Identidad Política, Iniciativas Institucionales y Folclore - Bacoa

Transcripción

Identidad Política, Iniciativas Institucionales y Folclore - Bacoa
38 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
EL EXILIO VASCO EN VENEZUELA:
IDENTIDAD POLÍTICA, INICIATIVAS INSTITUCIONALES Y
FOLCLORE
Roldán Jimeno Aranguren
Universidad Pública de Navarra
Área de Historia del Derecho
En memoria de Leire Leunda Viscarret (1975-2013)
1. El propósito de este artículo
El presente trabajo aborda el estudio del exilio vasco acogido en Venezuela tras la
guerra civil española de 1936-1939, al que se unió la posterior inmigración producida en
los años de la dictadura franquista. En el Centro Vasco de Caracas –como en tantos otros
centros vascos de la diáspora1–, los exiliados políticos e inmigrantes procuraron conservar
la cultura de su tierra, promoviendo para ello numerosas actividades políticas, folclóricas y
deportivas que preservasen la identidad vasca. Las nuevas generaciones nacidas en Venezuela
vivieron nuevas realidades socio-políticas tanto en su tierra de origen como de acogida,
aunque continuaron promoviendo siempre los signos de identidad más representativos de su
comunidad. Transcurridos los años, nuevos inmigrantes vascos se unieron a los exiliados y
sus familias. Se trataba de una nueva generación diaspórica que huía de las penurias de la
posguerra y buscaba mejores condiciones laborales.
Cabe señalar que la diáspora vasco-venezolana no es la única que ha protagonizado
un desplazamiento de grandes masas de población que, acogidas en el país, conservaron
gran cantidad de sus elementos de identificación sociocultural (incluyendo en algunos casos
la lengua), que permitieron mantener relaciones permanentes con sus países de origen, tras
haber desaparecido las condiciones que hicieron emigrar a los exiliados políticos. Esos
contactos, cada vez más frecuentes, permitieron tomar conciencia de una doble adscripción
nacional, la del nuevo país y la del país original. Son lo que el sociólogo venezolano Enrique
1. Vid. una visión general sobre la diáspora vasca, con una bibliografía especializada, en Iñaki ADURIZ, José
Ángel ASCUNCE y José Ramón ZABALA, “América y los vascos. Introducción y estudio bibliográfico”, Revista Internacional de los Estudios Vascos, 43-1 (1998), pp. 117-147. Y de manera más amplia, Gloria TOTORICAGÜENA EGURROLA, Diáspora vasca comparada. Etnicidad, cultura y política en las colectividades
vascas, Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco, 2003.
BACOA 39
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Alí González Ordosgoitti denomina “comunidades étnicas biculturales-binacionales”. Se
trata de microsociedades caracterizadas por una doble vertiente cultural y de identificación
con dos Estados-Nación, debido a que numerosos miembros de estas comunidades son
venezolanos por naturalización y/o por nacimiento. Es un fenómeno sociocultural mediante
el que grupos de personas deciden conscientemente identificarse con dos culturas y con dos
países, decisión que los convierte en núcleos culturales diferenciados. Las comunidades
biculturales-binacionales, que alcanzan el 50 % de la población total de Venezuela, son
diversas en su composición numérica y procedencia étnica. Entre los europeos existen
españoles, portugueses, italianos, franceses, croatas, ucranianos, rusos, húngaros, letones,
lituanos y alemanes; la comunidad americana está representada fundamentalmente por
colombianos, peruanos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, argentinos, guyaneses, uruguayos,
estadounidenses y mexicanos; Asia se encuentra presente a través de diferentes ciudadanos
árabes (libaneses y sirios, principalmente), judíos israelíes, chinos y japoneses; y el aporte
africano se centra sobre todo en los marroquíes que acudieron desde finales del siglo XIX2.
Me acerqué al tema del folclore del exilio vasco-venezolano allá por el segundo lustro
de los años noventa, fruto de tres realidades convergentes: por un lado, mi primer viaje a
Venezuela en 1995, becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores español, con el programa
Intercampus España-América Latina, que me incardinó durante un mes en la Facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, donde tuve la fortuna de conocer
a un gran amigo, el entonces estudiante de último curso de la carrera de Historia, Camilo
Morón; por otro, por constituir la danza tradicional vasca uno de los objetos de interés
científico que me tocó cultivar por aquellos años, fruto más de un divertimento que de una
línea de investigación curricular académica; y, en tercer lugar, por mi amistad con la familia
Leunda-Viscarret, socios especialmente activos del Centro Vasco de Caracas durante más de
cuarenta años, que fruto de la crisis económica venezolana hubo de regresar a su Pamplona de
origen a partir de 1998, dejando atrás la tierra que les acogió. En concreto, desarrollé varias
entrevistas entre abril, mayo y junio de 1999 con Bakartxo Viscarret, natural de Pamplona
(Navarra) y profesora de danzas vascas durante más de treinta años en el Centro Vasco de
Caracas, su marido Joseba Leunda, natural de Zarautz (Gipuzkoa), y sus hijas Izaskun e
Irantzu, nacidas ambas en Caracas.
Las páginas de Bacoa me permiten recuperar dos trabajos que publiqué sobre el
folclore del exilio vasco en Venezuela, que ahora reviso, traduzco, ensamblo y actualizo en
uno solo, y amplío en diversos aspectos de historia institucional. El primero de los trabajos
llevaba por título “Estrategias educativas en la enseñanza de la danza tradicional en el exilio:
el Centro Vasco de Caracas”, y nació como ponencia presentada en las Jornadas de Folklore:
el folklore y la educación, organizadas por la Sociedad de Estudios Vascos y celebradas
en Bilbao los días 4 y 5 de julio de 19993. El segundo de ellos, “Gerra zibilaren ondoko
euskal diasporaren identitatea folklorearen bidez: Caracasko Euzko-Etxea” (‘La identidad
de la diáspora vasca de la posguerra civil a través del folclore: el Centro Vasco de Caracas’),
fue otra ponencia, presentada en este caso en el Colloque international Euskaldun etorkinak
2. Enrique GONZÁLEZ-ORDOSGOITTI, “En Venezuela todos somos minorías”, Nueva Sociedad, 111 (enero-febrero de 1991), pp. 128-140.
3. Fue publicado en la revista Jentilbaratz. Cuadernos de Folklore, 7 (2001), Donostia: Eusko Ikaskuntza, pp.
33-43.
40 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Ameriketan / L’immigration des Basques aux Ameriques, que tuvo lugar en la Faculté
Pluridisciplinaire de Bayona, de la Université de Pau et des pays de l’Adour (País Vascofrancés), el 17 de mayo de 20014.
2. El exilio vasco de Caracas
2.1. Perspectiva desde el exilio de los antecedentes históricos de los vascos en
Venezuela
De todos los estudios existentes sobre los vascos en América destacan muy
especialmente los relativos a Venezuela. Y es que desde siglos atrás, la historia de los vascos
en el continente americano ha tenido como singular protagonista a este país. Este hecho fue
subrayado por los exiliados vascos, trazando un puente identitario que les unía al nuevo país
de acogida. No son casuales, en este sentido, los numerosos estudios y trabajos divulgativos
dedicados a la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas desarrollados por autores vascos
exiliados o emigrados a Venezuela. Tampoco los que se hicieron en torno a la figura de
Simón Bolívar, con la que estos exiliados e inmigrantes reivindicaron el sustrato vasco de
Venezuela. Bolívar, de ascendencia vasca, se constituyó en todo un símbolo político para los
nacionalistas vascos exiliados, que establecieron una analogía entre la causa que protagonizó
el libertador de los países sudamericanos del Imperio español y la causa independentista
vasca5. Si Bolívar luchó y consiguió la libertad americana, los vascos lucharon y luchan por
conseguir la libertad del País Vasco. El propio Centro Vasco de Caracas ha venido realizando
actos conmemorativos en torno al monumento a Bolívar de la capital venezolana.
Acabada la dictadura franquista e instaurada la democracia en España, los gobiernos
autonómicos comenzaron a desarrollar actividades encaminadas hacia sus diásporas
correspondientes, en gran medida por la capacidad de voto que estas pasaban a tener en
las elecciones españolas. Por su parte, la Guerra de Las Malvinas de 1982 ejemplificó la
importancia internacional de las diásporas, en su caso italiana, cuando la Comunidad
Económica Europea decidió condenar a Argentina, e Italia se excusó de cumplir con el
boicot alegando lazos especiales con los numerosos descendientes de italianos que vivían en
el país austral. El primer Gobierno Vasco, de adscripción nacionalista, también comenzó a
desarrollar una intensa actividad institucional hacia la diáspora vasca en general, y venezolana
en particular, y en esta política exterior se encargó de reconocer la figura de Simón Bolívar
como símbolo y lazo de unión entre el País Vasco y el pueblo americano libertado (mayo de
1983)6. Ese mismo año se inauguró el Museo Simón Bolívar en Ziortza-Bolibar (Bizkaia),
4. Fue publicado en el libro coordinado por Txomin Peillen, Euskaldun etorkinak Ameriketan, Donostia: Utriusque Vasconiae, 2003, pp. 157-177.
5. Pedro GRASES, “Presencia vasca en Venezuela”, Ignacio Arana Pérez (coord.), Los vascos y América. Ideas,
hechos, hombres, Madrid: Espasa-Calpe/Argantonio, 1990, p. 147, y Vicente AMEZAGA ARESTI, Nostalgia,
II, Donostia: J.A. Ascunce, 1993, pp. 348-353. Y desde una perspectiva antropológica, Robert PASTOR, Euskal Herria en Venezuela, San Sebastián: Ediciones Vascas, 1979, pp. 28-33.
6. Como lo ejemplifica la visita que realizó a América Latina el presidente vasco Carlos Garaikoetxea en 1983.
VARIOS AUTORES, El lehendakari en América. Viaje del presidente del Gobierno Vasco don Carlos Garaikoetxea a Panamá, Caracas y Bogotá (17 al 25 de mayo, 1983), Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco, 1983, p.
10.
BACOA 41
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
42 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
coincidiendo con el bicentenario del nacimiento del Libertador, y al que dedica desde
entonces buena parte del programa expositivo y una biblioteca especializada. Aquel fue el
solar originario de Simón Bolívar el “Viejo”, quinto abuelo del prócer homónimo. Desde
1996 existe la Asociación vasco-venezolana Simón Bolívar, que además de aglutinar a los
vasco-venezolanos que han abandonado Venezuela para vivir en el País Vasco, promueve el
ideario y la memoria del Libertador.
