hasta las fuentes de
inspiración artística de
destacados pintores profesionales significa llegar hasta Peñalba y Gotarrendura, y después hasta Velayos, Zorita y
Mingorría, sin olvidar el trazado que hace el río Adaja entre
berrocales graníticos y encinares.
■ Aliciente. Contemplación
de atractivos naturales que
fueron descubiertos para la
pintura e inmortalizados por
ella, y descubrimiento de artistas que se relacionaron con
los pueblos del Adaja.
154
El sentimiento religioso de
los habitantes del medio rural
ha sido siempre característico
de una peculiar forma de entender la vida del hombre, sobre
todo en tiempos difíciles para
trabajar en el campo. En este
contexto, que al viajero no debe escapársele, José Sánchez
Merino (1902-1968) dibujó un
hermoso mural en la ermita de
La Aldehuela, en Zorita, y también la imagen de una típica escena familiar, donde aparecen
reunidos abuelos, hijos y nietos
sentados junto al fuego de la
chimenea con un rosario en la
mano. Esta ilustración fue hecha para la cabecera de la revista mensual titulada «El Santo Rosario en Familia», editada
durante unos años, desde 1958,
por el párroco de Mingorría, don
Francisco José Romero. Este
sacerdote era natural de Villafranca de la Sierra, el pueblo
donde desarrolló una importante etapa artística Benjamín Palencia en 1941, pintor que supo
captar de una forma extraordinaria el paisaje castellano.
El bello dibujo de Sánchez
Merino se convirtió en una marca que dio prestancia a la revista que se difundía por toda
la provincia y media España.
Otros dibujos del mismo artista
también fueron publicados en
RUTA
DE LOS
PINTORES
la revista cultural «Piedra Caballera», de Mingorría. Sánchez
Merino fue profesor, acuarelista y el dibujante de Avila, y su
obra gráfica quedó impregnada
de todo lo abulense, llena del
costumbrismo que bien se asemeja con los tipos y gentes de
nuestros pueblos.
La riqueza colorista de los veranos, cuando los campos y las
eras amarillean agitadas por los
labradores y sus caballerías,
es una bella estampa de
Zorita de los Molinos
que cautivó a Rafael
Sastre Hernández, como también le ocurrió a su
tío Luis cuan- do fotografió las mismas imágenes.
Rafael Sastre fue profesor de dibujo en el instituto abulense y pintó
con sugestión e interés
escenas sobre faenas
agrícolas que tomaba
del natural en Zorita
allá por los años cincuenta.
Rafael Sastre tenía el mismo
nombre que su progenitor y era
nieto de Celedonio Sastre y sobrino del filósofo Jorge Santayana. Rafael heredó una especial sensibilidad para la pintura
de su padre, de quien Santayana escribió: «Era sensible a la
poesía, a la religión y a las artes,
sin tener grandes conocimientos técnicos; pero su sentimiento era auténtico, incontaminado
por ninguna moda pasajera. En
1905-1906, cuando yo daba conferencias en La Sorbona, le invité a que viniera a pasar un mes
en París. Vino y recuerdo su súbito interés un día en el Louvre,
cuando le señalé unos relieves
de Luca della Robbia, y la sencillez con que sacó un cuaderno y un lapicero e hizo un esbozo de una de las obras, con un
apunte sobre el colorín.
–Cuando vuelva a Zorita (la
finca de su padre), dijo, haré uno
como éste».
RUTA
DE LOS
PINTORES
Adelina Labrador.
Los molineros de Zorita todavía recuerdan cuando, en las inmediaciones de la ribera del
adaja, veían a una mujer sentarse sobre unas piedras, frente al
bello paisaje que dibuja el río, y
delante de un lienzo que no tardaba en llenarse de colorido.
Luego supieron que se trataba
de la pintora Adelina Labrador
González (1914-1999), emparentada con la familia Sastre, de
Zorita. Adelina fue profesora de
dibujo, restauradora y paisajista; se relacionó con los grandes
enamorados de Avila (Chicharro, Caprotti, López Mezquita,
Benjamín Palencia y Martínez
Vázquez), y coincidió con ellos
en las mismas fuentes de inspiración: el paisaje y el costumbrismo abulenses. Obtuvo la
primera medalla de oro en el
«Salón de Otoño» de Madrid en
1960 y uno de los últimos paisajes que pintó fue donado para una rifa benéfica de la parroquia de Mingorría.
Estamos en la campaña
electoral de los primeros años
ochenta y, anunciando su candidatura por el Partido Comunista, visita Mingorría un hombre de larga barba, poco pelo y
gafas de montura negra y apariencia de artista. Este singular
candidato era el pintor Arturo
Martínez (Madrid, 1934), quien
155
ocupa la cátedra de dibujo del Instituto «Alonso de Madrigal» de Avila desde 1972. Su obra
pronto contagió las aspiraciones artísticas de
la revista cultural Piedra
Caballera, donde se reprodujeron un número
importante de xilografías, grabados y óleos,
destacables por su fuerza reivindicadora.
Alumna de Arturo fue
Alicia Hernández Moreno (El Fresno, 1969), quien
después de licenciarse en Bellas
Artes impartió un taller de pintura en Mingorría en 1997, para dedicarse después a la docencia.
La pintura popular, la que practican por intuición las gentes de
nuestros pueblos por pura afición, tiene su mayor exponente
en Justino López Jorge (Peñalba, 1938), conocido como «El
pintor de Peñalba», el pueblo
donde nació. Justino López estudió algunos cursos en la Escuela de Artes y Oficios y en octubre del 2000 hizo su primera
gran exposición. Como su padre, siempre se ha dedicado al
noble oficio de pintor de «brocha gorda», lo que compagina
«Hortelanos», de Justino López.
156
RUTA
con la pintura artística, igual que
también hacía su padre, pintor
de aquellos llamativos carros
de labranza y maestro del pintor que le sucedió en el oficio:
Felipe Velayos, de Cardeñosa.
De Cardeñosa también hay
que citar a María Cruz
Garcinuño Velayos, una
consagrada artista interesada por la imagen plástica de estas tierras.
Las semblanzas de las
ermitas de la Virgen y El
Cristo de Mingorría fueron plasmadas al óleo
por el abulense Antonio
«Bruja» (Avila, 1941), pintor autodidacta y autor de
paisajes urbanos abulenses con técnicas que demuestran un buen oficio.
Compañero de infancia de
Bruja fue Jesús Muñoz, un acuarelista especializado en paisajes
de Avila y Salamanca que ha expuesto en sucesivas ocasiones
en estas ciudades, y que compagina su faceta artística con la
de catedrático de matemáticas
en la Universidad de Salamanca. En la obra de Muñoz encontramos atractivos reflejos de los
encinares del Adaja, pues es
grande el sentimiento que tiene
el autor por la belleza de los pa-
DE LOS
PINTORES
rajes que se divisan camino de
los molinos de Mingorría.
Gotarrendura no sólo es un
importante lugar teresiano, sino
que además es el pueblo donde, en 1941, nació el pintor Eugenio López Berrón, y el pri-
«Mercado Chico». López Berrón.
mer motivo pictórico de este importante artista. López Berrón,
licenciado en Bellas Artes, ha
realizado numerosas exposiciones en España y en el extranjero; su obra figura en importantes colecciones y museos, ha
merecido multitud de premios y
ha sido divulgada ilustrando tarjetas de felicitación de Unicef.
La artiquitectura y el paisaje urbano de media España y parte
Vista de Gotarrendura, del joven López Berrón.
RUTA
DE LOS
PINTORES
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Mingorría, romería de «Las Aguas», de Fernando Sánchez.
de Europa han sido pintados
por López Berrón envueltos en
bruma o calima, lluvia o nieve,
al amanecer o al atardecer.
También las gentes anónimas
que llenan las calles ocupan un
espacio en la obra impresionista de este pintor, pero lo que al
viajero le interesa ahora es saber que la llanura morañega, los
campos cerealistas dorados en
verano, las faenas agrícolas, las
palomas y el «palomarcico» de
Gotarrendura también han sido
motivos plásticos de López Berrón, donde se nota que lleva
dentro esta tierra.
Tabasco es el pintor de Hoyo
de Pinares, y también el autor de
diferentes vistas del pueblo de
Velayos llenas de realismo.
El molino Nuevo o de los Policas, que bebe del Adaja en Zorita, fue un motivo pictórico bellamente plasmado por Javier
Paradinas, un artista nacido en
Avila que se licenció en Bellas
Artes en 1976 y que se mueve
entre la abstracción y el paisaje.
Han sido numerosas las exposiciones de este pintor y los premios y galardones que ha merecido su obra, en la que exterioriza su preocupación por el lenguaje plástico y el color. También ha
colaborado con el poeta Jacinto Herrero, dibujando sus poemas inspirados en Monsalupe.
Los molinos del Adaja han
sido un tema frecuente en la pintura de los artistas abulenses,
por el que también se han sentido atraídos numerosos aficionados a este arte. El paisaje ribereño dibujado por el río entre
encinares y escarpes rocosos
ha prestado su magia e influjo a
artistas como José Luis Pajares
(Avila, 1956), doctor en Bellas Artes premiado internacionalmente en Alejandría y El Cairo, quien
no ha dudado en aventurarse
por el territorio de los molineros
de Mingorría y Cardeñosa para
descubrir la naturaleza.
La muchedumbre que se agolpa en los ritos festivos que se
celebran en la ermita del Cristo
de Mingorría, ofrece una vista
desde la lejanía, con el pueblo
al fondo y berrocales graníticos
de frente, que no ha pasado desapercibida para el pintor Fernando Sánchez «El Pirata». «El
Piry» se graduó en Bellas Artes
en 1974, comenzando su andadura profesional como profesor,
si bien pronto dejó la docencia
para dedicarse por entero a la
pintura. Su obra ha sido expues-
158
Oleo de Eugenio Vega.
ta en Avila y Madrid, además de
ser merecedora de importantes
premios y galardones.
Santiago Muñoz (Sanchidrián,
1959) recreó una emotiva imagen
de la ermita del Cristo de Mingorría, años después de terminar
sus estudios de Bellas Artes.
El propio entorno, en su dimensión no sólo física, sino también imaginativa y llena de recuerdos, fue el primer motivo
artístico de Eugenio Vega Pindado (Madrid, 1962), al tiempo
de licenciarse en Bellas Artes
en 1985. La obra de Eugenio Vega está compuesta por óleos,
acuarelas, dibujos, fotografías y
grafismos, que reflejan los aspectos más triviales de la realidad y la propia naturaleza, redescubiertos muchos de ellos
en Avila, Mingorría, donde tiene
su herencia familiar, Los Patos y
los pueblos de alrededor.
Otro artista que también tiene
su herencia familiar en Mingorría es el pintor Pablo Martín Camarero (Avila, 1962), quien antes de terminar la carrera de Bellas Artes ya había participado en
señaladas exposiciones y obtenido prestigiosos galardones,
como la mención de honor del
Premio Durán. Pablo Martín se
interesa por los paisajes urbanos y los interiores, pero ante todo pretende contar una historia.
RUTA
DE LOS
PINTORES
Miguel Ángel Espí, aunque
nació en Bilbao en 1949, ya hace años que se afincó en Ávila
donde ejerce como profesor y
dedicado a la pintura y la escultura. Reside entre los encinares
de “Pancorbo”, junto a los pueblos de Velayos y Santo Domingo de la Posadas, impregnado
del paisaje de esta tierra. Su
obra, mostrada en numerosas
exposiciones desde 1968, ha sido merecedora de importantes
premios, entre ellos el IX Premio Nacional de Pintura Adaja
(1992) y el Nacional de Escultura Ciudad de Ávila (2002).
Finalmente, de Rafael Rollón,
(Ávila, 1966) un magnífico colorista al decir de la crítica,
sabemos que pintó el paisaje
huertano que circunda Mingorría. Además de pintor, este
joven artista también destaca
como director de cortometrajes
y autor de cómic. El último
galardón obtenido fue el Premio
Nacional de Pintura Ciudad de
Ávila de 2001.
Jesús Muñoz en el monte.
Santayana en Zorita
(Foto L. Sastre, 1930).
RUTA DE LOS ESCRITORES
■ A DESTACAR. Las inquietudes culturales de las gentes
que habitan nuestros pueblos
rara vez se manifiestan en textos impresos, por ello llaman
la atención aquellas iniciativas
propias que finalmente se traducen en la publicación de libros y revistas. Resulta atractivo entonces para el viajero
descubrir estas formas singulares de promoción y divulgación de la identidad histórica y
cultural propias de los habitantes de esta tierra. Sin olvidar a aquellos escritores que
se inspiraron en ella.
■ La ruta. Buceando entre
las fuentes bibliográficas que
tienen su origen en autores
vinculados especialmente a
los pueblos de la ribera del
Adaja, observamos libros dedicados a santos y publicaciones editadas por los propios
párrocos, libros de tradiciones
y costumbres, libros de creación literaria y libros de fotografías, así como interesantes
revistas culturales. A través de
estas fuentes al viajero se le
presentan nuevas formas de
conocimiento que pretenden
contribuir a un viaje más enriquecedor.
■ Cómo llegar. Acercarse a
las manifestaciones culturales
y literarias surgidas en torno a
los pueblos del Adaja es recorrer Cardeñosa, Peñalba, Monsalupe, Las Berlanas, Gotarrendura, Zorita de los Molinos, Mingorría, Santo Domingo de las Posadas y Velayos.
■ Qué ver. Es interesante
descubrir aquellas localidades
en las que sus naturales y pobladores fueron capaces de
expresar sus pensamientos e
inquietudes a través de libros
y otras publicaciones. Los textos que se conservan son un
buen ejemplo de la actividad
creativa de las gentes que vivieron en estas tierras, donde
también se presume de su relación con importantes autores como Santa Teresa, Azorín, Santayana y Jacinto Herrero.
■ Aliciente. Visitar los pueblos del Adaja siempre resulta
aleccionador, y llegar a conocer los libros y publicaciones
editados en su seno, y a los
escritores que se relacionaron
con aquéllos, es un atractivo
que no puede escapársele al
viajero.
RUTA
omenzamos esta ruta libresca y aventurera por los pueC
blos de la margen izquierda del
Adaja, y el primer pueblo que se
nos aparece es Cardeñosa.
Buceando aquí entre sus calles
medievales descubrimos que
el párroco de la localidad, don
Francisco Esteban Martín, en
1917 publicó el libro titulado «La
Mujer Fuerte. Venerable sier- va
de Dios doña María Vela y Cueto. Monja Bernarda del convento de Santa Ana de Avila, del siglo XVI-XVII». El libro biográfico
de esta monja nacida en Cardeñosa fue dedicado por el autor
a sus feligreses y ha sido reeditado recientemente con prólogo
de don Teodoro Mayo Velayos, también sacerdote y natural de dicho pueblo. El párroco
don Francisco llegó a publicar
además una treintena de libros
religiosos y fundó la publicación mensual «Nuestra Revista»,
destinada a los párrocos de toda España.
Sin abandonar el pueblo descubrimos el libro «Cardeñosa desde dentro», escrito por José Hidalgo Encinar en 1998. A través de los recuerdos del autor
es fácil conocer la pequeña historia de la localidad y la de sus
gentes, contada mitad en verso
y mitad en prosa, llena de anécdotas desenfadadas e ilustradas con fotos antiguas y conta-
DE LOS
ESCRITORES
das a través de personajes nombrados por sus motes o apodos.
Como colofón, el viajero debe saber que la Asociación Cultural Santa Paula Barbada ha
publicado un libro con los poemas y cuentos premiados en
el I Concurso Literario «Villa
de Cardeñosa» del año 2000,
donde también se incluyen imágenes de la patrona, la iglesia
parroquial, las ermitas y el crucero.
Continuando nuestro viaje llegamos a Peñalba de Avila,
donde la Asociación Cultural
«El Cuervo» publica desde 1997
una revista trimestral titulada
«Tribuna de Peñalba». Esta re-
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
vista de 20 páginas, que todavía
se sigue editando, cuen- ta la
historia, las tradiciones y las
costumbres del pueblo, junto
con otros acontecimientos de
actualidad. Ciertamente, estamos
ante una manifestación cultural
de gran valor y acierto que no
puede pasar desapercibida.
Las Berlanas es la siguiente
localidad de la ruta de esta aventura. Aquí, la Asociación Cultural «La Fragua» ha convertido el
antiguo edificio comunal en exposición permanente de carácter etnográfico. Esta asociación
ha publicado una revista o boletín con importantes datos sobre actualidad local, patrimonio,
historia, costumbres y tradiciones.
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Maximiliano Fernández (Las
Berlanas, 1956), colaborador de
«La Fragua», periodista y profesor universitario, ha escrito
«Prensa y comunicación en Avila (s. XVI-XIX)» y «Sociedad y Opinión. Avila en el siglo XIX», entre
otros libros de gran interés.
En Las Berlanas el viajero encontrará también información
del prolijo compositor de versos
nacido en la localidad y llamado Augusto Gil Galindo, autor
del libro «Un hotelero en el camino», una obra de rimas que
destila un marcado sentimiento
religioso.
Monsalupe es otro pueblo
que aparece en esta singular ruta, donde el reconocido y consagrado poeta y sacerdote Jacinto Herrero Esteban (Langa Avila, 1931) se inspiró para escribir el libro de poemas «El
Jacinto Herrero con Querejazu.
monte de la loba», cuando regentaba la parroquia de la localidad en 1959. En sus versos,
Jacinto Herrero canta a las vendimiadoras del lugar, recoge el
sonido del tren que surca las
tierras morañegas desde Monsalupe, y lamenta las devastadoras inundaciones ocurridas
entonces en Las Berlanas.
También en Monsalupe descubrimos que Azorín se inspiró
en un pastor imaginario para
escribir un breve relato, según
quedó recogido en la «Ruta de
los pastores».
162
Siguiendo el antiguo camino
que se dirigía a Arévalo llegamos a Gotarrendura, donde Santa Teresa lo llena todo. El pueblo ocupa un lugar importante
en el libro biográfico de la Santa escrito en 1929 por el padre
Gabriel de Jesús. Lo mismo
ocurre en el libro publicado en
1916 por el Marqués de San
Juan de Piedras Albas dedicado a Alonso de Venegrilla, natural de Mingorría y administrador
en Gotarrendura del palomar
de Teresa de Jesús.
