manejo del pastoreo con vacas lecheras

Transcripción

manejo del pastoreo con vacas lecheras
MANEJO DEL PASTOREO CON
VACAS LECHERAS
JULIAN PARGA M.
INIA Remehue
Maximizar la producción de forraje de alta calidad por
hectárea y optimizar su utilización por el ganado, son dos
aspectos esenciales de la gestión técnica de una explotación
lechera en base a praderas. El manejo del pastoreo influye
sobre ambos aspectos y por ende, en la producción de
leche por hectárea. Por una parte afecta el rendimiento y
persistencia de la pradera, condicionando su capacidad
sustentadora. Por otra, controla la oferta de forraje por
animal y su valor nutritivo, determinando el consumo de
nutrientes y el rendimiento individual.
Una vez ajustada la carga animal, los dos aspectos más
importantes del manejo cotidiano del pastoreo en el corto
plazo son:
• El control del momento o frecuencia de utilización de
la pradera, que determina la disponibilidad de forraje
prepastoreo y, con ello, la composición morfológica
(proporción de hojas, tallos, material muerto) y el valor
nutritivo del forraje.
• El control de la intensidad de pastoreo, que determina
la cantidad de residuo postpastoreo y, en consecuencia,
el consumo realizado por los animales.
En función de éstos, puede definirse un tercer parámetro
de manejo que es la oferta de pradera por animal, la que
se regula mediante la asignación de superficies, permitiendo
racionar los animales a pastoreo y controlar
anticipadamente el residuo de pradera (Figura 1).
Control del momento o frecuencia
de utilización de la pradera
El momento o frecuencia de utilización determina cuándo
pastorear y por lo tanto, la calidad nutritiva del forraje y la
facilidad o velocidad con que éste puede ser consumido
por el animal (tamaño de los bocados).
La frecuencia de pastoreo puede ser controlada para cada
Permitida la reproducción total o parcial de esta publicación citando la fuente y el autor.
Comité Editor: Luis Opazo R., Periodista; Humberto Navarro, Ing. Agr. M.Sc.
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Año 2009
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Figura 1. Conceptos básicos usados para el manejo de pastoreo
período del año de acuerdo a diversos criterios, tales como
el tiempo de descanso de la pradera, la altura (cm) o la
disponibilidad de forraje prepastoreo (kg de MS/ha), y/o el
número de hojas nuevas emergidas por macollo. Sin
embargo, ninguno de ellos reemplazará el recorrido y
observación visual de los potreros, ya que esto posibilita la
mejor apreciación global del estado o condición de la
pradera.
Los objetivos son: Permitir el descanso suficiente de la
pradera para lograr una adecuada acumulación de reservas
para un rápido rebrote, y optimizar la disponibilidad y
cosecha de hojas verdes por el animal al momento del
pastoreo.
Primavera
La primavera es el período más delicado en términos de
manejo, ya que se produce cerca del 50% del forraje,
sobrepasando ampliamente la capacidad de consumo de
los animales. Además, el pasto madura con rapidez una vez
que comienza el encañado, disminuyendo su digestibilidad.
El momento óptimo de utilización es cuando la pradera
alcanza entre 15 y 20 cm de altura sin disturbar (2.200 a
2.600 kg de MS/ha), momento en que la mayor parte de
los macollos ha alcanzado el estado entre 2 y 3 hojas.
Dependiendo del tipo de pradera y de las condiciones
climáticas, se debe acelerar gradualmente la rotación desde
aproximadamente 25 días en septiembre hasta un mínimo
de 14 días en noviembre, reduciendo el área de pastoreo
y liberando los potreros excedidos (aquéllos con más de
3.000 kg de MS/ha) para destinarlos a conservación de
forraje.
Verano – Otoño
Las disponibilidades de forraje prepastoreo recomendadas
para verano y otoño fluctúan entre 2.000 y 2.400 kg de
MS/ha, siempre y cuando no se sobrepase los 35 días de
descanso, para evitar pérdidas importantes de calidad. Bajo
condiciones climáticas favorables, la frecuencia de pastoreo
debiera variar entre 20 y 30 días.
