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Lección 12 para
el 17 de
septiembre de
2016
El mensaje del tercer ángel debe ser proclamado
en el siglo XXI. Un siglo donde la mayor parte de
la población vive en núcleos urbanos grandes
(ciudades). ¿Cómo alcanzar a estos grandes
núcleos de población?
Conocer las peculiaridades de
la ciudad.
Escuchar el clamor de la ciudad.
Preparar el terreno.
Hacer grupos pequeños.
Alcanzar a todos.
Aunque en muchas ciudades aún existen guetos que
«a todos me he aúnan a personas de entornos culturales similares, cada
hecho de todo, vez es más común que las diversas culturas, etnias,
lenguas y religiones coexistan en el mismo vecindario.
para que de
todos modos
Esta peculiaridad ciudadana implica desafíos
salve a algunos» importantes para el Evangelio. No obstante, también
(1ª de Corintios
provee magníficas oportunidades para su proclamación.
9:22)
El ejemplo de Pablo nos invita a adaptarnos a todos (sin
transigir en nuestros principios), de forma que podamos
así ganarlos para Cristo.
«a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos»
(1ª de Corintios 9:22)
Veamos, a modo de ejemplo, cómo
trabajó Pablo en la ciudad de Corinto
(Hechos 18:1-28):
1. Se unió a un matrimonio creyente
y trabajó con ellos para ganarse la
vida.
2. A los judíos y prosélitos les
predicaba en la sinagoga.
3. A los incrédulos les predicaba en
su trabajo, en la calle y por las
casas.
4. Reunía a los creyentes en hogaresiglesia.
5. Instruía a los nuevos creyentes
para que pudieran dirigir el grupo.
6. Una vez establecida firmemente la
iglesia, marchó a otro campo.
«Desde la ciudad gimen los moribundos, y
claman las almas de los heridos de muerte,
pero Dios no atiende su oración» (Job 24:12)
¿Es posible predicar el Evangelio al moribundo, al herido, al
necesitado, al hambriento, pero no suplir sus necesidades?
Si solamente predicamos el Evangelio, sin mostrar misericordia
activa por las personas, nuestra predicación puede ser en vano.
Muy pocos serán alcanzados por nuestro mensaje.
Cuando seamos la mano de Dios que responde la oración del
necesitado, las personas estarán preparadas para escuchar el
mensaje de salvación eterna.
«Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el
que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce
a ciento, a sesenta, y a treinta por uno» (Mateo 13:23)
¿Cómo podemos asegurarnos de sembrar
en buena tierra?
Haciendo que toda la tierra sea buena.
Preparar el terreno es parte fundamental
del evangelismo.
El Espíritu Santo reparte dones a cada
miembro de la iglesia. Se han de emplear
métodos en los que estos diversos dones
puedan actuar conjuntamente para
preparar el terreno.
«Deben introducirse nuevos
métodos. El pueblo de Dios debe
despertar a las necesidades del
tiempo en que vivimos»
(Elena G. de White, «El evangelismo», pg. 56)
«Sobrellevad los unos las cargas de los
otros, y cumplid así la ley de Cristo»
(Gálatas 6:2)
Para alcanzar a la población secular e
individualista de la ciudad es necesario crear
vínculos personales. Vínculos de amor tanto
entre nosotros (Juan 15:12) como con
aquellos a los que queremos alcanzar.
Una forma muy efectiva de crear y hacer
crecer estos vínculos personales es a través
de grupos pequeños. En estos grupos, las
personas se pueden identificar mejor entre
ellos y crear fuertes vínculos de amistad.
También están más abiertos a presentar sus
necesidades y permitir recibir nuestra ayuda.
Siempre que se pueda, los miembros de
iglesia deberían reunirse entre semana en
grupos pequeños donde fueran invitados a
participar amigos y vecinos.
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 7, pg. 23-24)
«El Señor me ha presentado la obra que debe hacerse en nuestras
ciudades. Los creyentes que hay en ellas pueden trabajar para
Dios en el vecindario de sus casas. Deben hacerlo en silencio y con
humildad, acompañados siempre por la atmósfera del cielo. Si
mantienen al yo oculto y siempre dirigen la atención hacia Cristo,
se sentirá el poder de su influencia…
Centenares de hombres y mujeres que están ahora ociosos podrían
prestar un servicio aceptable. Proclamando la verdad en los
hogares de sus amigos y vecinos, podrían hacer una gran obra
para el Maestro…
La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo
cristiano me ha sido presentada por Uno que no puede errar. Si
hay muchos miembros en la iglesia, organícense en pequeños
grupos para trabajar no sólo por los miembros de la iglesia, sino
en favor de los incrédulos. Si en algún lugar hay solamente dos o
tres que conocen la verdad, organícense en un grupo de obreros»
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán
en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?»
(Romanos 10:14)
El llamado a predicar en las ciudades
para alcanzar a todos sus moradores no
es una opción, es un imperativo.
Dios, en su misericordia, está
esperando a que su pueblo realice el
último llamado al arrepentimiento para
que todos tengan la opción de alcanzar
la salvación (2P. 3:9; 1Tim. 2:4).
El llamado a alcanzar las ciudades es
personal. Es un llamado a una
experiencia más profunda con Cristo, y
un llamado a una intercesión y una
planificación amplias, y a su puesta en
práctica. Se edifica sobre el fundamento
del reavivamiento y la reforma, y solo
se hará por el poder del Espíritu Santo.
E.G.W. (Servicio cristiano, pg. 323)
«Los que trabajan para Cristo nunca han de
pensar, y mucho menos hablar, acerca de fracasos
en su obra. El Señor Jesús es nuestra eficiencia en
todas las cosas; su Espíritu ha de ser nuestra
inspiración; y al colocarnos en sus manos, para ser
conductos de luz, nunca se agotarán nuestros
medios de hacer bien. Podemos allegarnos a su
plenitud, y recibir de la gracia que no tiene límites.
Cuando nos entregamos completamente a Dios y en
nuestra obra seguimos sus instrucciones, él mismo
se hace responsable de su realización. El no quiere
que conjeturemos en cuanto al éxito de nuestros
sinceros esfuerzos. Nunca debemos pensar en el
fracaso. Hemos de cooperar con Uno que no conoce
el fracaso»