Lectura online - Club Atletismo Cuenca

Transcripción

Lectura online - Club Atletismo Cuenca
El lado
humano de
la carrera
Por Luis Clemente
Fotos de: Javier Polo
Por las tierras
de la Orden de Santiago
Hacia Villamayor de Santiago nos dirigimos. Ya desde Saelices, llevamos como guía la línea verde de las arboledas del Gigüela. Algunas serrezuelas intentan jugar al despiste, sin
embargo nosotros sabemos firmemente que caminamos rumbo a las tierras de La Mancha. Éste es un río pando, tranquilo, que nos conduce por tierras que otrora fueran de la
Casa Real. ‘Villa Paz’, ‘Cortijo Pilar’ y el ‘Castillejo de Eulalia’ son nombres de infantas que
evocan a las hermanas de Alfonso XII. Más adelante, su cansino discurrir atraviesa los pagos del ‘Batán de San Pedro’, ‘La Moraleja’, ‘Torrelengua’, hasta adentrarse en Villamayor.
Siempre manso, se irá, primero, al encuentro del Záncara y luego se unirá al Guadiana, el
que, a la postre, llevará sus aguas para que se fundan con las saladas del Océano en Ayamonte. Por las tierras de la Orden de Santiago.
de Cuenca / 18
A veces aparece
el estruendo de una cosechadora que sigue monótona su besana. Y nos hace revivir aquellas escenas entre tremendos calores donde segadores encorvados que,
con zoqueta y hoz daban cumplimiento a unas mieses que, rendidas, doblaban sus cabezas. Luego, de madrugada vendría el acarreo de los haces desde el campo; más tarde, las trillas, sobre las
parvas de mieses, giraban al paso cansino de las mulas, hasta que
el filo de sus pernalas hacían añicos las cañas del trigo; finalmente,
la horca las lanzaría al viento, y éste alejaría la paja, cayendo la semilla limpiamente.
Cavilaciones y calentamientos
Con estas cavilaciones de carácter agrícola llegamos a la villa. La
bienvenida nos la da, nada más alcanzar el parque municipal, el
bullicio de los niños que nos anteceden con sus carreras infantiles.
Aunque ya era atardecida, el fuego del sol en esa jornada había sido
despiadado y hacía que el calor fuera sofocante. Y a pesar de que
la calle pedía a voces la soledad, que sólo se oyese el grito de la
chicharra, en Villamayor, en esa tarde de junio, la calle del parque
se hallaba llena de gente. Los atletas desafiábamos al calor en su
calentamiento y aún pareciendo hirientes las notas que desgranaba
el altavoz, como un agobio más, para nosotros era todo lo contrario,
nos animaba, lo escuchábamos y por él sabíamos quiénes estaban
acudiendo a la cita. “Soy Rafael y te veo a diario por Cuenca con
tu perro”, me soltó de repente un natural. Yo me quedé pasmado y
cuando intenté obtener algunos datos más de su identidad me dice:
“no te preocupes, llámame como más te guste. Unos me dicen ‘el de
la ambulancia’, aunque aquí se me conoce por ‘El Pollito’, el nombre
de mi familia”. Le agradecí la atención que tuvo, pero me quedé un
tanto cohibido con esa manera peculiar de administrar el Sacramento del Bautismo en este pueblo.
Existe un rito meticuloso en todas estas operaciones preliminares
a la competición. En cada una se esconde un componente biomecánico y determinante. “En un principio, con tranquilidad, carrera continua para macerar las fibras”, pensamos para nuestros adentros,
y, luego, de pronto, acelerando con suavidad ponemos a punto el
ritmo cardíaco. Seguidamente estiramos con parsimonia los músculos. Primero los del tren superior (hombros y espalda) y a conti-
de Cuenca/19
Asunción Valencia
crónica
de un corredor
su madre se enrolase en el atletismo. Asunción explora algunas
galerías de su memoria, para terminar en los tiempos actuales. “A
pesar de empezar practicando deporte en el equipo de balonmano
del Instituto de Belmonte yo nunca había hecho carrera continua.