En veranos muy secos, en que la pradera detiene su
crecimiento, lo más aconsejable es suspender
temporalmente el pastoreo rotativo en franjas, para evitar
el sobrepastoreo y destrucción de las praderas mejoradas.
Mientras dure la sequía, las vacas pueden permanecer y ser
suplementadas en uno o dos potreros con pradera de
menor calidad, manejados como potreros de semi sacrificio,
los que posteriormente deberán ser regenerados temprano
en el otoño. Una vez finalizado el período de sequía, se
deberá retomar gradualmente el pastoreo en franjas,
asignando no más de un 3 a 5% de la superficie disponible
cada día, de manera de lograr intervalos entre pastoreos
de 20 a 30 días.
Invierno
En invierno, el pastoreo difícilmente representará más de
un tercio de la ración de vacas lecheras en lactancia, pero
su aporte es de alta calidad. En esta estación es
absolutamente indispensable suministrar una adecuada
suplementación alimenticia a los animales, de manera de
compensar el déficit de pradera.
Dado el lento crecimiento durante este período, no debiera
esperarse una disponibilidad prepastoreo mayor a 1.800-
2.000 kg de MS/ha, para evitar la acumulación de hojas
muertas en la base de la vegetación. Probablemente, el
mejor criterio de pastoreo en esta estación sea el número
de días transcurridos entre pastoreos, el que, dependiendo
del clima, debiera ser de 40 a 60 días. Esto significa que la
superficie pastoreada diariamente por el rebaño debiera
ser aproximadamente 1/40 a 1/60 parte de la superficie
total disponible para pastoreo. Por ejemplo, si se dispone
de 100 ha, el pastoreo de 2,0 ha diarias permitirá un intervalo
de 50 días entre utilizaciones (100/50 = 2,0).
Como el descanso previo de un potrero al momento de su
utilización depende de la velocidad de la rotación anterior,
es aconsejable comenzar a alargar la rotación a partir de
mediados de otoño, para contar con períodos de descanso
más extensos en el invierno. Intentar alargar la rotación
durante el invierno mismo es más difícil, e incluso
impracticable en la mayoría de las situaciones, debido a la
menor producción de las praderas.
Utilizaciones muy frecuentes en forma sostenida durante
cualquier estación del año, no permitirán el desarrollo
suficiente de las hojas para alcanzar su crecimiento máximo,
ni para acumular las reservas necesarias para un rápido
rebrote, perjudicando el rendimiento de materia seca.
Además, alturas o disponibilidades de entrada muy bajas
limitarán el tamaño de los bocados reduciendo el consumo
diario, a pesar de que se amplíe la superficie de pradera
asignada por animal diariamente.
Por el contrario, la utilización tardía con pasto muy alto
provocará una acumulación y envejecimiento excesivo de
la vegetación. Esto limitará la penetración de luz reduciendo
fuertemente la población de macollos y estolones, y
aumentará las pérdidas de material debido a la muerte de
las hojas viejas, disminuyendo el valor nutritivo del forraje.
Estas pérdidas de calidad se aceleran en primavera, debido
a que utilizaciones tardías incrementan la proporción de
macollos encañados (Figura 2). Adicionalmente, aumentan
Figura 2. Composición morfológica de un rebrote de primavera
las pérdidas por pisoteo y la cantidad de material rechazado
por los animales, dificultando la utilización eficiente del
forraje producido. En consecuencia, utilizaciones tardías
conducirán en general a una mayor acumulación de residuo
de baja calidad (con menor proporción de hojas y mayor
proporción de tallos y material muerto), deteriorando la
estructura productiva de la pradera a través del tiempo.
