La Gran Evasión (Independentista)

Transcripción

La Gran Evasión (Independentista)
Catalunya
OPINIÓN
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La Gran Evasión
(Independentista)
Carlos Rivadulla
Vicepresidente
de Empresaris de Catalunya
Un mercado interior
homogéneo y sin trabas
es lo que explica que
las empresas catalanas
tengamos en el resto de
España nuestro princial
cliente. No valorarlo
es ignorar cómo
funcionan las empresas
o lo díficil
que es vender
a primera y más profunda desconexión de algunos
políticos catalanes ha sido con la realidad. La
realidad de cómo se regulan los mercados, de
cómo funcionan las empresas y qué obligaciones
de actividad y de tributación se les impone. Los
políticos independentistas tienen como denominador común,
entre otros, que ninguno de ellos suma muchos trienios
trabajados en el sector privado. Más bien pocos. Sin embargo,
arremeten con vehemencia cuando algunos empresarios
-afortunadamente cada vez más- les advierten de que una
hipotética independencia de Catalunya tendría consecuencias
negativas para la economía catalana, las empresas y, por
ende, para la creación de trabajo y el bienestar de todos los
catalanes.
De acuerdo, no quiero hacer una calificación ad personam
por su falta de experiencia, pero explicar de dónde vienen nos
puede ayudar a entender a dónde y cómo quieren ir. Embisten
con furor, digo, aquellos -Carme Forcadell recientemente- que
poco se han jugado su dinero y esfuerzo en generar riqueza y
puestos de trabajo, mientras que sus economistas de salón
-grandes teóricos, sin duda- les preparan munición intelectual
en forma de estudios económicos que nos prometen el cielo en
L
la tierra catalana, y a bajo coste. Y en primer lugar me pregunto
si los políticos y economistas independentistas se han
preguntado cómo es posible que al resto de España -unos 40
millones de personas- les vendamos y nos compren casi lo
mismo que el resto del mundo. Es una paradoja increíble que
un mercado de 7.300 millones represente casi lo mismo que
otro de 40. Sorprendente, ¿verdad?
La explicación a esta realidad se halla en la fortaleza y
seguridad que proporciona un mercado interno integrado, en el
que todos compartimos un mismo sistema legal y judicial, unos
mismos permisos y licencias para operar en toda España, y un
mismo sistema financiero, factores que son a la postre los que
generan el marco de conveniencia y de confianza. Este gran
activo, un mercado interior homogéneo y sin trabas, es lo que
explica que las empresas catalanas tengamos en el resto de
España nuestro principal cliente. No valorarlo o minusvalorarlo
es ignorar cómo funcionan las empresas y lo difícil que es
realmente vender. “Pues venderemos en China”, replican tan
ricamente los que sólo venden humo. Pero como decía hace
poco un importante empresario catalán del sector de los
seguros: “es más fácil vender en Zaragoza que en Perpiñán”. Y
no le falta razón, lo sabemos la gran mayoría de empresarios
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que cada mañana abrimos la persiana y empujamos nuestras
empresas. Romper esa unidad de mercado, y no hace falta ser
un premio Nobel de economía para entenderlo, no puede ser
positivo. Y es que, ¿de qué trata eso de crear un nuevo Estado?
Hombre, de momento tampoco se han esmerado mucho en
explicarlo, ni se han puesto de acuerdo en definirlo -no vaya a
ser-, pero lo que sí resulta claro es que un Estado comporta
siempre nuevas barreras en forma de leyes, licencias,
permisos o tributos, y que al final se traducen en costes extras
y más duplicidades para empresas y profesionales. “Seremos
la Dinamarca del sur”, proclaman, pero, por ejemplo ignoran
que su principal cliente exportador es Alemania, al que vende
el 18 por ciento de sus exportaciones, y no el 47,3 por ciento
como hace Cataluña al resto de España (IDESCAT, 2011). Y
omiten que ningún banco danés o empresa energética domina
el mercado alemán.
La economía catalana no es que esté integrada en la
española, es que es uno de sus motores principales y sus
empresas lideran sus respectivos sectores de actividad. Sin
embargo, los economistas del establishment independentista
intentan hacernos creer que, a pesar de un cambio de tal
magnitud como lo sería la independencia, todo “seguirá igual”,
cayendo así en su principal pecado: ignorar el comportamiento
que adoptarían muchas empresas con sede fiscal hoy en
Cataluña en caso de independencia. Ignoran que muchas de
las más importantes empresas de Cataluña -sólo 150
representan el 50 por ciento del PIB catalán, y de estas
dependen miles de pymes- se verían obligadas legalmente a
partirse en dos y a constituir una sociedad para el resto de
Catalunya
OPINIÓN
España y otra para Cataluña. Esta deslocalización o partición
de empresas acarrearía una bajada significativa del PIB
catalán y, por consiguiente, de la recaudación de impuestos en
Cataluña. Es muy difícil determinar esa caída del PIB y de los
ingresos fiscales, pero lo que está claro es que el importe del
déficit fiscal -8.400 millones de euros según FEDEA, 2014- no
estaría disponible tal cual y tan alegremente encima de la mesa
a disposición de Cataluña, como tan descaradamente se ha
mentido.
Lo que está claro es que a iguales proporciones se
produciría una bajada del PIB catalán y de sus ingresos
fiscales. En definitiva, las empresas catalanas soportarían
costes extras y duplicidades, pero quien realmente iba a sufrir
sería la hipotética hacienda catalana y, por ende, todos los
catalanes. Bueno, la élite política no tanto. Pero también se
olvidan esos políticos de los importantes logros conseguidos
por todos los españoles en los últimos 40 años. Olvidan lo
positivo y se centran en magnificar las diferencias y en
exacerbar lo negativo, lanzando el falso mensaje de que en el
resto de España no son “tan productivos” como “nosotros”.
Mensaje propagandístico injusto, innecesario, falso y envuelto
en un preocupante aire de superioridad. La unidad de
mercado, la capacidad de operar con una licencia o permiso
único en el marco de un mismo sistema legal y jurídico es la
mejor garantía para nuestras empresas.
Como empresario, y sobre todo como ciudadano, mi
apuesta es siempre por sumar, construir, mejorar y colaborar. Y
otro día les hablaré del Barça y de cómo gracias a la liga
española ha llegado a ser un club admirado en todo el mundo.
Carlos Rivadulla
Vicepresidente
de Empresaris de Catalunya
Las más importantes
empresas de Cataluña
se verían obligadas
legalmente a partirse
en dos y a constituir
una sociedad para el
resto de España y otra
para Cataluña. Esta
deslocalización
acarrearía una bajada
de impuestos

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