Mapa del terrorismo islámico un año después de la muerte de

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Mapa del terrorismo islámico un año después de la muerte de
Mapa del terrorismo islámico un año después de la muerte de Osama Bin Laden
Miércoles 02 de Mayo de 2012 04:26
    Análisis del terrorismo internacional
Al cabo de una década de incesante búsqueda dentro del hostil entorno islámico extremista,
unidades de las Fuerzas Especiales de la Armada de Estados Unidos, abatieron a Osama Bin
Laden, cabecilla principal de Al Qaeda, responsable de los ataques terroristas contra Estados
Unidos el 11 de septiembre de 2001, y el delincuente más buscado del mundo.
La noticia captó la atención de los medios de comunicación en el planeta y produjo toda
clase de suposiciones respecto a la previsible reacción de los terroristas, contra los intereses
vitales de Estados Unidos y por extensión los de las democracias occidentales e Israel.
La mayor parte de los análisis se enfocaron en eventuales retaliaciones y probables cursos
de acción de los sucesores de Bin Laden. Pocos enfoques analíticos abordaron el tema de cuál
sería la conducta político-estratégica y sus consecuencias de la línea operativa militar del
Pentágono contra miles de células durmientes de la red terrorista dispersas por el globo
terráqueo, empecinadas en crear el gran califato salafista, destinado a aplastar a los infieles
occidentales y los apóstatas musulmanes, con la circunstancia agravante que desde hace años
tejen contactos con las Farc y los gobiernos pro terroristas del hemisferio occidental.
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1. Cinematográfica incursión aeroterreste
El sorpresivo ataque de los Navy Seals fue precedido por una minuciosa y costosa labor de
inteligencia militar, que incluyó empleo de sofisticada tecnología de punta para interceptar
comunicaciones, verificar movimientos migratorios de terroristas identificados, infiltración de
agentes de inteligencia en las células de Al Qaeda incrustadas en territorio norteamericano,
filmaciones de alta resolución con mini-cámaras de video, empleo de satélites, y empleo de
grupos humanos de reconocimiento, observación y análisis en tierra sobre objetivos de alto
valor estratégico.
Confirmada y reconfirmada la información del escondite de Bin Laden, las tropas que
realizaron el asalto aerotáctico sobre la mansión donde se refugiaba el jefe terrorista, fueron
transportadas en helicópteros de última generación, adecuados para eludir la vigilancia de
radares, minimizar el ruido de las aspas durante la aproximación, además de estar recubiertos
con una capa de pintura que los hacía casi imperceptibles para la observación antiaérea.
La acción en el objetivo fue rápida, contundente y demoledora. En pocos minutos los
comandos terrestres descendieron por sogas sobre el objetivo, destruyeron uno de los dos
helicópteros en que llegaron al lugar, localizaron y dieron de baja Bin Laden, extractaron su
cadáver y salieron de Pkistán sin ser detectados ni interceptados por las unidades de defensa
antiaérea y seguridad nacional pakistaníes.
Realizada la confirmación científica del ADN de Bin Laden, mesurado y directo, Barack
Obama, notificó al mundo entero, que tropas de su país habían abatido al terrorista más
buscado y más peligroso del mundo.
En esta incursión, los Navy Seals combinaron con absoluta precisión los principios
universales de la guerra, con especial énfasis en el Objetivo, la Unidad de Mando, la Sorpresa
y las medidas de seguridad.
Sin duda, Operación Jerónimo es una incursión aeroterrestre paradigmática en la guerra
contra el terrorismo islámico y una refrendación a lo iniciado por Israel y Colombia con métodos
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de defensa activa al traspasar fronteras para golpear estructuras terroristas protegidas por
gobernantes de doble moral, que en el futuro se repetirán estas y otras acciones audaces
contra los terroristas en cualquier lugar del globo terráqueo.
2. Pakistán en el ojo del huracán
La sorpresiva acción militar que culminó con la muerte de Bin Laden en Abbotabad se
escenificó en los alrededores de un exclusivo complejo militar pakistaní, dentro del cual los
influyentes servicios de inteligencia de ese país (ISI), ejercen especial control e influencia,
situación que demostró complicidad de fuerzas armadas élite pakistaníes con la red Al Qaeda y
confirmó las sospechas que de ellos tenía la Cia, cuando decidió infiltrarlos para llegar al gran
objetivo.