Sin salir de la localidad comprobamos que la Asociación Cultural «Santa Teresa» promociona importantes concursos de
poesía y relatos, entre otras actividades de divulgación cultural.
Desde Gotarrendura llegamos
a Zorita de los Molinos, donde
grátamente nos sorprendemos
con las entreñables cosas que
cuenta la revista «Olalla», editada a lo largo de ocho años (19861993) por José Luis Sastre. Su
tirada, limitada a 50 ejemplares
y ocho páginas, alcanzó los 29
números, más el suplemento extraordinario que recogía la transcripción literal del Catastro de
Ensenada. «Olalla» es el título de
los «Cuadernos de Zorita», donde se recoge una parte impor-
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
tante de su historia y sus tradiciones y costumbres, ilustrada
con hermosas fotografías antiguas realizadas por Luis Sastre,
padre del editor.
Desde Zorita cruzamos el río
Adaja y llegamos a Mingorría,
localidad destacable por su gran
número de publicaciones. Aquí,
en la vieja casa del curato, el
párroco don Valeriano Bermejo Lázaro, natural de Santo Domingo de las Posadas, escribió en 1918 el libro «Puntos gramaticales», publicado en la imprenta abulense de Sigirano, en
él se recoge una breve recopilación de reglas gramaticales
destinadas a los aspirantes a
Bachillerato y Magisterio Nacional, dice el autor. Y, como no
podía ser menos, abundan los
ejemplos en los que se cita el
pan de Mingorría, la ciudad de
Avila, Arévalo y Santa Teresa.
En 1958 el párroco de Mingorría y Zorita, don Francisco Romero, edita una revista titulada
«El Santo Rosario en familia».
Esta publicación mensual se
mantiene hasta 1964, con una
importante difusión más allá de
la provincia de Avila. Cada número, de cuatro páginas, trata
163
de la religiosidad de los pueblos
abulenses, e incluye relatos populares, refranes y chistes.
El libro de poemas «Desde
mis manos vegetales», escrito
y publicado en 1981 por María
Nieves Alvarez Martín, natural
de Mingorría, es un hermoso
canto a la palabra, al amor y a
la libertad.
En 1982, Antonio Gutiérrez
Sanchidrián (Mingorría, 1963)
promueve y dirige la revista abulense de creación literaria «Barataria», donde se dieron cabida
las inquietudes culturales de la
época.
Una revista cultural más dinámica y generalista, sin olvidar
los aspectos locales, surgió bajo el título de «Piedra Caballera» (1982-1989), dirigida por
Jesús M.ª Sanchidrián. La re-
vista tuvo periodicidad cuatrimestral y una media de 70 páginas, habiéndose publicado un
total de 16 números, además
de monográficos sobre arquitectura popular, cantería, fotografías, carnavales, deportes
populares, etc. Han sido numerosos los colaboradores que
han pasado por sus páginas,
tantos como la variedad de temas dedicados a la historia, la
literatura, la ciencia, la etnografía, la sociedad, la naturaleza, el
arte, la fotografía...
La revista «Piedra Caballera»
también editó varios libros de
poesía, como el del autor José
Pindado García (Mingorría, 1954)
titulado «Hojas sueltas» y publicado en 1984.
Por su parte, Germán Alonso Gallego (Mingorría, 1925)
escribió y publicó «A corazón
abierto», libro amoroso que reune 114 sonetos compuestos con
buena técnica y empeño.
«Mingorría, crónicas de un
pueblo abulense» es el título de
un voluminoso libro de tradiciones y costumbres de la localidad, repleto de fotografías, prologado por el historiador José
Luis Gutiérrez Robledo y escrito en 1991 por Teófilo Domínguez y Jesús María Sanchidrián, entre otros autores.
«La historia quieta, la memoria del tiempo» es el libro de fo-
164
tografías de Mingorría
que vió la luz en 1996,
donde se refleja toda la
historia gráfica de un
pueblo, que es un poco
cualquier pueblo.
Desde Mingorría nos
trasladamos a Velayos,
y aquí el callejero enseguida destaca la calle
dedicada a la figura de
don Juan Martín Carramolino (1805- 1881). Carramolino nació en Velayos y fue catedrático,
fiscal, diputado, senador, ministro y académico. Escribió en 1872 la
«Historia de Avila, su
provincia y obispado» en
tres volúmenes, siendo
esta obra referencia obligada para conocer la
historia de estas tierras. Sin salir
de Velayos, conviene destacar
que en este pueblo de ricos comerciantes, en el año 1913 comenzó a editarse el semanario
de información general «La Verdad».
Desde Velayos se accede a
los encinares de Las Gordillas,
donde en el «cuartel del Molino» cazaba el escritor Miguel
Delibes, cuya experiencia plasmó en su excelente obra literaria sobre Castilla, mientras su
presencia permanece en la denominación del Colegio Rural
Agrupado de los pueblos la zona que lleva su nombre.
AZORIN: «LOS VASCOS
DE MINGORRIA»
El escritor José Martínez Ruiz
«Azorín» (1873-1967) solía apoyar sus visiones literarias de los
pueblos y lugares en las guías
de viajeros de la época, las cuales ilustraba con la perspectiva
fugaz que divisaba desde el
tren. Así, sin necesidad de visitar y recorrer los lugares, escribió sobre la capital abulense
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
«Azorín» por J. Echeverría.
(«Una hora de España», 1924).
Tampoco llegó a conocer Riofrío, un «pueblecito» de Avila, al
que viajó con la imaginación en
el libro que dedicó a Antonio
Machado en 1916.
Monsalupe también fue el lugar de nacimiento de un personaje imaginario nacido de la
pluma de Azorín. Este autor se
vió sugestionado por Mingorría,
un pueblo vasco en el corazón
de Castilla, mientras leía las guías de los Ferrocarriles del Norte, o el «Manual para viajeros»
de Richard Ford publicado en
1845, cuya lectura reseña en
«Castilla» (1912). «La Mingorríana» era entonces una de las posadas menos malas de la ciudad de la capital abulense decía Ford; la «Fuente de las
Mingorrianas» se hallaba en el
paraje de la capital abulense de
«Las Santidades» en la zona de
la Encarnación; y el camino carretero de Mingorría, que iba de
Avila a Arévalo, destascaba por
la actividad comercial de arrieros y trajinantes. El artista Francisco de Paula Van Halen, de
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
origen flamenco, dibujó en
1842 una bella vista titulada
«Avila desde el camino de Mingorría», uno de cuyos tramos se
significó como la «Cuesta de las
Mingorrianas», dada la frecuencia con que pasaban las panaderas de este pueblo cuando
iban a vender pan a la ciudad.
Por otro lado, a Jorge Santayana, cada vez que venía en tren
de París en las décadas de
1880 y 1890, la llegada a Avila
se le advertía siempre latiendo
el corazón, mientras buscaba
los nombres de las últimas estaciones: Arévalo, luego Mingorría... Como vemos, todas las
sensaciones por el nombre de
Mingorría se agolpan en la memoria, donde queda a salvo la
imagen de la realidad de este
pueblo, que es un poco cualquier pueblo.
En la búsqueda de una especial sensación por un nombre,
Azorín imaginó el cuento «Los
vascos de Mingorría», una de
las narraciones que Azorín escribió con más cariño, la cual
fue publicada en el periódico
«Ahora» el 24 de junio de 1936,
luego incluida en el libro «Cavilar y contar».La pequeña historia de este cuento queda resumida a continuación:
165
«Una mañana de junio de
1895 salía de su casa don Bernardo Echeveste, vecino de San
Sebastián. Tenía setenta y cinco
años y había sido durante mucho tiempo capitán del transatlántico español “Tubalia”. Don
Bernardo Echeveste se dirigía a
la estación. Ningún viaje de los
que por el planeta había hecho
le impresionaba más que éste.
Había estado en Groenlandia,
en el mar Pacífico, en la Patagonia, en Norteamérica. Y ahora,
retirado ya, se sentía un poco
emocionado. El tren corría hacia
Castilla.
Al día siguiente de su salida
de San Sebastián, don Bernardo
Echeveste estaba sentado ante
una puerta de Mingorría. El cielo
era alto, limpio y de un azul profundo. La mañana se deslizaba
plácida. El pueblo se hallaba sumido en el silencio. De tarde en
tarde discurría por la calle un labriego que se encaminaba al
campo. Se oía a lo lejos el tintineo de una herrería y allí cerca
resonaban los martillazos de un
carpintero. De pronto salió de la
carpintería vecina un niño de
unos siete años. Llevaba en las
manos el cazo de cola y unas
astillas. Don Bernardo le hizo
una seña y el niño se le acercó:
Vista de Mingorría.
166
–¿Cómo te llamas tú?
–Víctor Arosteguieta.
Los ojos de don Bernardo se
encendieron con viva luz y las
manos del anciano temblaron ligeramente. Dos días después,
en San Sebastián, don Bernardo
Echeveste bajaba a la playa de
La Concha llevando de la mano
a Víctor Arosteguieta. Se acercaron los dos al mar. Don Bernardo cogió en el hueco de la
mano un poco de agua y sobre
la cabeza del niño, dijo:
–Víctor, yo te bautizo. Tú serás,
como tus antecesores remotos,
marino. Tú, como ellos, navegarás por todos los mares del globo.
La vida de Víctor Arosteguieta fue varia y fecunda. Desde
el fondo de su espíritu se sentía
él atraído por el mar, llegando a
ser capitán del transatlantico inglés “Caledonia”. Pero allá en lo
más recóndito de su personalidad, en esos momentos en que
se encontraba a millares y millares de kilómetros de su patria, Avila, tenía para Avila un
pensamiento de amor.
Habían transcurrido cuarenta
años, cuando una tarde de julio,
un automóvil llegó hasta doscientos metros de Mingorría.
Descendió del coche un caballero y se dirigió al pueblo. El
caballero era don Víctor Arosteguieta, se sentó ante una casa.
Contemplaba el cielo alto y limpio como si nunca lo hubiera
contemplado. El pueblo se hallaba en silencio y el corazón de
Víctor palpitaba con fuerza. Lo
que el peligro no había hecho
antes, lo hacía ahora esta placidez de su pueblo natal. El tiempo había pasado y todo estaba
lo mismo. Habían desaparecido
unos hombres y habían nacido
otros. Como el mar, se sucedía
eterno el oleaje humano. Pasó
un niño y Víctor le preguntó:
–¿Cómo te llamas tú?
–Pedro Muñagorri –contestó
el niño.
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
Dos días más tarde, Víctor Arosteguieta y Pedro Muñagorri llegaban a San Sebastián y se embarcaban en una lancha para dirigirse al “Caledonia“. Pero el
niño se sentía cohibido, huraño,
ensimismado, encogido medrosamente, como un animalito selvático. No quería probar bocado. Cuatro días más tarde, acompañado de un marinero del “Caledonia“, Pedro Muñagorri tornaba a Mingorría. La tierra, esta
vez, había podido más que el
mar».
SANTAYANA
Jorge Ruiz de Santayana
(1863- 1952) fue un pensador, filósofo y escritor universal, coetáneo de aquella generación de
finales del siglo XIX, y un abulense de criazón como escribe
Jacinto Herrero.
La última estancia en Avila, y
en España, de este ilustre intelectual tuvo lugar en 1930, ocasión ésta que aprovechó para
visitar Zorita de los Molinos.
El campo y el medio rural hasta entonces le habían sido ajenos a Santayana, lo que le producía un sentimiento de vacío
en su conocimiento sobre una
Jorge Santayana.
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
167
Zorita de los Molinos.
parte de la vida humana, y así
escribió a su hermana Susana:
«El amor a los campos y el
ambiente campesino fue una de
las carencias tremendas de
nuestra educación, y ahora lo
siento como una incapacidad y
desventaja permanentes».
Por ello, quizás, cuando escribe su autobiografía en su retiro de Roma en 1942, dedica
un bello capítulo al campo y los
campesinos abulenses:
«El campo invade la ciudad
todos los viernes por la mañana,
y llena el mercado de campesinos y mercancías rurales... El
campo había creado la ciudad...».
Efectivamente, es en la autobiografía del filósofo donde no
sólo el campo, sino Avila y España, cobran el verdadero valor
que tuvieron en su vida, puesto
que apenas hay nada sobre ello
en el lado literario del escritor,
tal y como reconocía él mismo.
Recordando entonces el último viaje de Santayana a Avila,
y a propósito de la imagen captada en Zorita por tierras de
Mingorría, es bueno reivindicar
su obra, así como su contribución literaria al «abulensismo».
Santayana nació en Madrid,
se crió en Avila desde los dos
hasta los nueve años, se educó
en Boston, fue profesor en Harvard (EE.UU.), divulgó su pensamiento filosófico a todo el
mundo desde las universidades
de América y Europa, escribió
numerosos libros y artículos,
pronunció incontables conferencias, y fue un viajero infatigable, un trashumante, un hombre con «espíritu de frontera»,
como dijo Jiménez Lozano.
Además, según Fernando Savater, tenía un estilo correcto y
era un cosmopolita culto, un
poeta y un erudito penetrante.
Después de alcanzar la cima de
su carrera en Harvard, un día de
1912, recuerda Jiménez Lozano, en plena clase de sus cursos en la universidad se acercó
a la ventana y se percató de
que los árboles estaban florecidos: quedó pasmado de su belleza, como si en Avila florecieran palmeras en diciembre bajo
la nieve, tomó su sombrero y se
despidió de sus alumnos: «Señores, ha llegado la primavera», y
nunca más volvió a una clase.
Entonces se trasladó a Europa,
viviendo principalmente en París, Oxford y Roma, donde falleció en 1952, teniendo siempre
presente la ciudad de Avila.
Santayana, quiso ver y tener
en Avila un punto de apoyo elevado –un «locus standi»– desde
el que asomarse al mundo y
hacer su interpretación de la
historia y de la vida humana,
contrastando su ideal cultivado
en la distancia con la realidad
de una ciudad que visitaba en
168
continuos y frecuentes viajes.
En su autobiografía recuerda
con emoción:
«Latiéndome el corazón como buscaba los nombres de las
últimas estaciones, Arévalo, luego Mingorría, tras la cual, el
cualquier momento, podía esperar ver a la derecha las perfectas murallas de Avila». Eran
los mismos años en los que
Azorín situó el escenario de su
cuento «Los vascos de Mingorría».
En la ciudad amurallada Santayana tuvo siempre su hogar
familiar. Primero en la casa de
su padre, sita en la plaza de
Santa Ana, hasta que éste falleció en 1893. Luego en la casa
de la plaza de Novaliches, donde vivía su hermana Susana,
casada en 1892 con Celedonio
Sastre, viudo y con seis hijos.
Celedonio había sido Alcalde
de Avila entre 1877 y 1878 y de
él escribió Santayana:
«Era un propietario y también
abogado, y poseía una finca a
poca distancia de Avila (en Zorita de los Molinos-Mingorría),
yendo a caballo, y una casa en
la ciudad, pero su empleo principal era actuar de apoderado
para dos o tres grandes propietarios (Duque de Valencia y Duque de la Roca) que tenían fincas en la provincia y vivían fuera».
Cuando en el verano de 1930
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
Santayana hizo su último viaje a
estas tierras tuvo oportunidad
de contactar con el ambiente
campesino en Zorita y Mingorría, a la vez que parecía reencontrarse con los últimos deseos de su padre, mientras recordaba una carta de 1893 (incluida por Pedro García Martín
en «El sustrato abulense de Jorge Santayana») donde le decía:
«Tengo mucha esperanza de
verte este año... Como has tenido gusto en venir otros años,
desde hace diez, no dudo que
le tendrás ahora con el gran
motivo de ver a Susana en su
nuevo estado (de recién casada)... En el verano pasará temporadas en Zorita durante las
labores de la cosecha, y me parece que te divertirás mucho allí
algún que otro día. Bueno fuera
que pudieras también ir. La vida
del campo alegra y remoza...
Zorita! ¿Te gustaría ir a Zorita
cuando esté allí Susana? A mí
me gustaría mucho, si estuviera
más útil».
Ya en otra ocasión, en una
carta del 12 de noviembre de
1888, su padre le había hecho
referencia a los vinos de Zorita. Unos vinos de excelente calidad, por los que Celedonio
Sastre obtuvo la medalla de
plata en la Exposición Universal
e Internacional de París en el
año 1900.
Patio de la casa de la plaza de Novaliches (foto archivo J. L. Sastre).
RUTA
DE LOS
ESCRITORES
En esta visita del verano
de 1930 a Zorita, acompañado de Rafael y la familia
Sastre, otro recuerdo asaltó a Santayana:
«En 1906, visitando el
museo del Louvre en París
en compañía de Rafael
Sastre, éste sacó un cuaderno y un lapicero e hizo
un esbozo de una de las
obras, con un apunte sobre el colorín: “cuando
vuelva a Zorita (la finca de
su padre), dijo, haré uno
como éste”».
Anteriormente a este último viaje de Santayana
por tierras abulenses, había muerto su hermana Susana
el 10 de febrero de 1928. Celedonio entonces decidió construir una ermita en su honor, y
en el de su primera esposa y su
hija. La ermita se levantó en la
finca «La Aldehuela» en Zorita,
al sitio de «la encina sola», dedicada a San Antonio, San José
y Santa Susana. También, como
último gesto de caridad cristiana, en 1928 Celedonio Sastre
donó al Ayuntamiento de Mingorría un cercado de casi treinta y cinco áreas al sitio de «Los
Herrenales» y el «Azafranal» para la construcción de escuelas
para el pueblo. En agradecimiento, una calle lleva su nombre.
La inauguración de la nueva
ermita tuvo lugar el día 13 de junio de 1930, en la festividad de
San Antonio, poco después de
la muerte de Celedonio que había tenido lugar un mes antes.
La inauguración se hizo en una
misa oficiada por el arcipreste
de Mingorría, don Valeriano
Bermejo, y los curas de Pozanco y Peñalba, con asistencia
de los vecinos de Zorita y la familia Sastre. Este verano se reunieron en Zorita los hijos de Celedonio, acompañados de sus
mujeres e hijos. También estuvo
169
Ermita de La Aldehuela.
Santayana y el hijo de su hermano Roberto, Jorge Sturgis,
siendo retratados delante de la
ermita. Y aunque ahora Santayana estaba en lugar sagrado,
Avila había hecho al filósofo, al
filósofo escéptico, quien al despedirse de Avila en 1930, escribió:
«Habiendo quemado así mis
naves..., dije adiós a Avila y a
España, sin duda para siempre.
