docEufrasio 68

Transcripción

docEufrasio 68
BOLETÍN INFORMATIVO
OVIEDO
Estamos en la invernada.
Por la climatología… y
otras realidades más íntimas. Dicen que el invierno es necesario para que
germinen en silencio y en
lo escondido los tubérculos, las gramíneas, los
cereales. El invierno y la
nieve las protegen de una
floración prematura. La
estación blanca por definición, aunque la nieve
caiga en los altos y no en
los cantos, es el invierno y
tiene indudablemente su encanto. No obstante estamos deseosos de que llegue
la primavera soleada, fresca de verdes y olores campestres. ¿No nos ocurre algo
semejante con la causa de nuestro mártir, beato Eufrasio? Hay devotos que
piensan que el beato asturiano se ha quedado tan tranquilo como sesteando en
apacible duermevela, sin que haga una ‘sonada’... invernada. Y es que los que
están de invernada son los que se dicen y llaman sus devotos, que sí, rezan y
rezan, pero no muestran los “brotes verdes” y ante todo que no lo comunican.
No se puede estar mudo. Anímense, que la intercesión de los santos es querida
y soplada por el mismo Dios.
P. Antonio Mingo, ocd
Redactor del Boletín
CAUSA DE CANONIZACIÓN
DEL BEATO EUFRASIO DEL NIÑO JESÚS
mártir carmelita
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De Quel a Roma, pasando por Palestina: P. Simeon de la Sagrada Familia
[Pequeña historia de una gran causa]
Que me perdonen los lectores de este Boletín si
en otro número más les escamoteo el apunte biográfico de nuestro Beato. A decir verdad, en el espacio de
tres meses, han acudido a la llamada del cielo, dos de
los que más han querido y trabajado, pienso yo, por
la causa de nuestro asturiano mártir. Ellos son Eduardo T. Gil de Muro y Simeón Tomás, ambos hijos de
santa Teresa y padres por la pluma y el tintero de tantas páginas que han acercado a los fieles tanta belleza
como contienen los santos. Hoy al narrar la historia de
la Causa de Canonización del Beato Eufrasio desde sus
inicios, narramos al tiempo la peripecia memorable del
P. Simeón en pro de esta Causa.
Entre los postuladores, “el postulador”. Con estas
o muy parecidas palabras definía a nuestro añorado y
nunca demasiado recordado padre Simeón de Tomás,
el padre Garde, CMF, que fue consejero general de los
claretianos. El referido padre claretiano, me habló en más de una ocasión de la
bien ganada fama de postulador, conquistada a base de trabajo intenso, con una
dosis de sana astucia en pro de las causas que le habían confiado determinados
‘actores’. Nadie le ganó en una bien meditada y calculada sagacidad.
Del padre Simeón yo había oído hablar bien y muchas veces; pero no había
tenido ocasión de tratarlo personalmente. Para mí era uno de los hombres sabios
que la provincia de san Juan de la Cruz, de Burgos, tenía como adelantados en
la ciudad eterna. Un buen día, el padre provincial de turno, Aniano Álvarez, tras
mi destino a Oviedo en el año 1990, me confía la causa del P. Eufrasio del Niño
Jesús. Me hicieron llegar todo el material trascrito por el padre Javier Cuevas y
empecé a manejar por al año 91 un ‘portable’ para los trabajos mecanográficos
–obsequio por las bodas de plata sacerdotales. Al cabo de un cierto tiempo recibí
la carta del postulador general de la Orden por la que se me adscribía a la causa
como vicepostulador. Era todo lo que conocía del padre Simeón.
Pero el padre Simeón ya con anterioridad había asumido la causa de canonización del mártir asturiano como propia. El Consejo provincial de la burgense le
dirigió el 31 de mayo de 1987 una carta solicitando formalmente que se hiciera
cargo de esta bendita causa. Así, el 10 de junio del año que nos ocupa recibió el
encargado del Definitorio General, presidido por el Vicario General de la Orden,
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que a la sazón era el padre Felipe Sáinz de Baranda. El 21 de octubre del 87 recibe el nombramiento de vicepostulador el padre Ubaldo Aparicio Callejo (Alfonso
de san José), quien por razones de enfermedad se ve obligado a abandonar.
