Turquía escribe una nueva página de su historia

Transcripción

Turquía escribe una nueva página de su historia
Turquía escribe una nueva página de su historia política
Beatriz Yubero y Xavier Palacios Ankara-Istanbul
Las elecciones turcas no han dejado indiferente a un país que se adentra en un
mar de incertidumbres al no saber cuál de los partidos mayoritarios será finalmente el
que consiga representarles durante los próximos cuatro años. La clara victoria del AKP
(Adalet ve Kalkınma Partisi) de Recep Tayyip Erdogan no fue suficiente para alcanzar
el objetivo con el que su apuesta, Ahmet Davutoglu, -que renunció a su cargo la pasada
semana convirtiéndose actualmente en el Primer Ministro en funciones- acudía al
plebiscito: una mayoría holgada de 330 escaños, el cupo necesario para cambiar la
Constitución vía referéndum. Esta victoria con sabor a derrota - obtuvo el 40.86% de los
votos y 258 escaños de los 550 posibles- se produjo el pasado domingo después de que
el partido pro-kurdo HDP rebasase el umbral electoral turco del 10% . Ahora, después
de que todos los grupos opositores negaran en público apoyar al AKP, podrían repetirse
las elecciones si los líderes cumplen sus palabras.
El partido kemalista CHP (Cumhurriyet Halk Partisi) fue la segunda fuerza con
un apoyo del 24.96%, -132 diputados-. El partido nacionalista MHP (Miliyetçi Hareket
Partisi) subió varios puntos al lograr el 16.29% de los votos y 80 escaños, los mismos
que obtuvo el 'revolucionario' partido HDP (Halkların Demokratik Partisi), que
finalmente se ha colado en el Parlamento tras meses de incertidumbre política con el
13.12% del apoyo electoral.
Sin duda ha sido este último partido pro-kurdo el subjetivo vencedor de estas
elecciones cuya entrada en la Asamblea Nacional turca ha supuesto el fin de 13 años de
hegemonía política del AKP, obligando a las distintas fuerzas políticas a negociar para
formar posibles coaliciones de Gobierno.
El ascenso del HDP al Parlamento ha impedido a la formación de Erdogan
alcanzar la mayoría absoluta necesaria para llevar a cabo su sistema presidencialista,
para el que requería llegar a los 330 diputados o, para evitar el referéndum, a los 370.
Por primera vez en la historia, los kurdos han llegado al Parlamento como grupo
político y no como candidatos independientes. Su líder, Selahattin Demirtas, ha
conseguido conectar con aquellos estratos sociales más desfavorecidos por las políticas
neoliberales adoptadas por el Ejecutivo durante la última legislatura, así como con
aquellos jóvenes que participaron en la protestas de Gezi, el denominado 15M turco. En
Europa la imagen política de Demirtas ha sido asemejada a la de Syriza en Grecia,
convirtiéndose este en un líder popular que ha obtenido un escaño gracias a los votos
procedentes de la diáspora, con un importante componente kurdo. En otro logro que ha
ayudado a su ascenso, el HDP ha sabido disociarse del PKK y controlar a la base más
radical de nacionalismo kurdo.
En palabras de Ümit Cizre, directora del Centre for Modern Turkish Studies y
profesora Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Istanbul
Sehir, “la victoria del HDP no es una victoria del PKK, al contrario, es una victoria de
una desradicalizada, desmilitarizada y cívica agenda política de las demandas kurdas
que han representado lo opuesto, en contenido y en estilo, al PKK”.
Como resultado del amplio abanico de posibilidades políticas que surge tras
estas elecciones, los agentes económicos han castigado a Turquía. La lira turca se
desplomó hasta situarse en su mínimo histórico respecto al euro y el dólar. La Bolsa de
Istanbul cayó un 6% el lunes. La economía, que fue uno de los estandartes del AKP, ha
sufrido en el último año por las medidas de su presidente. Cizre indica que “las malas y
equivocadas decisiones de Erdogan tuvieron sus efectos sobre la economía, como la
fútil e inútil discusión que Erdogan mantuvo con Banco Central, algo que socavó la
Lira Turca e hirió la economía antes de las elecciones”.