No derramé lágrimas. Retuve en
mi interior todo lo que quería o
podía ya disfrutar de España».
No obstante, por la correspondencia con la familia Sastre,
su familia, conocemos sus deseos de ser más joven para poder volver a Avila. Y también sabemos de su regalo navideño
de una y dos libras a cada uno
de los trece nietos de Celedonio, a los que consideraba sus
sobrinos. Y siempre pensando
en Avila hasta su muerte.
En reconocimiento a la figura
de Santayana, y por su vinculación familiar con estas tierras,
el Ayuntamiento de Mingorría
acordó, el 4 de diciembre de
1987, denominar el colegio público de la localidad con el
nombre de Jorge Santayana.
«Teresa de Jesús».
RUTA DE CINE
■ A DESTACAR. La magia del
cine siempre ha tenido gran
fuerza cautivadora entre los
hombres, sin importar la condición social o cultural de las
personas, de ahí sus valores
universales. Por ello, en el recorrido que hacemos sorprende la complicidad y juego de
asociaciones entre historia, paisaje, actores, directores y productores de cine, los cuales parecen fundirse en una amorosa relación con esta tierra. No
es frecuente identificar la vida
de nuestros pueblos, y su marco natural y geográfico, con
las aventuras y desventuras de
los personajes mitificados por
el cine, por lo que sorprende
que entre las gentes que proceden de estos lugares haya
alguien atraído y eclipsado por
el séptimo arte, hasta el punto
de convertirse en protagonista, a su manera, de alguna historia llevada a la gran pantalla.
■ La ruta. El camino se emprende a través de acontecimientos cinematográficos relacionados con la zona rural
del Adaja. La presencia de las
cámaras todo lo engrandece
y magnifica, lo que hace olvidar nuestra aparente insignificancia, tanto que con una
simple referencia cinematográfica a lo que nos rodea nos
hace sanamente más orgullosos y vanidosos. Situándonos
en las localidades cercanas a
la capital abulense, siguiendo
el curso del río Adaja desde
Cardeñosa y Mingorría hasta
Gotarrendura y Pajares de
Adaja, las anécdotas cinematográficas que se descubren
nos asombran gratamente, y
más aún cuando se sabe que
las mismas crean cierta complicidad con la pequeña historia del cine.
■ Cómo llegar. Para visitar
los pueblos donde pueden encontrarse detalles relacionados con el cine hay que acercarse a Cardeñosa, Las Berlanas, Gotarrendura, Mingorría,
Velayos y Pajares. En el recorrido por la mayoría de las localidades de la zona, el viajero debe advertir que una multitud de labradores y campesinos participó en el rodaje de
«Orgullo y Pasión».
■ Qué ver. Los lugares que
sirvieron de escenario a algunas películas y aquéllos otros
donde nacieron o tuvieron su
herencia familiar actores, directores y productores de cine, sin olvidar el recuerdo a
los antiguos salones de cine.
■ Aliciente. Descubrir la grandeza de pequeñas e insignificantes aportaciones a la historia del cine surgidas en torno
a nuestros pueblos, hoy casi
olvidados.
RUTA
DE
CINE
l punto de partida de este itinerario, que iniciamos de la
E
mano de Emilio García Fernández, comienza con Santa Teresa de Jesús, uno de los personajes más atrayentes e impactantes de la historia de Avila en
el cine. La figura de la Santa se
halla profundamente enraizada
entre la gente de los pueblos
del Adaja, ya que en Gotarrendura los padres de Teresa tenían importantes propiedades y
haciendas. En esta aldea de
Avila habían contraído matrimonio y pasaban largas temporadas en invierno, e incluso la
muerte sorprendió a la madre
de la Santa. La teoría del nacimiento de Santa Teresa en Gotarrendura es defendida por el
carmelita padre Efrén de la Madre de Dios, el mismo que presentó en Avila la película «Teresa de Jesús», cuyo acto tuvo
lugar el 30 de mayo de 1962 en
el cine «Lagasca». La película había sido dirigida por Juan de
Orduña y estaba rodada parcialmente en Avila, con Aurora
Bautista como protagonista y la
actriz nacida en Madrigal de las
Altas Torres Carmen Porcel.
Habían pasado muchos años
desde aquel 1 de junio de 1926
en que se estrenó en el «Teatro
Principal» la primera película rodada sobre Santa Teresa, producida en este
caso por el empresario
teatral Juan Vila, quien
solía veranear en el
balneario de Martiherrero. Después se han
rodado muchos documentales sobre la Santa y se realizó una interesantísima serie de televisión dirigida por Josefina Molina en 1983,
con Concha Velasco de
protagonista. A partir
de aquí podemos decir
que cualquier rodaje
sobre la vida de Teresa
171
de Jesús propicia profundos
sentimientos de paisanaje entre
las gentes de los pueblos que
la vieron durante su niñez entre
los campos de Gotarrendura y
cuando hacía el recorrido que
va desde Gotarrendura hacia
Avila y viceversa pasando por
Las Berlanas, Peñalba y Cardeñosa.
Siguiendo nuestro peculiar
viaje descubrimos que el rodaje de la película «Don Juan» fue
realizado en 1950 bajo la dirección de José Luis Sáenz de Heredia, y que Avila es el escenario de alguno de los exteriores
que aparecen en la cinta. El jefe
de producción de esta película
fue Eduardo de la Fuente, quien
lo fue también de otros muchos
títulos del mismo director y cuya familia vivía en Mingorría. La
película «Don Juan» se exhibió
en Avila el 17 de noviembre de
1951 en el «Teatro Principal».
Otros títulos producidos por
Eduardo de la Fuente y apuntados por sus familiares son: «Escuadrilla», que se exhibió en el
«Gran Cinema» el 22 de octubre
de 1954, e «Historias de la radio». Una parte del rodaje de
esta última se llevó a cabo en el
Parador de Gredos, el cual tuvo
Eduardo de La Fuente y esposa.
172
que suspenderse por las intensas nieves caídas en aquel año
de 1958, lo que además provocó el aislamiento del equipo,
que tuvo que esperar a ser evacuado por coches llegados de
la capital. «Historias de la radio»
fue estrenada en Avila el 14 de
octubre de 1959 en el cine «Lagasca».
Rodaje de «Alba de América».
En los años cincuenta el cantero de Mingorría Antonio Blázquez «Chiqui» intervino como
extra en la película «Alba de
América», rodada en Madrid en
1951 donde se encontraba cumpliendo el servicio militar en el
cuartel del Conde Duque. De
aquel entonces conserva una
fotografía que muestra con orgullo de actor consagrado, en
ella se le ve montado a caballo
acompañado de los extras abulenses Jesús de la Fuente Norella, de Sotillo de la Adrada, y
Julio Díaz Ramos, de Arenas
de San Pedro. La película fue
dirigida por Juan de Orduña, director también de «Teresa de
Jesús». Entre los protagonistas
destacaron Amparo Rivelles y
Antonio Vilar, este último también había protagonizado la película rodada en Avila «Don
Juan» (1950). El argumento tra-
RUTA
DE
CINE
ta sobre los preparativos del
viaje de Colón a las Indias y la
expulsión de los judíos. La película apareció en las pantallas
abulenses el 28 de enero de
1955 en el «Gran Cinema».
La más importante participación cinematográfica de las
gentes anónimas de los pueblos cercanos a Avila tuvo lugar
con motivo del
rodaje de la película Orgullo
y Pasión, que
se llevó a cabo
en la capital en
1957. Fueron
muchos los labradores que
se acercaron
con sus carros
perfectamente
ataviados en
respuesta a la
convocatoria
de la productora americana.
En la película
de aventuras sobre la guerra
española de la Independencia
intervinieron cinco mil extras en
los papeles de campesinos y
guerrilleros, para lo que fue necesario disponer de autocares
que los recogieran entre los
pueblos de los alrededores.
«Orgullo y pasión» fue una de
las películas más importantes
que se rodaron en Avila, la ciudad entonces fue tomada por
Hollywood y sus rostros más espectaculares: Sofía Loren, Gary
Grant y Frank Sinatra. En Monsalupe, la señora Domitila recuerda cómo cada vez que ve
la película intenta una y otra vez
reconocer a su marido Sise en
la masa de campesinos que se
agolpa ante las murallas, entre
los que también estaban otros
tantos intrépidos «actores». La
película fue exhibida en Avila el
14 de octubre de 1958 en el cine «Lagasca», coincidiendo con
las fiestas patronales de Santa
RUTA
DE
CINE
173
Rodaje de «Orgullo y pasión».
Teresa, lo que constituyó todo
un acontecimiento entre el público y los miles de protagonistas que intentaban reconocerse
en las imágenes.
Puestos de nuevo en el camino del cinematógrafo llegamos
a Cardeñosa, pueblo de canteros y molineros, donde nació el
actor Teodosio (Francisco) Vázquez López. El actor ocupa un
lugar importante entre los abulenses que se han dedicado al
cine, destacando en papeles de
reparto de más de una docena
de películas filmadas entre 1958
y 1961 bajo la dirección de Juan
de Orduña y Pedro Lazaga, entre otros. La primera película
donde intervino Francisco Vázquez llevaba por título «La rebelión de los gladiadores», rodada en 1958 bajo la dirección
de Vittorio Cottafavi y que pudo
verse en el cine «Tomás Luis de
Victoria» a partir del 26 de diciembre de 1960, coincidiendo
con las fiestas navideñas. Otra
película donde intervino en 1960
el actor de Cardeñosa, acompañado en el reparto por el abulense José Manuel Pérez Martín
(Casavieja, 1924), llevaba por
título «La paz empieza nunca»,
dirigida por León Klimovsky y
basada en la novela homónima
del también abulense Emilio Ro-
mero (Arévalo, 1917), ganadora
del premio Planeta de 1957. El
director León Klimovsky ya había rodado en Avila la película
«El hombre que perdió el tren»
en 1957, lo que hizo con la misma productora para la que trabajaba Eduardo de la Fuente y
con los actores famosos del momento: Rosita Arenas y Tony Leblanc. Otra película en la que
actuó Francisco Vázquez fue
«Abuelita Charlestón» de Javier
Setó, en 1963. Finalmente, el último título donde intervino Francisco Vázquez fue en «Ha llegado un ángel» de Luis Lucía, exhibida en Avila en el cine «Lagasca» el 16 de julio de 1964.
Al pasar Pajares de Adaja,
antiguo pueblo de arrieros y trajinantes, el viajero con asombro
y capacidad de sorpresa se alegra cuando sabe que en este
pequeño pueblo se rodó la película «¿Y el prójimo?» de Angel
del Pozo. No en vano el director
había nacido en la localidad. El
estreno fue el 10 de julio de
1974 en el cine «Roxy» de Madrid. El argumento trata sobre
la problemática de un transplante de corazón y contó con
importantes actores como: Geraldine Chaplin, Antonio Ferrandis, Fernando Rey, Charo Soriano y Juan Diego, entre otros.
174
RUTA
En Mingorría, también pueblo de canteros y molineros,
panaderos y labradores, llama la
atención que uno de sus naturales llegue a aventurarse con
Rodaje de «La conversión».
las cámaras como director. Este es el caso de Antonio Gutiérrez Sanchidrián, quien dirige
en 1986 en Avila «La conversión», según un guión propio
basado en la obra del escritor
abulense José Jiménez Lozano.
El papel protagonista fue inter-
DE
CINE
pretado por el actor abulense
Francisco González, director del
grupo de teatro «De la Nada», interviniendo también como «extra» Carlos Sanchidrián. La película narra la historia de un cacique de pueblo que se vuelve liberal después de padecer problemas de salud por
estreñimiento, pero que fallece por la misma causa provocada por su mujer ante semejante cambio. El cortometraje fue estrenado el mismo
año en el cine «Palafox» de
Madrid junto con la película
«El último emperador» de Bertolucci, y en el cine «Tomás
Luis de Victoria» de Avila, con
un destacable éxito en ambas
proyecciones.
El pueblo de Las Berlanas, típico por sus ajos, fue
el escenario ideal para realizar «La otra historia de Rosendo Juárez», filmada durante los días 16 al 29 de junio de 1990. La película era
uno de los capítulos de la serie televisiva «Los cuentos de
Borges» dirigida por Gerardo
Vera, y en ella intervinieron los
actores: Antonio Banderas, Pastora Vega y Fernando Guillén.
El rodaje se llevó a cabo entre
las ruinas del barrio conocido
como El Burgo y contó con la
participación de las gentes de
Las Berlanas. Escenario de «Los cuentos de Borges».
RUTA
DE
CINE
la localidad que actuaron como
«extras». El paisaje desolado que
forman los restos de las casas
de adobe que quedaron en pie
después de las inundaciones
de 1959 parece el decorado de
un gran estudio de cine, semejante a muchos de los viejos caseríos donde todavía vive gente
en Latinoamérica. El mismo Antonio Banderas acudió al bar de
la localidad para solicitar la colaboración «artística» de los que
allí estaban, a cambio de una
dieta importante.
Continuando con las rutas
cinematográficas descubrimos
que la actriz y modelo Inés Sastre desciende de la familia de
Celedonio Sastre, importante
propietario de tierras en Zorita
de los Molinos y Mingorría. A
los 13 años Inés Sastre intervino en la película «El Dorado»
de Carlos Saura, título que pudo verse en Avila el 4 de junio
de 1988 en la pantalla del cine
«Tomás Luis de Victoria». El director Carlos Saura rodó en AviRodaje de «Torrente 2».
(Foto «El País»).
175
la la película sobre San Juan de
la Cruz «La noche oscura», la
cual pudo verse en el cine «Tomás Luis de Victoria» el 6 de junio de 1989. La actriz trabajó
luego a las órdenes de Antonioni en 1994 y junto a Gerard Depardieu, volviendo en el año
2000 al cine español bajo la dirección de Santiago Segura en
la película «Torrente 2. Misión
en Marbella».
En Velayos, pueblo de ricos
comerciantes, se converva una
interesante colección de carros
de labranza de todas las clases
que poco a poco ha ido reuniendo Baltasar Monteagudo. Estos
carros a menudo son alquilados para el rodaje de películas,
con lo que esta singular contribución al cine es motivo suficiente para que el viajero anote
el detalle, porque son numerosísimas las secuencias cinematográficas donde aparecen los
bellos carros.
La otra historia cinematográfica es la que cuentan los
que ven y disfrutan de las películas. La atracción del cine
como espectáculo pronto se
convirtió en un divertimento festivo
destacable en el
medio rural, propiciado por las proyecciones que se
improvisaban en
los salones de los
bares y cafés o al
aire libre sobre alguna fachada recubierta de tela blanca. Corrían los años
veinte y tiempos del
cine mudo, y en muchos pueblos ya se
proyectaban películas con alguna frecuencia siguiendo
las modas de la capital abulense donde ya se veía cine
desde 1899 en ba-
176
Fotograma del cine mudo.
rracones, salones de café, teatros y salas de proyecciones.
Teófilo Domínguez recuerda
en los años veinte «la presencia
en Mingorría del cinematógrafo
en el salón de Fausto Vázquez o
en la plaza, donde la pantalla se
sujetaba en dos altos postes clavados en el suelo. Eran películas folletinescas muy a propósito para excitar el llanto y encoger el corazón de aquellas buenas amas de casa labradoras, o
bien películas de vaqueros que,
a falta de sonido y de tiempo
para captar holgadamente los títulos, explicaba el operador de
viva voz: “Y ahora salen en persecución de los bandidos y el
que va delante es el primero”.
Luego, cuando se creó el casino con sede en el salón de Simón Vázquez, se compró una
máquina de proyección de películas que instalaron en una cabina de madera que había de
accionarse a mano mediante
una manivela».
Ya en los años cincuentasesenta en algunos pueblos se
afianzaron pequeñas salas de
cine, como ocurrió en Carde-
RUTA
DE
CINE
ñosa con el salón de Pío Garcinuño o de Acción Católica, y
en Mingorría con
Angelino Pindado y Pedro Vázquez, donde se
proyectaban películas los sábados y domingos.
Estas proyecciones eran realizadas por ambulantes que recorrían
los
pueblos, incluso
aunque hubiera
que improvisar
el lugar de exhibición. Entre estos ambulantes
de los pueblos de la zona todavía se recuerda la figura de José «El Gordo», quien vivía en
Sanchidrián y venía acompañado de una mujer conocida como «La Chata».
Mediados los años sesenta
ya se habían constituido en la
mayoría de los pueblos los teleclubs, lugar donde todos se
reunían para ver la televisión,
generalmente la única del pueblo. La televisión entonces empezó a desplazar al cinematógrafo ambulante hasta que desapareció.
Mingorría. Salón y Café Vázquez.
RUTA DE LOS VIAJEROS
■ A DESTACAR. Los viajeros que antaño transitaban
por estas tierras con el único
fin de conocer y disfrutar de
sus paisajes y de sus gentes
debían hacerlo casi por intuición. Las guías turísticas de la
época apenas referenciaban
la existencia de la zona, hasta que fue redescubierta con
la llegada del ferrocarril. La imagen que
se transmitía entonces a los visitantes
quedó impresa en
numerosas guías y
relatos de viaje, los
cuales rescatamos
ahora para ofrecérselos a los nuevos
viajeros curiosos.
■ La ruta. Recorrido de los pueblos
del Adaja a través
de las impresiones
escritas de los autores de guías de
viaje y otros textos,
donde la cita de lugares de la zona
aparecen ahora engrandecidos por su
relación con reyes
y santos, o por su
singularidad paisajística que el viajero no quiso dejar escapar.
que lo hacían en diligencias
o como los arrieros, en mulas o caballos, aunque ahora
puede repetirse en bicicleta.
■ Qué ver. Según destacaron los viajeros antiguos puede verse el castro de las Cogotas, el pueblo de Cardeñosa, donde nació Santa Paula
Mingorría. Callejones de Chascarra.
■ Cómo llegar. Reproducir
el viaje que debieron realizar
quienes nos precedieron supone tomar el tren que tiene
estaciones en Mingorría y Velayos, Cardeñosa y Monsalupe o acercarse por carretera hasta ellas, pues desde
aquí también se llegaba a los
pueblos cercanos. Para seguir
la ruta de los viajeros ingleses
del siglo XIX basta imaginar
Barbada y murió el infante don
Alfonso, los lugares teresianos
de Gotarrendura, las bellezas
del Adaja, las perspectivas desde el ferrocarril y donde acontecieron sucesos históricos como el que narra Borrow de los
carlistas de Velayos.
