GOBERNAR desde las calles

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GOBERNAR desde las calles
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NEGOCIOS
INTERNACIONALES
EDITORIAL
GOBERNAR desde las calles
Editorial
E
l "arequipazo" marcó la pauta de lo que sería el manejo de autoridad de este Gobierno:
Prácticamente inexistente. Casi cuatro años después, la fórmula para conseguir lo que
se quiera es de dominio popular: Organizar marchas de protesta y bloquear calles y
carreteras. Esta fórmula la usa, desde un señor Zúñiga para continuar obligando al Gobierno
a regalarle el agua, esquilar a los consumidores con precios abusivos para el arroz e impedir un
TLC con Estados Unidos que beneficiaría a todos los peruanos, hasta el mismísimo vicepresidente Waisman azuzando a los productores de Gamarra contra los ministros y las instituciones nacionales.
Lo que se ve claramente es un Gobierno incapaz de hacer primar el interés general (cuya
representación más clara se da en el interés del consumidor) por encima de los intereses
particulares, tradicionalmente -y en todo el mundo ocurre así- de ciertos grupos empresariales y de trabajadores. Hoy, los intereses particulares están especialmente relacionados con la
informalidad en la empresa (según algunas autoridades, por eso ha sido imposible demostrar
daño a la industria nacional para la imposición de salvaguardias pues los sectores formales
crecieron y gozan de buena salud). Algunos líderes sindicales, bien respaldados por ciertos
políticos con ambiciones electorales, mueven también sus influencias y capacidad de convocatoria a las calles e impiden avances en la modernización portuaria o se oponen al manejo justo
y transparente de las cuentas públicas.
Nos gusta hablar mucho de democracia y, luego de la decepción sufrida con el Gobierno
anterior, nos rasgamos las vestiduras frente a cualquier señal que pueda ser interpretada como
dudosa frente a la defensa de los principios democráticos. Bueno, aquí les va una, ¿cuánto
daño se está haciendo a la percepción del valor de la democracia con la sensación de inseguridad que afecta a los ciudadanos todos los días? No solo el autoritarismo del gobernante hace
daño; es igualmente dañina la prepotencia desde las calles. Ambos atentan contra el estado de
derecho.
Democráticamente se eligió un Gobierno. Existen causas que pueden ocasionar su cambio y mecanismos para llevarlo a cabo. Mientras eso no haya ocurrido, una vez elegido, un
Gobierno tiene que dirigir sus acciones a la búsqueda del bienestar nacional,... aunque algunos
piensen que su propio interés está por encima de eso. „

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