Incorporación de Chiloé al territorio de la República de Chile en el

Transcripción

Incorporación de Chiloé al territorio de la República de Chile en el
Incorporación de Chiloé al territorio de la República
de Chile en el año 1826
y la participación del general O`Higgins
Lorenzo Çaglević Baković
1
Introducción
El presente tema se enfoca en lo sucedido durante los últimos ocho años de
dominación española en el archipiélago de Chiloé, el que culmina con la
capitulación realista y la suscripción del Tratado de Tantauco, mediante el
cual esta región insular pasa a integrar, como una provincia más, el territorio
de la República de Chile.
Cronológicamente, entonces, el período específico en el cual se desarrolla
este trabajo abarca desde el año 1818 hasta el año de 1826, durante la última
gobernación hispana ejercida por don Antonio de Quintanilla y, en forma
particular, propongo la desmitificación del concepto de un fidelismo colectivo
existente en ese archipiélago explicando los hechos sucedidos como
consecuencia del gran liderazgo militar ejercido por Quintanilla.
Los diversos historiadores que han escrito acerca de este tema, que se
encuentra situado en la época independentista de nuestra historia, y de los
cuales hemos extraído información para este trabajo, los mencionamos en
estricto orden alfabético en el listado de la bibliografía respectiva del
Apéndice final.
Empero, he preferido destacar sólo a algunos de ellos considerando, en
ocasiones, su profundidad y la mayor proximidad de su obra a los sucesos que
narran y que, como verá el lector en los pie de página, ocupamos en forma
más frecuente. Este es el caso de don Diego Barros Arana y su obra y Las
campañas de Chiloé (1820-1826) y, ya bastante más cercano a nuestro tiempo,
se ha revisado información de don Fernando Campos Harriet en su obra Los
defensores del Rey.
No obstante, existe otro grupo de historiadores consultados que, si bien son
más contemporáneos, son especialistas sumamente acuciosos y de terreno, si
se me permite este coloquial término para poder definir de alguna forma a
aquellos que se distinguen por su conocimiento muy detallado, tanto de la Isla
de Chiloé como de su historia. En este caso nos encontramos, en lo que dice
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principalmente relación al período indiano, con las diversas obras de don
Rodolfo Urbina Burgos como lo son: Población Indígena, Encomienda y
Tributo 1567-1813; Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial y Las Misiones
Franciscanas de Chiloé a fines del siglo XVII.
También está presente don Isidoro Vásquez de Acuña con su obras: El general
de Quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826); El Marqués de
Quintanilla; o bien su obra, un poco más especializada en temas navales, pero
que no deja de aportar importantes antecedentes al tema que nos ocupa, y que
él entrega en su Historia Naval del Reino de Chile (1520-1826)
Además se han consultado las obras del R.P. padre Gabriel Guarda O.S.B.
habiendo tenido la suerte de que se me concediera una entrevista personal,
donde pude consultarlo sobre sus puntos de vista acerca del fidelismo chilote
hacia el rey.
Finalmente, debemos hacer mención que la propia Autobiografía del Mariscal
de Campo don Antonio de Quintanilla, toda vez la imparcialidad y
credibilidad otorgada a sus relatos por los propios historiadores que ya he
mencionado, ha sido también de una gran ayuda.
En cuanto a los contenidos expuestos por los autores indicados, no se aprecian
grandes diferencias en lo sustantivo de los hechos que dan cuenta, con la
debida excepción, como siempre sucede, cuando se llega a las cuantificaciones
del número de fuerzas de un bando u otro o el armamento o en la cantidad de
recursos. En el resto de sus narraciones, que pueden parecernos más o menos
acentuadas en algún tópico en particular, en ningún caso se aprecian
contradicciones sobre los sucesos que examinan.
Lo que sí llama mi atención, es la coincidencia que tienen dichos autores ya al
manifestarse acerca del fidelismo al rey que profesaba el pueblo chilote como
un colectivo. Existen abundantes expresiones en sus obras que son un
verdadero panegírico a esta condición. A continuación, y sólo a título de
ejemplo, señalo algunas de ellas ya que el lector podrá apreciar mejor este
criterio una vez leído el texto de la presente tesis:
“En aquellas islas, la opinión pública se había pronunciado abiertamente
contra el cambio gubernativo efectuado en Chile. Las autoridades i los
habitantes se prestaron gustosos a favorecer la empresa de Pareja, y
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auxiliarlos con todos los recursos de que podían disponer”: Diego Barros
Arana.
“¡Qué diferencia hay entre los primeros, los esforzados conquistadores, y
estos últimos defensores del Rey! La lealtad, la fidelidad, la nobleza y el
valor, son, en general, comunes a unos y a otros. Pero ¡qué distinto el ideal,
la justificación del sacrificio, la causa!”: Fernando Campos Harriet.
“De esta manera, la mentalidad político-social imperante en Chiloé, era de
un apoyo fervoroso al sistema monárquico y a su Rey como la única ideología
vigente y conocida en el mundo isleño”: Rodolfo Urbina. B/ Dante Montiel V.
“Este bando contradecía compromisos del tratado de Tantauco y la adhesión
forzada de quienes se vieron obligados a someterse al bando antes expuesto,
los hicieron seguir en el fondo de sus espíritus fieles a su pasado monárquico
y añorando la independencia de España, mientras sufrían el menoscabo y el
abandono del gobierno central chileno durante decenios”: I. Vásquez de
Acuña.
“Efectivamente provincias fidelísimas han podido ser llamadas Valdivia y
Chiloé por la generalidad de su adhesión a la causa real”: R.P. Gabriel
Guarda O.S.B.
“Todo faltaba, menos entusiasmo y decisión por la causa del Rey de España”:
Antonio de Quintanilla.
Habida consideración de esta opinión generalizada, y bastante acentuada,
acerca del fidelismo chilote, me motivó a la revisión, análisis e investigación
de cuán generalizado pudo haber sido ese fenómeno del fidelismo chilote.
A través del examen de documentos y de las expresiones vertidas en las obras
de los autores más arriba indicados, pensé en la necesidad de problematizar el
tema del fidelismo, toda vez que en el desarrollo de este trabajo me he
encontrado con diversas situaciones concretas que me llaman la atención,
precisamente en el sentido contrario.
En efecto, no es posible soslayar la revisión de diversas situaciones que se
presentaron en Chiloé: Las rebeliones; El estado de ánimo de la tropa chilota,
cuando se le envía a combatir fuera de su terruño y ésta sólo quiere regresar a
la isla; Las condiciones de desamparo y pobreza de sus familias que
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permanecieron en Chiloé en ausencia de los jefes de hogares reclutados para la
causa realista; La vulnerabilidad que muestra la población chilota, en relación
a su supuesta posición realista, ante las opiniones de unos pocos
prisioneros foráneos; El conocimiento que el bando patriota tenía acerca de
personas residentes en Chiloé dispuestas a colaborar con esta causa, etc. En
fin, existen una serie de hechos que se van analizando en este trabajo y que si
bien no nos permiten cuantificar exactamente el porcentaje de la población
que actuaba por causas muy distintas a un pretendido fidelismo, podemos
pensar que no se trataba de excepciones.
En la esperanza de lograr mi objetivo, el presente trabajo lo he dividido en tres
capítulos y, dentro de cada uno de ellos, en subcapítulos que pretenden
ordenar la información que se entrega, con la finalidad de obtener una
secuencia del relato lo más fluida y comprensible.
No obstante lo anterior, para poder comprender el qué, el cómo y el por qué
suceden estos hechos que se pretenden explicar fue necesario, en el primer
capítulo, remontarse a antecedentes, aspectos y, en ocasiones, a personajes
bastante anteriores a la época de esta tesis pero que, junto con plantear la
temprana importancia geopolítica de Chiloé, nos ayudan a entender a esta
particular sociedad que se fue desarrollando, aislada del mundo, en ese remoto
lugar de la América austral.
Así entonces, en el Capítulo I que se titula; La ambigua situación de Chiloé
respecto a la Capitanía General de Chile, expongo, en forma por cierto muy
general y sucinta, qué era Chiloé durante el período colonial o indiano (siglos
XVI, XVII y XVIII) en los más variados aspectos de la vida del archipiélago.
Trato asimismo de mostrar al lector cómo influyó el marcado aislamiento que
se vivía en ese territorio respecto de la Capitanía General de Chile, lo que a la
postre, en parte importante y, junto a consideraciones de orden estratégicas,
explican su cambio de dependencia directa del virreinato del Perú. Finalizo
este capítulo tratando de resaltar las ambigüedades que se perciben en la falta
de atención que en la práctica las autoridades hispanas le dispensaban a
Chiloé, no obstante su importancia geopolítica.
En el Capítulo II, ya ubicado cronológicamente en el siglo XIX, explico
acerca de la colaboración prestada por Chiloé a las acciones realistas que se
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desarrollaban en Chile continental, el cual se titula precisamente; Los chilotes
frente a la independencia de Chile. En sus distintos subcapítulos voy
indicando los hechos que, a través de las distintas expediciones, provenientes
desde el virreinato del Perú, tuvieron por objeto ahogar la revolución patriota
en Chile.
Inicio este capítulo con un vistazo a la situación política de Chile en ese
momento, para continuar con las campañas de Pareja, de Gaínza, las dos de
Osorio y las características de la llamada Guerra a Muerte.
En el capítulo III denominado; Incorporación de Chiloé a la República de
Chile, entro directamente a explicar las acciones desarrolladas por el personaje
que resulta más relevante para esta tesis, don Antonio de Quintanilla, así como
las distintas expediciones chilenas destinadas a arrebatarle de sus manos a
Chiloé.
Sin embargo, no es posible entender a cabalidad las expediciones en cuestión
y sus primeros fracasos, sin considerar algunos subcapítulos que contienen, al
menos, rasgos biográficos de sus líderes. Me estoy refiriendo, fuera de
Quintanilla, a Cochrane y Freire. Tampoco es posible soslayar, para lograr
una comprensión del porqué era importante recuperar Chiloé, cuáles
fueron los motivos que impidieron realizar antes su liberación, la situación
política que se vivía en Chile, primero, durante el gobierno del prócer don
Bernardo O`Higgins, como también su influencia desde su destierro en el Perú
a las que se sumaban las presiones ejercidas por el propio Bolívar y los
apetitos de algunas potencias extranjeras sobre el archipiélago, las que se
manifestaron claramente durante el gobierno de Freire.
Al final del trabajo se incluye un Apéndice, relacionado con la materia, en el
cual se exponen v.gr. el Tratado de Tantauco; el Tratado de Lircay; la
Declaración de Independencia; una Línea de Tiempo, donde el lector podrá
ubicarse en relación a los hechos que iban aconteciendo en forma coetánea
tanto en Chiloé, como en el resto de Chile, en Perú o en Europa durante la
época; Relaciones Cronológicas de los monarcas españoles, los virreyes del
Perú, los gobernadores de Chile y los gobernadores de Chiloé; Mapas con las
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Fortificaciones de Valdivia; de Chiloé; de importantes caminos coloniales de
nuestra zona de interés y otros varios documentos, que el lector interesado
podrá encontrar y que me permito recomendarle.
A través del examen de documentos y de las expresiones vertidas en las obras
de los autores más arriba indicados, pensé en la necesidad de problematizar el
tema del fidelismo, toda vez que en el desarrollo de este trabajo me he
encontrado con diversas situaciones concretas que me llaman la atención,
precisamente en el sentido contrario.
En efecto, no es posible soslayar la revisión de diversas situaciones que se
presentaron en Chiloé: Rebeliones; El estado de ánimo de la tropa chilota,
cuando se le envía a combatir fuera de su terruño y ésta sólo quiere regresar a
la isla; Las condiciones de desamparo y pobreza de sus familias que
permanecieron en Chiloé en ausencia de los jefes de hogares reclutados para la
causa realista; La vulnerabilidad que muestra la población chilota, en relación
a su supuesta posición realista, ante las opiniones de unos pocos prisioneros
foráneos; El conocimiento que el bando patriota tenía acerca de personas
residentes en Chiloé dispuestas a colaborar con esta causa, etc. En fin,
existen una serie de hechos que se van analizando en este trabajo y que si bien
no nos permiten cuantificar exactamente un porcentaje de la población que
actuaba por causas muy distintas a un pretendido fidelismo, podemos pensar
que no se trataban de excepciones.
Creo que la gran diferencia entre mi opinión al respecto y lo señalado por los
autores aludidos, estriba en que no es posible extrapolar las características de
fidelismo a toda prueba hacia el monarca español, que sin duda alguna poseía
Quintanilla, y en un nivel que casi rayaba en el fanatismo, con el resto del
colectivo chilote.
Personalmente confieso mi admiración hacia este último jefe español de
Chiloé, a quien sólo caben elogios como gobernador militar y quien fuera la
personalidad que impulsó a los chilotes a actuar, voluntaria o
involuntariamente, como lo hicieron. De mis conclusiones personales acerca
del tema pienso que lo que ellos defendían era su familia, sus vidas, su
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derecho a vivir en paz, su tierra y sus pocas pertenencias. Motivación muy
distinta a la de Quintanilla y de su círculo más cercano.
Empero, como lo expreso claramente en el título de esta tesis: Chiloé Heroico;
en nada le resta ese carácter de resistencia épica que mantuvo todo el colectivo
chilote que, durante esos años, sufrió a causa del abandono, del aislamiento y,
por supuesto, de la guerra.
Entiendo que la interpretación de un hecho histórico siempre tendrá diversos
matices, y personalmente nada pretendo imponer, menos dada la erudición de
los autores consultados. Pero sí quiero, con el debido respeto, dejar
consignado en mi trabajo mis razonables y sinceros puntos de vista productos
de mi investigación.
Advertencia
Durante todo el desarrollo del presente tema se presentan, intercalados en el
texto, los números que el lector podrá consultar al final del texto, en letras
negrita y en el espacio denominado, Notas numeradas en el texto anterior,
todo lo que corresponde a los documentos, testimonios o citas que van
sustentando mi exposición.
Por otra parte, se ha sido totalmente fiel a la ortografía y a la redacción que se
ha extraído de los distintos documentos, testimonios o citas usadas sin alterar
el lenguaje propio de la época, por lo que al lector podría parecerle una falta
en relación al uso del idioma actual, pero se debe al motivo que se explica.
&&&
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Capítulo I
La ambigua situación de Chiloé respecto a la
Capitanía General de Chile
Para poder seguir la línea del presente tema y entender cabalmente lo que
describiremos en los capítulos posteriores, es decir la conducta de los chilotes
en el siglo XIX durante el período independentista, cómo se va configurando
la importancia geopolítica de esta provincia y de qué modo fue su
incorporación a la República de Chile, se hace absolutamente necesario
plantearnos en el presente capítulo, aunque sea en una somera descripción,
cómo fueron los orígenes de esta aislada sociedad, tan particular, creada en
Chiloé a partir del siglo XVI y qué características presentaban los aspectos
más importantes de la vida en esos lejanos parajes durante los siglos XVII y
XVIII.
Creo que cada uno de los aspectos los cuales, lejos de pretender tratarlos en
profundidad, sólo se bosquejan acá a modo de subcapítulos, nos van
entregando luces que, en mi opinión, van explicando las razones de las
conductas que los chilotes observaron durante la época independentista, en
general, tan distintas de sus gobernantes y sus círculos inmediatos.
A pesar de que muchos autores insisten en un fidelismo colectivo, esta
situación a mi juicio no se dio, o bien sólo existió de una manera muy
atenuada ya que no existían las condiciones para que así fuere.
Aspectos históricos-militares en siglos XVI-XVII y XVIII:
A fines de 1519, cinco carabelas con 265 marinos zarparon desde Sevilla al
mando del capitán portugués Fernando de Magalhaes, nacido en Sabrosa,
cercanías de Oporto en 1480 pero nacionalizado español. A modo de
agradecimiento hacia el monarca, Carlos I de España quien le presta ayuda en
su empresa, se convierte en su súbdito y traduce su nombre a Hernando de
Magallanes.
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Tres años después, en 1522, sólo regresaron 18 hombres en una maltrecha
nave y sin su fallecido capitán. Ahora llegaban al mando de don Juan
Sebastián Elcano, quien completó el sueño del intrépido Magallanes (1)
Después de 3 años de padecimientos (2), naufragios, motines, muertes y
deserciones, la redondez de la tierra y la existencia de un paso entre el
Atlántico y el continente Asiático por el estrecho de Todos los Santos, después
llamado Estrecho de Magallanes, había quedado comprobada pero, más que
todo aquello, nacía un nuevo incentivo para que los audaces marinos de la
época se volvieran a aventurar en la navegación de estos confines del mundo y
en el descubrimiento de ignotas tierras.
La hazaña de Magallanes, en cuanto a su aporte a la navegación y el
conocimiento científico de la época, fue grandiosa y, en lo que dice relación a
nuestra historia, él tuvo el privilegio de ser quien, por primera vez, descubrió
nuestras australes costas.
Posteriormente, en el año 1525, otro marino español, Francisco de Hoces,
obligado por las horribles, pero habituales, condiciones de mar y de viento de
la zona las cuales empujaron su nave hasta los 55 º de latitud Sur, pudo
descubrir a la navegación el Cabo de Hornos en el extremo meridional de
América. Aún, en las antiguas cartas geográficas de España, puede observarse
el Paso de Hoces que, en nuestra actual cartografía en uso, conocemos como
el Paso de Drake aunque el mencionado pirata, Sir Francis Drake, sólo lo
navegara casi medio siglo después. Demás está el comentar que este nuevo
paso era de suyo más peligroso, lejano y temido que el Estrecho de
Magallanes.
No obstante, a cualquier navegante que cruzara de un océano a otro, sea por el
estrecho o por el cabo, le era importantísimo encontrar un fondeadero
próximo, seguro y con, al menos, algunos recursos que le permitieran efectuar
reparaciones, obtener abastecimiento y dar descanso a sus agotadas
tripulaciones después de esas épicas travesías. Chiloé podía ser ese
estratégico punto constituyendo, además, una atalaya y punto fuerte para
impedir, dentro de lo posible, a las naves de países enemigos de la corona
española su libre tránsito hacia sus colonias que eran bañadas por el océano
Pacífico en el nuevo continente.
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Así entonces don Alonso de Camargo, en el año 1540 durante un viaje al Perú,
da cuenta del avistamiento del archipiélago de Chiloé. Pasaron más de 13
años cuando el gobernador de la capitanía de Chile, don Pedro de Valdivia,
dispuso una expedición con el fin de recolectar información geográfica del
archipiélago y envía a don Francisco de Ulloa para estos fines. A este capitán
se le considera como el primer europeo en conocer Chiloé en el año de 1553.
Este archipiélago se componía por la llamada Isla Grande y una treintena de
islas más pequeñas con alguna población indígena.
La corona española formalizó la posesión del archipiélago oficialmente el 28
de Febrero 1558 (3). Fue don Martín Ruiz de Gamboa, yerno de don
Rodrigo de Quiroga, a la sazón gobernador del Reino de Chile, a quien le
correspondió llevar a cabo su ocupación el año 1567 bautizándola como
Nueva Galicia, aunque al final se impuso la voz huilliche de Chiloé, que ya
usaban los naturales y cuyo significado es lugar de chelles, unas aves blancas
que habitan en el archipiélago, y que en la lengua mapudungun,
correspondería al vocablo Chilwe cuya adaptación al español es Chilhué,
derivando de ahí hacia el nombre de Chiloé que hoy usamos. La población
chilota que hoy conocemos desciende de una mezcla de sus originales
habitantes: huilliches, cuncos, payos y chonos con los colonizadores españoles
y, posteriormente, con el aporte de chilenos y unos pocos extranjeros.
A don Martín, quien fuera nombrado gobernador de Chiloé y, años después,
Gobernador del reino de Chile al fallecimiento de su suegro, no le resultó
difícil su misión en el archipiélago toda vez la gran sumisión que encontró en
los naturales de esa zona y de la cual don Diego Barros Arana da buena cuenta
(4). Así entonces Ruiz de Gamboa, procede a fundar la ciudad de San
Antonio de Castro en el año 1567, asiento de la primera capital del
archipiélago. Observando la ventaja que le otorgaba el hecho de encontrar
indios tan pacíficos, este gobernador sin vacilaciones, distribuyó entonces las
tierras y los indios entre sus hombres. Posteriormente regresó a Santiago,
dejando el gobierno de Chiloé al maestre de campo don Alonso Benítez.
A partir de aquel entonces se consideró a Chiloé dependiente de la Capitanía
General de Chile (5) como una de sus provincias. Como se verá más
adelante, esta situación se extenderá hasta el año 1768 cuando, por razones
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que se expondrán en su momento, pasará a tener dependencia directa del
virreinato del Perú, y posteriormente desde 1784, por consideraciones más
bien estratégicas, elevada a la categoría de intendencia peruana.
Durante esos doscientos años (1567-1768) tuvo lugar el desastre que significó
a los españoles la gran sublevación mapuche de Curalaba (1598) en que los
indígenas no sólo vencieron en dicha acción a los hispanos, sino que también
mataron al propio Gobernador de Chile don Martín Oñez de Loyola dejando
separado al reino en dos, ya que absolutamente todas las ciudades entre el río
Biobío y el Canal de Chacao fueron arrasadas, destruidas o abandonadas en un
corto período de tiempo.
Este alzamiento trajo también como consecuencia el despoblamiento de
Osorno a causa del asedio indígena que el contingente español, allí
acantonado y fortificado, no fue capaz de resistir. Ante esta situación esa
jefatura militar decidió refugiar a toda esa población en el archipiélago
quedando, en general, las mujeres y niños en la ciudad de Castro y los
soldados y algunos indígenas amigos, apostados en Calbuco y Carelmapu.
Asimismo, durante esa época, los habitantes de Chiloé, e incluso los de
Valdivia, debieron sufrir con las incursiones de corsarios holandeses quienes
destruyeron parcialmente la ciudad capital de Castro en el año 1600, y
acecharon el archipiélago en varias ocasiones posteriores.
Primero, fueron los piratas de la destructora expedición holandesa a Castro,
liderada por Baltasar de Cordes. Con el engaño de llegar en son de paz y
amistad, confundieron a sus ingenuos habitantes y una vez que hubieron
desembarcado, sembraron la muerte, el saqueo y la destrucción por doquier.
Cabe hacer notar que los holandeses fueron ayudados en sus fines por
numerosos indígenas huilliches de Lacuy, quienes se encontraban muy
descontentos por los malos tratos que les otorgaban sus señores, los
encomenderos españoles. Así entonces pactaron con los holandeses confiados
en su ayuda. Sin embargo, a su momento, los corsarios no respetaron las
promesas hechas a los indios y mataron tanto a caciques huilliches cuanto
a la mayoría de los varones españoles que permanecieron en la naciente
ciudad. Se calcula sobre trescientas personas las que fueron víctimas de esta
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incursión holandesa. Afortunadamente, para los españoles, después de su
inicial huida, pudieron reorganizarse y plantear una contraofensiva, lo que
produjo el retiro de de Cordes y su abandono de la isla.
La conducta de los indígenas, que se observa en las acciones descritas, es una
contundente muestra de la debilidad del concepto de fidelidad, cuando existen
condiciones claras de explotación o de excesivo autoritarismo. El lógico
descontento indígena, en este caso con los feudatarios encomenderos, tardó
poco en echar por tierra la señalada lealtad al rey que también se suponía en
ellos y no dudaron en traicionarlos.
Con posterioridad a de Cordes y Vaan Nort, acecharon las costas chilotas
otros corsarios holandeses como Van Spilberg, Jacobo L‘Hermite y Hendrick
Brouwer. Este último, en el año 1643 (6) y del cual se tienen antecedentes de
primera fuente por parte de un diario de Gaspar Schmalkalden, hombre de la
dotación de Brower. Este interesante documento lo menciono, al menos en lo
concerniente a algunos días, en el pie de página (7) dado que nos permite, a
través de este testigo presencial conocer cómo eran, en esta versión prima, la
crudeza de los saqueos corsarios, incendios y destrucciones de las
propiedades como las que debió soportar, nuevamente, la ciudad de Castro.
También de su lectura podemos concluir lo difícil de la aventura naval, dado
las adversas condiciones de tiempo en la zona; los pocos recursos existentes
en la islas, salvo algunos animales y “tesoros” de muy poca monta; la vida y
las costumbres de aquel remoto período y las relaciones de cooperación
mutuas entre huilliches y holandeses que, para fortuna de la corona de España,
a la postre no prosperaron.
Asimismo, estas interesantísimas narraciones toda vez que provienen de
primera fuente presencial, nos entregan una muy buena descripción en
relación a cómo eran dichos poblados del período indiano, durante la primera
mitad del siglo XVII, por lo que he estimado muy útil dejarlas consignadas (8)
en su respectiva nota .
Esta incursión de la expedición de Brouwer, fallecido pocos días después en
Valdivia, significó un toque de atención en los oídos del Virrey del Perú,
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don Pedro Alvarez de Toledo y Leiva (1639-1648) marqués de Mancera,
para iniciar la construcción de su sistema de fuertes en Valdivia (9)
Sin embargo, en Chiloé, las fortificaciones de cierta importancia fueron
bastante más tardías y, en parte, se lograron gracias al clamor de los
pobladores quienes ya tenían suficientes padecimientos por el duro
aislamiento y la vida miserable que debían soportar. Esto los llevó, en más de
una ocasión, a solicitar el despoblamiento del archipiélago. Obviamente la
corona española tenía clara su importancia estratégica y por ningún motivo
accedió siquiera a considerar tal solicitud. En efecto, durante el virreinato de
don Manuel de Amat y Junient (1761-1776) fue designado Gobernador de
Chiloé el capitán don Carlos de Beranguer y Renaud con la misión de fundar
la Villa y Fuerte Real de San Carlos de Chiloé (actual ciudad de Ancud) en el
año 1768 y transformar el extremo norte de la isla en un sistema defensivo
principalmente contra las acechanzas marítimas inglesas de la época.
La ubicación privilegiada y las condiciones hidrográficas de San Carlos
primaron sobre las condiciones que habían en otros lugares como Castro,
Chacao o incluso en la propia isla de Calbuco, pegada al continente, la que
también fue considerada por el estudioso Beranguer para establecer en
definitiva el mejor puerto posible que permitiera el establecimiento de un
puerto seguro y que sirviera, tanto en el aspecto militar como comercial.
Así las cosas, comenzaron a instalarse una serie de fortificaciones en el
mencionado extremo norte, destacándose como principal el Castillo
(denominación que se les daba normalmente a los fuertes de cierta
connotación) de San Miguel de Agüi, ubicado en la península de Lacuy y
cuyas instalaciones, aunque deterioradas, las podemos apreciar en la Isla
Grande hasta el día de hoy.
Se construyeron, además, otros fuertes los que iremos señalando más adelante
en su debida oportunidad.
Aspecto social:
En forma similar a lo que sucedía en otros lugares del continente que habían
sido conquistados por los hispanos, también en Chiloé la sociedad presentaba
claras diferenciaciones.
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Así entonces, en la llamada república española o estamento español de la isla,
en el tope de la pirámide social se ubicaban los “Nobles” que eran los
españoles de las primeras familias de pobladores y, según se decía, los
“beneméritos descendientes de los conquistadores”
Ellos no se mezclaban en matrimonio con el resto de la población y así
conservaban orgullosamente su pureza racial, de la que hacían abierta
ostentación siendo el pilar de sustentación de sus derechos.
Es en estos nobles provincianos en quienes recaía el disfrute de la institución
llamada Encomienda la que, como es sabido, consistía en un derecho otorgado
por el rey a favor de un determinado súbdito español (encomendero) con el
objeto recompensarlo por algún mérito y así éste percibiera los tributos que los
indígenas (indios tributarios) debían pagar a la corona ya que, para estos
menesteres sí eran considerados súbditos, aunque paradojalmente eran
considerados incapaces para actuar, ya que no eran responsables de sus actos.
Por su lado, el encomendero debía asegurarles su mantenimiento, protección y
formarlos en la fe católica.
Esta institución fue origen de innumerables injusticias cometidas en contra de
los indígenas. El sistema que, en teoría consideraba para el indígena sólo la
obligación de tributar en especies que el cacique recolectaba de sus indios para
hacerlo llegar al encomendero, derivó en un trabajo forzoso a favor de éste,
amén de constantes malos tratos e incluso de brutales castigos.
A pesar de que, supuestamente, los llamados corregidores debían prestar
justicia a los desgraciados indios encomendados, casi nunca cumplieron con
sus funciones como tampoco lo hicieron los coadjutores o protectores
especialmente instituidos para estos fines. Así, los tributos, que estaban
regulados por tasas y ordenanzas, sólo eran letra muerta. Todo aquello
produjo, durante distintas épocas, varios intentos de rebeliones o de alianzas
con enemigos de España siendo la más cruenta la de 1712 en la cual,
obviamente los indios, por lejos, sacaron la peor parte.
Este cruel sistema originó, en cierto plazo, una ostensible disminución de la
población indígena lo que a fines del siglo XVII hizo crisis. No obstante
mantenerse esta institución en varios lugares hasta bien entrado el siglo XVIII
fue abolida en Chiloé en el año1782, momento a partir del cual se empieza a
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notar la disminución de la gran influencia de este primer estrato social, de
nobles (encomenderos), sobre los otros componentes de la sociedad en dicha
provincia.
En la mitad de la pirámide social se ubicaban los llamados “Españoles
Medios”, que eran los habitantes de origen español pero sin historia ni
alcurnia familiar importante.
En la base piramidal de esta “República” se ubicaba el estrato correspondiente
a los españoles “Plebeyos”, que eran personas comunes y corrientes. Estos
eran pobres y algunos incluso mestizos. No obstante este estrato, en su
totalidad era, para todos los efectos, considerado español al igual que los
integrantes de los niveles superiores, pero no disfrutaba de los privilegios ni
negocios como aquellos.
La república de indios también contaba con su propia estratificación. Por
supuesto que esta se hallaba ubicada, muy por debajo, a partir de la parte
inferior de la pirámide social española. Eran tres grupos indígenas que se
consideraban jurídicamente distintos: Por un lado estaban los veliches y payos
que eran nativos de Chiloé y eran los que estaban sometidos a trabajar para los
encomenderos en las condiciones que ya hemos explicado. Por otro lado, se
encontraban los indios huilliches, de la ribera norte del canal de Chacao.
Estos, después de la destrucción mapuche de Osorno, se asentaron junto a los
españoles, con quienes colaboraban, tanto en Calbuco como en Abtao, y
recibían el apelativo de “reyunos” o “del rey” y, como tales, defendían la
frontera del norte. Estaban libres de tributos o encomienda.
Finalmente, en la república india se encontraban los “neófitos” que eran
aborígenes de diversas tribus, normalmente trasladados desde más al sur, que
se hallaban en reducciones en las islas de Chaulinec, Guar y Cailín. Estos
indios en calidad de “nuevamente convertidos” se hallaban bajo la
administración de los misioneros católicos y también libres de encomienda y
tributos.
Tanto los neófitos como los reyunos constituían una proporción muy inferior
de la población india, siendo los veliches y payos muy mayoritarios en este
sentido. En un comienzo, a la llegada de los españoles (1567), se estimaba el
total de la población aborigen en unas 50.000 almas considerando todas las
16
islas del archipiélago como también todos los niveles etarios. Unos 12,000
indios que tenían edad para convertirse en tributarios (varones entre 18 y 50
años, con algunas excepciones como mujeres, caciques y otros casos
particulares) fueron repartidos inicialmente en encomiendas. A fines del siglo
XVII los tributarios habían disminuido en forma dramática a sólo 1500 y el
total de los naturales sólo a 5000. A pesar de aquello, en el siglo XVIII
existían en Chiloé 50 encomiendas repartidas entre los nobles de la provincia
(encomenderos o feudatarios) que se rotaban para este disfrute. También
existieron otras 3 encomiendas a cargo de las tres congregaciones religiosas de
la isla (jesuitas, mercedarios y franciscanos) a las que eufemísticamente se les
llamaba “depósitos” ya que las disposiciones de la época no permitían ejercer
la encomienda propiamente tal por parte de los religiosos. Por lejos, la más
importante y numerosa fue el depósito de los jesuitas o “encomienda de la
compañía” (Compañía de Jesús) la que finalizó al producirse la expulsión de
la orden en 1767.
Ya a fines del siglo XVIII, según un censo de población que data del año 1788
y comentado en la obra de don Diego Barros Arana, Las campañas de Chiloé,
pág.13, habitaban el archipiélago aproximadamente 27.000 personas: Unos
15.000, entre españoles y españoles chilotes, y aproximadamente 12.000
indios. Información bastante parecida la proporciona el padre Guarda en La
Historia Urbana del Reino de Chile, pág. 212, señalando que en el año 1797 la
población, de toda la provincia, era de 26.337 personas.
Aspecto religioso:
En el aspecto religioso, principalmente en lo concerniente a la evangelización
del sector indígena de la población chilota, desde muy temprano, los
sacerdotes jesuitas marcaron la formación católica de los indígenas como
también mantuvieron la fe católica en los otros estamentos de la sociedad.
Si bien cuando, en el siglo XVI, se produce la llegada de los primeros
sacerdotes católicos junto con la ocupación española del archipiélago en el
año 1567, y estos fueron pertenecientes a las órdenes mercedaria y
franciscana, los jesuitas arriban años más tarde a la isla, a comienzos del siglo
XVII, (año1608) para fundar las primeras iglesias y extender la fe cristiana
por todo el archipiélago (10)
17
La cultura chilota, a través de los casi 160 años que duró la permanencia
jesuita, hasta su expulsión en 1767, recibió un rico legado en las enseñanzas
de la orden de la “Compañía” la cual se manifiesta en variados aspectos como
la arquitectura, la música, el arte y sus muy especiales instituciones como la
de los “Fiscales” y de los “Patrones” que impusieron un sello indeleble de
religiosidad en la feligresía isleña. Consiguieron, asimismo, reducir la
hechicería, disminuir los amancebamientos y prácticamente eliminar la
poligamia, lo que hizo que la población chilota alcanzara un nivel de vida
cristiana tal vez de mejor clase que en muchos lugares del continente (11)
Esta labor evangelizadora y educativa la efectuaban los sacerdotes jesuitas
mediante la denominada “Misión Circular”. Esta consistía en recorrer, durante
los 8 meses en que las mejores condiciones del tiempo lo permitían, alrededor
de ochenta lugares, sea en “dalca” (piragua o embarcación menor de creación
aborigen) o bien a pie. Por lo anterior, tenían la posibilidad de permanecer
sólo un par de días en cada lugar donde se levantaba una “capilla”, que en
realidad era un “poblado capilla”. Los curas misioneros o “patírus”, como los
indígenas acostumbraban a referirse de estos frailes, nombraban al “Fiscal”
que era un feligrés nativo quién debía hacerse cargo de la vida religiosa de la
comunidad durante el resto del año. La designación del “Fiscal”, si bien era
efectuada por un sacerdote jesuita estaba sujeta a la aprobación oficial del
gobernador y, de ese modo, quedaba liberado el “Fiscal” de sus obligaciones
con los encomenderos para así poder ejercer sus tareas. Por su lado, la
elección del “Patrón” recaía en otro nativo a quien se le daba la tarea de cuidar
y conservar las imágenes de la iglesia, la capilla misma y el camposanto, el
que normalmente se ubicaba al lado del templo.
Estas instituciones, de fiscales y patrones, legado de los jesuitas a la cultura
chilota, se han mantenido hasta la fecha, aún después de haber transcurrido
más de 400 años.
Se tienen registros que la primera Misión Circular data del año 1609. Estas,
normalmente, zarpaban desde Castro en los meses comprendidos entre
Septiembre y Mayo, por las razones climáticas ya aludidas. Huelga decir que
las dificultades que debían encarar los religiosos en su labor evangelizadora
tenían un carácter casi rayano en lo heroico.
18
Debido a que inicialmente todos los sacerdotes jesuitas misionando en Chiloé
eran de origen español, la Compañía de Jesús solicitó del rey que se pudiera
permitir a miembros de la orden de otras nacionalidades efectuar labores en
aquellos remotos parajes. El monarca los autorizó en dicha solicitud y, de ese
modo, fueron llegando sacerdotes de distintas partes de Europa.
Estos frailes, no españoles, dieron nuevo impulso a la construcción de iglesias
más duraderas y de mejor calidad que las originales, que eran muy primitivas
y de techos pajizos.
Aportaron los diseños que ellos conocían en sus países de origen y, en su
construcción, se usó la mano de obra de los carpinteros chilotes, junto con
algunas técnicas extranjeras las que se fueron combinando con las técnicas de
carpintería locales, que eran aquellas que normalmente los nativos usaban en
la construcción de sus embarcaciones.
Al momento de la expulsión de los jesuitas el número de iglesias alcanzaban
casi a 80, repartidas en los más diversos lugares del archipiélago, demarcando
por lo habitual el centro mismo de cada comunidad. No obstante su forzado
abandono, la congregación franciscana se hizo cargo, continuando la labor
evangelizadora de sus antecesores y persistió en la construcción de templos
basados en los modelos anteriores. Todo lo anterior fue constituyendo una
verdadera tradición arquitectónica la que fue posteriormente denominada
como Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera. Las iglesias que,
en tiempos posteriores, fueron construyéndose en dicho estilo, alcanzaron a
unos 150 templos.
Los franciscanos, continuadores de la labor de los jesuitas, provinieron
inicialmente del Colegio de San Idelfonso de Chillán (1769) y, más tarde,
desde del Colegio Santa Rosa de Ocopa del Perú (1771)
La labor franciscana en Chiloé, como tantas otras actividades humanas,
tampoco estuvo exenta de dificultades. En ciertas épocas se presentaron
tensiones y conflictos entre las autoridades y los misioneros; también
existieron problemas con el propio clero secular; entre los encomenderos
con los frailes y otros tantos contratiempos que no es del caso acá entrar a su
detalle (12). Sólo podemos afirmar que la acción de la llamada Sagrada
19
Congregación para la Propagación de la Fe (“Sacra Congregatio de
Propaganda Fide”) a través de los franciscanos de Ocopa, no obstante los
altibajos que los historiadores muestran en el comportamiento de algunos
frailes, logró conseguir a través de estos misioneros, en su mayoría
peninsulares, la continuidad de la labor jesuítica y también la creación del
“Colegio de Jesús”, el que, a partir del siglo XIX, formará a chilotes como
misioneros para la difusión de la fe, no sólo en el archipiélago sino también
fuera de él.