2.2. Exilio y militancia política
La Guerra civil española (1936-1939) generó lo que se ha venido a denominar el
exilio republicano, protagonizado por el abandono forzado de republicanos, socialistas,
comunistas, anarquistas, libertarios y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. Francia, por
razones de vecindad, fue el país que más exiliados acogió, alrededor de 440.000 en 1939,
y muchos de ellos partieron desde allí hacia diferentes Estados latinoamericanos, destino
natural por razón idiomática. El más importante de todos fue México, presidido por entonces
por Lázaro Cárdenas, que acogió a la mayor parte de los intelectuales españoles de izquierdas
huidos, y le siguieron Argentina, Venezuela, Colombia y Cuba. Venezuela contaba, en su
caso, con la ventaja de una tradición migratoria desarrollada durante las décadas precedentes
a raíz de la transformación económica producida por la explotación del petróleo y la política
liberal impulsada por el presidente Juan Vicente Gómez (1908-1935). Miles de inmigrantes
buscaron en Venezuela una esperanza ante la maltrecha economía española. Aquel flujo
migratorio continuó bajo el gobierno del general Eleazar López Contreras (1935-1941)7.
Venezuela estaba en 1939 necesitada de aportes poblacionales para impulsar el país.
Simón Gonzalo Salas, prestigioso médico de Mérida, teorizaba sobre la conveniencia de “una
masiva pero selecta inmigración blanca”, para concluir que los 80.000 vascos refugiados
en Francia eran los más indicados para el desarrollo del país8. Se trataba de una opinión
compartida no solo por las elites venezolanas, sino, en general, por las elites latinoamericanas
herederas de la cultura racista del colonizador blanco elaborada y perfeccionada en el siglo
XIX9. Cabe añadir, además, que el nacionalismo vasco, a pesar de contar con el sindicato
Solidaridad de Obreros Vascos desde 1911, no constituía una amenaza real hacia el poder
establecido, como lo podrían ser otros exiliados españoles vinculados a sindicatos de clase
obrera (CNT, UGT…), en unos años en los que el Gobierno de Eleazar López se había
enfrentado a la primera huelga de obreros del petróleo (diciembre de 1936-enero de 1937).
El Gobierno venezolano fletó varios barcos a Europa para traer a los exiliados vascos.
La operación fue impulsada por Arturo Uslar Pietri, director del Instituto Técnico Inmigración
y Colonización. Unos mil quinientos refugiados políticos entraron en Venezuela entre 1939
y 1945. Salvo excepciones, todos compartían una afiliación nacionalista –ilegalizada y
perseguida por la dictadura franquista–, cumpliendo con ello una de las condiciones impuestas
7. Chi-Yi CHEN, Movimientos migratorios en Venezuela, Caracas: Editorial Artes, 1968.
8. Cfr. las palabras de Henry Allen, gobernador del Estado de Kansas, cuando visitó Caracas en 1939 e indicó
que el “negro” estaba “siendo gentilmente dejado fuera del ejército como elemento de reclutamiento de oficiales” (Henry ALLEN, Venezuela, a Democracy, Doubleday: New York, 1940, p. 66).
9. Vid. Richard GOTT, “Como una Sociedad de Colonización Blanca”, ALAI-América Latina en Movimiento
(2008). http://alainet.org/active/21567 (consultado en noviembre de 2012).
BACOA 43
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
por el propio Gobierno de Venezuela. Esa militancia común otorgó al grupo una fuerte
cohesión10. Los primeros exiliados vascos, constituidos en una o varias colonias, hubieron de
trabajar duro en su adaptación a la nueva Patria que, en la mente de la mayoría, se consideraba
morada pasajera. No era algo nuevo, pues los vascos que históricamente navegaron hacia
América albergaron generalmente un claro espíritu de retorno11, ahora acentuado en el caso
del exilio político.
La importancia numérica de los vasco-venezolanos animó al Gobierno Vasco exiliado
a situar una de sus delegaciones exteriores12 en Caracas, regida por José Mª Garate (19401948), Luis Bilbao (1948-1951), Ricardo Maguregi (1951-1955), Lucio Aretxabaleta (19551967) y Fernando Carranza (1967-1980)13. El peso político del Centro Vasco de Caracas fue
importante. La Junta directiva del Centro Vasco de Caracas acordó nombrar socios honorarios
a los diplomáticos venezolanos Carlos Enrique Aranguren y Rómulo Araujo “en atención a
su apoyo proinmigración vasca y ayudar a José Antonio de Aguirre durante su estancia en
territorio ocupado por los nazis” (julio de 1944)14.
La nueva Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt (octubre
de 1945), abrió una nueva etapa política en relación con los exiliados de la guerra civil,
pues expulsó a los diplomáticos franquistas y reconoció al Gobierno español republicano,
que abrió en Caracas una embajada y consulado general. Las casas regionales españolas
crearon la Junta de Amigos de la República Española, lo que supuso que la mayor parte de
los vascos no nacionalistas abandonasen el Centro para inscribirse en la Casa de España,
rompiéndose la unidad del exilio vasco existente desde 1943. Entonces y ahora, para ser
socio del Centro Vasco se exige “reconocer el derecho de autodeterminación de Euzkadi”, de
ahí que hayan sido escasos los socios no nacionalistas. De hecho, a pesar de que en enero de
1948 representantes del Centro Vasco se integraron en una comisión formada por el cónsul
de la República española, el presidente de las casas regionales y la directora de la Comisión
Nacional de Inmigración para fomentar la entrada en el país de refugiados antifranquistas
residentes en Francia, la Eusko Etxea se mantuvo generalmente al margen de las actividades
organizadas desde el exilio español, hecha excepción de las articuladas en torno a la iniciativa
Galeuzca, que aglutinaba a gallegos, vascos y catalanes15.
10. Germán ARCINIEGAS, “Los vascos en Caracas”, Euzkadiko Erriak. Antes “Pueblos del País Vasco”. Venezuela. Homenaje a Bolíbar, Caracas: c. 1945, s.p. Koldo SAN SEBASTIÁN, El exilio vasco en América
(1936-1946). Acción de gobierno, San Sebastián: Txertoa, 1988, pp. 115-128. Antonio DUPLÁ, Presencia vasca en América (1492-1992). Una mirada crítica, San Sebastián: Gakoa, 1992, p. 130. Txema URRUTIA, El
Roble y el Ombú. Viaje a la América de los Vascos, Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco, 1992, pp. 40-41. Roldán
JIMENO ARANGUREN, “Navarras y Pamplonas de la diáspora”, Signos de identidad histórica para Navarra,
II, Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra, 1996, p. 240.
11. Cfr. Pierre LHANDE, La emigración vasca, II, San Sebastián: Auñamendi, 1971, pp. 12-13.
12. Vid. Emilio LÓPEZ ADAN “Beltza”, El nacionalismo vasco en el exilio. 1939-1960, Donostia: Txertoa,
1977.
�����������������
. Xabier IRUJO, Expelled from the Motherland. The Government of President José Antonio Agirre in exile,
1937-1960, Reno: Center for Basque Studies, University of Nevada, 2012, pp. 115 y 155.
14. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “Nuestros Centros vascos. Centro Vasco de Caracas (Tercera parte)”,
Jazoera, 20 (noviembre de 2012), p. 15.
15. Ibid., pp. 15-16.
44 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
La caída del gobierno revolucionario de Rómulo Betancourt dio paso al reconocimiento
oficial del régimen franquista. La Junta Militar suspendió además la inmigración europea a
finales de 1948, y no se volvió a permitir la entrada de nuevos aportes migratorios hasta
principios de 1950, con la autorización de 2.000 personas al mes, preferentemente italianos y
españoles, con un perfil laboral en el que se priorizaban los agricultores, profesiones técnicas
y obreros especializados. El Centro Vasco facilitó entonces el ingreso de cincuenta vascos
residentes en Francia. Comenzaron a llegar así los familiares de primer y segundo grado de
los exiliados, a los que se sumaron, pronto, otros amigos y conocidos que buscaban un futuro
mejor ante la depauperada economía de la posguerra española, animados por la vigorosa
industrialización venezolana de aquellos años16. Por su parte, la capacidad dineraria de los
vasco-caraqueños quedó evidenciada en el importante soporte económico que dieron al
Gobierno presidido por José Antonio Agirre a principios de los años cincuenta17.
El exilio vasco-venezolano inicial se nutrió décadas después de un nuevo exilio
político, el protagonizado por los miembros del grupo terrorista Euskadi ta Askatasuna
(ETA), organización surgida a finales de los años cincuenta para luchar contra la dictadura
y conseguir la libertad del País Vasco, contraria a los postulados tradicionales del Partido
Nacionalista Vasco (PNV), que consideraba agotados. Una de las asambleas más importantes
de los primeros años de ETA tuvo lugar en Caracas (1962), de la que nació el Karakas’ko agiria
(‘documento/manifiesto de Caracas’), donde se establecieron los principios y objetivos del
grupo armado18. Sin embargo, los miembros huidos a Venezuela y acogidos como refugiados
políticos nunca contaron con un peso preeminente dentro de las colectividades vascas, ni
siquiera cuando, instaurada la democracia en España y escindida ETA, continuaban entrando
en el país miembros huidos de la organización. Este sector nunca ha llegado a contar con una
mayoría numérica en el Centro Vasco de Caracas; tampoco en otros centros vascos del país,
aunque sus miembros tenían un presencia considerable en Puerto la Cruz y Valencia.
3. El Centro Vasco de Caracas (Caracasko Eusko Etxea)
3.1. Creación y desarrollo
El corazón de la colonia vasco-venezolana se encuentra en el Centro Vasco de
Caracas (Caracasko Eusko Etxea). Gestado desde 1940, la Asamblea constituyente se
celebró el 10 de mayo de 1941, y estuvo formada por cuatro exiliados, Blas de Gárate, Triki
Azpiritxaga, Jon Oñatibia y Ángel Aznar, que dieron paso, tras la redacción del Reglamento,
a la nueva Junta directiva, formada por José María de Etxezarreta (presidente), José María
de Barrenetxea (secretario), Ilari de Ariño (tesorero), y los vocales Ricardo de Leizaola,
Ricardo de Goya, Silvino de Mugarra y Salvador Urroz. El Centro ha contado con tres sedes,
desde una primera arrendada en octubre de 1941 hasta la actual de El Paraíso, inaugurada
en el Aberri Eguna (‘Fiesta de la Patria vasca’) de 1950, acto que contó con la presencia
del presidente del Gobierno Vasco en el exilio, José Antonio Agirre, y el delegado vasco en
16. Martín de UGALDE, “Euskadi”, J. M. Naharro-Calderón (coord.), El exilio de las Españas de 1939 en las
Américas. ¿A dónde fue la canción?, Barcelona: Anthropos, 1991, pp. 356-357.
