La traducción de la focalización y su repercusión en la
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La traducción de la focalización y su repercusión en la
La traducción de la focalización y su repercusión en la interpretación de la novela Erwin Snauwaert HUB RESEARCH PAPER 2011/02 JANUARI 2011 LA TRADUCCION DE LA FOCALIZACION Y SU REPERCUSION EN LA INTERPRETACION DE LA NOVELA Erwin SNAUWAERT (HUB Bruselas/ KULeuven) En los análisis descriptivos de la traducción literaria generalmente se admite que, para el traductor, la conciencia del funcionamiento del texto de origen es tan importante como el dominio de los aspectos puramente lingüísticos. Si, al traducir las meras palabras, éste se topa con dificultades inherentes a las lenguas implicadas -por ejemplo, las diferencias en los sistemas temporales verbales entre una lengua románica y germánica muchas veces impiden una traducción unívoca- la reproducción de los efectos estilísticos requieren una atención aún más detenida. En efecto, el estilo procede de unas opciones, deliberadas o no, del autor del original que, en un segundo tiempo, obligan al traductor a elaborar una estrategia para dar cuenta satisfactoriamente de ellas (Boase-Beier, 2006:79). La pertinencia de esta estrategia de compensación dependerá pues mucho del conocimiento del género literario que se traduce. En el caso de la novela y como lo señala Lambert (2006a: 6-7), el traductor tiene que ser consciente, más allá de las diferencias entre las dos lenguas envueltas, de las implicaciones de las particularidades narrativas. […] les différences –généralement considérables, parfois réduites- entre original et traductions sont imputables notamment à des conceptions divergentes du récit. Le statut même de la fiction et de la vraisemblance, la façon dont le narrateur se rapporte à elle et à ses lecteurs, le décor et l‟espace subissent des modifications systématiques […] Il ne suffit pas, à propos de vocabulaire technique ou „intraduisible‟ de s‟aveugler sur les exigences des deux langues en présence. Il incombe au critique d‟examiner les conséquences, au niveau de la technique romanesque, des options prises par le narrateur. Esta cita resalta la importancia del narrador, que no sólo es el responsable de la construcción del relato sino que constituye un tipo de bisagra entre la ficción y el lector (Lambert 2006a: 8). En consecuencia, la traducción literaria tiene que respetar los niveles en los que se narra: ¿la narración procede del narrador principal o se la confía a un personaje mediante el discurso directo, lo que produce un efecto de inmediatez o, como apunta Mulligan, en el caso de los relatos de viaje, de autenticidad (2004: 328-329)? A este respecto, importa dispensar una atención específica a las formas intermedias como, por ejemplo, el discurso indirecto libre, esta forma híbrida que acrisola la voz del narrador y de los personajes. La práctica nos enseña que en este punto unos traductores respetan esta coexistencia del narrador y del personaje más que otros. Los efectos de este tratamiento diferente difícilmente pueden subestimarse, ya que repercuten en la mediación de la información contenida en el relato y, por consiguiente, en la imagen que el lector se forma de él. Si bien el impacto de semejantes diferencias ya parece ser evidente en el nivel de la narración, todavía no se ha estudiado de manera sistemática en el caso de la focalización. Este aspecto tiene una importancia primordial ya que afecta a la perspectiva que el narrador infunde a su relato. ¿El narrador hace pasar el relato por una instancia anónima, un "focalizador" principal, omnisciente, o lo filtra por los ojos de un personaje específico? Se sobreentiende que este juego incide en la interpretación de una novela y que, por eso, una traducción adecuada tendrá que acatar cuidadosamente estos procedimientos focales. Esta problemática resulta ser todavía más punzante cuando la focalización, igual que el discurso libre en el terreno de la narración, se hace de manera más ambigua y sutil, o sea, de manera más “implícita”. A este efecto, el presente artículo se