■ Aliciente. Redescubrir los
pueblos a partir de la sencilla
visión de los viajeros antiguos.
178
LAS GUIAS DE VIAJE
Los pueblos de la ribera del
Adaja no han figurado habitualmente con la importancia que
merecen en las guías de viaje
publicadas desde antiguo, donde tan sólo se cita referencialmente el nombre de algunas localidades. Ahora, aquellas simples citas aparecen aquí reseñadas como una curiosidad más
para los nuevos viajeros.
Martín Carramolino publicó
en 1872 una «Guía de Avila», al
mismo tiempo que escribía la
«Historia de Avila», reseñando
algunos aspectos de los pueblos del Adaja.
En 1886 se hizo muy popular una colección de guías del
viajero ilustradas con planos y
grabados de las que fue su autor Emilio Valverde y Alvarez,
quien era comandante y graduado Capitán de Infantería. El
mapa de la provincia de Avila
señala en torno a la ribera del
Adaja las localidades de Cardeñosa, Mingorría, San Esteban
Cardeñosa. Víacrucis y ermita.
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
de los Patos, Las Berlanas, Pozanco, Vega de Santa María y
Velayos, con indicación de las
líneas de comunicación.
En 1890 se publica la guía
que sobre Avila había escrito
Valentín Picatoste bajo el singular título: «Descripción e historia política, eclesiástica y monumental de España, para uso
de la juventud». En este libro,
de poco más de cien páginas,
se recoge una breve referencia
a Cardeñosa como lugar donde
se hallan cerdos o jabalíes de
piedra, y en el que murió el infante don Alfonso.
El académico Antonio Blázquez y Delgado Aguilera, publicó en 1896 una «Guía de Avila», donde se incluye una breve
referencia histórica en la que se
relata la leyenda de Santa Paula Barbada, de Cardeñosa.
El histórico suceso que narra
la muerte del príncipe Alfonso
en Cardeñosa se repite también, como cita obligada, en la
guía de Avila escrita por Fabriciano Romanillos y Fernando
Cid en 1900.
José Mayoral Fernández, cronista oficial de Avila y académico correspondiente de la Real Academia
de la Historia, escribió en
1916: «La Guía de Avila. Museo de Arte Antiguo. Relicario de Fe y Santidad. Estación Veraniega de Primer
Orden. Fuente de Riqueza
Comercial e Industrial». En
este libro la ribera del Adaja destaca como uno de los
lugares más atractivos para
el excursionista, resaltando
la belleza del paisaje ribereño que llega a «su máximum en los callejones de
Chascarra, ya en la dehesa
de Yonte. Es sorprendente
lo que allí se observa: cortaduras profundas en rocas
vivas y el silencio más absoluto del agua que parece
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
moverse. ¡Las riberas del Adaja
tienen verdaderos encantos!».
Por los callejones de Chascarra
el río abre su curso rompiendo
la roca granítica y el monte de
encinas en la línea divisoria de
Mingorría y Cardeñosa, desembocando después en la presa
del molino de «Trevejo».
«Avila de los Caballeros. Descripción Artístico-Histórica de
la Capital y Pueblos más interesantes de la Provincia» es el
título de la guía publicada en
1930 escrita por Antonio Veredas Rodríguez. El autor, que
era el Delegado Provincial de
Bellas Artes y Académico correspondiente de San Fernando, reseña cómo en el mercado
abulense de los viernes podía
verse a las panaderas de Mingorría vendiendo pan. En el libro citado se resalta también la
importancia del castro de las
Cogotas y la iglesia de Cardeñosa, así como la hermosísima
cruz parroquial de plata de estilo gótico de transición que se
conserva en Pozanco.
Luis Belmonte Díaz, a mediados de los años cuarenta,
escribió junto con Rafael Gómez Montero una interesante
guía de la capital con varias referencias a la provincia. Años
después Luis Belmonte publicó
una segunda guía ampliando el
contenido de la primera, esta
179
vez en colaboración con Antonio de la Cruz. En estas guías
se proponen varias excursiones
por los pueblos de la ribera del
Adaja, donde destacan las ruinas de «Las Cogotas», situadas
«al norte de la capital, entre los
pueblos de Mingorría y Cardeñosa, en el término municipal
de este último». Las guías reseñan la leyenda de la «Santa
Barbada» de Cardeñosa, pueblo donde murió el príncipe Alfonso y donde llama la atención
su magnífico calvario, mientras
que Gotarrendura es lugar de
recuerdos teresianos por ser residencia durante el invierno de
la familia Cepeda y Ahumada, y
Las Berlanas destaca por su feria de ganados del 21 al 28 de
octubre. Los peces incorruptibles del Adaja y la música de
dulzaina y tamboril propios de
la singularidad de estas tierras
también son referenciados.
En los años cincuenta Camilo José Cela recorrió una parte
importante de la provincia de
Avila, fruto de cuyo viaje nació
en 1956 el libro «Judíos, moros
y cristianos». El vagabundo viajero de esta obra no se acercó
hasta los pueblos de la ribera
del Adaja situados aguas abajo
de la ciudad amurallada, si bien
reseña la característica de incorruptibilidad de los peces de este río que «venía claro como el
Gotarrendura. Tapias del recinto del palomar de Santa Teresa.
180
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
Vista de Peñalba de Avila.
cantar de las mozas». Un personaje memorable recordado por
Cela es el gran Merejo, limpiabotas y matador de reses bravas, a quien podía verse en los
cafés de la ciudad y también en
las fiestas de los pueblos como
Mingorría, donde era objeto de
bromas y risas de los niños.
Pocos años después, en 1957,
Cela publicó una breve guía de
Avila donde sugiere al excursionista un viaje desde Avila, pasando por Cardeñosa, Peñalba
y Las Berlanas, hasta Gotarrendura donde pueden encontrarse interesantes recuerdos teresianos.
El escritor Dionisio Ridruejo
es el autor de la «Guía de Castilla la Vieja» (1974), donde Avila
ocupa un importante capítulo.
En el viaje que realiza el autor
descubrimos breves pinceladas
del paisaje característico de los
pueblos que se asoman a la ribera del Adaja después de dejar la capital por el norte:
«Son tierras abiertas, tendidas, de poca arboleda, si no es
algún pinarejo oscuro de los de
sangre resinera. La corteza no
tarda, sin embargo, en levantarse, iniciando las encrespaduras
serranas que durante largo espacio son aún pedregales diseminados, cerros testigos, laderas y navas con cantería desnuda medio labrada por aguas, hielos y vientos en formas redondas, o bien rañas de gran aspereza que pierden tierra donde
pierden árboles. Los elegantes
encinares no han desamparado
aún del todo esos campos por
donde pasa el Voltoya y el Adaja».
El viajero que se acerca a la
protohistoria se detiene en el
castro de las Cogotas y se asombra con los verracos de piedra
de Cardeñosa, donde murió el
infante don Alonso; también pueden verse buenos ejemplos de
estos verracos en Mingorría y
en Santo Domingo de las Posadas. En Avila, junto a las ruinas
de San Francisco, el viajero se
sitúa en la carretera de Mingorría, pero el autor deja esta ruta
para mejor ocasión.
En 1981 Baldomero Jiménez Duque escribió la «Guía Teresiana», en la cual Gotarrendura
ocupa un lugar destacado, por
ser el pueblo donde Santa Teresa
pasó parte de su niñez y juventud, y además allí se casaron
sus padres y falleció su madre.
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
181
«Avila, a través de sus pueblos y paisajes, geografía, historia, arte, literatura, folklore, gastronomía y costumbres» es el título aparecido en 1986 de una
de las obras divulgativas más
notorias y completas publicadas
sobre la provincia. Los pueblos
del Adaja aparecen en el viaje a
Arévalo que propone el escritor
y poeta Jacinto Herrero. Cardeñosa, Mingorría, Peñalba, Gotarrendura, Velayos y Vega de
Santa María son algunas de las
localidades reseñadas en esta
ruta. Encinares y tierra de cantos, el primitivo castro de las Cogotas, la calzada romana que
da acceso a la Moraña, las canteras en las que se ocupan la
población de Cardeñosa y Mingorría, los calvarios de piedra
berroqueña, los versos de Lope
de Vega recitados en procesión
del Viernes Santo que perduran
en Peñalba, el palomar de Santa Teresa en Gotarrendura, y el
comienzo del paisaje llano de
las tierras de pan llevar en Velayos y Vega de Santa María,
son aspectos destacados en el
viaje. En otros apartados encontramos referencia a la primera carta de Santa Teresa que
se conserva, escrita a su administrador en Gotarrendura, don
Alonso de Venegrilla, natural de
Mingorría. Los pueblos de la
ribera del Adaja son, finalmente, citados como lugares por
donde pasa el río, el ferrocarril,
o las carreteras que cruzan el
norte de la provincia.
Además de los libros reseñados, en la actualidad existen en
el mercado una gran variedad
de guías turísticas con las que
los viajeros modernos sacian su
curiosidad por estas tierras. No
obstante, la amplitud y generalidad de los temas tratados en
las mismas impiden conocer la
riqueza cultural y paisajística de
los pueblos del Adaja.
LOS VIAJEROS
INGLESES DEL SIGLO XIX
Después de la Guerra de la
Independencia los jóvenes ingleses descubrieron que la España del siglo XIX encuadraba
en la imagen romántica de la época más que ningún otro país de
Europa, como escribe Gerald
Brenan. En ella encontraban inmensos y desérticos páramos y
sierras, evocadores de estampas
de Siria y Turquía; iglesias y palacios desmoronados, dejados
en ruinas por las tropas francesas y nunca más restaurados,
esparcidos alrededor de las ciudades; y había altaneros mendigos y caballeros bandidos (...).
Atraídos por la aventura española visitaron esta tierra Richard
Ford y George Borrow, dos autores cuyos libros de viajes por
España tuvieron una importante repercusión en la Inglaterra
de su época.
Calle de Avila.
182
Richard Ford, erudito y viajero nacido en Londres, vino a España en 1830 y durante cuatro
años recorrió a caballo todo el
país, acumulando datos que luego publicó bajo los titulos: «Manual para viajeros por España» y
«Cosas de España». En su «manual» Ford describe la ruta que
le llevó de Madrid a Avila, y en
el relato encontramos interesantes referencias a Mingorría y
Cardeñosa:
«Avila es la capital de su fría y
montañosa provincia, pero las
“parameras” o llanuras son fértiles y las laderas de sus colinas
bordean gratos valles regados
por arroyos trucheros. Hay también buena caza en los montes
y dehesas. Los campesinos son
muy pobres y hay todavía mucha tierra sin cultivar. Las posadas son muy malas; las menos
malas son “La Mingorriana”, en
la plaza, y la del “Empecinado”,
“Puerta del Rastro”. Las galeras
de Madrid paran en el “Mesón
del Huevo”. Avila es sede de un
obispo y tiene universidad. Su
población es de menos de cinco mil almas (...). En la catedral
véanse los antiguos retablos que
hay en la capilla de San Antolín:
el de San Segundo, uno de los
patronos de Avila y agregado a
la catedral, fue construido en
1595 por Francisco de Mora, uno
de los discípulos de Herrera; la
piedra, que es buena, procede
de las canteras
de Cardeñosa».
Richard Ford
llegó a ser un
extraordinario
conocedor de
la vida de nuestros pueblos, y
prueba de ello
son las impresiones recogidas en «Cosas
de España» sobre los arrieros,
las posadas, la
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
tortilla, el gazpacho, los garbanzos, el chocolate español, la matanza del cerdo, los barberos y
sacamuelas, etcétera.
Unos años después de la visita de Ford, en el mes de agosto de 1838 el viajero George Borrow, «don Jorgito el Inglés», pasa por Velayos, donde un dependiente suyo llamado Juan
López estaba preseo en la cárcel de este pueblo por orden
del cura. Borrow era un personaje de raro atractivo que llegó
a hablar catorce idiomas y que
viajó por España para difundir y
vender el «Nuevo Testamento»,
fruto de cuyas experiencias fue
el libro de viajes «La Biblia en
España», traducido en 1921 por
Manuel Azaña y del que recogemos el siguiente texto:
«No llevábamos en Labajos
una semana, trabajando con mucho fruto, cuando el cabecilla
carlista Balmaseda, al frente de
su caballería, hizo su atrevida incursión por la parte sur de Castilla la Vieja, arrojándose como
un alud desde los pinares de
Soria. Presencié los horrores que
se siguieron: saqueo de Arévalo; toma de Martín Muñoz. En
medio de escenas tan terribles
continuábamos nuestra tarea.
De pronto, López estuvo tres días perdido, y pasé angustias
mortales por su causa, imagiVelayos.
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
nándome que los carlistas le habían fusilado; al cabo supe que
esta-ba preso en Velayos, pueblo dis- tante tres leguas de allí.
Los pasos que di para librarlo
se encuentran detallados en
una comunicación que juzgué
de mi deber transmitir a lord William Hervey, a la sazón ministro
britá-nico en Madrid en reemplazo de sir Jorge Villiers, ya
conde de Clarendon».
Donde decía:
«Señor: Con su venia me permito llamar su atención sobre
los siguientes hechos: el día 21
del corriente supe que un dependiente mío, llamado Juan López, estaba preso en la cárcel
de Velayos, provincia de Avila,
por orden del cura del pueblo.
El crimen de que se le acusaba era la venta
del Nuevo Testamento. Estaba
yo a la sazón en
Labajos, provincia de Segovia,
y la división del
cabecilla faccioso Balmaseda
andaba por las
inmediaciones.
El día 22 monté
a caballo y fui a
Velayos, distante
tres leguas. A mi
llegada encontré
que López había
sido trasladado
desde la cárcel
a una casa particular. Había llegado una orden del corregidor
de Avila mandando poner en libertad a López y retener tan sólo los libros que se hallaran en
su poder. Sin embargo, en abierta oposición a esa orden (de la
que le envío copia), el alcalde
de Velayos, por instigación del
cura, no permitió al dicho López
marcharse del pueblo, ni con
dirección a Avila, ni a otro sitio
cualquiera. A López le dieron a
entender que, como se espera-
183
ba la llegada de los facciosos,
se proponían denunciarle a ellos
como liberal para que lo fusilaran. Teniendo en cuenta estas circunstancias creí de mi deber,
como cristiano y caballero, rescatar a mi infeliz criado de tan
inicuas manos, y, por tanto, desafiando toda oposición, le saqué de allí, aunque inerme, a
través de una turba de cien lugareños cuando menos. Al salir
del pueblo grité: ¡Viva Isabel
Segunda!
Como creo que el cura de
Velayos es capaz de cualquier
infamia, ruego humildemente a
V. E. que haga llegar con prontitud al Gobierno español una
copia del anterior relato». Labajos (Segovia), 23 de agosto de 1832.
VIAJEROS EN TREN
La llegada a la capital abulense del ferrocarril en 1862 situó a los pueblos de la zona en
la antesala de la ciudad medieval y monumental. A partir de
aquí las guías ferroviarias recuperaron del anonimato multitud
de lugares desconocidos, a la
vez que desde el tren se descubrían nuevos paisajes y caseríos. La primera guía abulense
de estas características, de la
184
que es autor Valeriano Gar-cés
González, fue publicada en
1863, y en ella figura Mingorría
con una población de mil cien
habitantes dedicados a las faenas agrícolas y la industria de la
panadería.
Las construcciones ferroviarias atrajeron numerosa mano
de obra que se asentó en las
poblaciones del entorno. Entonces sobraron un impulso importante las abundantes canteras
del lugar, de donde se extraía la
piedra necesaria para puentes,
obras de fábrica y balasto. Además, los ayuntamientos habían
acordado contribuir a la realización de las obras con parte de
los ingresos obtenidos por las
ventas de los bienes municipales desamortizados.
El 15 de agosto de 1864 la reina Isabel II inauguró en San Sebastián la línea férrea MadridIrún. Entre los periodistas enviados para hacer la crónica de la
ceremonia figuraba el escritor y
poeta Gustavo Adolfo Bécquer,
quien pasó por Avila y escribió
una emotiva visión de la ciudad
percibida desde el tren:
«Casi perdida entre la niebla
del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados mura-
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
llones, la antigua
ciudad, patria de
Santa Teresa, Avila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros
salientes. Allí está
la población, hoy
como en el siglo
XVI, silenciosa y
estancada».
Desde el tren
se divisan los
frondosos encinares de las dehesas de Avila, Mingorría, Tolbaños, Escalonilla, Santo Domingo de las Posadas y Velayos, mientras que a lo lejos
se aparecen los caseríos de
nuestros pueblos, todos lleno
de romanticismo, sin duda.
En el mismo año de 1864 era
alcalde de Avila León Castillo Soriano, quien había adelantado
dinero al contratista de las obras
del ferrocarril correspondientes
al tramo Mingorría-Navas, a través de un francés residente en
Mingorría. León Castillo también
fue Diputado provincial por Velayos en 1871 y sus hijos heredaron la dehesa desamortizada
de «Las Gordillas».
José María Quadrado fue un
escritor, ensayista e historiador
de renombre en el siglo XIX, y
el autor del libro dedicado a Avila dentro de la obra titulada «Recuerdos y bellezas de España»,
en la colección «España, sus monumentos y artes, su naturaleza
e historia».
Quadrado llegó por ferrocarril
a la ciudad de Avila en 1865 dejando un importante testimonio
del viaje en su libro, el cual sirvió de guía obligatoria para todo tipo de visitante. La belleza
del paisaje serrano y también lla-
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
no que configura el curso del
río Adaja es destacada por el escritor, sin embargo «la rapidez
del tren por la vía ferrea asentada largos trechos junto a sus
márgenes no consiente detenerse en las estaciones de Mingorría, de Velayos, de Sanchidrián
o de Adanero, título de condado,
para reconocer su inexplorado
suelo». Sobre otro antiguo camino inclinado al nordeste de la
capital, Quadrado se fija en Cardeñosa, distante dos leguas de
la capital, donde tuvo lugar el
prematuro fin del príncipe Alfonso.
