Cuarta Decada

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Cuarta Decada
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CUARTA
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Polo Acuático Kwuayana (2)(Japón)
vs Sandic (10)(Yugoslavia) chocan
en jugada.
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Gral. José de J. Clark Flores.
1960-1966
Prof. Antonio Haro Oliva.
1966 - 1971
Profr. José García Cervantes
1971 - 1976
Un solo objetivo: MEXICO ‘68
La Confederación Deportiva Mexicana informó, en marzo de 1964, que el Instituto de la
Juventud Mexicana colaboraría estrechamente con ella y con la Escuela de Educación
Física en los preparativos de los Juegos Olímpicos. Y en el transcurso de ese mes, Víctor
Luque Salanueva presentó su renuncia a la vicepresidencia del COM, por motivos personales,
en tanto que el jefe del Poder Ejecutivo inauguró los cursos del Instituto de Capacitación
Deportiva (ICD) del que ya habían egresado 78 técnicos nacionales.
Días después, en abril, la atención de los mexicanos se centró en la gira que el popular
equipo Guadalajara, “campeonísimo” tras ganarle 2-0 al América en el estadio de CU,
emprendería en Europa.
El 30 de abril, dos goles de Salvador Reyes rescató el empate 2-2 ante el Barcelona, en el
“Nou Camp”, pero se perdió al delantero Héctor Hernández, por lesión. Después, se
igualó 1-1 con el Real Gijón. Se perdió 3-2 ante el Sevilla. Posteriormente se obtuvieron
victorias de 1-0 sobre el Lille francés y el Standard de Lieja, de Bélgica. Se tuvo una
nueva derrota, 2-1 ante el Werder Bremen alemán, y otro revés, ahora ante el Slovan de
Bratislava. Empates 2-2 ante el Angers y 1-1 ante el Rouen, ambos franceses, para
concluir la extensa gira con la caída de 2-1 ante el Mestalla. Diez partidos en 28 días. Dos
triunfos, cuatro empates e igual número de derrotas. 14 goles a favor —9 de Salvador
Reyes— y 12 en contra.
El 14 de agosto fue, sin duda, un día muy especial en la vida del general Humberto
Mariles Cortés. Ese día, de 1948, se cubrió de gloria al conducir a “Arete” al triunfo
individual y por equipos en los Juegos Olímpicos de Londres; 16 años después, conducía
un Chevrolet rojo, convertible, y regresaba a su casa en las Lomas, luego de asistir a la
inauguración de unas rotativas del diario deportivo La Afición, cuando, en el Periférico,
tuvo un altercado con el contratista Jesús Velázquez Méndez, que guiaba otro Chevrolet,
sedán, último modelo. Este último —se certificó que estaba en estado de ebriedad— se le
cerró continuamente —según testigos— hasta que, cerca de la Fuente de Petróleos,
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El propio Mariles y un policía, que se había acercado al lugar de los hechos, subieron a
Velázquez al convertible rojo y lo llevaron a la Cruz Roja, en Ejército Nacional. El militar
y caballista, por años orgullo del deporte nacional, permaneció ahí hasta que los doctores
que atendían al herido aseguraron que estaba fuera de peligro.
Incluso, momentos después, Mariles se encargó del traslado de Velázquez Méndez a un
sanatorio particular. Se puso a disposición de las autoridades correspondientes y solicitó
su defensa a los licenciados Adolfo Aguilar y Quevedo y Arturo Chaim.
Velázquez Méndez, que estaba en libertad bajo fianza tras balacear a otros conductores,
en la carretera México-Puebla, llevaba una vida desordenada e incurría regularmente en
intoxicación alcohólica. El contratista falleció ocho días después del incidente... cuando al
parecer se encontraba fuera de peligro.
El dictamen: murió por peritonitis generalizada y edema pulmonar, complicaciones de la
herida de proyectil de arma de fuego penetrante de vientre y tórax.
Un punto de vista del doctor Pedro Barajas: “... las lesiones no necesariamente ponían en
peligro su vida”.
Tras un largo proceso, al general se le encontró culpable y se le condenó a 9 años de
cárcel, veredicto que apeló el Ministerio Público por considerarlo muy benigno; apeló
también Aguilar y Quevedo.
Finalmente, el magistrado Celestino Porte Petit declaró a Mariles Cortés culpable de
homicidio calificado con ventaja y le duplicó la sentencia: 20 años de prisión, en Lecumberri.
Pero los abogados del militar no se rindieron... como tampoco lo hizo el orgulloso general,
que había dado dos medallas de oro olímpicas a la nación. Y que años atrás, en aquel
incidente en Los Pinos, “por unos candiles”, había enfurecido a los hombres en el poder.
En 1967, otro giro daría este caso...
En septiembre, en el antepenúltimo mes de su gobierno, el licenciado Adolfo López
Mateos inauguró los sextos Juegos Deportivos del Distrito Federal, en los que compitieron
15 mil atletas en diferentes fases. Hecho que no soslayó el presidente del Comité Olímpico
Internacional, Avery Brundage, quien dio su más amplio reconocimiento público a la labor
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ambos se detuvieron y discutieron. Velázquez sacó de su auto una espátula para quitar
llantas para agredir con ella al militar y éste, caído, sacó su pistola y le disparó, según
constó en averiguaciones de los peritos.
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ejemplar del presidente López Mateos y a la Confederación Deportiva Mexicana que,
entre otras fructíferas actividades, había organizado competencias infantiles y juveniles
como promoción del verdadero deporte amateur.
Por otra parte, la afición al boxeo estaba de plácemes. Vicente Saldívar, el peleador
zurdo que representara a México en los Juegos Olímpicos de Roma y que fuera despojado
del triunfo en su combate ante el suizo Ernest Chervert, coronó sus habilidades y ganó el
título mundial de peso pluma al acabar con la leyenda cubana, Ultiminio Ramos, al
vencerlo por nocaut técnico en el undécimo asalto, en la memorable función realizada en
el Toreo de Cuatro Caminos.
El mal recuerdo de Tokio
Pero la cita olímpica de Tokio estaba a la puerta...
Japón regresaba, a través del deporte, al mundo, tras aquella infausta aventura en Pearl
Harbor y el mal recuerdo de haber sido su suelo presa de la destrucción de las primeras
bombas atómicas, en Hiroshima y Nagasaki, en los primeros días de agosto de 1945...
Mientras que en México atraían la atención los últimos actos, giras e inauguraciones que
despedían el sexenio del presidente López Mateos, al tiempo que se aceleraban los
preparativos para la toma de posesión del presidente electo, Gustavo Díaz Ordaz, el
primero de diciembre, en el flamante Palacio de las Bellas Artes.
Eran tiempos de la inauguración del Museo Natural de Historia; del triunfo inesperado de
John Surtees, luego del abandono de Jim Clark en la última vuelta, del Gran Premio de
Fórmula Uno de México; que los bonos mexicanos, con valor de 35 millones de dólares
que se colocaron en el mercado mundial por el gobierno federal, mostraban la confianza
que el mundo tenía en México; y del llamado del líder soviético Leonid Brezhnev pidiendo
una “coexistencia pacífica y desarme total”.
Pero, en ese 1964, nada “robó” cámara como el anuncio de Guillermo Cañedo de que
México sería sede del Mundial de 1970, tras ganar la elección en el congreso de la
Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), celebrado el 8 de octubre, en el frío
y lluvioso Tokio.
Como si se tratara de un entrenador de un equipo de fútbol, Cañedo, hábil estratega,
conjuntó perfectamente los esfuerzos de su gente: don Antonio Obregón, Pedro Pons,
Ignacio Gómez Urquiza, José Jaime, Jenaro Pérez González, Jorge Antonio Plata, Alberto
Gómez Obregón, Joaquín Soria Terrazas, Luis Gutiérrez y Josué Sáenz, entre otros, para
obtener una resonante victoria sobre Argentina.