Realmente, ella fue la que me inició. Mientras que ella entrenaba,
yo me iba a andar en un principio. Luego, poco a poco me solté,
pasé de los pasos a dar saltos, es decir de caminar a correr”. Y se
soltó tanto que llegó a cumplir con otro de los objetivos que más
le motivaban para hacer atletismo: correr ‘La Hoz del Huécar’. “Lo
hice por vez primera en el 2002. Yo sólo estaba acostumbrada a
los cuarenta minutos del entrenamiento. Así que al llegar al kilómetro nueve me paré. Entonces me encontré a Beatriz y me gritó
mamá, si van peor que tú. Sí mamá, sigue que van peor que tú. Y
de esta manera fue como acabé en la línea de meta”.
Participa en las pruebas de Belmontejo y Valparaíso de Abajo
del primer Circuito de Carreras Populares. Ese mismo año ya había corrido el regional de campo a través, un campeonato federativo, ciertamente competitivo y exigente. Por méritos propios logró
entrar en alguna de esas pruebas entre las tres primeras. De esa
época posee un recuerdo especial del Cross de Fuensalida, donde
se sintió “enormemente satisfecha sobre un podio que momentos
antes habían subido atletas tan importantes como Juan Carlos de
la Ossa y Chema Martínez”.
Ya en los dos años siguientes se alza con el primer premio en la
Valencia
en Villamayor de Santiago. Es una atleta conocida en el circuito de categoría de veteranas del Circuito Provincial. Pero Asunción afirma
Carreras Populares: “a excepción del primero, no me he perdido nin- que intenta en las carreras populares desterrar el aspecto compeguno”, nos dice. Sin embargo, su vinculación a este deporte le viene titivo y dejar que aflore ese carácter de encuentro, de reunión con
por varias ramas. Ella es delegada en Cuenca de la Federación de esas personas con las que ha trabado una amistad porque “claro,
Atletismo en Castilla-La Mancha, a la vez que ostenta la responsa- llevamos juntos mucho tiempo”. Queda por un instante pensativa y
bilidad de directora en el Club de Atletismo Casas Colgadas. “Soy al poco anota: “Ya llevo haciéndolo seis años”.
Asunción Valencia es un ejemplo de compromiso para sus dos hipresidenta desde que falleció José María Rodrigo Grande, su funjas, Mari Asun y Beatriz, amdador”. Ella considera al club
como un eslabón fundamental “En nuestra casa es una asignatura más como bas deportistas. Trabaja como
sanitaria en el hospital “Virgen
en la práctica del atletismo de
pudieran ser las matemáticas. Entendemos de la Luz”, lleva las tareas de
los jóvenes conquenses: “llela casa, las riendas del ‘Casas
ga un momento que los chicos
que fomenta el espíritu de superación”
Colgadas’, la Delegación de
piden más, piden competición,
piden verse con otros, en ese momento es necesario el club. Pero no Atletismo y aún saca tiempo para el deporte. Al interesarme cómo
nos engañemos, no buscamos número unos, lo que verdaderamente distribuye el entrenamiento, Me responde: “Como puedo; hay veces
queremos es disfrutar del atletismo y que todos sean campeones en que salgo dos o tres días en semana, a los que hay que añadir el de
compromiso, aptitud, comportamiento, educación y compañerismo”. la carrera..., normalmente son cuatro días semanales”.
El deporte aglutina a todos los miembros de la familia. Después
Sin duda, la importancia la había advertido mucho antes, cuando su hija Beatriz tuvo que dejar la Escuela Municipal de Deportes: de todo, que tanto Asunción como Jesús Martínez, su marido, lo
“había llegado allí con cuatro añitos. Los entrenadores eran Alicia hayan considerado como una parte integrante de la personalidad
Fernández y Javier Carrascosa. Como mi hija mayor, Mari Asun, de sus hijas, interviniendo en su educación y formación, es un heestaba en el Club Cuenca de Natación, le aconsejamos que nada- cho que los honra. Percibo un tono emotivo en la voz de la atleta
ra. Pero ella, se mantenía en sus trece, decía que lo que le gus- al relatar que “en nuestra casa es una asignatura más como putaba era correr. Fue ella personalmente la que habló con Chema y dieran ser las matemáticas. Entendemos que fomenta el espíritu
de superación”. Hace una pausa, y en un arranque de nostalgia,
allí fue donde se inició en la competición”.