Posibles escenarios políticos
El primero de estos escenarios sería un gobierno en minoría del AKP. Para ello,
Ahmet Davutoglu deberá buscar el apoyo de alguno de los otros partidos del
Parlamento. El principal problema es que todos los partidos han declarado en público
que no apoyarán al AKP.
Por primera vez desde la entrada del AKP al Gobierno turco, la oposición podría
formar una coalición y superar al AKP en número de escaños. La opción parece remota
porque necesita un tripartito CHP-MHP-HDP. Los kemalistas no parecen un problema
teniendo en cuenta el rechazo a Erdogan, pero un acuerdo entre el HDP y los panturcos
del MHP se antoja complicado por las ideas contrarias a los derechos de las minorías del
Lobos Grises, como se conoce al grupo liderado por Devlet Bahçeli, quien participó en
la inestable coalición de 1999 y es considerado como pragmático a pesar de sus
conservadoras ideas. En palabras de Ümit Cizre, “una coalición entre CHP-MHP-HDP
sería muy difícil de materializarse”.
Otro posible escenario sería la alianza entre el AKP y el MHP. Esto supondría un
giro hacia el nacionalismo turco más puro y complicaría el proceso de paz iniciado con
el PKK. La deriva ultranacionalista puede provocar un aislacionismo del Gobierno
turco, ya que aparte del discurso político, esta alianza podría dar alas a la tan ansiada
reforma constitucional. La unión entre ambos partidos permitiría llevar el proyecto a
una consulta popular, y dependiendo del reparto de escaños podrían alcanzarse los dos
tercios necesarios para una reforma monitorizada desde el Parlamento. “El precio que
pagaría [el AKP] al MHP sería olvidar el proceso de paz con el PKK. En realidad, este
no sería un alto precio, ya que Recep Tayyip Erdogan había olvidado este compromiso
antes de las elecciones”, considera Cizre.
Aunque oficialmente Devlet Bahçeli se ha opuesto a la reforma constitucional,
así como a la coalición con el AKP en unas primeras declaraciones efectuadas tras el
resultado electoral, es importante destacar que estas dos fuerzas han colaborado en más
de una ocasión, especialmente en la votación parlamentaria del primer presidente del
AKP, Abdüllah Gül, quien necesitaba la presencia de al menos dos terceras partes del
parlamento de Ankara.
Por otro lado, quedaría en vilo la alianza entre el AKP y el CHP. Siendo estos
los antagonistas por excelencia en la política turca, ideológicamente esta alianza tiene
muy pocas probabilidades de realizarse, ya que el CHP ha reiterado su total oposición al
proyecto presidencialista de Erdogan, que de hacerse realidad se sobrepondría a una de
las señas de identidad del CHP, Mustafa Kemal “Atatürk”, el padre fundador de la
República de Turquía.
El último escenario posible sería una coalición política entre el AKP y el partido
kurdo HDP. Tras las votaciones y una jornada de valoración abierta, ha sido el propio
Demirtaş quien se ha negado a negociar con el AKP porque no confía en Erdogan. Sin
embargo, si el HDP rompiese su palabra, estas formaciones políticas podrían
intercambiar cromos: sistema presidencialista por autonomía.
Las negociaciones entre los dos partidos se han enmarcado dentro del proceso de
paz kurdo iniciado en 2013 entre el Gobierno entonces liderado por Erdogan y el PKK.
Recientemente representantes del ejecutivo de Davutoglu se reunieron en el Palacio de
Dolmabahçe en Istanbul para acordar una hoja de ruta. De aquí nacieron los 10 Puntos
de Dolmabahçe que se firmaron con la intención de un futurible desarme total del PKK
a cambio de derechos para los kurdos.