Aspecto político-administrativo:
Entre los años 1567 y 1768 Chiloé formaba parte del Reino de Chile. Desde
entonces ese territorio era considerado como una Provincia, la “Provincia de
Nueva Galicia”. Pronto se agregó a su jurisdicción algunos territorios
ubicados en el borde norte del Canal de Chacao, como lo fueron Carelmapu y
Calbuco.
La designación como Provincia significaba, bajo el punto de vista político
administrativo de la época, una zona de rango menor, ultramarina, y
dependiente en este caso del Reino, Gobernación o Capitanía General de
Chile, términos usados casi indistintamente por diferentes historiadores.
Así entonces, la Provincia de Nueva Galicia o Chiloé, contaba con un
“gobierno particular” por ser dependiente de otro “gobierno central” y con
mando en un territorio considerado como gobernación menor.
Por tal razón, Chiloé, era conceptuada administrativamente como una
“gobernación de tercera clase con gobernador particular” (13)
La sujeción al gobierno central, del cual dependía esta provincia, abarcaba
todos los aspectos: Militares, de justicia, políticos y gubernamentales.
El gobernador era la primera autoridad de la Provincia y tenía la
representación de la autoridad del Reino. Era éste un funcionario de
remuneración fija, de poderes definidos de una temporalidad en su cargo.
Aparentemente no estaba definido con claridad el número de años para
ejercer el cargo, lo cual se comprueba al observar períodos tan disímiles en
que resultaron las gobernaciones de Chiloé.
20
El gobernador de Chiloé, además de los asuntos políticos-administrativos que
le correspondían atender, poseía el mando en jefe de las fuerzas militares
acantonadas en su jurisdicción.
Para colaborarle en sus funciones, el gobernador designaba a los llamados
“Tenientes de Gobernador” que eran dos: Uno para lo concerniente a los
asuntos militares y el otro en lo relacionado a la parte política. El primer
Teniente de Gobernador lo elegía, como era lógico, dentro de los capitanes de
sus fuerzas y, el segundo, entre los vecinos de mayor capacidad y letras.
Otros cargos de la administración de la provincia fueron creándose de acuerdo
a las necesidades en distintos años y, a veces, con diferentes nombres. Para
evitar entrar a un detalle que nos aparte de la línea de este trabajo, a
continuación damos cuenta sólo de los principales, con la finalidad de que el
lector se pueda formar una idea somera del nivel administrativo con que
contaba la provincia en estudio.
Así por ejemplo, desde fines de siglo XVII, existía un “Comisionado de
Justicia” en la provincia, el que era designado por el gobernador a esos
efectos. Asimismo éste elegía a “Alcaldes Ordinarios” con desempeño en
justicia y todas las demás materias para los principales pueblos de españoles.
En lo concerniente a la Hacienda, se hacían cargo dos funcionarios llamados
los “Oficiales de las Cajas Reales”. Estos se encargaban de cobrar los
derechos de entrada y salida a las mercancías transportadas por las naves
mercantes; de los tributos y de la recaudación de los gravámenes especiales al
tabaco, los naipes, el papel sellado, bulas y diezmos.
También en su momento se creó el cargo de “Escribanía de Real Hacienda y
Registros”, para ejercer las funciones propias de su denominación.
En el aspecto de regulación de precios, se hizo necesario, por las claras
injusticias que al final recaían en la población más pobre del archipiélago,
disponer de un “Diputado” que se encargaba de este aspecto (14)
Cabe destacar que la gran mayoría de los funcionarios con que contaba el
gobierno de Chiloé eran de procedencia, española, peruana o chilena
(proveniente del continente, de la Capitanía General de Chile) por lo que los
nativos del archipiélago tenían muy pocas posibilidades en estos cargos.
21
En los asuntos militares, reforzaban en forma importante las fuerzas de línea
llamadas “Milicias” las que estaban formadas, en un alto porcentaje, por
milicianos de ascendencia española con la capacidad de cargar armas y cuyas
edades estuvieran comprendidas entre los 14 y los 60 años.
El “Cabildo” de Castro era una institución, aparte del gobierno insular, que
representaba a los intereses de los de ascendencia española habitantes de
Chiloé los que, a mediados del siglo XVIII, alcanzaban un número cercano a
las 10.000 personas. Este cabildo estaba presidido por un corregidor, dos
alcaldes ordinarios, seis regidores y un escribano. En este caso la totalidad de
sus integrantes eran chilotes de ascendencia española pero pertenecientes a la
nobleza de Chiloé (familias, por lo general, descendientes de los
conquistadores de Chile y que además contaban con encomiendas). Por haber
muy pocas familias nobles, los cargos, por años, tenían muy poca variación en
sus titulares. El corregidor de este cabildo, así como el llamado “Capitán
Aguerra”, encargado del entrenamiento militar y el funcionario de “Justicia
Mayor” eran nombrados por el gobernador del reino de Chile lo que sucedió
hasta el cambio de dependencia de ese territorio insular en 1768.
Los candidatos a ocupar el cargo de corregidor debían saber leer y escribir.
Sin embargo el requisito anterior, representaba para los postulantes serios
problemas en su cumplimiento, aún para los nobles que pretendían ejercer
dicha función. Esto nos puede ilustrar acerca de las poquísimas posibilidades
de educación en la provincia. Por lo anterior, demás está el comentar la
situación que, en este sentido, se observaba de las capas sociales inferiores.
Oficialmente las obligaciones del corregidor eran presidir el cabildo, hacer
cumplir los tributos y vigilar el cumplimiento del tiempo de trabajo y de
descanso de los encomendados. Para cumplir lo anterior, debía visitar las
encomiendas al menos una vez al año, sustanciar juicios y darle traslado a la
Real Audiencia de Santiago cuando correspondía. Empero, frecuentemente,
sus obligaciones no se cumplían como eran de esperarse.
El corregidor de Castro no contaba oficialmente con un sueldo pero,
aparentemente, sus estipendios eran otorgados bajo otros conceptos, lo cual
hacía aparecer su labor casi desinteresada y honorífica.
22
Esto distaba bastante de la realidad ya que el cargo era muy apetecido y, a
pesar de que tenían que someterse al llamado “Juicio de Residencia”,
(investigación realizada a las autoridades después de haber dejado su cargo
con el objeto de detectar eventuales anomalías) había una gran competencia
por ocupar el puesto, lo que despertaba las naturales sospechas de su
probidad entre el resto de los chilotes (15) Asimismo, en su generalidad,
los corregidores se mostraban poco ponderados en el ejercicio de sus
funciones y eran fuente de conflictos sea con los vecinos, con los españoles o
con los indios. Más aún, debiendo marchar de acuerdo con el gobernador de
la provincia, solían presentarse roces ya que se sentían independientes de éste,
por ser nombrados, como ya se dijo, por el Gobernador de Chile.
Desde que Chiloé empezó a depender del Perú (1768), la designación del
corregidor del cabildo recayó en el virrey y entonces el gobernador de la
provincia los podía escoger, aunque en forma interina para su posterior
confirmación del virreinato, entre los vecinos más notables. Pero esta nueva
modalidad duró sólo hasta 1786 con la llegada del gobernador-intendente don
Francisco Hurtado. Este gobernador, al haberse elevado la Provincia a la
categoría de Intendencia en 1784, llegó revestido de todas las facultades en
relación a Justicia, Policía, Hacienda y Guerra según estipulaciones de la
Reales Ordenanzas vigentes. Bajo estas disposiciones, el GobernadorIntendente, debía nombrar al menos cuatro “Subdelegados” para atender los
asuntos civiles y militares. No obstante no le fue posible, al decir de su
testimonio, encontrar en Chiloé personas capaces de ejercer dichas labores
(16). Tampoco las funciones de Hurtado estuvieron libres de ciertos roces con
el virrey, especialmente por los alcances que, don Francisco, le dio al llamado
“Patronato” (17)
El cabildo de Chiloé tenía asiento en Castro. Como la gobernación de Chiloé
tuvo primero su asiento en Carelmapu, después en Chacao y finalmente en
San Carlos, el gobernador poco conocía del interior de su provincia, por lo
cual el corregidor y el cabildo eran muy importantes para la zona de Castro.
También es importante destacar la labor que los misioneros tuvieron durante
los siglos XVII y XVIII en los llamados pueblos de indios, lugares por lo
general apartados y de difícil acceso, que ellos visitaban durante sus misiones
23
circulares y donde realizaban funciones como “Administradores de los
Pueblos de Indios”
La provincia de Chiloé estaba dividida, a fines del siglo XVIII, en diez
“Partidos” (divisiones territoriales) contando con un total de 83 pueblos. En
estas comunidades, podían distinguirse los “pueblos de españoles”, “pueblos
de indios” o bien mixtos. Por otra parte, se denominaba “República de Indios”
al conjunto de personas de origen indígena y estaba conformada tanto por
los llamados indios “tributarios” y los indios “reyunos” ( que no pagaban
tributos) Los tributarios moraban en 77 pueblos o “capillas” (llamados así
porque el templo constituía el centro de este núcleo indígena) y, los reyunos,
que eran tradicionales amigos de los españoles por su colaboración con estos,
normalmente se dedicaban a la vida militar en Calbuco y Abtao o bien en otras
obras de servicio al rey.
Cada pueblo o capilla tenía su cacique, dos alcaldes, un regidor y un alguacil
mayor y también contaban con un llamado “gobernadorcillo”
Eran defendidos en los numerosos litigios que se suscitaban con el resto de la
población chilota por un Protector o Coadjutor, vecino de Chiloé y nombrado
por el Protector General del Reino. Este funcionario, como ya se comentó más
arriba en el subcapítulo del aspecto social, no siempre cumplía con su
cometido de defensa de los indios toda vez que sus intereses estaban más bien
con el grupo de encomenderos, al cual él también pertenecía. Estos
funcionarios, que atendían los asuntos indígenas, estuvieron vigentes hasta
que la institución de la Encomienda fuera abolida en Chiloé el año 1782.
Jurisdicción de la gobernación de Chiloé:
Los límites oficiales y documentados de la jurisdicción de la gobernación del
archipiélago, estaban comprendidos por la llamada Isla Grande, las islas
adyacentes en su mar interior y los establecimientos continentales en la rivera
Norte del Canal de Chacao hasta 7 leguas al interior, conocidos como Maullín,
Carelmapu y Calbuco. Por el Sur con el Golfo de Guafo (frontera con los
indios juncos). Por el Este con la Cordillera y, por el Oeste, por el Mar Bravo
(como se llamaba en Chiloé al Océano Pacífico)
24
A pesar de esa jurisdicción oficial otorgada al gobernador de la provincia, y
que es conocida por existir documentos que la sustentan, existen otros
antecedentes testimoniales muy confiables, que son además de toda lógica.
Estos nos permiten señalar que los límites se extendían por el Sur, hasta el
Cabo de Hornos. Es del caso reflexionar que, debido a la importancia
estratégica que para la corona tenía Chiloé, no pudo haberse dejado
indeterminada esa jurisdicción para afirmar su soberanía, tanto por el Cabo de
Hornos cuanto por el Estrecho de Magallanes aunque, por falta de recursos,
su control de paso a la navegación fuera efectuado sólo en forma nominal.
Los apetitos colonizadores de otras potencias extranjeras que enviaban sus
naves a explorar posibilidades y que incluso atacaron el archipiélago
demuestran la lógica de este límite Sur. Por el Norte, se extendía hasta Río
Bueno y por el Este hasta Nahuelhuapi (como prueba irrefutable de la lógica
de esta extensión de límites al Este, está la Misión de Nuestra Señora de la
Asunción de Nahuelhuapi que fue fundada por los jesuitas del Colegio de
Castro)
Por su lado, la división administrativa eclesiástica de la provincia comprendía
tres curatos, a saber: Santiago de Castro; San Antonio de Chacao y San
Miguel de Calbuco.
Chilotes versus sus autoridades:
Hay interesantes opiniones que recoge el libro “Gobierno y Sociedad en
Chiloé Colonial” del Dr. R. Urbina B. acerca de cuál era la opinión que los
gobernados tenían de su autoridad y viceversa. Daremos a conocer en forma
resumida algunas de ellas puesto que, sin duda, ayudarán al lector a formarse
una imagen más completa del ambiente social imperante y que son útiles de
examinar por las contradicciones que encierran.
En primer lugar veamos las opiniones de los gobernados: Se muestran en ellas
una serie de contrasentidos, particularmente si observamos las floridas
alabanzas que el Cabildo de Castro dispensaba inicialmente a algunos
gobernadores y lo mal que estos salieron de su cargo. Estas exageraciones,
vertidas por escrito, demostraban un alto grado de inocencia o mejor dicho,
de ingenuidad que en los chilotes era frecuente y alcanzaban a tal punto que el
propio Consejo de Indias sospechaba de quién podía estar detrás de la pluma
25
que lo escribía. Así lo consigna el propio fiscal del Consejo de Indias
refiriéndose a la carta recibida por el Cabildo de Castro en relación al
gobernador Garretón(1764). Decía así: “Siempre fueron justamente
sospechosos de adulación los informes que hacen los súbditos a favor de sus
jueces y superiores mientras se mantienen en el ejercicio de su jurisdicción y
autoridad”. Esta carta, como varias otras en el mismo sentido que se señalan
en la obra comentada, van dejando establecido el cuidado que es menester
tener cuando las autoridades del archipiélago señalaban epistolarmente la
dedicada fidelidad que el pueblo profesaba a su rey o sus autoridades que lo
representaban.
No creo necesario abundar en mayores citas textuales, ya que todas son muy
por el estilo, pero sí lo haré citando la frase con que el autor concluye este
punto:
“En general, los gobernadores fueron en todo tiempo mal vistos por los
chilotes. Casi nadie terminaba su período con saldo positivo. Algunos
escapaban en sus navíos antes de ser acusados. Otros, cansados de la
hostilidad, las tensiones y los pleitos, pedían traslado a otros gobiernos. Con
excepción de muy pocos que se salvaban de las críticas, dejaban la Provincia
en estado lamentable por haberla esquilmado con sus negocios, por la
imprudencia en el mando, por la indiferencia, o por creer a Chiloé una
colonia de explotación. Por eso, los chilotes veían a sus gobernadores y
foráneos formando una liga, una colusión; coligados, aunados para sacar
provecho de su estadía”.
Por lo anterior, que es producto de un serio análisis de varios documentos que
permiten concluir en lo que ahí se dice, deja serias dudas que los chilotes, por
más ingenuos que parecieran, pudieran guardar una fidelidad irrestricta a la
corona si el gobernador aunque, como sabemos, no era oficialmente el
representante directo del propio rey sino que su autoridad emanaba del
Gobernador de Chile o del Virrey del Perú, en el aislamiento total en que
vivían los chilotes sí lo era. Esto, que es casi obvio, por los motivos ya
explicados y por lo demás mencionados en varios autores, queda reiterado
con claridad en pág. 45 de Gob. y Soc. en Chiloé Colonial:
26
“Desde luego que en una Provincia tan remota y aislada, el arribo de un
nuevo gobernador era el acontecimiento más significativo que podía
esperarse. La apagada existencia se tornaba luminosa cuando el puerto se
vestía de gala para recibir, con toda pompa que podía permitir la humilde
cotidianeidad de los chilotes, al representante del rey”.
Examinemos ahora el lado opuesto de la moneda. Me refiero a la opinión que,
en general, tenían los gobernadores acerca de sus gobernados chilotes. En
opiniones textuales, extraídas de diversas declaraciones de distintos
gobernadores y en diferentes épocas, eran contenedoras de un desprecio tan
grande hacia los chilotes, que no le iban en zaga a las opiniones de los
gobernados hacia su autoridad ya expuestas más arriba.
Las calificaciones de: ignorantes, rudos, flojos, supersticiosos, sin
sentimientos de honor y vergüenza, se contentan con poco, carentes de
discernimientos que es tan necesario para no ser seducidos, etc. son conceptos
que se repiten de una u otra forma en las propias expresiones de los
gobernadores. Sin embargo, curiosamente, varios coinciden en expresar que
los chilotes, sin duda, eran fieles al rey y lo bien que se comportaban cuando
asumían el papel de milicianos. Evidentemente no resulta fácil aceptar esta
contradicción acerca de los chilotes. Un pueblo tan carente de virtudes ¿cómo
podía ser bueno en otro oficio? menos aún en el militar. Salvo en el trabajo
que podían desempeñar en el mar, el cual era inherente a su cultura ancestral,
es difícil pensar en una transformación, como por arte de magia, en tan
buenos milicianos y amantes del soberano. Por el contrario, si en su vida civil
observaban escasas aptitudes, menos frutos podrían esperarse en una vida
militar con mayores obligaciones, aparentemente sin remuneración, de
grandes sacrificios y de duras sanciones en caso de incumplimientos.
Las apreciaciones de fidelidad, que se tienen a la vista en las expresiones de
los distintos gobernadores, podrían deberse a lo ya observado, por lo cual sólo
caben dos explicaciones: O dichas expresiones fueron absolutamente carentes
de verdad y sólo destinadas a causar una falsa impresión de buen gobierno. O
bien que: Si efectivamente el buen comportamiento chilote en la milicia fue
verdadero, este se debió a razones muy distintas a las pretendidas. Ellos
estaban dispuestos a luchar por lo único que podía interesarles: Defender su
27
vida y la de su familia; su tierra; su sustento y sus escasas pertenencias.
Como se advierte, su situación era muy diferente a la de los gobernadores
españoles y su círculo más cercano, los que seguramente no pretendían hacer
de Chiloé su hogar definitivo. Para aquellos, esa remota gobernación, sólo era
un trampolín para un mejor cargo, sea en otro lugar de mayor civilización o
bien para regresar en mejores condiciones a su madre patria en la península.
En cualquier caso, aun cuando esta supuesta fidelidad colectiva está
expresamente planteada a modo de conclusión de un capítulo del texto “Gob.
y Soc.en Chiloé Colonial”, pág. 73, su autor también pareciera dudar en la
idea de una fidelidad a toda prueba. A lo menos, deja entrever lo feble de este
concepto en la época que señala. Baste leer dicho párrafo el que a mi entender,
iría en el mismo sentido de mi opinión al respecto:
“Nadie dudaba de la fidelidad de los chilotes. Sin embargo, la pobreza y la
desatención en que vivían podría moverlos a tomar partido por los ingleses
que a lo largo del siglo XVIII hicieron amagos de tomarse la isla. Pero,
amantes del sagrado nombre del Soberano o no, toda la sociedad -así
españoles como indios- mostraban los efectos de una tan mala constitución
que la hacían casi ingobernable”.
En igual sentido, es importante lo recogido del mismo texto (págs.75-76), y
que apunta en la misma dirección. Es decir que la pretendida fidelidad chilota,
tan repetida por algunos autores, era de una fragilidad tal que tratar de asumir
lo contrario constituiría una simple suposición, sin otro fundamento que lo
redactado en ciertos documentos de autoridades isleñas y sobre los cuales ya
me he referido acerca de sus posibles motivos. Dice:
“Pero, como hemos apuntado, si bien se elogiaba la lealtad que los chilotes
mostraban hacia el rey, se temía que esa fidelidad pudiera verse debilitada si
el Estado no ponía todos sus esfuerzos en fomentar la economía de las islas y
acabar con el abandono. Se estaba consciente que los chilotes eran los más
pobres vasallos de Su Majestad en la Indias y, a juicio de muchos, la misma
pobreza podía empujarlos a abrazar el mejor destino que pudieran ofrecerle
los enemigos de España”.
28
Aspecto del comercio y de la producción de bienes:
Las posibilidades de la agricultura en el archipiélago eran bastante
menguadas. La tierra, principalmente a raíz del severo clima durante largos
meses del año, era poco apropiada para el cultivo en el caso de varias especies.
Así entonces las posibilidades de producción de algún significado que
conocemos en el siglo XVIII se concentraban en las papas, la cebada y el lino
y, en ocasiones, algún trigo si las condiciones del tiempo permitían la
madurez de sus espigas. Tampoco existían grandes terrenos cultivables. Los
pocos que habían, con buenas aptitudes para la agricultura, consistían en
pequeñas extensiones que cada familia se encargaba de cultivar a la medida de
sus fuerzas y del número de sus integrantes, con instrumentos de madera
(arado) y usando como abono el estiércol de las ovejas.
En el aspecto forestal, la situación era un tanto mejor, debido a la abundancia
de árboles y a la aceptación que se tenía en Lima de sus maderas,
destacándose principalmente el Alerce. Como prácticamente el dinero era casi
inexistente en el Chiloé de aquel tiempo, las tablas de alerce servían de valor
de referencia para el intercambio de las mercancías, tanto de salida de la isla
cuanto para las mercaderías que llegaban, casi siempre provenientes del Perú.
Por lo anterior, a la tabla de madera, se le llamaba “moneda de madera” y a su
valor “peso de provincia” o “real de provincia”. Para que el lector se forme
una idea aproximada de sus dimensiones, podemos decir que consistían en
tablas brutas un poco más pequeñas que la actual “pulgada maderera” (usando
el sistema inglés de medida, actualmente vigente en la industria nacional la
“pulgada maderera” consiste en una pieza de 12 pies de largo por 10 pulgadas
de ancho y una pulgada de espesor, o bien en un volumen equivalente). En el
Chiloé de dicha época fue de ciertas dimensiones parecidas, pero obviamente
acordes al sistema español de medidas vigente, las que fueron alteradas con
el tiempo.
Junto con las tablas de alerce, se exportaban otros artículos de madera, aunque
en cantidades menores tales como: ejes para carreta, remos, listones de
construcción, y cantidades menores en maderas de luma, avellano y mañío
todas ellas muy apreciadas por sus particulares características.
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El bosque era muy generoso, a tal punto que alcanzaba las cercanías de las
playas cubriendo toda la Isla Grande y haciéndola casi impenetrable salvo en
su extremo noreste, y en la zona de Castro, situación que explica la tardanza
en las fundaciones en el resto de su territorio.
En el rubro de ganadería, eran muy escasos los vacunos y los pocos equinos se
destinaban a las labores más bien militares. Sin embargo, la producción
porcina era relativamente importante, lo que daba origen a la producción de
ciertas cantidades de jamones los cuales también, como todo, se exportaban al
virreinato.
En el rubro textil, existía una gran variedad de artículos artesanales producidos
con la lana proveniente de un número relativamente importante de ovejas que
se mantenían en la isla: Estos consistían en ponchos, bordillos, cubrecamas
etc. que también se enviaban al Perú.
Como es posible de advertir, todo el comercio chilote se realizaba con el Perú
y, por lo tanto, casi todos los productos de importación llegaban también
desde ahí: Paños, vino, aguardiente, sal, azúcar, yerba mate, ají, etc. se
contaban entre estos productos que llegaban y se consumían en la isla. Este
intercambio comercial era groseramente ventajoso para los comerciantes y
armadores peruanos, en desmedro de la población chilota.
Pero lo anterior no perjudicó ni a los gobernadores como tampoco a unos
pocos personajes importantes de la isla, los que a menudo sacaban pingües
ventajas personales a costa de sus gobernados llegando a constituir grandes
escándalos. Así también, sacaban provecho de la situación los propios
sacerdotes jesuitas quienes, en su momento, tenían más cantidad de indios que
cualquier encomendero debiendo trabajar estos en las tablas de madera que los
jesuitas comercializaban lo que transformó a la Compañía, en ciertos años
del siglo XVIII, en uno de los más importantes factores de compra-venta (18)
Las muy desmejoradas transacciones que podían hacer los chilotes comunes y
corrientes (españoles pobres, mestizos y algunos pocos indios) de sus
productos, tuvo por escenario hasta la designación de GobernaciónIntendencia en 1768 a la feria de Chacao. Con posterioridad, se instalaba en
San Carlos (actual Ancud) una feria en cada ocasión en que arribaba un barco
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procedente del Callao lo que de normal acontecía una o dos veces por año y
durante los meses de la primavera y el verano.
Por el lado del comercio al interior de la isla, éste se veía reducido solamente
al elemental trueque entre vecinos, dentro del mismo poblado donde moraban
o bien trasladándose a pueblos distintos. Para efectuar este comercio de
trueque con otros poblados aprovechaban las festividades religiosas propias de
cada “capilla” y conjuntamente efectuaban este intercambio o permuta de sus
productos.
Importancia geopolítica:
Habiendo podido formarnos una idea de los aspectos tan particulares acerca
de esta sociedad chilota, aislada y pobre, es necesario decir algo sobre la
ambigua situación en que se mantuvo Chiloé durante el período hispano.
No obstante, el reconocimiento del interés geopolítico que pudieron presentar
las autoridades de la Capitanía General de Chile, las del Virreinato del Perú o
incluso por parte del propio monarca de España, no fue posible observar una
preocupación evidente acorde con esta situación y así se mantuvo por siglos,
dentro de un marco más bien de ambigüedad.
El peligro eventual que podía presentarse por las naves pertenecientes a otras
potencias, siempre ávidas de nuevos territorios, llegaría sin duda por el
extremo austral, fuera por el Estrecho de Magallanes o por el Cabo de Hornos
y, como ya se ha dicho, Chiloé era una magnífica primera base para poder
emprender cualquier aventura de este tipo.
Geográficamente, lo lógico era esperar que el reino de Chile se hiciera cargo,
ya que desde el siglo XVI el archipiélago había estado en manos de este
gobierno, y por lo tanto bajo su dependencia, pero ni los exiguos ingresos que
era capaz de producir Chiloé ni los pobres ingresos de Chile alcanzaban para
mantener directamente las necesidades de ese territorio. Por otra parte, la
lejanía e incomunicación por tierra sea con Santiago o Concepción y las pocas
posibilidades que otorgaba Valparaíso produjo, durante todo ese siglo y hasta
31
el año 1768, una comunicación y abastecimiento en extremo precarios.
Escasamente lo necesario para la subsistencia.
Sólo en 1768, el virrey don Manuel de Amat, plantea al rey de España esta
falencia de seguridad de las colonias en el evento que algún enemigo osado
intentara tomar Chiloé, que por lo demás, en ese tiempo, no le habría resultado
muy difícil. De ese modo, Amat, consiguió, a partir de esa fecha, la
dependencia directa, aunque transitoria, del archipiélago de su virreinato.
Si bien, bajo la nueva dependencia, se notó un progreso impulsado por su
gobernador, don Carlos de Beranguer, principalmente reflejado en la creación
de nuevas fortificaciones, en la fundación de San Carlos o por la preocupación
en traer más misioneros provenientes del colegio Santa Rosa de Ocopa de
Lima, tampoco, como se verá más adelante, se aprecia de parte de las
autoridades virreinales o de España un cambio ostensible y los chilotes
debieron nuevamente contentarse con muy poco. Ni siquiera su elevación a
categoría de Intendencia en 1784, la cual en todo caso se mantuvo por escasos
años, cambió radicalmente este estado.
Del mismo modo, aunque la dependencia del Perú fue otorgada, como se
comentó, en carácter transitorio pero no definido, no está del todo claro bajo
qué análisis el monarca español regresa la dependencia de Chiloé a la
capitanía general de Chile el año 1780 y menos por qué los virreyes no
acataron esta disposición. Quizás, como lo señala don Diego Barros Arana la
lejanía era un factor fundamental:
“Los virreyes, sin embargo, mantuvieron en su poder el archipiélago hasta la
época de la independencia americana, sin hacer mucho caso de los mandatos
del soberano, que gobernaba sus colonias desde tantas leguas de distancia”:
Las campañas de Chiloé, pág.11
Casi paradojalmente existieron proposiciones para lograr hacer de Chiloé una
Capitanía General dependiente directamente de España, sugerencia que
obviamente nunca fructificó.
32
Cabe preguntarse entonces ante estas ambigüedades: ¿Qué hubiera pasado si
efectivamente una potencia extranjera hubiera sentado sus reales en aquellas
islas? ¿Pudo haber cambiado o, al menos, retrasado nuestra independencia?
Obviamente es ciencia ficción y nunca se sabrá. De tal modo que es mejor
dejar las elucubraciones hipotéticas para otra ocasión y continuar en el
próximo capítulo observando la conducta planteada por los integrantes de esta
sociedad tan olvidada, frente a los acontecimientos independentistas del siglo
XIX conducta que, se encuentra fuertemente influida por el aislamiento de los
siglos anteriores, pero que también es originada por intereses diferentes entre
gobernantes y gobernados.
33
Capítulo II
Los chilotes frente a la independencia de Chile.
Situación en Chile:
Como hemos explicado, la pobre y abandonada sociedad chilota fue
asomándose al siglo XIX, en condiciones que no variaron demasiado de lo
vivido en los dos siglos anteriores a pesar de la creación de la Intendencia, etc.
Es decir, sumida en un relativo abandono, pobreza e incomunicación con el
continente. Esto explicaba la ignorancia de la mayoría y la desinformación de
todos acerca de lo que podía estar aconteciendo en el resto del Reino de Chile
en un determinado momento. Esta situación también afectaba al conocimiento
oportuno que podría tenerse en esa provincia sobre las situaciones que
comenzaban a gestarse en el resto de América o de lo que estaba aconteciendo
con Napoleón en Europa y, particularmente, en España.
A pesar de la demora en las comunicaciones del mundo de esa época, las
cosas sí eran diferentes en el resto del país. Tan pronto se conoció del
cautiverio con que Napoleón I sometió en Bayona, Francia, a Fernando VII y
a su familia durante la primera década del nuevo siglo (1808), los criollos
chilenos empezaron a inquietarse. En un principio fue con total apego y
lealtad hacia la monarquía (19) Más bien la intención era de organizarse y
prepararse para el caso de una defensa del país ante eventuales incursiones
que potencias enemigas de España o bien de otras, que aprovechando las
circunstancias por las que pasaba dicho país, intentaran intervenir en los
territorios españoles de ultramar, como era el caso de Chile.
Así las cosas, se llega a la primera Junta de Gobierno en 1810 la que, como se
indica más arriba, perseguía fines distintos a una independencia de la madre
patria. Se inicia así un período de la historia de Chile denominado como la
Patria Vieja (1810-1814). Sin embargo, al poco andar y al fallecimiento de su
primer titular, el anciano criollo don Mateo de Toro Zambrano y Ureta, asume
la presidencia don Juan Martínez de Rosas y se llama a la elección de un
34
primer congreso el que, después de algunos inconvenientes, (como el motín de
Figueroa) inicia sus funciones a mediados del año 1811.
Muy pronto, en el mencionado congreso, se distinguían con claridad dos
bandos; aquel que quería la más completa y pronta independencia y el otro,
más moderado, que en realidad tenía en sus prioridades más bien el lograr
algunas reformas y un buen gobierno capaz de implementarlas. Sin embargo,
los hermanos Carrera, liderados por José Miguel, no encontraron que dicho
congreso tuviera las aptitudes necesarias y, en muy poco tiempo, dieron el
primer golpe militar con el objeto de formar una nueva junta de gobierno que
estuviera más comprometida con los ideales independentistas. Formada la
nueva junta tampoco satisfizo las aspiraciones de los Carrera y así entonces se
fueron sucediendo otros hechos, conspiraciones, motines y creaciones de otras
juntas como las de Concepción y de Valdivia, que no es del caso comentar
acá. Todo lo anterior creó un clima de inestabilidad en el país donde,
finalmente, se impuso la audacia y liderazgo de José Miguel Carrera como
generalísimo indiscutido de la revolución independentista en ese momento.
Por su parte, el casi olvidado Chiloé debe, ahora, colaborar en forma
importante a la causa realista a costa de enormes sufrimientos. Impulsados por
sus fidelistas gobernadores, cuyos intereses distaban mucho del chilote
común, son enviados a integrar las distintas expediciones españolas destinadas
a la restauración de la monarquía.
Expedición de Pareja:
Todas estas acciones, movieron al Virrey del Perú, don José Fernando de
Abascal y Souza, a tomar medidas militares contra los revolucionarios
independentistas de Chile y así, a fines del año 1812, movilizó una pequeña
fuerza militar a cargo del brigadier Antonio Pareja.
Sólo 50 soldados veteranos y algunos oficiales de grados subalternos, más
bien destinados a la instrucción de los futuros reclutas que pudieran obtenerse
en Chiloé, componían inicialmente las fuerzas de Pareja. A estos recursos
humanos, se le sumaban escasos cincuenta mil pesos en dinero efectivo y
algunos pocos bastimentos militares. Sin embargo, este jefe español, contaba
con las más amplias facultades, otorgadas por el virrey, para echar mano a
35
todos los recursos humanos y materiales que le parecieran necesarios obtener
desde la mencionada provincia.
Por lo anterior, la expedición se nutrió en su gran mayoría de efectivos de la
tan abandonada isla de Chiloé, constituyendo esta acción un verdadero
despoblamiento de brazos chilotes en la mejor edad de sus capacidades. Esta
situación, que es expuesta por distintos historiadores como una gran muestra
de fidelismo al rey, a la que el pueblo chilote se presenta voluntario, más aún:
“gustoso”, según el decir de don Diego Barros Arana, y sobre la cual el autor
de la presente tesis discrepa, fundamentado en gran parte en el verdadero
motivo que tiene la renuncia del gobernador de Chiloé, a la sazón don
Ignacio Justis, (20) es decir, el
gran descontento que se produjo,
principalmente, en las familias de los soldados que tuvieron que acudir a
la guerra de la restauración monárquica. Este gobernador a quien se le
menciona por algunos autores, como Barros Arana o Fernando Campos
Harriet, como un hombre un tanto pusilánime, falto de carácter etc.
contradictoriamente se le reconocen sus méritos en haber podido sostener una
situación tan delicada dentro del gran descontento del pueblo chilote y de
haber proporcionado el mayor aporte de soldados y medios a la guerra.
Da la impresión que este descontento producido por la expoliación del
contingente humano y de los pocos recursos de la isla durante la expedición de
Pareja y, posteriormente, por la solicitud adicional de recursos y milicianos
efectuada por el sucesor de éste, el coronel Sánchez, perfectamente pudo
haber alcanzado el grado de una verdadera rebelión contra el gobernador (21),
lo cual el virrey del Perú debía conjurar, como lo hizo, optando por el envío
de una nueva autoridad, como suele hacerse políticamente.
A pesar de lo anterior, es necesario reconocer los mejores méritos militares y
la presencia de carácter del reemplazante, don Antonio de Quintanilla pero,
sin desmerecer tanto los del gobernador Justis, a quien también le
correspondió desempeñarse en días muy difíciles. Habida consideración de lo
anterior, Quintanilla resultaba probablemente una mejor carta, para repeler
cualquier intento sedicioso, como en efecto se produjeron en Chiloé durante
los años de su gobierno.
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El número de chilotes reclutados alcanzó a los dos mil hombres; unos 1400
iniciales que zarparon, desde Chiloé en las naves de Pareja, en Marzo de 1813
y otros 600 adicionales que, por disposición del coronel Sánchez, sucesor en el
mando de las fuerzas españolas a la muerte de Pareja, y del propio virrey del
Perú, fueron enviados a buscar a Chiloé. Estos zarparon de la isla a
comienzos de Enero del año 1814. No obstante estos envíos de refuerzos,
todavía durante el año de 1817, Justis, preparaba nuevos auxilios para la
provincia de Valdivia con efectivos chilotes en un número de 133 hombres,
los que si bien logró hacerlos zarpar se fueron sin armas por carecer de ellas y
en una misión prácticamente simbólica.
Al aporte de estas tropas chilotas y de las pocas armas existentes, se debe
agregar el vaciamiento de los escasos recursos monetarios existentes en la
Caja Real del archipiélago que, según algunos historiadores como Barros
Arana lo señalan en más de doscientos mil pesos, pero otros más
conservadores, como R. Urbina y D. Montiel, lo estiman en unos ciento
sesenta mil, más un pequeño monto de aportes particulares que se sumaron a
lo anterior pero que no superaban los nueve mil pesos.
En cualquier caso, como fueran estas cifras de dinero y armas, eran
todo lo que los Chilotes tenían y la gran cantidad de criollos que, junto a un
número muy menguado de españoles y unos pocos indios (sólo 200), debieron
abandonar la isla para combatir por el rey lo cual representaba un altísimo
porcentaje de la población masculina chilota en edad laboral.
Para colmo de males, considerando a Chiloé casi sin soldados, fue suspendido
desde el Perú el envío del Real Situado (envío de dinero anual, que en el caso
de Chiloé, era de un monto aproximado a cincuenta mil duros destinados a la
mantención de su guarnición militar)
Así las cosas, la expedición de Pareja, con un amplio número de soldados
chilotes se dirigió a Talcahuano y Concepción desembarcando previamente en
San Vicente, el 26 de Marzo de 1813. Las acciones de ese momento resultaron
relativamente fáciles para las fuerzas realistas, encontrando muy poca
resistencia, debido principalmente a su amplio número sobre las tropas
patriotas comandadas por Ramón Freire y Ramón Gonzalez Navia. Este
último, traicionando a las fuerzas revolucionarias, se sumó con su tropa a las
37
fuerzas realistas aumentando su número a unos tres mil efectivos y así fue
tomada la ciudad de Concepción.
En dicho momento los chilotes, reclutados por Pareja, creyeron que su misión
a la que habían sido llamados había concluido y sólo deseaban el regreso a
sus hogares pero estaban muy equivocados.
Las acciones militares realistas continuaron, a pesar de la reacción de los
chilotes que por lo demás fue desestimada, y Pareja siguió sumando efectivos
en Chile continental, producto de enrolamientos voluntarios, levas o
deserciones desde el bando contrario, lo cual le permitió al brigadier más que
duplicar el número de efectivos traídos desde Chiloé y continuar adelante con
sus acciones, hasta que se produjo su fallecimiento durante el sitio de Chillán.
Esta conducta de las tropas del archipiélago, va demostrando que a los chilotes
se les llevaba, como ya se ha dicho, si no fue obligados, en cualquier caso
engañados a combatir por el rey, (22) al menos en lo que tenía relación a la
campaña a realizar. Es un deber mencionar acá, que al decir de algunos
historiadores, posteriormente los chilotes habrían cambiado su lógica actitud
de recelo y desconfianza. Sin embargo, es legítimo dudar y preguntarse: ¿Por
qué habrían de haberla cambiado, si las condiciones futuras se les presentaban
aún más inciertas? La negativa inicial de dos batallones chilotes a cruzar el
río Maule, después de las acciones de Yerbas Buenas, para continuar
avanzando al norte junto a Pareja es una buena prueba de aquello.
