Los espacios rurales en el cambio de siglo: incertidumbres

Transcripción

Los espacios rurales en el cambio de siglo: incertidumbres
L o s e s p a c i o s ru ra l e s e n e l c a m b i o d e s i g l o :
i n c e rt i d um b re s a n t e l o s p ro c e s o s d e
g l o b a l i z a c i ó n y d e s a r ro l l o
A C T A S D E L X C OL O Q UI O D E GE OGR A F Í A R UR A L D E E S P A ÑA
X Coloquio de Geografía Rural de España,
Departamento de Geografía y Sociologia,
Universitat de Lleida,
Plaça Victor siurana 1, 25003 Lleida (españa)
García, F.; Larrull, A.; Majoral, R. –coordinadoresDepósito Legal L - 862 – 2000
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Sociología:
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ISBN 84 – 600 – 9599 - 1
TRANSFORMACIONES RECIENTES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO
EN LOS MUNICIPIOS DE LA SIERRA PIRENAICA DE LES
SALINES(ALT EMPORDÀ, GIRONA)
David Pavón Gamero
Anna Ribas Palom
Universitat de Girona
Introducción
En los últimos años, los espacios rurales del mundo mediterráneo están asistiendo a un
proceso de profunda diferenciación territorial. Por un lado encontramos aquellos con una
agricultura cada vez más modernizada y profesionalizada integrada dentro de los flujos
económicos y que es competitiva desde la perspectiva del mercado productivista capitalista. A
veces, por su situación privilegiada en terrenos llanos, bien comunicados y con presencia de
agua, suelen entrar en conflicto con otros usos como los industriales, los turísticos o los
residenciales. Son zonas en las que cada vez es más difícil aplicar el calificativo de “rural”, al
menos en su concepción más clásica. En los casos extremos, más que de espacios rurales
podemos estar hablando de espacios agroindustriales.
Por otro lado, encontramos otras zonas rurales que, por factores de tipología diversa
(orografía, escasez de recursos como el agua, etc.), no reúnen los requisitos adecuados para
competir con otros espacios “rurales”, como mínimo, desde el punto de vista de la producción.
Allí donde no han habido otras perspectivas de futuro viables, toda una batería de efectos
negativos se ha abatido sobre ellos (abandono de actividades agropecuarias, despoblamiento,
envejecimiento de los habitantes, desequilibrios socioambientales,...). A menudo y a veces muy
a la ligera se ha tildado a estos espacios como marginales o desfavorecidos sin preguntarse
demasiado respecto a qué y respecto a quién. Se ha llegado a pensar que sobre muchos de estos
espacios se podía dictar su acta de defunción por falta de alternativas. Sin embargo, es
precisamente la imposibilidad de competir desde un punto de vista productivista lo que ha
permitido colocar en una posición ventajosa a estos espacios desde otros puntos de vista como
son el medioambiental, el cultural, el del ecoturismo, o el de las producciones autóctonas de
calidad, entre otros (O’Rourke, E., 1999). Partiendo de esta óptica, se han implementado varios
planes e iniciativas con diferente grado de éxito.
En esta comunicación se describe la polarización de espacios rurales, ya apuntada,
originada en la comarca catalana del Alt Empordà (Girona). Se prestará un especial interés a la
desarticulación que se ha dado en una zona rural de la montaña media y baja mediterránea. Se
enumerarán sus causas y sus consecuencias y se citarán algunas de las iniciativas puestas en
marcha para intentar mantener un contingente mínimo de población que pueda vivir en y de este
espacio.
El Alt Empordà, comarca de espacios rurales diversos
La comarca del Alt Empordà, situada en el extremo nororiental de Catalunya, en la
provincia de Girona, es un territorio que ofrece una gran cantidad de contrastes y de paisajes.
Esta riqueza se explica por razones de diversa índole. En primer lugar, la zona se encuentra en
el vértice que forman los Pirineos y el mar Mediterráneo. Tal convergencia ha contribuido a
dotar a la comarca de una orografía complicada que permite pasar, en pocos kilómetros, desde
una costa baja y arenosa (sector del Golf de Roses) hasta cumbres que superan los 1.000 metros
de altura (en las sierras pirenaicas de les Alberes y de les Salines). Entre medio, una extensa
llanura regada por los ríos Muga y Fluvià.