En el momento de la dramática votación, se abstuvieron Francia, Bélgica, España y
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En el plano directivo, se había logrado el éxito, pero en lo deportivo... En los Juegos
Olímpicos de Tokio, inaugurados el 9 de octubre de 1964, la delegación mexicana
encabezada por el general José de Jesús Clark Flores tuvo una menos que discreta
actuación: de nueva cuenta una sola medalla, la de bronce, por el boxeador Juan Fabila.
En cambio, Estados Unidos obtuvo 85 preseas de oro y la Unión Soviética le siguió con 76.
Ante esta actuación, que muchos —principalmente los periodistas—consideraron “como
uno de los más grandes fracasos deportivos”, el jefe del conjunto nacional declaró que
“el deporte mexicano se ajustará a la planeación adecuada e inteligente, de manera que
cumpla su objetivo principal de fortalecer corporal y espiritualmente a nuestro pueblo”.
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Suiza. A favor de Argentina votaron Inglaterra, Irlanda y Malta, entre otros, pero el voto
africano, el de centro y norteamérica y el asiático fue determinante. Marcador: 56-32.
Sin lugar a dudas. Incluso, el doctor Raúl Colombo, dirigente argentino, fue el primero
en felicitar a un eufórico Guillermo Cañedo.
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Las críticas y comentarios crearon en nuestro país una serie de reflexiones. México
concurrió a Tokio con una numerosa delegación por dos motivos principales: a competir y
a aprender, pero sobre todo por imagen. ¿Cómo presentar una reducida delegación si
años después seríamos los orgullosos anfitriones?
La prensa, a coro, buscó culpables. E hizo hincapié en que, sexenio a sexenio, el gobierno
otorgaba generosos presupuestos al deporte sin conseguir el éxito deseado en las
competencias.
Pero Clark Flores salió, con bien, del maremágnum... como lo hizo en el congreso del
Comité Olímpico Internacional, efectuado en la capital japonesa previo a los juegos,
para explicar las condiciones en que podrían desarrollarse las competencias de 1968 en la
ciudad de México, que en esa fecha tendría 7 millones de habitantes y suficientes vías de
comunicación.
En los primeros días de noviembre, el titular de la CDM y del COM envió un mensaje de
felicitación al presidente electo de México, licenciado Gustavo Díaz Ordaz, quien ya había
manifestado que compartía, con orgullo y responsabilidad, el honor concedido a nuestro
país de organizar la XIX Olimpiada.
Asimismo, el presidente López Mateos comentó el 11 de noviembre que nuestro país
estaría listo y mejor preparado que Tokio para cumplir satisfactoriamente su compromiso
olímpico, y agregó que en la fecha prevista para la competencia, octubre de 1968, las
condiciones que privarían en el mundo serían considerablemente superiores en todos los
aspectos.
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Tal como estaba programado, el 1 de diciembre de 1964, Gustavo Díaz Ordaz fue declarado
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos...
Y cuatro días después se instauró la comisión técnica del Comité Organizador de los XIX
Juegos Olímpicos, que estuvo integrada por Manuel Aguilar, Manuel Aréchiga, Eutiquio del
Valle Alquicira y Ricardo Contreras, quienes informaron que únicamente 19 deportes
habían sido incluidos en el programa.
En la Asamblea General de fin de año de la CDM, Clark Flores recalcó a los dirigentes de
sus federaciones que la agrupación iba a realizar un plan de trabajo más eficiente y de
coordinación con otros medios en beneficio del deporte. Recordó que Adolfo López Mateos
siempre tendió su mano de amigo a la Confederación, y que el presidente Díaz Ordaz le
había hecho a ésta el más amplio ofrecimiento de ayuda, lo mismo que al Comité
Olímpico Mexicano. En la asamblea anual fue elegido Fidel Luna Herrera como
vicepresidente de la CDM.
Si bien fue cierto que las relaciones entre Díaz Ordaz y el general Clark Flores no eran del
todo buenas, ambos sabían que el respeto al trabajo mutuo los llevaría de la mano al
éxito en el deporte.
Incluso, un hecho anecdótico entre ambos quedó grabado entre quienes lo supieron de
primera mano.
Sucedió así:
Colérico e indignado por la tardanza del regente Ernesto P. Uruchurtu en devolverle
firmadas las 114 invitaciones que urgentemente debían ser enviadas a los países que
asistirían a los Juegos Olímpicos, el general Clark Flores acudió a las oficinas del jefe del
Departamento del Distrito Federal y, al ver las misivas, unas firmadas y otras no, le dijo
al secretario del jefe capitalino:
—Dígale al señor Uruchurtu que ¡estas invitaciones son mías y que, por lo tanto, me las
llevo...!
Ya en su oficina del CDOM, la calma volvió al general, que mandó llamar a Waldo, su
diseñador.
—¡Fírmalas!... Fue la orden.
Al día siguiente, Clark Flores se presentó en Los Pinos y expuso, ante el presidente Díaz
Ordaz, su atrevimiento ante la evidente negligencia del regente, y la urgencia de enviar
las invitaciones, como exigía el COI.
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Y nació el CDOM
No obstante esa “pared”, uno de los pocos obstáculos para el militar, 1965 fue un año de
intensa actividad para Clark Flores.
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—No me quedó más remedio —dijo el general al Primer Mandatario— que recogerlas y
pedirle a Waldo que las firmara...
—¿Y quién es Waldo?, —preguntó intrigado Díaz Ordaz.
—Mi dibujante, señor.
Clark Flores sintió alivio cuando escuchó la carcajada presidencial.
Quien no rió, después, fue Uruchurtu. Su relación con los militares era muy cortante,
excesivamente...
También para los estadounidenses que comenzaron el desembarco masivo de sus tropas
en Vietnam del Norte e intensificaron sus ataques navales y aéreos, al no poder derribar
al régimen del “Tío Ho”: Ho Chi Minh, que creó la República Democrática de Vietnam,
con el apoyo de China y de otros países socialistas. Una lucha heroica, auténtica “guerra
de guerrillas” frente al poderío militar de Estados Unidos... que años después aceptaron
su derrota y abandonaron el sudeste asiático.
La promesa del general Clark era contar, para el ’68, con un mejor equipo competitivo
para “nuestros” juegos, pero sabía bien que no bastaba tener instalaciones deportivas
de “primer mundo” ni ver el avance de las majestuosas obras y sedes olímpicas, aún en
construcción.
De esta forma, la gran idea de Clark y de Víctor Luque fue tener un centro deportivo,
una instalación exclusiva para el deporte y sus deportistas; una especie de laboratorio
para la preparación de los atletas, y centro de capacitación para los entrenadores. Esto
se concretó en mayo de 1965 cuando el presidente Díaz Ordaz puso en funcionamiento el
CDOM. Como primer director del CDOM fungió el coronel Luis Granados Alamillo;
posteriormente lo hicieron el ingeniero Jorge Gilling Cabrera y, en la última fase preolímpica,
el doctor Eduardo Hay.
El presidente de la Confederación puso a disposición del nuevo centro deportivo a un
buen número de afamados entrenadores extranjeros, esencialmente el grupo de polacos
encabezados por Jerzy Hausleber y Tadeuz Kempka, que había contratado con el fin de
mejorar la calidad de sus equipos. Su idea era que éstos, además, instruyeran a los
nacionales, realizaran un efecto multiplicador, pero su idea y esfuerzo no fructificó; sin
embargo...
El 21 de mayo fue integrado el consejo administrativo del CDOM: presidente, José de
Jesús Clark Flores; vicepresidente, Juan Figueroa Peralta; secretario, Carlos de Anda. En
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la ceremonia, López Mateos presenció la instalación de ese cuerpo ejecutivo que iba a
dar magníficos resultados en el entrenamiento de los atletas seleccionados.