Nueva designación que recae en el padre Evaristo Renedo Vega (Evaristo del
Niño Jesús). Trabaja denodadamente en trascripciones, búsqueda en archivos
militares de la Causa seguida contra los asesinos de nuestro hoy beato. Y consigue los permisos y las fotocopias imprescindibles para su estudio. Sin embargo,
-y parece que la causa del P. Eufrasio encuentra impedimentos ¿insalvables?- el
vicepostulador declina el honor. Y de este modo arribamos al 30 de mayo de
1990, en que el Postulador de la Orden, nuestro padre Simeón, me nombró su
vicepostulador. No deja de ser curioso el hecho de que yo sabía de su persona
bastante más que él de la mía. ¡Lo que hace el fiarse de otras voces! Aún pasarían unos meses hasta que nos viéramos ‘cara a cara’. Entretanto menudeaban
las cartas de Oviedo a Roma y viceversa, consultando, preguntando ¡qué sé
yo…! Sobre todo cuanto había que ir preparando: petición al Sr. Arzobispo, D.
Gabino Díaz Merchán, decretos, tribunal, interrogatorio para los testigos. Todo
se sustanció con su venida a Oviedo. El P. Simeón guardaba en su corazón riojano muchos recuerdos de la capital de Asturias, principalmente el de su ordenación como presbítero (7 de junio de 1941), efectuada en un piso ovetense donde
el obispo vivía. Casi, -comentaría al conmemorar sus 50 años de sacerdocio-, fue
un día como otro cualquiera. Salió del convento como diácono, acudió a la cita
episcopal y regresó investido del orden del presbiterado. Pero en casa, nada de
nada, ni siquiera una ‘triste’ parleta, menos aún extraordinario alguno.
Pues bien, el 14 de septiembre, exaltación de la santa Cruz, -otrora una
fecha muy carmelitana, pues iniciábamos, según la regla que san Alberto, el patriarca de Jerusalén nos dio a los carmelitas, un período de austeridad: “tiempo
de ayunos” que se prolongaban hasta la Pascua de Resurrección-, en cinco bien
colmados folios, el Postulador, el querido padre Simeón se dirigía a D. Gabino
Díaz Merchán, presentando los motivos por los que solicitaba la introducción de
la causa en nombre de la Orden, para bien de la Iglesia.
Hubo que esperar dos años hasta recibir el Decreto de apertura. Es preceptiva la consulta a los obispos de la provincia eclesiástica, solicitar el ‘nihil obstat’
de la Santa Sede, es decir, que no hay impedimento alguno para que se den los
pasos pertinentes. Cumplidos estos requisitos, don Gabino expidió el Decreto
necesario el 25 de mayo del año 1992. Exactamente un mes después el 25 de
junio en el convento de las madres carmelitas descalzas de Oviedo, se procedía
a la solemne apertura del proceso de beatificación y canonización. El P. Simeón
de la Sgda. Familia presentó y explicó someramente el sentido de aquel acto,
sobrio, muy jurídico. En otros casos similares, se permitió la celebración de la eucaristía. En nuestro caso, lo estrictamente marcado por las normas. Dijo muchas
cosas bellas con su inconfundible deje riojano, que nunca perdió pese a los mu-
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chos años pasados en Roma. Dijo: “Desde hoy podemos tributar al P. Eufrasio
el título de Siervo de Dios, no el de Venerable, ni el de santo […] Pero el hecho
de que la misma Iglesia haya considerado válidas y bien fundadas las razones
aducidas para que se haga la investigación diocesana sobre su vida, virtudes y
martirio, es una cosa que nos debe llenar de alegría y esperanza!” […] Luego
añadió, dirigiéndose a la nutrida representación de carmelitas: “Queridos padres: una de las efemérides más gloriosas de nuestra Provincia es esta de hoy: el
comienzo oficial por parte de la Iglesia del proceso de canonización del martirio
de este hermano nuestro". Y quienes conocimos al padre Simeón, sabemos muy
bien la fuerza que imprimía a sus palabras, el colorante con que impregnaba su
voz firme, comunicativa, acaso más persuasiva que cuando cantaba aquello de la
zarzuela “Crimen misterioso”: ¡Llego a la plaza hace un momento… ¡ay ce,ce,ce
Celipín! O la melosa: “La playa estaba desierta… cantando con mi guitarra para
ti, Mª Isabel; coge tu sombrero y póntelo…”
Dijo también algo ‘profundamente halagador’ respecto del lugar en que se
hizo la apertura: “Os digo con sinceridad que al principio me extrañó que el
lugar escogido fuese la iglesia de las Carmelitas Descalzas, pero luego, meditándolo bien, veo que ha sido una delicada inspiración del Señor; en primer lugar,
para poder realizar con mayor silencio, serenidad y recogimiento este acto, y
luego –pienso yo- para poner desde el principio este proceso y toda la causa del
P. Eufrasio bajo el amparo de las oraciones y sacrificios de estas fervorosas hijas
de santa Teresa. Ellas van a ser –estoy muy seguro- las “Capellanas perpetuas
de esta Causa”.