1
En segundo lugar, sobre este entramado físico, las sociedades humanas han creado un
paisaje todavía más complejo modelado por actividades que han estado condicionadas por las
vicisitudes de cada momento histórico. Esta transformación tuvo, además, una traducción
específica para cada uno de los ambientes mencionados. La configuración física de la comarca
ha favorecido, en las últimas décadas, un proceso de polarización socioeconómica y espacial
crecientes entre el litoral y el llano, por un lado, y el interior más montañoso, por otro.
En el litoral, desde los años 60, se han desarrollado numerosas infraestructuras y
equipamientos destinados a acoger a un turismo de masas en aumento. Localidades como Roses,
l’Escala o Castelló d’Empúries han sido las principales receptoras del desarrollo turístico.
Paralelamente, estos municipios han incrementado notablemente su población, atraída, en buena
parte, por las oportunidades laborales que se ofrecían.
En el llano, se impone un espacio agrario bastante integrado, desde un punto de vista
económico. La presencia del regadío, la escasez de elevaciones, las buenas comunicaciones y un
suelo que es el resultado de los aluviones aportados por los ríos Muga y Fluvià son las claves
principales para explicar este predominio. Cultivos como el maíz, la alfalfa, la cebada, la avena
o el raigrás son los más llamativos de este dominio. Complementariamente, en el llano se ubica
Figueres, principal localidad de toda la zona que ejerce como auténtica capital comarcal. Su
influencia se extiende incluso más allá del Alt Empordà y es la primera ciudad en habitantes de
toda la provincia, si exceptuamos la propia ciudad de Girona. El papel que tiene Figueres se
comprende, entre otras cosas, por ser la primera ciudad que se encuentra una vez superada la
frontera con Francia y por ser lugar de paso de importantes vías de comunicación
internacionales como la autopista A-7, la carretera nacional II o el ferrocarril.
El interior, montañoso y menos conocido, ha seguido una dinámica diametralmente
distinta a la de estas dos primeras subáreas. En efecto, el Alt Empordà más interior y más
próximo a la frontera con Francia esconde una faceta que poco tiene que ver con la del litoral o
el llano más estrictos. Para empezar, en estos sectores, el llano deja paso, gradualmente, a
relieves cada vez más pronunciados y fracturados que indican nuestra proximidad al macizo
pirenaico. Las máximas alturas suelen coincidir, salvo en algunas excepciones, con la línea de
demarcación fronteriza con Francia, de manera que todo un anfiteatro de montañas, con sus
respectivas vertientes, separa a la comarca del país vecino. En este sector, la economía
tradicional ha estado vinculada a las actividades propias del bosque combinadas con pequeñas
explotaciones agrícolas y ganaderas. En la franja de transición entre la montaña y el llano los
cultivos predominantes son el viñedo y el olivar.
Factores de cambio en el piedemonte de Les Salines
Los municipios que participan de las características del interior son numerosos y suelen
ser de superficie bastante mayor que los del llano y el litoral. De los más de 1.300 kms 2 que
tiene la comarca, un mínimo de 600 (el 45% de la superficie total) pueden incluirse dentro de
este sector. Algunos de ellos comprenden parte de las características del llano. Debido a la
considerable extensión de este subsector dentro del conjunto comarcal se han escogido 4
municipios representativos que responden a la dinámica social, económica y ambiental seguida
por estos espacios rurales de la montaña media y baja en las últimas décadas. Concretamente
nos referimos a Agullana, Darnius, Maçanet de Cabrenys y la Vajol.