propone rastrear cómo esta focalización implícita se reproduce en La vie exagérée de Martin Romaña y L’homme qui parlait d’Octavia de Cadix, las versiones francesas de las novelas de Alfredo Bryce Echenique (Lima °1939) La vida exagerada de Martín Romaña (MR) y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz (OC).1 Estas forman parte del díptico Cuadernos de navegación en un sillón Voltaire (Carnets de navigation dans un fauteuil Voltaire) y cuentan los amores imposibles que vive Martín, un escritor en ciernes que vive emigrado en el París revolucionario del mayo de 1968, con dos mujeres: Inés y Octavia. Estas novelas son muy interesantes ya que, en ellas, Bryce Echenique aprovecha sistemáticamente las 1 Visto el número elevado de citas, señalaremos las referencias a las mencionadas novelas de Bryce Echenique mediante estas abreviaturas. En la comparación de las traducciones se pondrá primero la paginación del texto español y segundo, destrás de una barra oblicua, la paginación de la versión francesa. diferentes modalidades de la focalización. Por eso, son el objeto de estudio ideal para averiguar en qué medida la traducción da cuenta de las técnicas focales del original y, caso de que se produzcan inconsistencias, para sondear la influencia que pueden tener éstas en la interpretación de la obra. Para realizar este objetivo, es necesario describir sucintamente el funcionamiento de la focalización implícita. 1. LA FOCALIZACION IMPLICITA Los estudios narratológicos de Gérard Genette y de Mieke Bal han establecido en el análisis de una novela una clara distinción entre “narración” y “focalización”. Si la primera resulta ser la trascripción del relato en texto, la segunda tiene que ver con la construcción de este relato. En este nivel, el narrador ordena los elementos de la capa abstracta de la historia disponiéndolos según unas claves temporales (dirección: analepsis o prolepsis, duración, frecuencia) y los enfoca desde cierta perspectiva: la focalización. Por consiguiente, se termina instalando un paralelismo entre el funcionamiento de la narración y de la focalización, que puede ser sintetizado en las preguntas respectivas “¿Quién habla?” y “¿Quién ve?" o, incluyendo todas las sensaciones posibles "¿Quién percibe?" (Bal, 1978: 118). Igual que, dentro del nivel de la narración, la voz puede proceder del narrador (el discurso narrativizado) o ser delegada a un personaje de manera completa (el discurso directo) o parcialmente (las formas híbridas del discurso indirecto conjuncional y libre), la focalización puede ser efectuada por el focalizador principal o por un personaje. La delegación de la narración y de la focalización (Vitoux, 1982: 361) no coinciden forzosamente, de modo que es posible que el narrador (narración no delegada) cuente lo que ve un personaje (focalización delegada). Tal como es el caso para la narración, donde el cambio de nivel se observa en palabras del tipo "decir" o "declarar", la delegación de la focalización normalmente es indicada por unas marcas claras, como el verbo “ver” o "notar". En el pasaje del tipo "Me impresionó mucho nuestro encuentro en el aeropuerto, pues la [=mi madre] noté extremadamente fatigada y con muy mal semblante"" (MR 250), la palabra “noté” señala que en el discurso de Martín- narrador se pasa de la perspectiva del focalizador principal a la imagen que Martín-personaje tiene de su madre recién llegada a París. Sin embargo, esta delegación no se hace siempre de manera tan explícita. Más precisamente cuando, en un contexto en el que no hay delegación de la palabra -o sea, no puede tratarse de un discurso de un personaje- se integra un elemento que revele la presencia de un personaje, la focalización se delega implícitamente a él (Snauwaert, 1998:2). En otras palabras, el lector lee el discurso del narrador que, de manera apenas perceptible, reproduce la visión de cierto personaje. Concretamente, esta presencia del personaje puede señalarse mediante un rasgo gramatical, como el uso del presente en un contexto pasado, la mención de un deíctico o un adverbio que indique la proximidad (éste, ahora, aquí...) el