A pesar de lo anterior, consta que parte de las fuerzas chilotas fueron
llevadas, sea por sus condiciones militares o porque no habían más fuerzas
disponibles, a tierras peruanas, como refuerzo de las tropas realistas. Es
también obligado reconocer que no se encuentran objeciones a su buen
desempeño militar y a la lealtad mostrada en este servicio a la causa realista
en ese país.
Aunque no existen argumentos para dudar de la lealtad de los chilotes hacia el
bando militar en que se desempeñaban, como tampoco acerca de su buen
desempeño como soldados combatientes, caben siempre lógicas dudas de su
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genuino fidelismo, ya que la mencionada lealtad es, en cualquier ejército, una
condición “sine qua non” la que debe observarse a ultranza, muy
particularmente en tiempos de guerra, so pena de muerte.
Así entonces se fueron sucediendo los distintos hechos de la guerra de la
independencia durante la Patria Vieja en que encontramos una positiva
participación chilota, pero no espontánea y consentida, como se plantea. Estas
acciones, las que no comentaremos, por no ser el tema de la presente tesis,
acaecieron; las primeras, bajo el mando del brigadier Pareja; las siguientes
bajo el mando transitorio del coronel Sánchez y del brigadier Gaínza y
prácticamente finalizaron con las que comandó el general Mariano Osorio y
Rafael Maroto, a pesar de que nuevamente Osorio insistió en su segunda y
última expedición a Chile. Sin considerar la participación chilota en algunas
acciones en suelo peruano, están documentadas sus acciones en Chile
continental en los siguientes sucesos de armas que se enumeran a
continuación:
-Toma de Talcahuano y Concepción el 27-29 de Marzo de 1813.
-Yerbas Buenas, el 28 de Abril de 1813.
-San Carlos, el 15 de Mayo de 1813
-El sitio de Chillán, el 3 de Agosto de 1813
-El Desastre de Rancagua el 1 y 2 de Octubre de 1814, derrota decisiva de las
fuerzas patriotas que da fin a la llamada Patria Vieja e inicio del período
denominado de la Reconquista o de la Restauración Monárquica en Chile.
-Batalla de Chacabuco, el 12 de Febrero de 1817
Pero si bien, como ya se dijo, no trataremos estas acciones acá, no podemos
soslayar algunas anotaciones que sí nos parecen indispensables de consignar.
Una de ellas, es el comienzo de la vida militar de un personaje español que
estará muy presente en el resto del desarrollo del presente trabajo. Me refiero a
don Antonio de Quintanilla quien, en un comienzo, bajo las órdenes del propio
Pareja, dejó su quieta vida de comerciante en Concepción para ingresar como
subteniente de infantería, y con el cargo de Ayudante de Órdenes de quien, en
ese momento, comandaba en jefe las tropas realistas en Chile. Pero no nos
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referiremos acá, para no cortar el relato, a mayores detalles de su interesante
vida lo cual entregaremos en el capítulo siguiente. Por el momento sólo
tomaremos prestada, para que el lector pueda formarse una idea muy sintética
del personaje, la acertada descripción que a mi juicio efectúa el historiador
don Isidoro Vásquez de Acuña acerca de este personaje:
“Largo sería de biografiar a este montañés de pro que, de mozo emigrado
para aprender y ganar en el comercio, terminó su vida como Mariscal de
Campo del Real Ejército con más medallas que duros”
Lo otro que es preciso consignar en este capítulo es que, como se mencionó
anteriormente, durante el sitio de Chillán, víctima de una pulmonía, fallece el
jefe militar de Quintanilla, el prestigioso Brigadier español don Antonio
Pareja y Serrano el 21 de Mayo de 1813. En la víspera del combate de San
Carlos, en un gesto que refleja su presencia de ánimo y su valer militar a toda
prueba, ya casi moribundo, hace entrega del mando al coronel don Juan
Francisco Sánchez (23) ( Nadie podría imaginar entonces que 52 años más
tarde ,el hijo del brigadier Antonio Pareja, el almirante de la flota española,
don José Manuel Pareja, durante la Guerra contra España, también dejaría de
existir en muy dramáticas circunstancias en nuestro país al suicidarse, por
cuestión de honor, a raíz de la captura de una de las naves de su flota - la
Covadonga – hecho acaecido a bordo de su nave insignia –la Villa de Madridel 26/11/1865 en la bahía de Valparaíso. Pero eso ya es otra historia y ruego al
lector que sepa disculpar mi entusiasmo de mencionarlo acá, pero son
ejemplos tan dignos para los tiempos actuales, que bien valen la pena no
olvidar)
Ya fallecido Pareja, lo sucede por corto tiempo el coronel Juan Francisco
Sánchez lo cual trajo ciertas inquietudes en las fuerzas realistas por considerar
que dicho oficial no estaría a las alturas de las circunstancias. Hombre retraído
y modesto al que, peyorativamente le apodaban “el oscuro Sánchez” no por el
tono de su piel sino por lo reservado de su carácter. Si bien no existe en los
archivos de Chile la hoja de servicios de Sánchez, en general las opiniones no
le favorecen demasiado. Sí se conoce que muchos jefes realistas, heridos en
su orgullo por las designación de Sánchez, se negaron a servir a sus órdenes y
contribuyeron a desprestigiarlo a pesar de la abnegación y sacrificios con que
40
éste sirvió el cargo que no había buscado y que accidentalmente le
correspondió asumir (24)
En Enero de 1814, Sánchez entrega el mando a Gabino Gaínza y aquel siguió
sirviendo abnegadamente al rey.
Expedición de Gaínza:
El brigadier don Gabino Gaínza y Fernández de Medrano había sido enviado
a Chile por el virrey Abascal con la misión de avivar la guerra contra los
revolucionarios patriotas la que había caído en cierto estancamiento.
Tampoco, al igual que la anterior expedición de Pareja, fue dotada de un
número importante de soldados y de recursos. Si bien escogidos de las filas
del Regimiento Real de Lima, los efectivos enviados desde el Perú llegaron a
sumar sólo 200. A esto se sumaron dos piezas de artillería, un millar y medio
de lanzas y un regular bastimento en víveres, con lo que pudo zarpar desde el
Callao el último día del año 1813, para desembarcar en Arauco a fines de
Enero de 1814, acción que no pudo evitar el jefe de las tropas patriotas en ese
sector, a la sazón, el coronel don Bernardo O‘Higgins.
A los pocos días de su llegada, Gaínza, contó con la fortuna de recibir la
primera colaboración para incrementar sus fuerzas. Otra vez los chilotes
aportaban a la causa realista 600 milicianos que habían sido enviados a buscar
a Chiloé.
Pocos días después, Gaínza, tratando de conseguir más efectivos para las
fuerzas realistas se reunió en el cuarto y último Parlamento de Quilín
(3/2/1814) con los mapuches a objeto de conseguir guerreros adeptos a la
causa y el toqui Mañil promete facilitarle 6000 hombres, situación acerca de
la cual no se tiene claro su cumplimiento. Sí es conocida la mayoritaria
adhesión mapuche a la causa realista, en comparación a otros indios,
mapuches también, que lo fueron en forma muy minoritaria de la causa
patriota. Esta situación de colaboración más bien con el español, llevó a que
en 1817 al iniciarse la llamada Guerra a Muerte un número adicional de
mapuches se les uniera.
41
Gainza logró, además, sumar a sus fuerzas aquellas otras que se encontraban
en Chillán y de ese modo emprendió lo que sería su, no muy prolongada,
campaña en Chile.
Después de participar en variadas acciones, ya en el mes de Abril de 1814,
tanto el ejército de Gaínza cuanto las fuerzas patriotas se hallaban en muy
mal nivel logístico y con sus tropas extenuadas. Por lo anterior, la
participación del comodoro inglés James Hillyar, portador de instrucciones del
virrey Abascal de poder parlamentar con los rebeldes fue oportuna para ambos
bandos, dándose así inicio a las negociaciones que culminaron en el famoso
Tratado de Lircay, que tuvo como contraparte de Gaínza, a los jefes patriotas,
Bernardo O‘Higgins y Juan Mackenna, en representación del entonces
Director Supremo de Chile, don Francisco de la Lastra. El tratado de 16
artículos, (se puede ver, en extenso, en el Apéndice, pág.100) establecía
fundamentalmente un compromiso de fidelidad al ya retornado Fernando VII
al trono de España. A cambio, los realistas debían abandonar la provincia de
Concepción.
Sin embargo, el tratado en cuestión fue más bien una estrategia para obtener
una necesaria tregua que deseos honestos en cumplirlo, de tal modo que no fue
honrado por ninguna de las partes. Aun cuando no se cumplió, de haberse
cumplido, hubiere continuado Chiloé bajo la férula directa del virreinato
como lo demuestra su artículo segundo (25) y hubiesen, los chilotes,
cumplido con sus ansias de volver cuanto antes al archipiélago.
Pero, haya sido la suscripción del tratado, parte de una estrategia militar o no,
lo cierto es que el virrey Abascal reaccionó indignado en contra de Gaínza al
conocer este hecho. No sólo se contentó con removerlo de su cargo sino que,
por considerarlo una extralimitación de poderes, dispuso también su
sometimiento a proceso en Lima.
El brigadier español, quien había llegado revestido de los pomposos títulos de
Capitán General y General en Jefe de las Fuerzas Reales sería, sin mayores
contemplaciones, reemplazado por don Mariano Osorio.
42
Primera expedición de Osorio:
Don Mariano Osorio, al mando de la tercera expedición realista, zarpó desde
el Callao el 19 de Julio de 1814, con mayores y mejores recursos que las dos
anteriores entre los cuales destacaban 6 piezas de artillería con 70 servidores
(soldados que las operaban); el famoso batallón del regimiento Talavera
(Talaveras de la Reina) con 600 efectivos a cargo del coronel Rafael Maroto,
más dos compañías del regimiento Real De Lima que adicionaban otros 200
hombres a la expedición.
El 12 de Agosto de 1814, Osorio desembarcó en Talcahuano y, desde ese
lugar, comienzan sus acciones militares avanzando hacia el norte las que
culminarían en la gran victoria realista y, a la vez, el desastre patriota de
Rancagua, el 1 y 2 de Octubre de ese año, donde a las tropas chilotas también
les cupo una destacada y victoriosa participación.
El brigadier Osorio, en medio de la algarabía del sector realista que residía en
la capital, entra triunfante a Santiago. Obviamente debemos mencionar acá
que lo acompañan, entre otros, don Antonio de Quintanilla como también
oficiales y soldados chilotes.
No obstante la colaboración militar chilota prestada en las fuerzas de Osorio,
como anteriormente lo habían hecho al ser incorporados en el ejército de
Pareja y que continuaron ofreciendo bajo el mando de Gaínza, no fue de
manera alguna compensada acorde al gran sacrificio, personal y familiar, que
les significó a los isleños (26).
Habiendo sido tal el abandono de los combatientes chilotes, en odiosa
diferencia con el tratamiento de las tropas peninsulares, no es posible pensar
en un fidelismo auténtico de esas tropas hacia el rey.
Por su lado los militares patriotas, muchos de ellos acompañados de
familiares, comienzan su huida hacia Mendoza. La Patria Vieja ha muerto y
comienza la Reconquista española. Osorio asume como el penúltimo
gobernador de la corona española en Chile.
Aun cuando algunos historiadores han sido más benévolos en sus juicios
acerca del gobierno de Osorio (27), en comparación con el de su sucesor,
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Marcó del Pont, y señalan que trató de buscar la reconciliación entre las
facciones realistas y patriotas, lo cierto es que él reinstaura el antiguo régimen,
acaba con todas las nuevas instituciones que los patriotas habían creado y todo
lo propio del período colonial vuelve a regir. Junto con ello, crea el Tribunal
de Vindicación para investigar a los funcionarios públicos, como también para
enjuiciar a connotados civiles patriotas detenidos por sus ideas. Esto produjo
la deportación de casi un centenar de connotados civiles de ideas patriotas a la
isla de Juan Fernández. También a este mismo sector Osorio le aplicó, en
varios casos, un sistema de préstamos forzosos y de confiscaciones para
financiar su administración y, de paso, debilitarlos aún más. Por su parte, el
tristemente célebre capitán del batallón de talaveras, Vicente San Bruno,
desde su cargo de policía de seguridad de Osorio, no le fue en zaga y
contribuyó a crear un ambiente de tal violencia que en nada ayudó a la imagen
del sistema monárquico reinstalado en Chile. Por el contrario, más bien
fomentó la simpatía de parte del propio sector realista chileno por la causa
patriota.
Antes de cumplir un año en el gobierno y debido a una fuerte discrepancia
con el virrey del Perú, don Fernando de Abascal, el brigadier Osorio es
destituido por aquel y envía en su reemplazo a quien sería el último de los
gobernadores españoles de Chile, don Francisco Casimiro Marcó del Pont
Ángel Díaz y Méndez, personaje bastante controvertido(28) de cierta crueldad
y refinamiento a la vez quien, durante su gobierno, con la eficaz colaboración
del ya mencionado San Bruno, desató una brutal represión contra los
participantes de las ideas independentistas.
Su ocaso llegó el mismo día de la derrota de las fuerzas españolas, ahora
comandadas por don Rafael Maroto Yserns, en la significativa Batalla de
Chacabuco, el 12 de Febrero de 1817, a manos del ejército libertador al mando
de San Martín. En esta acción bélica, donde el gobierno español de Chile es
depuesto definitivamente, le cupo participación a tropas chilotas (29) como
también al próximo gobernador del archipiélago, don Antonio de Quintanilla.
La fase de la Reconquista Española había llegado a su fin y daba paso al
nuevo período de nuestra historia denominado de la Patria Nueva.
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Segunda expedición de Osorio:
Sin embargo, la corona de España no se daba por vencida. El nuevo virrey del
Perú, don Joaquín de la Pezuela Griñán y Sánchez Muñoz de Velasco,
intenta nuevamente otra expedición contra los patriotas chilenos al mando
del ya conocido Osorio quien, tras el ingrato episodio con Abascal, el virrey
anterior, regresaba ahora a Chile con renovado esplendor y esperanzas, nada
menos que como el yerno del nuevo virrey de la Pezuela.
El brigadier Osorio desembarcó el 18 de enero de 1818, al igual como ya lo
había hecho en el año 1814 por la bahía de Talcahuano, y se lanzó hacia el
norte. A pesar de obtener un par de victorias parciales en Quechereguas
(15/3/18) y Cancha Rayada (19/3/18) desde donde persigue a las fuerzas
patriotas, estos logran reorganizarse en los llanos de Maipú, el 5 de Abril de
1818, para revertir la situación en forma definitiva en la llamada Batalla de
Maipú.
Debido a este gran triunfo de las fuerzas combinadas de argentinos y chilenos
sobre las de Osorio quien, con fortuna, logró huir y reembarcarse al Perú.
Llegado a su destino, se le siguió un juicio por sus eventuales
responsabilidades en la derrota realista, pero del cual finalmente es absuelto.
Huida y refugio de los realistas hacia el sur y la llamada Guerra a Muerte:
La derrota de Maipú, como era lógico, obligó a muchos españoles a huir
rápidamente de Santiago. Unos para embarcarse atolondradamente hacia el
Perú. Otros para encaminarse hacia Valdivia y otros tantos a Chiloé. A estos
dos últimos reductos españoles se embarcaron 1.100 personas, incluyendo
varias mujeres, en la fragata “Mariana”. Hacía lo propio el infatigable don
Antonio de Quintanilla quien, a bordo de la “Palafox” llegó a Chiloé trayendo
consigo los nombramientos de Gobernador y Comandante General de dicha
provincia, otorgadas a él por el virrey de la Pezuela durante su obligada visita
a Lima, después de tener que huir a esa ciudad con motivo de la victoria
patriota de Chacabuco.
En teoría, la independencia de Chile se había conquistado plenamente, como
por lo demás lo consideran muchos textos poco rigurosos y también el
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menguado conocimiento de la mayoría de nuestros conciudadanos. Empero,
en la realidad, según ya veremos, faltaban largos años de resistencia de
porfiados jefes realistas los cuales, tanto en Valdivia cuanto en Chiloé,
continuarían haciendo flamear el pabellón del rey de España. Estos reductos,
que aún resistían, contaron también con la colaboración, no tan sólo de los
efectivos de sus propias guarniciones sino que, indirectamente, con la de una
suerte de guerrillas comandadas por algunos autodenominados defensores de
la causa real, los cuales eran más bien los defensores de sus propios intereses,
o de sus frustrados ideales personales, en la llamada Guerra a Muerte que,
según algunos historiadores comienza en 1817, aunque para otros se extiende
oficialmente entre los años 1819 y 1824. Sin embargo, hasta el fin de esa
década pudieron observarse algunos hechos más aislados pero relacionados
con dicho conflicto (30).
Sus líderes, desalmados y feroces, encabezaron esta oscura guerra de
guerrillas que se extendió por toda la frontera y la Araucanía y que desembocó
en los más despiadados y crueles hechos. Lucharon aliados con algunos indios
ya que, como se dijo anteriormente, otros indígenas se aliaron ocasionalmente
al bando patriota.
Para sus fechorías contaban con tropas irregulares o montoneras, entre las
cuales se incluían hasta curas, más fanáticos de la causa realista que del amor
a Dios. Los nombres como los de Benavides, Pincheira, Picó y Ferrebú, y
otros tantos aunque menos importantes, se fueron haciendo temidos y
tristemente célebres durante esos años.
Resulta interesante el conocimiento de una fuente primaria de estos hechos
que nos entrega a través de sus memorias el oficial inglés Richard Longeville
Vowell y que, por su extensión, nos permitimos recomendar al lector que
pueda leerla en el Apéndice, pág.103
Finalmente, nos es obligado el mencionar, por su relación al tema principal
que nos ocupa que, durante la Guerra a Muerte, sus líderes también
recibieron la colaboración de algunas armas, hombres y la ayuda que
pudieron brindarle tanto por parte del virrey del Perú, como de los
propios gobernadores de Valdivia y de la ya esquilmada Chiloé (31).
46
Capítulo III
Incorporación de Chiloé a la República de Chile
Situación en Chile:
Estamos en el año 1818, con don Bernardo O‘Higgins como Director Supremo
de la nación y en el segundo año de su
gobierno. Don Bernardo, en un gesto
propio de su decisión y para demostrar
ante el enemigo su voluntad irrestricta
en lograr la independencia, la jura el 12
de febrero de ese año, casi tres semanas
antes de la batalla de Maipú ( Acta de la
Independencia, puede consultarse in
extenso en el Apéndice, pág. 80)
Empero, como ya se mencionó en el
capítulo anterior, desde antes de Maipú,
más precisamente a partir de la Batalla
de Chacabuco, el resto del ejército
realista que permanecía en Chile, ya no
contaba con un gobierno español para apoyarlo dentro del país, debiendo
recibir toda ayuda desde el Perú, si es que podía recibir alguna, de modo tal
que la situación para ellos se tornó sumamente crítica.
Las restantes fuerzas, que no pudieron abandonar el país con Osorio, debieron
buscar refugio en el sur de Chile. Siendo así, la situación en esa zona no
quedaba totalmente resuelta. Más bien estaba presente el fantasma de un
rebrote realista que, si se daban algunas circunstancias, podría poner en
peligro a la naciente nación independiente.
Las cosas en el resto del país tampoco eran miel sobre hojuelas. O´Higgins
estaba dedicado afanosamente a lograr el dominio del mar para, junto con
aquello, poder colaborar con la independencia en las otras colonias de
América, como en definitiva se hizo con el Perú. Por lo demás, esa era la
47
mejor forma de afianzar la propia independencia de Chile. Así las cosas creó
la Primera Escuadra Nacional en el año 1818 sólo con 4 buques (32) pero
sobre cuya base se iniciaría la gigantesca empresa que resultó ser la formación
de la Escuadra Libertadora del Perú y que, tras grandes esfuerzos para Chile,
pudo zarpar a cumplir con su misión el 20 de agosto de 1820 en coincidencia
con el cumpleaños 42º del prócer (33).
Por su parte, la guerra en el Sur continuaba y las montoneras, en especial las
de Benavides, apoyadas desde el Perú por el virrey, don Joaquín de la Pezuela,
creaban nuevos dolores de cabeza al gobierno.
A lo anterior, se sumaban las situaciones de ocupación en que se mantenían
tanto Valdivia como Chiloé. Esta última, desde fines del año 1817, bajo el
mando efectivo de don Antonio de Quintanilla, quien pasará a ser un
personaje relevante, como el que más luchó, en la historia de nuestro país por
mantener el régimen monárquico a ultranza y con una lealtad a toda prueba
hacia su amado rey.
Es principalmente en este personaje, poseedor de un liderazgo militar
extraordinario, donde se centra la fuerte demostración de un fidelismo
verdadero y sin condiciones hacia el rey. Esto sería, a mi entender, la
explicación del porqué muchos historiadores, seducidos por el heroísmo de
éste y su entrega sin límites a la causa monárquica, no dudan en extrapolarlos
al resto de la población chilota que él gobierna, junto a un pequeño círculo de
españoles mayoritariamente peninsulares. Personalmente creo que es un error
o, al menos, una exageración mayúscula, acerca de lo cual he dado algunas
pruebas en los capítulos anteriores y continuaré haciéndolo en el presente.
Don Antonio de Quintanilla y Santiago:
Con el objeto de no cortar el relato, pero al mismo tiempo por resultar
insoslayable, entregaremos un brevísimo sumario biográfico sobre Quintanilla
en aquellos aspectos que no guardan directa relación con las fallidas
expediciones libertadoras de Chiloé; las de 1820 y de 1824, como tampoco lo
haremos con la definitiva victoria patriota del año 1826. Todas ellas, por la
48
importancia que tienen en esta tesis, igualmente se tratarán en subtítulos
aparte.
Don Antonio de Quintanilla y Santiago, nació el 14 de Noviembre de 1787 en
Pámanes, Cantabria, España. Hijo de una
familia
noble, pero sin fortuna, que
pretendió dar al joven Antonio una
formación que distaba mucho de su real
vocación (34). En vista de lo anterior sus
padres, sea por castigo sea para brindarle
otra oportunidad, aprovechan el regreso de
un pariente cercano, quien siendo ya
residente de Chile se hallaba de paso en la
península y envían a este joven, de sólo 14
años, a nuestro país con la finalidad de
iniciarlo en el comercio. Primero fue en
Santiago y posteriormente en la ciudad de
Concepción. En este último lugar fue
sorprendido en 1813 por la revolución independentista entrando al servicio de
las armas reales y sirviendo como Subteniente de Infantería, agregado al
Batallón Valdivia, con el cargo de Ayudante de Órdenes del Brigadier don
Antonio Pareja, tarea que desempeñó hasta el fallecimiento de este jefe
español. Pero al fallecimiento de Pareja, y a pesar de que inicialmente
Quintanilla aparecía renuente a una vida militar que se prolongara más allá
de un par de meses, siguió participando en todas las acciones bélicas de la
expedición de Gaínza y luego con Osorio fue victorioso en Rancagua y lo
acompañó en su entrada triunfal a Santiago.
Fue herido en la batalla de San Carlos (16/3/1813) donde la gravedad de sus
lesiones le dejaron marcas indelebles que le dieron cierto aspecto siniestro a su
rostro, amén de la pérdida de un oído, serios problemas en un ojo y una
mueca permanente en su boca torcida.
Con posterioridad a su participación en Chacabuco, ahora con las tropas
realistas al mando de Maroto, se dirige al Perú donde el virrey don Joaquín de
49
la Pezuela lo nombra, en Marzo de 1817, Gobernador Político y Militar de
Chiloé, lugar donde vivirá su propia epopeya la que sólo finalizará el año 1826
(35).
A su llegada al archipiélago , a fines de 1817, no había un solo soldado
veterano en la isla y sólo unas pocas milicias en San Carlos (Ancud), las que
había que hacer rotar en turnos para que pudieran aportar su trabajo a sus
respectivos hogares ya que no contaban con estipendio alguno. En la
Tesorería, ningún oficial regular. ¿Para qué? Si las arcas estaban vacías. En la
sala de armas; doscientos fusiles viejos y, desparramados en algunos sitios,
uno que otro cañón a los que Pareja, y otros posteriores, no echaron mano por
inútiles.
Nos relata el propio Quintanilla (36) que, apenas llegado a Chiloé, hubo de
emular a su coterráneo, el valeroso conquistador don Hernán Cortés, y quemar
sus naves. En este caso sólo fue una, que el anterior gobernador, Justis, estaba
terminando de construir a objeto de fugarse en ella, si la isla era atacada.
Evidentemente, este asunto fue un pésimo ejemplo dado por el propio
gobernador español, Justis, al pueblo chilote, al estar preparando su eventual
huida. No podía esperar entonces, por parte de sus gobernados, una actitud de
mayor fidelidad que la que él mismo demostraba no tener.
Por el otro lado de la medalla se aprecia, con toda claridad, la actitud extrema
asumida ante este hecho por parte de Quintanilla, quien viene a relevar a
Justis. El nuevo gobernador no duda en quemar la nave. Lo hace,
precisamente, para poder afianzar su posición de líder político y militar que no
sólo predica, sino que quiere mostrarse distinto ante un pueblo que, como se
ha visto, ya está cansado de sufrir y con muchas dudas acerca de la integridad
moral de sus gobernantes.
Pero, lo anterior no fue la única muestra de la caótica situación con que
Quintanilla encontró a la provincia y, muy temprano desde su arribo, debió
conjurar la primera conspiración en su contra (37), debiendo aplicar la pena
capital a 5 de sus efectivos.
50
Ni siquiera podía pensarse que este fallido magnicidio se debía a una
malquerencia hacia el nuevo gobernador, ya que apenas lo conocían ni mucho
menos había ordenado todavía castigo alguno. Era, sin duda, la reacción anti
fidelista de los chilotes quienes no veían su futuro del mismo modo que sus
autoridades peninsulares. Quintanilla tampoco dudó aquí en aplicar mano dura
contra los principales cabecillas de la conspiración creyendo con esta medida
ir dejando las cosas claras. Pero, como veremos más adelante, actos similares
vuelven a repetirse.
No obstante todas las carencias materiales de la provincia, y a petición del
brigadier Ordóñez, el nuevo gobernador, fue capaz de reclutar dos compañías
de soldados chilotes que envió en 1818 para reforzar las tropas del
mencionado jefe en Talcahuano. En los últimos meses de ese año, Quintanilla
recibió finalmente desde el Perú algún dinero y oficiales veteranos que
pudieron colaborarle en la mejor formación de sus milicias y logrando, ya
cercano al año 1820, tener unos mil hombres en total, sacados desde todas las
islas que componen el archipiélago y también integrado por algunos pocos
soldados, fugitivos españoles, que llegaron buscando asilarse en la isla
después de Chacabuco y Maipú.
Dada la situación de una mejor posición que los patriotas iban adquiriendo con
el control de las comunicaciones marítimas, se dificultaba cada día más la
llegada de los pocos medios que el Perú podía enviar a Chiloé. Quintanilla
entonces, inquieto e ingenioso, procuró también lograrse mayores medios para
poder así defender su provincia en mejor forma de las acechanzas patriotas y
audazmente se decidió a armar naves en Corso con lo cual fue bastante
exitoso, procurándose recursos que de otra manera jamás hubiere obtenido.
Así entonces, en el año 1823, armó la goleta “General Quintanilla” y el
bergantín “General Valdés”. La goleta, (38) que era una nave nueva y de
considerable velocidad, produjo a las escuálidas cajas reales de la isla, una
considerable suma de casi 300.000 pesos, lo cual era una fortuna, si la
comparamos con lo otorgado por el virrey del Perú a las expediciones de
Pareja o de Gaínza, sobre las cuales ya nos hemos referido en su ocasión.
51
Por su parte, el bergantín “General Valdés” (39) antes de perderse en un
naufragio, también efectuó una recaudación positiva la que en todo caso no
fue comparable a lo efectuado por la “General Quintanilla”. Como nave
corsaria chilota capturó una nave enemiga y tropas, las que llegaron a Chiloé.
Sí, es del caso mencionar que estas tropas enemigas que Quintanilla acogió,
con cierto sentido humanitario, le acarrearon más de un dolor de cabeza por la
influencia anti realista con que comenzaron a contagiar los hogares de los
chilotes comunes, donde fueron asignados por razones de economía. A estos
prisioneros, imbuidos de ideas libertarias, no les fue difícil concientizar
rápidamente a sus designados huéspedes chilotes de sus ideas
antimonárquicas, demostrando así que el pueblo estaba cada vez más
vulnerable a las nuevas ideas. No se supo de ningún caso que estas familias,
las que debieron alimentar y alojar a los prisioneros hayan reportado a sus
autoridades este “proselitismo enemigo” lo cual es un indicador de los
pensamientos acallados de los habitantes comunes. Quintanilla entonces,
viendo lo feble del supuesto fidelismo, decidió conjurar rápidamente un
peligro mayor y prefirió liberarlos cuanto antes, enviándolos, en la primera
ocasión que tuvo, fuera del archipiélago.
A los 32 años de edad, Quintanilla, el 8 de Septiembre de 1824, contrajo
matrimonio con doña Antonia Álvarez Garay una dama chilota perteneciente a
esa nobleza provinciana y quien le dio un hijo (Antonio Francisco Eusebio de
Quintanilla Álvarez) con los cuales conformaría su familia y, después de su
honrosa capitulación, volvería a su querida España donde vivió durante varios
años más, en continuo servicio a su patria.
En adición a la primera ayuda en hombres otorgada durante su gobierno para
sostener la causa del rey que, como ya mencionamos, la efectuó el año 1818,
es preciso añadir otra ayuda al virrey del Perú (40) en el bergantín
“Chilote” con algunas tropas enviadas directamente al Perú, como también
su ayuda en el año 1820 a Vicente Benavides (41). El citado relato nos aporta
nuevos elementos de juicio toda vez que deja en evidencia el estado de
pobreza de la isla comprobándose un gran descontento en los oficiales y
tropa realista, que se hallaban en Chiloé en carácter de refugiados, al extremo
que Quintanilla prefiere despacharlos de su provincia deshaciéndose así de
52
aquellos descontentos. Estos refugiados españoles, obviamente, no tenían el
mismo espíritu fidelista ni estaban dispuestos a los sacrificios que el
gobernador esperaba y optaron por dejar Chiloé. Aunque, formalmente, fueron
destinados a colaborar con Benavides, personaje de oscuro proceder pero
vestido oficialmente con un ropaje fidelista, bajo el cual ocultaba sus propios
intereses de bandido común, no se tienen antecedentes si estos militares
hispanos lo siguieron en su particular y deleznable Guerra a Muerte o bien
tomaron otro rumbo.
Así las cosas, a fuerza de coraje y sacrificio el gobernador Quintanilla logró,
por casi nueve años, y ocho contados desde la declaración de independencia
de Chile, mantener el emblema del rey flameando a porfía, defendiendo
victoriosamente su gobernación en las campañas chilenas de 1820 y 1824 y
logrando una honrosa capitulación en la decisiva campaña de 1826 . Todas
ellas están tratadas en subtítulos aparte, hasta su regreso a España junto a su
familia chilota. A pesar de lo que estipulaba en el artículo 8º del Tratado de
Tantauco, que normó su capitulación, en cuanto a la gratuidad del transporte
de los que quisieren regresar a la madre patria, Quintanilla no lo aceptó y lo
costeó personalmente, por cuanto para lograr la gratuidad de su viaje él debía
prometer no tomar las armas en contra de ningún país de América (42). Este
último gesto de Quintanilla, antes de abandonar Chile, refleja sin duda su
exacerbado sentimiento y fanatismo por la ya perdida causa real en casi toda
América.
Llegado a España continúa al servicio de su amado rey, don Fernando VII, en
una segunda etapa de su vida, aunque el propio Quintanilla la cataloga en un
nivel distinto a la de su querida gobernación de Chiloé (43).
A la muerte de Fernando VII en 1833, por el derecho a la sucesión real,
acontecieron muchos episodios de pasiones y venganzas lo que de algún
modo afectó a Quintanilla, sin embargo por un asunto de orgullo herido, éste
no tomó partido en la guerra civil carlista (44). Ocupó en España distintos
cargos políticos y militares. Después de varias vicisitudes, fue oficialmente
ascendido a Mariscal de Campo en el año 1839.
53
Falleció en su patria a los 77 años de edad, en Almería, el 27 de Diciembre de
1864. Escribió numerosos relatos de los acontecimientos en los cuales le tocó
participar, entre ellos su autobiografía la que, como hemos dicho, además de
tratarse de una fuente primaria, es de frecuente referencia de muchos
historiadores, (V.gr. Rodolfo Urbina; Isidoro Vásquez de Acuña; Fernando
Campos Harriet y otros) toda vez que la mayoría de sus relatos han tenido
comprobación de veracidad e imparcialidad.
Razones de O`Higgins para traer a Cochrane a Chile:
Unas de las primeras preocupaciones del Director Supremo, don Bernardo
O‘Higgins, que se evidencia tan pronto accede al gobierno en 1817, fue tratar
de lograr el dominio del mar, asunto fundamental para lograr neutralizar a los
españoles en sus intentos de recuperar Chile mediante envíos de tropas,
enseres y armamentos destinados a sostener la causa del rey, debilitada mas no
fenecida. Fueran estos refuerzos procedentes en naves enviadas directamente
desde España o lo fueran desde el virreinato del Perú, debía existir una fuerza
naval para contrarrestar su acción.
Asimismo, muy claro en los pensamientos del prócer aparecía la necesidad de
ayudar a consolidar la independencia de otras colonias americanas porque,
además del acendrado espíritu americanista de O`Higgins, aquello era otro
pilar que reforzaba la situación independentista en Chile.
Podemos, por lo tanto, observar cómo se van sucediendo las distintas medidas
que O‘Higgins va tomando en este sentido; como lo fue por ejemplo la
creación de la inicialmente llamada Academia de Jóvenes Guardiamarinas
(hoy nuestra Escuela Naval Arturo Prat) el 4 de Agosto de 1818.
Posteriormente, la creación de la primera escuadra nacional, la cual después
de muchos episodios memorables, pero que no son del caso relatar acá, zarpa
desde Valparaíso el 9 de Octubre de 1818, al mando de don Manuel Blanco
Encalada.
No obstante, don Bernardo, estaba consciente que las medidas tomadas, si lo
que se pretendía era lograr resultados rápidos y efectivos, no darían frutos en
54
el corto plazo, si no se contaba con la comprobada experiencia de marinos de
fuste, como lo fue el caso de Lord Thomas Cochrane a quien, después de las
exitosas gestiones en Gran Bretaña de don José Antonio Alvarez Condarco,
llega al país contratado por el gobierno de Chile el 28 de Noviembre de 1818,
con la finalidad de organizar de mejor forma la escuadra nacional.
Gracias, principalmente, a los grandes esfuerzos organizativos de O‘Higgins y
a las audaces acciones navales del propio Lord, sin desmerecer la honesta y
noble actitud de Blanco Encalada (45) quien, reconociendo en este extranjero
su mayor preparación para lo que se requería no duda en colaborar,
subordinándose voluntariamente al nuevo almirante, se puede ejecutar aquella
colosal empresa cual fue la formación de la Escuadra libertadora del Perú, a la
cual ya nos hemos referido.
Pero revisemos a continuación, aunque en forma somera, quién fue este Lord,
organizador de nuestra incipiente marina de guerra y participante en las
luchas libertarias de Chile, Perú, Brasil y Grecia. Quién fue ese hombre que
termina su paso por nuestro país enemistado con varios; En especial con el
general San Martín, jefe de la expedición al Perú y embarcado en la flota al
mando del británico; Molesto con el gobierno de Chile, en particular con el
ministro Zenteno, pero a pesar de aquello siempre mantiene una personal
deferencia hacia O‘Higgins (46) quien, a su vez, debió desplegar una notable
paciencia para manejar a este conflictivo líder.
No debemos olvidar, sin desconocer su gran actuación en el país, que a
Cochrane lo unía con Chile una relación meramente contractual donde la
recompensa económica siempre estuvo muy presente en las aspiraciones del
Lord (47), pretensiones legítimas por lo demás, al tratarse de un extranjero que
vendía sus servicios, en parte remunerados en corso, práctica bastante habitual
en la época, y quien no tenía mayores vínculos con Chile que los ya
mencionados.
55
Lord Thomas Alexander Cochrane; X Conde de Dundonald y Almirante de la
flota patriota:
Lord Thomas Alexander Cochrane, Décimo Conde de Dundonald, (Annsfield,
Escocia 1775 -1860 Londres, Inglaterra).
Como es de suponer para el lector sólo de leer
sus títulos, era Cochrane hombre de noble
cuna, pero proveniente de una familia,
económicamente, bastante venida a menos.
Siendo aún un muchacho, según era la
costumbre de la época, ingresa a la Marina
Británica y sirvió durante varios años a su flota
en el mar Mediterráneo en luchas con las
escuadras francesas y españolas. Tuvo la
fortuna de conocer al Almirante Nelson a quien
admiraba. En sus diversas destinaciones a
bordo, le correspondió participar en una gran cantidad de acciones, en muchas
de ellas con exitosos apresamientos de las naves enemigas, en la que adquirió
gran experiencia y que después puso en práctica en su estadía al servicio de
Chile.
Hombre de brillante desempeño, pero de carácter difícil e impulsivo lo que le
acarreó varias dificultades en sus relaciones personales, fueran con sus pares o
con sus jefes. Basta leer sus memorias para darse cuenta de su carácter
conflictivo y áspero, quizás el reflejo de un marino exigente que, en batalla,
mostraba toda su audacia, valentía y capacidad de líder y deseaba que sus
subordinados actuaran en forma similar.
En 1806, debido a antipatías personales con el Primer Lord del Almirantazgo,
Cochrane abandona temporalmente la marina británica e ingresa a la arena
política como representante en la Cámara de los Comunes, donde no dudó en
hacer ver desde esa tribuna las arbitrariedades y abusos que ejercían algunos
altos mandos de la Royal Navy. En el año 1813, a consecuencia de estas
pugnas es involucrado en un fraude contra la Bolsa de Comercio de Londres,
por lo que es expulsado tanto de la Marina cuanto del Parlamento. Sin
embargo, al año siguiente, le son restituidos sus derechos políticos y es
56
nuevamente electo representante. Pero su carrera naval sólo la retoma con
ocasión del ofrecimiento que recibe en el año 1817 para ponerse al servicio de
la causa independentista y la guerra de la independencia conducidas a la sazón
por San Martín y O‘Higgins.
