dios mío, dame lo que me pidas, pídeme lo que me
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dios mío, dame lo que me pidas, pídeme lo que me
+LDM NAVIDAD’09 DIOS MÍO, DAME LO QUE ME PIDAS, PÍDEME LO QUE ME DES… ¡Ven, Espíritu Santo!, y sumérgeme en el Misterio de la Natividad del Señor e inspírame las palabras humanas para escribir esta ‘Felicitación de Navidad’ a todas las personas a las que quiero, conozco, trato y por las que ruego todos los días, para que sea lo que Tú, Señor, quieras a mi través… Estamos en la fechas en las que en todas partes se están haciendo los preparativos para las Fiestas de la Navidad, aunque habrá muchas personas que lo que hagan no será para celebrar el ‘Gran Regalo de Dios’ a la Humanidad de la Encarnación de su Hijo para ‘acampar entre nosotros’ y ser un Hombre –sin dejar de ser Dios- para nuestra Salvación, no celebrarán la ‘Natividad del Señor’. Sin embargo en muchas familias y en muchas Instituciones (Religiosas y Seglares) sí celebrarán el Nacimiento del Hijo de Dios en Belén… y además montarán un ‘Belén’ recordando y evocando lo que sucedió hace ya unos 2009 años: “Jesús se hizo ‘Hombre’ para que los hombres pudiesen ‘divinizarse’ siendo ‘hijos de Dios’. Siempre que cada año contemplo el ‘Misterio’ del Belén, bien en mi propia casa o en cualquier otro lugar…, me es imposible de explicar plenamente lo que late en mí, por ser inabordable e incomprensible humanamente. Es como una especie de sutil ‘percepción silenciosa interior’ de agradecimiento, paz, alegría, confianza, esperanza y amor, inenarrable con palabras. No obstante, voy a intentar –invocando al Espíritu Santo- escribir desde mi ‘paupérrima razón y débiles sentimientos’ lo que por fe, rebosa en mi mente y corazón, apoyándome en Jesús, María, José y Beata Teresa de Calcuta. Todo ello, se orientara siempre y en todos los casos a vivir una actitud de ‘abandono pleno y confiado’ al Padre, que nos creó, para amar y ser Amados, con el destino de gozar de su Gloria. El Hijo de Dios se despojo de su condición Divina para tomar la condición humana y ser uno con y entre nosotros, viviendo mortalmente con todas las dependencias, limitaciones, pobrezas, sufrimientos, condicionantes, contrariedades, decepciones, frustraciones, traiciones, deslealtades, infidelidades, dolores, amarguras… que todos los seres humanos vivimos. ¿Quién de nosotros –los seres humanos- se despoja de todo su poder –Dios es el Todopoderoso- para abajarse a la pobreza total por el bien de los demás…? ¿Quién tiene el ‘amor necesario’ para hacerlo aunque sólo sea a nivel humano? A una ‘escala muchísimo más reducida’, sin comparación posible, sólo lo han hecho de forma muy limitada los ‘santos’… ¡Jesús lo hizo de forma plena –infinitapor Obediencia y Amor al Padre y Amor todos nosotros…! Me lo imagino en el Portal de Belén, como cualquier otro recién nacido en la pobreza…, totalmente dependiente de María y José, sin lo necesario para eliminar riesgos de enfermedades y estar –como diríamos hoy en día- adecuadamente alimentado, sanitariamente protegido y confortablemente vestido y alojado, salvo por la ‘leche materna’ de María y los cuidados y amor de María y José. Desvalido, pobre y vulnerable. ¡Y era/es el Hijo de Dios! Me lo imagino ayudando en la carpintería rústica de San José, serrando, clavando, sudando, cansándose, con callos en la manos, pasando estrecheces –como María y José-, transportando madera… ¡Y era/es el Hijo de Dios! Me lo imagino en sus tres años de vida pública, de aquí para allá, sin lugar para vivir, ni sitio para apoyar la cabeza y descansar, sin medios para subsistir…, salvo lo que algunas buenas personas, amigas suyas que Le eran fieles, Le facilitaban y daban. ¡Y era/es el Hijo de Dios! Me lo intento imaginar en su Oración en el Huerto de Getsemaní… - “Si es posible, que pase de Mí este ‘cáliz’” “Que no se haga lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieras, Padre” “Yo soy el que buscáis”… ¡Y era/es el Hijo de Dios! Me lo imagino –bueno, no sé si de verdad me lo puedo imaginar bien- desde su prendimiento en Getsemaní hasta el inicio de la marcha al Gólgota… ¡Y era/es el Hijo de Dios! Me los imagino –como buenamente puedo- en el camino al Calvario… ¡Y era/es el Hijo de Dios! Toda su vida mortal la pasó ‘haciendo el bien’ a los demás, siendo servidor de todos…, en la más suma pobreza…, para cumplir la Misión que le había encomendado el Padre, a Quien en las horas nocturnas Oraba y Oraba…, para que su ‘alimento’ sólo fuera ‘cumplir su Voluntad’… ¡Vivió como uno de los más ‘Pobres entre los pobres’!, para complacer al Padre y realizar Su ‘Obra Salvífica’ entregando su Vida por nosotros y nuestra Salvación… ¡Jesús Reina sirviendo! ¡Jesús Reina muriendo…! ¡Su Trono es la Cruz…! El Padre, después de Su entrega total, de su Pasión y Muerte en la Cruz como un delincuente, ¡Y era/es el Hijo de Dios!, lo Resucitó… y lo ‘sentó a Su derecha’… para que ante Él toda rodilla se doble… ¡Jesucristo, Rey del Universo! y… La Vida de Jesús, que es el Hijo de Dios y Dios en si mismo, como ‘hombre’ fue la aceptación de su ‘Kenosis’ total –abajarse a vivir como hombre siendo Dios-, para ‘pasar haciendo el bien’ y proclamando la ‘Buena Nueva’ del Reino de Dios, para que todos Le siguiéramos –Él es el Camino, la Verdad y la Vida- abrazando nuestra propia cruz y caminando junto a Él con la Suya…, ya que Él entregaría su Vida para la Redención y Salvación de todos…, venciendo el pecado y la muerte…, para restituir la ‘Filiación Divina’ –perdida por el pecado- a quienes se convirtiesen y creyeran en el Evangelio, prometiéndoles la Vida Eterna en la Gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Él cumplió por Obediencia al Padre una Misión de Amor, con Amor, por Amor a todos los seres humanos…! Jesús es el ‘modelo perfecto’ de ‘abandono y entrega total’ al Padre en la oración y en la acción. ¡El Padre le dio todo lo que le pidió y le pidió todo lo que le dio! Y me imagino que Jesús así se lo pediría todos los días de su Vida…: Padre, dame lo que me pidas, pídeme lo que me des. ¡Sólo así se puede cumplir la Voluntad de Dios, aunque humanamente sea imposible, ya que para Él no hay nada imposible! La vida de la Virgen María desde su Concepción Inmaculada fue una consagración plena a Dios, abandonándose y entregándose a Él por completo. En la Anunciación, en su ‘Fiat’ –“aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”-, esas palabras equivalen también a: “Señor, dame lo que me pidas, pídeme lo que me des”. Ella vivió la ‘alegría’ que conlleva la primera parte de esa oración de súplica desde la Anunciación, en Belén y durante la ‘Vida privada’ de Jesús; y sufrió la ‘cruz’ que implica la segunda parte de la súplica desde la Pasión y Muerte de su Hijo hasta su Asunción al Cielo. Trato de imaginarme a María en la Anunciación, perpleja ante las palabras del Ángel, pero confiada en su Señor, para poder dar a Dios su ‘SÍ’, sin que se pudiese imaginar lo que realmente ello iba a significar en su vida y lo que tendría que vivir. ¡Y era/es la Madre de Dios! Me la imagino con su prima, las dos exultantes de gozo –el Gozo y la Paz de Dios-, mientras proclamaba el ‘Magnificat’, en contraposición con su encuentro en la puerta del Templo con el viejo Simeón, mientras éste le decía que ‘una espada traspasaría su Corazón’ ¡Y era/es la Madre de Dios! Me la imagino cuando encontró al tercer día a Jesús en el Templo, habiéndolo dado por perdido, mientras Él le decía: “Acaso no sabéis que he dedicarme a las cosas de Mi Padre’ ¡Y era/es la Madre de Dios! Me la imagino en Caná oyendo de Jesús: ¡Mujer, aún no ha llegado mi hora…! ¡Y era/es la Madre de Dios! Me la imagino durante los tres años de vida pública de Jesús, oyendo las cosas que se decían de Él, viéndole muy poco, sola, preocupada y angustiada por todo lo que al final iba ocurriendo. ¡Y era/es la Madre de Dios! Me la imagino durante el prendimiento y juicio, a los pies de la Cruz, después de la Resurrección, después de la Ascensión hasta el final de su vida mortal. Me la imagino en todos los Misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos, que vivió plenamente. ¡Y era/es la Madre de Dios! Ella guardaba todo en su Corazón y lo meditaba en silencio, sintiendo en lo hondo la Alegría y Paz de Dios, a pesar de todos los gozos y dolores externos, mientras vivía: “Dios mío, dame lo que me pides, pídeme lo que me des” y oraba permanentemente esa oración de confiado abandono en Dios. Y de José, qué voy a decir, sólo con ver como en su vida cumplió su Misión de ser ‘el padre adoptivo del Hijo de Dios’, nacido del Seno Virginal de su Esposa, la Virgen María…, es suficiente para contemplar cómo vivió, por amor a Dios, el “dame lo que me pidas y pídeme lo que me des”…, siendo un ‘siervo’ de su ‘hijo’ y de su esposa, siéndolo de Dios… Beata Teresa de Calcuta escribió en una carta al Padre Neuner S.J., en 1.965: “… quiero permanecer fiel a Él – Trabajar por Él-, amarle, no por