En 1872 viajó por España el
periodista e historiador francés
Luis Teste, quien narra el trayecto que hizo en tren desde Valladolid diciendo:
«Eché mirada al camino y divisé el puerto de Avila, especie
de corte en la sierra, a la cual
nos acercábamos. ¡Adiós, solitarias llanuras, no os guardo rencor por amor a Nuestra Señora
de Burgos! En Velayos entramos en las montañas. Pinos, toscas carrascas, garbanzos, cerdos devorando bellotas dulces,
pedazos de roca amontonados
en desorden por todas partes,
pulidas, afiladas por la intemperie, redondas como bolas, en
actitudes fantásticas, imitando a
veces los dólmenes de Bretaña.
De vez en cuando aparece una
aldea con cabañas a ras de las
185
rocas: jardincillos trazados en
las mismas rocas, entre las cuales se han escarbado algunas
pulgadas de tierra vegetal; lobos en invierno, en verano ovejas negras, éticos asnos, vacas
flacas, conejos y perdices. El ferrocarril atraviesa, hacia Mingorría, grandes zanjas abiertas a
golpe de dinamita, sigue por
elevados y tortuosos terraplenes
y por fin llegamos a Avila».
El abulense de criazón Jorge
Santayana, importante escritor,
filósofo y pensador, recuerda
con especial emoción sus viajes a la capital abulense a finales del siglo XIX, según deja escrito en su obra autobiográfica:
«Cada vez que yendo de París en los años del ochenta y del
noventa me advertía la aurora,
después de dos noches en tren,
que ya estaba llegando a mi destino, me palpitaba el corazón al
buscar con la vista los nombres
de las últimas estaciones, Arévalo y Mingorría; después de lo
cual podía esperar ver en cualquier momento a la derecha,
descendiendo suavemente hacia el lecho del invisible río, las
perfectas murallas de Avila, reluciente cada bastión a los rayos horizontales del sol, y la torre de la catedral un poco por
encima de la línea de los bastiones y no menos imperturbable,
sólida y grave».
Estación de Monsalupe.
186
Estación de Cardeñosa.
Olegario González de Cardedal y José Manuel Sánchez
Caro, importantes pensadores
abulenses, escribieron el prólogo del libro «Avila en la literatura», de Benito Hernández
Alegre publicado en 1984, y allí
decían:
«Hay que amanecer en Avila,
dejarse sorprender por su ciudadela de golpe apareciendo al
venir desde Salamanca, pasear
por el Rastro y superpuesta la
aguja de la torre de Santiago ver
en el fondo el castillo “Aunque
os pese”, llegar en tren por Mingorría tras larga noche desde la
niebla de Francia o de Inglaterra
para quedar sobrecogidos por
la luz posando sobre sus torres,
repicando desde sus campanas, y por aquel admirador silencio que a su paz suscita en
quien la mira con amor».
VIAJE EN GLOBO
En el año 1915 la casualidad
hizo que en el cielo de Mingorría aparecieran dos globos o
aerostatos de los comienzos de
la aviación militar. El 3 de julio
de 1915 regresaban a la guarnición de Guadalajara los ingenieros militares que habían efectuado prácticas de vuelo en Salamanca. Los globos eran el
«Alfonso XIII», un hermoso aerostato de 720 metros cúbicos
de capacidad, de extraña forma
ovoidal y todo él pintado de
RUTA
DE LOS
VIAJEROS
amarillo, con dos ocupantes;
y el «Neptuno», «globo libre»
con los oficiales: Balbás,
Franco (Ramón), Joaquín de
la Llave y Emilio G. Millas.
A las pocas horas de salir de Salamanca, ya en las
proximidades de Mingorría,
el «Neptuno» no encontró
vientos favorables y cayó a
tierra en la plaza sin que sus
ocupantes sufrieran percance físico alguno. El suceso
fue publicado a los pocos días
por don Andrés Pérez de Cardenal en la «Basílica Teresiana».
El espectáculo aéreo despertó gran interés entre la población de Mingorría, que se concentró en la plaza de la localidad asombrada, como recuerda
Rufina Cid Ibarzábal. Igualmente, este tipo de exhibiciones era
seguido a principios de siglo con
interés por los madrileños en el
campo de Ciudad Lineal, en la
zona de Chamartín, o en el hipódromo de la Castellana. Esta
misma espectación pudo apreciarse de nuevo en la atracción
del globo «cautivo», celebrada
coincidiendo con las fiestas patronales de 1998 en Mingorría.
RUTA MUSICAL
■ A DESTACAR. La música
popular aparece como una
manifestación pública de lo
que el hombre tiene de privado, de íntimo e inherente a la
persona, es como una exteriorización de su espíritu, de su
estado de ánimo, y en un pueblo era el canto y el baile la
mejor forma de expresar sentimientos tan profundos. La
música entonces de la dulzaina y el tamboril se muestra
como símbolo de una cultura que expresa así su forma
de ser y de vivir, y donde los
instrumentistas materializan
la percepción musical de las
alegrías y pesares del hombre castellano, sus
amores, su trabajo, su religiosidad
y su ánimo festivo.
De ahí las canciones y melodías de
«ronda», «boda»,
«siega», «baile», «romería», etc., donde
el valor creativo de
los dulzaineros y
tamborileros, quienes a base de intuición y sensibilidad
han compuesto y
recogido melodías
y ritmos de bailes y
danzas.
■ La ruta. La música de dulzaina y
tamboril continúa
amenizando la multitud de actos festivos que se celebran en los
pueblos de la ribera del Adaja. Entre los músicos de la
zona destacan Aureliano Muñoz «Polilo» y Modesto Jiménez Arribas, autores de una
grabación musical tomada del
repertorio de Agapito Marazuela y asiduos protagonistas
de romerías, procesiones, bailes, pasacalles y otras fiestas. En la figura de estos músicos se reconoce la contribución de los numerosos dulzaineros y tamborileros que surgieron en los pueblos como
intérpretes de su folklore. Esta ruta significa entonces acercarse a las manifestaciones
de música popular que se dan
en la comunidad rural, donde
también destaca el Certamen
Anual de Dulzaina que se celebra en Cardeñosa a mediados de agosto.
■ Cómo llegar. El recorrido
por los pueblos del Adaja, lle-
El folklorista Agapito Marazuela.
gando desde Monsalupe, en
el extremo Oeste, hasta Tolbaños en el opuesto, coincidiendo con la celebración de
sus actos festivos, lleva al viajero a presenciar, con toda seguridad, una gran variedad de
188
manifestaciones de música popular, y en la mayoría es probable que suene la música de
«Los Polilos».
■ Qué ver. La música de dulzaina y tamboril todavía puede escucharse en vivo y en directo en procesiones, bailes,
romerías, pasacalles, etc., lo
que se produce en las celebraciones de las fiestas patronales. En el itinerario propuesto, además de ver hay que
prestar oído a las bellas melodías nacidas de la música tradicional y popular. El texto de
la guía que se recoge en esta
ruta está dedicado a «Los Polilos», el único grupo musical
na grabación musical que
se produce al son de las
U
notas de la dulzaina y el tamboril que se escuchan en los actos
festivos de nuestros pueblos,
como quien capta el sonido de
los pájaros en primavera, al natural y sin arreglos, significa un
mérito artístico desbordante.
Pues bien, este es el caso de la
grabación realizada en 1977 en
la localidad de Vega de Santa
María, donde se incluye una
selección de diez piezas musicales de dulzaina y tambor que
interpretan Aureliano Muñoz
«Polilo» y Modesto Jiménez
Arribas, respectivamente.
La selección musical que interpretan Aureliano y Modesto
son melodías y ritmos populares castellanos, los cuales fueron recopilados por el famoso
músico y folklorista Agapito Marazuela e incluidos en su cancionero de 1932. No en vano Aureliano ensaya diariamente las
piezas de un ejemplar de este
cancionero que le regaló el propio Marazuela. Los temas grabados responden a los siguientes títulos:
RUTA MUSICAL
activo que queda en los pueblos del Adaja, el cual debe
servir como testimonio de la
importancia que dulzaineros y
tamborileros tuvieron en la
construcción de su identidad
histórica y cultural.
■ Aliciente. Presenciar y escuchar directamente las notas
que salen de la dulzaina y el
tamboril, cuyos intérpretes son
de los pueblos donde nace la
misma música que tocan. También llama la atención, todavía, poder comprobar la pervivencia de manifestaciones del
folklore castellano, propio de
las tradiciones festivas de las
gentes de nuestros pueblos.
Cara A: «Chatos y coplas»,
«Las habas verdes», «Entradilla», «Baile corrido de rueda» y
«Jota castellana».
Cara B: «La Pinariega» (baile
de procesión), «Antigua danza
segoviana», «Mudanzas», «Danza segoviana» y «Jota castellana».
Los Polilos en Mingorría.
RUTA MUSICAL
En definitiva, estamos ante un
amplio repertorio de aquellos
temas que amenizaban bailes y
procesiones durante las fiestas
patronales de los pueblos.
Aureliano y Modesto forman
pareja musical con el nombre
de «Los Polilos», un apodo familiar heredado por Aureliano
de generación en generación
unido al oficio familiar de molinero en Pozanco y Mingorría,
mientras que Modesto fue maestro de obras. Ellos llevan más
de medio siglo musicando todo
tipo de actuaciones festivas, lú-
Los Polilos en Monsalupe.
dicas y religiosas que se celebran en los pueblos abulenses
de la tierra morañega.
Aureliano Muñoz heredó de
su padre los oficios de molinero y dulzainero. Modesto Jiménez Arribas nació en Vega de
Santa María, se quedó huérfano
de padre a muy temprana edad
y pronto aprendió a tocar el
tamboril de su abuelo, Modesto Arribas, conocido como el
tío Ronda, afamado guarnicionero y albardero.
El molinero de Pozanco, Jesús Muñoz «Polilo», padre de
Aureliano, aprendió la técnica
de la dulzaina de Agapito Marazuela, de quien tomó también
parte de su repertorio. Por su
parte, Modesto Arribas, abuelo
189
de Modesto Jiménez, fue uno
de los mejores redoblantes de
la época y él fue quien acompañó con su tambor al dulzainero
Marazuela en el concurso musical de Valladolid en 1922, donde también estuvo presente Jesús Muñoz «Polilo».
El ambiente musical que
respiraron Aureliano y Modesto
desde su infancia pronto despertó en ellos una gran afición
por la música de dulzaina y
tamboril que escuchaban frecuentemente en sus casas. En
este ambiente familiar se notaba
especialmente la
atracción y la influencia del maestro
Marazuela,
con quien Jesús
Muñoz y Modesto
Arribas mantenían
lazos de amistad
y estudiaban ritmos y melodías.
Agapito Marazuela nació en
1891 en Valverde
del Majano (Segovia), donde su padre era arriero y
trajinante. Pronto sobresalió como instrumentista de guitarra
y dulzaina, triunfando en las mejores salas de concierto de España y París, y destacando como intelectual, hombre de cultura, músico y artista. En 1932
ganó el primer premio del Concurso Nacional de Música Folklórica con el Cancionero de
Castilla la Vieja. En 1933 Agapito recorrió la provincia de Avila recopilando cantos y tonadillas de Cardeñosa y otros pueblos.
Durante la República Agapito
Marazuela se significó como un
hombre de izquierdas y militó
en el Partido Comunista. En 1937,
en plena guerra civil, asumió la
dirección de los grupos folkóricos españoles en la Exposición
Internacional de París, por lo
190
que terminada la contienda fue
encarcelado. Al salir de la prisión, pocos años después, en
régimen abierto, Agapito se retiró al molino de Pozanco de Jesús Muñoz, por la amistad que
le unía con su alumno. Ha- cía
sus presentaciones periódicas
en el cuartel de la Guardia Civil
de Mingorría, lo que aprovechaba para visitar la casa de los
chocolateros y tocar la guitarra
en compañía de su amigo Antonio Marugán, que tocaba el
laud. Durante estos años enseñó al joven Aureliano a leer y escribir música y a perfeccionar la
técnica del instrumento. Tan
buen discípulo fue, que al morir
le regaló su dulzaina de maestro.
En estas fechas Agapito enseñó a su joven alumno el método de «El progreso musical»,
por lo que Aureliano se encuentra en el pequeño grupo de los
dulzaineros que leen y escriben
música. Agapito Marazuela también enseñó a leer y escribir a
María, la hermana pequeña de
Aureliano, a la vez que pasaba
otros momentos pescando y tocando la guitarra, con la que
había dado importantes conciertos por España y Europa.
En estos años también empezaba a destacar el niño Modesto, por lo que Agapito bromeaba con su abuelo, el «tío
Ronda», diciéndole: –«Déjeme al
muchacho, que le hago un hombre». Pero el abuelo no sacó la
cara, pues seguro que le quitaba el oficio, lo que no impidió
que Modesto aprendiera a tocar
el redoblante.
Los jóvenes músicos Aureliano y Modesto pronto formaron
pareja, si bien en un principio lo
fue de una manera esporádica
ahora lo es de una manera estable, tanto que llevan más de
una veintena de años juntos.
Entre los tamborileros con
quien Aureliano ha formado pa-
RUTA MUSICAL
reja destacan: Eutiquio de Avila, Cecilio y Francisco Navas
«Ojetete» de Maello. Con este
último obtuvo el primer premio
del Certamen Nacional de dulzaina de Palencia en las ediciones de 1965 y 1966, con cuyo
motivo grabó un disco de cinco
piezas titulado «Jotas castellanas».
El tambor de «Ojetete» había
sido antes del «tío Basiliete»,
panadero de Mingorría, quien
amenizaba las bodas con el
«tío Colache» contratando para ellas la música y el pan.
AURELIANO MUÑOZ nació
en el pueblo de Velayos el 16
de junio de 1929, donde vivían
Aureliano Muñoz.
sus abuelos. A muy temprana
edad se trasladó al molino que
explotaba su padre en el vecino
pueblo de Pozanco. En esta
parte de la ribera del Adaja,
frente a la dehesa de Olalla de
Zorita-Mingorría, la familia de
los «Polilos» poseía los molinos
«El Cubillo», «Viejo» y «Canongía». En este último molino vivió
Aureliano y aquí aprendió, siendo niño, las primeras notas de
RUTA MUSICAL
191
Vega de Santa María. Actuación de Los Talaos.
dulzaina de su padre Jesús Muñoz, quien había tenido como
maestros al «tío Monique» de
Albornos y, sobre todo, a Agapito Marazuela.
Aureliano Muñoz es quizás el
alumno más aventajado de Marazuela, de quien empezó a recibir las primeras clases de solfeo cuando tenía trece años.
Corrían entonces los primeros
años de la posguerra.
Ya con 15 años, Aureliano
empezó a acompañar a su padre en distintas actuaciones por
los pueblos, donde el baile amenizado por la música de dulzaina y tamboril era una de las
principales atracciones festivas.
Aureliano tocó a dos voces con
su padre, pero tras la muerte de
éste ya lo hizo sólo o acompañado de otros tamborileros, si
bien en alguna ocasión también
lo ha hecho puntualmente con
otros dulzaineros como Crescencio «Siete Almuerzos».
Aureliano también fue el ganador del certamen de El Espinar de 1973 y del concurso nacional de dulzaineros de Medina del Campo en 1974. El
propio hijo de Aureliano, Jesús
Muñoz, también acompañó con
el tambor a su padre hasta que,
desgraciadamente, falleció a
los 26 años. El repertorio que
toca Aureliano está tomado del
cancionero de Marazuela, al
que hay que sumar la música
escrita por «Los Talaos» y las
partituras de los temas recopilados por el mismo Aureliano.
La dulzaina que toca habitualmente la compró en 1941 por
doscientas pesetas y perteneció al «tío Fermín» de Montuenga (Segovia). Es una dulzaina
de ébano y la fabricó Angel Velasco, por lo que contará unos
cien años. Además, Aureliano
conserva con cariño la dulzaina
de Agapito Marazuela, de quien
la recibió como herencia.
La música de Aureliano ha
sonado y suena en multitud de
pueblos, principalmente de La
Moraña abulense y Tierra de Pinares.
En la actualidad, Aureliano
continúa practicando cada día
la dulzaina, y lo hace en Santo
Domingo de las Posadas, pueblo al que se trasladó desde el
molino de Pozanco en los años
sesenta.
192
RUTA MUSICAL
Grupo de Paulino en Peñalba.
Teodoro y Angel en Zorita.
En los pueblos de la zona
también hubo otros dulzaineros y tamborileros, y así cabe
citar en Las Berlanas a Eutiquio
(dulzaina) y Mauricio (tambor);
en Cardeñosa a los dulzaineros
Bernardino Garcinuño, Eloy
Blázquez, Mariano Gutiérrez,
Rufino García y Asun García, a
los tamborileros Francisco Velayos y Juan Blázquez y a los que
tocaban el bombo, como Eusebio Sanchidrián y Severiano
García; en Los Patos a Salva
(tamborilero); en Pozanco a Celestino; en Vega de Santa María
al dulzainero Jesús Alvarez «tío
Dios»; en Mingorría a los dulzaineros «tío Milhombres» y «Cola-
che», el tamborilero «Basiliete»,
y a «tío Cades» y Martín Alda
que tocaban el bombo; en Brieva al tamborilero Luis Pardo; y
en Tolbaños a Irineo. En Peñalba el grupo del dulzainero Paulino, de Navalmoral, es quien
ameniza las fiestas, al igual que
en Velayos lo hacen los jóvenes
de Maello seguidores de Francisco Navas «Ojetete», mientras
que en Zorita nunca faltan Teodoro Novoa y Angel Vallejo.
Finalmente, cabe añadir que
Cardeñosa celebra cada año,
en el mes de agosto, una
Muestra de Dulzaina y Tamboril con participación de numerosos músicos.
Cardeñosa. Muestra de Dulzaina y Tamboril.
Cómicos en Mingorría.
RUTA DE
LOS COMEDIANTES
■ A DESTACAR. El teatro
tradicionalmente ha sido una
de las manifestaciones artísticas y culturales más importantes que tenían lugar en
nuestros pueblos. Las compañías de cómicos recorrían incansables estas tierras armados de aparatosos decorados
escenificando entretenidas
comedias. Como herencia de
esta tradición cultural Mingorría celebra cada año un certamen de teatro infantil, y aún
hoy todavía se mantienen actuaciones al aire libre en muchas localidades.
■ La ruta. El viajero que recorre estas tierras puede descubrir los restos del antiguo
teatro de «La Danza» en Vega
de Santa María, una bella sala
de teatro que recibió a los
más famosos actores. Mingorría también cuenta con una
sala en funcionamiento construida en los antiguos lavaderos. Finalmente, el teatro en
vivo que todavía se sigue escenificando también es un
atractivo de esta ruta.