2
Mapa núm. 1
Situación del área de estudio
FRANCIA
La Vajol
Maçanet deAgullana
CabrenysDarnius
ALT
EMPORDÀ
• Figueres
GARROTXA
Mar Mediterráneo
(Golf de Roses)
3,5 kms
N
En total, 134,3 km2 con una población, en 1998, de 1.843 habitantes. Estas cuatro
poblaciones tienen como elemento en común el hecho de localizarse a los pies de la sierra
pirenaica de les Salines y de cubrir, con su término, toda su vertiente meridional desde los
puntos culminantes fronterizos (por encima de los 1.400 metros de altura) al fondo de pequeños
valles como los del río Arnera (200 metros de altura). Por tanto, el desnivel es más que evidente
y el relieve tan marcado ha contribuido a explicar la evolución seguida en este territorio rural.
Como otras poblaciones de los alrededores, estos cuatro municipios han experimentado
la evolución propia de muchas de las zonas de montaña mediterráneas: abandono de actividades
tradicionales vinculadas al entramado agro-silvo-pastoral, éxodo rural, despoblamiento,
envejecimiento de la población, etc. A este respecto, algunos datos son reveladores. Entre 1910,
momento de máxima expansión demográfica local, y 1998 el conjunto de estos cuatro
municipios han perdido el 62,42% de sus efectivos demográficos. Así, se ha pasado de 4.904
habitantes a 1.843. Es decir, de una densidad de 36,52 hab/km2 , se ha pasado a otra de 13,72
hab/km2 . Contrariamente, para el mismo período, el conjunto de la comarca ha incrementado
sus efectivos en un 37%, pasando de 70.003 habitantes a 95.871. Mientras que en 1910 la
población de los cuatro municipios en cuestión suponían más del 7% en el conjunto comarcal,
en 1998 no llegaba al 2%. Por el contrario, la población de los municipios litorales, durante el
periodo 1900-1998, pasó de representar el 23,66% del total comarcal al 33,44%. Por su parte, el
llano también ha ganado cierto peso, básicamente por el crecimiento de Figueres. Esta ciudad
pasó de los 10.714 habitantes de 1900, a los 33.600 de 1998.
Tabla 1:
Evolución demográfica de los municipios de estudio (1910-1998)
Población /año
Agullana
Darnius
Maçanet de Cabrenys
La Vajol
Total
TOTAL COMARCAL
1910
1950
1970
1981
1.778
1.154
1.647
236
4.904
70.003
897
787
1.070
147
2.901
63.645
837
521
883
83
2.324
72.249
693
470
802
70
2.035
80.800
Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE)
3
1998
622
525
628
68
1.843
95.921
Evolución
1910-98
-65,02%
-54,51%
-61,87%
-71,19%
-62,42%
+36,95%
Por lo que respecta al grado de envejecimiento de la población de estos cuatro
municipios, en 1996 el 29,39% de los habitantes tenía 65 años o más, cuando en 1981 el
porcentaje era del 22,19%. Para el mismo periodo, la población de 14 años o menos había
pasado de suponer el 16,27% del total al 10,18%. Como dato complementario diremos que para
el conjunto de la comarca del Alt Empordà, en 1996 el porcentaje de mayores de 65 años era del
17,59% y para los municipios litorales del 15,83%, casi la mitad que el de estos cuatro.
Como principal factor para explicar esta regresión demográfica se encuentra el
fenómeno del éxodo rural dirigido hacia los municipios más próximos al litoral, hacia
localidades importantes como Figueres, Girona o, incluso, Barcelona. Las oportunidades y
facilidades que ofrece el llano y el litoral en comparación con el interior se han traducido en la
marcha de parte de los habitantes hacia estos ámbitos. La agricultura nunca había tenido un
papel hegemónico por las dificultades del relieve aunque sí que había ocupado espacios
significativos en el fondo de los valles, donde los cursos fluviales formaban pequeñas vegas
muy apreciadas por los terrenos de labor (casos del río Arnera o el Ricardell). También en
sectores relativamente llanos como l’Estrada (Agullana), el pla de la Granja (Darnius), el pla del
Vinyer (Maçanet de Cabrenys); en la periferia de los principales núcleos de población o en
reducidos replanos entre las vertientes de las montañas se había desarrollado una agricultura y
ganadería de subsistencia. Según los datos del último censo agrario del que se dispone de
información (año 1989), tan solo el 3,37% de la superficie de estos 4 municipios (452 hectáreas)
estaba ocupada por cultivos. En cambio, la superficie ocupada por bosques era del 64,56%. En
comparación con los datos que nos aportan los amillaramientos efectuados entre 1953 y 1957 en
estos municipios, se extrae la conclusión que en 1989 tan solo se cultivaba alrededor del 30% de
las tierras de mediados de los años 50. En las últimas décadas el cese de actividades agrícolas ha
propiciado el incremento de la superficie forestal y la reducción del efecto mosaico que se
mantenía entre áreas agrícolas y áreas forestales. El bosque vuelve a recuperar parte del espacio
que históricamente le había pertenecido y los antiguos campos de labor, algunos de ellos
dispuestos en bancales, son ocupados por matorrales. El bosque no solo ha ganado en superficie
sino que también lo ha hecho en densidad. La pérdida de prácticas como el pastoreo, el
carboneo o la extracción de leña son las causas explicativas del proceso.