Así, los dos grandes líderes del deporte nacional, Adolfo López Mateos y José de Jesús
Clark Flores, entre los que había una gran simpatía recíproca y respeto por sus propias
ideas, acordaron establecer como base al Centro Deportivo Olímpico Mexicano (CDOM),
que tendría a su cargo la preparación de los atletas nacionales seleccionados para las
competencias de los Centroamericanos de 1966, de los Panamericanos de 1967 y de la
justa olímpica de 1968.
La imagen del carismático López Mateos era aún muy intensa y positiva y, para el
compromiso olímpico, Díaz Ordaz no podía privarse de un elemento así, por lo que
decidió nombrarlo presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos México
’68.
López Mateos tomó posesión de ese cargo el 1 de julio de 1965 en el curso de una
ceremonia a la que asistieron más de 300 personas. Y externó que se comprometía a
consagrar todo su esfuerzo en la gran responsabilidad que entrañaba la realización de
esta competencia deportiva... sin embargo, como si una sombra quisiera empañar el
esfuerzo del entusiasta ex primer mandatario, su salud era minada poco a poco por dos
aneurismas. Hasta que, el 16 de julio de 1966, pocos días después de regresar de Roma,
muy a su pesar, el ex presidente de la República renunció a su cargo.
Categórico, con su habitual adustez, el presidente Díaz Ordaz sostuvo que el gobierno
haría las obras necesarias para los juegos de 1968, desechando gastos inútiles, y aseguró
que las instalaciones deportivas previstas no serían inferiores a las que construyeron
Italia y Japón, consideradas como prototipos de conjuntos olímpicos.
El jefe del Poder Ejecutivo inauguró, el 19 de octubre de ese año, los Juegos Nacionales
Infantiles y Juveniles de Promoción Preolímpica, en compañía de López Mateos y Clark
Flores. Durante la ceremonia, el presidente de la CDM comentó que sus 35 federaciones
se habían afiliado al Comité Olímpico Mexicano, hecho que significaba la unificación del
deporte amateur mexicano.
Además, se había logrado un sonado éxito al celebrar, del 11 al 18 de octubre, la primera
Semana Deportiva Internacional, creada por el general Clark Flores con tres fines: primero,
acallar las críticas y borrar los supuestos peligros y demás argucias que esgrimían los
europeos para competir en las condiciones ambientales y de altura de la ciudad de
México; segundo, que la competencia serviría de preparación para los deportistas mexicanos
y, tercero, de que las competencias fueran una excelente práctica para el sistema de
organización.
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Daniel Rebillard
(Francia) 400 m
Persecución
Individual.
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En esta primera semana, casi un centenar de científicos y 240 deportistas, de 18 naciones,
se dieron cita y compitieron en atletismo, boxeo, ciclismo, esgrima, natación y clavados,
con un rotundo éxito en lo deportivo y lo organizativo. Y, por supuesto, se desterró el
mito de la altura; ya era cosa del pasado, ya que se corroboró que los deportistas bien
preparados estaban aptos para competir e, incluso, en varias pruebas, con mejores
perspectivas de éxito.
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En su primer informe de gobierno, Díaz Ordaz ratificó y reconoció que aun cuando
nuestro país tendría una potencialidad limitada ante los maravillosos atletas del mundo,
“para nosotros los Juegos Olímpicos serán una fiesta de recreo, acercamiento y simpatía
enmarcadas en la tradicional hospitalidad mexicana”, asegurando que muy ajenos a
cualquier preponderancia deportiva, la satisfacción que se perseguiría era la de ofrecer
una hospitalidad sin distingos a todos los países que concurrieran. Y que, lo que fuera
necesario hacer, se haría. “México estará listo —prometió— para la gran cita”.
En la Asamblea Ordinaria de la Confederación Deportiva Mexicana, efectuada el 18 de
diciembre, al presentar el calendario de actividades de 1966, Clark Flores anunció que se
cerraba el año con labores de tal magnitud que, en otros tiempos, se hubiera creído
imposible lograr.
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El “temblor” deportivo...
Sin embargo, del optimismo inicial se pasó al nerviosismo en ese 1966.
En enero, la Confederación Deportiva Mexicana resintió la pérdida de su vicepresidente,
Fidel Luna Herrera —presidente de la Federación Mexicana de Esgrima—, fallecido en un
accidente automovilístico. Para ocupar interinamente ese cargo fue nombrado Antonio
G. Mariscal, vocal de la agrupación.
Por su parte, el presidente Díaz Ordaz inauguró, el 29 de marzo, el majestuoso Estadio
Azteca, obra colosal de un consorcio privado, producto de la imaginación de un cuerpo de
arquitectos, guiados por don Pedro Ramírez Vázquez. Un coso que podía albergar a 100
mil aficionados y constituir un soporte extraordinario para las competencias olímpicas, y
posteriormente la Copa del Mundo de fútbol. A la ceremonia oficial, plena de colorido por
los espectáculos que se presentaron, asistió como invitado de honor el presidente de la
FIFA, sir Stanley Rouss. Y funcionarios y público atestiguaron el empate 2-2 entre el
América de México y el Torino italiano.
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Construcción de la Alberca Olímpica
Mientras tanto, la capacitación adecuada que recibían en el CDOM los atletas nacionales
comenzó a dar sus frutos. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe, inaugurados el
11 de junio en Puerto Rico, la delegación mexicana, integrada por 192 deportistas, ganó
82 medallas (39-22-21), destacando el nadador Guillermo Echevarría, quien se adjudicó
diez medallas, de las cuales ocho fueron de oro.
Pero vendría, en los días siguientes, el “temblor” deportivo...
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Las renuncias casi sucesivas de López Mateos y de Clark Flores a sus respectivos cargos
causaron asombro en las instituciones deportivas de México y, sobre todo, en el extranjero,
donde ambos eran muy apreciados por su talento y habilidad.
El 16 de julio Adolfo López Mateos presentó al jefe del Ejecutivo su renuncia como
presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos, debido a la migraña que
le producía intensos dolores de cabeza, desde varios años atrás, y que le impedía cumplir
eficientemente la misión que le había sido asignada el año anterior.
Inmediatamente, Gustavo Díaz Ordaz nombró como sucesor al arquitecto Pedro Ramírez
Vázquez, quien se comprometió a continuar el programa de trabajo del ex mandatario.
E, incluso, a mejorarlo...
Posteriormente, en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, el presidente Díaz
Ordaz inauguró, el 18 de septiembre, los octavos Juegos del Distrito Federal, en los que
participaron en todas sus fases 100 mil atletas. En el acto, un puñado de ellos puso en
relieve los alcances del programa elaborado por el titular de la CDM para el fomento de
las competencias entre la juventud.
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A su vez, el general Clark Flores dimitió el 26 de octubre a las presidencias de la
Confederación Deportiva Mexicana y del Comité Olímpico Mexicano para asumir la
vicepresidencia del Comité Olímpico Internacional. De viaje en San Francisco, California,
Clark Flores dio a conocer la importante noticia, a través de una misiva enviada al
arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los Juegos
Olímpicos de México 68.
La histórica carta:
—Como es de su conocimiento, recibí el alto honor de ser designado vicepresidente del
comité ejecutivo del Comité Olímpico Internacional. En el ejercicio de tan alto cargo,
tengo el propósito de cumplir al máximo las responsabilidades inherentes al mismo, y
además brindar al comité organizador la más eficaz ayuda en la organización de los
juegos de la Olimpiada, facilitando los necesarios enlaces entre el propio comité organizador, el Comité Olímpico Internacional y las federaciones deportivas mexicanas, y es por
ellos que he resuelto retirarme de los diversos cargos directivos que hasta la fecha he
venido desempeñando en las organizaciones deportivas mexicanas y al efecto me permito hacerle de su conocimiento que he presentado las renuncias irrevocables del caso ante
las autoridades respectivas y ante el Comité Olímpico Mexicano. Puede usted tener la
certeza de que en el desarrollo de mis actividades seguiré prestando mi experiencia y mi
mejor colaboración a la tarea en la que todos los mexicanos estamos empeñados: el
éxito de la celebración de los juegos de la décimo novena Olimpiada.