■ Cómo llegar. Para contemplar el teatro que se representa en nuestros pueblos
hay que acercarse a los mismos en verano, preferentemente, sin faltar a la cita de
Mingorría en mayo.
■ Qué ver. El Certamen de
Teatro de Mingorría ofrece diez
representaciones durante la
primera quincena de mayo,
mientras que en la mayoría de
los pueblos todavía pueden
verse obras de teatro escenificadas al aire libre durante las
fiestas patronales veraniegas.
■ Aliciente. Aunque ya casi
han desaparecido las antiguas compañías de cómicos
ambulantes, todavía pueden
admirarse interesantes puestas en escena como una de
las escasas manifestaciones
culturales del medio rural.
194
Teatro de Vega de Santa María.
as representaciones teatrales de las antiguas compaL
ñías de cómicos que recorrían
nuestros pueblos constituían
una de las manifestaciones culturales más significativas que
tenían lugar en el medio rural,
tanto que los mayores recuerdan una larga lista de obras escenificadas entonces.
Los escenarios se habilitaban
en salones de los cafébar o se improvisaban en
la plaza del pueblo, donde el público acudía con
su silla. De aquellas singulares salas de teatro
todavía quedan muestras en el escenario del
salón de Pedro Vázquez
en Mingorría, y en el patio de butacas del antiguo teatro «La Danza»
de Vega de Santa María
que ocupa un viejo edificio casi arruinado.
Hasta los años cincuenta, los cómicos de
las numerosas compañías que recorrían los
pueblos solían alojarse
en las casas de los vecinos. La visita de estas
compañías se prolongaba durante varias semanas con una actuación
diaria, alcanzándose por
RUTA
DE LOS
COMEDIANTES
ello especiales relaciones de familiaridad de los actores con la población. Todavía se
recuerdan las actuaciones de Carlos Lemos y Joaquín Dicenta (hijo).
Más aún, son numerosas las anécdotas y recuerdos
que permanecen
de aquellas representaciones teatrales y de las que
hacían los aficionados del pueblo, tanto que en
la misma tienen origen alguno
de los apodos con que se conocen a algunos vecinos.
Entre los sucesos más peculiares que se recuerdan del
paso de los comediantes por
los pueblos destaca el ocurrido el 14 de junio de 1948 en
Mingorría.
Actuación del actor y director
Luis Marcet con su esposa
RUTA
DE LOS
COMEDIANTES
«Aquel día, la compañía de
cómicos instalada en el pueblo
representaba la obra “Juan José”, de Joaquín Dicenta, en el
salón del señor Simón Vázquez.
Nada más terminar la representación, la primera actriz se puso
de parto en casa de la tía Hilaria y nació un niño que se llamó
Luis Marcet. El bautizo se celebró días después con una gran
fiesta, siendo los padrinos los
dueños del salón: Pedro Vázquez y Encarna García. El recién nacido continuó la tradición familiar y actualmente es
director y actor de teatro.
Pasados cincuenta años, el
24 de julio de 1998, el actor recién nacido de Mingorría volvió
con su compañía de cómicos y
dos obras en cartel, y con él vino la esencia misma del teatro.
Efectivamente, Luis Marcet es
hijo y nieto de actores, como lo
fueron sus hermanos y sus tíos,
y lo son su mujer y sus hijos, no
recordando otro pasado que no
pasara por un escenario, pues
su bisabuelo también fue director del Teatro Real de Madrid.
Incluso su propio hijo también
nació cuando su esposa terminaba una representación».
En este ambiente no
es de extrañar que
pronto surgieran grupos de aficionados integrados por jóvenes de
la localidad dirigidos
por algún vecino más
leído. Además, los antiguos maestros de escuela realizaron una especial labor educativa a
través del teatro, y de
su dedicación y esfuerzo salieron entretenidas
actuaciones, tarea ésta
que todavía se mantiene entre las actividades
escolares. Incluso algún
cura «moderno» también se aventuró en los
ensayos teatrales para
195
entretenimiento y deleite de sus
parroquianos.
Ultimamente, son los ayuntamientos y las asociaciones culturales quienes programan esporádicamente alguna representación teatral coincidiendo
con las fiestas patronales, y es
que ya desaparecieron aquellas
compañías que iban de pueblo
en pueblo repartiendo a su manera diversión y cultura. Así, el
viajero que quiera disfrutar de
aquellas veladas teatrales al aire libre de antaño puede hacerlo consultando los programas
de fiestas que se organizan durante el verano.
Entre los grupos más asiduos y veteranos que continúan
recorriendo nuestros pueblos
hay que destacar a «JUFRAN»,
un extraordinario relevo de las
antiguas compañías cómicas.
El grupo está formado por aficionados abulenses que más
bien parecen auténticos profesionales, y entre sus miembros
sobresalientes hay que citar a
José Luis Alfayate y Fidel Sáez
García, una parte de cuyas familias provienen de Mingorría.
J. L. Alfayate y Fidel Sáez.
196
CERTAMEN DE TEATRO
INFANTIL DE MINGORRIA
Quizás como herencia cultural de una singular formación
teatral imantada desde antiguo,
en Mingorría se celebra un extraordinario certamen de teatro
infantil que nació en 1993, donde participa un grupo estable
creado en el pueblo. El certamen
se organiza desde entonces
por el Colegio Rural Agrupado
«Miguel Delibes» de Velayos,
Vega de Santa María, Santo
Domingo de las Posadas y
Mingorría, y el Ayuntamiento de
este último pueblo.
Los promotores de esta singular actividad cultural de la
escuela rural pretenden despertar en los alumnos cualidades artísticas y fomentar su
capacidad creativa en la realización de actividades útiles a la
sociedad, todo ello como contribución al desarrollo de la personalidad de los escolares.
Cada convocatoria anual ha
contado con una media de diez
representaciones por cada certamen, las cuales se escenifican durante el mes de mayo en
la sala de teatro que ocupa el
edificio rehabilitado de los antiguos lavaderos, siendo la entrada libre.
A lo largo de la vida del certamen han sido más de cien
obras de teatro las escenificadas por casi dos mil jóvenes
actores de grupos infantiles llegados desde Cádiz, Soria, León,
las localidades salmantinas de
Béjar y Guijuelo, Valladolid, Segovia, Fuentesáuco (Segovia),
y los pueblos abulenses de Arévalo, El Barraco, Burgohondo,
Muñana, Las Navas del Marqués, Navaluenga, Navalmoral
de la Sierra, El Tiemblo, Vega
de Santa María, Velayos y el
propio Mingorría.
En el mes de mayo del año
2002 se celebra el décimo aniversario del certamen, con tal
motivo tendrá lugar una gran
exposición fotográfica de todas
las representaciones habidas a
lo largo de todos estos años, y
además se editará un catálogo
conmemorativo.
Actuación infantil en Mingorría.
RUTA DE
LAS DEHESAS Y CASERIOS
■ A DESTACAR. Siguiendo
el recorrido de los ríos Adaja y
Voltoya llaman la atención los
grandes espacios ocupados
por los encinares, y también
por pinos. En torno a ellos todavía se conserva el caserío
surgido para la singular explotación agrícola y ganadera de
la dehesa, nombre que
reciben las fincas agrupadas en una única
propiedad. La tradicionall utilidad de estos
terrenos es el pasto para ganado, la resina, la
madera, el carbón vegetal, la caza y el fruto
de bellota, combinados
con algunos cultivos
agrícolas. El caserío reponde a modelos característicos de la arquitectura popular, mezclados con ejemplos
palaciegos. En las dehesas vivían y trabajaban guardas, mayorales, colonos agrícolas y
otros campesinos, plenamente integrados en
las explotación de la
finca, mientras que sus
dueños y propietarios
la utilizaban para recreo.
■ La ruta. Las tierras
adehesadas son abundantes en la zona y se
aparecen como prolongación del paisaje que bordea la capital abulense hacia
el norte. Siguiendo entonces
el curso del río Adaja nos encontramos en su margen izquierda con las dehesas «Pedro Cojo» y «Cabreras» en Cardeñosa, «El Chorrito», «La Aldehuela» y «Olalla» en Zorita
de los Molinos, y «Navares»
en Peñalba. El margen derecha,
pasada la presa de Las Cogo-
tas se hallan las dehesas de
«Yonte» en Avila, y «La Malita»,
«El Ciego» y «La Veguilla» en
Mingorría, además de una parte de «Olalla» y otra de «Navares» en Peñalba. El río Voltoya
baña las dehesas de «Aldealgordo» en Tolbaños, «Tabladillo» en Ojos Albos y «Las Gor-
dillas» en Maello, donde está
un cuartel de Velayos. También
hay que decir que en Monsalupe está la dehesa del «Montecillo», en Cardeñosa la dehesa de «Ajates», en Maello,
cerca del municipio de Santo
Domingo de las Posadas, la
dehesa de «Mingo Peláez», en
San Esteban de los Patos la
dehesa de «Navarrosa», y en
Tolbaños «La Nava».
198
RUTA
■ Cómo llegar. El recorrido
presentado es un viaje por los
términos municipales situados
en la ribera del Adaja, el acceso a los mismos es la propia
carretera que los comunica y
vertebra, de donde salen multitud de caminos que se bifurcan con destino a las dehesas
y caseríos. El punto de partida
se puede fijar entonces en los
núcleos de población.
■ Qué ver. Llama la atención
la singularidad de su ecosistema caracterizado por la presencia de pinos y encinas, e
incluso diversas variedades
de cultivos cerealistas y viñe-
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
dos. También destacan los caseríos dispuestos para la explotación agropecuaria de la
dehesa, con ejemplos de arquitectura religiosa en «La Aldehuela» y «El Chorrito», y palaciega en «Aldealgordo», «Tabladillo» y «Las Gordillas», sin
olvidar buenos ejemplos de palomares, molinos y otras dependencias.
■ Aliciente. Las dehesas y
los caseríos agrícolas dispersos por la zona demuestran
modos de vida íntimamente ligados a la tierra de un indudable interés arquitectónico,
etnográfico y medioambiental.
PEDRO COJO
EL CIEGO Y LA MALITA
Fuera del municipio de Avila,
aunque casi como continuación
geográfica del mismo, pues apenas hay accidentes que pongan
límites naturales a este territorio,
y siguiendo el curso del Adaja,
a la altura de la presa de las
Cogotas, en la margen izquierda de Cardeñosa se encuentra
la dehesa de Pedro Cojo, después de las dehesas de Avila
que también bordean el río:
«Verdeja», «Penarros» y «Pancaliente». La dehesa de «Pedro
Cojo» perteneció al Cabildo Catedral, y fue desamortizada y subastada por el Estado en 1865
en casi medio millón de reales. El monte se ve cruzado por la línea ferroviaria
que va a Salamanca, en la
ribera del río estaba el molino de «Pedro Cojo» que
quedó bajo las aguas, y todavía se conservan las casas y dependencias agrícolas y ganaderas que ser- vían a su explotación, a ellas
se accede desde la carretera que va desde Avila a
Cardeñosa.
Al otro lado del río, las dehesas de la capital abulense de
«Aldeaciego», «Pedrosillo» y
«Yonte», pasada la Presa de Las
Cogotas, dan paso por los «Callejones de Chascarra» y el molino de «Trevejo» al monte de Mingorría. Este monte comunal de
trescientas hectáreas de encinar también fue desamortizado
a finales del siglo XIX pasando
entonces a formar las dehesas
de «La Malita» y «El Ciego», las
cuales mantienen todavía las
viejas casas de piedra donde
El Ciego.
RUTA
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
habitaban las familias que trabajaban el monte, los encerraderos y algún palomar. Varios
caminos que se dirigen a los
molinos del río desde Mingorría
surcan el encinar de estas dehesas.
CABRERAS
199
tera de Cardeñosa poco antes
de llegar al pueblo.
AJATES
En la zona oeste del término
de Cardeñosa se situa la dehesa de «Ajates», cuyo monte de
encinas de unas ciento treinta
hectáreas era propiedad del
pueblo hasta que fue desamortizado en 1859. «Ajates» fue un
asentamiento medieval que conserva el típico caserío agropecuario. El acceso a la dehesa
se hace por la carretera de Avila-Salamanca, desde donde ya
se contempla el bello encinar
colindante con la dehesa de
«Manzaneros».
EL MONTECILLO
Volviendo a la margen izquierda del Adaja, el monte que
se asoma repleto de verdor oscuro pertenece a la dehesa de
«Cabreras» que fue propiedad
del ayuntamiento de Cardeñosa, antes de ser desamortizado
y enajenado en 1862 por algo
más de medio millón de reales.
El monte ocupa unas trescientas hectáreas y actualmente tiene dos caseríos denominados
«Cabreras de Arriba» y «Cabreras de Abajo», desde ellos se
divisa toda la sierra de Ojos Albos, pues son una hermosa atalaya separada por el río. El acceso a estas dehesas coincide
con el del Castro de las Cogotas, el cual parte desde la carre-
Al norte de «Ajates» y «Manzaneros», desviandonos por la
carretera local que sale a la derecha de la carretera de Salamanca en el p. k. 13,5 se encuentra junto a la vía del
ferrocarril de la dehesa del
«Montecillo», ya en el término
de Monsalupe. Su propiedad
se hallaba muy dividida entre
los vecinos, quienes obtenían
del encinar todas sus utilidades. Actualmente se conserva
el antiguo caserío, el cual ha
sido reconstruido y ampliado
para finca de recreo y cría de
avestruces.
LA VEGUILLA
Retomando nuestra ruta por
el río Adaja llegamos a Zorita
de los Molinos. A partir de aquí
las encinas se entremezclan
con pinos resineros y el terreno
agreste deja paso a tierras cultivables. En la zona se situaba
el caserío de «La Veguilla», llegando esta dehesa hasta el río
donde crecen frondosos pinos
y se halla el molino del «Cubo».
En la margen opuesta de la iz-
200
RUTA
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
Vista desde Olalla.
quierda está el caserío del
«Chorrito», y más adelante la
dehesa de «Olalla».
Las tierras de «La Veguilla»
se ven atravesadas por el arroyo «Regajal» que desemboca
en el Adaja, después de dejar
tras de sí frondosas arboledas
de chopos que crecen en galería. Por lo demás son ricas tierras de secano que ocupan más
de cuatrocientas hectáreas, de
las que la mitad pertenecían al
Duque de Montellano y otras al
Cabildo Catedral que fueon desamortizadas en 1844. En medio de la explotación se conservan las ruinas del caserío que
ocupaba unos mil metros cuadrados, y se aprecian los restos
de cobertizos, cuadras, pajares,
cijas y dependencias donde habitaban los colonos. El acceso
a «La Veguilla» se hace fácilmente desde la carretera de
Mingorría a Zorita, desde donde
ya se contempla.
EL CHORRITO
El caserío del «Chorrito», cercano a Zorita desde donde se
accede, fue antes una finca
de recreo construida por el General y Ministro de la Guerra
Eduardo Bermúdez Reina a fi-
nales del siglo XIX, llamándose,
en honor a su esposa, «Villa Julia». Actualmente, el caserío que
servía de estancia y a la explotación agrícola ha crecido en
número de viviendas de segunda residencia, conservándose
todavía la antigua ermita que
mandó hacer el general, además de útiles de labranza y un
carro pintado en excelente estado. Antiguamente, un puente
de madera comunicaba esta finca con las tierras del otro lado
del río donde abundan los pinos
resineros y se encuentran las
ruinas del molino del «Cubo».
OLALLA
A continuación del «Chorrito»
se encuentra la dehesa de «La
Aldehuela» y de «Olalla» o de
«Melón y Olaya». Esta tierras
eran propiedad de Celedonio
Sastre, quien supo hacer prosperar una rica explotación agropecuaria. Esta dehesa convina
las tierras de cultivo, los viñedos, encinas y sobre todo pinos
resineros. Por el noroeste linda
con la carretera de Zorita-Las
Berlanas desde donde se accede; atraviesa la dehesa el arroyo de «La Chavata», mientras
RUTA
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
que limita al Este con el río Adaja que en algún tramo cruza la
finca, y se extiende hasta la dehesa contigua de «Navares».
Las tierras han sido divididas y
actualmente tiene varios propietarios, manteniéndose la ermita
y el caserío de «La Aldehuela»,
el molino del Vego, en el que
convivían molineros y resineros,
la caseta de la era, un palomar
y el antiguo caserío de «Olalla»
que se sigue conservando en
buen estado.
NAVARES
El Adaja después de bañar
los campos de «Olalla» por su
izquierda, y el municipio de Pozanco por la derecha, llega a
las tierras de la dehesa de «Navares», perteneciente al término
de Peñalba. A esta dehesa se
llega por el camino que une la
carretera de Vega de Santa María-Gotarrendura con la carretera de Zorita-Las Berlanas. Aquí
destaca la explotación agropecuaria que mantiene la cría de
cerdos ibéricos y de ganado «limusine» puro. La dehesa es un
antiguo despoblado medieval
que fue propiedad del Monasterio de la Antigua de Avila, conserva una importante masa arbórea de en- cinas y pinos, habiendose reconstruido el viejo
caserío con todas las comodidades que requieren actualmente los trabajadores del campo. A orillas del río permanece
en ruinas el molino conocido co- mo «el del
Prior», pues fue dejado en testamento al
prior del monasterio.
NAVARROSA
Y LA NAVA
Para acercarse a las
dehesas y caseríos si-
201
tuados en la zona del río Voltoya, el viajero puede tomar la carretera que sale de Mingorría a
San Esteban de los Patos. En
este pueblo se encuentra la dehesa de «Navarrosa», en la cual
se conserva el característico caserío de piedra formado por las
dependencias propias de la explotación agropecuaria, que todavía sirven hoy para la actividad ganadera que se sigue realizando.
Cerca de «Navarrosa» se encuentra la dehesa de «La Nava»,
a la que se accede desde Gallegos de San Vicente, al estar
situada en sus inmediaciones.
El caserío de la dehesa es el
típico para las faenas agrícolas y ganaderas, y su monte está poblado de encinas, el cual
fue de titularidad pública hasta su desamortización
en 1859.
Al sur de «Navarrosa» y «La
Nava», pero perteneciente al
municipio abulense, se encuentran las dehesas de «Mari García», «Testadores», «El Burguillo», «Encinas», «Palazuelos»,
«El Pinar» y «Zurra», las cuales
bien merecen una ruta específica en otra ocasión.