Tanto en Chile como en Perú, Cochrane, tuvo un exitoso cometido en sus
distintas misiones. Empero, por ser lo concerniente a esta tesis, sólo
comentaremos someramente su increíble toma de Valdivia para, en seguida,
dar cuenta de su fallido intento de tomar Chiloé. Fue en esta remota isla,
donde fue derrotado y de la cual, al parecer, algunos historiadores al igual que
las autoridades chilenas de la época, han preferido relegar a un segundo plano,
quizás para no opacar el gran brillo de su anterior victoria. Nos referimos a la
primera expedición patriota que trató de arrebatar a Quintanilla su dominio de
Chiloé en el año 1820.
Terminó su misión en Chile, zarpando desde Quintero rumbo a Río de Janeiro
el 18 de Enero del año 1823 en el bergantín “Colonell Allen”, junto a sus
secretarios privados Jackson y Stevenson; algunos de los oficiales de marina
que lo acompañaron, entre estos el capitán Crosbie y el teniente Grenfell; un
joven artista José Carrillo y, por supuesto, no olvidó invitar en este viaje a su
gran amiga Mary Graham. Sin embargo, permanecieron como herencia en
Chile varios oficiales que habían llegado con él, entre ellos don Robert W.
Simpson que, como almirante de nuestra Armada, alcanzó el cargo de
Comandante en Jefe (permítasenos consignar acá, que también fue el padre del
contralmirante chileno don Enrique Simpson Baeza).
Tan pronto arribó a Brasil, comenzó a prestar sus servicios a la causa de esa
independencia, ahora enfrentando a los portugueses. Terminada su misión
allí, se dirige a Grecia donde se enfrentaría contra los turcos. Como se puede
ver, tuvo este marino notable una vida llena de memorables aventuras, a punto
que ha servido de fuente de inspiración desde novelistas a productores de
Hollywood (48).
En el año 1830, por la directa intervención del rey Guillermo IV, obtuvo el
perdón real y como premio y reconocimiento a sus servicios en el extranjero,
Cochrane, fue reintegrado a la Royal Navy. En el año de 1854 fue ascendido
57
a Almirante con todos los honores y falleció en Londres el año 1860, a la edad
de 85 años. Le fue concedido el alto honor de ser sepultado en la Abadía de
Westminster, lugar tradicionalmente reservado sólo para las coronaciones
reales y los entierros de los monarcas y para algunas de las más brillantes
personalidades del Reino Unido, como lo fue el Almirante Cochrane.
La sobresaliente toma de Valdivia y la derrota en la expedición a Chiloé en
1820:
Como se mencionó antes, en el Chile de 1820 oficialmente declarado
independiente, aún subsistían los bastiones españoles de Valdivia, de Chiloé y
la llamada Guerra a Muerte que mantenían vivas las esperanzas realistas de
volver a tomar el control del territorio chileno.
Así las cosas, Cochrane planificó la toma de la hasta ese momento
considerada inexpugnable Valdivia (Ver plano en Apéndice, pág.97). En
Enero de 1820 llegó a la costa Valdiviana encubierto con una bandera
española en los mástiles de la María Isabel, acerca de la cual los realistas
ignoraban su reflote y rearmado. Obtuvo importante información, mediante las
confesiones de los tripulantes de un bote capturado, muy en especial acerca
del sistema de fuertes existente en esa plaza y se retiró de la escena, no sin
antes capturar al bergantín “Potrillo” que arribaba desde Chiloé con la poca
ayuda con que podía colaborar el siempre fiel Quintanilla.
Luego del reconocimiento de la zona de operaciones, se dirigió a Talcahuano
desde donde envió un informe a O‘Higgins de sus planes y solicitó pronta
ayuda a Freire, Gobernador de Concepción en ese momento. Freire le facilitó
soldados, la goleta “Moctezuma” y el bergantín “Intrépido”.
Una vez alistada la pequeña escuadra, nuevamente Cochrane zarpó rumbo a
Valdivia pero la mala fortuna hizo que una de sus naves, la fragata
“O‘Higgins”, nave insignia de aquella flota, encallara frente a la isla Mocha,
produciéndose un boquerón que permitió la entrada de abundante agua a las
bodegas, dañando toda la pólvora que llevaban y pudiendo, los soldados, sólo
salvar las balas que llevaban en sus propias cartucheras. Cochrane trabajó
58
codo a codo con sus oficiales y la tripulación de la nave siniestrada para
solucionar la emergencia, no obstante no le quedó más alternativa que
trasladarse junto a los soldados a la “Moctezuma”.
Al avistar Valdivia, Cochrane optó por la misma táctica anterior, la de llegar
encubierto por la bandera de España, e intentó una sorpresa anfibia que
fracasó al ser descubierto uno de sus botes desde las fortificaciones españolas.
Así las cosas, dio la orden de atacar por el lado de tierra, lugar por el cual no
estaban preparados los fuertes toda vez que sus pesados cañones estaban
emplazados hacia el océano. A pesar de contar con fuerzas inferiores y de la
desventaja de posición, las tropas del Lord fueron conquistando uno a uno los
fuertes del sistema y, además, procediendo al “clavando”, de los cañones
(“clavar”= término artillero de la época, que significa introducir un trozo de
metal o “clavo” en el orificio de ignición del cañón para dejarlo inutilizado).
Las acciones que habían comenzado el día 3 de Febrero de 1820, continuaron
durante el día 4, hasta
alcanzar la victoria final
sobre la plaza realista
(49).
En su libro, Nueva
Historia de Valdivia,
pág. 448, el padre
Gabriel Guarda, nos
relata un diálogo entre
Miller
y Cochrane,
previo a la toma, el que he querido mostrar brevemente por cuanto, si bien es
un tanto anecdótico, refleja al lector la absoluta audacia del Lord:
“-¿Qué dirían de nosotros, Miller, qué dirían los chilenos si nos fuésemos con
la O`Higgins a tomar los siete castillos de Valdivia? ¿Qué diría el gobierno?”
-“Lo que dirían, respondió Miller, sería que su señoría sencillamente se ha
vuelto loco”
59
-“Pues, precisamente por eso debemos ir. Los jefes que mandan en Valdivia
piensan lo mismo que los que dirigen la guerra desde Chile, y están
adormecidos en la misma ciega confianza”
Empero, sin dejar de considerar el gran mérito personal de Cochrane y de su
tropa chilena en esta magnífica victoria, creo que el Lord, pecando de
soberbia, pensó que una próxima y similar faena en Chiloé constituiría una
fácil maniobra, sobre todo al enterarse por la correspondencia violada en la
toma de Valdivia que se preparaba una sublevación en contra de Quintanilla
(50). Esto confirma, por escrito, los temores que el propio Quintanilla tenía
acerca de la supuesta fidelidad chilota y que se refleja en esta carta. Sin lugar
a dudas a éste le resultaba más fácil admitirlo en una carta, seguramente
confidencial, dirigida a un compañero de armas
que en
aquellas
declaraciones oficiales hacia sus superiores, como por ejemplo el virrey,
aceptando una situación que no podía manejar, como eran las ideas de sus
gobernados.
La temeridad de Cochrane, subestimando las aptitudes de Quintanilla,
apresuraron su decisión y, sólo quince días después, el 18 de Febrero de 1820,
se presenta con sus naves en las costas de Chiloé. Desembarcó sin mayores
problemas en la llamada playa de la Corona, tomando dos baterías que mandó
clavar. La defensa realista se replegó hacia el castillo (nombre que se les daba
entonces a las fortificaciones principales) de San Miguel de Agüi, que era el
mejor dotado y ubicado para defender el puerto de San Carlos (Ancud). Por su
lado Quintanilla dispuso el envío de mayores fuerzas a reforzar dicho castillo,
navegando las tres millas de distancia que lo separaba de San Carlos. Los
hombres de las fuerzas patriotas, unos trescientos hombres, comandados por el
inglés don William Miller (=Guillermo Miller, considerado posteriormente
padre de la Infantería de Marina de Chile) siguieron su avance y atacaron el
castillo. Sin embargo su situación elevada y la brava defensa de los
realistas contuvo a los hombres de Miller y, por su parte, Quintanilla
embarcó el resto de las fuerzas de su mando para caer por la espalda de los
patriotas a quienes no le quedó mejor alternativa que decidir una urgente
retirada a bordo, dejando unos cuarenta muertos en el campo y siendo varios
otros tomados prisioneros durante su huida hacia las naves, las que esperaban
60
a corta distancia de la costa. Cochrane no alcanzó a desembarcar de la
“Moctezuma” y su bravo oficial Miller resultó seriamente herido.
Quintanilla había demostrado que la isla no sería fácil presa, aun para audaces
y avezados como Cochrane.
El virrey del Perú concedió entonces a los capitanes de la 1ª y 2ª compañía del
Batallón Veterano de guarnición en Agüi, junto a una compañía de Milicias,
los grados superiores inmediatos y, a la tropa, un escudo de distinción. La
primera expedición para liberar a Chiloé del yugo realista había sufrido un
estrepitoso fracaso y, en adición, el almirante Cochrane había sufrido un gran
bochorno.
Por su parte, El Diablo, como apodaban los realistas a Cochrane debido a sus
increíbles hazañas, debió zarpar, esta vez muy disgustado al norte, tratando de
restarle importancia a la derrota que le infligió Quintanilla. Debido al
esplendor de la gran victoria anterior del Lord en la toma de Valdivia, también
las propias autoridades de Chile, encabezadas por O`Higgins, decidieron
minimizar la situación, no obstante la opinión de algunos de los tradicionales
detractores de Cochrane, muy especialmente el ministro Zenteno, quien se
hallaba muy contrariado por la manera de actuar de este díscolo británico (51).
Situación política de Chile en el ínterin:
Antes de entrar a analizar la segunda expedición fallida a Chiloé, que
nuevamente neutralizó el pertinaz Quintanilla, es necesario ver qué estaba
sucediendo en el Chile de la época durante el período comprendido entre esas
dos primeras expediciones. Esto cobra más relevancia toda vez que Ramón
Freire, el líder que comandó personalmente la segunda y tercera expedición,
fue quien sucedió a O‘Higgins en el mando supremo de la nación.
Sin desmerecer las otras obras que O‘Higgins ejecutó en su gobierno, por no
ser tema a tratar acá, sólo mencionaremos que, desde su asunción al
poder en el año 1817 hasta Agosto de 1820, el prócer había estado
preocupado en forma prioritaria tanto de la creación de la primera escuadra
cuanto de la expedición libertadora del Perú. Esta última empresa, nunca
61
suficientemente reconocida a Chile, le acarreó cuantiosos problemas de
variada índole, sobre todo financieros, ya que Perú fue posponiendo sus
compromisos de pago firmados por prominentes políticos peruanos de la
época (V.gr. Larrea y Loredo) y el compromiso de devolución pactado no fue
honrado en su oportunidad.
La mala situación financiera de Chile ya descrita, se vio agravada con el
terremoto del 19 de Noviembre del año 1822, que azotó la zona central, por lo
que O‘Higgins debió recurrir ese mismo año a un empréstito de 1 millón de
libras esterlinas con Inglaterra lo cual, diremos sólo para que el lector pueda
formarse una idea en orden de magnitud, equivalía aproximadamente a tres
años de ingresos fiscales. A estos problemas financieros se le sumaron otros
de índole políticos, calificados como crímenes de estado por parte de sus
detractores, responsabilizándolo por la muerte de Manuel Rodríguez en Tiltil
y los fusilamientos en Mendoza de los hermanos Carrera.
Tampoco habían cesado las guerrillas de las montoneras realistas en el sur,
principalmente se está luchando contra Benavides en el sector sur continental
y se aprestan nuevos intentos de liberar a Chiloé (52) al mismo tiempo que
O‘Higgins despliega grandes esfuerzos tratando de persuadir a Quintanilla a
que entregue el archipiélago para evitar los daños mayores de un nuevo
enfrentamiento. Pero todos estos esfuerzos del Director Supremo de Chile
resultan infructuosos ante el irreductible jefe español de Chiloé. Esto queda
muy en evidencia al revisar alguna correspondencia cruzada entre ambos jefes
(53) y (54) donde O`Higgins le manifiesta que su carácter temerario y la
voluntad, tanto de él como de sus jefes cercanos, se extralimitan más allá
del entendimiento. Don Bernardo no sólo tenía una clara idea del fanatismo
del gobernador Quintanilla, también poseía importante información de
elementos cercanos a la causa patriota en Chiloé.
Pero la forma autocrática del gobierno de O‘Higgins, fue duramente criticada
y resistida por la aristocracia terrateniente y el clero. Ambos sectores se
sentían amenazados en sus intereses y en su poder. Esta situación terminó por
empeorarse a raíz de la Constitución de 1822, la que fue vista como un intento
del prócer en mantenerse en el poder (55) y trajo como consecuencia el
62
levantamiento de las provincias lideradas por don Ramón Freire Serrano.
O‘Higgins entonces, para evitar una lucha fratricida, prefiere abdicar al
mando de la nación a comienzos del año 1823 en una Junta, la que muy pronto
es reemplazada por otra que va a estar integrada por representantes de las tres
provincias con que contaba el país en ese momento (Santiago, Concepción y
Coquimbo), la cual a su vez nombra a Freire como el nuevo Director
Supremo de Chile en Abril de 1823. En Julio de ese año, don Bernardo,
abandona Chile y zarpa rumbo al Perú, lugar del cual nunca más regresaría a
su patria. No obstante, siempre se mantuvo interesado y pendiente del curso de
los acontecimientos en su patria como lo demuestra su variada
correspondencia que iremos exponiendo al lector cuando la ocasión lo
amerite.
Pero demos primero un vistazo a algunos rasgos biográficos del nuevo y
particular Director Supremo de Chile quien, de seguidor incondicional de
O`Higgins, termina por convertirse en su enemigo.
Don Ramón Freire Serrano:
Nació en Santiago el año 1787. Siendo un adolescente de 16 años quedó
huérfano trasladándose a Concepción, donde se
desempeñó como dependiente en una casa de
comercio. Tan pronto comenzaron a
visualizarse, a partir de 1810, las primeras
luces del proceso de independencia, Freire, ya
con 23 años de edad, comenzó a participar
militarmente de esta revolución. Su bautismo
de fuego lo recibió en las batallas del Quilo y
El Roble durante el año 1811 y en el año 1814
participa en el desastre de Rancagua como
capitán. Como resultado de esta derrota debió
huir del país para refugiarse en Mendoza, como
tantos otros patriotas. En el año 1816 se incorpora al Ejército de los Andes y
se le asigna un batallón a su mando, con el cual cruza la cordillera por el paso
El Planchón, apoderándose de la ciudad de Talca el 11 de febrero de 1817 (al
63
día siguiente se llevó a cabo, en Chacabuco, a 55 kilómetros al norte de
Santiago, la célebre batalla del mismo nombre, entre el grueso de las fuerzas
del Ejército Libertador, que habían llegado a Chile por otros pasos
cordilleranos, y las fuerzas realistas).
Combatió en la batalla de Maipú (5 de Abril de 1818) en forma muy
destacada, recibiendo en premio su grado de coronel y es nombrado, el año
1819, por el Director Supremo O‘Higgins, con quien en ese momento
mantenía una gran relación de amistad y admiración, Intendente de
Concepción con el principal objeto de combatir a los restos de las tropas
españolas que se instalaban, ahora en la modalidad de guerrillas, en el sur del
país.
En su nuevo puesto cumplió con su cometido en la medida de sus fuerzas, ya
que combatió con denuedo a las montoneras de Vicente Benavides sobre lo
cual informa al gobernante en una pintoresca nota: “Bandidos van quedando
pocos, porque ya se han fusilado más de trescientos”. No obstante, su
relación con O‘Higgins comienza paulatinamente a deteriorarse toda vez que
Freire se va identificando más bien, y con cierta razón, por los intereses de la
zona penquista.
Efectivamente no llegaban los auxilios del gobierno central para combatir a
los realistas que, asociados con indios, aún asolaban la provincia de
Concepción. Pero esto no era todo. La pobreza en esa zona, que había sufrido
una situación de guerra constante desde el año 1817, había alcanzado límites
extremos: Benavides y otros malhechores, habían saqueado, incendiado y
robado los animales de pueblos enteros, amén de los crímenes y secuestros. La
escasez de trigo era dramática, debiéndose adoptar medidas para evitar el
acaparamiento de ese producto alimentario.
Freire entonces comienza a descargar su malestar; primero en contra de
Rodríguez Aldea, ministro de hacienda y de guerra durante la administración
de O`Higgins (56) y, posteriormente, enfoca su descontento, probablemente
ya bastante desesperado por la situación rayana en la hambruna de su
provincia, hacia O`Higgins a quien le plantea su lealtad a cambio de su
ayuda (57). Sin embargo, don Bernardo, tenía más bien su confianza en
64
la actuación de su ministro y los auxilios fueron del todo insuficientes y, a su
vez, él expresa a Freire su amargura y enojo por su actitud (58).
La situación llegó a un extremo a fines de 1822, cuando Freire convoca a una
Asamblea Provincial ante la cual renuncia, argumentando que el
nombramiento que ostentaba hasta esa fecha provenía de un gobierno el cual
ya no lo consideraba legítimo. La Asamblea acepta su dimisión y ahora es esta
entidad la cual lo unge en su mismo puesto.
Después de este claro desacato al Director Supremo, quedaba muy poco
margen para solucionar el tema que no fuera alguna acción con carácter de
guerra civil, situación que la generosidad del prócer impidió con su abdicación
al gobierno de Chile el 28 de Enero de 1823. No debemos dejar de mencionar
que, en la preparación de su rebelión contra O`Higgins, Freire, conocedor de
la malquerencia existente entre San Martín y Cochrane y, obviamente de la
preferencia de O`Higgins por San Martín, invita al Lord a sumarse a su causa.
Sin embargo, Cochrane, en un gesto que lo ennoblece, no acepta tomar partido
por ningún bando y abandona el país, no sin antes advertir a O`Higgins la
gravedad de la situación. Para el lector interesado mencionamos que existen
cartas, en ambos sentidos, en prueba de aquel intento de atraer al marino
británico a la causa de Freire.
Como ya se dijo en el subcapítulo anterior, Freire, a pesar de sus vehementes
declaraciones anteriores efectuadas ante la Asamblea Provincial (59), tratando
de mostrar su aparente desinterés por el poder, es designado por la Junta
para el mando supremo del país, cargo que no duda en aceptar. Ejerce esta
primera magistratura entre el 4/4/1823 y el 9/7/1826. Es durante este período
que se suceden la 2ª y la 3ª campañas libertadoras de Chiloé, de las cuales, por
su importancia en esta tesis, nos ocuparemos más adelante en dos subcapítulos
destinados exclusivamente a esos temas.
Una vez que, finalmente en el año 1826, logra su objetivo de liberar Chiloé,
obteniendo la capitulación y la firma del tratado de Tantauco, regresa a la
capital y se encuentra con un ambiente político muy agitado. Don Ramón, ya
cansado de tantas intrigas políticas, decide renunciar. Es sucedido por don
Manuel Blanco Encalada y después por don Agustín de Eyzaguirre.
65
El motín de Enrique Campino, para derrocar al presidente interino Eyzaguirre,
lo empujó nuevamente a la arena política y Freire fue nombrado
provisionalmente Presidente de la República, cargo que ejerció hasta Mayo de
1827, retirándose después a la vida del campo en la hacienda de Cuchacucha.
El año 1829 vuelve a la contingencia pública, cuando el gobierno le confía el
mando de las tropas para sofocar el levantamiento de don José Joaquín Prieto
en Concepción y que da inicio a la revolución de 1829. Este movimiento se
resuelve en la batalla de Lircay, acción donde Freire es derrotado y exiliado al
Perú.
No obstante su destierro, intenta regresar a Chile para combatir al gobierno
conservador establecido y, contando con la ayuda del mariscal Andrés de
Santa Cruz en el año 1836, se le facilitan dos naves con las cuales intenta
apoderarse de Chiloé. Su expedición fue un rotundo fracaso, el que acabó con
Freire en prisión en Valparaíso y enviado al destierro a la isla Juan Fernández
y posteriormente a Tahití.
Beneficiado por una amnistía retorna a su patria el año 1842, falleciendo el
año 1851 a la edad de 64 años.
Como herencia de su gestión cuando ocupó la primera magistratura se
cuentan: La abolición definitiva de la esclavitud; la reorganización de las
defensas en Valparaíso; La promulgación de la constitución de 1823 de corta
vida; Constituyó el estanco del tabaco, licores, naipes y papel sellado; Tuvo
serios conflictos con la Santa Sede debido principalmente al tema del
patronato que habían gozado los reyes de España y que se pretendía
heredar, adoptando medidas como la confiscación de bienes eclesiásticos,
reforma de la órdenes religiosas, apertura de escuelas en los conventos, etc;
También debió sufrir constantes problemas con los partidarios del desterrado
O`Higgins, llevados a tal extremo, que le significaron una temporal
destitución de su cargo el año 1825 mientras se encontraba en una campaña
militar, aunque le fue restituido el poder a su regreso; También debe
mencionarse que, durante su gobierno, el Congreso dictó una serie de leyes
conducentes a lograr una república federal al estilo de los EE.UU de América,
66
pero los conflictos surgidos entre las provincias estados hicieron fracasar el
intento.
Esa fue la azarosa vida de este militar, político, Capitán General, Director
Supremo, Presidente de Chile y, además, un tanto aventurero que, entre los
principales méritos de su gobierno, tuvo gran protagonismo en la difícil
incorporación del hasta entonces irreductible Chiloé al territorio de la
República y que analizaremos a continuación.
La abortada expedición de 1822:
Es conveniente no dejar de mencionar los antecedentes acerca de esta
expedición, la que si bien nunca se realizó, refleja el interés y esfuerzo de don
Bernardo O`Higgins en desalojar las fuerzas realistas y recuperar para Chile
ese territorio insular, como ya se ha dicho, de particular importancia
estratégica.
O`Higgins, a comienzos de 1822, organiza una expedición naval-militar
compuesta por tres buques y 900 hombres la que zarpó desde Valparaíso en
Abril de ese año haciendo una recalada en Valdivia. La flotilla iba al mando
del comodoro norteamericano don Charles Wooster y los militares
embarcados a cargo del coronel francés don Jorge Beauchef. Este último,
recibe instrucciones precisas de parte de O´Higgins (60) donde queda en
evidencia la información que el propio prócer tenía acerca de la existencia de
chilotes importantes que eran proclives a la causa independentista y, por lo
tanto, carentes de toda fidelidad al rey como también de otros personajes que
podrían ser atraídos con facilidad.
Sin embargo, hubo factores que atentaron contra los fervientes deseos y
esfuerzos del prócer en conseguir la liberación de la isla. Según él lo
expresara en sus propias palabras: “La confianza que me asiste en el buen
éxito compensa mis fatigas”. Pero, por un lado, la recalada de esta flotilla a
Valdivia la retrasó y el mal tiempo, propio de la estación, se conjuraron en
contra del zarpe a su destino final. A esto debe sumarse que las mutuas
antipatías, existentes entre los jefes, norteamericano y francés, de aquella
expedición, no colaboraron en nada al objetivo que se pretendía. Para colmo
67
de males, estalló la revolución de Freire contra O`Higgins y la misión quedó
abortada definitivamente. Beauchef adhirió a Freire y las naves destinadas a
tomar Chiloé se usaron para su traslado a Concepción.
Situación política en Chile, años 1823-1824:
Debido a la situación de la hacienda pública, el gobierno de Chile había
decretado el desarme de la escuadra, suponiendo que el Perú caminaba
francamente hacia su completa emancipación.
La estrategia del Protector, general San Martín en dicho país, había provocado
una serie de contratiempos a su ejército independentista y, después de su
abdicación, los restos del Ejército Libertador quedaron en difícil posición en
esas lejanas tierras. Las cosas empeoraron con las victorias realistas de Torata
y Moquehua, las cuales agregadas a una rebelión de la guarnición del Callao a
favor de la corona, hicieron reflexionar al gobierno de Chile acerca de la
necesidad de reactivar la escuadra.
Así las cosas, en Agosto de 1823, Freire decreta el alistamiento de la flota
para ir nuevamente en auxilio del Perú, cuyo retroceso independentista ponía
en riesgo lo ya logrado en nuestro país. Las reparaciones de las naves sólo
estuvieron finalizadas en Octubre, zarpando esta escuadra el día 15 del
señalado mes. Componían la expedición las naves de guerra “Lautaro”,
“Moctezuma” y “Mercedes” y los transportes alquilados: “Sesostris”, “Ceres”,
“Santa Rosa”, “Ester”, “Indio” y “Minerva”. Las fuerzas la componían 2.500
soldados y, en su comandancia en jefe fue designado el coronel don José
María Benavente, quien llevaba entre sus oficiales a varios conocidos
veteranos extranjeros, como Beauchef, Rondizzoni y Viel, que habían
participado en las luchas de nuestra independencia. Estas fuerzas se dirigieron
al Perú a encontrarse con las fuerzas que comandaba el general chileno don
Francisco Antonio Pinto Díaz (quien fuera, posteriormente, presidente de
Chile 1827-1829 y padre de quien sería el futuro presidente de Chile en el
período 1876-1881, don Aníbal Pinto Garmendia) Pudieron reunirse con él
sólo después de varias vicisitudes, que no es del caso mencionar acá. Sin
embargo Pinto, que se encontraba al mando de las restantes fuerzas de la
68
Expedición Libertadora que permanecían en Perú y de las que acababan de
llegar para apoyar las fuerzas independentistas peruanas, evaluó la situación
de absoluta ventaja que se presentaba para el ejército realista el que, tan sólo
en Arequipa, había concentrado 5.000 efectivos. Además, debía considerar la
dispersión total en que se encontraba el ejército peruano. Ante tan
desequilibrada situación, decidió regresar con sus hombres a Chile y, por lo
tanto, la expedición fracasó, retornando a Valparaíso en Enero de 1824.
Durante el año 1824 en Chile se llevaron a cabo elecciones parlamentarias,
bajo la llamada Constitución Moralista de 1823. En esa elección los pelucones
continuaron con su mayoría parlamentaria. Así las cosas, amén de la porfiada
resistencia de Chiloé, en el plano interno, tampoco resultaba fácil para Freire,
de tendencias liberales, el gobierno del país.
A lo anterior, se unían las dificultades creadas por el gobierno de Chiloé en lo
que significaba la ayuda que esta provincia prestaba a las bandas en lucha en
la llamada Guerra a Muerte la que estaba presente en el sur. Para colmo de
males, Quintanilla y sus naves corsarias dificultaban el comercio marítimo
encareciendo los productos de importación o bien produciendo escasez, como
también complicando las exportaciones y el cabotaje. Además debía
considerarse que, dada la situación peruana ya descrita en los párrafos
anteriores, de llegar refuerzos desde España, Chiloé se convertiría en la más
preciada base para esas eventuales fuerzas.
Freire entonces decide concentrar sus esfuerzos en abatir ese irritante enclave
realista a la brevedad posible. Para ello solicita del Senado los recursos y
sintiéndose más militar que político, no duda en delegar provisoriamente el
mando de la nación en el presidente de esta institución, don Fernando
Errázuriz, trasladándose sin demoras a Valparaíso para reunir a las fuerzas y a
las naves. Designa como jefe de la escuadra al capitán de navío don Roberto
Forster (cuñado de Lord Cochrane) y él, personalmente, asume el mando total
de la expedición.
69
La expedición libertadora de Chiloé de 1824:
Enarbolando su insignia en la “Lautaro”, Freire se dirige primero a Valdivia
desde donde zarpa el 17 y 18 de Marzo a su objetivo final, con nada menos
que alrededor de 2.500 hombres y 9 naves, entre buques de combate y
transportes ( Naves de guerra: “Lautaro”, “Independencia”, “Voltaire”,
“Chacabuco” y “Galvarino”. Transportes: “Valparaíso”, “Pacífico”, “Ceres” y
“Tucapel”. En cuanto al número de las fuerzas embarcadas, estas varían de
conformidad a los distintos historiadores; V.gr. Encina, en forma exacta, nos
señala 2149, I. Vásquez de Acuña calcula 2200, Barros Arana habla de 2500 y
Quintanilla señala 3000 efectivos)
Tan pronto estuvo la escuadra a la cuadra de la isla Sebastiana, las baterías de
Carelmapu hicieron fuego sobre las naves patriotas y, si bien no tuvieron el
alcance necesario, fue una clara advertencia de la resistencia española que se
desplegaría en los días posteriores.
Por otro lado, y para total sorpresa de los comandantes de la expedición, la
“Lautaro” con su comandante en jefe no se dirigió hacia el puerto de San
Carlos, como había sido convenido en los planes, sino que se dirigió hacia los
canales del interior desatando el desconcierto absoluto del resto de los jefes a
bordo de las distintas naves, como lo relata el propio Beauchef en sus
memorias (61). Esto sucedía ante los atónitos ojos de todos sus subalternos e
incluso ante la incredulidad del propio Quintanilla, quien observaba desde
tierra estas evoluciones de la flota efectuándole decidores comentarios
(62) a un testigo presencial, el capitán Ferguson, de la corbeta inglesa
“Mersey” la cual se hallaba accidentalmente en esas latitudes. Según la
revisión de antecedentes nunca se logró saber, a ciencia cierta, qué pretendió
Freire con su cambio táctico de última hora, toda vez que los planes habían
sido elaborados en un consejo de guerra, junto a sus jefes y con lujo de
detalles antes del zarpe desde Talcahuano. Sobre el particular, el historiador
don Patrick Puigmal es categórico: “No se han encontrado todavía textos o
documentos explicando este repentino cambio de estrategia”
Así las cosas, la escuadra fondeó entonces a la gira en la isla de Lacao. Allí
fueron llegando todas las otras naves, excepción hecha de los transportes
70
Pacífico y Valparaíso; La primera nave, muy averiada con los temporales
sufridos en las anteriores singladuras, hubo de retornar a Valdivia para reparar
sus daños y efectuar el transbordo de la tropa a la fragata Chacabuco. La
segunda, se hallaba separada del convoy también a causa de las malas
condiciones de tiempo durante la travesía.
El 25 de Marzo despachó Freire a un emisario, el sargento mayor don Pedro
Godoy, a intimar al gobernador Quintanilla de rendición (63). A pesar de la
sagacidad del parlamentario, de su facilidad de palabra y de sus finos modales,
no pudo convencer a Quintanilla acerca de su capitulación (64).
Esta misión parlamentaria, que fue demorada bajo diversas excusas por parte
de Quintanilla durante tres días, significó un tiempo precioso para una mejor
preparación del español y a pesar de que también Freire trataba de aprovechar
el tiempo con sus maniobras, estas no le significaron avances positivos.
Una vez recibida por Quintanilla la proposición de rendición, agradeció a
Godoy por la generosidad de Freire pero el español argumentó que, para tomar
una decisión de tal importancia debía consultar tanto a sus oficiales como con
los vecinos más connotados. Como esto obviamente tomaría algún tiempo, el
gobernador, en forma caballerosa y amable, ofreció al parlamentario Godoy su
hospitalidad, la cual fue aceptada por éste en la esperanza de alcanzar algún
éxito.
Pero dicha consulta que, según se explicó era sólo un trámite de Quintanilla
para ganar tiempo, fue efectivamente dispuesta por el gobernador,
seguramente para dar una sensación de mayor veracidad ante el parlamentario
Godoy quien esperaba por una respuesta. Pero no sospechaba Quintanilla de
las desagradables sorpresas que le depararía la mencionada consulta. En
efecto, algunos de sus oficiales, como también algunos vecinos eran
partidarios de aceptar una capitulación (65). Esta opiniones, irritaron en
extremo al gobernador y demostraban cuán quebrado estaba el concepto del
fidelismo en esa provincia que a ultranza trataba de mantener el contumaz
Quintanilla y su estrecho círculo peninsular. Quiso entonces éste, cortar
rápidamente el debate con los vecinos ya que podía tornarse peligroso. Según
lo relata una fuente primaria, el oficial de artillería chilote y testigo
71
presencial, capitán don Ricardo López, fue quien recibió la orden de llamar a
Godoy a la sala para entregarle la respuesta prometida; “Señor Capitán, haced
entrar a la sesión al parlamentario, a fin de que oiga nuestra determinación
resuelta”. Es claro que lo que Quintanilla llama “nuestra determinación
resuelta” no es otra cosa que su personal voluntad .y la respuesta consistió en
una verdadera apología al rey de España, a la confianza en que aquel
mantendría sus dominios y al valor que él le asignaba a su propia y singular
lealtad. Obviamente en la mencionada respuesta al parlamentario de Freire,
nada dijo en relación al sentir del resto de los chilotes comunes, según consta
en el testimonio presencial que hemos dado a conocer.
Antes del zarpe de la flota desde Valdivia, Freire había decidido enviar un
batallón de caballería por tierra, a cargo del mayor Labbé junto a 200
hombres. Como el batallón no apareciera dentro de un tiempo prudente, Freire
se alarmó y envió a la “Galvarino” a atacar el fuerte de Maullín, lo que pudo
hacerse después de grandes sacrificios, pero el batallón de Labbé, causante
principal de la medida adoptada por Freire, apareció sin novedad dejando en
evidencia la inutilidad de la maniobra ordenada.
Por su lado, las condiciones meteorológicas de la zona empeoraban día a
día en el otoño austral, lo que trajo como
consecuencia
la
varada de la “Galvarino” que afortunadamente pudo zafar. No obstante
otro navío de esa escuadra, la “Voltaire”, que Freire había dispuesto que
saliera a buscar al extraviado transporte “Valparaíso” no corrió la misma
suerte y las corrientes del canal, aumentadas por un violento temporal,
arrastraron a la corbeta de guerra provocando su varada y pérdida en la costa
norte del canal de Chacao, sobre los bajos de Carelmapu. Lamentablemente
para la expedición de Freire, todas esas medidas aisladas no tenían la
contundencia ni la concentración que se requerían para enfrentar al
gobernador español, quien sí supo aprovechar estos tiempos a su favor.
Recién el 29 de Marzo, un ya exasperado Freire, se decide por emprender las
grandes operaciones. Ordena entonces el zarpe hacia el pequeño puerto de
Dalcahue de la “Chacabuco” y de la “Ceres” con aproximadamente 600
hombres, al mando del veterano militar francés George Beauchef. El
72
destacamento patriota iba con instrucciones de cortar el contacto entre Castro
y San Carlos. Una vez desembarcados en Dalcahue iniciaron el 1º de Abril su
marcha al interior para lograr su objetivo y, posteriormente, dirigirse a San
Carlos. Beauchef atacaría la capital por el Sur y Freire lo haría,
simultáneamente, desde el Noreste.
No obstante los planes, a corta distancia de Dalcahue y a la meridiana de ese
día, se hallaron las fuerzas patriotas en una zona de pantanos y de muy espesa
vegetación denominada Mocopulli, donde se detuvieron para hacer descansar
a la tropa durante un par de horas. Cuando Beauchef se percató de la
presencia de las fuerzas realistas y dio la orden de ataque, los disparos ya
llegaban desde todas las direcciones. Era muy tarde. El coronel realista, don
José Rodríguez Ballesteros, conocedor del terreno, había realizado una
perfecta emboscada.
A pesar de la tenaz defensa de Beauchef, las bajas sumaron sobre los 300
hombres entre muertos y heridos. Aunque también se produjeron bajas entre
los realistas, Quintanilla señala en sus memorias que estas, entre muertos y
heridos, no sobrepasaron los 120 hombres. Asimismo, describe las
evoluciones que Freire desarrolló, al mismo tiempo que relata las propias
(66). Ambas evoluciones fueron basadas en un supuesto triunfo patriota que
pudiera haber acontecido sea en Mocopulli u otro lugar del trayecto entre
Castro y San Carlos. Pero, como ya consignamos anteriormente, las cosas no
fueron así y Ballesteros, evidentemente, había derrotado a las fuerzas
patriotas forzando el repliegue de Beauchef a Dalcahue, abandonando el
inicial plan de ataque a San Carlos. Contribuyó al mal resultado que los
patriotas obtuvieron en Mocopulli el hecho que los soldados de un batallón, al
mando del veterano militar italiano, don José Rondizzoni Cánepa, rehusaron
entrar en batalla debido a un asunto de sueldos impagos.
Al fracasar el plan, Freire también tuvo que replegarse y entonces se dio
cuenta que su situación aún tendía a desmejorar, habida consideración de que
la estación avanzaba con sus temporales y las naves corrían cada día mayores
riesgos. Para colmo de males, los víveres comenzaron a escasear y el jefe
chileno, desalentado por todos los fiascos sufridos en sus planes, prefirió
73
ordenar el regreso de la expedición. El fracaso de esta misión encabezada por
el Director Supremo del país, al igual que la anterior comandada por
Cochrane, era palmario.
El día 15 de Abril de 1824 la flota zarpó de regreso sin nada en sus manos,
aun cuando podemos conjeturar que con cierta fortuna, debido a que sólo tres
días después llegaron, procedente de Cádiz, el navío de guerra “Asia” y el
bergantín “Aquiles” con refuerzos para el virrey del Perú, lo cual quizás
podría haber empeorado la situación.
Esta situación tampoco pasó inadvertida para el general O´Higgins quien,
desde su destierro en el Perú, estaba muy al pendiente de los hechos que se
sucedían en Chile, particularmente en Chiloé. Así queda demostrado en una
carta que dirige a su amigo don Gaspar Marín (67) antes de la expedición y en
otra, dirigida a Bolívar posteriormente, en la cual critica en duros términos la
fracasada expedición de Freire (68).
Intento de rebelión y breve apresamiento del gobernador Quintanilla, Febrero
de 1825:
Durante el intervalo comprendido entre el triunfo realista sobre la expedición
que Freire realizara en el año 1824 y el año de 1826, en la que éste logró
finalmente la capitulación de Quintanilla, aconteció un seria insubordinación
por parte de algunos oficiales y de integrantes de la tropa chilota la que dejó al
gobernador y otros jefes de la isla presos en la balandra “Real Felipe”,
llegando Quintanilla a creer que lo fusilarían a él y a otros 7 oficiales, lo cual
da cuenta de una situación de suyo delicada.
