Querida alma gemela: Toda mi vida pasa por mi

Transcripción

Querida alma gemela: Toda mi vida pasa por mi
Querida alma gemela:
Toda mi vida pasa por mi primer recuerdo. Aquello que vi por primera vez y que no he dejado
de ver cada amanecer, cada mañana, cada tarde, cada ocaso, cada noche. Incluso cuando
cierro los ojos y todas las luces que tengo dentro de mí se apagan, sigo viéndote en sueños.
Me encanta observar tu silueta, idéntica a la mía. Tu estructura es frágil, de cristal, pero eres
fuerte. Nada ni nadie podría derribarte. Tu mirada es cristalina, transparente. Tanto es así que
veo mi reflejo en tus ojos, aquellos que me derriten, aunque estemos en pleno invierno. Desde
donde llevo toda la vida observándote –justo frente a ti –puedo divisar tu interior, lleno de
ruido, –al igual que el mío –lleno de subidas y bajadas, pensamientos que se pierden en cada
una de las células que trabajan sin descanso en tu interior, diferentes estados de ánimo, pero
tú irradias la misma hermosura que el primer día. Incluso cuando la noche se hace en nuestra
ciudad y crees que nadie te observa, estás preciosa.
Desde lejos, millones de curiosos nos observan cada día, perdón, miento, te observan cada día.
Porque de las dos eres la más bonita. Turistas juegan a hacerse fotos contigo, a veces, mis ojos
recelosos se enrabietan con aquellos que te quieren inmortalizar y lo detesto. Te quiero solo
para mí. Pájaros de metal vuelan alrededor de tu cabeza y se posan con suavidad. A veces tu
cuerpo se eriza, por las cosquillas que te producen. Muestras una sonrisa ruborizada y eso me
vuelve aún más loco. Tú detestas mi tatuaje detrás de mi oreja, yo amo tu pendiente de oso
verde que tan poco hace juego con tu piel.
Lo han confesado mis cuatro nuevos amigos y quieren enamorarte. Te ven pequeñita y
manejable, aunque yo te veo increíblemente perfecta. Van a intentar conquistar tu corazón de
hierro y hormigón, aunque sé que no podrán. Ellos son muy jóvenes, apenas tienen unos pocos
años y no te conocen, no saben de tus gustos, de lo que eres capaz. Sueñan con alcanzarte,
pero jamás podrán estar al nivel en el que estoy yo, a unos metros de ti.
No soporto la distancia que nos separa, quiero besarte, abrazarte, hacerte el amor. Pero me
mantengo lejos de ti. Nuestros pies se separan por más metros que nuestras bocas. Los dos
queremos besarnos, pero nos mantenemos anclados al suelo, inclinados, sin poder movernos,
sin poder darnos el beso que justifique nuestro romance.
Solo sé que soy parte de ti y que tú eres parte de mí. Sin una, no existiría la otra y ese
pensamiento destroza mis amasijos de hierro y a la vez realza lo bonito de amarte. Necesito
cura inevitable para este intenso dolor que es tenerte y no poseerte.
Ahora puedo comprender el nombre que recibimos. Tú eres la uno, porque eres el cuerpo que
refleja el corazón de la número dos, yo.
¿Por qué te confieso esto ahora?
Llevamos quince años juntos o ciento ochenta meses o cinco mil cuatrocientos setenta y cinco
días, y a tu lado no noto el ir y venir del tiempo. Tan solo espero que por fin, un día, nuestras
bocas se unan en lo que los madrileños llaman la Puerta de Europa.