17. Ibid. pp. 156-157.
18. EQUIPO HORDAGO, Documentos, I, Donostia: Lur, 1979, I. p. 510.
BACOA 45
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Nueva York, Jesús Galíndez19. Joseba Leunda recuerda que las primeras juntas directivas del
Centro estaban presididas siempre por un miembro del Partido Nacionalista Vasco (PNV),
y era vicepresidente un miembro de Acción Nacionalista Vasca (ANV). Las elecciones a
la Junta directiva estaban dirigidas desde el Gobierno Vasco exiliado en París. Las Juntas
directivas también se abrieron a otras sensibilidades políticas, como lo ejemplifica la surgida
de la Asamblea general celebrada el 20 de mayo de 1944, donde se hallaban representados los
sectores mayoritarios del exilio vasco en Venezuela (PNV, ANV y Partido Socialista Obrero
Español –PSOE–); no así Izquierda Republicana (IR) –integrante de la Junta Asesora de la
Delegación del Gobierno Vasco–, y que envió una carta de protesta por su exclusión de la
Junta de la Eusko Etxea20.
Otras ciudades venezolanas también contaron con centros vascos: Maracaibo (Zulia),
la Victoria (Aragua)21, el Tigre (Anzoátegui), Barcelona (Anzoátegui) y Cumaná (Sucre)22;
actualmente solo subsisten los de Valencia (Carabobo), Puerto la Cruz (Anzoátegui) y el de
Caracas, que ha sido y continúa siendo el más relevante. Este Centro llegó a contar con 500
socios en los años setenta y ochenta que, con sus familias, sumaban unas 1.500 personas,
cifra que fue descendiendo; actualmente posee alrededor de 300 socios, que suman, con
sus familias, unas 1.000 personas. Cabe recordar que esta forma asociativa no es exclusiva
de Venezuela, como lo ejemplifican los numerosos centros vascos diseminados por todo el
continente americano, algunos países europeos, asiáticos e incluso en Australia, si bien la
fuerte identidad política que ha marcado los centros venezolanos solo encuentra paralelismos
en los centros vascos latinoamericanos23. Los exiliados vascos buscaron afirmarse y sobrevivir
en la diáspora, defendiendo su personalidad apuntalando y dinamizando los símbolos
culturales que en buena medida habían sido prohibidos o cercenados por la dictadura militar
franquista24.
La sede social se ubicó en El Paraíso, zona de chalets donde residían por aquel
entonces la mayor parte de los exiliados vascos. Se obtuvo el terreno en unas condiciones
económicas muy favorables, y el Centro se construyó a través de la constitución de la
19. Vid. su historia en Peru AJURIA y Koldo SAN SEBASTIÁN, El exilio vasco en Venezuela, Vitoria-Gasteiz:
Gobierno Vasco, 1992, pp. 117-129. Martín de UGALDE, Mientras tanto fue creciendo la ciudad, DonostiaSan Sebastián: J.A. Ascunce, 1992, pp. 17-18. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “Nuestros Centros vascos.
Centro Vasco de Caracas (Primera parte)”, Jazoera, 18 (septiembre de 2012), pp. 15-16; “Nuestros Centros vascos. Centro Vasco de Caracas (Segunda parte)”, Jazoera, 19 (octubre de 2012), pp. 13-14; “Nuestros Centros
vascos. Centro Vasco de Caracas (Tercera parte)”, Jazoera, 20 (noviembre de 2012), pp. 13-17.
20. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “Nuestros Centros vascos. Centro Vasco de Caracas (Tercera parte)”,
Jazoera, 20 (noviembre de 2012), p. 15.
21. Vid. su historia en Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “Nuestros Centros vascos. Centro Vasco de La Victoria, Estado Aragua”, Jazoera, 5 (agosto, 2011), p. 8.
22. Pedro Arturo GONZÁLEZ DE ZÁRATE, “Nuestros Centros vascos. Centro Vasco de Cumaná, Estado Sucre”, Jazoera, 6 (septiembre de 2011), pp. 9-10; 7 (octubre de 2011), pp. 6-8; 8 (noviembre de 2011), pp. 7-10,
9 (diciembre de 2011), pp. 15-16.
23. Cfr. el extraordinario estudio monográfico de Xabier IRUJO AMETZAGA, La Hora vasca del Uruguay.
Génesis y desarrollo del nacionalismo vasco en Uruguay (1825-1960), Montevideo: Institución de Confraternidad Vasca Euskal Erria, 2006.
24. José Ángel ASCUNCE ARRIETA, “América y los vascos. Relaciones de una deuda cultural”, Revista Internacional de los Estudios Vascos, 43-1 (1998), pp. 16 y 30.
46 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
“Compañía Anónima Inmobiliaria Euskalduna”, propietaria de los terrenos e instalaciones
de la Eusko Etxea. Contaba con un capital social de 1.150.000 bolívares de la época, dividido
en 2.300 acciones nominales de 500 bolívares cada una. La Compañía Inmobiliaria se creó
el 9 de septiembre de 1948, y un mes después se colocó la primera piedra del Centro (14 de
octubre de 1948), con la bendición del arzobispo Lucas Castillo25.
Se trata de un amplio edificio que cuenta con bar, piscina, frontón y un restaurante que
ofrecía en su día una extensa carta de comida vasca. Contaba inicialmente con 14.000 metros
cuadrados –adquiridos por 300.000 bolívares–, de los que se segregaron 4.000 para hacer
una autopista, obteniendo un aparcamiento cercano en usufructo durante 99 años; se cedió
también una pequeña parte para colocar una subestación eléctrica. En el Centro se han venido
desarrollando las denominadas “manifestaciones del espíritu vasco”, consistentes en el idioma
(el euskera), el deporte (la pelota vasca), la canción (coro Pizkunde) y el folclore (grupos de
baile)26. A lo largo de su existencia, la Eusko Etxea ha tenido también diferentes revistas,
desde la primera, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vasco de Caracas, aparecida en
1942, hasta la actual, Jazoera, editada en formato digital y distribuida por correo electrónico.
A título individual, algunos de sus socios también cultivaron la literatura27, como la conocida
escritora Arantzazu Ametzaga, la historia, a cargo de investigadores eruditos, e incluso la
25. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “editorial”, Jazoera, 20 (noviembre de 2012), p. 1.
26. Marcos FORCADA ODRIOZOLA y Vicente de AMEZAGA (dir.), Los vascos en Venezuela. 20 Aniversario del Centro Vasco de Caracas, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1962, p. 3.
27. Cfr. Patri URKIZU, Exiliatuok ez gara inongoak, Vitoria-Gasteiz: Arabako Foru Aldundia, 1994.
BACOA 47
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
doctrina jurídica vasca, aspecto este último que bien merecería un estudio monográfico
para el conjunto del exilio nacionalista. Contaban para ello con una interesante biblioteca,
actualmente en fase de catalogación28.
La identidad política está muy presente en cualquier rincón del Centro Vasco. Sus
jardines acogieron el monumento al gudari (‘soldado vasco’), obra del escultor Vicente
Arnotegi, inaugurado el 3 de junio de 1962. Aquel año se cumplía el veinte aniversario
de la Eusko Etxea. Con motivo de la efeméride se editó una revista monográfica, en cuya
presentación Martín Ugalde sintetizó los valores del Centro:
El Centro Vasco de Caracas no es solo una casa con frontón
y con estacionamiento. Una casa así y un frontón así y así se
construyeron en unos meses... Y el Centro Vasco de Caracas es,
sobre todo, eso: una empresa de hombres unidos por un ideal de
pueblo; lo que tiene esta casa, además de esos huesos de cemento,
es una conciencia colectiva, es llama vasca. ... Y esta casa de los
vascos en Caracas, como la de Puerto La Cruz, la de El Tigre, la
de Cumaná o la de La Victoria, es una proyección cabal de esa
vocación nacional. Porque ¿quién obliga a un vasco que llega a
Venezuela a inscribirse en un Centro Vasco? Aquí no se extienden
pasaportes, ni se conceden permisos de importación, ni se regalan
puestos públicos. Al contrario, quienes se adhieren al espíritu de
esta casa se exponen a contratiempos. Entonces ¿qué ofrecemos
en ella que no tenga un club social cualquiera?... este Centro Vasco
sin bailes semanales, y sin piscina, y sin concursos de belleza,
y sin bowling, y sin grandes recepciones de sociedad,… ¿Qué
tiene, pues, esta casa que pide mucho y da poco….? Lo que esta
casa tiene, además de esos huesos de cemento, es un alma recia...,
este Centro Vasco de Caracas es algo más que paredes y pisos de
cemento… El centro Vasco de Caracas es esa casa y ese frontón
que salen en las fotografías, pero también es la nostálgica canción
de patria que uno escucha cuando llega en noche de ensayo, y
el golpe de la pelota contra el frontis las tardes de domingo, y la
energía que la ezpatadantza todavía conserva en el trópico, y la
alegría de la romería de Aberri Eguna… Todo esto y mucho más
que no vemos y mucho más que no acertamos a expresar, es el
alma del Centro Vasco de Caracas, ese algo que está por encima
y por los lados y hasta en los cimientos de esta casa, de este
frontón y este estacionamiento, y que ven los que miran al Centro
Vasco solo desde puertas afuera. Yo quisiera rendir un homenaje
de admiración, de respeto y de agradecimiento personal a todos
aquellos que desde los momentos iniciales, con el sacrificio de
28. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “Foto del mes”, Jazoera, 6 (septiembre de 2011), p. 6.
48 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
muchas impaciencias personales y muchas pequeñas renuncias,
y con el ofrecimiento de muchos sacrificios pequeños y muchos
esfuerzos grandes, y hasta a veces con el tributo de años enteros
de vida, dedicaron su lealtad y sus fuerzas a esta empresa de
pueblo29.
Cabe apuntar, además, que los vascos caraqueños poseían también la radio EuzkoDeia (‘Llamada vasca’) (desde diciembre de 1959), ya desaparecida, e, incluso, un panteón
en el cementerio del Sur de Caracas. La presencia vasco-venezolana también se atestigua en
la capital y en algunas otras localidades en el estilo de determinadas construcciones o en los
restaurantes de gastronomía vasca.
3.2. El motor de la juventud
La juventud ha sido siempre el auténtico motor que ha movido desde los comienzos
el Centro Vasco y el pilar donde debe sustentarse la continuidad del mismo.
