castillo feudal se terminaba el dinero, la señora de la casa, a la hora
Transcripción
castillo feudal se terminaba el dinero, la señora de la casa, a la hora
castillo feudal se terminaba el dinero, la señora de la casa, a la hora del yantar, en vez de los manjares acostumbrados, servía una espuela en la vacía fuente de la comida. Ya sabía el cpballero lo que significaba este •nudo reproche. Que había de calzársela y salir a alancear a borgoñones o franceses para reponer el pecijblio. Durante muchos siglos, los prisioneros fueron un manantial de provedaos para el que los capturaba; expléndidos rescates que cobraba el aprehensor recompensaban sus hazañas. Soldados de nuestros tercios, reitre8,lansquenetes y condottieíos se enriquecieron muchas veces súbitamente con el rescate de algún Duque, Príncipe o rico Abad que caía en sus . pecadoras manos. No ca**n estas gangas çn laactualidad. En nuestros días, por desgracia para las personas de espíritu aventurero, la guerra ha tomado un cariz comj^letamente burocrático El soldado completamente uniformado, numerado y encuadrado en una rígida disciplina, ya no puede saquear ciudades, recoger despojos ni pedir rescptes oor sus prisioneros; tampoco puede emborracharse con tanta facilidad en las bodegas del vencido, ni repartirse bellas mujeres en el país conquistado. Verdad es que cobra su prest con absoluta puntualidad y recibe a horas fijas comidas suculentas, ventajas de que carecia su antepasado a menudo andrajoso. La guerra, lejos de hacerse en campo abierto, en caballos empenachados y donde las proezas eran contempladas por amigos y enemigos, tiene lugar en embarrizadas t r i n c h e r a s que huelen a cloacas y cementerio. El soldado maneja mortíferas y compli- cadas máquinas, muchas de las cuales parecen aparatos de farmacia, tan fatales a veces para él como para su adversario, granadas de mano que estallan antes de tiempo, morteros de trinchera que revienten al disparar, gases que a veces se derraman en su misma trinchera, aeroplanos que entran en panne, etc. La primera vez que se emplearon cañones con cierre en la culata,a bordo de los buques de guerra, produjeron más bajas en los propios navios que entre el enemigo. El piimer buque que empleó torres blindadas, volcó en alta mar y ahogó a toda su tripulación con el inventor. Tan burocrático es el aspecto de la guerra moderna, que los cuarteles generales tienen ahora más aspecto de oficinas mercantiles que de centros beliciosos; aunque los oficiales y soldados que trabajan en ellos lleven sables o bayonetas, • estas son sólo puramente decorativas, pues sus poseedores no tienen ocasión alguna de usarlas. Por todas partes máquinas de escribir, teléfono», planos y mapas y sobre todo papelea, muchos papeles. Se reciben a cada instante relaciones triplicadas de granadas disparadas durante el dk, estados inventariados de piezas que hacen falta en la tormenlaria moderna etc., etc A los muertos no se les cantan sus glorias como hacían loa bardos y trovadores antiguos. Se les incluye únicamente en largas listas numeradas que se publican como periódicos y sus ataúdes son fabricados en eeríe por procedimiento» perfeccionados. Se dio el macabro' caso en la gran guerrra de tener que atar los cadáveres en fardos y estibarlos como sardinas de tabal en vagones de mercancías que eran remitidos a retaguardia para su inhumación. Segurain«nte 13 Diputació de Girona — Servei de Biblioteques