lo que Él me da, sino por lo que Él me quita". Ella, en la dolorosa aridez de la prolongada ‘noche oscura’ de su alma, vivió la purificación de su corazón siendo fiel a Jesús, haciéndolo todo por Jesús y abrazando con profunda alegría todo lo que Jesús le quitaba, por amor a Jesús. ¿Qué le quitaba Jesús? En la precitada carta también escribió: “No tengo nada ya desde que no tengo a Aquel por quien mi corazón y alma suspira por pasearle. La soledad es tan grande, por dentro y fuera. No encuentro a nadie a quien volverme…Si hay infierno – éste tiene que ser así. Qué terrible es estar sin Dios – no oración – no fe – no amor – lo único que todavía permanece es la convicción de que la Obra es Suya…” Dejo a la conciencia y buena voluntad de cada uno que su corazón las acoja, as medite y guarde. Si alguien ama plena y existencialmente a Dios, pone su vida en sus Manos y se abandona a Él, para hacer su Voluntad, complacerle y corresponderle en amor, y ser un instrumento de su Obra, cuando en su interior vive el sufrimiento del ‘aparente vacío’ de sentirse sin nada, sin nadie y sin Dios, vive un trascendente amor heroico por la ‘confianza que tiene en la fe que Dios le ha regalado’, vive un ‘amor’ que es ‘dolor’, vive un ‘despojamiento’ de todo lo puramente humano y de todo lo que un ser humano puede pensar, imaginar, desear y proyectar sobre la ‘relación con Dios’, para dejarse vaciar tanto de sí mismo, que en su corazón sólo Dios sea Dios y nada de él mismo –salvo su perseverante, confiada y amorosa fidelidad-. Desde la inclinación humana todo eso es incomprensible, sólo con la Acción del Espíritu Santo puede desvelarse algo comprensible. ¡Así vivió Madre Teresa más de la mitad de su vida! ¡Y perseveró hasta el final en su fidelidad a Jesús! ¡Sólo –y nada menos- fue un pequeño ‘lápiz’ en las Manos de Dios…! ¿Quién de quienes quieren imitarla se conforman sólo con ser un simple lápiz…? (Un lápiz no es nada por sí mismo, sólo es útil cuando lo maneja un ‘escribiente o dibujante’ y entonces ello es a costa de ir deshaciéndose poco a poco en la ‘escritura o dibujo’ que con él se hace…) El poder se la ‘obra’ de Beata Teresa de Calcuta no es suyo, es el Poder de la Acción del Espíritu Santo y ella lo supo muy pronto y lo sabía perfectamente…, al contrario de quienes confunden sus obras de amor, con la Obras de Dios… ¡Lo primero y más importante es amar a Dios sobre todo lo demás…; y después dejarle hacer a nuestro través sus Obras, no las nuestras…! Para purificar el corazón y que de verdad eso sea así la clave está en vivir con amor y alegría las palabras de Madre Teresa: “… quiero permanecer fiel a Él – Trabajar por Él-, amarle, no por lo que Él me da, sino por lo que Él me quita". Ese es el camino para que Dios ‘sea’ plenamente en un corazón puro, sólo lleno de Dios y de su Amor. ¡A Madre Teresa, Dios también le dio todo lo que le pidió y también le pidió todo lo que le dio! Todos los Santos, con independencia del ‘carisma’ que el Espíritu Santo les regaló, vivieron lo mismo… Jesús, la Virgen María, San José, Beata Teresa de Calcuta y todos los santos nos muestran con el ejemplo y testimonio de su vida, su camino de santidad abandonándose en las Manos de Dios, para hacer su Voluntad, no por sus obras humanas, sino por las Obras Divinas que Dios hacía mediante y a través de ellos, atendiendo su continua súplica: “Dios mío, dame lo que me pidas, pídeme lo que des”. ¡Dios no pide mucho…, lo pide todo, porque Él hada dado y lo da todo. Humanamente es imposible, para Dios no, lo puede todo!. Cuando nos acerquemos a la imagen del Niño Jesús pensemos en todo lo anterior mientras Le adoramos… y oramos ante Su imagen…, para así poder percibir de verdad en nuestro interior ‘la alegría de la Navidad’…, ¡La Alegría de Dios!. Así celebraremos la Navidad en verdad y vida… y estaremos alegres plenamente…, no con la alegría banal humana, sino con la ‘Alegría y Paz de Dios’. Ruego al ‘Niño Dios’ una vez más este año que a todos nos regale la gracia de ‘darnos lo que nos pida y de pedirnos lo que nos dé’ en esta Navidad’09 y durante todo el próximo año 2010, cada día, día a día, todos los días, para que seamos ‘fieles y dóciles instrumentos Suyos y Dios sea Dios en nosotros, cumplamos su Voluntad y así, pase lo que pase y vivamos lo que vivamos, su Alegría y Paz llene y desborde nuestros corazones. ¡Que el Niño Dios acampe entre todos y cada uno de nosotros…! ¡Feliz Navidad y Año 2010 en el Señor! José Luis Campo Campo, MCL