Este hecho lo atribuye Quintanilla en su autobiografía a que, el día 6 de
Febrero de 1825, habían fondeado tres naves provenientes del Perú en el
puerto de San Carlos, las cuales ya conocían de la derrota realista en
Ayacucho (9/12/1824). Esta noticia había sido difundida en la población
sobre la que habría causado un profundo desánimo (69). El gobernador
también señala haber intentado remediar esta situación anímica mediante un
pago a la tropa equivalente a media remuneración mensual (70). Sin duda que
74
este actuar refleja la incertidumbre en Quintanilla acerca del comportamiento
de sus chilotes, a quienes estaba intentando incentivar o compensar por algún
medio. Recordemos que en muchísimas ocasiones anteriores, debido a la
tardanza de la llegada del Real Situado, la tropa quedaba absolutamente
impaga y nunca había reaccionado de la manera descrita. Pero lo cierto es que
la fidelidad chilota tenía sus graves fisuras y el problema era más extendido de
lo que el propio gobernador y sus cercanos podrían suponer.
Aun cuando, posteriormente, según nos relata Quintanilla, la tropa se dio
cuenta que había actuado engañada por los oficiales cabecillas de la revuelta,
el capitán Pérez, el capitán Velásquez y el habilitado Alvarado, quienes le
manifestaron a los milicianos que Quintanilla y los jefes apresados se habían
quedado con los restantes dineros de sus pagas, esto no logra cambiar la
gravedad de aquel movimiento sedicioso en contra de este representante del
rey en Chiloé y que, el propio gobernador, relata con lujo de detalles (71).
Finalmente, después de un gran susto para Quintanilla y su plana mayor que
les hizo temer por sus vidas, fueron liberados y pudieron recuperar el poder. A
pesar de la gravísima falta al deber militar cometidas por los cabecillas del
frustrado movimiento, la cual en tiempos de guerra, como eran los que se
vivían en Chiloé, no tenía otra pena que no fuera la capital. Pero Quintanilla
no se atrevió, en aras de la seguridad interior, a ejecutar a los cabecillas,
quienes fueron indultados y deportados al Perú. Fue, a todas luces, un
desusado indulto el otorgado en esta ocasión, el que el gobernador justificó
invocando a la superior magnanimidad del soberano Fernando VII. Empero la
realidad indicaba que el jefe español ya no se sentía seguro de la lealtad de sus
hombres hacia él como representante del rey y una sanción extrema podía
acarrearle impensadas reacciones (72). Es el momento de recordar la primera
rebelión que Quintanilla debió conjurar tan pronto asumió su cargo. En esa
ocasión ordenó la ejecución de cinco de sus militares y no le tembló la mano.
Ahora la situación era muy distinta.
Los favorecidos por el indulto y deportados desde Chiloé, no sólo se
contentaron con haber salvado sus vidas sino, en una clara confirmación de su
infidelidad al rey se unieron, voluntariamente, al bando patriota y,
75
posteriormente, fueron un gran aporte en el triunfo definitivo de la expedición
de Freire del año 1826.
Fuera de los sinsabores de esta revuelta que no fácilmente logró abortar el
gobernador español, quedó bastante inquieto de que otra acción subversiva
pudiera realizarse, toda vez la tradicional poca ayuda recibida para seguir
sosteniendo a Chiloé. Manda entonces un emisario, su ayudante de estado
mayor don Juan Francisco de Adriasola y Lorca, con un oficio suyo pidiendo
la colaboración al cónsul general de España en Río de Janeiro (73). Esta
comunicación es una prueba más de la debilidad del fidelismo existente
en el pueblo chilote, sólo que ahora ya es francamente reconocida por el
gobernador Quintanilla ante otra autoridad española. Qué diferencia a tantos
manifiestos anteriores, donde este jefe español declaraba, ufano, la
subordinación incondicional al rey que le profesaba, como un fiel colectivo, el
pueblo chilote de su gobernación.
Preparativos de la expedición libertadora de Chiloé en 1826:
Siendo el llamado amor propio el más grande de los amores del hombre, don
Ramón Freire tenía profundamente herido el suyo desde el fracaso de la
expedición de 1824. A esto se le sumaban al Director Supremo problemas de
gobierno de variada índole, tantos internos y externos.
A pesar de la inopia de las arcas fiscales chilenas, las presiones de Bolívar
sobre Freire determinaron que éste resolviera volver, una vez más, a alistar la
escuadra, para auxiliar al Perú. Cargando con los gastos que le significó al
erario nacional dicho alistamiento, esta flota pudo zarpar a cumplir con su
cometido el 15 de Noviembre de 1824 al mando del Vicealmirante don
Manuel Blanco Encalada (Su dotación sumó seiscientos setenta hombres, con
un poder de fuego de 95 cañones y estuvo integrada por las siguientes cuatro
unidades: fragata “”María Isabel”, ex “O`Higgins”, como buque insignia, al
mando de Roberto Forster; la corbeta “Chacabuco” al mando de Carlos García
del Postigo; el bergantín “Galvarino” al mando de Guillermo Winter y el
Bergantín-Goleta “Moctezuma” al mando de Servando Jordán. Quedó en
76
Chile una segunda división, aún en reparaciones, compuesta por otras cuatro
unidades; la “Valdivia”, la “Lautaro”, la “Independencia” y la “Mercedes”).
La navegación, que no estuvo exenta de dificultades y demoras, por los daños
sufridos en las naves a causa de temporales, sólo pudo recalar a Quilca el día 6
de Enero de 1825. Fue en este fondeadero donde Blanco se enteró de la
victoria de Ayacucho. El almirante entonces zarpó con la “María Isabel” y la
“Moctezuma” al Callao y ordenó el regreso a Chile de sus otras dos naves para
llevar la feliz noticia y cumplir otras comisiones que no es del caso comentar
acá. En el Callao intentó un parlamento con el general español don José
Ramón Rodil, a cuyo mando se encontraba la plaza fuerte del Callao pero este,
al igual que su compatriota de Chiloé, se mantuvo en su obstinada posición y
ni siquiera recibió al parlamentario enviado por Blanco. Bolívar dispuso
entonces que el bloqueo del Callao quedara bajo el mando naval conjunto del
almirante chileno el que, además de sus dos naves presentes en ese puerto,
debió tomar la responsabilidad sobre las unidades de Colombia (la
“Pichincha”, la “Chimborazo” y la “Guayaquileña”) y del Perú (el “Protector”,
la “Limeña”, la “Macedonia” y el “Congreso”)
No obstante el bloqueo, salvo acciones muy menores que pudieron
desarrollarse durante éste, no tuvo mayor significado que el bloqueo en sí y,
en Octubre de 1825, don Manuel y sus dos naves regresan a Chile, quedando a
cargo del bloqueo el capitán de navío colombiano, don John Illingworth. Así
se ponía término a la serie de colaboraciones navales que Chile dispensó al
Perú durante la época independentista.
En el orden de cosas internas del país, se aceptó adjudicar el famoso estanco
del tabaco a la firma de Portales y Cea, lo que traería inesperadas
consecuencias a futuro. Durante ese período, Freire, presenta una de las varias
dimisiones que hizo de su cargo durante su vida política y el congreso, para
evitarlo, le autorizó a suspender la llamada Constitución moralista de 1823
que había redactado don Juan Egaña (denominada, por este hecho y por
algunos historiadores, como la Constitución Moralista de Egaña)
A los problemas ya mencionados que acosaban al Director Supremo, se
agregaron distintas presiones, unas provenientes de Simón Bolívar, y otras
77
originadas por las actitudes de algunos países, como Inglaterra y Francia, cuyo
apetito por Chiloé iba quedando en evidencia.
Después de la victoria de Ayacucho, el 9 de Diciembre del año 1824, con
Bolívar ya gobernando en el Perú, las ideas que tenía este libertador acerca de
Chiloé, toda vez los dos fracasos chilenos en su anexión, en los años 1820 y
1824, eran que el archipiélago debía anexarse definitivamente al Perú, lo cual
queda demostrado en la misiva, que ignorando el obvio interés chileno sobre
su propio territorio, trata de persuadir en dicha comunicación personal al
irreductible Quintanilla. Empero, el obstinado jefe español le respondió, según
era su costumbre, en forma muy caballerosa pero con una rotunda negativa
(74). La carta citada , como en casi todas las comunicaciones de Quintanilla
en este sentido, nos muestra en forma patente su fanatismo hacia Fernando
VII, cosa que otros oficiales realistas, v.gr. algunos combatientes de
Ayacucho, no compartían por el gobierno absolutista y de características
cercanas a la tiranía del repuesto monarca español. Esto llegó a dar pie para
ciertas teorías conspirativas, que obviamente no es del caso tratar acá, de
varios oficiales españoles a cuya deslealtad se atribuyó la derrota en
Ayacucho. Sólo lo mencionamos para demostrar la exacerbación de los
sentimientos de Quintanilla, que obviamente sobrepasaban la realidad de sus
subordinados.
Pero las inquietudes de don Simón en relación a Chiloé, más allá de lo que él
pudiera considerar como desinterés o incapacidad de Chile en su pronta
anexión al territorio de la novel república, eran sus fundados temores que otras
potencias, como Inglaterra o Francia pudieran adelantarse. Esto podría darse
por una cesión negociada directamente entre España y algunas de estas
potencias. Incluso se temía que el propio gobernador Quintanilla, tan huérfano
de ayuda y de comunicación con la Península, en algún momento desesperado
pudiera llegar a algún acuerdo, aunque fuera provisorio y sujeto a posterior
ratificación del monarca Fernando VII, con algunas de estas potencias. Era
fácil suponer que un acuerdo de emergencia de esta naturaleza, siempre
sería más conveniente a los intereses de España que su pérdida para siempre.
Obviamente tampoco dejaba de considerarse, entre las posibilidades que
78
Bolívar temía, que España se decidiera a auxiliar a Quintanilla de una vez por
todas, con firmeza, y fortalecer este valioso enclave en el Pacífico Sur.
Estos intereses extranjeros, a los cuales hemos hecho mención quedan de
manifiesto, en el caso de los ingleses, por la variada correspondencia enviada
por su cónsul, Sir Christopher Nugent, al gobierno de su majestad británica
(75).
Por su lado, los franceses tampoco eran indiferentes a una probable anexión y
algunos agentes de ese país trataron de tejer algunas intrigas ante Quintanilla,
según se registran también en los informes del cónsul Nugent a su gobierno,
consistentes en mantener la idea de que pronto llegaría auxilio desde España
para que no fuera entregado el archipiélago a Chile pero tampoco a los
ingleses. Poco tiempo después hubo frecuentes presencias de naves de guerra
francesas en el Pacífico y aunque el almirante Rosamel anunciaba seguridades
de no intervención, su presencia era mirada con recelo por los ingleses.
Con posterioridad a la capitulación de Quintanilla en el año 1826, quedaron en
evidencia los intereses franceses e ingleses por Chiloé, como se señala en la
obra de don Patricio Estellé Méndez (76).
Con todos estos riesgos, presiones y, como ya se dijo, por su propio prestigio,
Freire decidió armar cuanto antes la definitiva expedición a Chiloé.
Empero, tampoco se contaba con los recursos financieros para implementarla.
Acude entonces a Bolívar, pero este resolvió la petición sólo con una promesa
de ayuda, la cual nunca se concretó y por lo tanto, al Director Supremo, no le
quedó otro camino que recurrir a un empréstito particular. Así la situación y
habiendo calculado las ventajas comerciales que podían significarles para su
negocio en Chile, la “English Mining Co.” decidió aceptar el riesgo de la
aventura y, a través de su representante en el país, Mr. Cameron, optaron por
otorgar el préstamo de cien mil dólares, suma considerada elevadísima en esos
tiempos, pero requisito sine qua non para poder contar con los medios de
equipar la expedición y pagar a la tropa.
79
Zarpe de la última expedición para liberar a Chiloé en 1826:
Don Ramón Freire ,como era de esperar, quiso encabezar esta expedición y,
mediante un decreto del 12 de Noviembre de 1825, delegó ahora el
mando supremo de la nación en un Consejo Directorial que lo presidió don
José Miguel Infante, estando además integrado por don Joaquin Campino, don
Manuel Gandarillas y don José María Novoa.
Freire, suficientemente contrariado por la fallida expedición de 1824, tomó
ahora todas las providencias para no sufrir un nuevo revés, en especial las
causadas por las condiciones meteorológicas en la zona del archipiélago de
Chiloé. Convino y planificó con el brigadier don José Manuel Borgoño, que lo
acompañó en esta nueva aventura, en que debía llegarse al teatro de
operaciones en plena estación estival, toda vez que así las maniobras de
desembarco y embarco de tropas no se verían entorpecidas, como sucedió
antes, por el inclemente clima. También quiso llevar los mejores oficiales
veteranos de muchas acciones independentistas y así pudo contar con
comandantes de la talla de George Beauchef, Giuseppe Rondizzoni Cánepa,
José Francisco Gana López, José Santiago Aldunate y William de Vic Tupper,
entre otros distinguidos oficiales.
Así las cosas, a mediados de Noviembre de 1825, el ejército que tomaría
acción en Chiloé se puso en marcha desde Santiago a Valparaíso y el día 27
de ese mes pudo la flota zarpar con un respetable ejército de 2600 hombres, si
se comparan con las fuerzas de Quintanilla las que, si bien estaban
compuestas por 2400 hombres, sólo contaban con 1300 fusiles, de tal modo
que algunas compañías de infantes debían usar lanzas como todo armamento
al igual que la caballería poseía sólo sus sables. En esta situación lo más
contundente para la defensa de la Isla era su artillería, dispuesta en baterías,
fuertes y castillos como también a bordo de pequeñas lanchas cañoneras las
que fueron armadas por iniciativa de Quintanilla.
Por su parte, la escuadra chilena constaba de un total de diez naves
distribuidas en cinco Buques de Guerra: la “María Isabel” insignia del
almirante en jefe de la escuadra don Manuel Blanco Encalada y al comando de
don Robert W.Simpson, la “Independencia” al mando de don Enrique
80
Cobbett, el “Aquiles” al mando de don Carlos Wooster y la “Galvarino” al
mando de don Guillermo Winter. Posteriormente se unió la “Chacabuco” la
cual estaba intentando una misión de parlamento en Chiloé y efectuando una
labor de bloqueo de la isla. Las naves ocupadas en transporte fueron otras
cinco; Estaban encabezadas por la fragata de guerra “Lautaro” al mando de
don Roberto Bell, la “Resolución” al mando de don Manuel García y la
“Golondrina” al mando del capitán Sr. Kierulf. Además, el “Ceres” y el
“Infatigable” de cuyos mandos ignoro sus nombres.
Efectuó entonces la flota una recalada en Valdivia, donde se procedió a
efectuar algunas reparaciones y los últimos aprestos para continuar rumbo a
su objetivo final el día 30 de Diciembre de 1825.
Entretanto en Chiloé, don Antonio de Quintanilla, ya alertado de la expedición
no perdía su tiempo y también se aprestaba para la defensa. Sin embargo, a la
lógica incertidumbre acerca de las acciones bélicas que se aproximaban se
sumaban sus dudas acerca del comportamiento de sus gobernados (77). La
situación ya es dramática y así se lo comenta a su amigo, el Coronel
Rodríguez Ballesteros que se encontraba como autoridad militar en Castro.
Queda en evidencia que la fidelidad chilota por la causa del rey ya era casi
inexistente en sus gobernados. Peor aún, se temía una nueva insurrección.
Las acciones de combate entre las fuerzas expedicionarias y las de Quintanilla
comenzaron tan pronto las naves fueron arribando a Chiloé, el 9 de Enero de
1826. En efecto, ese día las naves recibieron el fuego de artillería de tierra
pero sin mayores consecuencias y, el día 10, se comenzó entonces con las
operaciones anfibias las que una vez en tierra tenían por objeto ir
adueñándose, o dejando fuera de combate, en especial a las numerosas
fortificaciones que, sin considerar las instaladas en Castro, los españoles
poseían en gran número en el Norte de la provincia. A saber: Balcacura, Agüi,
Chaicura, Puquillihue, del Morro, del Muelle, Campo Santo (San Antonio),
Chacao, Pugueñún, Coronel, etc. y que defendían, algunas la bahía de San
Carlos, otras el puerto de Chacao y otras tantas, que estando instaladas en el
continente, amenazaban a los navegantes enemigos en su paso por el canal de
81
Chacao. A todo lo anterior debían agregarse
Quintanilla había dispuesto en distintos puntos.
siete lanchas artilladas que
Las ventajas que Freire había logrado ese día lo llevaron a pensar que podían
haber ablandado la voluntad del gobernador de tal modo que el 11 le envió a
éste un parlamentario con una misiva conminatoria (78) pero, como en
otras ocasiones, no tuvo éxito y el español contestó en una escueta
comunicación su invariable decisión de resistir (79).
La espera de la respuesta de Quintanilla y el mal tiempo a pesar de que, como
se mencionó, se había escogido la mejor época, retrasaron un tanto las
operaciones. El día 12 continuaron los desplazamientos del ejército patriota
adoptando, tanto los infantes cuanto las naves las mejores posiciones tácticas
para lograr su objetivo.
Quintanilla se había establecido al resguardo del fuerte Puquillihue, desde el
cual se defendía el único paso para acceder a San Carlos y, desde el mar,
estaba ayudado por cinco de sus lanchas cañoneras. Después de una serie de
acciones patriotas que se efectuaron de noche y por mar, y que fueron
desarrolladas mediante una veintena de botes tripulados por marinería y
fusileros provenientes de los distintos buques de la flota, lograron neutralizar
las lanchas cañoneras. Estas embarcaciones fueron en algunos casos
capturadas por los patriotas y otras hundidas por los propios realistas, para no
dejarlas en poder del enemigo.
Por su parte, en tierra y también en las sombras de la noche, Borgoño lograba
el triunfo sobre las tropas realistas en la Batalla de Pudeto que fue librada en
las inmediaciones del estero de ese mismo nombre (13/1/1826) con la valiente
colaboración de sus avezados comandantes: Beauchef, Rondizzoni, y
Aldunate y el batallón de reserva al mando del oficial Manuel Riquelme.
Cabe destacar que tanto el almirante Blanco, cuanto el brigadier Borgoño
fueron de inestimable ayuda en la discusión de todos los planes de ataque que
Freire elaboraba. Están consignadas en la obra de don Diego Barros Arana las
numerosas veces que, con su honradez profesional, debieron discutir y
enmendar los planes presentados por Freire como comandante en jefe de la
82
expedición, observaciones sobre las cuales este jefe, sin arrogancias de
ninguna especie, se allanaba a intercambiar ideas y, si era el caso, como
sucedió varias oportunidades aceptaba con gusto modificarlas. No deseaba
verse expuesto a un nuevo fracaso.
Urgido por las circunstancias, el día 14 de enero, el jefe realista debió
abandonar su posición, ya que si la mantenía podría sufrir el castigo de los
fuegos de la escuadra además del acoso del ejército. Decidió entonces
replegarse a las alturas de Bellavista, produciéndose en tal sitio el llamado
Combate de Bellavista donde, a pesar de la mejor ventaja del terreno, las
tropas realistas fueron derrotadas debiendo buscar un mejor emplazamiento,
más cercano a Castro, distante veinte leguas de este lugar, y que era la única
guarnición desde donde podían recibir víveres y algún socorro. No obstante, al
iniciar ese repliegue hacia el punto de Tantauco, ubicado a seis leguas de
Bellavista, empezó el traspaso masivo de los subordinados de Quintanilla a las
fuerzas patriotas (80). Es de imaginarnos la amargura del gobernador al
comprobar, lo que para él resultaba muy triste pero, quizás para un
observador más acucioso y menos fanático de la causa del rey, ya desde hacía
años mostraba señales de advertencia las que, como prueba de aquello, se han
ido consignando a lo largo de este trabajo. Otros soldados prófugos se
dirigieron a Castro, donde se encontraba la guarnición realista al mando del
Coronel Rodríguez Ballesteros. Según las declaraciones de éste (81) aquellos
intentaron ejecutar a sus propios jefes realistas.
Después de esta masiva deserción, y antes que el general enemigo tuviere una
idea clara de la situación de las fuerzas realistas, Quintanilla apuró la
capitulación, para no tener que verse forzado a efectuarla en peores
condiciones, aun cuando él siempre confió en la magnanimidad del generoso
Freire. Así, el mismo día 15, le dirige desde Tantauco una nota al jefe chileno
manifestándose dispuesto a celebrar un convenio para la anexión de la
provincia de su gobierno a la República de Chile. Obviamente en dicha
comunicación trataba, en lo posible, de ocultar la desgracia de su verdadera
situación.
83
La actitud de Freire confirmó su nobleza de alma con el vencido. Le respondió
oficialmente a Quintanilla, comisionó a los encargados de acordar las
condiciones de la capitulación y envío al derrotado gobernador una carta
privada en la cual le ofrecía sus servicios personales y, más aún, su amistad.
Quedaba de manifiesto que lo único que Freire ansiaba era la pronta
incorporación del archipiélago al resto del país. La buena disposición del
vencedor, y la lógica disposición del vencido, no demoraron las cosas y
el día 19 de Enero, con Freire en San Carlos y Quintanilla aún en Tantauco,
se procedió por estos dos personajes a la ratificación del llamado Tratado de
Tantauco (En extenso en el Apéndice, pág.82) con una serie de ventajas, casi
impensables para los vencidos realistas. Tres días después, el 22 de Enero, se
juraba la independencia de Chiloé como parte integrante del territorio de
Chile y, en el hasta hoy bien conservado fuerte San Antonio (Campo Santo),
se arriaba la enseña de España izando, oficialmente y por primera vez, la
bandera de Chile.
Ramón Freire designó entonces en la gobernación, de la ahora provincia
chilena, al coronel don José Santiago Aldunate Toro quien, además de sus
personales cualidades, había tenido una brillante actuación en las acciones
destinadas a esta conquista. Adicionalmente, como premio, se le ascendió al
grado de brigadier.
El último reducto español en América del Sur había caído. Trece meses y
once días después de la victoria independentista librada en Ayacucho y en
forma casi simultánea con la capitulación de otro bravo español, hasta el
fanatismo, el brigadier don José Antonio Rodil, en la fortaleza del Real
Felipe del Callao.
En América, sólo la isla de Cuba y Puerto Rico quedarían por muchos años
más, hasta 1898, en manos españolas.
84
Chiloé independiente:
Después de la magnánima capitulación de los realistas en Chiloé, don Antonio
de Quintanilla volvió a su patria y a pesar de las facilidades y gratuidad
estipuladas en el Tratado de Tantauco para el traslado de los que quisieran
regresar , sólo un muy
reducido número de militares
realistas compuesto de ocho
oficiales, junto a las familias
de los que la tenían,
regresaron a España (82) lo
que constituye una prueba más
que el apego o fidelismo al rey
no
era
tal
como,
normalmente, deja
la
impresión al leer las obras de
varios autores.
Como ya se dijo, don José Santiago Aldunate asumió la primera gobernación
chilena en la isla. El novel gobernador, deseoso de mostrar su iniciativa en el
puesto con que se le había honrado, inicia con mucho entusiasmo y
patriotismo una serie de tareas de bien público. Fomenta la educación pública
por todos los medios posibles; reglamenta la policía interna; organiza el
aspecto sanitario de la provincia; se preocupa de la beneficencia, etc. Es
interesante observar también lo que se refleja claramente, desde su primer
informe enviado al Ministerio del Interior (83), que no le fue difícil encontrar
para algunos puestos de responsabilidad en el archipiélago vecinos que “son
conocidos por su afecto al sistema de la patria”. Los nuevos chilenoschilotes, ahora libres del concepto fidelista que se les inculcaba desde siempre,
querían colaborar con su nueva patria donde se hallaban sus más caros
intereses.
No obstante las buenas relaciones de Aldunate con los, ahora chilenoschilotes, se vieron entorpecidas por un asunto un tanto inesperado que se
fraguaba en nuestra propia América independiente y donde tuvo parte nuestro
85
propio libertador don Bernardo O`Higgins y que, según informes británicos,
contaba con la anuencia del propio Bolívar.
Don Bernardo, quien había vivido su exilio en Perú, siempre pendiente de lo
que sucedía en su amado Chile y, como era de esperar y debe agregarse,
enemistado seriamente con su antiguo colaborador Freire quien presionó su
abdicación el año 1823, conocía del gran caos político y económico que se
vivía en Chile y obviamente era un gran crítico de ese gobierno. No debe
olvidarse, además, que una gran cantidad de partidarios O´Higginistas,
también detractores del gobierno de Freire, deseaban su retorno a Chile.
Así las cosas, los partidarios del exiliado prócer chileno pensaron hacer uso
político de los chilotes a los cuales se les consideraba, dado su reciente
pasado, aún un tanto ajenos e ignorantes del acontecer nacional y así más fácil
de subvertirlos para tomar Chiloé en favor de O`Higgins y, desde ese lugar
contar con una primera plataforma para lograr el regreso de don Bernardo al
país.
Debe aclarase que este movimiento no fue un intento para provocar un
rebrote realista por parte de los chilotes como pudiera pensarse. Nada estaría
más lejos en la mente de O`Higgins o de sus partidarios en Chile. Así
entonces, en el mes de Mayo de 1826, el sargento mayor de artillería don
Manuel Fuentes, encabezó una asamblea en este sentido, que declaraba a
Chiloé provincia independiente de las demás provincias de Chile (84) y,
apresando momentáneamente al gobernador Aldunate, trató de tomar el
control del archipiélago, pero el movimiento fracasó siendo sofocado al poco
tiempo y Aldunate volvió por sus fueros manteniendo su gobernación en dicha
provincia hasta el año 1829.
Por su parte Freire, en desquite, ordenó la baja del ejército de O`Higgins y le
retiró su rango, grado de Capitán General y sus rentas.
Así fue, oficialmente, sellada la independencia de Chile con la recuperación
de este importante territorio insular.
86
La epopeya chilota vivida y sufrida por sus habitantes, en particular entre
1817 y 1826, tuvo un alto costo en vidas humanas y en sus patrimonios
familiares. Sin embargo, mientras fueron vasallos de la corona española,
voluntaria o involuntariamente, cumplieron mayoritariamente con su deber,
pero sus aspiraciones de vida se encontraban muy lejos del llamado fidelismo
el que sí fue practicado resueltamente por su líder español, Don Antonio de
Quintanilla y su círculo más cercano.
Empero, la valentía y el liderazgo militar de este último gobernador de Chiloé
español, fueron las únicas razones que lograron mantener, por tantos años,
después de la independencia oficial de Chile en 1818, ese territorio en poder
de la corona, dándole un carácter de heroica resistencia a la historia de
Chiloé.
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&&
&
87
Notas numeradas en el texto anterior:
(1)- “La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda;
pues he visto su sombra en la Luna y tengo más fe en una sombra que en
la Iglesia”: Hernando de Magallanes.
(2)- “El último día de Marzo de 1520 entró la expedición al Puerto de San
Julián en la costa de la Patagonia: la gente ya desesperanzada de hallar el
estrecho, mal racionada y aburrida de la esterilidad y frío de la tierra
murmuraba del viaje y no encubría sus deseos de volverse atrás.
Había llegado a una latitud tan elevada que aunque encontrase el
estrecho este ofrecería pocas ventajas a la navegación y quejábanse
muchos que se les sacrificase a una empresa casi inútil. Sólo la
superioridad del carácter de Magallanes era capaz de dominar el
descontento prefiriendo la muerte a retroceder. Mas los capitanes
Cartagena, Quezada y Mendon aprovechándose del disgusto general y de
las reyertas entre castellanos y portugueses agriadas por la misma
lentitud del viaje, trataron de apoderarse de la Armada so pretexto de
que Magallanes no tomaba consejo de sus oficiales ni les daba la derrota
que debían de seguir.
Causa pena al ver unos hombres a tantas leguas de su patria corriendo
igual fortuna en un país bárbaro y desconocido expuestos a los
innumerables peligros del mar y las acechanzas de la tierra, aborrecerse y
aumentar con su conducta el número de los riesgos”: Primer Viaje
Alrededor del Mundo; de Antonio Pigafetta (Caballero italiano,
integrante de la expedición que se embarcó con Magallanes en la
Trinidad y que tuvo la suerte de regresar vivo a Sevilla a bordo de la
Victoria junto a Juan Sebastián Elcano ) pág.196
(3)-“Un ancho archipiélago poblado
de innumerables islas deleitosas
cruzando por uno i otro
lado
88
góndolas y piraguas presurosas” : del poeta don Alonso de Ercilla y
Zúñiga al observar en el año 1558, junto al gobernador del Reino de Chile
don García Hurtado de Mendoza y Manríquez, el archipiélago desde
una pequeña montaña. “El presidente Hurtado mandó a hacer
un lijero reconocimiento en alguna de esas islas; pero, no contando con
elementos para establecer en ellas una colonia, dio su vuelta al norte,
dejando para más tarde la conquista y ocupación del archipiélago”. Las
Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 6
(4)-“Martín Ruiz de Gamboa puso a sus órdenes un cuerpo de 35
españoles i algunos indios ausiliares, i los hizo marchar en secreto, para
ocultar sus verdaderas intenciones al cabildo de Santiago (el cual
gobernaba el reino, entre Ago. de 1567 y Ago. De 1568) el que
desaprobaba abiertamente esta expedición.
Con aquella fuerza salió Gamboa de Valdivia a fines de enero de ese año
(1567) i siguió su marcha por tierra hacia el mar del archipiélago. En
Osorno engrosó su columna, i con ella llegó hasta Carelmapu (que en
lengua huillyche quiere decir rejion verde) en donde fue recibido
hospitalariamente. Carelmapu, como se ha dicho, está situado en la ribera
norte del golfo de Chiloé, o en la Ensenada de Relonacaví, como lo llaman
los jeógrafos. Aquellos campos estaban poblados por una tribu de indios
huillyches, de carácter pacífico, los cuales, léjos de querer oponer
resistencia alguna a los españoles, se sometieron gustosos a su autoridad, i
les prestaron todos los auxilios i recursos de que podían disponer para
ayudarles en la conquista de Chiloé.
En las piraguas de aquellos indios atravesó el mar el jeneral Gamboa , i
fue a poner su campo en la parte norte de la isla grande. Sus habitantes lo
recibieron con particular agrado, le mostraron todo el territorio que ella
comprende, i le prestaron juramentos de sumisión y vasallaje. Hasta
entonces los españoles no habían encontrado en toda la América un solo
lugar cuya conquista les fuese tan fácil como lo fue la de aquel
archipiélago”: Las campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 7
(5)-Nota del autor: Se usaba el término Capitanía General casi
indistintamente con el de Gobernación de Chile, ya que era el gobernador
89
quien ostentaba el mando militar superior del ejército, característica que
normalmente tiene un Capitán General. En América este cargo era
ostentado por los virreyes pero, debido a las lejanías territoriales con los
asientos de los virreinatos, se hizo necesario nombrar Capitanes
Generales en varios territorios americanos. Fueron Capitanías Generales:
Santo Domingo (a partir de 1526), Guatemala (1540), Chile (1541 ),
Filipinas (1565),Puerto Rico (1592), Cuba (1607), Yucatán (1617) y
Venezuela (1777).
La Gobernación de Chile era por su parte una denominación política y el
llamado Reino de Chile era una denominación geográfica establecida por
la corona. Algunos historiadores incluso usan el término presidente, para
referirse al gobernador.
(6)- “La más notable acometida de la Compañía de la Indias Occidentales
en el Nuevo Mundo español, durante los años 1640 fue la expedición de 5
barcos y varios cientos de hombres, bajo el mando de Hendrik Brouwer,
el cual rodeando el Cabo de Hornos en Abril de 1643, opera por varios
meses en el sur de Chile”: Isrrael Jonathan, “The Dutch Republic and
the Hispanic World, 1606-1661 “Aunque esta fuerza se las ingenia para
quemar uno de los fuertes españoles en Chiloé y establecer
temporalmente una base holandesa en Valdivia, como asimismo iniciar
contactos amistosos con los indios hostiles a España, la esperanza de
establecer una base permanente y una efectiva alianza con los araucanos
contra España, resulta rápidamente una decepción” Padre G. Guarda
O.S.B, Revista Cultura de y desde Chiloé, Nº13 y 14.
(7)- “El 6 de Junio llegamos a Castro, dejamos caer las anclas, y tan
pronto estuvimos en tierra, los oficiales nos ordenaron marchar
directamente contra el enemigo. Pero cuando ellos nos vieron, como ya
había sucedido anteriormente, (se refiere a un desembarco efectuado en
días anteriores en ese mismo lugar) se fueron al monte. Nosotros nos
devolvimos y marchamos a través de la ciudad. Cuando habíamos subido
un trecho corto, pensábamos que los que allí estaban se defenderían y nos
eliminarían. Pero entramos sin resistencia, no encontramos botín alguno,
90
pues ellos ya habían sacado todo de la ciudad, ellos mismos habían
incendiado algunas casas y se habían retirado al bosque.
La primera noche alojamos en la iglesia. Y como en los días siguientes no
nos encontramos con ningún ser humano en la ciudad y no teníamos nada
que ganar, los soldados incendiaron algunas casas y nos fuimos
nuevamente a bordo.
El 8 nos hicimos a la vela con viento muy fuerte, después de mediodía
tuvimos que anclar nuevamente. La tripulación bajó a tierra,
diariamente, y traía cerdos y ovejas a bordo. También prendieron fuego
a una o dos casas, lo que no se les había ordenado. Esto provocó malestar
lo que hizo postergar la partida.
El 12 en la tarde avanzamos un poco y llegamos a una isla. Los del barco
<Eintracht> bajaron a la isla y trajeron a un indígena y algunas ovejas a
bordo de su barco. El 16 de Junio, a causa de viento contrario tuvimos
nuevamente que navegar a la Bahía de Chilones (se refiere a Chiloé).
Nuestro Almirante Sr. Heindrich Brouwer se sentía indispuesto.
El 19 viaja a tierra nuestro Mayor más el Fiscal y algunos soldados con el
sargento y regresan el 20, y traían el tesoro al Almirante, que estaba
compuesto de 300 piezas y alrededor de 30 piezas de Achten (por su
similitud en la pronunciación con el octavo, en idioma alemán, se presume
que estaba refiriéndose a reales de a ocho).
El 21 se les ordenó a los soldados y marinos bajar a tierra con azadones y
palas para desenterrar un trozo de metal que habían enterrado los
españoles y que los indios habían delatado. El trozo fue traído a bordo
(obviamente era un cañón oculto), era alrededor de 8 pies y de 1050 libras
de peso y disparaba una bala de 6 libras. Nota del autor: El Diario de
Gaspar Schmalkalden, documento precioso de primera fuente, puede
consultarse en lo referente a su estadía en Chiloé y Valdivia en el
Apéndice p107.
(8)- “Castro: está ubicada sobre un cerro y se ve también devastada
(seguramente era el estado deteriorado en que había quedado la ciudad
producto de su antecesor, el corsario Sebastian de Cordes ). Pero de sus
ruinas y especialmente de las tres iglesias todavía existentes, se deduce
que fue un pueblo bien construido. Las iglesias se llaman: Primero la
91
Catedral, segundo la Iglesia de la Merced y tercero la Iglesia Jesuita.
Abajo del cerro corre el río Jamboa. Es un lugar fértil y en esta zona
deben haber estado las minas de oro, pero los habitantes no quieren
saber, ni oír de esto.
Carlomappa: (Se refiere a Carelmapu) Se encuentra también en el ya
nombrado golfo, en la playa del continente Chili. Es una mala
fortificación con dos flancos y resguardada a su alrededor con
empalizadas.
Baldivia : (Se refiere a Valdivia, que hoy la escribimos con V) La ciudad
de Baldivia está ubicada a 39 grados 40 minutos de latitud sur, a 4 millas
del mar a orillas de un río. La ciudad está casi despoblada y llena de
malezas, en las calles hay toda clase de árboles y arbustos, también el
muro de la ciudad está en varias partes destruido: Del diario de Gaspar
Schmalkalden: Revista Cultura de y desde Chiloé, Nº13 y 14
(9).- Nota del autor: Se determinó que la Isla Mancera fuera el centro
político y militar. En 1645 se construyó el Castillo San Pedro de
Alcántara, como también se inicia el Castillo San Sebastián de la Cruz. A
partir de 1647, comienza la construcción de los fuertes Corral , Niebla y
de la plaza real de Valdivia. Finalmente fue construido el Castillo de la
Pura y Limpia Concepción de Lemus, en Niebla.
Este sistema defensivo formó parte de las llamadas tres más grandes
construcciones para estos efectos, llevadas a cabo por la corona española
en América, después de la de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao y
del Fuerte de San Diego en Acapulco. Recomendamos ver la disposición
estratégica de estos emplazamientos en el mapa respectivo del Apéndice.
(10)“Los primeros sacerdotes llegan con los conquistadores que se
establecen en Castro en 1567, pero las misiones recién empiezan cuando
la Compañía de Jesús destina a Melchor Venegas [chileno] y a Joan
Baptista Ferrofino [milanés], quienes vienen a ‘tantear’ la disposición
espiritual de los nativos insulares en 1608 , pero rápidamente incursionan
entre los chonos y los veliches para su conversión” Los pilares de la
92
Evangelización en Chiloé, Renato Alvarez Cárdenas, Publicación en
Archivo bibliográfico y documental de Chiloé.
(11) “Con el propósito de obedecer a V.S. Iltma. Hago esta relación,
aunque brevemente, de las misiones de Chiloé, que son las más gloriosas y
apostólicas en todo el Reino de Chile”.... “ se les suaviza a los misioneros
por ver el fruto tan abundante que se hace en las almas de aquellos indios,
pues son muy dóciles e inclinados a las cosas de Díos”: Párrafos de carta
del padre José Imhoff al Obispo de Concepción, año 1717. Otra del
padre Alonso Ovalle: “… la misión de Chiloé es de las más apostólicas
que tiene en el mundo la Compañía y de las más gloriosas que se hallan en
todas las tierras”: Publicación, La Misión de Chiloé, jesuitas y
franciscanos, Hernán Barrientos C. pág. 3
(12)- “El trabajo apostólico con menos sobresaltos y con más frutos lo
realizaron entre 1771 y 1785. Tiempo en que los franciscanos de Ocopa se
dedicaron a organizar el Hospicio de Castro y la misiones , y en momento
más crítico para ellos se presentó bajo el gobierno del intendente
Francisco Hurtado (1786-1789), para retornar a una relativa calma en los
años 90. Antes de terminar la centuria y a principios de la siguiente, la
escasez de operarios y luego las guerras de la independencia, fueron
debilitando progresivamente la acción del Hospicio y desdibujándose la
presencia franciscana y la labor apostólica en la Provincia y en el Perú,
cuyo nadir es el año 1824, en que Bolívar cerró el Colegio de Santa Rosa”:
Las misiones franciscanas de Chiloé a fines del siglo XVIII, 1771-1800,
Rodolfo Urbina Burgos, pág. 2
(13)-“En la Recopilación de Leyes de Indias se distinguen las Provincias
Mayores o territorios político-administrativo que corresponden a una
presidencia-gobernación, regidas por un presidente-gobernador como
Chile, Panamá, Santo Domingo, Guatemala. Las Provincias Menores o
propiamente gobernaciones, regidas por un gobernador, no tienen
Audiencia como en los casos de Venezuela, Cartagena de Indias ,Cuba,
Nicaragua, etc. El caso de Chiloé se conceptúa como gobernación de
tercera clase con gobernador particular”: Gobierno y Sociedad en Chiloé
Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 13.