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La renuncia del general impactó a las organizaciones; sin embargo, el interés nacional
estaba enfocado en los juegos. En la CDM lo sustituyó, por acuerdo del Presidente de la
República, el teniente coronel Antonio Haro Oliva, notable esgrimista que había sobresalido en torneos olímpicos y competencias mundiales; mientras que en el COM fue designado nuevo titular el doctor Josué Sáenz Treviño. A ambos, el secretario de Educación,
Agustín Yáñez, les dio posesión el 31 de octubre.
El nuevo presidente de la CDM, en la junta de promoción y coordinación deportiva
nacional, celebrada el 1 de diciembre, exhortó a todas las personas involucradas en el
desarrollo del deporte nacional a redoblar esfuerzos para lograr mayores estímulos destinados a los atletas. Prometió Haro Oliva que la CDM establecería un medio que garantizara la formación constante de competidores en todo el país. Y entre los objetivos que se
proponía lograr, mencionó la reorganización de la CDM, es decir, contar con un organismo con una mejor y mayor relación con la iniciativa privada para procurar fondos a la
agrupación; la movilización de dirigentes a través de nuestro territorio; la búsqueda de
talentos para las próximas competencias a nivel internacional y local; la planificación de
labores de los entrenadores, y la capacitación de árbitros y jueces.
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Falleció don Abelardo
Tras la sacudida, al año siguiente, 1967, las aguas tomaron su cauce.
En el plano internacional el primer triunfo de un piloto mexicano en la Fórmula Uno,
Pedro Rodríguez, causó impacto en la afición. Como conductor de la escudería CooperMaserati, Pedro se adjudicó el Gran Premio de Sudáfrica, en la pista de Kyalami.
Parecían buenos signos, pero fueron sólo momentáneos...
El 13 de febrero falleció el general Abelardo L. Rodríguez, ex presidente de la República y
fundador de la Confederación Deportiva Mexicana. Sus restos mortales fueron inhumados
en El Sauzal, Baja California, y el teniente coronel Antonio Haro Oliva, los miembros de
su Consejo Directivo y los presidentes de las federaciones tributaron un homenaje a la
memoria del hombre que, entre otras tareas de suma importancia para el desarrollo
nacional, impulsó firmemente la cultura deportiva entre la niñez y juventud de nuestro
país.
Días después, en la ceremonia de apertura de los Juegos Infantiles y Juveniles Prenacionales
del norte del país, celebrados en la ciudad de Monterrey, el gobernador de Nuevo León,
Eduardo Livas Villarreal, afirmó ante más de 80 mil personas, atletas y dirigentes de
asociaciones e institutos educativos, que el deporte significaba una gran responsabilidad
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humana en todos los órdenes. Y se comprometió a colaborar estrechamente con la CDM
para poner en práctica nuevos programas que dieran mayor impulso al fomento deportivo en su región.
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Por primera vez desde que asumió la Presidencia de la República, el licenciado Gustavo
Díaz Ordaz abanderó a una delegación deportiva. Ello sucedió a fines de abril, en la
explanada de Los Pinos. Entregó la insignia nacional a los 217 atletas que compitieron en
los quintos Juegos Panamericanos celebrados en Winnipeg, Canadá. La delegación mexicana regresó con 43 preseas: 5 de oro, 14 de plata y 24 de bronce, para ocupar el sexto
lugar, atrás de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y Cuba.
Al respecto, el presidente del Comité Olímpico Mexicano, Josué Sáenz, estimó que la
buena actuación de los deportistas —especialmente la esgrimista Pilar Roldán, el boxeador Juvencio Martínez, el gimnasta Armando Valles, el equipo de fútbol y la tenista Elena
Subirats— en esta liza permitía alentar esperanzas de triunfo en la XIX Olimpiada.
En septiembre, el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos creó el puesto de coordinador general para atender los trámites de las federaciones y elaborar programas de
trabajo de acuerdo con las necesidades de éstas, y nombró titular de la misma al licenciado Antonio Vélez Palomares, quien también supervisaría el desarrollo de los Juegos
Preolímpicos de este año.
Haro Oliva comunicó a los dirigentes de las federaciones afiliadas a la CDM y al COM que
313 atletas podrían internacionalizarse. Agregó que eran los triunfadores de los últimos
Juegos Infantiles y Juveniles en los que habían participado más de 10 mil competidores.
El presidente de la Confederación refirió que continuaría alentando esos torneos como
promoción de los valores deportivos.
Por otra parte, el 1 de octubre, el jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso
Corona del Rosal, acompañado del teniente coronel Antonio Haro Oliva, hizo la declaratoria inaugural de los novenos Juegos Nacionales Deportivos, en los que figuraron 20 mil
atletas. Y manifestó su agradecimiento a la CDM por el esfuerzo que había dedicado a la
preparación de los equipos competidores.
El gobernador de Veracruz, Fernando López Arias, había inaugurado seis días antes, en
Jalapa, los XVI Juegos Infantiles y XII Juveniles organizados por la Confederación Deportiva Mexicana y el gobierno estatal. A la ceremonia respectiva concurrieron el teniente
coronel Haro Oliva y el presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos,
arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, así como centenares de atletas extranjeros que iban
a concursar en la Semana Preolímpica en la ciudad de México, que se realizó en la
segunda quincena de octubre con la participación de 2 mil 300 atletas de 53 naciones.
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Los equipos mexicanos demostraron su alto grado de preparación al conquistar 38 medallas, en diversas competencias en el año, y el presidente del COM, Sáenz Treviño, consideró este resultado como un signo muy favorable para nuestro país, por la sencilla razón
de que esos certámenes preolímpicos constituían una gran prueba, ya que tomaban
parte grandes potencias deportivas y, en este caso, México se había situado en un
honroso tercer lugar.
En la Asamblea, celebrada el 20 de diciembre, Antonio Haro Oliva informó a los dirigentes
del deporte federado que el 75% de los seleccionados olímpicos había surgido de las
promociones de juegos Infantiles y Juveniles realizadas en todo el país años atrás. Asimismo, subrayó que las actividades principales de la Confederación Deportiva Mexicana
estaban encaminadas a la búsqueda y preparación de mejores atletas en cada una de las
35 federaciones, con la idea de preparar a los jóvenes más aptos para futuras competencias.
El presidente de la CDM calificó de «realista» el presupuesto que le fue otorgado por el
Gobierno Federal para el ejercicio de 1968: 15 millones 900 mil pesos, con que realizaría
los trabajos programados en beneficio del deporte nacional.
En su resumen de actividades anunció, por último, el establecimiento de los Juegos
Obreros y Campesinos, como un gran paso en la tarea que asignó a la Confederación el
presidente Díaz Ordaz.
Finalmente, los delegados a esta reunión en la CDM reeligieron como vicepresidente a
Antonio G. Mariscal, y a Guillermo Montoya, como comisario.
En los últimos meses del año, los abogados Aguilar y Quevedo y Chaim Sánchez culminaron un gran trabajo, agotador, para presentar a la Suprema Corte de Justicia, una
revisión del fallo que mantenía al general Humberto Mariles en Lecumberri, desde 1964.
Antepusieron, en un extenso documento:
«¿Cómo pueden los magistrados juzgar como homicida con ventaja a quien actúa bajo
estas circunstancias? Y siendo un soldado que no se educó en un colegio de monjitas, sino
en el H. Colegio Militar en la época del general Rubén Amaro; en esta institución que
siempre y con especial dureza en ese tiempo, se ha impuesto inexorablemente el modo
más severo, una formación escrupulosa en el cuidado de una exagerada dignidad, un
rígido concepto formalista del honor, intransigente para la menor ofensa, cuya tolerancia significa la deshonra y el estigma de la vileza, que amerita repudio y castigo. Formado así, se desenvolvió exclusivamente en el Ejército. Este es Mariles.
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¿Acaso hoy, cualquier militar soportaría insultos, amenazas y atropellos de un conductor,
en la «selva de asfalto» en que se ha convertido la ciudad de México?