Otro criterio posible de utilizar para determinar el momento
de utilización, especialmente en primavera, es el número
de hojas expandidas por macollo luego de un pastoreo
intenso a semi-intenso. Los resultados de investigaciones
desarrolladas en Australia, sugieren que el intervalo óptimo
entre pastoreos para ballica perenne, es aquél que permite
el desarrollo de dos a tres hojas verdes por macollo (Figura
3). Pastoreos más frecuentes (antes de alcanzar el estado
de 2 hojas) pueden restringir el rendimiento y persistencia
de la pradera. Pastoreos más distanciados (posteriores al
estado de 3 hojas) disminuirán el valor nutritivo y
aumentarán las pérdidas por muerte y descomposición de
las hojas viejas.
Figura 3. Momento de utilización en función del número de hojas expandidas por macollo.
Control de la intensidad de
pastoreo
alturas postpastoreo entre 5 y 7 cm, equivalentes a residuos
de 1.400 a 1.600 kg de MS/ha.
En verano se sugiere pastorear menos severamente (1.600
a 1.800 kg de MS/ha de residuo) debido al déficit de
humedad del suelo. En invierno, la escasez de forraje obligará
a pastorear más intensamente, a pesar de la suplementación
suministrada. En general, debieran evitarse residuos menores
a 4 cm o 1.000 kg de MS/ha durante esta estación.
Consideraciones finales de manejo
Figura 4. Etapas críticas durante el rebrote de la pradera.
La intensidad o severidad del pastoreo indica cuánto
pastorear y regula simultáneamente el consumo realizado
por los animales y la eficiencia de utilización de la pradera.
Su efectividad mejora notablemente cuando además se
toma en consideración el momento o frecuencia de
utilización de la pradera, ya que esta última afecta la
profundidad del pastoreo y, como ya se indicó, incide
fuertemente sobre la calidad de los residuos.
La intensidad de pastoreo puede controlarse a través de la
altura (cm) o de la cantidad de residuo postpastoreo (kg
MS/ha). A medida que aumenta la altura o la cantidad de
residuo, aumenta el consumo de forraje por animal producto
de la menor presión de pastoreo, pero simultáneamente
disminuye la eficiencia de utilización de la pradera y la
calidad de los rebrotes subsiguientes. En el otro extremo,
pastoreos muy intensos, además de reducir severamente
el consumo y rendimiento animal individual, dejan un
residuo muy escaso que es insuficiente para sostener un
rebrote vigoroso (Figura 4).
En primavera y otoño, la mejor combinación entre
rendimiento por animal y rendimiento por hectárea se
logra restringiendo ligeramente el consumo individual, de
manera de evitar residuos excesivos. Esto significa dejar
Para un adecuado control del momento e intensidad de
utilización de la pradera en las distintas épocas del año, se
debe regular la velocidad de avance del pastoreo (velocidad
de rotación) agrandando o disminuyendo la superficie
pastoreada diariamente. En caso de exceso de pasto, como
ocurre en primavera, es posible acelerar la rotación
reduciendo la superficie de pastoreo, saltando los potreros
excedidos y destinándolos a conservación de forraje.
En períodos en que el aporte de la pradera se torna
insuficiente, se puede acelerar su crecimiento mediante la
fertilización estratégica con nitrógeno (25 a 30 kg de N/ha
cada 30 a 45 días), siempre y cuando las condiciones de
temperatura, humedad y fertilidad del suelo no sean
limitantes.
Paralelamente, la suplementación del ganado en función
de los niveles productivos y de la disponibilidad y calidad
de la pradera, permitirá compensar el déficit de forraje y
mantener las frecuencias e intensidades de pastoreo
requeridas, sin comprometer la producción ni condición
corporal de las vacas.
Si por el contrario, se intenta suplir el déficit de pradera
aumentando la asignación diaria de superficie, se reducirán
los períodos de descanso entre pastoreos y la disponibilidad
de forraje para los pastoreos siguientes será aún más
restringida.
Manejar el pastoreo en los rangos sugeridos permitirá
optimizar tanto rendimiento, persistencia y calidad, así
como el consumo de la pradera, maximizando la producción
animal por hectárea (Figura 5).
Figura 5. Disponibilidad y residuo adecuados para un máximo consumo y rápido rebrote de la pradera en primavera.

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