La captación, distribución y uso del agua en los monasterios
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La captación, distribución y uso del agua en los monasterios
La captación, distribución y uso del agua en los monasterios cistercienses del reino de León Fernando Miguel Hernández (“Colegio Leonés”, arqueólogo) Fernando Muñoz Villarejo (TALACTOR, S. L., arqueólogo) El agua era la garantía de la soledad. Sin ella era imposible alcanzar el proyecto de aislamiento del mundo de una manera autónoma y sostenible. La fuerza hidráulica que moviera el molino para el pan cotidiano, el riego de la huerta de la casa que fertilizaba las hortalizas, el agua para los animales y para los monjes o monjas que formaban una comunidad cisterciense o cualquiera otra. Pero no solo satisfacía las necesidades físicas o corporales, sino que estaba cargada de fuerza espiritual: las “aguas de devoción”, en feliz expresión de san Bernardo El agua condicionaba la elección del emplazamiento del monasterio, “junto a pequeños riachuelos de los valles”, como recogía la Regla de san Benito. Porque era necesario que cubriera una doble necesidad: el agua potable y el agua de riego o para otro uso económico. Había que captarla y derivarla, dominándola con diversas conducciones de estudiada pendiente para encaminarla hacia el monasterio y a través de las tierras y prados del coto. Un verdadero reto técnico. Una vez dentro de la casa, precisaba de una inteligente distribución que atendiera las necesidades de las diversas oficinas monásticas (sacristía, refectorio, cocina, letrinas) además de la fuente, el corazón del sistema hidráulico interno. Y evacuarla a través de una red de cloacas, haciéndola retornar normalmente al cauce de partida. Desde la fértil “década de los estudios hidráulicos cistercienses” de los años noventa del siglo pasado (congresos de Royaumont en 1992 y de La Arrábida en 1993, donde se dieron a conocer los sistemas hidráulicos de muchos monasterios europeos, como Citeaux, Claraval, Maubuisson o Alcobaça) y de los resultados que depararon las excavaciones arqueológicas de los monasterios españoles de Huerta, Rueda, Poblet y Carracedo, pareciera que se hubiera secado el cauce científico sobre este tema, a excepción de los estudios recientes sobre la hidráulica en el reino de Aragón y de los monasterios de Poblet y Santes Creus En esta ponencia trataremos de presentar las posibilidades que depara el estudio de la hidráulica cisterciense en el noroeste peninsular, centrándonos en la treintena de monasterios que pertenecieron al viejo reino de León en época medieval, aunque su documentación se ha ampliado inevitablemente a la época moderna, localizados en las actuales provincias gallegas y por Asturias, León y Zamora. En todos ellos estamos realizando un análisis preliminar específico para esta Semana de estudios, que pudiera dar origen a un proyecto más profundo. Empleamos un método que ha combinado las prospecciones arqueológicas sobre el terreno con las imprescindibles fuentes orales religiosas y seculares, que van envejeciendo pero dan todavía fe de manantiales, puertos de derivación y conducciones hoy apenas visibles, junto con las modernas herramientas cartográficas y fotográficas que aportan los SIG (Sistema de Información Geográfica). La búsqueda ha tenido un componente de aventura envuelta en la belleza de la naturaleza; la información proporcionada ha sido sorprendente (captaciones a casi 15 km. en San Estaban de Nogales, encauzamientos artificiales de ríos revestidos de lajas durante cientos de metros en Valdediós, conducciones sobre acueducto en San Clodio, abastecimientos espectaculares al molino de Oia que vierte sus aguas al mar, fuentes inéditas en Montederramo, Melón o Nogales, y así hasta la treintena). Sobre la distribución interior y la evacuación sigue siendo el monasterio de Carracedo el principal representante, pero a él se han sumado las excavaciones arqueológicas de Valdediós, Moreruela y Castañeda.