Aunque por obvias razones el gobierno pakistaní negó cualquier cordón umbilical con la red
extremista islámica, con habilidoso ingenio el alto mando militar estadounidense destacado en
Afganistán, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Casa Blanca, fingieron creer en la
supuesta inocencia y buena del gobierno de Pakistán.
Con base en la importante documentación incautada en Abbotabad, en lugar de reducir la
presión militar, las fuerzas norteamericanas incrementaron los ataques con aviones no
tripulados conocidos como los drones, contra epicentros claves de Al Qaeda, ubicados dentro
del territorio pakistaní.
Para el efecto y a sabiendas que parte de esos recursos pueden llegar a las células de Al
Qaeda, el gobierno de Barack Obama sostuvo la abultada ayuda militar a Pakistán, a partir del
compromiso del gobierno de Islamabad, de combatir el terrorismo e intercambiar con Estados
Unidos información sensitiva relacionada con las células de Al Qaeda.
En el terreno de los acontecimientos, la situación ha sido tensa y de mutua desconfianza.
Reflejo de esta situación fue el confuso ataque de la aviación estadounidense contra una
unidad militar pakistaní acantonada en la zona fronteriza, con Afganistán en el que murieron 23
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soldados pakistaníes.
El escaso espacio de maniobra que tiene Pakistán al respecto, le ha granjeado dificultades
de gobernabilidad con sectores extremistas que cobijan a Al Qaeda, fuertes disensiones
internas entre quienes apoyan la política exterior pakistaní encabezada por extremistas
incrustados en ISI que son seguidores de Bin Laden, y el amplio espacio de tránsito que tienen
los integrantes de Haqqani para desarrollar el proceso revolucionario de reclutamiento,
indoctrinamiento y envío de células terroristas a diversas partes del mundo.
3. Presencia activa de Al Qaeda en Afganistán, Yemen, Somalia e Irak
Pese a la muerte de Osama Bin Laden y de otros cabecillas, las células salafistas de Al
Qaeda se han multiplicado en Afganistán, Yemen, Somalia e Irak, e inclusive han conquistado
mayor apoyo de islamistas hijos de musulmanes nacidos en Reino Unido, España, Francia,
Alemania, Canadá. Australia y Estados Unidos.
Forzado por las circunstancias el gobierno de Barack Obama ha tomado decisiones
militares trascendentales contra el terrorismo islámico, en razón a que es financiado en buena
parte por el narcotráfico y el lavado de activos, que contrastan con su visión pacifista de
Estados Unidos hacia el resto del planeta y con la politizada distinción de Premio Nobel de Paz,
cuando ni siquiera completaba un año en la Casa Blanca, y tampoco había acumulado algún
mérito trascendental para recibirlo.
El empleo de los drones para bombardear santuarios terroristas en Pakistán, Yemen, Irak,
Somalia y Afganistán, ha producido resultados militares positivos a las Fuerzas Militares de
Estados Unidos, pero no en todos los casos favorabilidad a la política exterior de Washington,
debido a los daños colaterales causados a la población civil, y las consecuentes fricciones con
los gobiernos de los países afectados.
La tolerancia con el dictador yemení Alí Abdula Saleh, debido a que era un aliado en la
guerra contra Al Qaeda, pese a las atrocidades que cometió contra su pueblo en plena
primavera árabe, dejó una vez más en entredicho, la imagen del gobierno de Estados Unidos
ante la comunidad islámica y ante el resto del mundo.
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4. Conducta calculadora de Al Qaeda a la par con la primavera árabe
Debido a la conocida cercanía de algunos miembros de la Hermandad Musulmana con Al
Qaeda, algunas de sus células insertadas en el Magreb, Egipto, Siria y Yemen, trabajan
intensamente para sacar ventajas políticas y religiosas de la cascada de revoluciones.
Su proyecto geopolítico, geoestratégico y de universalización del islam extremista sigue en
pie. Por esta razón, Nigeria, Somalia, Kenya, Tanzania, Argelia, Libia, Malí, Marruecos, la
“república Tuareg” y Malí están en la mira.
La incapacidad del gobierno democrático de Malí para combatir las guerrillas
independentistas del norte del país, ligadas cultural y sentimentalmente a la etnia tuareg y con
amplios nexos con el derrocado régimen libio de Gadafi que los dotó con armas de alta
importancia para guerra irregular, pero infiltradas hasta la médula por las células salafistas de
Al Qaeda, ocasionó un golpe de Estado propiciado por jóvenes militares patriotas.