La soltura y el gracejo derrochados por este hombre nacido en Quel (La
Rioja) un venturoso año 1917 y en un día tan especial como el 26 por celebrarse la fiesta de santa Ana, fueron
siempre proverbiales. Dotado de
inteligencia y una perspicaz socarronería que le valieron el patrocinio de altas instancias, fue
escalando la confianza de sus
superiores, nada menos que del
Prepósito General de la Orden,
el burgalés Silverio de santa Teresa; más tarde, secretario del Siervo de Dios, P. Mª Eugenio del Niño Jesús y
más próximo a nuestros días del P. Anastasio del Ssmo. Rosario, luego cardenal
de Milán. Aquí cabría repetir lo que dice el evangelista san Juan, aunque en bien
distinto tenor ‘que si se pusieran una detrás de otra’ todas y cada una de las
encomiendas desempeñadas por el P. Simeón, necesitaría un par de boletines
informativos como el presente… por lo menos.
El P. Simeón fue un declarado patriota español, consiguió que lo militarizaran de junio del 38 al 39, cuando la contienda entre españoles. No logró su
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propósito de ir al frente, le dejaron en la retaguardia de la capital riojana como
asistente de un oficial. Por eso en son de broma, alguna vez oí que le decían:
¡Padre, ud. no estuvo en el frente del Ebro, sino ‘enfrente’ del Ebro! Y se reía
estruendosamente.
Una de las actividades que más preció fue la de Postulador. Ejerció esta tarea
de diciembre de 1973 a mayo de 1997, casi un cuarto de siglo. Del postulador
precedente, Juan de Jesús María se decía humorísticamente que era un santo, pero
que no ‘hacía santos’, en cambio de su sucesor se apostillaba, también en tono
festivo que no era tan santo pero ‘hacía santos’. “Llevó a los altares” al P. Rafael
Kalinowski, a santa Teresa de Jesús de los Andes, a santa Teresa Benedicta de la
Cruz; multitud de beatos, etc.
Hemos dejado nuestro relato en el momento de la apertura
oficial del proceso. Un año llevó la
toma de declaraciones de los testigos, 22 en total. La clausura del
mismo, se consumó el 25 de enero de 1994 con todo el protocolo
prescrito por las normas. Allí estaba el P. Simeón dirigiendo la operación como hábil experto en el
sellado, en el precintado del ‘trasunto’ o copia pública del proceso. En eso era minuciosísimo. El P. Simeón explicó
a los asistentes la razón por la que catequistas, matrimonios, etc. estaban lacrando
y sellando, cintando los plúteos documentales y además con la bandera nacional.
El tribunal comisionó al que suscribe este relato, homenaje al emérito postulador, para que lo entregara en la Congregación para las Causas de los santos.
Y todo bajo juramento de que tal cual lo recibía de las instancias episcopales
oventenses, lo depositaría en la secretaría de la Congregación romana.