La consecución de ciertos proyectos a finales de los años 60 contribuyen a acentuar el
proceso de abandono de la práctica agrícola. Concretamente, nos referimos a la construcción del
embalse de Boadella realizado, en el río Muga, con las finalidades de garantizar el riego de la
agricultura del llano y el abastecimiento de núcleos urbanos como Figueres. A ellas,
posteriormente se añadió el suministro a los nuevos asentamientos turísticos. La carga del
embalse, a finales de 1968, se traduce en la inmersión bajo las aguas de uno de los espacios
agrícolas más apreciados de este sector: el valle del río Arnera (Darnius). Más de 100 hectáreas
dedicadas a cultivos, un mínimo de 7 casas de campo (masies) y una central hidroeléctrica
quedaron afectadas. En cierta manera, el espacio rural del interior, más marginal y menos
productivo, se convierte en subsidiario del espacio rural del llano. Gracias al espacio que es
ocupado por las aguas del embalse y a la red de canalizaciones se aumenta el regadío del llano,
se promueve su modernización y el desarrollo turístico del litoral.
Paralelamente, otras de las actividades que antiguamente ocupaban a parte de la
población activa han desaparecido o han quedado reducidas a la mínima expresión. Algunos
ejemplos son la minería o la industria corcho-taponera. Respecto a la primera, el rico subsuelo
de la sierra de les Salines favoreció su explotación a través de minas y pedreras ya en el siglo
XVIII. Se obtenía hierro, talco, mármol e incluso algo de plata. Las últimas explotaciones
mineras permanecieron abiertas hasta finales de los años 80. Históricamente, la extracción de
hierro y la existencia de torrentes de agua posibilitaron la instalación de fraguas de las cuales
4
ahora solo quedan sus paredes. Respecto a la segunda, la presencia de extensos alcornocales que
cubren las laderas meridionales de la sierra de les Salines propició, también en el siglo XVIII, el
nacimiento de una floreciente industria dedicada a la transformación del corcho en tapones. En
Agullana, en 1913, llega a haber 40 fábricas dedicadas a este objetivo que daban trabajo a 600
obreros (Tubert, E., 1988). Actualmente, pese a la vigencia de la extracción de corcho, las
pequeñas industrias transformadoras locales han cerrado en su totalidad.
Más recientemente tuvo una marcada repercusión la aplicación del Acta Única europea.
La liberalización de las fronteras internas de la Unión europea y la entrada en vigor del mercado
único, a partir del 1 de enero de 1993, comporta la desarticulación de los trabajadores de
agencias de aduanas y tránsitos. Esto suponía la pérdida de centenares de puestos de trabajo para
poblaciones fronterizas como la Jonquera y otras próximas como las comprendidas en nuestro
estudio (preferentemente Agullana).
