Capítulo II

Transcripción

Capítulo II
Capítulo II
La religión comienza cuando el hombre comprende lo insensato de buscar
la felicidad en la materia.
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El hombre ha de realizar a Dios, ha de sentir a Dios, ha de ver a Dios. Eso
es religión.
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La oración y la alabanza son los medios fundamentales para el crecimiento.
La repetición de los nombres de Dios posee una fuerza maravillosa.
El mantra es una palabra especial o un texto sagrado o un nombre de Dios
elegido por el gurú para que el discípulo la repita y reflexione sobre su
significado. El discípulo debe concentrarse en una personalidad para orarle
y alabarla, y esa personalidad es su Ishta (ideal). Esas palabras (mantras) no
son solo sonidos sino Dios mismo que tenemos en nuestro interior.
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La percepción es nuestro único conocimiento real o religión. Aunque
hablemos de este tema durante siglos, jamás conoceremos a nuestra alma.
No existe diferencia entre teorías y ateísmo. En realidad, el ateo es el
hombre más sincero.
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Vedanta no reconoce pecado, solo reconoce errores; y el mayor error, dice
vedanta, es decir que tú eres débil, que eres un pecador, una criatura
miserable, que no tienes poder y eres incapaz de todo.
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El pensamiento es tan material y está tanto en la naturaleza como el cuerpo.
Ambos, materia y mente, existen en una tercera unidad que se divide en las
dos. Esta unidad es el “atman”, el yo real.
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El alma que se ha vuelto una con el Señor es fuerte, ninguna otra lo es.
¿Qué piensan ustedes qué fue la fuente de esa fortaleza de Jesús de
Nazareth como lo narra la Biblia - esa inmensa, infinita fuerza que le
permitía reírse de los traidores y bendecir a quienes deseaban asesinarlo?
Era su realización: “Yo y mi Padre somos uno”. Era esa oración “Padre, así
como yo y Tu somos uno, haz que todos sean uno conmigo”. Esta es la
adoración al Dios impersonal.
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Vedanta dice que tú eres puro y perfecto, que existe un estado más allá del
bien y del mal, y que ese estado es tu verdadera naturaleza. Ésta es aun más
elevada que el bien. El bien es sólo una menor diferenciación que el mal.
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Todos los días hagámosnos esta pregunta: “Anhelamos a Dios?” Pueden
leer todos los libros del universo, pero este amor no se logra por el poder de
la palabra, ni por el más elevado intelecto, ni por el estudio de diferentes
ciencias. Quien anhela a Dios logrará amor. A él Dios se le entrega. El
amor es siempre mutuo. Como un espejo que muestra la imagen que recibe.
Puedes odiarme y si yo quiero amarte tu me rechazarás. pero si yo persisto,
en un mes o en un año te verás obligado a amarme. Este es un fenómeno
psicológico bien conocido.
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El poder del ideal está en la práctica. Ejerce su influencia sobre nosotros en
y a través de la práctica. A través de ella el ideal desciende hasta nuestra
percepción sensorial transformado en una forma que podemos asimilar.
Con la práctica construimos los escalones para elevarnos al ideal. En eso
basamos nuestras esperanzas. Eso nos alienta para actuar.
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Quien desea servir al Padre, primero debe servir a los hijos. Quien desea
servir a Shiva debe servir a sus hijos; antes debe servir a todas las criaturas
de este mundo. Dicen los shastras (las escrituras) que los que sirven a los
servidores de Dios son sus mejores servidores. Tengan esto bien presente.
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No hay poder en el mundo capaz de destruir a quien posee estas tres
virtudes: verdad, pureza e inegoismo. Alguien equipado con ellas es capaz
de enfrentar a todo el universo en su contra.
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¡No renuncies a nada! Las cosas renunciarán a ti.
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El progreso humano es la constante lucha contra la naturaleza y no el
conformismo con ella.
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La verdadera esencia de la educación es concentrar la mente, no la
acumulación de datos.
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Cuanto menos se piense en el cuerpo, tanto mejor; porque es el cuerpo el
que nos tira para abajo. El apego, la identificación con el mismo son las
causas de nuestro sufrimiento. Este es el secreto: pensar que soy el espíritu
y no el cuerpo, y que este universo entero, con todas sus relaciones, con
todo su bien y todo su mal, solo es una serie de cuadros, de escenas
pintadas sobre una tela, de la cual soy yo el espectador.
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La verdad debe ser juzgada por la verdad y nada más. El hacer bien no es la
prueba de la verdad. No necesitamos antorcha para ver al sol. Aunque la
verdad destruya al universo entero, continuará siendo la verdad; aténganse
a ella.
La práctica de las formas concretas de la religión resulta fácil y atrae a las
masas, pero en realidad nada hay en lo externo.
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