La agrupación de los jóvenes vascos de Caracas, Euzko Gaztedi (‘Juventud vasca’),
fue constituida el 24 de abril de 1948 con los jóvenes exiliados vascos. Vino a sustituir a
una organización del mismo nombre, formada únicamente por jóvenes varones. La nueva
asociación nacía con un carácter mixto. Buscaba reunir a muchachas y muchachos vascos
para realizar actividades encaminadas a conservar y difundir la identidad vasca pues, como
ya se ha apuntado, existía la esperanza de que la estancia en Venezuela sería pasajera, y
que en un plazo de tiempo corto regresarían al País Vasco, por lo que se hacía todavía más
necesario conservar las costumbres y la forma de vivir de su tierra natal. Ello no estaba reñido
con el establecimiento de los intercambios culturales con la comunidad venezolana, en la que
se iban integrando de manera gradual. Resume el espíritu de esta organización la letra de la
canción cantada en las excursiones:
Euzko Gaztedi Caracas’kua
Venezuela’ko kabian
Euzkadi aske ikusi arte
tinko bere babesian!30
Que cabría traducir: Juventudes Vascas de Caracas / en el nido de Venezuela / hasta
ver a Euskadi liberada / ¡firmes en su defensa!
Fue transcurriendo el tiempo y las nuevas generaciones de jóvenes, nacidas ya en
Venezuela, participaron de una identidad dúplice, vasca por un lado y venezolana por otro.
Las diferentes generaciones que han pasado por Euzko Gaztedi son un reflejo fiel de la propia
evolución de la diáspora, desde el entusiasmo patriótico desbordante de los primeros años
29. Martín de UGALDE, “Editorial”, Los Vascos en Venezuela. 20 aniversario del Centro Vasco. Caracas 19421962, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1962. Reprod. en Jazoera, 7 (2011), p. 1.
30. JOLUR, “Euzko-Gaztedi en la tradición vasca”, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vasco de Caracas, 6 (1978), s.p.
BACOA 49
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
hasta la vasquidad de los hijos, nietos y biznietos heredada de sus mayores, en la que cada
casuística personal varía en función de los lazos familiares y amicales que poseen en el País
Vasco, o incluso de los caminos particulares que cada uno ha ido trazando en su inserción
en la sociedad venezolana que, en ocasiones, les ha llevado a desvincularse de los propios
centros vascos31.
Los jóvenes de las nuevas generaciones perdieron el principal signo identitario,
el euskera, por lo que hubieron de remarcar su identidad vasca a través del folclore (muy
especialmente la danza), la música y el deporte (la pelota)32. Consciente de esta realidad
común a todas las diásporas vascas, el Gobierno Vasco decidió desde hace varias décadas
31. Esta misma realidad ha sido estudiada en la diáspora vasco-norteamericana: Kepa FERNÁNDEZ DE LARRINOA, Ospakizuna, errituala eta historia. Mendebalde urrutiko euskal jaiak antropologiaren harira, Vitoria-Gasteiz: Eusko Jaurlaritza, 1992, pp. 71-72.
32. JOLUR, “30 años: un joven que ya es maduro”, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vasco de Caracas, 6 (1978), s.p. JOLUR, “Euzko Gaztedi de Caracas”, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vasco de Caracas, 2 (1977), s.p.
50 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
mantener e impulsar las identidades de estos jóvenes. Organizó en 1995 el Congreso
Mundial de Colectividades Vascas, celebrado en la capital de la Comunidad Autónoma
Vasca, Vitoria-Gasteiz, donde se aprobó un plan para cuatro años que contenía, entre
otros puntos, el compromiso de las instituciones en el mantenimiento y perfeccionamiento
de las manifestaciones culturales propias de los centros vascos vinculadas a la música y
folclore mediante el envío de publicaciones y de monitores especializados a las casas vascas
interesadas33.
Del Congreso nació Gaztemundu (‘Mundo joven’), un programa por el que el
Gobierno Vasco adquirió el compromiso de realizar actividades dirigidas a los jóvenes de los
centros vascos del mundo34. El Ejecutivo autonómico vasco perseguía con ello la difusión de
los valores actuales del pueblo vasco y, desde una perspectiva más pragmática, involucrar a
los jóvenes de la diáspora en sus correspondientes centros y establecer una cierta red mundial
entre estos. Internet y más recientemente las redes sociales han constituido una herramienta
extraordinaria para la consecución de estos fines. Entre las primeras medidas puestas en
marcha se posibilitó a los jóvenes de entre 20 y 30 años de los centros vascos de todo el
mundo la realización de una visita por el País Vasco durante aproximadamente dos semanas,
“para conocer a un pueblo del que vale la pena estar orgulloso de provenir”. Buena parte de
los jóvenes de los centros vascos de Venezuela participaron en este programa.
Por su parte, el Gobierno de Navarra también impulsó sus políticas correspondientes
hacia la diáspora específicamente navarra, históricamente adscrita a los centros vascos,
aunque estos esfuerzos institucionales se vienen concentrando fundamentalmente en
Argentina35. El Ejecutivo navarro creó en los años noventa unas becas de estudios para los
jóvenes descendientes de navarros diseminados por el mundo, de las que se beneficiaron
algunos venezolanos.
3.3. Fiesta e identidad
Enrique Alí González recogió de manera sistemática 2.201 fiestas residenciales
caraqueñas de lo que él denominó, como hemos visto, “comunidades étnicas biculturalesbinacionales”. Para todas estas comunidades sus fiestas constituyen la red cultural
fundamental de su propia comunidad, por lo que el grado de cohesión e identidad comunitaria
está directamente relacionada con el número de festividades colectivas celebradas al
año36. En este sentido, el elevado número de festividades del Centro Vasco de Caracas es
buena muestra de la vitalidad y el fortísimo sentimiento identitario de la diáspora vascovenezolana, como ocurre con otras diásporas vascas, si bien con ciertas diferencias37. Los
33. Euskaldunak munduan, construyendo el futuro. Congreso Mundial de Colectividades Vascas-Euskal Gizataldeen Mundu-Batzarra, Vitoria-Gazteiz: Gobierno Vasco, 1995, p. 38.
34. Ibid., p. 37. Este impulso institucional del Gobierno Vasco facilitó que a finales del verano de 1998 se desarrollara un taller de danza vasca impartido por Maite Eguiguren, profesora del Centro de Danza de Errenteria
(Gipuzkoa), dirigido al Grupo de Bailes del Centro Vasco de Caracas.
35. Cfr. Gabriel IMBULUZQUETA, “Argentina”, Navarros en América. Cinco Crónicas, Pamplona: Gobierno de Navarra, 1992.
36. Enrique Alí GONZÁLEZ-ORDOSGOITTI, “En Venezuela todos somos minorías”, op.cit.
37. Gloria TOTORICAGÜENA EGURROLA, Diáspora vasca comparada, op.cit.
BACOA 51
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
vasco-norteamericanos, por ejemplo, buscan reafirmar su etnicidad a través de la fiesta38,
mientras que los vasco-venezolanos unen a su reafirmación étnica una reivindicación política
expresa: la libertad del País Vasco.
Hay dos fiestas que poseen esta clara connotación política: por un lado el Gudari
Eguna (‘Día del soldado vasco’), donde se homenajea esta figura heredada de la realidad
de la guerra civil y proyectada en el exilio como símbolo de la resistencia vasca. El año en
que comenzamos a desarrollar nuestro estudio, 1998, el Gudari Eguna se celebró el 26 de
septiembre. Como todos los años, la jornada comenzó con una ofrenda floral y un aurresku
(baile realizado en honor a algo o a alguien) en el mencionado monumento del gudari, y
contó con partidos de pelota vasca, comida popular y un concierto de rock con los grupos
venezolanos Palmeras Caníbales y Farándula popular, el cantante vasco Fermín Muguruza y
el grupo Dut, venido también del País Vasco39. Por otro el Aberri Eguna (‘Día de la Patria
vasca’), es celebrado, como en el País Vasco, en el Domingo de Resurrección. Se trata de la
fiesta que simboliza la esperanza y la lucha por la independencia del pueblo vasco. Después
de un programa de radio especial (Euzko Deia), se celebra una misa en una iglesia cercana
para, posteriormente, realizar el acto de izamiento de banderas y una nueva ofrenda floral
al gudari, que concluye con una exhibición de danzas. La fiesta continúa durante todo el
día con comidas, deporte rural vasco (pelota y sokatira), otros juegos populares y bailables
amenizados con música.
El Centro Vasco de Caracas también celebra otras fiestas, en este caso de carácter
religioso, que carecen de un trasfondo político, pero que contribuyen a la cohesión del grupo
y a forjar su identidad. Se trata de las conmemoraciones de los patronos San Fermín y San
Ignacio de Loyola. La primera se festeja el sábado más cercano al 7 de julio. Se abre con
una misa celebrada en una iglesia próxima a la sede del Centro, y la jornada cuenta con bailes
folklóricos, competiciones de pelota y otros juegos vascos, comida popular y, a la noche, un
baile amenizado por un grupo de música. En el día de Iñaki Deuna o San Ignacio de Loyola
(31 de julio) se repiten la celebración eucarística y los bailes vascos, y en ocasiones se imparte
de víspera una conferencia sobre la figura del santo jesuita. San Antolín es celebrado el fin
de semana entre el uno y nueve de septiembre con juegos populares como gansos encebados
en el agua (aquí se echan a la piscina) y cucañas, aunque esta festividad carece de ceremonia
religiosa. En el Centro Vasco de Carabobo (Valencia) se celebra también el día de la Virgen
de Begoña, patrona de Bizkaia, el sábado más próximo al 15 de agosto.
El Centro Vasco de Caracas desarrolla, además, otras tres fiestas cuya única finalidad
es la sociabilidad festiva, buscando reafirmar los aspectos identitarios de la colectividad. El
Día del Centro, celebrado en noviembre, cuenta con la actuación del grupo de bailes de la
Eusko Etxea, partidos de pelota, comida popular y romería40. Por su parte, la Semana Vasca,
����������������������������������
. Jon BILBAO y William DOUGLASS, Amerikanuak. Vascos en el nuevo mundo, Bilbao: Universidad del
País Vasco, 1986. Kepa FERNÁNDEZ DE LARRINOA, Ospakizuna, errituala eta historia, op.cit. Gloria TOTORICAGÜENA EGURROLA, “Celebrating Basque diasporic identity in ethnic festivals : anatomy of a Basque Community, Boise (Idazo)”, Revista Internacional de los Estudios Vascos, 45-2 (2000), pp. 569-598.
