LOS REPUESTOS SÍ CUENTAN

Transcripción

LOS REPUESTOS SÍ CUENTAN
Editorial para el Portal de CANIDRA
LOS REPUESTOS SÍ CUENTAN
Nuestra institución gremial tenía previsto editorializar en su portal esta semana,
sobre ese ya crónica situación de que el país tiene que seguir dependiendo de la
inevitable importación del 75% de las autopartes que consume el mercado
nacional. Y demostrar cuáles son las razones por las que no hemos podido mejorar
la fabricación criolla ubicada en un 25% de lo que demandan los propietarios de
vehículos
Sin embargo, el balance histórico que se haga alguna vez sobre los temas
económicos de mayor impacto que se dieron en el alma misma de la sociedad
venezolana durante los días finales de septiembre y comienzos de octubre de 2011,
jamás podrán divorciarse de la inquietante –y hasta acusatoria- relación de
diversos sucesos con la palabra repuesto; y no necesariamente exclusivo en su
uso por el parque de vehículos particulares, de carga de mercancías y de pasajeros.
Para CANIDRA, es innecesario hacer un censo de hechos y de referencias casi
generales sobre, como se dijo a diario en estos días, que Venezuela no dispone de
repuestos, ni tampoco goza de una política de mantenimiento dirigida a conservar
y resguardar la vida útil de sus bienes, es decir, del gran activo que signa gran
parte de la estructuración de su Producto Interno Bruto.
Pero, nuevamente, como lo ha venido haciendo desde hace casi medio siglo de vida
gremial, obedeciendo al mandato de sus afiliados y al del siempre bien supremo
como es la atención y satisfacción de las necesidades de los propietarios de
vehículos, -indistintamente la marca y modelo del vehículo- la Cámara considera
que está obligada moralmente a llamar la atención sobre la importancia y urgencia
de evitar que se repitan episodios como los de estos duros días.
Nos consta que, cada uno en su área de trabajo, propietarios, accionistas y hasta
suplidores de bienes y servicios de los sectores económicos involucrados en los
hechos, han venido diciendo que el control de cambio y de precios ya no tienen
razón de ser; que su sostenimiento caprichoso –o por razones ideológicas, como lo
califican otros- lleva implícita la consecuencia que los venezolanos apreciaron y
sufrieron estos días, al margen de los complejos eventos relacionados con la
escasez de ciertos alimentos de la dieta diaria de los venezolanos.
No bastan los discursos, las expresiones de arrepentimiento y de hasta una
aparente buena fe usada por los funcionarios obligados a dar la cara ante lo que
está sucediendo.
Se necesita algo más: amor verdadero por el país y respeto por la vida de cada
venezolano o habitante en suelo venezolano; voluntad auténtica de servir;
disposición a aceptar, humildemente, que la gravedad de nuestros problemas en
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sus más increíbles variables, no los pueden solucionar sólo los que gobiernan, el
empresariado o la ciudadanía huérfana de atención en su derecho constitucional a
vivir cada día mejor. Es decir, que tiene que haber entendimiento, diálogo, apoyo
mutuo sin complejos ni temores.
Tiene que existir un mínimo de identidad sincera con lo que estuvo en riesgo esta
semana, y, desde luego, con lo que sí pasó. Es suficiente con el número de
compatriotas que, día a día, dejan sus vidas en las carreteras venezolanas o
terminan convirtiéndose en cargas familiares y del país, porque su capacidad
productiva fue anulada por un accidente en cualquier parte del territorio nacional.
¿Cuántas vidas más de sus hijos tiene que perder Venezuela, mientras se filosofa y
se trata de ubicar algún argumento funcional debajo de cualquier piedra para
evadir responsabilidades, buscar posibles culpables en Marte y se le niega la
obligatoria atención que se le debe dispensar a las exigencias del futuro, que son
ya?.
Por otra parte, ¿hasta cuándo se danza con la creencia de que expropiando o
confiscando empresas privadas y espantando la inversión privada nacional e
internacional, a corto plazo estaremos en capacidad de evitar que los “incidentes”
de esta semana no se conviertan en trágicos accidentes?.
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