Lectura online - Club Atletismo Cuenca

Transcripción

Lectura online - Club Atletismo Cuenca
El lado
humano de
la carrera
Por Luis Clemente
Fotos de: Javier Polo
Llegó el final. El VII circuito Provincial de Carreras Populares acabó su andadura en Villares
del Saz con la VI Carrera Popular Santa Eulalia. Para mí fue una satisfacción correr entre
sus calles y sus gentes. Quizá no lo sepan ustedes, pero yo nací allí, yo soy de Villares. Así
mismo, no se si conocerán a su Patrón, Nuestro Padre Jesús Nazareno, que es ciertamente
milagroso y que ese día de la carrera, la población se hallaba en vísperas de una de las fiestas
que vienen a honrarlo. En estas fechas las casas huelen
a limpio y cualquier rincón se convierte en un lugar de
alegría, pudiéndose departir horas y horas con villarenses
que regresan a la localidad. Al fin, ese doce de septiembre,
mis pies corrieron, la ronda pedestre junto a los de todos
mis compañeros
de circuito.
Villares
del Saz, la carrera y la fiesta
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Habíamos dejado
de calentar y nos dirigíamos
a nuestro puesto en la salida. Nos habríamos paso entre olor a linimento. El bullicio se oía en el aire, algunas charangas sonaban a lo
lejos, la música de la megafonía y el runruneo de los corredores le
prestaban a la tarde una magia que seguro no tendrían otras tardes
de la fiesta.
Nada más partir, y al llegar a la primera revuelta, donde un monumento de herrajes habla de don Quijote y Sancho Panza, me vino
el recuerdo de un tobogán. Esa áspera pendiente, en los años de
escuela, cuando la escasez de juguetes y la ausencia de televisión
requerían nuestro ingenio para permitirnos dar forma a los ratos de
ocio a la intemperie, era mi lugar favorito para practicar los deportes
de riesgo del momento. Subíamos a lo alto, hasta las tapias de los
corrales, y, desde allí, nos dejábamos deslizar, bien en cuclillas o sobre las perneras del pantalón, por un estrecho carril que había pulimentado las suelas de nuestro calzado tras numerosos descensos.
“Me vino el recuerdo de un tobogán. Esa áspera pendiente,
en los años de escuela, cuando la escasez de juguetes y la
ausencia de televisión requerían ingenio a los muchachos”
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Beatriz López Sanz
crónica
de un corredor
crónica
de un corredor
“En especial me ha gustado la
carrera de Uña. Correr junto a la
laguna…, era muy reconfortante”
Beatriz López Sanz
ha alcanzado la tercera plaza dentro
de la Clasificación Absoluta Femenina del VII Circuito Provincial
de Carreras Populares. Si bien, reside en la localidad madrileña
de Arganda del Rey, ha corrido este concurso con el Club de Atletismo Pineda, con los que contacto gracias a su novio, Santiago.
Ahora que ya ha terminado todo se siente muy contenta y reconoce que da “siempre lo máximo” y que intenta superarse en cada
prueba, “es lo único a lo que puede aspirar una corredora popular
como yo”, afirma. Pero la experiencia personal, reconoce, “a parte
del plano deportivo, me ha supuesto una manera muy particular de
conocer la provincia de Cuenca”, y es que explica que “en todas
las poblaciones he hallado algo peculiar”. Hace una breve pausa,
como si estuviera pensando lo que va a decir a continuación, y
prosigue: “En especial me ha gustado la carrera de Uña. Correr
junto a la laguna…, era muy reconfortante”.
Beatriz, que nunca dejó de hacer deporte desde que era niña,
aterrizó hace cinco años en el mundo de la carrera pedestre. Fue
a comienzos del verano, cuando el periodo de descanso de las
actividades municipales le forzaron a pensar en otras prácticas
deportivas, “como la piscina pública no permite nadar de manera
continuada y tampoco quería perder la forma conseguida durante
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el invierno, me dije ‘no voy a estar parada todos estos meses’”. Se
lo planteó junto a su novio y enseguida decidió cambiar la máquina de correr por el aire libre: “empleábamos media hora en trotar
entre una dehesa de carrascas, olivares y viñedos”.
A pesar del poco tiempo de adaptación ganó su primera carrera
al mes y medio “en Colmenar de Oreja”. Ella, todavía poco avezada, tenía dudas sobre si llegaría a acabar la prueba, pero su
entrenador del Club Atletismo Arganda, José Espada, le aseguró
rotundamente que subiría al podio: “Fue muy gracioso, pues en la
salida me di cuenta que sólo estábamos tres chicas; si no hubiera
cogido premio me hubiera retirado para siempre”. Después, sólo
necesitó a penas dos años para sentirse segura de afrontar el
maratón de Madrid. “¡Y yo que pensaba que no lo iba a conseguir
en la vida, y fíjate, lo terminé!”. Beatriz López Sanz es, y lo digo
claramente tras la conversación que he mantenido con ella, una
de esas valientes y decididas chicas que un día pensaron afrontar la carrera popular como un reto, como un afán de superación.
Del entrenamiento aprendió a llevar la respiración, la manera de
bracear y a elevar las rodillas, pero del contacto con los atletas ha
aprendido también el sentido común, el sacrificio y la solidaridad
que se da en el atletismo popular.
“Ciertamente, esa tarde, no poseía en
las piernas la ligereza de carreras
atrás, éstas me pesaban como el plomo”
Recorrido de recuerdos
Seguimos el itinerario por la parte septentrional
del pueblo, y tras atravesar ‘Las Almenas’, el Camino de Zafra de Záncara, la calle del General
Cereceda, remontábamos ‘Las Cuevas’, y desde