Potencialidades naturales y culturales de la zona
La escasa implantación humana e industrial, la relativa lejanía a las grandes vías de
comunicación, el carácter montañoso del lugar y unas precipitaciones generosas (800-1000 l/m2
anuales) han favorecido el mantenimiento de la riqueza natural y paisajística de la zona. De
entre los valores más sobresalientes citaremos el extenso manto vegetal forestal que cubre el
accidentado relieve. El macizo granítico de les Salines, por su fuerte desnivel altitudinal (desde
los 200 m. de su base a los más de 1.400 m. de sus puntos culminantes) y por las variaciones
climáticas asociadas, provoca una clara zonación de la vegetación con numerosas comunidades:
encinares y alcornocales (del llano a los 500-600 m.), encinar de montaña (hasta los 800-1000
m.), los robledales acidófilos (hasta los 1.000-1.100 m.), el hayedo (hasta los 1.400 m.) y en los
niveles culminantes landas con prados acidófilos. El buen estado de conservación de los
ecosistemas forestales posibilita la pervivencia de una fauna variada y en transición entre los
elementos mediterráneos y los pirenaicos. Por estas y otras razones, el macizo de les Salines fue
incluido, en 1992, como uno de los 144 espacios de interés natural de Catalunya que componen
el Pla d’Espais d’Interès Natural (PEIN), plan que le otorga una cierta protección. El 97,86% de
la superficie de este espacio protegido (4.199,5 ha.) se la reparten los cuatro municipios de
referencia. Dicho de otra manera, el 30,60% de la superficie de estos cuatro municipios se ubica
en el interior de los límites de este espacio. Afortunadamente, fenómenos negativos como los
incendios forestales solo han afectado periféricamente a la zona (año 1986).
Se ha de añadir que parte de otro espacio catalogado del PEIN, la Alta Garrotxa, se
engloba dentro del área de análisis (460 ha. del municipio de Maçanet de Cabrenys). Otro de
ellos es limítrofe (Penya-segats de la Muga). También otros lugares complementarios no
siempre incorporados en catálogos de protección disfrutan de elementos de interés natural y
paisajístico, como los numerosos cursos fluviales, los árboles monumentales y las fuentes.
Al patrimonio natural se deben sumar los elementos propios del patrimonio histórico y
arquitectónico (restos megalíticos, iglesias románicas, ermitas, ruinas de castillos, masías,
antiguas minas, edificios modernistas, restos de arqueología industrial, etc.) y las abundantes
manifestaciones culturales (fiestas, tradiciones, etc.) que proliferan en estos municipios. No es
raro que por todos estos motivos y por su clima saludable estas poblaciones tengan una cierta
tradición turística que se remonta a finales del siglo XIX. En Maçanet, a partir del auge de los
años 60, se construyen pequeñas urbanizaciones algunas de ellas, por cierto, con no demasiado
gusto. Tampoco faltan hostales y restaurantes familiares, buenos indicadores de este arraigo
turístico.
5
La Iniciativa Leader II en la Sierra de Les SalinES
Ante el problema de despoblamiento y gradual abandono en que se encontraban las
poblaciones del piedemonte de les Salines se genera, a escala local, una inquietud por tirar
adelante actuaciones que permitan frenar esta tendencia. Se tiene consciencia que la comarca
vive dos realidades muy contrapuestas entre la costa y el interior y que el interior no puede
desaparecer absorbido por otras zonas como las del litoral. Como los municipios de este sector
de montaña son pequeños desde un punto de vista demográfico, se piensa que lo primero que
hay que hacer es sumar esfuerzos para conseguir objetivos que los favorezcan en su conjunto.
Así, en el año 1993, se crea la figura jurídica de una asociación de municipios que llevará el
nombre de “Salines-Bassegoda”, en referencia a dos de los accidentes geográficos pirenaicos
más singulares de la zona: la sierra de les Salines y el pico de Bassegoda. Esta asociación
aglutinaba a seis municipios del interior de la comarca, entre ellos, los cuatro incluidos en
nuestro análisis. En total, una superficie de 259,7 km2 y una población de 2.101 habitantes, en
1998 (8,09 hab./km2 ). Una vez constituida la asociación se comienza a trabajar los temas
vinculados al desarrollo rural. Tras una primera experiencia con el programa comunitario
INTERREG, dirigido a zonas fronterizas, el esfuerzo se centra en ser incluidos dentro de la
iniciativa comunitaria LEADER II. Esta iniciativa resultaba atractiva ya que promocionaba el
desarrollo rural desde una óptica novedosa: la existencia de unos recursos locales que pueden
ser revalorizados y transformados; la complementariedad de actividades de carácter económico
con otras de tipo cultural y social; la consideración de las iniciativas de las colectividades de la
zona y el trabajo conjunto entre colectividades e instituciones.