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«... (Los magistrados estimaron que Mariles) debió interrumpir, también
automáticamente, la reacción que de modo forzoso le produjo la provocación, la grave
ofensa, la reiteración de embestida y el acoso del atacante, para quedarse inmóvil,
sereno y tranquilo; juzgan que no debió tener el ánimo conturbado y excitado, en
extrema y confusa tensión, sino con mesura que permite frío y calculador raciocinio,
contenerse y no usar el arma que portaba».
La solicitud de amparo ante el dictamen del magistrado Celestino Porte Petit incluyó,
además, una alusión al artículo 135 del Código Penal:
«No se tendrá como mortal una lesión aunque muera el que la recibió cuando la lesión se
hubiese agravado por causas posteriores, como operaciones quirúrgicas desgraciadas».
En efecto, a Jesús Velázquez Méndez se le descubrió, en la necropcia, que en la Cruz
Roja no se exploró debidamente la retrocavidad de los epiplones ni mucho menos fue
drenada, lo que provocó la infección peritoneal que, al generalizarse, produjo el edema
pulmonar y, éste, la muerte del contratista, que había agredido al militar.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación cambió el fallo: Humberto Mariles Cortés era,
al final, culpable sólo de homicidio simple intencional. La pena se redujo y Mariles salió de
Lecumberri hasta 1971.
México ‘68
Acabó 1967... Y sólo faltaban diez meses para la cita olímpica.
Era el año olímpico. Meses de intenso trabajo... y de resultados.
Dentro de la actividad desplegada por el teniente coronel Antonio Haro Oliva en la promoción del deporte nacional, figuró el reconocimiento hecho a Guillermo Echeverría, el 7 de
julio, por su brillante actuación en el torneo de natación en Santa Clara, California,
donde «Memo» impuso récord mundial en los 1,500 metros libres, con un tiempo de
16:28,1.
Haro Oliva le entregó a Guillermo, por vez primera, el trofeo «Confederación Deportiva
Mexicana», un luchador olmeca, bellamente elaborado en bronce.
Todo era trabajo y optimismo. Todo, en una década crucial para nuestro país y para el
mundo...
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Inauguración de los
Juegos Olímpicos 1968
Cuando aquí se descubre que el llamado «Milagro Económico Mexicano» no es tal y que el
modelo se agotaba ante el desarrollo tecnológico de otros países y que la sociedad
empezó a resentir esos síntomas; que los excesos en todos los órdenes estaban acabando
rápidamente con nuestros recursos; que los empresarios cargaron, como siempre, la
mano a los trabajadores que reclamaban mejores empleos y mejoras en las prestaciones
sociales; que el estado de la educación superior, a la cual apenas una fracción menor al
uno por ciento tiene acceso, es deprimente e impide un mejor desarrollo; que la descarada corrupción e impunidad en todos los niveles pudre el ambiente... y sobre todo, que
prevalece, pese a mil declaraciones políticas en contra, el autoritarismo.
Son, también, tiempos de la minifalda, del «rock and roll», de los hippies, de las drogas,
de las botas arriba de las rodillas, de la colorida vestimenta en los jóvenes, de la música
estridente y la mayor de las veces incomprensible... de la llamada revolución sexual.
Mas, la euforia olímpica ocupó los primeros planos, hasta que se sucedieron en julio los
primeros conflictos estudiantiles y la represión policíaca del gobierno de Díaz Ordaz, que
culminó con los sucesos que conmocionaron al país y al mundo, el 2 de octubre, en la
plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, donde fueron masacrados miles de estudiantes
Felipe Muñoz, medalla de
oro en 200 m pecho
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por parte de elementos del Ejército, sin uniforme, que dispararon abiertamente sobre
una multitud desarmada.
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En un mensaje con miras a los Juegos Olímpicos, Díaz Ordaz destacó: «Ofrecemos y
deseamos amistad con todos los pueblos de la tierra»; y también exhortó a los atletas y a
los mexicanos a dar un esfuerzo adicional:
«La tarea es muy grande, es muy importante. Ahora que la responsabilidad se ha vuelto
oficial confío en la colaboración y en el esfuerzo de todos los mexicanos que llevan a
México no sólo en el corazón. Sé que contaré con ese esfuerzo y con esa colaboración,
porque los mexicanos hemos llegado a la firme conclusión de que aquello que no hagamos
por nosotros mismos, nadie lo vendrá a hacer por nosotros y en nuestro beneficio».
Y, por fin, diez días después, llegaron los juegos.
Llegó el momento que aguardaron miles de personas involucradas en la organización de
la competencia deportiva más importante de la historia contemporánea, lo mismo que
centenares de millones de aficionados en los cinco continentes: el 12 de octubre, día de
la Hispanidad, cuando el presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, declaró inaugurada
la XIX Olimpiada en el gigantesco estadio universitario.
Después de que el Primer Mandatario y 90 mil personas congregadas en ese recinto
cantaron el Himno Nacional y aún retumbaba el eco de la salva de 21 cañonazos del
saludo de honor, dio comienzo el desfile de 7 mil 861 atletas, integrantes de las delegaciones de 114 países, y el espectáculo maravilloso que se había preparado para tal fin.
En esta celebración histórica, Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Internacional, que apoyó contra viento y marea las gestiones de Clark Flores y Adolfo López
Mateos hasta que lograron conseguir la sede anhelada, elogió el esfuerzo dedicado a la
consumación de la competencia deportiva por pueblo y gobierno mexicanos.
En la justa, México logró el mejor resultado en su historia olímpica, al obtener 9 medallas
contra los más grandes atletas del mundo de esa época. Tres de cada metal. Dos de oro
en boxeo, de las categorías de peso pluma y mosca, por Antonio Roldán y Ricardo
Delgado, así como la de oro en los 200 metros de pecho, por el nadador Felipe Muñoz; las
de plata: en caminata de 20 kilómetros por José Pedraza; otra en florete con Pilar Roldán
y una más en clavados de plataforma, de Álvaro Gaxiola; y tres de bronce: en la prueba
de 800 metros de nado libre, de María Teresa Ramírez, además de las logradas por los
boxeadores Joaquín Rocha y Agustín Zaragoza.
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José Pedraza, medalla de
plata en 20 km caminata
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El triunfo de los atletas nacionales en los Juegos Olímpicos se debió en gran parte a los
programas selectivos y de preparación que habían implantado Clark Flores y Antonio Haro
Oliva durante sus respectivas gestiones al frente de la Confederación Deportiva Mexicana, siempre con la meta de formar auténticos campeones.
La nota discordante en la organización de la Olimpiada de México fue la aceptación, en
un principio, de Sudáfrica en los juegos, por tratarse de un estado racista, hecho que
causó malestar en muchos lugares del orbe, y la advertencia formulada por 17 países de
no asistir al certamen en caso de confirmarse la presencia de aquella. El COl sometió el
asunto a la asamblea de su comité ejecutivo que, por 14 votos en contra de la admisión
y 5 a favor, lo resolvió al anunciar oficialmente que Sudáfrica no estaría en los Juegos
Olímpicos.
La realización de los Juegos Olímpicos en México logró disminuir, durante 15 días de
octubre, tensiones y conflictos en un mundo armado para la guerra y consciente de la
desigualdad que imperaba entre hombres y estados. Asimismo, para México, fue una
pausa en la lucha entre estudiantes y autoridades, y un pueblo aún dolido por los lamentables sucesos en la fatídica noche de Tlatelolco.
La cruda realidad...
Terminó la fiesta del ’68... Y vino la cruda realidad en 1969. Menor apoyo al deporte de
aficionados, aunque se siguieron dando los clásicos chispazos... más por el esfuerzo
individual que como resultado de la estructura deportiva nacional.