‘Los Altillos’, nos adentramos en el cogollo del núcleo. En numerosas ocasiones, el trato efusivo de
las peñas que se hallaban en todo el recorrido, me
empujaba a esbozar palabras de agradecimiento
que surgían entre el jadeo de mi respiración. Y
es que ciertamente, esa tarde, no poseía en las
piernas la ligereza de carreras atrás, éstas me pesaban como el plomo. Sin embargo, eso no fue
óbice para sentirme a gusto. Enseguida surgió el
rayo de solidaridad que aparece en los corredores
populares cuando nos encontramos unidos en el
esfuerzo. Es, verdaderamente, un sentimiento de
renuncia que viene a ayudar al atleta en los momentos difíciles: “no te preocupes, vamos al ritmo
que tú marques”, me dijo Ángel García Marco, el
corredor del ‘San Lorenzo’.
En el sitio que siempre conocí como ‘El Trinquete Alto’, asomaban mujeres mayores, a buen seguro que enarcando las cejas, sorprendidas por la estampa multicolor que brindábamos los corredores. Entonces pensé que serían las mismas que en mis tiempos de
chiquillo tendían la colada junto a sus puertas y que, desde grandes
baldes de zinc, sujetaban las prendas con pinzas de madera en las
cuerdas de trenzadillo, mientras las coplas de Antonio Molina surgían entre sus labios.
Llegábamos a la meta cuando ya el sol estaba poniéndose, en
el momento que muchos vecinos acudían al novenario del Patrón
en la ermita cercana. Como en todas las carreras, en ese punto se
apreciaba de una manera particular la alegría de felicidad que se
esparce entre todos los participantes y que, en Villares, también
se contagiaba a los que allí acompañaban. Hacía balance y veía
cómo las calles se habían estremecido, con el paso de los corredores, a semejanza de vientos en todas las direcciones, mezclándose
con zureos de palomas, voces de gentes, llantos de niños, gritos
de vencejos, en fin, con un innumerable cúmulo de sensaciones.
Había doblado a derecha y a izquierda en las esquinas, por calles
que yo conocía de toda la vida, casi con la misma alegría infantil de
mis juegos por el pueblo y, aunque ya no eran las mismas casas de
siempre, guardaban todavía algo de lo que yo siempre he llevado
“Entonces pensé que serían las mismas que
en mis tiempos de chiquillo tendían la colada
junto a sus puertas […] mientras las coplas de
Antonio Molina surgían entre sus labios”
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conmigo por donde quiera que haya estado. Mecánicamente, hacía una especie de selección de recuerdos. Y
algo captaba, en efecto; allí, entre el tumulto de todos mis
paisanos, algo indescriptible afloraba de aquellas escenas, lo mismo que se percibe algo de la condición de una
familia al contemplar el retrato de los antepasados.
140 kilómetros
Más tarde, flotaba en la atmósfera del refrigerio con el
que se obsequió a los corredores esa idea familiar de
las despedidas, en la que afloran las pequeñas alegrías
deportivas de los sábados. Y ya, cuando los visitantes
acudían lentamente a sus coches, para regresar a los
lugares de destino, una pequeña tolvanera formó un remolino de papeles y tierra; un vientecillo fresco y húmedo
nos traía la tarjeta de visita del otoño; nos decía que el
verano estaba prácticamente acabado y con él el Circuito de Carreras Populares.
Luego, cuando echaba un vistazo al dato frío, ese de las estadísticas, recogía que han sido 140 kilómetros y 7 hectómetros, los recorridos a través de dieciséis municipios de la provincia; pero, cuando tiré de ese otro dato, el que me marcaba el sentimiento, el que
me dictaba el corazón, comprobaba las innumerables sensaciones
acumuladas entre calles, sendas, hoces, riatos, olivares, viñedos,
pinares y, especialmente, entre todos ellos, las de nuestras gentes,
gentes de Cuenca.
“Un vientecillo fresco y húmedo
nos traía la tarjeta de visita
del otoño; nos decía que el
verano estaba prácticamente
acabado y con él el circuito”
‘El lado humano de la carrera’ es una serie de 16 reportajes
en los que Luis Clemente ha seguido el Circuito de
Carreras Populares de la Diputación Provincial desde una
perspectiva complementaria a la de la competición.
Si desea obtener algún número atrasado de esta serie,
póngase en contacto con Crónicas de Cuenca a través
del teléfono 969 24 00 33 o en la dirección de correo de
redacción: [email protected]
Así mismo, puede descargarse estos reportajes en
la página web del Club Atletismo Cuenca CCM (www.
clubatletismocuenca.com, en su área de ‘Descargas’).
Junto al gran núcleo de corredores populares que compiten
anualmente en este VII Circuito de Carreras Populares
de la Diputación Provincial, hay un nutrido grupo de
atletas de nivel cuyo objetivo pasa por la clasificación
general. Este es el palmarés de la edición de 2009:
Categoría Absoluta Masculina:
1.-Juan José Murillo, del Club Atletismo Cuenca CCM.
2.-Miguel Sanabria, del Club Atletismo Cuenca CCM.
3.-Pedro Ignacio Hervias, Club Tarancón.
Categoría Absoluta Femenina:
1.-Ester Bitrian Crespo, del Club Atletismo Cuenca CCM.
2.-Paola Niño Torrijos, del Club Atletismo Cuenca CCM.
3.- Beatriz López Sanz, del Club Pineda.
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Y además, los vencedores del resto de categorías han sido:
Veteranas-A, María Jesús Algarra, del Club San Lorenzo de la Parrilla.
Veteranas-B, Ana Gómez, del Jorge Manrique.
Veteranos-A, José Ángel Escobar, del Club de San Clemente.
Veteranos-B, Julián Izquierdo, del EME.
Veteranos-C, Julián Gallego, del Club Jorge Manrique.

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