39. Noticentro, 6, Caracas: Centro Vasco de Caracas-Caracas’ko Eusko Etxea, septiembre 1998. www.kromasys.com/cvc/Nse98.htm#Gudari
40. Noticentro, 7, Caracas: Centro Vasco de Caracas-Caracas’ko Eusko Etxea, noviembre 1998. www.kromasys.
52 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
que comenzó a celebrarse en 1989 sin una fecha fija en el calendario, programa diferentes
actividades culturales, gastronómicas y folclóricas, incluyendo visitas y conferencias de
personalidades vascas invitadas para la ocasión. La Nochevieja o Noche de Año Viejo –
como allí se denomina– se celebra con una cena y baile en el Centro.
4. Exilio, identidad política y folclore
4.1. Hacia la deseada convergencia de las identidades: la búsqueda de la influencia
vasca en el folclore venezolano
Juan de Liscano publicaba en 1967 un artículo titulado “Noticia sobre la presencia
vasca en el folklore venezolano”. Consideraba que la gestión de la Compañía Gipuzcoana de
Caracas y las misiones desarrolladas por los misioneros vascos, principalmente, fueron los
vehículos canalizadores del folclore vasco en el venezolano. Sostuvo su teoría en la tesis de
Isabel Aretz, que apuntaba que la raíz de muchas de las costumbres venezolanas radica en
las misiones, en las que los religiosos suplantaron con bailes europeos o españoles algunas
coreografías indígenas ejecutadas en honor de los santos patronos. Apoyaba su argumento en
el hecho de que un párroco le ofreció en Falcón, en 1947, unos viejos cuadernillos manuscritos
que demostrarían la circulación en Venezuela de músicas y descripciones de danzas como las
de los ezpatadantzaris, el baile de las cintas y el baile del zortziko, entre otras41.
Resulta muy difícil concretar la huella de la presencia vasca en el folclore local
venezolano introducido por los misioneros. Pudo haberse dado, pero no hasta los extremos
apuntados por Liscano, que llega a establecer paralelismos entre el culto venezolano de
María Lionza y el vasco de Mari, producido, según él, por el contacto de los campesinos
vascos con los venezolanos42. Ciertamente, los agricultores y ganaderos vascos tuvieron una
cierta importancia en Venezuela desde el siglo XVIII43, pero ese hecho no ha de llevarnos a
una teorización tan simplista, en tanto, como bien demostró Jacqueline Clarac de Briceño, el
culto de María Lionza participa de elementos universales44.
Juan Liscano extiende la influencia vasca a diferentes danzas venezolanas. Alude a la
danza “desaparecida” del paloteo, que le evoca los paloteados vascos. No se trata de una danza
desaparecida, pues todavía se practica en algunos pueblos del Estado de Apure y en Ciudad
Bolívar. El fundamento venezolano de esta danza radica en una lucha imaginaria sostenida por
indígenas y conquistadores45, por lo que el origen de este baile está, inequívocamente, en las
com/cvc/Nnov98.htm#Anteriores
41. Juan LISCANO, “Noticia sobre la presencia vasca en el folklore venezolano”, Martín de Ugalde (dir.), 25
años del Centro Vasco de Caracas, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1967, pp. 22-24, citando el trabajo de
Isabel ARETZ, Panorama del Folklore Venezolano, Caracas: Biblioteca de Cultura Universitaria, 1959, p. 93.
42. Juan LISCANO, “Noticia sobre la presencia vasca en el folklore venezolano”, p. 24.
43. Cfr. Martín de UGALDE, “Los Vascos en la Agricultura”, Martín de Ugalde (dir.), 25 años del Centro Vasco de Caracas, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1967, pp. 46-51.
44. Jacqueline CLARAC DE BRICEÑO, La enfermedad como lenguaje en Venezuela, Mérida: Universidad de
Los Andes, 1992, pp. 117-125.
45. Luis Arturo DOMÍNGUEZ y Adolfo SALAZAR QUIJADA, Fiestas y danzas folklóricas en Venezuela, Caracas: Monte Ávila editores, 1969, p. 189.
BACOA 53
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
coreografías de las representaciones de moros y cristianos que, trasladadas a Hispanoamérica,
pasaron a representar en muchos casos las luchas de la conquista46. Liscano considera que la
makil-danza (‘danza de palos’) vasca habría influido en el Tamunangue del Estado de Lara o
en los danceros de la Candelaria en el Estado de Mérida, baile que también es conocido con
los nombres de “Danza de La Candelaria”, “Danza de los vasallos”, “Moros de la Candelaria”,
“Negritos de la Candelaria”, “Danceros de la Candelaria” y “Baile de la Candelaria”47. La
perspectiva de Liscano tenía un recorrido geográfico corto, pues consideraba la makil-dantza
única y singular del País Vasco, cuando las danzas de palos son muy comunes en diferentes
ámbitos culturales, y muy concretamente en todos los antiguos reinos hispánicos48. Observaba
también una influencia vasca en el Baile de la botella venezolano, deudor de la gobeletdantza, si bien él mismo apuntó la diferencia de que el danzante venezolano baila cruzando
y saltando por encima de la botella sin romperla, mientras que el vasco lo hace sobre un vaso
de vino49. Liscano se mostraba en cambio más cauto al intentar trazar un paralelismo entre el
baile de las cintas vasco y el que se repite en muchas partes de Venezuela, pues en este caso
era consciente de la universalidad de este tipo de coreografías.
4.2. La importancia del folclore en los procesos de identificación social de la
diáspora venezolana
La Antropología ha subrayado el papel preponderante del folclore, y muy especialmente
de la danza, en los procesos de identificación social. Desde esta perspectiva, baste decir que
la danza tradicional practicada en el exilio está intrínsecamente relacionada con procesos de
adquisición y dramatización de identidad política. Lo ejemplifican las palabras de Martín de
Ugalde (Andoain, Gipuzkoa, 1921-2004), primer presidente y fundador del Euzko-Gaztedi
de Caracas, en el trigésimo aniversario de esta organización:
[en su fundación] tuvimos los que éramos jóvenes entonces la
preocupación de institucionalizar, hacer perdurable, un camino
que podía haber sido respuesta circunstancial a la necesidad sociopolítica del exilio en ese momento. Ya no recuerdo en detalle los
términos de nuestros estatutos, que fueron muy debatidos, pero al
redactarlos estuvo presente sobre todo la intención de encauzar
nuestro impulso por caminos que fueran, al mismo tiempo
que cauce de esta necesidad circunstancial de expresarnos los
jóvenes, la de servir a Euzkadi en América mediante la formación
patriótica y el ejercicio de dos de sus expresiones culturales: el
Euskara y la tradición folklórica50.
46. María Soledad CARRASCO URGOITI, “Representaciones de Moros y Cristianos”, Joaquín Álvarez Barrientos y María José Rodríguez Sánchez de León (coord.), Diccionario de literatura popular española, Salamanca: Ediciones Colegio de España, 1997, pp. 281-284.
47. Luis Arturo DOMÍNGUEZ y Adolfo SALAZAR QUIJADA, Fiestas y danzas folklóricas, p. 38.
48. Cfr., por ejemplo, Norberto A. ABALADEJO IMBERNÓN (coord.), Tradición y Danza en España, Madrid:
Comunidad de Madrid-Ministerio de Cultura, 1992.
49. Juan LISCANO, “Noticia sobre la presencia vasca en el folklore venezolano”, p. 24.
50. Martín de UGALDE, “Euzko-Gaztedi en la tradición vasca”, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vas-
54 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Al binomio euskera y folclore cabe sumar, como ya hemos apuntado, la música y el
deporte vasco, manifestaciones todas ellas singularmente importantes para el mantenimiento
del sentimiento patriótico en la diáspora vasca. Se trata de expresiones culturales consideradas
“tradicionales”, término que se repite constantemente en todas las revistas, boletines y demás
noticias del Centro Vasco de Caracas, al igual que ocurre en otros centros vascos de todo el
continente americano. Algunos autores van más allá, como Alberto Saramone, que en un
ensayo sobre el pueblo vasco dirigido a la comunidad vasca del Río de la Plata persigue
estudiar “las raíces existenciales” del pueblo vasco51, entre las que incluye, como no podía ser
co de Caracas, 6 (1978), s.p.
51. Alberto SARRAMONE, Los abuelos vascos en el Río de la Plata, Buenos Aires: Biblos Azul, 1995, p. 11.
BACOA 55
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
de otra manera, las danzas vascas52. Y es que, a diferencia de la lengua, la danza constituye un
rasgo cultural de fácil aprendizaje, por lo que se convierte en un recurso sencillo y atractivo
para la reafirmación de la identidad.
Ya hemos indicado que lo que caracteriza a las primeras expresiones folclóricas del
Centro Vasco de Caracas es, precisamente, su carácter identitario político. Txema Urrutia
apuntaba que la actividad cultural de los vascos caraqueños constituía una expresión de su
ser vasco vivida con la naturalidad de quien está en el propio país, pero no con la angustia
de quien se ha ido para no volver y no tiene más agarradero con lo que dejó. Los vascovenezolanos miraban al País Vasco, soñaban con volver a una Patria libre y luchaban por
conseguirlo a través de sus medios. Se configuraba así toda una vivencia nacionalista en la que
debía fundamentarse la transmisión del sentir vasco a las generaciones venideras. La realidad
cambió conforme transcurrieron los años, y muy singularmente a raíz del final de la dictadura
franquista y del proceso de la transición democrática española, cuando comprobaron que su
particularidad realidad diaspórica se asemejaba en adelante a la de los vascos argentinos53.
Y es que, salvo casos puntuales, los vascos de la diáspora argentina o de otros países
americanos del Cono Sur llevaban décadas desarrollando actividades culturales y folclóricas
sin el objetivo específico de mantenerlas incólumes para cuando se regresase a un País
Vasco libre, como lo hicieron los exiliados venezolanos. Ejemplifican esta realidad los fines
estatutarios de la Sociedad Saski Naski de Argentina, entre los que se encuentra “difundir
la cultura, folklore, arte, coreografía y música del País Vasco y de la Nación Argentina y
constituir una Academia de Danzas Vascas” (1952)54. La Semana Nacional Vasca organizada
por el Centro Laurak Bat de Buenos Aires, también ha venido dando a conocer entre los
bonaerenses los rasgos culturales del pueblo vasco, fomentado vínculos amistosos, culturales
y comerciales entre los integrantes de las comunidades vascas de Argentina, América y el
País Vasco; e incrementando la complementación entre las citadas comunidades a efectos
de potenciar su desarrollo, bienestar y crecimiento humano, intelectual y económico55. Esta
fiesta está declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la
Nación y declarada de Interés de la Ciudad de Buenos Aires por el Jefe de Gobierno de la
mencionada ciudad.