En 1994 se inician los primeros trabajos para ser incluidos dentro de la iniciativa
comunitaria. Así, se elabora un programa de desarrollo rural a partir de unas estrategias
adaptadas a las características y necesidades del territorio y se busca el financiamiento conjunto
de los proyectos entre la iniciativa privada y las diferentes administraciones (comunitaria,
estatal, autonómica y local). Se plantean toda una serie de medidas de acción para el período
1996-1999 que se pueden encuadrar dentro de seis ámbitos:
1.- Soporte técnico al desarrollo rural. Conjunto de medidas para el funcionamiento
óptimo del programa y que pasan por la planificación, por la coordinación o por la información,
entre otras.
2.- Formación profesional y ayudas a la contratación. Se considera imprescindible para
abordar con perspectivas de éxito todo el proceso innovador.
3.- Turismo rural. Se quiere promover una oferta turística variada y suficiente para dar
una proyección exterior a la zona.
4.- Apoyo a pequeñas empresas, artesanía y servicios. Se encamina a fortalecer el tejido
productivo de la zona.
5.- Valoración, promoción y comercialización de productos agrarios. Se refiere a la
transformación de los procesos agrarios para la obtención de productos agroalimentarios de
calidad.
6.- Recuperación, conservación y mejora del entorno tanto medioambiental como
cultural. Se confiere a la consideración del entorno un papel clave en las acciones que se
promuevan.
Los proyectos presentados que se ajusten a estas medidas y que, además, reúnan ciertos
requisitos serán susceptibles de recibir una ayuda para su financiación.
El 14 de noviembre de 1996 se obtiene la aprobación definitiva del proyecto, con la
firma del convenio para la ejecución del programa presentado entre las diversas
administraciones que colaboran, a nivel europeo, en el proyecto LEADER y el Grupo de Acción
6
LEADER Salines- Bassegoda, S.L. Respecto a esta última entidad se constituye al efecto, en
marzo de 1996, para desarrollar y gestionar el programa en cuestión. Así ésta es una de las 10
áreas que en Catalunya se han beneficiado de la iniciativa comunitaria LEADER II durante el
cuatrienio 1996-1999.
La inversión inicial prevista para el conjunto de estos seis ámbitos era de 832,62
millones de pesetas que se distribuía y financiaba tal y como muestran los gráficos 2 y 3. No
obstante, en julio de 1999, ya se habían superado los 1.000 millones de inversión (El Punt,
1999). Según uno de los miembros del equipo técnico, para junio de 1999, se habían generado
unos 140 puestos de trabajo sobre un volumen de una población activa de 700 trabajadores en
los 6 municipios implicados. Además, se habían analizado casi 180 proyectos y se estaba
trabajando con unos 50 de ellos (Alemany, J., 1999). La tipología de proyectos presentados
pasaba desde la ayuda a pequeñas empresas, al turismo rural y la restauración, a programas para
la mejora cinegética y la gestión forestal, entre otros. También se ha elaborado un mapa de
recursos de la zona y se quieren rehabilitar diversas instalaciones existentes para determinados
usos sociales (casa de colonias, asilo para personas mayores, etc.).
Gráfico núm. 1
Gráfico núm. 2
Distribución inicial de las inversiones del
programa de innovación rural (LEADER II)
Conservación y mejora
del medio
ambiente y
del entorno
Valoración y
5,6%
comercialización de la
producción
agraria
17,7%
Pequeñas
empresas,
artesanía y
servicios
29,2%
Soporte
técnico al
desarrollo
rural
7,1%
Distribución inicial de la financiación del
programa de innovación rural (LEADER II)
Administración local
5,3%
Formación
profesional y
ayudas a la
contratación
1,9%
2
MAPA
1,9%
1
DARP
9,8%
Fondos
privados
56,0%
Turismo rural
38,5%
Unión
Europea
27,1%
1Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca
(Generalitat de Catalunya)
2 Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Fuente: Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca de la Generalitat de Catalunya, 1998.