De inmediato, la comunidad africana apoyada por Europa y Estados Unidos bloqueó al
régimen golpista, que limitado en su espacio de maniobra condujo al país al caos y a la
inmediata declaración de independencia de Mali del Norte gobernado por elementos afines a Al
Qaeda.
Por su parte los piratas somalíes y las células terroristas que asedian a Kenya, son
orientados y estimulados por Al Qaeda, a la par con la labor proselitista permanente en los
demás países musulmanes.
5. Estados Unidos es el objetivo principal y el primero en la lista
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Aunque los servicios de seguridad nacional de Estados Unidos han mejorado la capacidad
de prevenir atentados terroristas, al detectar las células e impedir los ataques, esto no significa
que el nivel de la amenaza se haya reducido ni mucho menos que Al Qaeda haya cambiado de
objetivos.
En este sentido, cualquier indicio o señal que implique la posibilidad o la intención de un
ataque terrorista, demanda reacción inmediata de las autoridades norteamericanas y la
inmediata reacción para defender sus intereses dentro y fuera del país.
Los documentos incautados a Osama Bin Laden en Abbotabad indican la intención de Al
Qaeda de atacar con contundencia similar o superior a la del 11 de septiembre de 2001, el
sistema de transporte ferroviario de personas y carga, las aerolíneas comerciales, la sede de
gobierno federal en Washington, el downtown de Manhattan en New York, los principales
aeropuertos del país, y en general todo aquello que implique daños de alta importancia al
odiado imperio capitalista.
Por razones obvias, el gobierno federal invita a conservar la calma y a aceptar que las
situaciones están controladas, pero los funcionarios encargados de verificar las medidas de
seguridad, reciben elevada cargas de presión para cumplir su trabajo e impedir que de una u
otra forma los terroristas logren su cometido.
6. El tenso ambiente geopolítico mundial facilita el terrorismo islámico
Son muchas y variadas las ocupaciones que encara la Casa Blanca, para enfrentar con
éxito el terrorismo islámico, el narcoterrorismo comunista de América Latina, la crisis
económica mundial, la primavera árabe y las dificultades de sus aliados, las amenazas
nucleares de Irán y Corea del Norte, la doble moral de China y Rusia, la sinuosidad de las
relaciones internacionales con Europa Occidental y la marcada dependencia de Africa de los
apoyos económicos que brinda Estados Unidos al empobrecido continente.
Desde la época de la guerra fría, el gobierno de Estados Unidos ha enfrentado una oleada
de propaganda y desprestigio, a veces con razón otras si ella, contra lo que significa la
poderosa nación americana en el flujo de interacciones con los demás países, en especial los
musulmanes y el tercer mundo, donde ha florecido el odio y la violencia en contra del
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capitalismo.
En ese entorno es lógico deducir que en amplios escenarios del delito permeados por
narcotráfico, tráfico de armas y lavado de dinero, el terrorismo islámico de Al Qaeda, Hizbolá y
Hamas, o el terrorismo comunista de las Farc, los enemigos declarados de Estados Unidos,
auspiciados o respaldados por gobiernos antiyanquis como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Irán, Corea del Norte y otros, signa inmersos en los contenidos de sus planes estratégicos de
guerra revolucionaria comunista o de revolución extremista religiosa, para destruir la civilización
occidental que encabeza Estados Unidos.
Los atentados terroristas ocurridos después de la muerte de Osama Bin Laden, en países
como Afganistán, Pakistán, Francia, Indonesia, Egipto, Yemen, Somalia, Kenia, Irak, el
Cáucaso y otros puntos; así como el imparable tráfico de armas de combate tipo infantería y le
creciente industria del narcotráfico, infieren que la guerra contra el terrorismo hasta ahora está
en una etapa primaria, que la lucha contra las drogas es primera prioridad internacional, y que
por tratarse de seria agresiones contar el destino de la humanidad, la respuesta contra el
terrorismo internacional, debe ser articulada y conjunta.
He ahí la más cruda conclusión un año después de la muerte de Osama Bin Laden. El jefe
terrorista fue eliminado, pero su organización continuó intacta, sin que los gobiernos de
Pakistán, Afganistán, Siria, Egipto, Libia y los demás afectados, hayan tomado las medidas de
fondo para combatir y neutralizar miles de células clandestinas de Al Qaeda.
Por ahora la guerra contra el terrorismo continúa y debe ser combatida con mayor
vehemencia que lo hecho hasta ahora. De lo contrario el problema persistirá.
Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos
www.luisvillamarín.com
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