Las fiestas vascas de los Estados Unidos de América concitan parecidos propósitos,
desde que en 1959 se celebrara el Primer Festival Nacional Vasco en Sparks (Nevada), cita
anual que constituye, todavía hoy, la principal reunión de vascos del Oeste americano56. Estos
festivales y otros similares más modestos se convirtieron en el punto de convergencia de la
sociabilidad festiva para los vascos que residían en puntos muy distantes entre sí. Al igual
que en América Latina, los vasco-norteamericanos construyen su identidad a través de las
52. Ibid., p. 136-138.
53. Txema URRUTIA, El Roble y el Ombú, pp. 43-44.
54. Cfr. Fernando GARCÍA DE CORTÁZAR (dir.), Historia de la emigración vasca a Argentina en el siglo XX,
Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco, 1992, p. 274.
55. www.juandegaray.org.ar/noti.html.
56. El tema de la danza y la diáspora vasca ha sido tratado desde una perspectiva antropológica por Kepa FERNÁNDEZ DE LARRINOA, Ospakizuna, errituala eta historia, op.cit.
56 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
danzas vascas y el deporte, principalmente57. La asistencia a la fiesta constituye un importante
mecanismo de integración y, en cierta medida, proporciona la cohesión necesaria para que
una población se convierta en un grupo étnico reafirmado que proyecta su imagen sobre la
sociedad no vasca58.
Ya para 1975, último año de vida del dictador Francisco Franco, las actividades del
Centro Vasco de Caracas tenían como protagonistas a las nuevas generaciones constituidas
por hijos y nietos de los fundadores del Centro. Uno de los dirigentes nacionalistas más
destacados del exilio, Manuel de Irujo, nombrado Presidente de Honor del Centro Vasco de
Caracas en el Aberri Eguna de 1975, dirigía a los jóvenes de la Eusko Etxea las siguientes
palabras:
Creedme que con lo que hacéis no sólo es divertiros, no sólo es
entreteneros, no sólo es hacer por educaros. Es algo más. Es dar
una lección a los otros. Yo, que veo con grandísima satisfacción
todo eso porque en primer lugar trae al Centro Vasco de Caracas
la juventud de los hijos y los nietos de los fundadores del Centro
Vasco, tengo además la esperanza de que salgáis un día del
Centro Vasco a la televisión, a la universidad, a la calle, a enseñar
a los demás lo que somos: por qué bailamos, qué queremos decir
cuando bailamos, hasta dónde esta alma prehistórica que vive en
nosotros, que vive en nuestro idioma, que vive en nuestras danzas,
se adapta a la realidad actual; se pone en cuenta en el momento
presente, baila y danza para exaltar el bien, para exaltar la libertad,
para exaltar el progreso, para exaltar en definitiva la civilización,
la cultura y la solidaridad humana. Dejadme que termine con la
solidaridad porque no hay gesto mayor de solidaridad que un
baile bien bailado59.
La danza ocupó los actos centrales de aquel Aberri Eguna. Estuvo presente en la misa
matutina. También en el aurresku bailado en honor al propio Manuel de Irujo. El frontón del
Centro Vasco fue escenario de la actuación de los grupos de baile de la ikastola EuzkadiVenezuela (colegio vasco), que bailaron las danzas Ingurutxo de Leitza, Saludo a la Bandera,
Makil Dantza, Baile de Pañuelos, Ezpatadantza, Txakarrankua, Minué, Zinta-dantza, Uztaidantza y Aurresku. Por la tarde, y tras el partido de pelota, se presentó el recién creado grupo
de baile Egia, y setenta jóvenes pertenecientes a Euzko Gaztedi ejecutaron todo tipo de bailes
y escenas coreográficas60.
57. Clara URDANGARÍN LIEBAERT, Bailando “Jauzi” bajo barras y estrellas: una etnografía del Zazpiak
bat group of dancers de Reno, Nevada. Tesis doctoral dirigida por el Dr. Joseba Etxebeste Otegi. Departamento de Educación Física y Deportiva, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, leída el 22-052009.
����������������������������������
. Jon BILBAO y William DOUGLASS, Amerikanuak, pp. 476-478.
59. J.M. de ANASAGASTI (dir.), Boletín Informativo del Centro Vasco de Caracas dedicado al Aberri Eguna,
21 de marzo al 17 de abril de 1975, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1975, p. 15.
60. Ibid., 7-8. orr.
BACOA 57
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
La danza no ha faltado nunca en los actos cargados de mayor contenido político de
la historia del Centro Vasco. Estuvo presente en la inauguración en 1962 del monumento al
Gudari (‘soldado vasco’) en Caracas61, y en las recepciones que la Eusko Etxea realiza a los
visitantes destacados62, como cuando acudió el Lehendakari (Presidente del Gobierno Vasco)
en 1983, visita que incluyó una ofrenda floral del máximo dignatario vasco ante la estatua
del Libertador en la plaza Bolívar de Caracas, donde también se realizó una danza de honor63.
4.3. Aprendizaje de la danza
El aprendizaje de la danza como elemento identitario vasco no nació en el exilio.
Baste apuntar, como antecedentes más inmediatos, que los partidos políticos nacionalistas
61. Marcos FORCADA ODRIOZOLA y Vicente de AMEZAGA (dir.), Los vascos en Venezuela, p. 14.
62. Cfr. Ibid., p. 8.
63. VVAA, El lehendakari en América, pp. 70-73.
58 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
acostumbraron a organizar festivales de danzas durante la Segunda República con el fin de
evitar la desaparición de este elemento cultural en el que consideraban se asentaba una parte
de la personalidad del pueblo vasco64. Esta idea se reforzó en el camino del exilio. El primer
grupo de danzas vascas se organizó en el Cuba, barco que partió de Le Havre (Francia) y trajo
a Venezuela a los 1.000 primeros exiliados vascos, entre los que se encontraba Segundo de
Atxurra, uno de los mejores txistularis65 de su época. Con la fundación del Centro Vasco de
Caracas se constituyó el primer grupo de baile propio, al que siguieron otros como Ekintzaleak
o Euzko Gaztedi66.
El primer profesor de danzas vascas fue el exiliado Casimiro Eguiarte “Atxuri”. Le
siguió una segunda generación de instructoras formada por Mariló Irujo, Edurne Etxetxipia
y Agurne Badiola, a las que fueron sucediendo Bakartxo Viscarret67, Iñaki Amenabar, Unai
Azpiritxaga, Aintzane Quintana, Gentzane Zamakona y Amaia Zenarruzabeitia, y a partir de
los años noventa las hermanas Irantzu y Leire Leunda Viscarret.
La infancia suele ser considerada la edad adecuada para comenzar a enseñar la danza
tradicional68, razón por la que el exilio vasco también impulsó su aprendizaje en ese ciclo
vital69. Entre las muchas actividades de la Ikastola Euzkadi-Venezuela estaba la del aprendizaje
del baile tradicional vasco70, realizado durante dos horas todos los viernes del curso escolar.
Las clases eran impartidas por la profesora de danza del propio Centro Vasco, auxiliada por
la andereño (maestra) de la ikastola (colegio vasco). Algunos de aquellos alumnos mostraban
su predilección por la danza al acudir también a los ensayos generales del fin de semana. Tras
el cierre de la ikastola hace más de cinco lustros, la enseñanza de la danza tuvo su continuidad
en la misma Eusko Etxea, generalmente los sábados por la tarde. El Centro Vasco carece de
locales adecuados para los ensayos, por lo que habían de salir a una terraza que, en ocasiones,
aparece encharcada por la lluvia, siendo necesario acudir al polideportivo o al frontón del
Centro. Cabe apuntar, además, que las dimensiones colosales de Caracas supusieron siempre
un gran esfuerzo para los padres a la hora de llevar a sus hijos al Centro Vasco, y no eran
pocas las ocasiones en las que se incumplía con los ensayos cuando estos coincidían con otras
actividades, como partidos de fútbol televisados del Athlétic de Bilbao o de la Real Sociedad.
Según Bakartxo Viscarret, entre el 90 y el 95 por ciento de los hijos de los vascos
han pasaron alguna vez por el grupo de danzas. El hijo del inmigrante vasco concibe el baile
64. Josu CHUECA INTXUSTA, “Euskal Nazionalismoak herri nortasunaren eraikuntzan folkloreari emandako
zeregina (1931-1939)”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, XXII, 55 (1990), pp. 27-33.
65. Txistulari es el músico que toca el txistu, instrumento de viento similar a la flauta, que junto con el tambor
pone música a las danzas.
66. Peru AJURIA y Koldo SAN SEBASTIÁN, El exilio vasco en Venezuela, Vitoria-Gasteiz: Gobierno Vasco,
1992, p. 157.
67. El padre de Bakartxo Viscarret ya había sido profesor de danza vasca en la Pamplona de la posguerra. Nacida en 1941, fue con su familia a Caracas en 1952.
68. Cfr. Maria Antònia PUJOL I SUBIRÀ y Joan SERRA I VILAMITJANA, La dansa catalana en l’ensenyament
primari, Barcelona: Generalitat de Catalunya, 1998.
69. Gregorio ARRIEN, La generación del exilio de 1939. Génesis de las escuelas vascas y colonias escolares
(1932-1940), Bilbao: Onura, 1983, pp. 269-272.
70. Maribi APALATEGUI, “La vida en el centro vasco”, Martín de Ugalde (dir.), 25 años del Centro Vasco de
Caracas, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1967, pp. 72-73.
BACOA 59
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
tradicional como algo connatural, que ha visto practicar a sus hermanos, primos, padres y
amigos. Independientemente de la pericia en la ejecución del mismo, todos muestran una
gran voluntad en el aprendizaje y disfrutan de esta expresión folclórica que les vincula a su
comunidad.
Los profesores tanteaban primero a los niños para ver su disposición y, después,
hablaban con los padres, quienes tenían que dar su consentimiento. El grupo de los más
pequeños comprendía edades entre tres a cinco años. Para ellos la danza se convertía en
un factor de integración social, que los introducía en un grupo de amigos. Les llenaba de
orgullo sentirse capacitados para bailar una danza que veían ejecutar a “los grandes”. Se
les enseñaban danzas sencillas, cortas y muy repetitivas, e, incluso, buscando la diversión,
ejecutaban bailes a modo de juegos, como el Txulalai. Solían ser los propios compañeros los
que corregían al que se equivocaba, siempre bajo la atenta supervisión de la profesora.
Los niños asumían la conciencia identitaria de la danza conforme crecían. Las
coreografías se complicaban en el grupo de seis a nueve años, y muy singularmente en los de
nueve a doce y de doce a quince, donde acababan aprendiendo todo tipo de bailes tradicionales
vascos, algunos de ellos tan complicados como el paloteado de Otsagabia. A partir de los
quince años pasaban a formar parte del grupo representante del Centro Vasco. Es aquí cuando
los jóvenes tomaban conciencia real y “militante” del ser y sentirse vascos, y pasaban a
concebir la danza como un elemento identitario central con el que expresar ese sentimiento.