Dos pesadas maletas fueron a parar a las bodegas del avión que nos trasportaría a la ciudad eterna el día 26 de enero. Para los días siguientes estaba
anunciada huelga del transporte aéreo, por eso convenía adelantar la fecha del
vuelo. Y, ¡oh sorpresa! Llegamos, caído el sol del día 26 a la terminal del Leonardo da Vinci. Circula y circula la cinta transportadora y las dos maletas con la
documentación ‘para el Vaticano’ no aparecieron. No se dignaron hacer acto de
presencia aquella noche de enero. Allí estaba el P. Simeón para presentar la denuncia, describir las maletas, declarar el contenido. ¿Qué hubiera hecho yo solo,
que no sabía ‘una papa’ de italiano? Con la tranquilidad que da saber que estás
en manos de un versado en estas situaciones que no se pueden llamar límites,
amparados por la estrategia circulatoria de fr. Restituto Palmero, algo mosqueado por nuestra tardanza en salir al exterior, nos acercamos a Corso d’Italia, sede
de la Casa General de la Orden.
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A la mañana siguiente, de la
aduana italiana remitieron sanas
y salvas las dos maletas. Habían
viajado como polizones a Bruselas. ¡Menuda excursión! Nos quedaba el trámite de llevarlas a la
Congregación. Pronto, muy tempraneros, el padre Simeón dirigió
sus pasos y yo discípulo tras él, el
día de santo Tomás de Aquino. A
él ‘el presunto mártir’ le había dedicado dos largos poemas. Tras la mesa de secretario, monseñor Antonio Casieri,
rellenó un protocolo que lleva el nº 919 y la fecha del día. El P. Simeón sugirió
que aquel momento quedara plasmado en una instantánea fotográfica que diera
fe de aquel momento histórico para perpetua memoria en la Provincia. Con la
misma fecha de la entrega, una solicitud para que se procediera a la apertura
jurídica de la copia auténtica y pública del proceso.
Se hizo una pausa en el tiempo larga, infinita. Los minutantes parece que
estaban descansando. El P. Simeón instó y la respuesta vino el 26 de septiembre
del 94, pidiendo una aclaración. Habían de examinar dos censores los escritos del
Siervo de Dios, pese a que ya habían obtenido la censura previa en el momento
de publicarse. Eso retrasaba el proceso. Hubo que solicitar del Sr. Arzobispo de
Oviedo el nombramiento de dos censores, que trabajaron denodadamente… Allí
estaba la pericia del Postulador de la Orden, quien si todos los procesos se los tomaba muy a pecho, este ¡era de su Provincia! El 16 de diciembre del 94 se recibía
el placet. Lo hecho en Oviedo estaba bien instruido y como mandan los cánones.
El paso siguiente solicitar a la Congregación la asignación de un Relator de
la Causa, algo así como el director de una tesis doctoral. La designación recayó
en el P. Ambrosio Eszer, O.P., que además era el Relator General de la Congregación; hombre corpulento, alemán, perito en lo concerniente a los mártires de
España y la situación socio-política. Inmediatamente el P. Simeón, tuvo la benevolencia de proponerme como ayudante externo para la redacción de la Positio
o tesis. Tenía la suerte de conocer la documentación bastante bien.
Las puertas de la Postulación se me abrieron de par en par, para husmear, indagar modos y maneras de presentar el trabajo. Hojear y hasta manosear diversas “Positio”. Empaparme de la función ejercida por las ‘apostille’ en el escrito.
Escaneo de todas las declaraciones habidas en la curia ovetense. Todo fueron facilidades por parte del postulador y de su adjunto, padre Ildefonso Moriones. El
P. Eufrasio, perdón, el beato Eufrasio tendrá que premiar este cuidadoso desvelo.
¿Cuánto tiempo ocupó la redacción de la Positio? Allí aparecía el riojano
postulador, orientando, corrigiendo capítulo a capítulo. Pero tengo que agrade-
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cer de corazón su confianza en mis fuerzas y cualidades, que ojalá haya podido
convertir en don para los demás, para mis hermanos en la fe y en la vocación, y
también que cubriese dadivosamente mis pequeños gastos de transporte, visitas y demás con unas liras, cuyos billetes se llenaban de ceros a las primeras de
cambio. Como el verano en el julio romano es fuerte, y en la casa general hay un
estanque que además de nenúfares cría mosquitos, pues ahí me veréis dirigiéndome a una droguería pidiendo algo ¡en italiano! contro le zanzare.