Sería años más tarde cuando sabría esta joven atleta, que lle- sonríe y comenta: “normalmente acudimos todos cuando alguna
gó a ser quinta en el ranking infantil de España en la prueba del de nuestras hijas compite; podría decirse que somos sus más fer2000 metros lisos de pista cubierta, que ella fue quien motivó que vorosos seguidores”.
Encontramos a Asunción
de Cuenca / 20
nuación alargamos los cuadriceps, isquiotibiales y gemelos. Tras
este ejercicio realizado con calma, sin que lo advirtamos, nuestro
complejo muscular va tensándose, adquiriendo el flujo sanguíneo
que le permita mover las piernas sin sobresaltos.
El momento de disfrutar
Vibraban las notas de la música en el altavoz y el mantenedor
anunciaba los minutos que quedaban para la salida. En el arco
de la Diputación, todo el mundo se alborotaba. Eran los nervios
que anteceden a la carrera y nadie se interesaba si el calor iba
a seguir por los mismos derroteros, o si íbamos a poder con el
trayecto. Esas cosas no importaban demasiado para pensar en
las que iban a hacerla atractiva. Cuando iniciamos la prueba, la
megafonía se volvió loca, elevando el volumen de la música. Me
santigüé y fue entonces cuando inspiré con todas mis energías,
notando la fuerza que me imprimía el aire que hinchaban las
paredes esponjosas de los pulmones. Percibí la buena disposición del cuerpo, animándome, y entonces constaté que había
llegado el momento de disfrutar. En ese instante, supe que me
sentía fuerte y que acabaría con plena seguridad el recorrido.
Un poco antes, Norberto Viana, padre de Raúl, el concejal de
deportes y uno de los que organizan la prueba, ya me había
dado cuenta de los lugares por los que íbamos a discurrir. El
tinglado de la meta se hallaba en el Paseo de Gustavo Torner.
En esta ocasión opté por no interesarme sobre la afinidad del
conocido artista conquense con la localidad. Pretendí evitar
los aprietos de semanas anteriores... Después me apuntó una
retahíla de lugares en los que predominaban los de un patente
sabor rural. Así que anduvimos por la Calle del Corral, la de las
Cercas, la plaza del Arrabal, la del Pósito y entre ellas cruzamos las carreteras de Villanueva de Alcardete y Los Hinojosos. Tratándose de un pueblo manchego estaba claro que el recorrido debería de ser suave. Pero en Villamayor, la pimienta que adereza este
tipo de pruebas la puso la “Cuesta del Madrileño”, un repechón que
nos hacía resollar. Y, justo ahí, oí una voz de mujer: “éste es el ciego
de siempre”. Marino Sanz, que me escoltó durante toda la prueba,
sonrió y saludó a la señora. A mí, aún me dio tiempo para reflexionar: “si tanto ella como yo nos encontramos aquí todos los años es
porque la carrera ha calado, tanto en nosotros, los corredores, como
en ellos, los vecinos”. Otro signo que venía a refrendar este pensamiento era un grupo de jóvenes que animaban, además de con sus
voces, con instrumentos de percusión. Muy bien por el público.
Doblado y…, sorprendido
El hecho de que en esta prueba haya que completar tres vueltas al
circuito, implica que los de la cola seamos doblados por los de cabeza. Nos presta esa posición un curioso aire de espectador de primera fila que no tienen las otras de delante. Sentimos entre el jadeo y
las pisadas de los corredores, escenas en directo de su esfuerzo y
su estrategia en la carrera. De ahí, que pudiéramos alentar a Murillo
que iba en segunda posición; que nos saludara Miguel Sanabria; que
comprobáramos el duelo entre los dos hermanos Bernardo Martínez
de Villanueva de la Jara; en fin, que de una manera mágica nos viéramos envueltos por unos instantes en el grupo de los primeros.