Pero era en la adolescencia y temprana juventud cuando algunos también abandonaban el
grupo, para volver, en algunos casos, años después. Los ensayos de los jóvenes solían ser los
viernes a las ocho de la noche. Este grupo contaba con ensayos rígidos, estando obligados a
repetirlos tantas veces como hiciera falta hasta que un determinado paso o baile saliera bien,
aunque ello supusiese que finalizasen de madrugada.
La juventud se convertía en muchos casos en enseñante, y este papel docente concluía
en torno a los treinta años, aunque en algún caso concreto se llegó a alargar hasta avanzada
la cuarentena, como ocurrió con Bakartxo Viscarret, profesora de danza del Centro durante
más de treinta años:
-Yo empecé bailando en el Centro Vasco. Mira; en aquél entonces
nos estaban enseñando Agurne Badiola, Edurne Etxetxipia y
Mariló Irujo. Ellas tres son las que nos enseñaban a nosotros a
bailar. Estuvimos por años bailando, siendo el único grupo que
representaba, porque en aquél entonces no había más que un
grupo de chicas y un grupo de chicos y eran los que representaban
al Centro Vasco en todas las actividades que había fuera de
nuestra sede. Y luego ya continué bailando. Cuando llegué a
cierta edad, las que nos enseñaban a nosotros se retiraron. Esa
edad sería como los veinte años. Entonces seguíamos bailando
y, con esa edad, nos correspondía enseñar a los niños. Y ya
funcionó. Siempre con niños. Mira, hemos llegado a tener hasta
más de cincuenta críos. Date cuenta que cada grupo es de ocho.
60 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Y seis, siete, ocho grupitos... porque nosotros comenzamos con
los niños desde tres años. Entonces tienes desde los tres añicos
y luego vas pasando por edades hasta el grupo de joven. Cuando
en aquel entonces había tantos grupos de críos estábamos más
profesores. Éramos tres: Aintzane Quintana, Gentzane Zamakona
y yo. Hubo una temporada que tenía también los jóvenes pero
luego se dividieron en dos etapas. Yo los tenía hasta los 14 años
y a los 14 años pasaban al grupo de joven, que los ensayaba otra,
Amaia Zenarruzabeitia, que también vive ahora aquí [en el País
Vasco], e Iñaki Amenabar, que vive en Venezuela. Todo esto lo
hacíamos por amor al arte. Allá no cobramos nada.
Pero la danza y otro tipo de expresiones folclóricas y deportivas conocieron en el
Centro Vasco de Caracas –como ocurre en el conjunto de la diáspora vasca–, épocas de auge
y languidecimiento, dependiendo de múltiples factores. Robert Pastor apuntaba a finales de
los setenta que en el Centro Vasco de Caracas era difícil encontrar un dantzari (‘danzante’)
que bailara el aurresku en las solemnidades71. La crisis fue pasajera, pero a partir de mediados
de los noventa regresó para quedarse, y ya no parece querer irse, como veremos en las
conclusiones.
Hasta mediados de los noventa la enseñanza de las danzas partía del repertorio
coreográfico enseñado en el Centro Vasco de Caracas desde los años cuarenta y cincuenta,
con pequeñas modificaciones coreográficas. Se trataba, en suma, de los bailes traídos por los
exiliados de la guerra. A partir del segundo lustro de los noventa se decidió acometer una
renovación profunda asumiendo y revisando las coreografías que estaban desarrollando los
grupos de danzas vascos, y que eran susceptibles de ser aprendidas por estar grabadas en
vídeo, transformándose así la pedagogía del baile tradicional vasco.
4.4. El txistu y la educación
El mundo de la danza no se puede desligar del txistu. Los txistularis que acudieron
a Venezuela fueron de gran calidad y numerosos. Las nuevas generaciones de inmigrantes
trajeron nuevos músicos que dieron continuidad al instrumento72. La banda de txistularis
“Basterretxea” fue fundada a comienzos de 1966, actuando por primera vez en el día del Aberri
Eguna, constituyendo desde entonces la nota indispensable en todos los actos importantes73.
Pero aquellos txistularis no tuvieron muchos seguidores, y a partir de los años ochenta
hubo que buscar alternativas. Enseñó a tocarlo una profesora venida del País Vasco para
impartir docencia en la ikastola (colegio vasco) a principios de los ochenta. Aquello no tuvo
continuación, y los txistularis fueron cada vez menos, hasta el punto de que a finales de
los noventa había solo dos, José Iriarte, prácticamente retirado, y Koldo Olalde, natural de
Azkoitia (Gipuzkoa), que carece de una formación en solfeo y ha de tocar de oído, a partir
71. Robert PASTOR, Euskal Herria en Venezuela, p. 275.
72. Peru AJURIA y Koldo SAN SEBASTIÁN, El exilio vasco en Venezuela, p. 157.
73. Maribi APALATEGUI, “La vida en el centro vasco”, p. 75.
BACOA 61
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
de sacar la música de casetes y vídeos74, único txistulari hoy en activo, que acude en las
ocasiones en las que se le requiere.
4.5. Indumentaria y otros aspectos materiales
La indumentaria de los danzantes ha sido confeccionada siempre por los miembros
del grupo y nunca se ha traído del País Vasco. Se ha solido sacar de libros, revistas y, más
recientemente, de vídeos y fotografías sacadas de internet. Los trajes han sido confeccionados
por madres con facilidad para la costura. La propia Bakartxo Viscarret fue encargada del
cosido durante muchos años, tarea en la que fue relevada por su hermana Itziar y por su
hija Leire. Pese a ser los padres los que pagaban los trajes –en algunas ocasiones también el
propio Centro–, éstos se quedaban en el grupo de baile, pasando de generación en generación.
La única propiedad del dantzari solían ser las albarcas (calzado tradicional vasco), siempre y
cuando hubiera dejado de crecer su pie. Solían adquirirse en el País Vasco por algún miembro
del Centro cuando acudía ahí de vacaciones. A los padres les estaba encomendada la tarea
de realizar otros accesorios del grupo, como el armazón del caballo para los bailes suletinos,
empresa llevada a cabo en su día por Joseba Leunda. Conseguir algunos materiales como la
madera para los palos suponía también un problema, ya que la venezolana es más blanda, se
parte o no suena, teniendo que recurrir para la obtención de una madera de calidad a la ayuda
de otros vascos y, ocasionalmente, de gallegos y asturianos.
La crisis de los noventa hizo descender los recursos económicos para los grupos de
danzas de Eusko Etxea. En 1996 y 1997 se vieron abocados a organizar el Dantzari eguna
(‘Día del danzante’), un festival para recabar fondos destinados al grupo de baile. Se invitó a
los grupos de danzas con los que se tenía una mayor relación, como los asturianos y gallegos;
y se organizaron tómbolas y cuestaciones para paliar los gastos de trajes y otros materiales.
Pero esta celebración no tuvo continuidad debido al ingente trabajo que suponía buscar los
premios para la tómbola. Desde entonces fueron los propios padres de los danzantes los que
soportaron el mayor peso económico que generaba la danza, amén de ser los que colaboraban
altruistamente en todo tipo de colaboraciones puntuales. Algunos vasco-venezolanos que
fueron regresando al País Vasco desde el segundo lustro de los noventa, como la familia
Leunda-Viscarret, han continuado colaborando enviando información relativa a la
indumentaria y los bailes.
4.6. Exhibiciones de danza
Las exhibiciones de danza sirven para mostrar ante la sociedad venezolana la existencia
de la colectividad vasca y para reafirmar internamente esta identidad. Ya los primeros exiliados
vascos quisieron dar muestra de su identidad a través de los bailes tradicionales. La primera
actuación en Caracas tuvo lugar el emblemático Día de San Ignacio (31 de julio) de 193975.
Las exhibiciones ganaron en importancia con la constitución del ya referido Euzko Gaztedi,
74. Según testimonio de Bakartxo Viscarret en 1999, Koldo Olalde “tiene una santa paciencia que nosotros admiramos. Que lo llevamos a ensayar el día que quiera. Le decimos: -Koldo esto tiene que ser así. -¿y eso cómo
es? -pues mira, aquí tienes la música, escúchala, tócala. Y él le da y le da y le da, y le cantamos uno y le cantamos otro... hasta que al final le sale. Y al pobre Koldo le tienes cinco horas ensayando”.
75. Peru AJURIA y Koldo SAN SEBASTIÁN, El exilio vasco en Venezuela, p. 157.
62 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
en cuyo seno se formaron grupos de bailes vascos que actuaban en las fiestas celebradas en
el propio Centro Vasco y en otras representaciones fuera de él, en diferentes festivales, en
ocasiones a petición de entidades y organismos venezolanos, difundiendo así el folclore vasco
entre el pueblo de acogida76. Esta práctica ha continuado prácticamente hasta la actualidad, y
76. JOLUR, “Euzko Gaztedi de Caracas”, Euzkadi. Órgano divulgativo del Centro Vasco de Caracas, 2 (1977),
s.p. Marcos FORCADA ODRIOZOLA y Vicente de AMEZAGA (dir.), Los vascos en Venezuela. 20 Aniversario del Centro Vasco de Caracas, Caracas: Centro Vasco de Caracas, 1962, p. 17. Existe también una experiencia singular. En 1966 Bakartxo Viscarret y Unai Ayerdi impartieron danza tradicional vasca a niños sordomudos venezolanos a petición de una religiosa navarra que dirigía un colegio caraqueño. Bakartxo Viscarret fue
la encargada del grupo de chicas y Unai Ayerdi del de chicos. La enseñanza se realizaba por medio del movi-
BACOA 63
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
el grupo de danzas de Eusko Etxea bailaba en las fiestas del Centro y en diferentes festivales
venezolanos de danzas folclóricas.
Era en las exhibiciones cuando alumnos, profesores, y padres sentían dentro de sí
el orgullo del aprendizaje/enseñanza de la danza. Las actuaciones ilusionadas de los más
pequeños eran, con mucho, las más ovacionadas, lo que les reafirmaba en su orgullo y
les renovaba el deseo por continuar aprendiendo a bailar. La maestría de los jóvenes en
la ejecución de los bailes más complicados también solía ser gratificada con el aplauso
entusiasta del público.