ALDEALGORDO
Desde Los Patos la carretera
continua su trazado hasta Tolbaños. Desde aquí sale un ca-
202
RUTA
mino que conduce hasta la dehesa de «Aldeagordo», la cual
fue propiedad del Conde de Polentinos, después del Marqués
de Torrecilla y Valdeolmos, y actualemente del conde de Villagonzalo y Marqués de Scala.
Esta dehesa es de una gran belleza natural donde destacan sus
encinas centenarias, está atravesada por el río Voltoya, en el
caserío destaca la residencia
«palaciega» de buena arquitectura donde pernoctó el rey Alfonso XIII y su esposa doña
Vitoria, una antigua iglesia rodeada de bellos jardines y una
fuente, un molino y los esquileos de antaño con las dependencias necesarias para tratar
la lana.
TABLADILLO
El río Voltoya que pasa por
«Aldealgordo» puede cruzarse
por un vado que comunica esta
dehesa con la cercana de «Tabladillo», que antes fue un antiguo asentamiento medieval. En
«Tabladillo» destaca uno de los
mejores palacios rurales que
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
pueden verse; su construcción
se inició en el siglo XVI, aunque
posteriormente sufrió distintas
intervenciones. El palacio fue
promovido por Antonio Núñez
Vela, hijo de quien fue virrey del
Perú, es de estilo renacentista y
recuerda a las lujosas villas italianas. En su entorno se halla el
caserío dedicado a la actividad
agrícola y ganadera de la dehesa, la cual cuenta también con
un molino en el Voltoya, cercano al molino de Tolbaños, y una
gran masa arbórea.
LAS GORDILLAS
Retomando el curso del río
Voltoya pronto llegamos al caserío de las dehesas de «Las
Gordillas», situada junto a la carretera local que une los pueblos de Velayos y Maello. Esta
dehesa de 1.732 hectáreas estaba dividida en tres cuarteles:
«El Molino» o de Maello con los
sectores del puente y el molino,
«El Torreón de Armenteros» o de
Saornil, y el cuartel de Velayos.
En «Las Gordillas» doña María
Dávila fundo en 1502 el convento de Santa María Jesús,
y la dehesa fue propiedad
desde entonces de las Clarisas de Avila, hasta su venta forzosa en 1842 en cuatro lotes al amparo del proceso desamortizador iniciado por Mendizabal. El complejo arquitectónico que
configuran los distintos caserios repartidos por «Las
Gordillas» enseguida despierta gran interés para el
viajero por su entorno paisajístico y la singularidad de
sus construcciones del siglo XIX. Estos caseríos han
sido estudiado por José R.
Nieto y M.ª Teresa Paliza en
«La Arquitectura en las Dehesas de Castilla y León»,
cuyo texto seguimos en esta ruta.
RUTA
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
203
CUARTEL DE MAELLO
O DE LOS SECTORES «EL
PUENTE» Y «EL MOLINO»
lino harinero y el típico caserío
agropecuario.
Situandonos de nuevo en el
río Voltoya, sobre el puente por
donde cruza la carretera de Velayos-Maello, podemos admirar
los vestigios del antiguo convento de las Clarisas en un torreón utilizado como palomar,
construido en mampuesto combinado con sillería y ladrillo en
los esquimales, que todavía conserva huecos rematados con
arcos de medio punto. En este
mismo lugar del cuartel de Maello, Ramón Castillo García promovió una residencia recreativa
y solariega de dos plantas conocida con el nombre de «El Jardín», donde se mezcla el mampuesto con el recercado de ladrillo visto en huecos. En las inmediaciones hay otras construcciones tales como un molino abandonado que recogía el
agua del arroyo de Valdequesada, unos corrales, unas viviendas y otras dependencias. Desde aquí puede tomarse el camino que discurre paralelo al río,
pasando por un antiguo tejar,
hasta llegar al sector denominado «El Molino», donde se hallan
los restos de un grandioso mo-
CUARTEL DE
SAORNIL O «TORREON
DE ARMENTEROS»
Volviendo al caserío del
Puente, desde la carretera en
dirección a Velayos, a la izquierda sale el camino de «Aldealgordo», junto a la márgen
izquierda del Voltoya. Por este
camino también se accede
al «Torreón de Armenteros» o
cuartel de Saornil, ya que se
comunica con este lugar. Aquí,
rodeado de grandes encinas y
buenos pastos, don Francisco
Castillo García construyó en
1907-1908 un moderno edificio
de dos plantas, cubiertas a
cuatro aguas, paramentos de
mampostería y ladrillo visto, jardín delantero, y corrales con dependencias subsidiarias en la
parte zaguera. Las construcciones, bien ejecutadas y con
igual estilo que las realizadas
en el sector del puente, son las
más importantes y amplias de
todas las dehesas visitadas,
destacando hasta las paneras,
pocilgas, cuadras y pajares y
un potro de herrar.
Torreón de Armenteros.
204
RUTA
DE LAS
DEHESAS
Y
CASERÍOS
CUARTEL DE VELAYOS
«MINGO PELAEZ»
Retomando la carretera de
Velayos-Maello en dirección al
primer pueblo. A unos kilómetros dejamos a la derecha unas
edificaciones secundarias utilizadas para el ganado, y pronto
llegamos a la estación de tren
de Velayos. Antes ya habremos
divisado una casa señorial, que
fue la residencia de recreo co-
Desde la estación de Velayos
dirigiendonos a Santo Domingo de las Posadas se encuentra la urbanización de viviendas
unifamiliares «Pancorbo», al sur
de la cual se halla la dehesa de
«Mingo Peláez». El caserío casi
arruinado de esta dehesa, a la
que se accede desde Santo
Domingo por el camino de Es-
Cuartel de Velayos. Residencia El Jardín.
nocida como «El Jardín» y caserío «Torreón de Velayos». Construida por don Ramón Soriano
Pelayo hacia 1880, la residencia
principal es un edificio cúbico
de piedra labrada con pequeños remates de ladrillo, tiene
dos plantas con sótano y desván abuardillado, y dos alas de
una altura ocupadas por paneras. Cerca de la casa hay un
palomar, cuadras, un garaje, un
invernadero, un molino de viento para dotar de agua a la casa
y a un amplio jardín. Frente a la
casa cruza un cordel de ganados que pasa debajo de la línea
del ferrocarril por donde se llega en dirección sur a Saornil.
calonilla, o desde la carretera
que se dirige desde este pueblo a Mingorría, destaca por un
impresionante palomar cilíndrico de ladrillo visto. El edificio
principal detinado a residencia
de su propietario es de dos
plantas realizadas en mampostería y rematada en ladrillo en el
mismo estilo que «Las Gordillas». Las construcciones secundarias de inferior calidad están destinadas a viviendas del
guarda y otros campesinos, a
paneras, cuadras, encerraderos, pajares, etc., lo que demuestra la gran actividad agropecuaria que se desarrollaba
en la dehesa.
Cardeñosa. Despoblado de Conejeras.
RUTA DE LOS DESPOBLADOS
■ A DESTACAR. Son numerosos los paisajes existentes
en nuestros municipios donde
se han encontrado restos de
antiguos asentamientos humanos, son los despoblados.
Estos lugares, actualmente
deshabitados, conoci- dos
también a través de distintas
fuentes escritas, o testimonios
toponímicos, singularizan una
parte interesante de la pequeña historia de los pue- blos actuales que se remonta a la
Edad Media, coincidiendo con
la ocupación de los territorios
reconquistados a los musulmanes.
■ Cómo llegar. Aquí seguimos la ruta que define la carretera AV-804 de Avila-Arévalo por Cardeñosa, y la carretera N-403 Avila-Arévalo por Mingorría, cuyos tramos separados por el río Adaja se ven
unidos por Zorita de los Molinos y Vega de Santa María. Finalmente, tomamos la dirección este desde Mingorría hasta la zona de Tolbaños y el río
Voltoya. En todos los pueblos
que nos encontramos a lo largo del viaje hay despoblados
que merecen conocerse, si
quiera sea a título documental
e informativo.
■ La ruta. El itinerario propuesto toma como referencia
la obra de Gonzalo Martínez
Díez (Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura
Castellana), a partir del cual
descubrimos los lugares donde se emplezaron los primitivos pobladores de esta tierra.
En el recorrido sobre el terreno pueden verse vestigios importantes de los despoblados,
muchos de ellos ocupados actualmente por caseríos o dehesas, por lo que su contemplación nos transporta a épocas pretéritas.
■ Qué ver. Los vestigios
más relevantes de los despoblados pueden admirarse
en los restos de la ermita de
Conejeras en Cardeñosa, el
torreón de Garoza en Peñalba
y el torreón de la Puebla en
Velayos.
■ Aliciente. Descubrir
la
existencia de lugares donde
antiguamente habitaban nuestros antepasados siempre es
sugestivo y atractivo, sobre todo cuando se pueden admirar
restos que plantean inquietudes por lo desconocido.
206
RUTA
DE LOS
DESPOBLADOS
ituándonos en el término
municipal de Cardeñosa, al
S
sur del mismo, distante unos
tres kilómetros del pueblo, la
derecha de la línea férrea y a
cien metros del límite con La
Alamedilla del Berrocal, se encontraba el despoblado de
«Muñoendra» que actualmente
parece corresponderse con el
nombre de «Cenalmor», donde
quedan restos de habitaciones
del siglo XVI. Al Oeste del pueblo se halla el despoblado de
«Ajates», junto al caserío de la
dehesa del mismo nombre.
Igualmente, los despoblados
de «Pedrocojo» y «Cabreras»
están en el lugar que ocupan
las casas de las dehesas que
bordean el río Adaja. En esta
misma zona, poco antes de llegar a «Cabreras» se hallaba el
despoblado de «Conejeras»,
donde todavía se conservan los
restos de una interesante ermita. Por el cobro de los diezmos
de los despoblados de «Conejeras» y «Miguel Cobo» se originó un pleito entre las parroquias de Cardeñosa y Zorita en
1740 que ganó ésta útlima. En
esta misma zona, en el cruce
de los caminos de «Las Apartadas» y de Zorita, se hallaba el
despoblado de «Rehoyo».
Adentrandonos ya en el municipio de Peñalba debemos
saber que a su parroquia pertenecían las iglesias de los lugares que quedaron despoblados
mediado el siglo XVII. Como
testimonio de asentamientos resultan interesantes los restos
del despoblado de «Garoza»,
situados junto a la carretera que
une Las Berlanas y Zorita, y al
camino que va desde Peñalba a
Navares. Las ruinas del torreón
de Garoza son una buena
muestra de la iglesia que se cerró al culto en 1619 ante el
abandono del lugar. Las llamadas «Casas de Navares» situadas en la orilla izquierda del
Peñalba. Despoblado de Garoza.
Adaja ocupan un antiguo despoblado de igual nombre. Al
norte de la dehesa de «Navares» y a orilla del río Adaja, frente al molino de «Los Pobos», se
encuentra el despoblado de
«Sansáez» (hoy término de Hernansancho).
En el municipio de Las Berlanas, quedan vestigios de «Los
Angeles», un depoblado situado al noreste del barrio de La
Aldehuela, a un lado y a otro
del camino de Gotarrendura a
Peñalba. Otro despoblado del
lugar es el denominado «Carrascal», que se halla al Este de
Rivilla, a la izquierda y lindando
con la carretera de Las Berlanas a Zorita de los Molinos,
frente a la piedra kilométrica
1,00, donde antiguamente estaba la cruz de la plaza de Rivilla.
Volviendo al cercano pueblo
de Monsalupe, y lindando con
la vía férrea, al norte del camino
de Muñoyerro a Las Berlanas, se
RUTA
DE LOS
DESPOBLADOS
encuentra el despoblado llamado «La Rad», del que da cuenta
Madoz en su diccionario.
Junto a la triple mojonera de
los términos de Gotarrendura,
Peñalba y Hernansancho, aunque perteneciente a este último,
se halla el despoblado de «Guaraldos», donde se han encontrado abundantes restos de edificaciones. El lugar está al lado
derecho de la carretera que se
dirige desde Gotarrendura a Vega de Santa María, por el camino que va al molino de «Los Pobos».
Desde Gotarrendura nos
adentramos en el municipio de
Vega de Santa María, y aquí en
la ribera derecha del Adaja se
halla el despoblado de «Saornil
de Adaja», junto a un arroyo del
mismo nombre. Al NE, junto a la
laguna de «Las Eras», todavía se
recuerdan las rogativas a la iglesia de Santa María, cuyo nombre conserva el despoblado conocido como «Santa María de la
Calzada», donde abundan restos de edificaciones. Al NO, en
el alto de San Pedro, se recuerda la existencia de una ermita
como resto del despoblado de
Vega de Santa María.
207
«Narrillos» o «San Pedro de Narros». En la misma zona, entre
Saornil y Narrillos, debió hallarse el despoblado conocido en
el siglo XII como «Defesa».
La Puebla (Velayos).
El municipio de Velayos, se
encuentra al Este de La Vega,
del que le separa la carretera
N-403. En la parte norte del término, en lo alto del montículo
llamado «El Cerro» donde se
han encontrado abundantes
restos se halla el despoblado
de «Garcí Acenar», aunque su
nombre prácticamente se ha
perdido. Al SE, lindando con la
vía férrea y la divisoria con Maello, se recuerda el nombre y se
han hallado abundantes restos
del despoblado de «Malucos».
Al NE, a unos tres kilómetros, y
nada más pasar la vía férrea se
conserva un elevado torreón
del despoblado de «La Puebla»,
llamado también «La Aldihuela».
Al norte de Vega de Santa
María, en la ribera derecha del
río Adaja y ya en Blascosancho lindando con el camino de
la Virgen, se han encontrado
208
RUTA
restos del despoblado de «Porquerizos».
Desde Velayos sale la carretera local que se dirige por el
Este a Maello, y a mitad de su
recorrido, por donde pasa el río
Voltoya, se encuentran los restos del despoblado llamado
«Las Gordillas» o «Villadey de
las Gordillas», que cuando era
villa se componía de 20 casas y
un convento de las Clarisas, las
cuales se trasladaron a Avila en
1520. Actualmente, el lugar está
ocupado por un caserío agropecuario y una casa de recreo.
Las Gordillas.
En el térmio municipal de
Santo Domingo de las Posadas, y en la zona que se extiende por el sur junto a la carretera
de Mingorría, se encuentra el
despoblado de «Los Diezgos»,
cuya dehesa fue del Cabildo
Catedral hasta su desamortización en 1843. Al SE, junto a la
vía férrea se hallan los despoblados de Maello «Aldanueva» y
«Mingo Peláez», este último conserva el caserío propio para la
explotación de la dehesa.
Al Oeste de Mingorría, pasado el río Adaja, en Zorita de los
Molinos, la «Crónica de la Población de Avila» escrita en
1256 cita el lugar de «El Castaño» como uno de los primeros
asentamientos medievales, si
DE LOS
DESPOBLADOS
bien no se conserva este nombre bien puede corresponderse
con el paraje de «Los Caleños».
Al norte de Zorita, en la márgen
izquierda del río Adaja, frente a
la confluencia del arroyo Regajal, donde todavía se ven restos
del molino «Piar», debió estar el
despoblado conocido como
«Escarga María».
Volviendo a Mingorría, cerca
del lugar donde está la ermita
de la Virgen, se situa el despoblado de «San Cristobal», conocido hoy como «Los Villares»,
donde han sido halladas sepulturas y lápidas.
Al NO de Mingorría, por el camino de Escalonilla, y en el término de este lugar, antes de cruzar la línea férrea, lindando con
el arroyo Zarzalejo, se encuentra el despoblado de «Zarzalejo», que fue propiedad del Cabildo Catedral hasta su desamortización en 1844, donde se
conocen restos de edificaciones.
Desde Mingorría una carretera local nos lleva hasta Tolbaños, después de pasar la vía férrea y San Esteba de los Patos.
Llegados aquí, a la izquierda
salen los caminos que conducen a los despoblados situados
en las dehesas cercanas a
Saornil de Voltoya llamadas
con el mismo nombre «Armenteros», y «Aldealgordo». También en Saornil, en las confluencias de los cordeles de ganado que atraviesan los montes
situados al norte, se encuentra
el despoblado «La Dueña», conocido también como «Los Villares».
Cerca de Tolbaños, entorno
al lugar de la Venta de San Vicente, el cual se levanta sobre
un despoblado con el mismo
nombre, se encuentran los antiguos despoblados de «Albariza» y «Alameda de las Requenas», donde existe un caserío
habitado.
Mingorría.
RUTA DE
LAS IGLESIAS
Y ERMITAS
■ A DESTACAR. El fervor
religioso de las gentes de
nuestros pueblos tiene su
mayor exponente en sus
iglesias parroquiales y en
sus ermitas, como lugares
de acogimiento y recogimiento de los feligreses. Al
mismo tiempo son las construcciones donde se santifican las fiestas y constituyen
la mejor expresión artística
de cada localidad.
■ La ruta. Recorrido por
todas las iglesias y ermitas
existentes en los pueblos de
la ribera del Adaja y su entorno. Los templos suelen estar
cerrados, por lo que su interior
puede contemplarse cuando
son abiertos para los oficios
religiosos o pidiendo la llave a
la persona que suele estar encargada. Los días de fiesta
son los mejores días de visita.
■ Cómo llegar. Se accede
por la carretera AV-804 que va
de Cardeñosa a Gotarrendu-
CARDEÑOSA
Es el primer pueblo que se
asoma llegando desde Avila
por la carretera AV-804 en dirección Arévalo, donde nacieron Santa Paula Barbara y las
venerables Isabel de Santo Domingo y María Vela. Una vez
avistado el caserío desde el alto donde está «el canto de la
ánimas» pronto se aparece a
nuestra derecha el majestuoso
calvario de cruces graníticas levantadas sobre peanas y alguna piedra de lagar. Desde aquí,
al Este se divisa en la lejanía la
ra, y desde aquí a Vega de
Santa María donde se toma la
N-403 que llega a Mingorría y
los pueblos de la sierra.
■ Qué ver. Las iglesias y ermitas suelen ser los edificios
artísticos más valiosos del medio rural, por lo que todos merecen una visita.