El 24 de junio de 1996, el Relator de la Causa firma la aceptación del trabajo con una sabrosa introducción, no exente de pequeños elogios. Trámites de
impresión en la tipografía Monte Carmelo de Burgos, que aún funcionaba, nos
llevaron algún tiempo. Y luego la espera infinita: que si el Congreso particular de
los consultores teólogos (25 de febrero 2005) –transcurridos nueve años desde
la entrega; que si la sesión de obispos y cardenales (14 de noviembre 2006),
que también discutieron lo suyo, poniendo alguna que otra pega funcional. Las
cosas de palacio iban despacio, contrastando con nuestra vivaz impaciencia. Entretanto algo y alguien se movía entre los bastidores de la Congregación para
que la Causa del P. Eufrasio no se quedase en un fuera de juego clamoroso. En
23 causas se agrupaban los 498 mártires que habrían de ser beatificados en ¿España? ¿en Roma? La causa nº 21 era la del P. Eufrasio ¿entraría? Y no se quedó
al margen, porque el 16 de diciembre del 2006 se firmaba el Decreto sobre el
martirio del Siervo de Dios, P. Eufrasio Barredo del Niño Jesús. Solemne en sus
términos, grato en su contenido y feliz en sus consecuencias: “Que en el caso
presente y a efectos de que se trata, consta del martirio y el motivo por el que
fue martirizado el Siervo de Dios, Eufrasio del Niño Jesús (Barredo Fernández),
sacerdote profeso de la Orden de Carmelitas Descalzos”.
Si de campanas se tratase o albricias hubieran
resonado a la par en todo el Carmelo burgense. El
P. Simeón con silenciador de alto voltaje antidecibelios, puso todo, todo… su saber e influencia. Para
estas fechas ya había abandonado su Roma, pero
seguía vigilante en la distancia. Había cambiado su
residencia a Burgos en 1998, pero sus antenas tuvieron siempre largo alcance. Por eso, narrar la historia
de la Causa del P. Eufrasio, es escribir, en parte, la
biografía del P. Simeón Tomás de la Sagrada Familia.
No quedaba sino esperar una fecha. Vino de la mano del beato Juan XXIII
en los días memorables de su elección al supremo pontificado. Era el 28 de octubre de 2007. Dios y sus santos te hayan premiado tanto desvelo y bien sudado
trabajo, querido Simeón. Cuando sudabas mucho, hiciese o no calor, siempre
decías: “Hoy he trabajado duro”.
Fr. Antonio Mingo, ocd
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Otras Noticias Noticias
Un hermano de la Salle adicto a la causa.- El hº Mariano Valdizán, entusiasta del
mártir Eufrasio nos escribe desde Bujedo (Burgos), este inmejorable augurio:“Mis
mejores deseos para el nuevo año, que deseo luminoso para la causa de nuestro
querido P. Eufrasio. Dios lo quiera”.
***
Muy Importante: nuevo e-mail.- Por aquello de que es bueno cambiar las señas
de identidad, me he visto en la necesidad de cambiar mi cuenta de correo electrónico. De ahora en adelante quienes deseen dirigirse a mí por este medio
moderno, háganlo, por favor a: [email protected], que pertenece
al P. Antonio Mingo, redactor del Boletín del beato Eufrasio del Niño Jesús,
asturiano, carmelita y mártir. Nuestro agradecimiento hondo a cuantos colaboran con sus donativos en la promoción de la causa.
necesitamos dar a conocer los favores
que por intecesión del beato eufrasio, el señor nos concede.
¿habrá
pronto milagro? dios lo sabe;
en nosotros está cantar y contar las maravillas de dios.
aa
Quienes deseen contribuir a la difusión de la Causa para obtener con la
gracia y la voluntad de Dios la Canonización del P. Eufrasio, pueden entregar sus ofrendas en:
Banco Santander Central Hispano
Titular: Carmelitas Descalzos. Provincia san Juan de la Cruz
Causa P. Eufrasio
CCC – 0049-6738-52-2495031223
Y, por favor, al ingresar sus ofrendas no dejen de indicar quién hace la
ofrenda, para que podamos tenerlos en cuenta, por más que no pueda dar
respuesta agradecida a cada persona. ¡Dios es el mejor retribuidor!
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P. Antonio Mingo, ocd.
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