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Como sucedió con el ciclista «olímpico» Radamés Treviño, que el 16 de marzo, en la pista
de madera del velódromo Agustín Melgar, sede de las competencias olímpicas, y bajo
estruendosas muestras de aliento de cientos de regiomontanos que viajaron a esta
ciudad para atestiguar el reto, el pedalista logró derrumbar el récord amateur de la
hora, que ostentaba el italiano Ercole Bardini, de 46.393.61 kilómetros. Radamés totalizó 46.955.69 kilómetros. Por 600 metros, menos de dos vueltas al óvalo de 333.33
metros, el regiomontano hizo historia.
Otro hecho importante se dio el 25 de mayo. Luego de once derrotas consecutivas, el
equipo mexicano de Copa Davis venció a Australia, 3-2, en la espléndida cancha de arcilla
del Deportivo Chapultepec, con una extraordinaria actuación de Rafael «Pelón» Osuna,
acompañado por Vicente Zarazúa y Joaquín Loyo Mayo. Pero nueve días después, Osuna
viajó a Monterrey y no regresó. El avión se estrelló en el «Pico del Fraile», cercano a la
capital regia. El político Carlos Madrazo era, también, pasajero en el trágico vuelo.
Pero ninguna noticia causó más alboroto que la salida del goleador Enrique Borja, de los
Pumas de Universidad. Borja fue vendido, sin aviso, al América.
Por otra parte, el doctor Josué Sáenz fue reelecto el 26 de abril como presidente del
Comité Olímpico Mexicano. Obtuvo 66 de los 82 votos emitidos por los miembros de ese
organismo.
En otra etapa de su programa de promociones, la Confederación Deportiva Mexicana
puso en marcha el 9 de mayo el torneo interuniversitario de atletismo, en la ciudad de
Durango.
El domingo 20 de julio, el mundo miró incrédulo lo que estaba sucediendo en esos
momentos en la lejana Luna, que había inspirado a poetas y enamorados. Había sido
conquistada. Las largas patas del módulo lunar, «Águila», se posaron suavemente en la
superficie (14:17 horas) del llamado Mar de la Tranquilidad, y un hombre, el estadounidense Neil Armstrong, pisó por fin el terreno, de fino polvo, al atardecer en América.
«Este es un pequeño salto para el hombre y un gran salto para la humanidad», señaló
Armstrong. Minutos después, su compañero, Edwin Aldrin lo acompañaría en la superficie
lunar, por más de dos horas.
El Papa Paulo VI diría en su residencia de Castelgaldolfo:
«Hoy es un día grande, un día histórico para la humanidad... Haremos bien en meditar
sobre este extraordinario y maravilloso acontecimiento, en meditar sobre el Cosmos que
abre ante nosotros rostro mudo, misterioso...»
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Y casi un año después de haberse celebrado la XIX Olimpiada, murió el licenciado Adolfo
López Mateos, ex presidente de la República y promotor de esa competencia. Su labor
como titular del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México abarcó el período
de junio de 1965 a julio de 1966. Por esta dolorosa pérdida, registrada el 22 de septiembre, el deporte nacional se vio de luto y el país entero exaltó el recuerdo del estadista
que lo supo guiar en los años difíciles y lo colocó en un lugar honroso entre las naciones
progresistas del mundo.
Los presidentes del Comité Olímpico Mexicano, doctor Josué Sáenz Treviño, y de la
Confederación Deportiva Mexicana, teniente coronel Antonio Haro Oliva, inauguraron el
26 de octubre los XVI Juegos Infantiles Nacionales. Ambos confirmaron su propósito de
continuar alentando la formación de verdaderos atletas por medio de esta clase de
competencias.
En su informe de labores presentado en la sesión ordinaria a fin de año, Haro Oliva dijo
que la Confederación Deportiva Mexicana había logrado resultados muy satisfactorios. En
el capítulo de asuntos generales, explicó que se procuraba la unificación de las dos
asociaciones automovilísticas para dar a este deporte mayor impulso en las competencias
nacionales e internacionales.
Finalmente, al término de la asamblea, el Consejo Directivo de la CDM quedó integrado
de esta manera: presidente, teniente coronel Antonio Haro Oliva; vicepresidente, licenciado Antonio G. Mariscal; secretario, Guillermo Montoya; tesorero, doctor Gilberto Bolaños
Cacho; comisario. Gastón Barahona; vocal, David Romero Vargas.
México ‘70
En 1970 la labor de la Confederación Deportiva Mexicana se vio opacada por la sucesión
presidencial y la efervescencia política que trajo consigo, y que concluyó con la creación
de un sindicato de trabajadores del deporte —en su mayoría fútbolistas—, con el visto
bueno de la CTM. En lo deportivo, cobraron un gran interés los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, en Panamá, y la realización del Mundial de fútbol en México.
Mientras esos sucesos convulsionaron la vida del país, Antonio Haro Oliva tuvo entrevistas
con los gobernadores para conseguir su apoyo en la organización de los torneos prenacionales
y nacionales de los Juegos Infantiles y Juveniles, incluyéndose en el programa competencias de boliche.
Con el apoyo del gobernador de Veracruz, Rafael Murillo Vidal, los jarochos organizaron
los prenacionales del sur, en los que intervinieron Yucatán, Campeche, Quintana Roo,
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Chiapas, Puebla, Politécnico, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala y el estado sede. En Toluca se
realizó la fase correspondiente a la zona centro.
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En general, el inicio de la década significó el rompimiento de las ilusiones forjadas con las
nueve medallas logradas en los Juegos Olímpicos de 1968. México terminaba relegado al
segundo sitio del área centroamericana, superado por el deporte cubano, en la justa
celebrada en Panamá, donde lo más destacado fueron las once preseas logradas por la
nadadora Maritere Ramírez. Cuba obtuvo 184 medallas (83 de oro) y México terminó con
124 preseas, de las cuales 38 fueron de oro, 48 de plata y 38 de bronce.
Debbie Meyer (oro),
Pamela Kruse (plata),
Maritere Ramírez (bronce)
en los 800 m libres;
Juegos Olímpicos 1968.
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Como inesperado colofón, en abril falleció el mejor pedalista de pista que ha dado el
país: Radamés Treviño, quien fue atropellado en la carretera federal a Puebla, en una
carrera organizada por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana; el 17 de julio,
apenas cumplidos 29 años, pereció también Juan Botella —bronce en Roma ’60—; y en
junio, la selección nacional ocupó aquí el sexto lugar de la Copa del Mundo de fútbol, otro
gran certamen, imborrable para los mexicanos.
La selección nacional inició el Mundial con un infame empate de 0-0 con la URSS, se le
ganó 1-0 a Bélgica con un penal cobrado por Gustavo «Halcón» Peña, y se goleó a El
Salvador 3-1. En la siguiente ronda, México se enfrentó con Italia, en la «Bombonera» de
Toluca. Y luego de que José Luis González puso adelante a México, los «azzurri» le dieron
la vuelta al marcador con un contundente 4-1. Al final, el Brasil de Pelé se llevó la Copa
Jules Rimet a casa, al ganarla por tercera ocasión.
Mientras tanto, la Confederación Deportiva Mexicana continuó con su cometido de llevar
los beneficios del deporte a toda la población, y culminó con el Congreso del Trabajo las
labores de coordinación necesarias para efectuar los primeros Juegos Deportivos de los
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Trabajadores. Para celebrarlos, el todavía presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, dio
su anuencia y apoyo, con lo que se completaría la integración del sector obrero al
deporte organizado.
Con la gran experiencia acumulada en 37 años, la CDM fue reconocida como el modelo de
administración deportiva para la mayoría de las naciones centroamericanas, que acudían
a ella buscando mejorar sus propias estructuras. Sin embargo, después de los juegos
regionales en Panamá, numerosas voces en el país llegaron a la misma conclusión: la
forma en que se había venido trabajando llegó a la obsolescencia y resultaba ya inoperante.
Al respecto, Antonio Haro Oliva manifestó que al igual que la educación, el deporte en
México sufría por la falta de entrenadores especializados e instalaciones adecuadas para
su práctica, además de que nunca se habían marcado tiempos para lograr las metas
propuestas.