93
(14)-“Para la regulación de precios y aranceles se nombró en 1788 un
diputado con jurisdicción bastante para que decida y determine todos los
negocios y tratos mercantiles y que representaba el Consulado de Lima en
Chiloé, precisándose que el gobernador se abstenga del conocimiento de
toda causa mercantil, dejando su libre y expedito uso al referido
diputado, sin permitir que las justicias ordinarias usurpen las facultades
de dicho diputado”: Disposición del Virrey Croix; Gobierno y Sociedad
en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina Burgos, pág. 33
(15)- “según lo que apreciaban aquellas varas estériles, algún fruto les
hacen dar”: declaración al respecto del sacerdote jesuita Segismundo
Guell en 1769.
Otra: Del jesuita del Colegio de Castro Santiago Bucarra en carta al
Gobernador de Chile Manso de Velasco expresándose acerca del
corregidor de Castro, don Fernando Cárcamo: “tiene talento para el
oficio y sabe representarle a V: Exa. Con el decoro debido, pero en gran
parte frustra con facilidad con que cede a sus pasiones, especialmente del
interés y venganza y sobreestar, del menosprecio y poca caridad de los
desvalidos y pobres, en particular de la milicia en cuyo agravio y opresión
se extrema, aunque es verdad que muy diversamente se ha portado hasta
ahora con los pobres indios”; Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial,
Rodolfo Urbina Burgos, pág. 35.
(16)-Lamentaba que no hubiera…”un subdelegado en tan vasta y
dispersa provincia ni sueldo alguno señalado para los que deben
nombrarse; no hay sujetos en quien cometer una averiguación, una
sumaria, porque la misma pobreza los tiene pobres e ignorantes y faltos
de libros, de papel y de todo lo demás, propensos a la poca integridad y
nada de fiar” Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial, Rodolfo Urbina
Burgos, pág. 37.
(17)-Nota del autor: El llamado “Patronato” o” Patronato Regio” era el
conjunto de privilegios otorgados por los Papas a la Monarquía a cambio
de que los nuevos territorios fueran evangelizados en la fe católica. Les
permitía a los monarcas, en un comienzo, ser oídos antes de que el Papa
94
tomase alguna decisión pero más tarde fue el ejercicio de casi todas las
facultades de la Iglesia, lo que transformó a los monarcas, en los hechos y
en el derecho, en la máxima autoridad eclesiástica en los territorios por
ellos conquistados. Nombramientos, cobro del Diezmo, Encomiendas etc.
fueron, entre otros, temas que suscitaron en ocasiones más de algún
conflicto. Esta gran libertad con que contaban las autoridades españolas
que actuaban por delegación real y por otro lado del sometimiento de la
iglesia se ve reflejada también en el llamado” Exequator (pase regio o
regium exequátur) consistía en que las peticiones eclesiásticas debían
pasar por manos de la corona antes de autorizar su ejecución.
(18)- “ No era lícito a los jefes políticos de la Provincia practicar el
comercio, pero hasta 1768 las autoridades centrales de Chile disimularon
estos excesos de los gobernadores, porque se entendía que el comercio era
el único incentivo para ir a servir a tan apartada frontera o, porque desde
que la Provincia fue incorporada al Perú, el cargo se concedía - como a
los antiguos corregidores - con la implícita facultad de comerciar, según
argumentada el ex gobernador Antonio Martínez y la Espada en 1787,
aunque sin exhibir documento probatorio. Sea como fuere, siempre
estuvo el oficio de gobernador asociado al comercio, tal como lo denunció
reiteradamente el cabildo de Castro a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Sabemos que los gobernadores del XVII tuvieron por si o por interpósitas
personas - familiares suyos o no - tratos y contratos tanto en la feria de
Chacao con los maestres, como en el interior. Los barqueros, por
conveniencia o por presión, hacían en primer lugar sus negocios con los
jefes políticos antes de abrir la feria, o correr el riesgo de regresar con su
carga al Callao. No fueron raros los casos de gobernadores que ocultaron
la llegada de navíos para comprar íntegramente la cargazón, como lo
hacía todos los años Antonio Manríquez de Lara a fines del siglo XVII.
Durante su gobierno adquirió la mayor parte de la carga de cuatro naves.
En 1680 lo hizo con el barco Santa Helena; en 1681 con la fragata La
Campanilla; en 1683 con el San José y con la fragata Nuestra Señora de la
Begoña, sin dar aviso a Castro de tales arribos. Ya por entonces, los
gobernadores empleaban a los soldados en el corte de tablas en la
95
Cordillera para negociarlas con los maestres a cambio de los efectos
foráneos más necesarios en Chiloé, como los géneros, el aguardiente, la
miel y el azúcar que revendían luego en sus tiendas de Castro, Chacao y
Calbuco. En cada arribada de navío Manríquez se eximía de avisar a la
ciudad o prohibía que “bajasen los vecinos encomenderos a vender sus
tablas por dichos géneros. De ahí también los graves conflictos que vivió
la Provincia durante su gobierno.
Casi todos los gobernadores del XVII, entre los que se cuentan varios
chilotes, cortaron y vendieron alerce y construyeron sus propios barcos.
En el XVIII la situación siguió igual según sabemos por las repetidas
denuncias del cabildo en la primera mitad del siglo. En 1721 todavía se
quejaba este organismo que los gobernadores abrían precios con los
navieros sin dar aviso a la ciudad, quedando los vecinos obligados a
comprar después más caro lo necesario, y forzoso a dichos generales.
Pero, los gobernadores no eran los únicos. Durante buena parte del siglo
XVII y primera mitad del XVIII, el Colegio Jesuita de Castro fue el otro
poderoso comprador y vendedor. Según John Byron, el mayor porcentaje
de la carga llegaba consignada a los Padres de la Compañía. Por entonces
(1741) los religiosos tenían más indios de servicio que cualquier
encomendero, y con dichos naturales cortaban las tablas que los hacían
casi dueños del comercio.”: Gobierno y Sociedad en Chiloé Colonial,
Rodolfo Urbina Burgos, págs. 232 y 233.
(19)- “…Venidos para consultar la mejor defensa del reino y sosiego”
Otra: “… y a ejemplo de lo que hizo el Señor Gobernador de Cádiz,
depositó toda su autoridad en el pueblo para que acordase el Gobierno
más digno de su confianza y más a propósito a la observancia de las leyes
Leyes y conservación de estos Dominios a su legítimo Dueño y
desgraciado Monarca el Señor Don Fernando Séptimo” Otra: “…Todos
los Cuerpos Militares, Jefes, Prelados, Religiosos, y Vecinos juraron en el
mismo acto obediencia y fidelidad a dicha Junta instalada así en nombre
del Señor Don Fernando Séptimo a quien estaría siempre sujeta
conservando las autoridades constituidas , y Empleados en sus respectivos
destinos: Y concluido pasado Oficio al Tribunal de la Real Audiencia
para que prestase el mismo reconocimiento el día de mañana diez y nueve
96
del Corriente (por haverse concluido las diligencias relacionadas a la
hora intempestiva de las tres de la tarde) resolvieron dichos Señores se
extendiese esta Acta y publicase en forma de Vando Solemne, se fixase
para mayor notoriedad en los lugares acostumbrados, y se circulasen
testimonios con los respectivos Oficios a todas las Ciudades y Villas
del Reyno. Así lo acordaron y firmaron de que doy fé” Firmado por José
Miguel Infante, fragmentos pertinentes del Acta de la Primera Junta de
Gobierno, 18/9/1810. Original en extenso en Apéndice, pág. 90.
(20)- “El gobernador D. Ignacio Justis, no pudiendo resistir tantos
clamores de viudas y huérfanos que produjo la desastrosa Guerra de
Chile, hizo dimisión del gobierno y se retiró para Lima. Para
reemplazarlo nombró el Sr. Virrey Pezuela al Coronel Comandante que
fue de Carabineros de Abascal D. Antonio de Quintanilla, quien tomó
posesión del gobierno a fines de 1817”: El general Quintanilla y su
gobierno en Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de Acuña, pág. 295.
(21)-“Justis, sin embargo, tuvo energía para seguir gobernando con
tantas contrariedades. Poniendo en juego su natural sagacidad i apelando
a mil recursos de diversa especie, pudo conciliar los ánimos i conjurar
momentáneamente la tempestad que se alzaba. No necesita decirse cuán
grande fueron las dificultades que tuvo que vencer Justis para gobernar
en tan crítica situación. Levantó a costa de mil esfuerzos y sacrificios
algunas partidas para atender a la seguridad interior i exterior de la
provincia”: Las campañas de Chiloé, Diego Barros Arana, pág. 25.
(22)-“Con la toma de esta ciudad (Concepción), los chilotes sintieron
haber cumplido con las razones de su movilización y esperaban regresar a
la Provincia. Pero el plan (realista) era otro: avanzar sobre Chillán….”
“Desde Chillán avanzaron sin mucha oposición hasta Linares el 24 de
Abril de 1813, pero entonces los chilotes se sentían traicionados en sus
objetivos primeros, e incómodos en medio de un gentío de chilenos
(realistas) que formaban las fuerzas de Pareja y a quienes miraban con
desconfianza. Más tarde vinieron las confusas acciones de Yerbas Buenas,
97
luego de lo cual marcharon sobre el Maule. Esta última decisión de
Pareja hizo meditar a los isleños que miraban con creciente recelo a sus
ocasionales compañeros (realistas) chilenos. Veían traiciones por todas
partes, excepto de los valdivianos (también con integrantes chilotes).
Entonces el Batallón de Voluntarios de Castro se negó a pasar el Maule, y
la misma actitud tomó el Batallón Veterano de San Carlos de Chiloé bajo
el argumento que la razón de la campaña había sido rendir a los
insurgentes de Concepción no más que eso. Había desconfianza.”:
Rodolfo Urbina/ Dante Montiel; Período Independentista: Los Chilotes
“Defensores del Rey” (1812-1826).
(23)-“El brigadier Pareja sentíase morir; pero se negó a que lo retirasen
del campo de batalla. Con angustiosa aridez de corazón veía que la vida le
iba siendo más corta que la voluntad…El moribundo general español
montó a caballo, por última vez, y revistó la tropa formada. Los soldados
veteranos pensaban que aquel brigadier agonizante quería ganar las
batallas después de muerto, como dicen lo había hecho el Mío Cid
Campeador….El brigadier Antonio Pareja y Serrano, Caballero de
Santiago, ante su tropa formada y con voz entera, dio a conocer como su
sucesor al coronel Juan Francisco Sánchez, oscuro soldado de la frontera,
y le entregó, para su defensa, el estandarte del Rey.”: Los defensores del
Rey, Fernando Campos Harriet, págs. 41 y 42.
(24)“Algunos jefes realistas, Justis, Tejeiro y Jiménez Navia, se habían
negado a servir bajo las órdenes de Sánchez y habían marchado a
Concepción, desde donde partieron a Lima e hicieron a Sánchez una
atmósfera pesada. La sorpresiva designación del opaco coronel había
herido su orgullo de oficiales destacados….Quintanilla y Ballesteros
siguieron bajo sus órdenes pero le juzgaron sin benevolencia…..Cupo al
coronel don Juan Francisco Sánchez la honra de soportar el largo acoso
(de Chillán) sin decaimientos y sin transacción. Tuvo, a más de sus
recursos propios y de sus guerrilleros, dos grandes colaboradores: los
franciscanos de Chillán y el invierno de 1813”: Los defensores del Rey,
Fernando Campos Harriet, Pág.47.
98
(25)-“Cesaran inmediatamente las hostilidades entre ambos ejércitos i la
evacuacion de Talca se efectuará a las treinta horas de ser comunicada la
aprobacion del Gobierno de Santiago sobre este tratado, i de toda la
provincia de Concepcion, esto es, las tropas de Lima, Valdivia i Chiloé, en
el término de un mes de recibida dicha aprobacion, franqueándoseles los
auxilios que estuviesen al alcance de Chile i dicte la regularidad i
prudencia; i quedando esta última plaza de Chiloé, sujeta como ántes al
Virreinato de Lima, así como se licenciaran todos los soldados de la
provincia de Concepción i sus partidos, si lo pidiesen” : Artículo segundo
del Tratado de Lircay; firmado por Gaínza, O‘Higgins y Mackenna 13
/5/1814, Apéndice pág. 100.
(26)”Al embarcarse el brigadier Pareja había encargado a la tesorería
provincial que cubriese a las familias de sus soldados ciertas asignaciones
correspondientes a su sueldos; pero la pobreza del erario no permitió
atender a tan premiosa necesidad i esas familias tuvieron que sufrir
infinitas miserias, mientras sus padres o sus esposos hacían una
penosísima campaña sin recibir sueldo alguno. Parecía que el término
natural de estos sufrimientos hubiese sido la reconquista i pacificación de
Chile por las armas españolas. Esto sucedió en octubre de 1814; pero,
contra las esperanzas de aquellos infelices, el coronel don Mariano Osorio
que consumó esta obra, descuidó a los batallones chilotes i a sus familias
para atender a las tropas españolas que servían en su ejército. Los
soldados de aquella provincia recibieron apenas una módica asignación
en premio de sus servicios durante dos años de fatigosas campañas. Inútil
fue que los soldados en Santiago i sus familias en Chiloé, elevasen
memoriales a las autoridades respectivas para obtener alguna
gratificación por sus dilatados servicios; el gobernador del archipiélago
pasó sus reclamos al presidente de Chile (el propio Osorio), i este al virrey
del Perú, sin obtener cosa alguna”: Diego Barros Arana, Las campañas
de Chiloé, pág. 24.
(27)”Osorio, en efecto, no era un soldado cruel e inhumano como otros
jefes españoles que hacían la guerra contra los insurgentes de América.
Pasado el rigor del combate i la irritación que le habían producido la
resistencia de los patriotas en Rancagua, Osorio se mostró generalmente
suave y bondadoso, dispuesto en lo posible a perdonar o, a lo menos,
99
hacer menos dura la represión. Obligado, enseguida, a cumplir las
instrucciones del virrey del Perú que le ordenaban castigar a los
insurgentes de Chile y rodeado además de consejeros que le recordaban el
cumplimiento de ese deber, aquel jefe parecía dictar con pesar las
medidas de rigor”: Diego Barros Arana; Historia General de Chile, Tomo
X, pág. 11.
28)-“A Marcó del Pont, que era un hombre fino, de los mejor educados y
de excelente tronco, algo raro entonces, le dieron fama de afeminado,
simplemente por su limpieza, su elegancia, y el pecado de haber traído
ciertos adelantos a una ciudad cuyo estado entonces era indescriptible a
causa de su atraso y suciedad. En Santiago no había vidrios, ni letrinas, ni
más alumbrado que el de las velas de sebo, sostenidas en pelotas de barro
que sacaban a mano de las acequias. El entretenimiento de los niños era la
pedrea. Lo que ahora llamamos guate, de W.C., era el zambullo, un canco
hediondo que sacaban de las casas y cantinas una vez al mes. En otras
partes ponían el excusado encima de la acequia en el tercer patio. En la
Plaza ocupaban todo un costado los vendedores de ojotas. Las ojotas
viejas quedaban en el suelo y servían los domingos para la llamada guerra
de ojotas. Con este calzado combatieron los ejércitos patriotas. A esta
ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera, peines, cepillos,
jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito.
Le compararon con la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco
cuesta desfigurar a las personas...”:Casimiro Marcó del Pont , Joaquín
Edwards Bello.
Otra cita: “El General Marcó dividió el nuestro
(ejército) en toda la extensión del país a guardar los diferentes pasos
de la cordillera. Su Gobierno, por otra parte, era muy despótico,
demasiado afeminado y de corto talento, así fue que sus providencias y el
ningún conocimiento que tenía de la topografía del país, pues nunca salió
de la capital, y no pensando más que en el lujo de sus carruajes y vestidos,
confiaba los negocios a personas que le daban una mala dirección”:
Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio Quintanilla, págs. 8182.
(29)-“El ejército realista alcanzaba a 4500 hombres, descompuestos en los
siguientes cuerpos: batallón de infantería de Concepción (comandante
Campillo) 700 hombres; batallón de infantería de Chillán (comandante
Alejandro)700 hombres; batallón de infantería de Chiloé(comandante
Arenas) 700 hombres; batallón de infantería de Valdivia (comandante
Pinuer) 700 hombres ; batallón de infantería del Talavera (comandante
100
Maroto) 700 hombres; Carabineros de la Concordia (comandante
Quintanilla) 200 hombres; Húsares de Abascal (comandante Barañao)
200 hombres; Dragones (comandante Morgado) 400 hombres; Artillería
(comandante Cacho) 250 hombres…Pero Marcó tenía disperso ese
ejército. Sólo alcanzaron a concentrarse em la cuesta de Chacabuco 1660
hombres…De ellos 1400 pertenecían a los batallones Talaveras, Valdivia
y Chiloé y 250 a los Húsares. Este era el ejército que iba a comandar
Maroto” ; Barros Arana, Historia General de Chile, Tomo XI, pág. 528.
(30) “Tocó al presidente Bulnes, después célebre presidente de Chile,
perseguir y derrotar con su tropa a los Pincheira y derrotarlos en varios
encuentros en 1832. Muerto Pablo, en la ocasión señalada, José Antonio,
se rindió al general Bulnes. Este militar rescató en su campaña contra los
Pincheira unas mil mujeres robadas a sus familias”: Los Defensores del
Rey, Fernando Campos Harriet, pág. 249.
(31)-En referencia a Vicente Benavides: “Los gobernadores realistas de
Valdivia y Chiloé le enviaron armas y gente. El virrey del Perú le sostenía
en su empeño: estaba decidido a fomentar estas montoneras a fin de
impedir la formación de la Expedición Libertadora del Perú. Honró a
Benavides con el grado de coronel del ejército español y le envió
despachos en blanco para que hiciera nombramientos militares que
premiasen a los subalternos que se hubiesen distinguido. En la primavera
de 1821 (Benavides) reunió un ejército de tres mil hombres, compuestos
de indios sacados desde la Araucanía y de españoles traídos en
embarcaciones desde Chiloé. El pensamiento dominante de este ejército
era apoderarse de Santiago”: Los Defensores del Rey, Fernando Campos
Harriet, págs. 244 y 246.
(32)- “Tres barquichuelos dieron a los Reyes de España la posesión del
Nuevo Mundo, estas cuatro tablas van a quitárselo”: Declaración de don
B.O‘Higgins al zarpe de la Primera Escuadra Nacional, 10 de Octubre de
1818.
(33)- Nota del autor: La Escuadra Libertadora del Perú logró reunir
nada menos que 25 naves en total; de las cuales 8 de ellas eran de guerra
propiamente tal y el resto buques de transportes. Sus tripulaciones
101
sumaban 1600 hombres de los cuales aproximadamente 600 eran
extranjeros, en su mayoría ingleses. En adición, la fuerza militar
expedicionaria estaba compuesta además por 4600 hombres entre
argentinos y chilenos. Entre sus bastimentos se contaba armamento para
equipar unos 12.000 probables reclutas peruanos, más de 7000 toneladas
de carga que contenía, principalmente, víveres y vestuario para 6 meses y
un hospital de campaña. El gobierno de Bernardo O‘Higgins debió
costear gran parte de la expedición enviando misiones tanto a los Estados
Unidos y a Gran Bretaña para solicitar préstamos monetarios destinados
a financiar esta gigantesca empresa.
(34)-“Yo fui dedicado por mis padres, después de la primeras letras al
estudio de la latinidad, siendo el pensamiento de ellos que algún día fuera
eclesiástico, pero no llamándome la vocación a este estado, mi aplicación
al latín me era repugnante y adelantaba muy poco; sin embargo ya
traducía regularmente los autores que se enseñaban en el Estudio de
Solares”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de
Quintanilla, pág.18.
Nota del Autor: Es preciso destacar que, dada la comprobada rectitud de
Quintanilla, los historiadores hacen fe de la veracidad de su autobiografía
y toda vez que es una primera fuente que no es desmentida , sólo
rectificada por otros en detalles carentes de importancia, es muy
recurrida por aquellos para testimoniar sus narraciones, sin tacharlo de
parcialidad, V.gr. lo expresado por don Isidoro Vásquez de Acuña: “Los
historiadores que han tratado su figura a través de las fuentes
documentales están contestes en valorar sus escritos como garantía de la
veracidad y espontaneidad que de ellos se desprende, lo que los hace
fuentes de primera magnitud para conocer un retazo importantísimo de
nuestro reciente acontecer”; El general Quintanilla y su Gobierno en
Chiloé (1817-1826) pág. 310.
(35)-“El destino tiene sorpresas increíbles; abre inesperadamente caminos
desconocidos; empuja al hombre como a la nave el viento sobre la vela; le
señala de pronto el puerto de arribada. Aquel pacífico comerciante que
102
fue enrolado de mala gana, con la condición de servir dos meses una
profesión que le era desconocida, iba a servir en Chile durante 13 años la
causa del Rey, o sea, hasta Enero de 1826, y ser uno de sus más bravos,
infatigables e intrépidos capitanes, el último de los gobernadores reales en
Sudamérica, el más noble y digno defensor de la bandera de España”:
Los defensores del Rey, Fernando Campos Harriet, pág.137.
(36)-“Estaba construyendo Justis una goleta con el fin de fugarse si
Chiloé fuese atacado. Yo, luego me recibí del mando; la hice quemar
protestando que moriría con ellos antes que abandonarlos. Este principio
de mi gobierno mereció el aprecio que hicieron de mi los habitantes”:
Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág
98.
(37) “…varios sediciosos prevalidos de estas tristes circunstancias,
(resultados de la batalla de Chacabuco) pegaron fuego al pueblo de San
Carlos, con el fin de dar muerte al Gobernador Quintanilla en el acto de
confusión y desorden que, regularmente hay en estos casos y más en un
pueblo como aquel que, por ser sus casas todas de madera, no dan tiempo
para tomar providencias de cortarlo, pero no habiendo logrado sus
proyectos aunque sí el haber quemado cuarenta casas y descubiertos los
actores por Quintanilla, les mandó a formar causa y fueron ahorcados
cinco de ellos.” : Isidoro Vásquez de Acuña ; El general Quintanilla y su
Gobierno en Chiloé (1817-1826) pág. 296.
(38)- “Procedí pues a armar la goleta que por su buena construcción,
porte y ser nueva, así como su sobresaliente andar, ofrecía para el corso
las ventajas que se podían desear. Le puse en proa dos cañones de a 8
largos sobre correderas y en popa y costados 6 cortos. La hice tripular
con la correspondiente dotación de marineros y un oficial con 16
soldados; le di el mando al mismo Magneri, le puse el nombre de General
Quintanilla, la proveí de víveres y municiones y con las instrucciones que
acompaño en copia salió a hacer el corso, siendo este tan ventajoso que al
poco tiempo hizo varias presas, que remitió a Chiloé, e importaron para
el erario la cantidad de 296.057 pesos y 7 reales, que aunque en efectos
103
sirvieron para suministrar todo el tiempo que duró la dominación
española en la provincia dándoles a las tropas, tanto veteranas como de
milicia en servicio, parte de los sueldos que se iban devengando, con lo
cual se vistieron así a los soldados y oficiales como sus familias y
generalmente todos los habitantes de la provincia a quienes se les vendían
a cambio de víveres para la tropa.”: Autobiografía del Mariscal de
Campo don Antonio de Quintanilla, pág.106.
(39)-“Se me presentó en el puerto un bergantín inglés con 12 cañones
llamado Lapuy (Puig) y le habilité de bandera y patente para hacer el
corso. Se le puso por nombre General Valdés, nombre cuyo jefe era de
nuestro ejército en el Perú, el cual salió y apresó en la costa del Perú una
fragata enemiga La Mackenna, con trescientos hombres de tropa y la
plana mayor del ejército insurgente de Santa Cruz derrotado en
Moquegua por el nuestro. La fragata con los 300 llegó a Chiloé, el
bergantín con los jefes prisioneros naufragó bajo un temporal a la altura
de Chiloé, sin salvarse ninguno. Por economizar gastos interné los
prisioneros en lo interior y éstos, que tomaron relaciones con los
habitantes, imbuyéndoles sus ideas de libertad e independencia hicieron
mucho mal en la opinión y espíritu público. “Luego que lo percibí (se
refiere al espíritu público de los chilotes) los reconcentré (a los
prisioneros) en una pequeña isla y hube de suministrarles para que
comiesen, mas como llegó a noticia de los buques enemigos que
bloqueaban el puerto, entró al archipiélago una fragata de guerra para
libertarlos, pero no lo consiguió, porque los hice embarcar
apresuradamente pasándolos a la Isla Grande. Como estos prisioneros
eran una carga, exploré su voluntad y tomaron partido algunos y a los
demás les di pasaporte para irse a Valdivia a incorporarse a los chilenos”:
Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, págs.
107 y 108.
(40)- “Remití al virrey del Perú el escuadrón de caballería que había
formado de los restos del Ejército de Chile a cuyo efecto compró la
hacienda un bergantín el “Chilote” que lo transportó a los puertos del
104
Perú y para que fuese armado le armé en guerra con un cañón largo de
24, giratorio, y llegó felizmente”: Autobiografía del Mariscal de Campo
don Antonio de Quintanilla, pág.108.
(41) “A fines de 1820 entró por la boca sur de la Isla un bergantín
remitido desde Arauco por el comandante de aquella frontera, Don
Vicente Benavides, pidiendo auxilio de armas y municiones para
continuar la guerra en la provincia de Concepción y como los oficiales y
tropas que se replegaron a Chiloé (se refiere al combate de El Toro en
Llanquihue, actual 10ªregión de Los lagos, donde las fuerzas patriotas se
batieron con un triunfo sobre los realistas) no podían conformarse con la
escasez y desnudez que experimentaban en aquel destino ,se ofrecieron
voluntarios casi todos los oficiales del cuerpo de Cazadores Dragones,
como también muchos del Depósito y alguna tropa. En tales
circunstancias nada fue más agradable al Gobierno de Chiloé que
deshacerse de tantos descontentos y embarcándolos con una pieza de a 24
y algunas municiones, y no fusiles por no haberlos, se despachó el buque y
arribó felizmente a Arauco conduciendo a Benavides un socorro que le
sirvió para prolongar la guerra”: El general Quintanilla y su gobierno en
Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de Acuña, pág.298.
(42)-“Llegado a Chile tuve que trasladarme a la Península con mi familia,
a mi costa, por no haber querido el Gobierno de Chile costearme los
pasajes si no nos juramentábamos para no tomar más las armas contra
los países de América, lo cual rehusamos, y yo, por no retardar mi viaje y
dar cuenta de mi conducta a S.M. lo aceleré antes que llegara la orden
para ser transportado con los jefes y oficiales en un buque francés por
cuenta del Estado” : Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio
de Quintanilla, pág.128.
(43)” Llegué pues a España donde empieza mi segunda parte que ya no es
tan interesante como la de América donde, sin excepción de ninguno de
los que han hecho la guerra en esos países, puede contarme como el
que más ha trabajado por su conservación hasta el último extremo y
siendo el último que permanecí en mi puesto: Autobiografía del Mariscal
de Campo don Antonio de Quintanilla, pág.130.
105
(44)-“La guerra civil que empezaba y a la cual hubiera yo acudido con la
decisión propia de un militar honrado y que amante de la monarquía
me hubiera sido grato el haber sido empleado, fue para mi ajena
porque en virtud de la desconfianza que existía en el Gobierno de no ser
adicto a la causa de la Reina no se me llamó al ejército, ni yo lo pretendí
porque además del resentimiento por haberme creído partidario de don
Carlos (el pretendiente de la Corona) lo tenía por no habérseme
concedido lo que justamente me había concedido el difunto Rey, que era
el ascenso a Mariscal de Campo”: Autobiografía del Mariscal de Campo
don Antonio de Quintanilla, pág.134.
(45)-“El almirante Blanco me cedió, con generosidad patriótica, su
puesto, aun cuando la heroica acción que acabada de ejecutar le diese
derecho para conservarlo (se refiere a la magnífica captura efectuada por
Blanco en Talcahuano de la fragata española de 50 cañones la María
Isabel), siendo además tan franco, que en persona anunció a las
tripulaciones de los buques el cambio que se había efectuado”: Memorias
de Lord Cochrane, traducción, pág. 5, Archivo Cochrane, Valparaíso.
(46)- “Semejante modo de obrar, lo sé, es muy ajeno de las intenciones de
la excelente persona que ahora preside los negocios de Chile (se refiere a
Freire), como en toda conciencia no estaba distante del ánimo y corazón
del anterior Supremo Director (se refiere a O´Higgins), quien hallándose
colocado en esa elevada posición, estaba desgraciadamente expuesto a los
errores que dimanan de prestar oídos a las sugestiones de los interesados
que rodean siempre al poderoso, sacando provecho en ocultar la verdad y
propagar el engaño. Es un hecho harto conocido de todos mis amigos que
yo había determinado dejar Chile, antes de recibir ninguna proposición
del gobierno de Brasil. Hasta ahora he sido tratado por este gobierno (se
refiere a Brasil) con la mayor confianza y sinceridad, y las facultades de
que me ha revestido son de un todo contrario de aquellas mezquinas y
coartadas distracciones con que me tenían encadenado el Senado, los
ministros de Chile y San Martín, a cuyas órdenes me habían colocado”:
Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 305 Archivo Cochrane,
Valparaíso.
106
(47)- “Estas ocurrencias brevemente recordadas, demuestran que la
deuda debida a los aprehensores de la Esmeralda no es la sola obligación
nacional que tienen que satisfacer un honorable gobierno, y un pueblo
generoso y de sentimientos elevados - el cual ha sacado ventajas de los
servicios extraoficiales prestados con el mayor celo, y aún puede añadirse
fidelidad, puesto que las provisiones y pertrechos necesarios para ir en
perseguimiento de las fragatas Prueba y Venganza, ni Chile ni el Perú los
habían suministrado, sino que se compraron con el dinero del premio de
presas, que en justicia pudiera haberse distribuido entre los aprehensores
de la Esmeralda. Estos hechos históricos, oscurecidos o falsificados en
aquella época a fin de impedir se hiciesen comparaciones entre empresas
navales y militares poco favorables y proyectos ambiciosos serán
reconocidos cuando se publique una verídica relación de los
acontecimientos de aquella época, y de los motivos y acciones de aquellos
que estaban empleados en promover y afianzar paz y prosperidad de
Chile y emancipación colonial al Perú” : Memorias de Lord Cochrane,
traducción, pág. 330, Archivo Cochrane.
(48)- Nota del autor: Entre los más conocidos autores que han basado
sus personajes en la aventurera y tan singular vida de Cochrane, se
destacan Cecil Scott Forester en su novela denominada “Horatio
Hornblower” y la versión cinematográfica de la novela de Patrick
O‘Brian, “Master and Comander” (Llegada a nuestro país con el nombre
de Capitán de Mar y de Guerra: al otro lado del mundo).
(49)-“Con todo el balance estratégico-militar le fue por fin favorable.
Apenas trescientos diez hombres con un mínimo de bajas, comandadas
por Cochrane y Beauchef , tomaron seis fortificaciones de la ribera sur
poniente del río Valdivia, defendidas por cuatrocientos cincuenta
veteranos bien armados, de los cuales la mitad fueron detenidos o
muertos- El Botín que cayó en nuestras manos-diría en sus memorias-era
considerable ya que Valdivia era el depósito militar general de la parte
sur del continente- Pero más allá de los cientos de quintales de pólvora,
balas de cañón, cartuchos de fusil, cañones y demás pertrechos militares,
capturar las plazas de Corral y Valdivia dejaba al enemigo en una
107
situación de gran orfandad política, militar y psicológica. A futuro no sólo
no podrían guarecerse allí hombres, tesoros y buques enemigos, privando
a las fuerzas realistas de parte de los sustentos que de ahí se extraían, sino
lo que era más importante, daba un golpe duro a la estrategia defensiva
que, basada en lo inexpugnable de sus fortalezas terrestres, los españoles
venían desarrollando en América desde la derrota de Trafalgar”: Patricia
Arancibia Clavel y otras; La Marina en la historia de Chile, Tomo I,
Siglo XIX, pag. 164
(50)-“Por la correspondencia hallada en las oficinas de Valdivia,
resultaba claramente que Quintanilla, gobernador de Chiloé, tenía graves
temores de que hubiese una sublevación en San Carlos por lo que en vez
de volverme a Valparaíso, me resolví a ver qué partido podría sacar
allí”. Otra mención: “Además, había sabido que la guarnición se
encontraba en estado de motín, por lo cual calculé que llegando pronto,
bien podría inducirla a abrigar la causa de los patriotas. Por desgracia,
el gobernador español, Quintanilla, había traspirado mis designios y con
prudencia y astucia había logrado apaciguar la sedición”: Memorias de
Lord Cochrane, traducción, pág. 51 y pág.54, Archivo Cochrane,
Valparaíso.
(51)-“El 27 de febrero llegué a Valparaíso en el Moctezuma y fui acogido
por las más vivas demostraciones de entusiasmo por parte del pueblo y de
ardientes expresiones de gratitud del Supremo Director. Mas no fue así el
recibimiento que me hicieron sus ministros. Zenteno, a cuyas órdenes
había yo faltado, dijo que la conquista de Valdivia; ¡era el acto de un
loco! Que había merecido perder la vida en ese atentado, como lo merecía
ahora mismo por haberme atrevido a acometer una plaza sin
instrucciones (se refiere acá a Chiloé) exponiendo a las tropas chilena a
semejante peligro”: Otra mención: “A pesar del envidioso descontento de
Zenteno, el gobierno no pudo dejar de conceder, por deferencia a la
opinión pública, una medalla a las tropas mencionadas en ese decreto.
Que la toma de Valdivia era el dichoso resultado de un plan
admirablemente concertado y ejecutado con la mayor intrepidez y
decisión (como se puede observar, ni siquiera existe una mención a
Chiloé). El decreto me concedía, además, una hacienda de 4000 cuadras
108
cuadradas…”: Memorias de Lord Cochrane, traducción, pág. 59 y
pág.60, Archivo Cochrane, Valparaíso.
(52)-“Mi querido Beauchef:
En V. está toda mi confianza para la reunión del archipiélago de Chiloé a
este Estado, o a su conquista por las armas, si aún los españoles no se
hallasen cansados de hacer derramar sangre americana sin objeto. Todo
Chile fija la vista en las fuerzas expedicionarias y en V. ¡Ea pues amigo
mío! Así como en otras ocasiones ha desempeñado V. mis órdenes con el
valor propio de su honor, marche V. a la victoria, seguro que no
abandonará a un hijo predilecto.
Acompaño a V. la adjunta para don José María Artigas, a quien le
recomiendo; procure V. ponerla en su poder, si se le presenta ocasión
muy segura. Haga V. cuanto esté a sus alcances por dar la vela
inmediatamente, antes de que pique la deserción.
Adios, mi amigo, felicidad y mandar cuanto se ofrezca a su invariable ff.
Firmado. Bernardo O‘Higgins, Santiago Marzo 18 de 1822”: Del
epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins Tomo 31 pág
35; Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 1817-1830.
(53)- “ Señor don Bernardo O`Higgins.
San Carlos de Chiloé, 27 de enero de 1822.
Muy señor mío y de mi afecto: con la mayor complacencia he recibido y
visto su apreciable del 20 pasado. No hallo expresiones como poder
corresponder a las que U. tie ne la bondad de dispe ns arme, i
siento e n el no se me proporcione ocasion de demostrar a U. mi
reconocimiento.
Es verdad que los asuntos de América tal como U. me los
anuncia, se hallan favorabilisimos al sistema de Inde pendencia;
pero tambien lo és, que el gobierno español, ha de hacer el último
esfuerzo a su restauración: esta guerra es demasiado • dilatada; i
mui sensible no se haya efec tuado un tratado que conciliase los
intereses de ambos emisferios, para que cesando los horrores de
ella, pudiesemos unirnos con la mayor fraternidad.
Correspondo a U. de todas veras a la estimacion que hace de
109
mí, i de los jefes de esta plaza, quienes tributan a U. las mayores
gracias, i por mi parte, repito, deseo ocasion en que poder
manifestar que soi su mas afecto amigo i S. S. Q. S. M. B.
Antonio de Quintanilla”: Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana,
págs. 152, 153.
(54)-“Señor don Antonio Quintanilla
Muy señor mío y de mi aprecio:
Cuando por su contestación del 27 de Enero último vi el contraste de sus
sentimientos con sus obligaciones, conocí también que V. pretextaba estas
para sofocar aquellos. En verdad las obligaciones de un jefe no deben
llegar hasta la temeridad y permítaseme que le diga que su resistencia a
mis proposiciones resiente de ella, bien que yo haga a V. también la
justicia de no creerlo su primer autor.
Sé que V. tiene a su lado jefes que más reflexionan con la voluntad que
con el entendimiento. En fin, yo no puedo permitir queden desairados mis
pasos oficiosos, y por esto mando una expedición capaz de realizarlos con
dignidad. Aún es tiempo, aunque corto y perentorio, de que se haga
conocer a los jefes y oficiales, que Chiloé debe seguir la suerte de América
toda, en que ya no se piensa en España por su impotencia, más que por su
ilustración. Reitero mis anteriores ofertas para que V. se aproveche de
ellas, y no tenga el sentimiento de obrar contra sus inclinaciones pacíficas.
Su servidor q.b.s.m. Firmado por Bernardo O‘Higgins, Santiago Marzo
1º de 1822; Del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo
O‘Higgins, Tomo 31 pág. 32, Cartas de O‘Higgins a varios
corresponsales.