Para finalizar, y como último escenario posible dentro del panorama político
turco, en el caso de que ninguna coalición pudiera llegar a formar Gobierno en 45 días,
la Constitución turca otorga al presidente de la República, Recep Tayyip Erdogan, la
autoridad para convocar de nuevo elecciones que tendrían lugar en un plazo inferior a
un año.
Primeras estrategias de Gobierno
Las primeras reacciones a los resultados electorales en Turquía fueron a cargo
del partido que ha agitado el panorama político turco. Los colíderes del HDP, Selahattin
Demirtas y Figen Yüksekdağ, abrieron la ronda de reacciones. El mensaje de Demirtas
fue muy claro: “Esta ha sido la victoria de los oprimidos”. Con estas palabras el líder
del HDP resumía lo que había sido su larga campaña electoral. Este mensaje aunaba a
todos los distintos grupos sociales y étnicos que habían confiado en su liderazgo y que
ven en él al único hombre posible de parar a Erdogan. En su discurso resaltó que serán
fieles a su programa electoral y que nunca “apoyaremos al AKP ni externamente, ni en
coalición”.
Este rechazo a una posible coalición con el AKP para formar gobierno también
se escuchó en la sede del MHP. Bahçeli, como Demirtas, acusó al AKP de usar todos los
instrumentos posibles del estado para vencer en estas elecciones. Prosiguió su discurso
atacando tanto al AKP como a Erdogan, a quien aconsejó quedarse dentro de los
confines constitucionales o renunciar a su presidencia. Bahçeli también rechazó entrar
en cualquier tipo de coalición con el AKP. Retó a Davutoglu a formar gobierno primero
con el HDP y luego con el CHP. Si no, “se deberán convocar nuevas elecciones”.
Por otro lado, el líder del CHP, Kılıçdaroğlu, hizo una breve comparecencia
delante de las cámaras, asegurando que “la democracia ha ganado y Turquía con ella”.
Kılıçdaroğlu, que ha mantenido el apoyo electoral logrado hace cuatro años, ha sido
muy cauteloso a la hora de atacar al HDP. El cabeza de la izquierda kemalista ha
declarado la intención de liderar una coalición que derrote al AKP.
Finalmente, Ahmet Davutoglu acudió al tradicional balcón del AKP en Ankara,
en donde hasta ahora Erdogan había celebrado las victorias electorales. Esta también
fue una victoria electoral del AKP, pero sin una mayoría absoluta. Y así lo declaró
Davutoglu, quien reclamó el triunfo pero en ningún momento aclaró la futura
gobernabilidad de Turquía. Por su parte, Erdogan no ha comparecido oficialmente ante
los medios de comunicación, únicamente se ha limitado a enviar un breve y ambiguo
comunicado en el que se muestra cauteloso y “confía en que este nuevo proceso que se
abre en Turquía conduzca hacia la protección de los derechos democráticos”.
Futuro inminente
Tal y como reconocía el viceprimer ministro del AKP, Numan Kurtulmus, son
numerosas las dificultades que se ciernen sobre las diferentes formaciones políticas para
pactar una coalición.
El horizonte más probable parece ser el que conduzca a Turquía a la formación
de un Gobierno de minoría del AKP o la celebración anticipada de elecciones, lo cual
daría tiempo al Gobierno para intentar debilitar a la oposición y planificar una
alternativa para mantenerse en el poder. El no disponer de un Ejecutivo fuerte ha hecho
saltar las alarmas de los mercados turcos e internacionales que temen el regreso a una
inestable situación ya vivida por el país durante la década de los '80 y '90.
A diferencia de otros resultados, por primera vez Turquía “ha desafiado y
rechazado la personalidad de Erdogan […] así como sus ambiciones presidencialistas”
y la llegada del HDP trae “esperanza y cambio para una Turquía más democrática,
plural y refinada, en armonía con las mejores democracias del mundo”, sentencia Ümit
Cizre. Estos resultados han traído incertidumbre política pero también una esperanza de
renovación democrática que Turquía no saboreaba desde hace una década, cuando el
AKP llegó al poder.
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