García Cervantes, al relevo...
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Ya en 1971, el declive deportivo se evidenció aún más en los Juegos Panamericanos
celebrados en Cali, Colombia, donde el equipo nacional sólo consiguió siete medallas de
oro, 11 de plata y 23 de bronce, para ocupar el quinto sitio, «con menos dinero, pero con
más técnica y fogueo, que mejora lo realizado en Winnipeg ’67", precisó, sin embargo,
el doctor Sáenz, titular del Comité Olímpico Mexicano.
Cabe señalarlo: en Cali, formando parte del equipo de salto ecuestre se encontraba
Carlos Salinas de Gortari, quien años después se convertiría en Presidente de la República. Salinas, conjuntamente con Rubén Higareda, Joaquín Pérez de las Heras y su esposa
Elisa Fernández, consiguieron la presea de plata.
Y otro apunte de 1971: no hubo diálogo entre fútbolistas —ya sindicalizados— y patrones.
Y el 12 de octubre de 1971 banderas rojinegras aparecieron en los estadios Azteca y
Universitario, así como en las oficinas del club Guadalajara y del Necaxa, en esta capital.
El regente Octavio Sentíes llamó al diálogo a Carlos Albert y a Antonio Mota, entre otros,
y a Guillermo Cañedo y otros dirigentes fútboleros. Surgieron los acuerdos, las promesas,
las sonrisas y los abrazos... pero nada. Las carrera deportivas de Albert, Mota, Gamaliel
Ramírez, «Tepo» Rodríguez, Javier Barba, Alfredo Romo, Arturo Chaires, entre otros,
terminaron abruptamente.
Y también hubo luto en el deporte: murieron el 8 de julio el doctor Gilberto Bolaños
Cacho, el promotor de boxeo Pablo B. Ochoa y, tres días más tarde, el piloto Pedro
Rodríguez, calcinado en su Ferrari 512, al chocar contra un muro de contención en el
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curso de las 200 millas de Nuremberg.
El último año del teniente coronel al frente de la Confederación, que dejó en diciembre
de 1971, estuvo dedicado en gran parte al deporte infantil y juvenil, con una participación de dos millones ochocientos mil competidores en el ciclo 1970-71.
En su decreto del 30 de noviembre de 1971, el presidente Luis Echeverría Álvarez designó
al profesor José García Cervantes como presidente de la Confederación Deportiva, con la
instrucción de lograr una reestructuración deportiva nacional orientada a la integración
del pueblo mexicano y a buscar la superación del país.
Al tomar posesión de la presidencia de la CDM, García Cervantes dejó en claro que en su
gestión corregiría la «distorsión estructural sufrida por la urgencia de los Juegos Olímpicos, y la búsqueda de nuevos sistemas que satisfagan las necesidades del país en el
aspecto deportivo». Los esfuerzos de la Confederación, a partir de ese momento, se
orientaron a coordinar esfuerzos con las organizaciones encargadas de promover la educación física y el deporte.
El Gobierno Federal otorgó un millón setecientos cincuenta y siete mil trescientos ochenta y ocho pesos de subsidio a la Confederación Deportiva para cubrir los adeudos que
tenía y continuar con el calendario deportivo del año próximo. Para García Cervantes,
una de las prioridades era impulsar a los nuevos valores surgidos de los torneos infantiles
y juveniles que venía realizando la CDM.
El genral Jose de J. Clark Flores hizo entrega del “Toxtli”,
trofeo otrogado por la Asociación Mexicana de Cronistas
Deportivos a los atletas nacionales más distinguidos del
año, a la nadadora María Teresa Ramírez y al
basquetbolista Guillermo Guerrero.
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En los primeros meses de su gestión nombró una comisión encaminada a la creación de
una legislación deportiva, integrada por José Pérez Nieto, David Romero Vargas, Gabriel
Roldán, Orlando Barahona, Jorge López Araiza, Gastón Barahona, Eduardo Gorráez,
Jorge Ugalde y Mario Vázquez Raña.
Destacó García Cervantes que los tres puntos básicos que debía cubrir tal legislación
eran: a) Programa nacional único de actividades deportivas de la República Mexicana; b)
Campaña de recaudación de fondos para el fomento y desarrollo deportivo; y, e)
Interrelaciones e interacción de los organismos afines que fomenten la práctica del
deporte.
El recuerdo de Munich
En el congreso de la Confederación Deportiva, en los primeros meses de 1972, se aprobó
la expedición de una credencial única en todas las ramas deportivas de las categorías
infantil, juvenil y primera fuerza, así como la realización de un censo nacional de deportistas y de instalaciones en cada entidad deportiva. Y se acordó que en los Juegos
Nacionales y Prenacionales, que ese año contaron con la participación de 35 unidades en
16 deportes, con un total de dos millones seiscientos ochenta mil concurrentes, serían la
forma de lograr una reestructuración firme del deporte.
Por tal motivo se encaminaron los esfuerzos para lograr debidamente la estructura deportiva de la nación, con uniones deportivas estatales y municipales perfectamente constituidas y en pleno funcionamiento.
Mientras el profesor García Cervantes trató de enderezar la nave en la CDM, el 19 de
junio de 1972 hubo otra transformación en el seno del Comité Olímpico Mexicano, con la
renuncia del economista Josué Sáenz. Y el martes 27, por unanimidad y aclamación de
los 92 miembros con derecho a voto, la asamblea eligió al arquitecto Pedro Ramírez
Vázquez, quien fuera presidente del comité organizador olímpico.
El arquitecto, si bien enterado de las actividades deportivas, poco pudo hacer para
mejorar el representativo nacional que acudió a los Juegos Olímpicos de Munich, a fines
de agosto, justa en la que destacó la presea de plata obtenida por el boxeador Alfonso
Zamora.
Fue este el certamen en el que se registró la noche más negra del olimpismo: la violenta
irrupción de un comando de fedayines llamado «Septiembre Negro», que ocuparon la villa
donde habitaban los deportistas judíos y tomaron a varios de ellos como rehenes, a
cambio —exigieron- de la liberación de 236 terroristas palestinos prisioneros en Israel.
En su huida del aeropuerto de Munich, tras un intenso tiroteo entre los fedayines y el
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De nuevo en casa, es, hasta la administración de García Cervantes, que se celebraron los
primeros Juegos Deportivos Nacionales Campesinos y Obreros, cuya organización mejoró
al año siguiente con la realización de las etapas desde enero.
En las gestiones realizadas por García Cervantes destacó la firma de un acuerdo con el
gobernador de Baja California, Milton Castellanos, para impulsar el deporte de la entidad
con la creación de un programa deportivo.
Al rendir su informe de fin de año, García Cervantes dio a conocer que mantuvo 36
reuniones de trabajo con el presidente de la República, Luis Echeverría, para tenerlo al
tanto de las labores realizadas en la CDM, además de hacerlo con otros organismos hasta
dar un total de 940 reuniones en el año. En el aspecto económico destacó que la Confederación Deportiva otorgó tres millones y medio de pesos a las federaciones para sus
programas y promoción deportiva, lo que significó un aumento de mil por ciento con
respecto a 1971.
Además, el presidente Echeverría Álvarez autorizó un presupuesto de cinco millones y
medio de pesos para construir el nuevo edificio de la CDM, con lo que se concretó el
viejo sueño de los deportistas, desde el inicio de la gestión del profesor Lamberto
Álvarez Gayou.
Natalia Kuchinskaya (URSS)
Juegos Olímpicos de 1968.
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cuerpo de seguridad alemán, murieron los 9 rehenes y cinco de los terroristas. Los
Juegos Olímpicos, que habían sido suspendidos, se reanudaron al día siguiente (7 de
septiembre); sin embargo, desapareció la sonrisa universal y ni las siete medallas de oro
conseguidas por el tritón estadounidense Mark Spitz fueron capaces de festejar la fiesta
olímpica convertida, brutalmente, en una barbarie.