(55)- “En sus aspectos esenciales, la Constitución creaba un sistema
legislativo bicameral y establecía la delimitación de los poderes públicos,
propia del sistema republicano representativo. Cambió también la
división administrativa del país, reemplazando las provincias de
Coquimbo, Santiago y Concepción, por departamentos, generando con
ello un nuevo motivo de descontento y resistencia en Coquimbo y
Concepción. El Director Supremo duraría 6 años en sus funciones y sería
reelegible, una vez, por cuatro años, señalando que, respecto de
O’Higgins, se tendría como primera elección, la que se había hecho por la
110
Convención. Ello suponía la prolongación de este mandato hasta por 10
años. Otras disposiciones constitucionales, como el sistema eleccionario
establecido, también daría origen a repulsas justificadas” O´Higgins, El
Libertador; Jorge Ibáñez Vergara , Sub capítulo La constitución de 1822,
Pág.189.
(56)-“…probablemente será necesario desamparar la frontera, (se refiere
a la zona comprendida entre los ríos Bío Bío y Toltén) en cuyo caso es
fácil prever el grado de insolencia en que se pondrán los enemigos…El
responsable a la nación será V.S. precisamente, y aún ante Dios por la
mucha sangre que se vierta infructuosamente”: Carta de Freire a
Rodrígez Aldea; O`Higgins, El libertador; Jorge Ibáñez Vergara, pág.
191.
(57)-“Ausílieme como corresponde y yo garantizo la lealtad y fiel
procedimiento de estos provincianos... si mis justos sentimientos me han
hecho exederme en franqueza, yo le pido a V. me dispense con la bondad
que le es tan natural. Lo respeto y lo amo como a Padre de la República y
bienhechor mío, cuyos beneficios me constituyen suyo en todo evento con
la misma invariable constancia con que siempre me considero su más
íntimo amigo”: Carta de Freire a O´Higgins; O`Higgins, El libertador;
Jorge Ibáñez Vergara, pág. 192.
(58)- “….Entre V. en recuerdos de nuestra unión, i vea si merezco ser
tratado con la amargura que experimento; quiera el cielo que V. no sufra
igual pago de los que han sorprendido su buena fe; el que hace valer las
armas y las injurias contra otro, debe esperar que las hagan contra sí. ¿A
qué continuar hiriéndome cuando yo todo lo pospongo a la amistad? ¿Ha
creído V. acaso que las amenazas ni nada de lo criado pueda asustarme?
Pero V. i todos saben si que se arrostrar la muerte. Más me abate una
ingratitud que un cañón abocado al pecho. En fin, ya yo todo lo he
sufrido, i después de haber hecho el bien no me queda otra satisfacción
que ser injuriado por haberlo hecho”: Carta respuesta de O`Higgins a
Freire, 14 de Enero de 1823, Del epistolario de don Bernardo O‘Higgins;
Archivo O‘Higgins Tomo 31 pág. 51; Cartas de O‘Higgins a varios
corresponsales 1817-1830.
111
(59)- “Desde ahora protesto solemnemente ante los pueblos que jamás
ocuparé la silla de la majistratura”… “Si algún día admitiese el cargo
supremo, decid que os he faltado a mi promesa, i entonces tendréis
motivos para dudar del fin santo que me anima” : Del discurso de
Freire a la Asamblea Provincial de Concepción, 22 de Nov.1822;
O`Higgins, El libertador; Jorge Ibáñez Vergara, pág. 193.
(60) “Art.4º Llegado a Chiloé nombrará asesor i secretario al oficial don
José María Artigas, que siempre fue un patriota i ahora es confidencial
nuestro, para que sucumban los enemigos.
Art.7º Como por desgracia son los relijiosos los que mas poderosamente
han influido en contra de la causa de la América, procurará luego que se
apodere de aquella provincia, separar a todos los frailes i al cura Valle,
remitiéndolos sin atropellamiento en el primer buque que salga para
Valparaíso.
Art.8º No se comprenderá en el artículo anterior frai Juan Almirall por
su talento i sentimientos liberales, ni tampoco frai Juan Alcalde, a quien,
aunque de opinión contraria, conviene dejar en sosiego, procurando
atraerlo con sagacidad”
Santiago, Marzo 18 de 1822 Firmado: Bernardo O´Higgins, La Guerra a
Muerte, Benjamín Vicuña Mackenna, Doc. Nº13, pág 545; Instrucciones
que se dan al coronel graduado don Jorge Beauchef en el mando de las
fuerzas libertadoras del archipiélago de Chiloé i en el gobierno militar y
político de Valdivia a que va destinado. (son 8 artículos del cual sólo
transcribimos 3 de los pertinentes a Chiloé y al punto que estamos
respaldando).
(61) “Al entrar los buques, las tropas expedicionarias estaban en la mayor
alegría y contento: el ruido del cañón las animaba mas i mas, i después de
cada cañonazo prorrumpían en gritos de ¡viva la patria i el general
Freire! Pero cuando al enfrentarnos a la fortaleza de Agüi, vimos a la
fragata Lautaro que nos precedía, desviarse del camino convenido y
poner su rumbo hácia los canales del interior, cesó la alegría en el mismo
momento, i como por inspiración. Por mi parte, yo no podía convenir lo
que originaba esta maniobra, después de lo que se había acordado, i lo
112
primero que se me ocurrió fue que el general tenia concebido de
antemano un plan de campaña que había querido ocultar hasta a los
jefes”: Memorias del Coronel Beauchef; pág. 62, Las Campañas de
Chiloé, Diego Barros Arana.
(62) Comentarios apesadumbrados de Quintanilla a Ferguson al
observar a la flota patriota que él pensaba que se dirigía a San Carlos:
“Señor mío, he dejado de ser gobernador de Chiloé. Estoy enteramente
sorprendido ¡Quien hubiera podido imaginar esto en este tiempo!”
(aludiendo a la estación).
Comentarios de Quintanilla cuando se percata de que Freire dirige a la
Lautaro a los canales interiores: “Estos son míos. Apenas podrá escapar
algún buque para llevar al gobierno insurgente la noticia de su ruina, ya
que todo el ejército ha de quedar prisionero por poco que se
demoren, sin necesidad de combates, porque los solos elementos los han
de poner en el caso de pedir ellos mismos que los admita prisioneros” :
Patrick Puigmal ; Jorge Beauchef, el toque francés en la toma del
archipiélago (1820-1826) pág. 5.
(63)-“El General don Ramón Freire, jefe de esta expedición libertadora,
confiando en la noble causa que sostiene, que es incorporar a la República
de Chile este remoto jirón de la soberanía española, me envía en misión
parlamentaria a fin de que oyendo previamente las razones que os
expondré, deis una contestación categórica en un plazo de cuarenta y
ocho horas: Os declaro que tenemos el firme propósito de apoderarnos de
Chiloé, mediante nuestras fuerzas poderosas. Aislados como estáis, tal vez
no comprendáis que la causa del rey está perdida en Chile y que no
podréis manteneros por mucho tiempo en situación tan difícil alejado de
toda clase de recursos. Reconoce el General Freire vuestra hidalguía y
nobleza de sentimientos al intentar aún manteneros fiel a vuestro lejano
monarca; esto os honra como militar y como español; pero queremos
evitar un inútil derramamiento de sangre, en una campaña que habrá de
terminar con la victoria de los patriotas, que ya han silenciado vuestros
fuertes del continente y de Chacao y que vendrán a Ancud desde
Dalcahue, tan luego como os neguéis a proseguir por el camino amistoso
113
que hoy os propongo recorrer” : Memorias del capitán de artillería don
Ricardo López, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 206.
(64)-“No desconozco el abandono en que vejeto en este último rincón de
Chile; he pesado vuestras razones, señor Godoy, y contado el número de
nuestros enemigos; pero hay bajo las solapas de este gobernador que
pretendéis intimidar con vuestra poderosa escuadra, un corazón
castellano afecto y leal a su Rey, que cumplirá con su deber sin temor ni
vacilaciones. Los desastres de Maipú no alcanzarán a Chiloé, porque
confío en una pronta y eficaz ayuda de España. Decidlo así, señor Godoy,
a vuestro General, a quien le llevaréis mis afectuosos saludos de
adversario leal y digno de la causa que sustenta. Partid pues y a la mano
de Dios” Memorias del capitán de artillería don Ricardo López, La
Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 207.
(65)- “Hubo algunos caballeros, como don Juan Andrés Oyarzún,
acaudalado propietario y además capitán de caballería; don Manuel
Rojas Pérez; don Isidro Vargas, rico comerciante español residentes
muchos años en Ancud, que opinaron por aceptar una capitulación
honrosa, temiendo que la crudeza de la campaña los privara del goce de
sus comodidades y hasta algunos oficiales asintieron con un movimiento
de cabeza a esta proposición. Demudose el rostro de Quintanilla ,
dominando su desagrado, pues era hombre que sabía reprimir su cólera”:
Memorias del capitán de artillería don Ricardo López, La Última
Jornada, Darío Cavada C. pág. 206
66)- Observación de Quintanilla respecto a las evoluciones de Freire: “El
caudillo Freire se puso en marcha desde Chacao para atacar San Carlos,
suponiendo que la división destacada a tomar el camino (se refiere a las
fuerzas de Beauchef) se hallaba ya sobre la plaza. Se aproximó con su
ejército como a una legua de distancia por la parte nombrada Puqueñún,
mas habiendo recibido en esa situación parte del proceso de Mocopulli,
suspendió su marcha y retrocedió para la ensenada de Lacao”
Observación de Quintanilla respecto a su propias evoluciones: “Yo que
había salido de San Carlos, anduve el camino en posta encontrando parte
de las tropas en retirada y las milicias dispersas se habían ido a sus
114
pueblos Mi situación era crítica; yo creía que los enemigos se habían
interpuesto ya y que estaba sitiado e incomunicado con el interior de la
provincia. Necesitaba abrirme paso a toda costa o perecer. Proclamé a la
tropa; la hice ver que con la retirada a San Carlos éramos perdidos y los
entusiasmé volviendo resueltos a abrirse paso, pero no fue necesario
porque los enemigos aterrados igualmente se habían retirado a sus
buques”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de
Quintanilla, pág.110.
(67)-“Trujillo, Abril 12 de 1824; Señor don Gaspar Marín,
Mi querido y amado compañero:
….He oído con el mayor placer de la salida de nuestro ejército para
Chiloé, y aunque la estación está algo avanzada para operaciones
militares, podrán muy bien aceptar algún golpe de mano preparado
oportunamente con sagacidad, y quedo en ansiedad de saber los nuevos
laureles que el valor araucano haya aumentado a las glorias de
Chile….Firmado. Bernardo O´Higgins”: Fragmento de carta a Gaspar
Marín, del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo O‘Higgins,
Tomo 31 pág 86; Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 1817-1830.
(68)-“Trujillo, Mayo 29 de 1824,
Exmo. señor Presidente, Libertador de Colombia y Dictador del Perú.
Mi general y amigo de mi más alto aprecio,
….Mis cartas dicen que el 27 de Abril llegó a Valparaíso la fragata
Lautaro desde Chiloé ,con el objeto de reparar algunos daños que habría
sufrido, y que cerca de una semana después llegaron tres transportes más,
que traían a su bordo cerca de 1000 hombres, a las órdenes del coronel
Beauchef. Que la tropa se quejaba de haber sufrido grandes trabajos por
falta de víveres y abrigo, como lo demostraban sus rostros y vestuarios.
Que abiertamente acusaban a sus jefes de cobardes, y de insubordinación
a sus oficiales.
Afortunadamente es una circunstancia feliz para la América que casi
siempre los españoles se hayan decidido por el sistema defensivo, más
bien que por el de la guerra ofensiva; y mayor fortuna para Chile que
115
Quintanilla sea de esta disposición, porque de otro modo, del estado de
desorganización en que se hallaba el ejército de Chile, algún tiempo antes
de su embarque, era muy probable no hubiese salvado un solo hombre de
los que pisaron la isla. Firmado por Bernardo O´Higgins” :Fragmento de
carta a Bolívar, del epistolario de don Bernardo O‘Higgins; Archivo
O‘Higgins, Tomo 31 Cartas de O‘Higgins a varios corresponsales 18171830 págs. 90 y 91.
(69)- “Yo continuaba siempre atendiendo a mejorar política y
militarmente la provincia, cuando de improviso recibí la noticia de la
pérdida de la batalla de Ayacucho y por consiguiente de todo el Perú.
Esta fatal noticia me fue comunicada por el Comandante del Asia, por la
balandra Real Felipe y la fragata Trinidad que arribaron a San Carlos y
se difundió inmediatamente por la población pues no cuidaron los
capitanes y varios oficiales en reservarla hasta que yo viese modo de
hacerla saber de modo que no afectase, como sucedió a la tropa”:
Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág
114.
(70)-“Inmediatamente reuní a la oficialidad y jefes haciéndoles entender
que convenía a nuestro honor el comportarnos tan firmes y fieles como
hasta entonces y que podríamos recibir auxilios de nuestro Superior
Gobierno tan luego como llegase a su noticia nuestra constancia. Mandé
dar media paga a toda la guarnición para que desechasen ideas tristes y
efectivamente todos me protestaron constancia y fidelidad” Autobiografía
del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 114.
(71)-“Al día siguiente recibieron la media paga y un capitán del batallón
veteranos, don Fermín Pérez, pasó a mi casa a hacerme las mayores
protestas de fidelidad y constancia y manifestarme que tenía pensado en
la misma tarde, con los oficiales tener una merienda en el campo a escote
entre todos. Yo no sospeché fuese con fin siniestro esta reunión ni su jefe
don Saturnino García sabedor también de esta merienda.
116
Serían las nueve de la noche que hallándome de visita en la casa de una
tía de mi esposa me dijo esta, conviene que nos vayamos a casa. En la
calle me contó que su tía le había dicho que la merienda era con el objeto
de una revolución y que estaban todos los oficiales acordes en hacerla
Llamé al jefe de batallón García y le dije que sabía aquella noticia. Este
me afirmó que era falsa y que tenía plena confianza en su batallón. Me
puse a cenar y estando concluyendo oigo fuertes golpes a la puerta, corro
a ver qué era y noto como 100 soldados formados, caladas las bayonetas.
Abro la puerta y como estaban en columna y oyese la voz de Muera, al
mismo tiempo que el rastrillazo de una pistola al costado y que no salió el
tiro, cojo dos de las bayonetas y me meto en medio de la tropa. La cual se
arremolinó y grité: ¡Soldados qué queréis! ¡Nadie me toque! Entonces se
presentó un oficial que me intimó la orden de preso. Le contesté que lo
estaba, pedí que me sacaran el sobrero y el bastón, pues estaba de
uniforme y me dejé conducir entre las filas a la guardia de prevención del
cuartel del batallón a cuyo punto fueron llegando varios oficiales y jefes
presos, como el de Artillería, Capitán de Puerto y otros, particularmente
los españoles hasta el número de ocho, pues el jefe del batallón que vivía
inmediato al cuartel, así que oyó el ruido de Vivas y Mueras dentro de él,
se escapó.
En este estado se me presentó el judas, que así lo llamo, Capitán Pérez,
diciéndome que habían dado este paso porque estando toda la América
independiente con la pérdida del Perú, ellos (los oficiales del país) no
pensaban venir a España y necesitaban hacer un servicio cual lo habían
hecho para ser recibidos en el ejército independiente de Chile, a cuya
república iban a unir las islas de Chiloé, y que nosotros los españoles
estábamos en el caso distinto, porque teníamos a donde volver.
….Ya más tranquilos llegamos a la balandra( se refiere a la nave Real
Felipe) y nos metieron en la pequeña cámara, quedando sobre cubierta el
oficial con la escolta de 25 soldados, cuando repentinamente viene la
tropa a la escotilla con los fusiles gritando, matarlos, matarlos. Varios de
los presos se echaron a llorar. Yo grité: soldados si queréis matarnos o
tenéis orden para ello, sacadnos a cubierta y no lo hagáis aquí como a
cochinos. El oficial se presentó y le repetí lo mismo, me contestó que
aquello lo causaba que los soldados habían encontrado un barril de
117
aguardiente y se habían embriagado. Los hizo retirar y amaneció.”:
Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de Quintanilla, págs.
114,115, 116 y 117.
(72)-“Como los oficiales del país estaban emparentados con muchos de los
soldados y principales del vecindario tuve que no proceder al castigo que
merecían, les indulté a nombre del Soberano, de la pérdida de vida y
deshonrándolos, los eché fuera del país en un buque extranjero que iba a
las costas del Perú.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio
de Quintanilla, pág. 120.
(73)- “Quintanilla le expresa (al cónsul de España en Río de Janeiro, José
Delavat y Rincón) que había recibido la noticia de la derrota de los
realistas en el alto Perú y le relata el motín que encabezaran los desleales
Pérez y Velázquez y la situación crítica en que se encuentra con peligro de
ser atacado, o que acontezca otra subversión. Quintanilla quiere
decidir, según esa comunicación qué partido tomar: Ya sea de sostener
este territorio por el Rey si hay seguridad de que toman las providencias
para la pacificación de esta América, o del que con una capitulación la
más honrosa sean los males que son consecuentes a una nueva revolución
o defensa inútil ” : Isidoro Vásquez de Acuña; Historia Naval del Reino
de Chile pág. 509.
(74)-“Sr. Simón Bolívar- Alto Perú-Señor de toda mi consideración y
aprecio:
Profundamente emocionado con la lectura de su misiva paso a dar a V.E.
una contestación categórica a ella.
Sobradamente reconoce este último soldado de la causa realista en
América, las razones que motivaron el envío de su comunicación. Se muy
bien lo que Chiloé le debe al Perú; pero no al Perú desligado de la
soberanía española, cuyas resoluciones no habrán de quebrantar la
indomable lealtad de este olvidado Gobernador del más remoto dominio
de mi Rey. Os declaro pues, con el mayor respeto, que mientras esté bajo
mi mando este apartado jirón del suelo de España, sabré mantenerlo con
118
las armas, defenderlo contra futuras invasiones, para la tranquilidad de
sus sencillos y fieles pobladores.
Respetuosamente.-Antonio Quintanilla Q.B.L.M a V.E.: Carta de
Quintanilla a Bolívar, La Última Jornada, Darío Cavada C. pág. 210.
(75)-“En manos de Gran Bretaña constituiría la llave de toda la parte
occidental de la América del Sur”. Otra comunicación pidiendo
instrucciones: “En el caso que se entregue Chiloé a uno de los Estados,
Chile o Perú, y la propiedad de la misma se convierta en materia de
discusión entre dichos Estados, desearía que se me informe hasta qué
punto estarían justificados los jefes navales de S.M. en el Pacífico en
tomar posesión, en nombre de Gran Bretaña, de la isla de Chiloé, en
carácter de Locum Tenens, hasta que se resuelva el punto de discusión”.
Informes del cónsul Nugent al gobierno de S.M. Británica, Isidoro
Vásquez de Acuña, Historia Naval del Reino de Chile 1520-1826 pág.508.
(76)- “La madera, particularmente, fue un señuelo de atracción que hizo
de Chiloé un lugar interesante de considerar tanto para ingleses y
franceses, que pensaron habilitar allí bases que permitiera a sus barcos
repararse y eventualmente pensar en la instalación de astilleros, lo que
simplificaría enormemente la navegación a las islas del Pacífico o
Australia”: Presiones extranjeras en la anexión y primeros años de Chiloé
independiente 1825-1830, Patricio Estellé Méndez, pág. 79.
(77)- Fragmentos de la comunicación de Quintanilla a su amigo y
subordinado, Coronel Ballesteros, en Agosto de 1825 :“Si los enemigos,
hacen una pequeña expedición fiados en las facilidades que Velásquez y
don Fermín Pérez les hayan dado, aunque sea solo de 500 hombres, se
tomen esta plaza, que no cuenta 300, i quizá por la falta de entusiasmo, no
se les tira un tiro, i los defensores se dirijen contra los jefes”….otro: “Si
llega un buque i nos trae noticias que no viene la espedicion de España, es
muy de temer que un revoltoso se eche sobre las armas. i amarrándonos
consiga lo que no le sería fácil si estuviese en Castro; i asi se forma la
balanza para las determinaciones que convenga”. Comentarios de don
Diego Barros A. al respecto de la misma misiva: “Esta carta pinta muy
119
bien la situación de Quintanilla en aquellos momentos: Su posición como
gobernador era sumamente precaria, puesto que estaba amenazado por
una espedicion chilena, i quizá por una insurrección interior”: Las
campañas de Chiloé 1820-1826, Diego Barros Arana págs. 99 y 100.
(78)- “Cuartel Jeneral en marcha, enero 11 de 1826. Señor Gobernador
de la provincia de Chiloé;
Encargado por la República de Chile del mando del ejército
que ha destinado a libertar este archipiélago, he creido que
faltaría a los deberes que me impone la huma nidad, si no
hiciese antes a U.S. una indica ción saludable, bastante a evitar
los horrores de la gue rra, como las funestas consecuencias que
resultarla de una lid en que todas las ventajas se presentan por mi
parte. Prescindiendo de las favorables disposiciones que ofrece
desde luego la disciplina del ejército, su entusiasmo, re curso i los
jérmenes que encuentra la opinion dentro del mismo Chiloé para
asegurar de un modo positivo el éxito de esta empresa, debo
tambien hacer observar a U.S., que desde el momento que
desapareció para la América el derecho de dependencia que la
ligaba con su antigua metrópoli, entró en los intereses de Chil e
unir esta fraccion de su territorio a la gran familia chilena,
porque así lo exijia la uniformidad de principios que habia
adoptado, su seguridad, su localidad i otros motivos de con veniencia jeneral. Si estas consideraciones valen para U.S. tanto
como es el interés que ha manifestado por la felicidad de los
pueblos, hoi creo se halla en el caso de dar la mejor prueba de
aquellos sentimientos, economizando la sangre de estos infelices
habitantes que seguramente serian victimas de una obstinada
resistencia De lo contrario U.S. debe considerarse desde este
momento sobrepuesto a todos los resultados de esta contienda, que
seran tanto mas ejemplarizados cuantos sean los medios que se apliquen
para contener el progreso de nuestras armas.
Tengo el honor de anunciar a U.S. los sentimientos de respeto i
consideración con que soi, etc.” Fdo. Ramón Freire: Carta intimación de
120
rendición a Quintanilla; Las Campañas de Chiloé, Diego Barros Arana,
Apéndice, págs. 176, 177.
(79)-”Quedo impuesto del oficio de hoi q ue me dirije U.S.: no hai
razon que me pueda obligar a dejar de cumplir con mis deberes
para con el rei, las tropas i los habitantes de esta provincia, que
como yo desean el momento de hacer ver por tercera vez al ejército
de Chile que sus esfuerzo para subyugarlo son vanos; i así escuse
U.S. de amenazas que miro mui léjos de que pueda cumplirlas. -Dios guarde a U.S. muchos años ”. --Cuartel jeneral de San
Carlos de Chiloé, enero 11 de 1826. Firmado, Antonio de Quintanilla:
Carta respuesta de Quintanilla a Freire; Las Campañas de Chiloé, Diego
Barros Arana, Apéndice, pág. 177.
(80)- “Al verificarse la retirada desde Poquillihue y desde el punto de
Bellavista se pasaron a las filas enemigas veinte y seis oficiales, incluso
dos jefes, el Comandante don José Hurtado y don José Antonio Garay
con un crecido número de tropa; esta fue otra razón que obligó más a
efectuar la retirada para impedir que otros verificasen igual atentado,
con la aproximación del ejército enemigo”: El general Quintanilla y su
gobierno en Chiloé, Isidoro Vásquez de Acuña, pág 308.
Estas afirmaciones se ven respaldadas por el propio Quintanilla en sus
memorias y que agregamos bajo este mismo número.
“En estos momentos se declaró la deserción de un jefe, varios oficiales y
mucha tropa al enemigo y en medio del fuego. Me puse, pues, en retirada
sin ser molestado y en Putalcura me detuve para dar descanso y que
comiera la tropa. Estando tomando razón de los heridos para remitirlos
a un pueblo, oigo la voz de, a casa, a casa, No más guerra.
Había un pequeño puente a vanguardia por donde tenía que desfilar la
tropa que se precipitó a él en desorden. Corro, me planto en medio,
espada en mano para contenerla, más ella sigue sin obedecer (pero sin
ofenderme) se precipitó a él y me atropelló habiendo quedado con mi
espada en mano en un fango a la salida del puente que me daba a las
121
rodillas.”: Autobiografía del Mariscal de Campo don Antonio de
Quintanilla, pág. 126.
(81)-“Con indecibles demostraciones de exasperación, entraron estos
prófugos sin subordinación alguna, tirando el armamento en la plaza,
lanzando maldiciones i gritando públicamente que habían sido
entregados. Se trató de reunirlos, pero esto fue moralmente imposible
porque una compañía se mantuvo armada i fue preciso sosegarla para
quitarles las armas i evitar los funestos atentados que querían ejecutar
contra los mismos jefes realistas”. Declaraciones del Coronel Ballesteros,
jefe militar y político del cantón de Castro : Autobiografía del Mariscal
de Campo don Antonio de Quintanilla, pág. 142.
(82)-“De la guarnición de Chiloé sólo han venido a la Península después
de la pérdida de aquella isla, cuatro jefes, incluso el Gobernador, tres
capitanes y un teniente” (Rubricado por Quintanilla): El General
quintanilla y su gobierno en Chiloé (1817-1826), Isidoro Vásquez de
Acuña, pág. 309.
(83)- “En la parte de la administración que abraza la policía y el orden
interior de la provincia no me ha permitido el tiempo todavía tomar
providencias que puedan considerarse como un nuevo arreglo del dicho
ramo por necesario que sea. Lo que hasta ahora he hecho ha sido
nombrar para Comandantes Militares en los diferentes partidos (se
refiere a los sectores en que se hallaba dividido el archipiélago) a personas
de crédito y confianza atendiendo particularmente a los que son
conocidos por su afecto al sistema de la patria. Trataré de hacer dentro de
poco una visita al interior y espero de hallarme después más orientado
para proceder con algún acierto al arreglo que se debe hacer”:
Fragmento del Informe del Gobernador Aldunate al Ministro del
Interior, fechado en San Carlos, 9 de Febrero de 1826; págs. 14 y 15 del
Volumen 75, Ministerio del Interior, Intendencia de Chiloé 1826-1831;
Archivo Histórico Nacional.
(84)-“Se declaraba, por último, que Chiloé era libre e independiente de
las demás provincias de Chile y que regiría momentáneamente allí la
constitución de 1818 y que se nombraba Jefe Supremo al general don
122
Bernardo O`Higgins y que en cuanto durase su ausencia le subrogaría el
sargento mayor de artillería Manuel Fuentes.
O`Higgins, desde su retiro peruano, seguía con interés los asuntos
chilenos, preocupándose particularmente de la situación de Chiloé, de la
que hacía mención frecuente en el abundante intercambio epistolar que
mantuvo desde allí. Esta noticia indiscutiblemente debería llenarle de
esperanzas y escribió alborozado a propósito de esto, una proclama a los
chilotes, en la que les incitaba a continuar con su heroico movimiento”:
Presiones extranjeras en la anexión y primeros años de Chiloé
independiente 1825-1830, Patricio Estellé Méndez, pág. 78.
123
BIBLIOGRAFÍA
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125
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Chiloé.
-Vicuña Mackenna Benjamín; La guerra a Muerte, Memoria sobre las
últimas campañas de la Independencia de Chile 1819-1824
&&&
126
ANEXOS
Otros documentos y antecedentes
Declaración de la Independencia de Chile
12 de Febrero de 1818
“La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha
mantenido al nuevo mundo en la necesidad de venerar como un dogma la
usurpación de sus derechos y de buscar en ella misma el origen de sus más
grandes deberes.
Era preciso que algún día llegase el término de esta violenta sumisión: pero
entretanto era imposible anticiparla: la resistencia del débil contra el fuerte
imprime un carácter sacrílego a sus pretensiones, y no hace más que
desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reservado al siglo XIX el oír a
la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el período
de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad.
La revolución del 18 de Septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo
Chile para cumplir esos altos destinos a que lo llamaba el tiempo y la
naturaleza: sus habitantes han probado desde entonces la energía y firmeza de
su voluntad, arrostrando las vicisitudes de una gran guerra en que el gobierno
español ha querido hacer ver que su política con respecto a la América
sobrevivirá al trastorno de todos los abusos. Este último desengaño les ha
inspirado naturalmente la resolución de separarse para siempre de la
Monarquía Española., y proclamar su INDEPENDENCIA a la faz del mundo.
Mas no permitiendo las actuales circunstancias de la guerra la convocación de
un Congreso Nacional que sancione el voto público, hemos mandado abrir un
gran registro en que todos los Ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos
libre y espontáneamente por la necesidad urgente de que el gobierno declare
en el día la Independencia o por la dilación o negativa: y habiendo resultado
que la universalidad de los Ciudadanos está irrevocablemente decidida por la
afirmativa de aquella proposición, hemos tenido a bien en ejercicio del poder
127
extraordinario con que para esta caso particular nos han autorizado los
Pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del Altísimo,
y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio
continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y por derecho un
Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre separados de
la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno
que más convenga a sus intereses. Y para que esta declaración tenga toda la
fuerza y solidez que debe caracterizar la primera Acta de un Pueblo libre, la
afianzamos con el honor, la vida, las fortunas y todas las relaciones sociales de
los habitantes de este nuevo Estado: comprometemos nuestra palabra, la
dignidad de nuestro empleo, y el decoro de las armas de la PATRIA; y
mandamos que con los libros del gran registro se deposite la Acta original en
el archivo de la Municipalidad de Santiago, y se circule a todos los Pueblos,
Ejércitos y Corporaciones para que inmediatamente se jure y quede sellada
para siempre la emancipación de Chile.
Dada en el Palacio Directorial de Concepción a 1 de Enero de 1818, firmada
de nuestra mano, signada con el de la Nación y refrendada por nuestros
Ministros y Secretarios de Estado, en los Departamentos de Gobierno,
Hacienda y Guerra”.
Firmado: Bernardo O’Higgins, Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas, José
Ignacio Zenteno.
&&&
128
Tratado de Tantauco
15 de Enero de 1826
El Excmo.señor, Supremo Director de la República de Chile don Ramón
Freire, General en Jefe del Ejército expedicionario sobre Chiloé.
Sensible a los clamores de la humanidad, y especialmente interesado en razón
de la autoridad suprema, que le han confiado los pueblos en hacer cesar los
males de la guerra que ha afligido a los habitantes del Archipiélago, invitado
por el General en Jefe del Ejército Real don Antonio de Quintanilla para
celebrar una capitulación, a que es movido por el sentimiento de la
imposibilidad de sostener por más tiempo a esta provincia en la dependencia
del Rey de España, después de los muchos esfuerzos que inútilmente ha
practicado con este fin: y determinado últimamente por la necesidad de
conciliar su honor y el de todos los individuos de su ejército con la situación a
que le ha reducido la victoria conseguida en Bellavista por las armas de la
patria el 14 del corriente, ha nombrado el primero a los infrascritos el coronel
del batallón N° 4 don José Francisco Gana, y el auditor de guerra y su
secretario general don Pedro Palazuelos Astaburuaga, para que examinados
los artículos que propusieron los nombrados por el segundo, que son el
coronel de infantería de línea don Saturnino García y el coronel de milicias y
alcalde de primer voto de la ciudad de Castro don Antonio Pérez, verificasen
el tratado contenido, concediendo cuanto sea compatible con el bien común y
dignidad de la República de su mando, lo cual después de canjeados sus
poderes, dichos comisionados han cumplido suscribiendo los artículos
siguientes:
1°.-La provincia y archipiélago de Chiloé con el territorio que abraza y se
hallan en poder del ejército real, será incorporado a la República de Chile
como parte integrante de ella, y sus habitantes gozarán de la igualdad de
derechos como ciudadanos chilenos.
2°.-Serán entregados a disposición del General en Jefe del ejército
expedicionario de Chile, todo el armamento, municiones y banderas como
129
también las baterías y pertrechos que se hallan en los almacenes del
archipiélago pertenecientes al ejército real.
3°.-Para llevar a efecto la entrega del armamento, municiones, banderas, y
demás que se expresan en el artículo anterior, el general en jefe del ejército
real ordenará, que sean conducidos, por los mismos individuos a los
almacenes de Castro y puestos bajo la custodia de dos comisionados, quienes
verificarán la entrega con las debidas formalidades a los que nombrase el
general en jefe expedicionario.
4°.-Todos los jefes, oficiales y tropa que componen el ejército real quedarán
libres para dirigirse, y fijar su destino en donde más les acomode, sujetándose
a las leyes de la República a los que quisiesen radicarse en ella.
5°.-Aquellos jefes y oficiales que quisiesen salir del archipiélago en virtud de
la libertad concedida por el artículo anterior, deberán verificarlo en el término
de dos meses contados desde la fecha de la ratificación de este tratado,
pudiendo conservar el uso de sus uniformes, espadas y sirvientes, durante este
término y no más.
6°.-Los equipajes, propiedades y demás bienes, así muebles como raíces, de
todos los individuos del ejército real serán inviolablemente respetados.
7°.-Lo serán igualmente los bienes y propiedades de todos los habitantes que
se hallan actualmente en esta provincia.
8°.-Será de cuenta del Gobierno de Chile el transporte a cualquiera de sus
puertos de todos los jefes y oficiales, empleados y tropa del ejército real que lo
solicitare con sus familias y equipajes, según sus rangos y clases, siempre que
lo verificasen en el término de un mes.
9°.-Serán inmediatamente puestos en libertad todos los prisioneros hechos por
ambos ejércitos, y gozarán de los beneficios de esta capitulación.
10°.-Se echará en olvido y correrá un velo a la conducta que por razón de las
opiniones políticas se haya observado hasta el presente por todos y cada uno
de los comprendidos en este tratado.
130
11°.-Los empleados, corporaciones políticas y eclesiásticas, los jefes y
oficiales, los cuerpos de milicias de esta provincia en posesión de sus
respectivos grados y empleos que actualmente obtienen, si quieren continuar
en ellos, como reúnan a juicio del Gobierno la virtud y aptitudes necesarias
para desempeñarlos.
12°.-La guarnición o tropas de continuo servicio, que existan en adelante en
esta provincia, serán mantenidas a expensas de la República de Chile.
13°.-Todas las dudas que ocurran sobre la inteligencia del presente tratado
serán interpretadas a favor del ejército real. Cuyos artículos para la ratificación
de las partes contratantes firmaron dichos señores comisionados en el Puente
de San Antonio a 13 de enero de 1826.
José Francisco Gana.- Pedro Palazuelos Astaburuaga.- Apruebo este tratado
en los trece artículos que contiene.Tantauco, Enero 15 de 1826.-
&&&
131
Relación cronológica
de los gobernadores del Reino de Chile y de los correspondientes
monarcas de España en todo aquel período de la Historia de Chile
En el reinado de Carlos I, Rey de España (Carlos V ,Emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico)
Pedro de Valdivia: (agosto de 1540 - diciembre de 1547)
Francisco de Villagra Velázquez: (diciembre de 1547 - julio de 1549)
Pedro de Valdivia: (20 de julio de 1549 - 25 de diciembre de 1553)
Francisco de Villagra Velázquez: (diciembre de 1553 - febrero de 1555)
Rodrigo de Quiroga López de Ulloa: (diciembre de 1553 - febrero de 1555)
Francisco de Aguirre de Meneses: (diciembre de 1553 - febrero de 1555)
Entre febrero de 1555 y mayo de 1556 se desarrollaron Cabildos
En el reinado de Felipe II:
Francisco de Villagra Velázquez: (mayo de 1556 - abril de 1557).
