el agua, a la porta del monasterio

Transcripción

el agua, a la porta del monasterio
EL AGUA, EN LA PUERTA DEL MONASTERIO
El Monasterio de Regina Coeli surge en el corazón de la Vieja-Nápoles. No es el único. En el
tiempo de Juana Antida, en la ciudad, se contaba con unos ochenta monasterios, y una
presencia de 4 mil monjas; en el perímetro donde surgía Regina Coeli, se registraban unos 20
monasterios con más de 500 monjas.
En el centro antiguo, hecho de tres grandes calles paralelas, (llamados decumani) y muchas
callecitas que las cruzaban (llamadas bisagras) habitaban unos 350.000 habitantes, con una
densidad media de 2000 habitantes por km...
Una ciudad súper-poblada, (cerca de medio-millón de habitantes, sin contar la periferia).
Nápoles, efectivamente, era la gran capital de un pequeño reino donde la media de las
ciudades no superaba los 30.000 habitantes: "Una cabeza macroscópica sobre un cuerpo
enano". (A. Valente)1
La ciudad estaba dividida en 12 barrios. Reina Coeli quedaba en el barrio de san Lorenzo,
una zona muy poblada y vasta. Su núcleo central, en el tiempo de Juana Antida, contaba con
más de 40.000 habitantes. Cuando había carestías, pestes de cólera o alguna epidemia, san
Lorenzo era entre los barrios, el más golpeado. Allí surgía el gran hospital de los Incurables:
1200 camas, pero nunca eran suficientes.
¿Por qué san Lorenzo estaba entre los barrios más golpeados? Porque en él, se concentraba
mucha población en pocos espacios y, al revés de los otros barrios, no había abundancia de
agua…
El agua en el corazón de la Vieja-Nápoles… ¡ah, el agua! ¡La gente tenía sed… tanta sed!
Allá en calle Foria, corría un minúsculo torrente, pero estaba ya fuera de los muros… Y en el
corazón de la ciudad, existían viejas cisternas que hacían referencias en gran parte a la época
greco- romana. Súper alimentada en los tiempos antiguos, privadas de manutención en la
época clásica renacentista, la Nápoles del Centro histórico, de las callecitas contaminadas y
mal provistas, se había transformado en la época moderna en una ciudad de las cisternas
burbujeantes y de los pozos malsanos… Resistían, se habían escandalosamente multiplicado,
las fuentes burbujeantes, soberbias obras maestras del tufo y de piperno2, del mármol y del
travertino, que, en las plazas y en las galerías frecuentadas por los barones y por la monarquía
de turno, en algunos momentos del año para festejar el nacimiento del heredero al trono o el
regreso victorioso del rey de las batallas “europeas” borboteaban también vino.
Y pensar que aún en época renacentista Nápoles fue la única gran ciudad europea que tenía
agua potable en los pisos altos de los edificios… las tuberías de plomo, de romana memoria,
aún son visibles, a cielo abierto en las esquinas de algunos antiguos edificios, ellas se
conectaban a los pozos y a las cisternas y éstos a los acueductos… y los acueductos a las
1
2
VALENTE A., Gioacchino Murat e l’Italia meridionale, Einaudi TO 1941 (Ristampa 1965)
Piperno: Piedra del Vesuvio
numerosas y abundantes fuentes en el área del bajo Vesuvio o en las colinas casertanas.
Surgían fuentes de agua subterráneas por todas partes de la ciudad y de las faldas de las
colinas, pero éstas servían para alimentar las soberbias fuentes y también las casas de
prestigio y los departamentos de los señores.
¡Ironía de la suerte! Se era capaz de alcanzar los planos altos de los edificios, pero el agua no
alcanzaba los bajos... Los habitantes de los bajos, aquellas habitaciones oscuras debajo del
nivel de la calle, ¿ qué agua podían usar?
 El Acquafrescaio 3 recorría de arriba abajo las callecitas, los muchos callejones donde
por las calles se concentraban el afilador y el zapatero, el barbero y el herrero el mariuolo 4 y
el desocupado; el scugnizzo5 e il piccirillo6; la fantesca7 e la capera8 … Y por poco dinero,
vendía el agua, el agua fresca, más bien helada que transportaba en las espaldas dentro de
grandes y pesados cacharros de arcilla… la vertía en los cántaros o en los recipientes de la
gente, que no podían vivir 24 horas sobre 24 en los bajos, todo o casi todo hacía por las
calles: lavaba, y se lavaba, tendía las ropas …
 Pero había otra fuente a la que podía ir la pobre gente a sacar agua… era la pequeña
cisterna, a veces transformada en fuente, ¡o también el pozo, de la puerta de los
Monasterios…! Una jofaina, un balde, una cuerda y ¡acababa el agua de las monjas!
El pasante y el mendigo, pero también el hombre noble en tránsito y el harapiento
permanente… a ellos un recipiente de agua, la monja-conversa jamás se los negaba.
El Monasterio, por lo tanto, en la cultura y en la costumbre napolitana, fue, a su modo, ¡un
pozo de Sicar! Y Regina Coeli no fue una excepción… Las Canosianas primero (por dos
siglos) y las Hermanas de la Caridad después (otros dos siglos,) en la Puerta Carrese (llamada
así porque entraban los carros para el abastecimiento) tenía y tienen su hermosa fuente…
¡Ayer como hoy!
¡Agua fresca… limpia, genuina, sumamente cristalina! El agua del Monasterio… Agua en la
puerta. Agua para todos…

EN LA FUENTE DE PUERTA CARRESE
« ¡A ver ustedes, que andan con sed, vengan a tomar agua! No importa que
estén sin plata, vengan no más. Pidan trigo para el consumo, y también vino y
leche, sin paga» (Is 55,1)
« Vengan a mí los que se están cargados y agobiados, porque yo los aliviaré »
(Mt 11,28)
Sr Nunzia
3
L’Acquafrescaio o l’acquaiuolo: el vendedor de agua fresca
Mariuolo: pequeño ladròn
5
Lo scugnizzo: el chico de la calle, qua a menudo coincidía con el pequeño ladròn
6
Il piccirillo: el siervo de la sierva
7
La fantesca: la sierva de los señores
8
La capera: la peluquería de la calle
4

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