Llegábamos a la meta cuando el sol empezaba a esconderse. Sin
embargo, conforme lo hacíamos, aún era necesario dejar que éste
desfogase, buscando la sombra de los lugares frescos. Los árboles
“Y, justo ahí, oí una voz de mujer: ‘éste es el ciego de siempre’. Marino Sanz, que
me escoltó durante toda la prueba, sonrió y saludó a la señora. A mí, aún me dio
tiempo para reflexionar: ‘si tanto ella como yo nos encontramos aquí todos los
años es porque la carrera ha calado, tanto en nosotros, los corredores, como
en ellos, los vecinos’”.
del parque, con sus bonachonas copas, suponían el refugio idóneo
para esquivar el calor. Entonces aproveché a saludar a Pedro Cerrillo, un catedrático de universidad que compagina la Lengua y Literatura con esto de correr; a José Luis Muñoz, la voz de terciopelo que
nos hizo revivir en la radio historias de El Quijote; a Víctor Díez, el
presidente del Club de Pineda, contento por el esfuerzo de sus atletas; y a Milagros Fernández Checa, campeona de las dos últimas
ediciones del Circuito Provincial, que, exultante, me daba la noticia
de su segundo puesto en la clasificación.
Sin embargo, lo confieso, debo centrarme en una escena que
viví mucho tiempo antes, cuando estiraba. Alguien comenzó a hablarme. Intuí que podría ser de interés su conversación, por lo que
preparé la grabadora de mano que siempre va conmigo. Me relató
el porqué y el cómo de encontrarse allí, de su enrolamiento a las carreras populares. Y ahora, cuando tecleo estas líneas transcribiendo
su voz, siento verdadera sensación de perplejidad por la hondura
de su convicción. Era como una reflexión en voz alta: “yo pensé: ‘si
dejo de fumar, voy a ponerme como un globo y no dispongo de vode Cuenca/21
Era como una reflexión en voz alta: ‘si dejo
de fumar, voy a ponerme como un globo; y si
me pongo a correr, quién me dice que podré
aguantar; y si me meto un paseo al día, llegaré
tarde a las demás cosas; y si supiera nadar...’
luntad para moderarme en la mesa; y si me pongo a correr, quién me
dice que podré aguantar; y si me meto un paseo al día, llegaré tarde
a las demás cosas y en mi casa se armará la marimorena; si supiera
nadar, iría a la piscina dos veces en semana, pero sin saber no me
atrevo; y si me asegurasen que con el aeróbic la cosa puede funcionar, me apuntaría a las clases del ayuntamiento, pero no sabiéndolo
es mejor dejarlo; claro que, esperando y dando vueltas al asunto, no
adelanto nada y esto urge, porque el médico me ha dicho que no tiene
aguante; y si se enfada cualquiera vuelve a la consulta, eso que me
cobra bien’. Así que me lo planteé a un plazo de dos años: empecé
caminando, poco a poco más rápido. Luego, troté un poquito de
menos a más. Cuando fui cogiendo resistencia,
comencé a trabajar algo técnicamente. Lo pude
conseguir. Claro que se puede hacer. Cualquiera lo puede hacer”.
Cuando nos despedimos no acerté a preguntarle su nombre. Y ahora, como en aquel momento, no llego a alcanzar la realidad de la situación. Si no fuera por la grabación no sabría
decir si esta escena fue soñada, fue contada o,
simplemente, fue inventada. Sus convicciones
tan firmes y su sencillez daban a sus palabras un
efecto contagioso. Por ello, me permito ofrecer en
su nombre, a modo de receta, este consejo a esos
lectores que, sin haber corrido nunca, les ilusione
juntarse con nosotros. Así, a quienes se preguntan
“quiero empezar a correr…”, “me gusta, pero no
sé cómo…”, “a ver qué tengo que hacer…”, etc.,
pueden hallar en estas palabras esa voz de ánimo,
la que les haría ver, partiendo de unas indicaciones
básicas, que es posible disfrutar corriendo. Y lo que
es aún mejor, de una manera simple y fácil.

Documentos relacionados