Tal y como ocurre actualmente en la mayor parte de los grupos de danzas vascos, en
los grupos de baile de la Eusko Etxea son también las mujeres las que poseen un mayor peso
numérico. En el XVII Festival de Danzas Folklóricas Internacionales organizado por el Centro
Asturiano de Caracas en 1996, el grupo de danza del Centro Vasco estuvo compuesto por
doce chicas y cuatro chicos, con la dificultad consiguiente para el montaje de la coreografía.
La escasa participación masculina obligaba a adaptar la coreografía a la realidad del grupo77.
La incertidumbre ante el futuro no estaba reñida con la esperanza, como lo ejemplificaba
el texto del grupo de danzas del Centro Vasco de Caracas publicado en la revista del XVIII
Festival Internacional de Danzas Folklóricas, donde se afirmaba que
cuando la tradición se va perdiendo en una colectividad y va
desapareciendo en el conjunto de la sociedad, surge alguna
región o comarca que la mantiene viva. En Venezuela, lejos de
nuestra tierra de origen, somos todos nosotros los encargados
de mantenerla viva y darla a conocer en este país maravilloso,
que abrió las puertas a nuestros abuelos que vinieron a pasar una
temporada y echaron raíces en éste, nuestro suelo78.
La realidad, en cambio, era mucho más cruda.
miento de las manos y mediante la lectura del movimiento de los labios del profesor. El resultado fue exitoso y,
aunque sonaba la música del txistu, los alumnos se guiaban únicamente por las indicaciones de los profesores.
La actuación se realizó en la fiesta de fin de curso del colegio, y posteriormente se repitió en el Centro Vasco.
77. Los aspectos del género se reflejan igualmente en el denominado “grupo de las amatxos (‘mamás’)”. Las
madres salen a bailar una vez al año en el Día del Centro Vasco. Para Bakartxo Viscarret todo obedece a que
“siempre tenemos el gusanillo dentro. Entonces para el Día del Centro siempre logramos reunirnos las mujeres, los hombres creo que una vez han salido nada más. [Somos] el grupo de las amatxos. [Los padres] se ríen
de nosotras, pero siempre tenemos cantidad de profesores que nos ayudan, que nos guían, y siempre salimos. Y
al final en el frontón siempre acabamos nosotras y, los aitatxos (‘papás’), pues todos avergonzados porque no
han logrado reunirse los hombres”.
78. “Euzkadi. Grupo de danzas folklóricas del Centro Vasco de Caracas”, XVIII Festival Internacional de Danzas Folklóricas, Caracas: Centro Italiano-Venezolano, 1997, p. 25.
64 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
5. Un presente crítico y un futuro incierto
Desde los años noventa las generaciones más jóvenes de la diáspora vasca en general
–y venezolana en particular– vienen arrastrando una cierta crisis identitaria hasta el punto
de que William Douglass llegó a apuntar en 1995 que la diáspora vasca se encuentra en el
momento crítico de su existencia. Ya no existen ni marcos coloniales ni una emigración de
masas para sostenerla. Pero los nuevos medios de comunicación y la nueva realidad política
en la Tierra Madre han abierto nuevas posibilidades de futuro79.
Esta crisis se evidenció de manera especial en el Centro Vasco, que se fue quedando
vacío a lo largo de la primera década de los dos mil. Los jóvenes vasco-venezolanos, como
otros muchos diaspóricos de distintos países, se acogieron a los programas del Gobierno
Vasco y del Gobierno de Navarra. Fue el caso de las tres hermanas Leunda-Viscarret:
Irantzu y Leire participaron en el programa Gaztemundu, en 1996 y 1999, respectivamente,
e Izaskun fue becada por el Gobierno de Navarra a través del programa para emigrantes
navarros (1996-1997). Estas experiencias propiciaron el regreso de sus padres, Joseba
y Bakartxo, establecidos a partir de 1998 en Pamplona junto con Izaskun, y a los que se
unieron, algo después, Leire (2000) e Irantzu (2001), e incluso la hermana de Bakartxo,
Itziar, que regresó con toda su familia en 2001. Los Leunda-Viscarret ejemplifican el retorno
de los emigrantes y exiliados venezolanos por motivo de la crisis económica y social del país,
que lo han ido abandonado a partir de la segunda mitad de los años noventa para regresar al
País Vasco. El retorno de Bakartxo, Irantzu, Leire e Itziar al País Vasco supuso para el Centro
Vasco la pérdida de toda una saga familiar de profesoras de danza. Esta responsabilidad
docente quedó en manos de Iñaki Amenabar, fallecido en 2008, y Unai Azpiritxaga80. Hoy
los grupos de bailes han desaparecido. Azpiritxaga, su familia y allegados se limitan a bailar
en determinadas festividades como el Aberri Eguna, aunque ya sin realizar ensayos previos.
Al vacío dejado por los que tomaban el pasaje hacia Europa habremos de unir el de los
propios vasco-caraqueños, que dejaron de acudir habitualmente a la sede de El Paraíso por
residir en su mayor parte en el otro extremo de la ciudad. Hubo un intento en los años noventa
de cambiar la sede de la Euskal Etxea al Este de la ciudad; no prosperó por la inversión
económica que implicaba. Hubiera sido su salvación, a la vista de que otros centros ubicados
en ese sector de Caracas, como el italiano, el catalán o el asturiano gozan de excelente salud.
Por su parte, los jóvenes vasco-venezolanos que quedan apenas se muestran interesados
en participar en Gaztemundu, programa que, por otra parte, ha perdido buena parte de los
alicientes que tenía en sus primeras ediciones, y tampoco son muchos los que participan en
el Congreso de colectividades vascas celebrado cada cuatro años81.
79. William DOUGLASS, “Intervención”, Euskaldunak munduan, construyendo el futuro. Congreso Mundial
de Colectividades Vascas-Euskal Gizataldeen Mundu-Batzarra, Vitoria-Gazteiz: Eusko Jaurlaritza, 1995, p. 26.
80. Vid. una entrevista sobre su faceta como artista cerámico en Maialen AZPIRITXAGA ZUBIZARRETA,
“Artistas vasco-venezolanos. Unai Azpiritxaga Badiola”, Jazoera, 19 (enero de 2012), pp. 5-6.
81. En la edición 2011 de Gaztemundu, cerrada con el Congreso Mundial de Colectividades Vascas, participa-
BACOA 65
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Las actividades del Centro Vasco se circunscriben en la actualidad a las festividades
tradicionales ya apuntadas, el día de las amatxus (‘mamás’) y los aitas (‘papás’), a una misa
celebrada el primer domingo del mes, funerales, alguna comida puntual y un partido de
pelota al mes. Ante esta situación el Centro hubo de abrirse a socios no vascos, interesados
singularmente por las instalaciones deportivas y la piscina, lo que permitió mantener el
número actual de miembros en unos 300. Por su parte, el Gobierno Vasco continúa dando
ayudas a la Eusko Etxea para efectuar ciertas infraestructuras.
El esplendor de antaño se plasmaba en la presentación de varias candidaturas para
dirigir el Centro. Ahora solo se presenta una única “plancha”. La Junta directiva elegida
para el período 2012-2013 está conformada por Pedro Arriaga (presidente), Koldo Zugadi
(vicepresidente), María Teresa Arriaga (tesorera), Mikel Viscarret (secretario), Antonio
Arriaga (vocal), Vicente Corostola (vocal), Víctor Ballatori (vocal) e Iker Ruiz de Sabando
(vocal juvenil)82. La gerencia del Centro corresponde a Txomin Viscarret, hermano de
Bakartxo y padre de Mikel, que reside en el propio edificio; y la presidencia a Pedro Javier
Arriaga, antiguo alumno de la ikastola Venezuela-Euzkadi, joven dinámico que desde hace
un par de años intenta paliar la crisis del Centro a través de la difusión de un boletín mensual,
ron una treintena de jóvenes pertenecientes a 26 centros vascos de seis países: Argentina (23), Brasil (1), Colombia (1), Chile (2), Uruguay (2) y Venezuela (una participante), Idoia María Arriaga Camargo, única en postularse por la Eusko Etxea de Caracas. Vid. información en Jazoera, 7 (octubre de 2001), p. 2.
82. Jazoera, 11 (febrero de 2012), p. 2.
66 BACOA
Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año III. Vol. 3. N° 6. Julio – Diciembre, 2013.
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM).
Autor: Roldán Jimeno Aranguren. Título: El exilio vasco en Venezuela: identidad política, iniciativas institucionales y folclore, p.p. 38-67.
Jazoera, que tiene como “intención unir y acercar a nuestra comunidad vasca de Venezuela”83,
y donde se da cuenta pormenorizada de las actividades desarrolladas por la Eusko Etxea de
Caracas y de otras venezolanas, convocatoria de asambleas del Centro, actos sociales, recetas
gastronómicas, refranes, historia de los vasco-venezolanos, anécdotas, información sobre
becas del Gobierno Vasco, etc.; está ilustrado con abundantes fotografías actuales e históricas.
No solo eso. Este boletín electrónico llega también a los vasco-venezolanos regresados en un
momento u otro al País Vasco, lo que contribuye a mantener unida a toda la comunidad en
unas mismas vivencias y recuerdos.
El entusiasmo del Centro para hacer frente a las dificultades queda plasmado en
el editorial de Jazoera de septiembre de 2012, en el que Pedro Javier Arriaga recuerda el
esfuerzo enorme
de algunas personas logrando realizar no solo las fiestas casi
obligatorias, sino también nuevos eventos, los partidos de mano
en cada Domingo de Misa, algo que habíamos perdido, y más. En
la situación de nuestra sede en estos últimos años, como en otras
Eusko Etxeas de muchas partes de nuestra extensa diáspora, que
nos lo han manifestado, donde cada día se debe realizar un mayor
esfuerzo no solo monetario, sino humano, para mantener la vida
dentro de las casas vascas, nos llena de gozo cada vez que logramos
reunir un gran grupo de la comunidad vasca venezolana que asiste
a la convocatoria de la directiva, motivados por la dedicación y
corazón que se pone en la realización de los eventos, y mayor es
la alegría cuando contamos en estos eventos con jóvenes de la
tercera y cuarta generación de vascos venezolanos, en los cuales
ya esta Tierra de Gracia de Venezuela forma parte de sus genes y
su intelecto, pero que nunca pierden esa llama y sangre vasca que
late fuerte dentro de ellos llamándolos a manifestarse en nuestras
Eusko Etxeas84.
Recibido: 01 / 08 / 2013
Aprobado: 16 / 12 / 2013
83. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “editorial”, Jazoera, 20 (noviembre de 2012), p. 1.
84. Pedro Javier ARRIAGA AGUIRRE, “editorial”, Jazoera, 18 (septiembre de 2012), p. 1.
BACOA 67

Documentos relacionados