■ Aliciente. Conocer una
parte importante de la historia
del medio rural a través de
sus iglesias y ermitas.
sierra de Ojos Albos y el pueblo
de Mingorría. En el lugar, frente
a un antiguo ruedo taurino de
paredes de piedra, se levanta la
ermita medieval de Nuestra Señora del Cristo del Berrocal con
su columna y sepulcros, testimonio de lo que debió ser un antiguo convento de Templarios. Al
lado opuesto de la carretera se
encuentra la ermita de la Madre
de Dios, siendo estas dos las
únicas ermitas que se cuentan,
si bien en tiempos pasados
también había otras dedicadas
a San Miguel, San Andrés, San
Lorenzo y San Sebastián.
210
RUTA DE LAS IGLESIAS Y ERMITAS
PEÑALBA DE AVILA
Cardeñosa. Ermita del Cristo.
Adentrándonos en el pueblo,
por el saliente se encuentra la
iglesia parroquial, situada en
un amplio recinto de
piedra que marca un
patio delantero que
debió servir de cementerio. Fue iniciada su construcción
en piedra de sillería
con vocación de basílica en el siglo XV,
aunque finalmente
se redujo esta pretensión por falta de
medios en el siglo
XVI, terminandose en
mampostería y torrecampanario de ladrillo. Consta
de tres naves y un capilla central, el artesonado es de estilo
mudéjar, el coro se levanta sobre unos arcos escarzanos y
cuenta con un bello órgano
barroco de 1741, y el hermoso
retablo es obra de Pedro de Salamanca y Blas Hernández fechado en 1535. Esta iglesia monumental fue estudiada por Gómez-Moreno en su catálogo, lo
que se reseña en otra ruta de
esta misma guía a la que nos
remitimos.
Es el pueblo siguiente que
encontramos cruzando entre altos cerros. Antes de llegar puede contemplarse una bella panorámica del caserío, los campos cerealistas y los montes y
pinares que acompañan al Adaja. En primer lugar se presenta
la pequeña ermita situada en
las eras dedicada al Cristo de
Santa Teresa, donde puede admirarse la imágen única de la
Santa arrodillada junto a Cristo
crucificado. La iglesia parroquial del siglo XVI, dedicada a
San Vicente Mártir, sobresale
entre el horizonte que trazan los
tejados de las casas por su torre espadaña de buena sillería
de granito, y por su capilla mayor contruida en 1618 siendo
cura el bachiller Toribio González, natural del lugar de Mingo-
Iglesia de Peñalba.
rría. De la parroquia de Pe- ñalba dependían también las iglesias de los despoblados
de Garoza, Navares y San Sáez, de las que sólo se conservan restos en Garoza como se
ve en la ruta de los despoblados.
LAS BERLANAS
Agrupa en su parroquia a los
barrios de la Aldehuela, Rivilla y
RUTA
DE LAS IGLESIAS Y
ERMITAS
211
en su capilla mayor. En el
barrio de Rivilla existió otra
ermita de San Juan Bautista que fue cerrada al culto a
finales del siglo XVIII por el
mal estado en que se encontraba.
MONSALUPE
Ermita de las Angustias.
el Burgo, este último fue arruinado por las inundaciones de
1959 por lo que se construyó
un nuevo barrio entre los dos
primeros. La antigua iglesia parroquial está dedicada a la Virgen de la Asunción con título
de Gandulle escribió Madoz, y
se encuentra en el campo junto
al cementerio alejada de los caseríos. Fue construida en el siglo XVI y tiene un importante
valor monumental conforme Gómez-Moreno, segun queda descrito en la ruta trazada sobre su
catálogo. Destaca el artesonado morisco de madera del coro
y la sacristía, una torre campanario de gran porte y una amplia sacristía de piedra de Cardeñosa. La iglesia fue cerrada
al culto después de las inundaciones, trasladandose sus altares barrocos, pinturas e imágenes a la iglesia moderna que se
construyó en el nuevo barrio en
1964.
Los barrios de Las
Berlanas cuentan con
bien cuidadas ermitas, y éstas son la de
la Concepción en La
Aldehuela, que más
parece una iglesia
por su gran porte, y la
dedicada a Nuestra
Señora de las Angustias en el Burgo, con
artesonado morisco
Se halla cerca de Las Berlanas, continuando por la
carretera que conduce al
barrio de la Aldehuela en
dirección sur y aguas arriba del
arroyo Berlana. Poco antes de
llegar, las cruces de piedra de
un antiguo víacrucis llegan hasta la ermita de Nuestra Señora
del Buen Suceso situada en un
altozano, junto a la cual también se halla el cementerio. La
ermita está construida en mampostería con piedras irregulares
sin revoco, tiene una capilla
mayor bien dispuesta y, al lado
opuesto, una espadaña de ladrillo donde se aloja el campanil. La entrada está remarcada
con molduras que intentan reproducir una portada señorial.
En mitad del pueblo se levanta la iglesia parroquial de San
Pedro Apostol construida en
mampostería con espadañacampanerio y portada barroca
de ladrillo con hornacina y arco
de sillería granítica donde hay
un reloj de sol labrado. Es de
una sola nave con artesonado
de madera, separandose por
arcos de medio punto el presbiIglesia de Monsalupe.
212
terio y dos capillas laterales, cuyos frentes se cubren con sencillos altares.
GOTARRENDURA
Pueblo teresiano, se encuentra retomando de nuevo la carretera y pasado Las Berlanas.
La iglesia parroquial de San Miguel del siglo XVII destaca por
su presbiterio imponente en
buena armonía con la espadaña-campanario rematados am-
Iglesia de Gotarrendura.
bos en ladrillo. En su construcción se emplearon materiales
de la antigua casa palacio de
los padres de Santa Teresa. La
entrada tiene un pórtico de columnas, los muros son de canto
rodado al descubierto, antiguamente revocados de blanco, rematados con sillería en las esquinas y en la parte que soporta la espadaña. En su interior la
cubierta de artesonado de madera se apoya sobre
columnas y arcos semicirculares que separan
las naves. Rodean la
iglesia grandes espacios abiertos, y el oeste
enfrentada se levanta la
ermita de Nuestra Señora de las Nieves con
similar traza y menor
escala que la parroquia,
pero igual remate en la-
RUTA
DE LAS IGLESIAS Y
ERMITAS
drillo de la espadaña que aloja
el campanil.
Una vez visitados los pueblos
de la margen derecha del Adaja
podemos cruzar el río desde
Gotarrendura en dirección Vega
de Santa María, o bien en dirección Zorita de los Molinos desde Las Berlanas. En esta ocasión lo haremos por el primer
itinerario citado.
VEGA DE SANTA MARIA
Está situado después de
cruzar el río y pasar la dehesa de Navares en dirección oeste-este. Al llegar al
pueblo enseguida encontramos presidiendo la plaza la
ermita de Nuestra Señora
de la Cruces del siglo XVIII,
que hace de iglesia parroquial y de juego pelota,
tiene una esbelta espadaña-campanario de ladrillo
rematada con bolas graníti- cas que soporta un gran
nido de cigüeña.
Continuando por la carretera un rosario de cruces de piedra conduce hasta la iglesia de
Nuestra Señora de la Asunción
que ha sido bien descrita por
Gómez-Moreno. Esta iglesia empezó a construirse hacia el siglo
XIII, si bien la obra actual se terminó en el siglo XVI, destaca por
su ábside semicilíndrico de ladrillos tendidos y a sardinel de
estilo románico-mudéjar, su toIglesia de La Vega.
RUTA
DE LAS IGLESIAS Y
ERMITAS
rre de igual estilo, y su portada
gótica. En el interior hay bóveda de cañón en el presbiterio y
arco aputado en el ábside. La
iglesia está cerrada al culto,
pero el 15 de agosto recobra su
esplendor con motivo de la festividad de la Virgen.
VELAYOS
213
lejos. La iglesia fue construida
en el siglo XVII, como atestigua
la labra en una piedra de sus
muros, con buena sillería en
contrafuertes, cornisas, portada
y esquinas, con mampostería
de cantos cogidos con mortero
de cal y arena. La espadaña
campanario de ladrillo es impresionante, abundando en ella
los nidos de cigüeña. El interior,
que contó con la intervención
artística de Pedro de Salamanca, es de una sola nave con
una bóveda que marca el presbiterio y dos capillas laterales.
El retablo principal del siglo
XVIII está dedicado a San Isidro.
BLASCOSANCHO
Iglesia de Velayos.
Se sitúa a corta distancia de
Vega de Santa María. A la entrada de la carretera que conduce al pueblo se encontraba la
ermita de las Angustias, frente a
un calvario de cruces graníticas. Esta pequeña ermita con
buena portada formando un arco de piedra es la antesala del
cementerio y actualmente su
traza se observa en el edificio
que se conserva en perfecto
estado.
Desde la antigua ermita el
viajero que se dirige al pueblo
enseguida comprueba la grandiosidad de la iglesia dedicada
a San Isidro Labrador, cuya espadaña ya se divisaba desde
Se encuentra cerca de Velayos por la carretera de Valladolid. El acceso al pueblo pasa
junto al cementerio donde antes estaba la ermita de San Roque. En el centro de la localidad
se situa la iglesia de San Boal
con amplio patio cercado con
pared de piedra, junto al palacio del duque de Montellano. El
edificio tiene dos pórticos, una
espadaña-campanario de ladrillo, y forma de cruz latina con
una única nave. En el interior
llama la atención el artesonado
de la cubierta y el coro con bella decoración tallada del siglo
XVI. El retablo principal del siglo
XVIII está presidido por el santo
patrón.
Blascosancho.
RUTA
SANTO DOMINGO DE LAS
POSADAS
El siguiente pueblo de esta
ruta, se situa retomando la carretera desde Blacosancho en
dirección Avila y dejando de lado a Vega de Santa María y a
Velayos. El único edificio religioso que se conserva es la
iglesia parroquial dedicada a
San Martín Obispo. En el edificio destaca el presbiterio de ladrillo y paños lisos de mortero,
y la espadaña para dos campanas rematada en ladrillo sobre
muro de mampostería que está
situada al lado opuesto. Un porche sutentado en dos columnas
de piedra identifica la entrada a
la iglesia por una portada formada por un arco de ladrillo sobre pilares de piedra. El interior
es una nave separada del presbiterio por un arco de piedra, al
igual que ocurre en los muros
laterales donde también hay
trazados dos arcos. Tiene un
artesonado de madera y un retablo mayor que preside el pequeño y acogedor templo.
POZANCO
DE LAS IGLESIAS
Se sitúa al Oeste de Santo
Domingo de las Posadas
con el que se comunica mediante una carretera que allí
termina. Aquí se contaba
una ermita dedicada a la
Santa Vera Cruz y una iglesia parroquial de san Juan
Bautista. El edificio muestra
diferenciadamente las distintas
intervenciones habidas desde
el siglo XVI, donde se combinan muros de sillería con otros
de mampostería y ladrillo, destacando huecos y ventanas con
arcos graníticos de medio punto y del semigótico. En el interior de la iglesia llaman la atención los numerosos retablos y
la arquería y columnas de piedra que separa tres naves y la
capilla mayor, aquí el artesonado es de madera. La monumentalidad de la iglesia hizo
que Gómez-Moreno la incluyera en su catálogo.
ZORITA DE LOS MOLINOS
Se ve separado de Pozanco
por el Adaja, por lo que puede
seguirse su curso aguas arriba
por el camino que sigue paralelo al río, o bien regresar por
Santo Domingo de las Posadas
en dirección a Mingorría, a cuya entrada sale el desvío hacia
Zorita y Las Berlanas. El primer
edificio que sorprende al viajero es la iglesia parroquial de
San Miguel construida entre los
siglos XVI y XVII.
Es un edificio de
mampostería, sillería en las esquinas, y una espadaña-campanario
de ladrillo, destacando el ábside
semicircular. Al sur
hay un pórtico sobre dos columnas
y al norte está adosado el cementerio. El interior tiene
RUTA
DE LAS IGLESIAS Y
ERMITAS
215
Iglesia de Zorita.
dos naves separados con arcos y columnas de piedra, con
retablos barrocos sin dorar, detrás de la capilla mayor hay una
pintura mural del gótico tardío
que representa a San Miguel
Arcángel.
Tres son las ermitas que se
cuentan en Zorita. Una, la ermita de Vera Cruz o el Cristo de la
Agonía, situada a las afueras
junto al camino de Peñalba y la
carretera de Las Berlanas, que
es de reducidísima superficie.
Otra puede contemplarse en el
caserio del Chorrito donde el
General Bermudez Reina mandó construir a Antonio Prieto en
1892 una capilla-panteón para
la finca que denominó «Villa Julia». Esta está edificada en ladrillo sobre zócalo de piedra con
un extraordinario gusto que parece deberse al arquitecto Repullés. La última ermita se halla
en la dehesa de la Aldehuela,
junto al camino de Navares que
sale de la carretera de Las Berlanas a unos kilómetros de Zorita. Esta ermita fue mandada
construir en 1930 por Celedonio Sastre en honor de San Antonio Abad, San José y Santa
Susana, realizada en ladrillo tiene una fachada almenada tipo
fortaleza y ábside semicircular.
cruzar de nuevo el río Adaja. La
iglesia parroquial de San Pedro
que preside la plaza fue construida a finales del siglo XVI sobre los restos de una iglesia primitiva. La construcción es de
planta sencilla con tres naves
separadas por tres grandes arcos de medio punto peraltados
que descansan sobre esbeltas
columnas de granito. Rebasada
la nave central se halla el presbiterio con hermosa cúpula y
techumbre interior de artesonado. El conjunto arquitectónico
destaca por el empleo exclusivo de la piedra de mampostería
en muros y de sillería en las esquinas, las cornisas, los contra-
MINGORRIA
Es el pueblo al que regresamos desde Zorita después de
Iglesia de Mingorría.
216
fuertes y la torre-campanario
que destaca por su armonía. El
amplio patio situado al norte fue
antiguo cementerio, y en él se
ha encontrado una estela funeraria del siglo XIII. En el interior
hay importantes retablos, pinturas y esculturas de los siglos
XVII y XVIII, y órgano de tubos
barroco situado en la tribuna.
Mingorría tenía tres ermitas,
de las que se conservan dos y
una sóla abierta al culto. La ermita de San Sebastián, hoy desaparecida después de haberse reconvertido en palomar, se
encontraba a la entrada del
pueblo junto a la zona de «La
Reguera». En los berrocales
graníticos situados en la margen derecha de la carretera N403 se halla la ermita del Cristo,
de la que sólo se conservan los
muros que cierran la planta rectangular del antiguo edificio. Al
lado opuesto, en un cerro que
se divisa al Oeste se levanta la
ermita de la Virgen del Rosario,
patrona de la localidad, junto al
antiguo cementerio, lugar donde también se puede contemplar un prehistórico verraco de
piedra.
SAN ESTEBAN DE
LOS PATOS
Se sitúa al Este de Mingorría
y se llega tomando la carretera
que parte en dirección a la estación del ferrocarril. La perspectiva exterior desde el presbiterio ofrece una imagen grandiosa de la iglesia parroquial
dedicada a Santo Tomás Apostol. Es un edificio de piedra de
mampostería con sillares en las
esquinas, mientras que la espadaña, las ventanas, las cornisas
y el arco de la portada de entrada son de ladrillo. En su interior
hay bellos retablos barrocos y
artesonado de madera, conservandose la misma pila bautismal donde fue bautizado en
RUTA
DE LAS IGLESIAS Y
ERMITAS
San Esteban de los Patos.
1891 el beato padre Juan María
de la Cruz.
ESCALONILLA
Es un lugar de pocas viviendas que se dan a una calle principal. Se accede desde la carretera que va desde Los Patos
a Tolbaños, y tiene una ermita
que también es iglesia construida en tiempos modernos a mediados del siglo XX en honor de
la Virgen de Lourdes, pues antes el lugar dependía de la iglesia de la Venta. El edificio es de
buena piedra extraida de las
canteras cercanas, con labra en
cornisas, jambas, dinteles y espadañas.
217
do se levanta una pequeña iglesia originaria del siglo XV. El
edificio actual fue completamente reformado en el siglo XIX,
conservando elementos escultóricos de seguidores de Berruguete. Cuenta con una capilla
mayor con retablo y una pintura de la Virgen de Sonsoles.
SAORNIL DE VOLTOYA
LA VENTA DE SAN VICENTE
Tiene una iglesia que es ca-
La iglesia parroquial, dedicada a la Visitación de Nuestra
Señora, está construida en uno
de los cerros que rodean el pequeño caserío de la aldea. La
sencillez del templo, con su
gran torre-espadaña de ladrillo
enseguida sobresale a la vista
del viajero.
TOLBAÑOS
Es la cabecera de los pequeños pueblos de la zona, y se situa volviendo desde Escalonilla
y retomando la dirección Este.
Este pueblo tampoco te- nía
iglesia, pues dependía de la
Venta, hasta que en 1966 fue
construida una nueva en honor
de San José. Es un edificio de
buena mampostería de piedra
de las canteras cercanas, sin
excesivas pretensiones monumentales y motivo suficiente de
orgullo para los vecinos.
En la dehesa de Aldealgor-
Iglesia de Tolbaños.
becera de todos los pueblos y
caseríos de la zona, que también forman un único ayuntamiento donde se agrupan con
Tolbaños los «barrios» de Escalonilla, Saornil, La Venta, La Alameda, Cortos y Gallegos. Por
tal motivo la iglesia dedicada a
San Vicente Mártir llama la atención por su grandiosidad cuando avistamos su espadañacampanario de piedra en medio
del campo junto a un caserío
arruinado. A la iglesia se accede por un amplio patio delantero colindante con el antiguo cementerio, y un porche de columnas que protege la entrada.
En el interior hay bellos retablos
barrocos, la cubierta artesonada se apoya en columnas de
piedra, y la espaciosa capilla
mayor queda separada por un
arco de medio punto.
218
BIBLIOGRAFIA
La bibliografía que se reseña a continuación solamente se refiere a aquellos
autores y publicaciones que ciertamente han sido citados o aportan información
que ha servido de documentación para esta Guía. También podríamos referenciar
otros muchos libros consultados, que bien pueden servir para ampliar datos y
conocimientos sobre los temas tratados, pero ello excede, sin duda, del carácter
divulgativo y limitado de esta obra.
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Concluida esta obra, debemos expresar un especial agradecimiento a
Teófilo Domínguez Sanchidrián «Lolo» (Mingorría, 1917-Avila, 1995), por su especial colaboración con la revista «Piedra Caballera».
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