Consideraciones finales
Iniciativas como LEADER II constituyen una oportunidad excelente para estimular la
“otra competitividad” de las áreas catalogadas, por la nomenclatura oficial, como marginales o
desfavorecidas. Gracias a ella se pueden revalorizar las potencialidades internas con las que
cuenta cada una de las comarcas afectadas y dotar de mayores dosis de autoconfianza a sus
habitantes. Ahora bien, conviene no perder de vista la filosofía global de la iniciativa ni
sobrevalorar sus posibilidades. Hay aspectos que no se deben olvidar: la dimensión de los
proyectos, que se han de adecuar a cada territorio; la especificidad de cada espacio sin caer en
planes “clónicos” universalmente válidos; pensar en cuales son las necesidades de los
residentes, no tanto en las del propio planificador o en la de oportunistas llegados del exterior;
considerar el entorno natural y cultural en el momento de tirar adelante cualquier proyecto; no
7
perder de vista aspectos como la participación y el consenso; percibir al espacio como sistema
en el que todos sus componentes interactuan entre sí, etc.
Además, sería deseable que las otras políticas que se apliquen sobre el territorio
caminen a la par con los criterios promovidos por la iniciativa LEADER. Quizás esto es lo más
complejo. No puede ser que actuaciones ejecutadas desde otros ámbitos y administraciones
entren en contradicción con aquello que se propugna desde LEADER ya que pueden llegar a
anular sus objetivos iniciales. Así, por ejemplo, para nuestra área de estudio, es contradictorio
que un año antes de iniciarse el programa LEADER (1995) se acabe inaugurando una carretera
internacional con Francia que discurre por las laderas de la sierra de les Salines, de más de 9
metros de ancho, desproporcionada para el volumen de tránsito existente entre pequeños
municipios de montaña y con un gran impacto medioambiental y visual por los taludes que se
tuvieron que crear en un sector con fuertes pendientes.
En definitiva, si estos y otros aspectos son tomados en consideración será más fácil que
la iniciativa LEADER cumpla con su misión y tenga las repercusiones deseadas tanto para los
habitantes de la zona, en particular, como para el territorio en su conjunto. De otra manera, se
cae en el riesgo que la iniciativa se acabe convirtiendo en un programa que simplemente
promueve inversiones aisladas, sectoriales y sin ofrecer una idea general de hacia donde se
quiere ir.
Bibliografia
- AA.VV., “Alt Empordà i Baix Empordà”, vol. núm. 4 en AA.VV., Gran Geografia Comarcal
de Catalunya, Enciclopèdia Catalana S.A., Barcelona, 1992 (2ª. ed.).
- AA.VV., Pla d’Espais d’Interès Natural, Dept. de Medi Ambient de la Generalitat de
Catalunya, Barcelona, 1996 (1ª. ed.)
- Domínguez, A., “El programa Leader Salines-Bassegoda en aquestes dates” en Albanyà,
butlletí informatiu municipal, núm. 12, Ajuntament d’Albanyà, Albanyà (Girona), 1998.
- O’Rourke, E., “Changing identities, changing landscapes: human-land relations in transition in
the Aspre, Roussillon”, Ecumene, vol. 6, núm.1, Dept. of Geography, University of
London (UK) y Dept. of Geography, Syracuse University (USA), London, 1999.
- Roura, P., “Maçanet de Cabrenys”, Quaderns de la Revista de Girona, núm. 71, Diputació de
Girona i Caixa de Girona, Girona, 1997.
- Servei de Desenvolupament Rural, Iniciativa comunitària LEADER II (1994-1999) a
Catalunya, Departament d’Agricultura, Ramaderia i Pesca, Barcelona, 1999.
- Tubert, E., “Agullana”, Quaderns de la Revista de Girona, núm. 20, Diputació de Girona y
Caixa de Girona, Girona, 1988.
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