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En octubre de ese 1972, nuevamente el velódromo olímpico Agustín Melgar se vistió de
gala, pese al luto guardado aún por la muerte de Radamés Treviño. De gala porque el
belga Eddy Merckx, considerado como el mejor pedalista en la historia, batió el récord
mundial de la hora con 49.408.68 kilómetros, para superar el registro del danés Ole
Ritter, impuesto en 1968, por 754.76 metros. Además, Merckx destrozó las marcas de
10 y 20 kilómetros.
El 20 de noviembre, el general Mariles —con sus tres preseas olímpicas sobre su uniforme
militar— participó en el tradicional desfile deportivo, y el pueblo se desbordó en aplausos
para él, que recordaba su hazaña en Londres, pero sobre todo, su sonado caso en 1964 y
su larga permanencia en el penal de Lecumberri.
Pero días después, recibió una orden del gobierno: debía trasladarse a París, Francia,
para ver una compra de caballos. Salió a fines de noviembre para no regresar. En los
primeros días de diciembre se le involucró con unos narcotraficantes y, en la cárcel
parisina, el general falleció el día 6, supuestamente a causa de un edema pulmonar. El
mismo día que, según familiares y amigos, tenía que declarar a qué había ido a Francia
y su relación con esos oscuros personajes, en el lujoso restaurante de París.
Mientras aquí la noticia causó un gran impacto, amarillismo extremo, en Francia, el
abogado Blatou hizo un gran trabajo y logró la absolución «Post Mortem», al comprobarse que Mariles Cortés no tenía ninguna participación en el asunto de las drogas.
Era, sin duda, una gran noticia que, sin embargo, «no vendía». Apenas a una columna,
en un diario vespertino, se publicó el hecho que incluso ahora en estos días muchos
ignoraban.
Juegos y más juegos
A principios de 1973, el profesor José García Cervantes logró un acuerdo con el asesor
deportivo del presidente Richard Nixon, para que técnicos estadounidenses ofrecieran
clínicas en nuestro país e incluso algunos podrían permanecer laborando aquí.
Sin embargo, tal convenio duró una exhalación. Al destaparse el caso «Watergate», se
truncó la permanencia de Nixon en la presidencia. No eran días de gozo al conocer el
pueblo las artimañas de su mandatario; empero, tras la firma de paz en Vietnam, el 23
de enero en París, vino el regocijo en la nación vecina, al lograrse los acuerdos que
terminaban una larga guerra que le había costado al pueblo estadounidense 56 mil hombres, quedando lisiados o heridos otros 300 mil, con un costo de 150 mil millones de
dólares.
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Mientras que en los Juegos Obreros de 1972 participaron 70 mil atletas, este año se
triplicó el número de participantes al ser dividida la competencia por regiones con cinco
entidades, que pasaron cuatro o cinco etapas. De la misma forma, a los Juegos Campesinos acudieron 250 mil participantes, mientras que en los Juegos Infantiles y Juveniles se
llegó a la cifra de 4 millones, de los cuales nueve mil ciento sesenta y cuatro estuvieron
en la fase final.
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Días después, en compañía del gobernador Alberto Orozco Romero, García Cervantes
inauguró en Jalisco los trabajos de la primera Asamblea Estatal de Integración Deportiva
del Estado, donde estaban representados todos los sectores.
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El trabajo de consolidación de las uniones deportivas fue por buen camino y sólo restaban
por constituirse diez estados de la República, lo que permitió comenzar un ambicioso
plan de construcción de villas deportivas rurales, a cargo de la Secretaría de Obras
Públicas.
Por vez primera en su historia, se nombró un delegado de la Confederación Deportiva
para el Distrito Federal: José Pérez Mier, subdirector de Acción Deportiva del Departamento, cuya función era lograr la unidad en los programas de la capital. A nivel nacional,
había 33 delegados y 63 subdelegados efectivos y 18 honorarios.
En combinación con otros organismos, la CDM organizó los Juegos Agrícolas, en Saltillo,
del Magisterio en su primera etapa, los Laborales y los Campesinos, a los que coadyuvaría
a promover y les prestaría la ayuda requerida en asesoramiento técnico.
Además se celebraron Prenacionales Infantiles y Juveniles en San Luis Potosí, Culiacán,
Chilpancingo, Celaya y Villahermosa. Zacatecas fue la sede de la final, mientras que
Morelia fue sede de la final directa, los que beneficiaron a más de tres millones de niños
y jóvenes, cuyos gastos de transporte fueron cubiertos al 50% por la CDM.
Mientras aquí preocupaba más la organización de los Juegos Infantiles y Juveniles, en la
esfera internacional había dudas de que Chile realizara los Juegos Panamericanos de
1975. Incluso, en el Congreso Olímpico de Varna, Bulgaria, los chilenos propusieron que la
justa se postergara dos años, pero era imposible. De esta forma surgió Miami como
candidata, pero otros sugirieron a México, ya que se sabía que en la sede alterna, Sao
Paulo, había problemas por una grave epidemia de meningitis.
«No organizaremos los juegos», decía Ramírez Vázquez, pero...
En marzo, Olegario Vázquez Raña saltó a la palestra al imponer récord mundial en la
prueba de rifle de aire, con 392 puntos, durante el primer Campeonato de Tiro de las
Américas, celebrado en el polígono Vicente Suárez del Campo Militar Número Uno.
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Para conmemorar los 40 años de la fundación de la Confederación Deportiva Mexicana,
se efectuaron festejos deportivos y culturales. En la asamblea anual, la bolichista Irma
Urrea y el tirador Olegario Vázquez Raña fueron nombrados atletas del año, mientras
que el delegado de Sonora, Samuel Koirif, informó que el gobernador Carlos Armando
Briebich había donado un millón ochocientos dieciséis mil doscientos catorce pesos para
el impulso del deporte de la entidad.
García Cervantes anunció que, probablemente en enero de 1974, sería aprobada por las
Cámaras la tan necesaria Ley del Deporte y con ello se daría paso a la creación del
Instituto del Deporte, que sería también promotor de esta actividad a nivel nacional.
También se estableció que la credencial única para atletas comenzase a funcionar en
1974.
La CDM entabló un intercambio deportivo con la URSS y China, este último conseguido
por el propio Presidente de la República, a raíz de su visita a esta nación. García Cervantes
visitó la nación soviética con un equipo de fútbol y trajo a tres técnicos de aquel país
para dar clínicas.
El presupuesto del año ascendió a 19 millones 676 mil pesos, los que se destinaron al
fondo de construcción del edificio de CDM, en terrenos de la Magdalena Mixhuca, adquisición de bienes y ayuda a federaciones.
En cuanto a reuniones de trabajo, el presidente de la Confederación Deportiva atendió
287 audiencias con titulares de federaciones, 52 juntas con el Consejo Directivo, 103 con
delegados y realizó 73 giras de trabajo.
Natalia Kuchinskaya
(URSS)
Juegos Olímpicos de 1968
M E X I C A N A
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D E P O R T I V A
D E C A D A
C O N F E D E R A C I O N
C U A R T A
En la segunda jornada de la asamblea, se hizo entrega del programa y calendario de
actividades de cada Federación afiliada, instituciones y organismos afines, para 1974.
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Richard Fosbury (USA) Salto de altura
Juegoa Olímpicos de 1968
Al final de los trabajos, se acordó que la Dirección General Educación Física de la Secretaría de Educación Pública, con el apoyo de CDM, realizara los Juegos Infantiles Escolares, donde una de las principales actividades sería el atletismo.
Y en noviembre, la opinión pública se conmocionó. Una desilusión más llegó en fútbol.
No se clasificó al campeonato mundial de fútbol, previsto para 1974 en Alemania, al
perder el equipo nacional mexicano la eliminatoria en Haití. Al vudú, y no a la falta de
capacidad del conjunto, se le culpó para tranquilizar las aguas en el fútbol profesional.
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