García Hurtado de Mendoza y Manríquez, Marqués de Cañete: (abril de
1557 - febrero de 1561)
Francisco de Villagra Velázquez: (febrero de 1561 - junio de 1563)
Pedro de Villagra y Martínez: (junio de 1563 - junio de 1565)
Rodrigo de Quiroga López de Ulloa: (junio de 1565 - agosto de 1567)
Entre agosto de 1567 y agosto de 1568 gobierna la Real Audiencia
Melchor Bravo de Saravia Sotomayor: (agosto de 1568 - enero de 1575)
Rodrigo de Quiroga López de Ulloa: (enero de 1575 - febrero de 1580)
Martín Ruiz de Gamboa de Berriz: (febrero de 1580 - julio de 1583)
Alonso de Sotomayor de Valmediano: (septiembre de 1583 - julio de 1592)
Pedro de Viscarra de la Barrera: (julio de 1592 - octubre de 1592)
Martín García Óñez de Loyola: (octubre de 1592 - diciembre de 1598)
132
En el reinado de Felipe III:
Pedro de Viscarra de la Barrera: diciembre de 1598 - mayo de 1599)
Francisco de Quiñónez: (mayo de 1599 - julio de 1600)
Alonso García de Ramón: (julio de 1600 - febrero de 1601)
Alonso de Ribera de Pareja: (febrero de 1601 - marzo de 1605)
Alonso García de Ramón: (marzo de 1605 - agosto de 1610)
Luis Merlo de la Fuente Ruiz de Beteta: (septiembre de 1610 - enero de
1611)
Juan Jaraquemada: (enero de 1611 - marzo de 1612)
Alonso de Ribera de Pareja: (marzo de 1612 - marzo de 1617)
Fernando Talaverano Gallegos: (marzo de 1617 - enero de 1618)
Lope de Ulloa y Lemos: (enero de 1618 - diciembre de 1620)
Cristóbal de la Cerda y Sotomayor: (diciembre de 1620 - noviembre de
1621)
En el reinado de Felipe IV:
Pedro Osores de Ulloa: (noviembre de 1621 - septiembre de 1624)
Francisco de Alava y Nureña: (septiembre de 1624 - mayo de 1625)
Luis Fernández de Córdoba y Arce: (mayo de 1625 - diciembre de 1629)
Francisco Laso de la Vega: (diciembre de 1629 - mayo de 1639)
Francisco López de Zúñiga, Marqués de Baides: (mayo de 1639 - mayo de
1646)
Martín de Mujica y Buitrón: (mayo de 1646 - abril de 1649)
Alonso de Figueroa y Córdoba: (abril de 1649 - mayo de 1650)
Francisco Antonio de Acuña Cabrera y Bayona: (mayo de 1650 - enero de
1656)
Pedro Porter Casanate: (enero de 1656 - febrero de 1662)
Diego González Montero Justiniano: (febrero de 1662 - mayo de 1662)
Ángel de Peredo: (mayo de 1662 - enero de 1664)
Francisco de Meneses Brito: (enero de 1664 - 1667)
133
En el reinado de Carlos II:
Diego Dávila Coello, Marqués de Navamorquende: (1667 - febrero de
1670)
Diego González Montero Justiniano: (febrero de 1670 - octubre de 1670)
Juan Henríquez de Villalobos: (octubre de 1670 - abril de 1682)
Marcos José de Garro Senei de Artola: (abril de 1682 - enero de 1692)
Tomás Marín González de Poveda, Marqués de Cañada Hermosa: (enero
de 1692 - diciembre de 1700)
En el reinado de Felipe V:
Francisco Ibáñez de Segovia y Peralta: (diciembre de 1700 - febrero de
1709)
Juan Andrés de Ustariz de Vertizberea: (febrero de 1709 - diciembre de
1716)
José de Santiago Concha y Salvatierra: (diciembre de 1716 - diciembre de
1717)
Gabriel Cano de Aponte: (17 de diciembre de 1717 - 11 de noviembre de
1733)
Francisco de Sánchez de la Barreda: (noviembre de 1733 - mayo de 1734)
Manuel Silvestre de Salamanca Cano: (mayo de 1734 - noviembre de 1737)
José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda: (noviembre de 1737
- junio de 1744)
Francisco José de Ovando, Marqués de Ovando: (junio de 1745 - marzo de
1746)
En el reinado de Fernando VI:
Domingo Ortiz de Rosas, Marqués de Poblaciones: (marzo de 1746 diciembre de 1755)
Manuel de Amat y Junyent: (diciembre de 1755 - septiembre de 1761)
En el reinado de Carlos III:
Félix de Berroeta: (septiembre de 1761 - octubre de 1762)
134
Antonio de Guill y Gonzaga: (octubre de 1762 - agosto de 1768)
Juan de Balmaseda y Censano Beltrán: (agosto de 1768 - marzo de 1770)
Francisco Javier de Morales y Castejón de Arrollo: (marzo de 1770 - marzo
de 1772)
Agustín de Jáuregui y Aldecoa: (marzo de 1772 - julio de 1780)
Tomás Álvarez de Acevedo Ordaz: (julio de 1780 - diciembre de 1780);
(abril de 1787 - mayo de 1788)
Ambrosio de Benavides: (diciembre de 1780 - abril de 1787)
En el reinado de Carlos IV:
Ambrosio O’Higgins, Marqués de Osorno: (mayo de 1788 - mayo de 1796)
José de Rezabal y Ugarte: (mayo de 1796 - septiembre de 1796)
Gabriel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés: (septiembre de 1796 enero de 1799)
Joaquín del Pino Sánchez de Rojas: (enero de 1799 - abril de 1801)
José de Santiago Concha Jiménez Lobatón: (abril de 1801 - diciembre de
1801)
Francisco Tadeo Diez de Medina Vidanges: (diciembre de 1801 - enero de
1802)
Luis Muñoz de Guzmán: (enero de 1802 - febrero de 1808)
En el reinado de Fernando VII:
Juan Rodríguez Ballesteros: (febrero de 1808 - abril de 1808)
Francisco Antonio García Carrasco Díaz: (abril de 1808 - julio de 1810)
Mateo de Toro Zambrano y Ureta, Conde de la Conquista: (julio de 1810 18 de septiembre de 1810)
Período de la Reconquista Española:
Mariano Osorio: (1814 - 1815)
Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y Méndez: (1815 - febrero de 1817)
&&&
135
Relación cronológica de los Virreyes del Perú
*1544-1546 Blasco Núñez Vela
*1546-1550 Pedro de La Gasca (Oidor decano de la Real Audiencia de Lima)
*1550-1551 Andrés de Cianca (Oidor decano de la Real Audiencia de Lima)
*1551-1552 Antonio de Mendoza
*1552-1553 Andrés de Cianca (Oidor decano de la Real Audiencia de Lima)
*1553-1556 Melchor Bravo de Saravia (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1556-1560 Andrés Hurtado de Mendoza, II Marqués de Cañete
*1561-1564 Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva
*1564 -------Hernando de Saavedra (Oidor decano de la Real Audiencia de
Lima)
*1564-1569 Lope García de Castro (Oidor decano de la Real Audiencia de
Lima, no fue virrey sino que gobernador y capitán general)
*1569-1581 Francisco de Toledo
*1581-1583 Martín Enríquez de Almansa
*1584-1585 Cristóbal Ramírez de Cartagena (Oidor decano de Real Audiencia
de Lima)
*1585-1589 Fernando Torres y Portugal, Conde del Villar Dompardo
*1589-1596 García Hurtado de Mendoza III Marqués de Cañete
*1596-1604 Luis de Velasco y Castilla, Marqués de Salina
*1604-1606 Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey
*1606 -------Diego Núñez de Avendaño (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1606 -------Juan Fernández de Boán (Oidor decano de la Real Audiencia de
Lima)
*1607-1615 Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros
*1616-1621 Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache
*1621-1622 Juan Jiménez de Montalvo (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1622-1629 Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar
*1629-1639 Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, IV Conde de
Chinchón
*1639-1648 Pedro Alvarez de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera
136
*1648-1655 García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra
*1655-1661 Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Aliste
*1661-1666 Diego de Benavides y de la Cueva, Conde de Santisteban del
Puerto
*1666-1667 Bernardo de Iturrizarra (Oidor decano de la Real Audiencia de
Lima)
*1667-1672 Pedro Antonio Fernández de Castro, X Conde de Lemos
*1672-1674 Álvaro de Ibarra (Oidor decano de la Real Audiencia de Lima)
*1674-1678 Baltasar de la Cueva Henríquez, Conde de Castellar
*1678-1681 Melchor de Liñán y Cisneros (Arzobispo de Lima), Conde de la
Puebla de los Valles.
*1681-1689 Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata
*1689-1705 Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de la Monclova
*1705-1707 Juan Peñalosa y Benavides (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1707-1710 Manuel de Oms y de Santa Pau, Marqués de Castelldosrius
*1710 -------Miguel Núñez de Sanabria (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1710-1716 Diego Ladrón de Guevara (Obispo de Quito)
*1716 ----Mateo de la Mata Ponce de León (Oidor decano de Real Audiencia
de Lima)
*1716 Diego Morcillo Rubio de Auñón (Arzobispo de La Plata y Charcas)
*1716-1720 Carmine Nicolao Caracciolo, Príncipe de Santo Buono
*1720-1724 Diego Morcillo Rubio de Auñón (Arzobispo de La Plata y
Charcas)
*1724-1736 José de Armendáriz, Marqués de Castelfuerte
*1736-1745 José Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, Marqués de
Villagarcía
*1745-1761 José Antonio Manso de Velasco
*1761-1776 Manuel de Amat y Juniet
*1776-1780 Manuel de Guirior, Marqués de Guirior
*1780-1784 Agustín de Jáuregui y Aldecoa
*1784-1790 Teodoro de Croix, Caballero de Croix
*1790-1796 Francisco Gil de Taboada y Lemos
*1796-1801 Ambrosio O’Higgins Marqués de Osorno
137
*1801 ------Manuel Arredondo y Pelegrín (Oidor decano de la Real Audiencia
de Lima)
*1801-1806 Gabriel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés
*1806-1816 José Fernando de Abascal y Sousa, Marqués de la Concordia
*1816-1821 Joaquín de la Pezuela (Teniente General)
*1821-1824 José de la Serna e Hinojosa (Teniente General)
*1824 Juan Pío de Tristán y Moscoso (Virrey Encargado)
&&&
138
Relación cronológica de los gobernadores de Chiloé a partir de su
dependencia del Virreinato del Perú
*1767-1768 Don Manuel Fernández de Casteblanco y Loyola
*1768-1777 Don Carlos de Beranguer y Renaud
*1778-------- Don Tomás de Jaúregui
*1778-1786
Don Antonio Martínez y la Espada
Se le otorga oficialmente rango de Gobernación Militar- Intendencia con
sede en San Carlos de Ancud.
*1786-1788
Don Francisco de Hurtado del Pino
*1788-1791
Don Francisco Garoz
*1791-1797
Don Pedro de Cañaveral Ponce de León y Messía
*1797-1800
Don Antonio Montes de la Puente
*1800--------
Don César Balviani
*1800-1813
Don Antonio Alvarez y Ximénez
*1813-1817
Don Ignacio María Justis y Urrutia
*1817
Don Antonio Pareja
*1817-1826
Don Antonio de Quintanilla y Santiago
Incorporación a la República de Chile
1826 ---------
Don José Santiago Aldunate y Toro
139
1826----------
Mayor Fuentes
1826-1829
Don José Santiago Aldunate y Toro
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140
Fotocopia del original del acta de la Primera Junta de Gobierno
18/9/1810
141
142
143
144
Línea de tiempo que atañe a los principales hechos, directos o indirectos,
desde que Chiloé fuera declarado posesión oficial de la corona de España,
el 28 de Febrero de 1558, hasta la incorporación al territorio de la República
de Chile mediante la derrota y capitulación española de Quintanilla en el
Tratado de Tantauco el 15 de Enero de 1826.
Se estima que 5000 años A.C. el archipiélago de Chiloé sólo era habitado por
los indios de los pueblos huilliches y chonos.
1558 Se declara a Chiloé posesión de España, bajo el reinado de Felipe II en
España, el Virreinato del Perú de don Andrés Hurtado de Mendoza y la
gobernación de Chile de don García Hurtado de Mendoza y Manríquez
1567 Ocupación real de Chiloé por Martín Ruiz de Gamboa. Fundación de
Castro. Se construye la iglesia matriz (lugar donde hoy se encuentra actual
edificio Iglesia de San Francisco)
1598 Alzamiento mapuche de Curalaba. Se inicia la destrucción de todas las
ciudades fundadas por los españoles desde el Bíobío hasta el canal de Chacao.
(Valdivia, Angol, La Imperial, Osorno, Villarrica, Arauco y Santa Cruz).
1600 Incursión corsaria holandesa de Baltasar de Cordes, causando severos
daños en Castro.
1608 Llegada de los Jesuítas al archipiélago.
1643 Incursión holandesa en Chiloé y Valdivia del corsario Hendrick Brower.
Destrucción de Carelmapu.
1645 Amenazado por una eventual instalación de una colonia holandesa en el
territorio de la Gobernación de Chile, El Virrey del Perú, don Pedro Alvarez
de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, ordena iniciar la construcción del
sistema de fuertes en Valdivia.
145
1646 Violento terremoto, lo que aumentó el deseo de los habitantes por
abandonar la isla.
1712 Levantamiento de los indios veliches.
1767 Expulsión de los jesuítas de Chiloé y de todos los territorios de la corona
española.
1768 Se termina la dependencia de la Capitanía General de Chile y comienza
la dependencia directa de Chiloé del Virrey del Perú siendo virrey don
Manuel de Amat y Junient. Es designado Gobernador de Chiloé el capitán don
Carlos de Beranguer y Renaud quien funda la Villa y Fuerte Real de San
Carlos de Chiloé (actual ciudad de Ancud) y transforma el extremo norte de
la isla en un sistema defensivo principalmente contra las acechanzas
marítimas inglesas.
1769-1771 Llegada de los curas franciscanos a Chiloé.
1782 Abolición de la Encomienda en Chiloé.
1784 Por razones estratégicas y de reforzamiento de fronteras, Chiloé es
elevada a la categoría de Gobernación militar e Intendencia peruana.
(Administrativamente Chiloé, hasta 1768, fue una gobernación menor o
dependiente de la Capitanía General de Chile pasando, en ese año, a depender
administrativamente del virreinato con sede en Lima, y desde 1784 elevada a
la categoría de intendencia peruana, pero sólo durante poco más de 5 años)
1808 Fernando VII, es hecho cautivo en Francia por Napoleón I. siendo
gobernador de Chile Francisco Antonio García Carrasco.
1810 Formación de la primera Junta de Gobierno en Chile, con juramento de
lealtad al rey cautivo. Comienzo de la denominada Patria Vieja. A la sazón era
Virrey del Perú don Fernando de Abascal y Gobernador de Chile don Mateo
de Toro y Zambrano.
146
1813 Fernando VII es liberado por Napoleón I y regresa al trono de España.
Se inician una serie de acciones militares entre patriotas y realistas iniciando
el período denominado Guerra de la Independencia de Chile.
1814 Desastre de Rancagua (1 y 2 de Octubre). Patriotas huyen a refugiarse en
Mendoza, Gobierno de Chile en manos del victorioso general Mariano Osorio.
Fin de la llamada Patria Vieja. Comienza el período denominado Reconquista
o de Restauración de la Monarquía.
1815 Asume la gobernación de Chile Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y
Méndez, último gobernador español de Chile.
1817 El coronel Antonio de Quintanilla asume la gobernación de Chiloé. El
ejército libertador de San Martín y O´Higgins vencen a los soldados realistas
en Chacabuco (12 de Febrero) Es apresado el gobernador Marcó. O‘Higgins
es elegido Director Supremo de la nación. Comienzo del período denominado
como Patria Nueva
1818 Declaración de la Independencia de Chile (redactada en Concepción el
1º de Enero) aprobada y firmada por O‘Higgins (2 de Febrero en Talca)
Jurada (el 12 de Febrero en Santiago)
Batalla de Maipú (5 de Abril). Victoria del llamado ejército de los Andes
(chileno-argentino) al mando de San Martín sobre las armas españolas
comandadas por Mariano Osorio.
1820 Toma de Valdivia por Lord. Cochrane (3 y 4 de Febrero) importante
logro patriota sobre el penúltimo y poderoso enclave español en Chile.
Fracaso de la Expedición de Lord Cochrane en el intento de tomar el
archipiélago de Chiloé.
1823 Abdicación de O‘Higgins en una Junta que es reemplazada por otra.
Asume Ramón Freire Serrano como Director Supremo de Chile. Fin de la
Patria Nueva.
147
1824 Victoria en Ayacucho de las fuerzas independentistas americanas (9 de
Dic.)
1826 Derrota y capitulación del Brigadier José Ramón Rodil en los fuertes del
Callao.
Derrota del Brigadier Antonio de Quintanilla, batallas de Pudeto y Bellavista y
firma del Tratado de Tantauco .Chiloé se incorpora a la República de Chile.
Asume el primer gobernador Chileno de Chiloé, don Santiago Aldunate.
&&&
148
Vista aérea de los lugares de emplazamiento
de fuertes y castillos del
sistema defensivo de Valdivia
Fotografía Aérea, buscador Google, Internet.
Número 1: Fuerte Aguada del Inglés
Número 2: Fuerte de San Carlos
Número 3: Batería del Barro
Número 4: Castillo de San Luís de Alba de Amargos
Número 5: Batería y Reducto de Chorocamayo
Número 6: Castillo de San Sebastían de la Cruz (Corral)
Número 7: Castillo de San Pedro de Alcántara (Isla Mancera)
Número 8: Batería del Carbonero
149
Número 9: Batería del Piojo
Número 10: Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus
(Niebla)
Mapas de las antiguas fortificaciones de Chiloé
Lázaro de Ribera , Fortificaciones de Chacao año 1781; Public. R.P.
Gabriel Guarda O.S.B.
150
Carlos de Berenguer, año 1769 Fortificaciones en San Carlos; Public. R.P.
Gabriel Guarda O.S.B.
Mapas del llamado camino de Valdivia a Chiloé y del camino desde San
Carlos a Castro en la Isla Grande
Camino de Valdivia a Chiloé, Mariano de Pusterla año 1791, Public. R.P.
Gabriel Guarda O.S.B
151
.
Camino de San Carlos a Castro, Francisco Hurtado año 1788, Public.
R.P. Gabriel Guarda O.S.B.
152
Tratado de Lircay
(3/5/1814)
Convenio celebrado entre los jenerales de los ejércitos titulados Nacional
y el del Gobierno de Chile.
1º-Se ofrece Chile a remitir diputados con plenos poderes e instrucciones,
usando de los derechos imprescriptibles que le competen como parte
integrante de la monarquía española, para sancionar en las Cortes la
Constitucion que éstas han formado, después que las mismas Cortes oigan sus
representaciones; y se compromete a obedecer lo que entonces se determinase,
reconociendo como ha reconocido por su monarca al Sr. D. Fernando VII y la
autoridad de la Rejencia, por quien se aprobó la Junta de Chile;
manteniéndose entre tanto el Gobierno interior con todo su poder y facultades,
el libre comercio con las naciones aliadas y neutrales, y especialmente con la
Gran Bretaña, a la que debe la España, después del favor de Dios y su valor y
constancia, su existencia política.
2º- Cesaran inmediatamente las hostilidades entre ámbos ejércitos i la
evacuacion de Talca se efectuará a las treinta horas de ser comunicada la
aprobacion del Gobierno de Santiago sobre este tratado, i de toda la provincia
de Concepcion, esto es, las tropas de Lima, Valdivia i Chiloé, en el término de
un mes de recibida dicha aprobacion, franqueándoseles los auxilios que
estuviesen al alcance de Chile i dicte la regularidad i prudencia; i quedando
esta última plaza de Chiloé, sujeta como ántes al Virreinato de Lima, así como
se licenciaran todos los soldados de la provincia de Concepción i sus partidos,
si lo pidiesen.
3º- Se restituiran recíprocamente i sin demora todos los prisioneros que se
hayan hecho por ámbas partes sin escepcion alguna, quedando enteramente
olvidadas las causas que hasta aquí hayan dado los individuos de las
provincias del Reino, comprometidos por las armas con motivo de la presente
guerra, sin que ningún tiempo pueda hacerse mérito de ellas por una ni otra
parte. I se recomienda recíprocamente el mas relijioso cumplimiento de este
artículo.
153
4º- Continuaran las relaciones mercantiles con todas las demas partes que
componen la monarquia española, con la misma libertad i buena armonia que
ántes de la guerra.
5º- Chile dará a la España todos los auxilios que esten a su alcance, conforme
al actual deterioro en que ha quedado por la guerra que se ha hecho en su
territorio.
6º- Los oficiales veteranos de los cuerpos de infanteria i dragones de
Concepcion que quisieren continuar su servicio en el pais, gozaran el empleo i
sueldo que disfrutaban ántes de las hostilidades; i los que no, se sujetaran al
destino que el Excmo. Señior Virrei les señalase.
7º- Quedaran la ciudad de Concepcion i puerto de Talcahuano, con todas las
piezas de artillería que tenian ántes de las hostilidades, i no siendo posible al
señor Brigadier don Gabino Gainza dejar todos los fusiles de ámbas plazas, se
conviene en restituir hasta el número de cuatrocientos para su servicio i
resguardo.
8º- Desde el momento que se firme este tratado, estará obligado el ejército de
Chile a conservar la posicion que hoy tiene, observando relijiosamente el no
aproximarse mas a Talca; i caso que entretanto llega su ratificacion del
Excmo. Gobierno de Chile, sobreviniese algun temporal que pueda
perjudicarle, será de su arbitrio acampar en algunas haciendas en igual o mas
distancia de dicha ciudad; bien entendido que para el inesperado caso de
volverse a romper las hostilidades, que será con precisa noticia i acuerdo de
ámbos ejércitos, no podrá contener agresiones el nacional, sin haberle dado
lugar a restituirse a la posicion que tiene en esta fecha.
9º- Se restituiran recíprocamente a todos los moradores i vecinos las
propiedades que tenian ántes de la fecha de 18 de Setiembre de 1810,
declarándose nulas cualesquiera enajenaciones que no hayan procedido de
contrato particular de. Sus dueños.
10º- El Excmo. Gobierno de Chile, satisfará con oportunidad de su tesoro
público treinta mil pesos, como en parte del pago que debe hacerse a algunos
154
vecinos de la provincia de Concepcion, de los gastos que ha hecho el ejército
que hoy manda el señor Brigadier don Gabino Gainza, quien visará los
libramientos que espida la intendencia.
11º- Para el cumplimiento i observancia de cuanto se ofrece de buena fe
en.10~ artículos anteriores, dejará Chile por rehenes tres personas de
distinguida clase o carácter, entre quienes se acepta, como la mas
recomendable i por haberse ofrecido espontáneamente en honor de su patria, a
don Bernardo O’Higgins, a ménos que el Excmo. Gobierno de Chile lo elija
de Diputado a las Cortes, en cuyo caso se sustituirá su persona con otra de
carácter i representacion del pais.
12º- Hasta que se verifique la total evacuacion del territorio de Chile, se
dejaran en rehenes por parte del ejército nacional, luego que esté ratificado el
tratado, dos jefes de la clase de coronel, así como para evacuar a Talca, que
deberá ser el paso inmediato, se daran por el ejército de Chile otros dos de
igual carácter; quedando todo el resto del mes para que vengan a la
inmediacion del señor jeneral del ejército nacional, los rehenes que habla el
artículo anterior o un documento de constancia de haberse embarcado para
Lima.
13º- Luego que sea firmado este tratado, se expedirán órdenes por los señores
jenerales de ámbos ejércitos, para que suspendan su marcha cualquiera tropa
que desde otros puntos se dirijan a ellos i que solo puedan acojerse para
librarse de la intemperie a las haciendas o pueblos mas vecinos, donde les
llegasen dichas órdenes, hasta esperar allí las que tengan a bien dirijirles; sin
que de ningún modo puedan los auxiliares del ejército nacional pasar el Maule
o entrar en Talca; i las del ejército de Chile, el rio de Lontué. llegase el caso,
que no se espera, de no merecer aprobación este tratado, será obligado el señor
jeneral del ejército de Chile a esperar la con testación de esta noticia, que ha
de comunicar al del nacional, quien deberá darla al cuarto de hora de recibida.
15º- Reconociendo las partes contratantes que la supresion de las hostilidades,
la restitucion de la paz, buena armonia e íntima amistad entre los dos
gobiernos de Lima i Chile, son debidos en gran parte al relijioso i eficaz
empeño del señor comodoro i comandante de la Phobe, don Santiago Hillyar,
155
quien propuso su respetable mediacion al Gobierno de Chile, manifestándole
los sentimientos del señor Virrei, i no ha reparado en sacrificios de todas
clases hasta presenciar a tanta distancia de su destino todas las conferencias
que han precedido a este convenio, le tributamos las mas espresivac gracias
como a mediador i principal instrumento de tan interesante obra.
16º- Se declara que la devolucion de solo cuatrocientos fusi!es a las plazas de
Concepcion i Talcahuano, a que se refiere el artículo 7.0, es porque el señor
jeneral Brigadier don Gabino Gainza, no tiene completo el armamento que el
ejército de su mando introdujo al reino 1 despues de haber convenido en los
artículos anteriores, nos el jeneral en jefe del ejército nacional, Brigadier don
Gabino Gainza, i el jeneral en jefe i cuartel maestre jeneral del ejército de
Chile, don Bernardo O’Higgins i don Juan Mackenna, Plenipotenciarios
nombrados, firmamos dos ejemplares de un mismo tenor, para su constancia,
en las orillas del rio Lircai, a dos leguas de la ciudad de Talca.
Cuartel jeneral del Ejército Nacional e igual distancia del de Chile, en tres de
Mayo de mil ochocientos catorce.
Firmados por: Gabino Gainza. – Bernardo O’Higgins.- Juan Mackenna.
&&&
156
Fragmento de las memorias de Richard Longeville Vowell
Extraído del libro Viajes Relativos a Chile. Tomo traducido por
don José Toribio Medina .
Nota curricular de su carrera en América :
Richard Longeville Vowell partió de su natal Inglaterra a comienzos de 1817,
con el grado de oficial del Primer Regimiento de Lanceros venezolanos, y que
después de haber militado en Venezuela y Nueva Granada, en ocasiones
viéndose con inminente riesgo de perder la vida, y de soportar en todo
momento las penurias consiguientes a tan duras campañas durante cuatro
años. Arribó a Guayaquil con licencia de su jefe (Sucre) para regresar a su
patria enfermo de un agudo reumatismo. Allí entró al servicio de Chile
(Contratado en Guayaquil por Lord Cochrane el 1º de Noviembre de 1821para
embarcarse en la Independencia) en el cual permaneció hasta noviembre de
1829, fecha en que se embarcó en Valparaíso para volver a su patria en 1830,
después de una travesía por el Cabo de Hornos y de recalar en Brasil, regresa
después de trece años de ausencia.
Existe un interesante documento emitido, probablemente, para regularizar
administrativamente el cargo o algún pago o premio que le fuera otorgado o
prometido por Lord Cochrane a este oficial inglés y que, el propio Longeville,
dirige como una formalidad al Director Supremo, a la sazón, don Ramón
Freire. En dicho documento también menciona haber estado presente en los
“bloqueos de Chiloé” donde también participó Freire.
“Exmo. Señor Director Supremo.- Don Ricardo Longeville Vowell, capitán de
tropa de la Marina de Chile, ante V.E. con el mayor respeto parezco y hago
presente que por los certificados que tengo el honor de acompañar, firmado
por los Jefes y Contadores con quienes he navegado, consta que ha estado
siempre al servicio actual en dicha clase, desde Noviembre de 1821 hasta la
fecha (¿…? Presumiblemente fue escrito el año 1829) durante que tiempo he
presenciado las campañas de México y California y con los bloqueos de
157
Chiloé, teniendo el honor de servir a bordo de la Independencia cuando vino
V.E. a Talcahuano acá en 1823; en fín en toda la expedición…”
También resulta muy interesante conocer de esta primera fuente sus
impresiones acerca de los protagonistas de la llamada Guerra a Muerte. Estas
son como sigue:
“Un aventurero apellidado Pincheira se había alzado en la provincia de
Concepción, en reemplazo del renombrado Benavides, que fue fusilado en
Santiago el año 1822. Este hombre era chileno de nacimiento, pero de estirpe
española. Habiendo sido fusilado por causa de algún crimen por el gobierno
de Chile, Pincheira hizo juramento (que de ordinario se cumple religiosamente
en tales casos, aun por los malhechores más refinados del país) para hostigar a
Chile por cuantos medios estuvieran a su alcance, y no cesar jamás en su sed
de venganza antes de lograrse sentar en la silla presidencial en palacio, o ser
amarrado en el banquillo en la plaza de Santiago. Pronto encontró manera de
reunir en torno suyo algunos vagabundos, descontentos y desertores; y
habiéndose ganado la voluntad de los indios araucanos, que no tienen
escrúpulos en plegarse a cualquier caudillo con tal sólo que se les ofrezca
mezclarse en guerra, se captó firmemente su confianza y buen crédito con
permitirles saqueo en toda ocasión, y aun excediéndoles en actos crueles y
feroces. A intento de conservar sus salvajes adeptos en buen predicamento,
por el cual únicamente podía asegurarse su cooperación, siempre estaba
tramando alguna incursión contra las aldeas y haciendas indefensas de la
provincia de Concepción. Llevó tan lejos su audacia en algunas ocasiones, que
aun sorprendió a pequeñas guarniciones, medios por los cuales lograba
siempre procurarse armas y municiones y algunas veces reclutas.
Las crueldades cometidas por los Pincheiras y sus bandidos no tiene
precedentes. Invariablemente asesinaba a toda la población masculina de las
aldeas que caían en sus manos, reservando sólo a las mujeres y niños, que
distribuía por esclavos entre los indios. Era inútil que el Gobierno despachase
partidas contra él. Si eran cortas en número, las provocaba a combate; y si
numerosas, se escapaba fácilmente, retirándose con sus fuerzas, no impedidas
por el bagaje, a los llanos o escondites de las cordilleras, donde se consideraba
158
infructuoso y harto arriesgado perseguirle. Su guerrilla llegó a ser al fin
formidable en Chile, y su atroz conducta al tomarse la ciudad de Mendoza,
que entregó al saqueo por tiempo de veinticuatro horas, dejó de manifiesto
cuán poco tenían los chilenos que esperar de su clemencia, si alguna vez
llegase a penetrar en Santiago, como no es improbable, considerando su
carácter activo y emprendedor y la indolencia y falta de unión que reina entre
los chilenos.”
&&&
159
Naves de guerra del período de la Independencia
Utilizados durante la patria vieja: 1810-1814:
Fragata Perla; 1812; Ex Pearl. El 2-5-1813 se sublevó y pasó al enemigo.
Capturada en octubre 1817. Usada como transporte en la Expedición
Libertadora.
Bergantín Potrillo; 1812; 260 Ton.; 16 cañones; Ex Colt. El 2-5-1813 se
sublevó junto con la Perla y pasó al enemigo. Capturado el 18-1-1820. Sirvió
en la expedición al Perú.
Fragata Thomas; También conocida como Santo Domingo de Guzmán,
capturada por Freiré en Penco el 7-6-1813. Devuelta a su dueño, Don Esteban
Manzano.
Fragata San José; Buque prisión capturado en Talcahuano en 1813
Utilizados entre 1817-1826:
Bergantín Águila; 1796; 260 Ton.; 16 cañones; Capturado en Valparaíso el
26-2-1817; Bautizado Pueyrredón en 1818; Naufragó en Ancón.
Goleta Fortunata; 1817; 50 Ton.; 1 cañón; Construida en Constitución;
Utilizada en la defensa de Valparaíso; Naufragó en Valparaíso, el 9-6-1823
Bergantín Rambler; 1817; 17 cañones; Fletado en Valparaíso el 1-6-1823;
Utilizado en la defensa del puerto.
Fragata María; 1817; 281 Ton.; 12 cañones; Fletada en Valparaíso el 1-61823; Utilizada en la defensa del puerto; Naufragó en Valparaíso el 9-6-1823.
Fragata Lautaro; 1815; 850 Ton.; 50 cañones; Ex Windham, comprada en
marzo de 1818; Primera Escuadra; Desguazada por mal estado en 1829.
Navío San Martín; 1815; 1.350 Ton.; 64 cañones; Ex Cumberland, comprado
el 21/22-5-1818; Primera Escuadra; Naufragó en Ancón el 16-7-1821.
160
Bergantín Araucano; 1815; 270 Ton.; 16 cañones; Ex Colombo, comprado el
14-8-1818; Primera Escuadra; Amotinado en Loreto, Baja California, en mayo
de 1826.
Corbeta Chacabuco; 1815; 450 Ton.; 20 cañones; Ex Santa Roía, ex
Coquimbo, comprada el 23-5-1818.; Primera Escuadra; Vendida a Buenos
Aires en 1826.
Fragata O'Higgins; 1813; 1.220 Ton.; 50 cañones; Ex Patricio, ex Reina María
Isabel. Capturada en Talcahuano el 28-10-1818; Vendida a Buenos Aires,
naufragó en el Cabo de Hornos en 1826.
Bergantín Galvarino; 1815; 398 Ton.; 18 cañones; Ex Lucy, ex Hecaté.
Comprado el 14-10-1818; Varado en Valparaíso en 1828.
Bergantín Intrépido; 1818; 350 Ton.; 18 cañones; Ex Maipú, Bergantín
Argentino, pasó a Chile en 1819; Varado en Corral el 1820.
Goleta Moctezuma; 1815; 200 Ton.; 7 cañones; Capturada por la escuadra en
Callao el 4-4-1819; Buque insignia en Valdivia; Vendida en Septiembre de
1828.
Corbeta Independencia; 1819; 830 Ton.; 28 cañones; Ex Curiado comprada el
22-6-1819; Buque insignia en la expedición a California; Vendida a Buenos
Aires. Se varó en Talcahuano.
Fragata Valdivia (Esmeralda); 1791; 950 Ton; 44 cañones; Capturada en el
Callao el 5/6-11-1820; Naufragó en Valparaíso en junio de 1825.
Estrella Naciente; 1818; 350 Ton.; 8 cañones; Ordenado en Londres en 1817.
Llegó el 6-6-1822; Primer buque a vapor; No fue aceptado.
Corbeta Voltaire; 1824; 350 Ton.; 17 cañones; Comprada en julio de 1823;
Naufragó en Carelmapu el 28-4-1824
Bergantín Aquiles; 1824; 405 Ton.; 20 cañones; Capturado en Guam en 1825;
Naufragó en Valparaíso el 24-6-1839.
161
Goleta Aranzazu 1821; 120 Ton.; 7 cañones; Capturado el 9-1-1821;
Sublevado en 1822; Naufragó en Guayaquil en 1822.
Bergantín Tucapel; 1824; Comprado en 1824; Expedición a Chiloé;
Desconocida
Bergantín Infatigable 1824; 250 Ton.; 6 cañones; Comprado en 1826; Explotó
su Santa Bárbara en Valparaíso el 3-8-1855.
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162
Fragmentos del diario de Gaspar Schmalkalden
Selección de la
Bitácora de la expedición de Heindrick Brouwer a Chiloé y Valdivia
en el año 1643
“El 6 de Junio llegamos a Castro, dejamos caer las anclas, y tan pronto
estuvimos en tierra, los oficiales nos ordenaron marchar directamente contra el
enemigo. Pero cuando ellos nos vieron, como ya había sucedido
anteriormente, (se refiere a un desembarco efectuado en días anteriores en ese
mismo lugar) se fueron al monte .Nosotros nos devolvimos y marchamos a
través de la ciudad. Cuando habíamos subido un trecho corto, pensábamos que
los que allí estaban se defenderían y nos eliminarían. Pero entramos sin
resistencia, no encontramos botín alguno, pues ellos ya habían sacado todo de
la ciudad, ellos mismos habían incendiado algunas casas y se habían retirado
al bosque.
La primera noche alojamos en la iglesia. Y como en los días siguientes no nos
encontramos con ningún ser humano en la ciudad y no teníamos nada que
ganar, los soldados incendiaron algunas casas y nos fuimos nuevamente a
bordo.
El 8 nos hicimos a la vela con viento muy fuerte, después de mediodía
tuvimos que anclar nuevamente. La tripulación bajó a tierra, diariamente, y
traía cerdos y ovejas a bordo. También prendieron fuego a una o dos casas, lo
que no se les había ordenado. Esto provocó malestar lo que hizo postergar la
partida.
El 12 en la tarde avanzamos un poco y llegamos a una isla. Los del barco
<Eintracht> bajaron a la isla y trajeron a un indígena y algunas ovejas a bordo
de su barco.
El 16 de Junio, a causa de viento contrario tuvimos nuevamente que navegar a
la Bahía de Chilones (se refiere a Chiloé). Nuestro Almirante Sr. Heindrich
Brouwer se sentía indispuesto.
163
El 19 viaja a tierra nuestro Mayor más el Fiscal y algunos soldados con el
sargento y regresan el 20, y traían el tesoro al Almirante, que estaba
compuesto de 300 piezas y alrededor de 30 piezas de Achten (por su similitud
en la pronunciación con el octavo, en idioma alemán, se presume que estaba
refiriéndose a reales de a ocho).
El 21 se les ordenó a los soldados y marinos bajar a tierra con azadones y
palas para desenterrar un trozo de metal que habían enterrado los españoles y
que los indios habían delatado. El trozo fue traído a bordo (obviamente era un
cañón oculto), era alrededor de 8 pies y de 1050 libras de peso y disparaba una
bala de 6 libras.
El 27 llegaron hasta nuestro Almirante algunos indios, entre los que estaban
también los caciques llamados don Felipe y don Diego. Traían como regalo
una cabeza que habían cortado a un español. El almirante les reconoció con
15 picas, 15 espadas y 6 mosquetes lo que recibieron muy agradecidos,
prometiendo además algunas vacas.
El 2 de Agosto vinieron alrededor de 20 chilenos (se refiere a indígenas)
trajeron ovejas y toda clase de comida para hacer trueque. Algunos de ellos
querían gustosos viajar con nosotros a Baldivia, lo que fue concedido por el
almirante.
El 6 tuvieron que ir todos los altos oficiales al buque insignia porque el Sr.
Almirante Brouwer estaba muy mal.
El 7 de Agosto entre las 10 y 11 de la mañana falleció el Sr. Almirante
Brouwer. Que Dios le otorgue una feliz resurrección el día del Juicio Final. El
cuerpo fue puesto en una urna y depositado en el barco.
El 15 los cirujanos hicieron la autopsia al difunto cuerpo del Almirante. Las
vísceras fueron enterradas en tierra.
El Martes 18 de Agosto se dio a conocer a todos los oficiales, soldados y
tripulaciones el mandato firmado y sellado por la Honorable Administración
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de los Privilegios de la Compañía de las Indias Occidentales de Holanda cuyo
contenido era: “En caso de que en este viaje al Sr. Almirante Brouwer, le
llegara la muerte de la cual esperamos que el querido Dios lo proteja así como
ya sucediera un par de años atrás, asumirá el cargo de Almirante para toda la
flota el Vicealmirante Sr. Elías Harckmann por lo cual todos tendrán que
felicitarlo”
El 21 teniendo buen viento, levantamos anclas y continuamos viaje a Baldivia.
El 3 de Septiembre fueron traídos a la ciudad nuestros baúles y equipajes.
El 17 nuestro Almirante Sr. Harckmann con el Sr.Crispiny y el barco
“Amstredam” se dirige a Brasil a buscar más gente, municiones y provisiones
y zarparon el día 28.
El 23 se comenzó a trabajar poco a poco en la fortaleza, parcelando el terreno.
El 27 un cacique trajo de regalo 5 vacas y 11 cerdos y a él se le retribuyó con
2 o 3 hachas y algunos collares de coral.
El 5 de Octubre vino nuevamente un cacique trayendo de regalo algunas
piezas de ganado. El Almirante ordena que se le de una espada y algunos
collares de coral y al bajar a tierra fue despedido con dos salvas de honor.
El 10 los soldados y marinos se disputan porque los marinos robaron de los
baúles comida y frazadas indígenas a los soldados mientras estos trabajaban.
Y si no hubieran venido los oficiales hubieran podido llegar “a verbis ad
verbera”.
El lunes 26 en el buque insignia los desertores y sus cómplices fueron
sometidos a todos los oficiales; seis tuvieron que tirarse de la verga al agua,
cinco fueron arcabuceados y el número doce, que ya estaba con los ojos
vendados fue perdonado.
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El 27 vinieron todavía algunos indios y trajeron como último homenaje al
Almirante una oveja-camello (se refiere a una Llama).
El 28 de Octubre levantamos anclas y, en el nombre de Dios, nos hicimos a la
mar.”
Nota del autor: Extraídos del diario de Gaspar Schmalkalden, Revista Cultura
de y desde Chiloé, Nº13 y 14.
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