empleo de giros expresivos o la aparición de la primera o la segunda persona, cuando se trata de un texto narrado en tercera persona2. Sin embargo, esta presencia sobre todo se delata en una particularidad idioléctica (una palabra muy típica del personaje) o en un aspecto del mundo imaginario del personaje (algo que fascina particularmente al personaje y en que éste siempre se fija). En un fragmento como "Inés me esperaba afuera, cubriendo su esqueleto con un hermoso traje verde grisáceo […]" (MR 510), la delegación de la focalización no se indica mediante una marca de percepción sino que se perfila subrepticiamente en las palabras “esqueleto” y “grisáceo”. Estas calificaciones son típicas en la depresión nerviosa de la que sufre Martín-personaje que, frustrado en sus ambiciones amorosas y literarias, siempre se fija en lo mortífero y lo tiñe todo de gris. Asociada al discurso de Martín-narrador, la presencia de estos elementos del mundo imaginario de Martínpersonaje tiene como consecuencia que el focalizador principal le delega la focalización a su alter ego. Es decir, estas palabras indican que se filtran los acontecimientos -en este caso el encuentro que el héroe, al salir del consultorio del médico, tiene con su mujer Inés- por la conciencia del propio personaje. Más que los rasgos puramente gramaticales ya enumerados, estas trazas del idiolecto y del mundo imaginario, nos dan una imagen 2 Este caso se da en Un mundo para Julius (traducción francesa, Julius y versión corregida, Un monde pour Julius, ambas de la mano de Albert Bensoussan), la primera novela del autor que, por ser escrita en tercera persona, separa aún más al personaje de la instancia narrativa (Snauwaert, 1998: 3-5) muy precisa de cierto objeto. Visto que así "determinan" el punto de vista del personaje y, por estas vías, también la interpretación que se hace el lector de estos objetos y de estos acontecimientos llamaremos estas calificaciones en adelante “determinantes focales” (Snauwaert, 1998: 8). Por ser independientes de expresiones de percepción, estos determinantes delegan la focalización de manera muy sutil y, por lo tanto, fácilmente pueden diseminarse sobre el texto y combinarse con otros. Dada la relevancia de estos cambios de nivel de focalización, que, según la teoría de Genette constituyen de por sí una “figuras” (Bal, 1977:46) y señalan algo significativo en la construcción del relato, estas concentraciones de determinantes llegan a constituir, unos nudos, unas encrucijadas de significaciones que son importantísimos para la interpretación global de una novela. Por consiguiente, la pertinencia que tiene esta focalización implícita haría suponer que, una traductología que se fija en los aspectos literarios, tratara de acatarla al máximo. Por lo mismo, intentaremos analizar averiguar cómo se traducen algunos determinantes focales importantes en las ya citadas novelas de Bryce y si esta traducción mantiene la misma coherencia que en el original. Para poder evaluar mejor la reproducción de estos aspectos narratológicos, empezamos por formarnos primero una idea sobre la traducción de las dos novelas en el nivel lingüístico en general. 2. TRADUCCION EN EL NIVEL LINGUISTICO Tanto La vida exagerada de Martín Romaña como El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz fueron traducidos al francés, poco tiempo después de la publicación del original, por el mismo traductor, Jean-Marie Saint-Lu. Este mismo traductor se ha encargado de la mayoría de las traducciones de Bryce Echenique, lo que ya inspira confianza en la calidad de las mismas. Dispone de un conocimiento global mundo novelístico de Bryce, lo que es necesario para entender y reproducir en otra lengua los múltiples juegos técnicos y cambios de registro característicos de la obra. Efectivamente, las dos traducciones respetan escrupulosamente la macroestructura de los diferentes capítulos así como la organización sintáctica del texto. Además, el traductor se esfuerza por buscar la mejor estrategia de compensación para resaltar las particularidades estilísticas del autor. Por lo general encuentra equivalentes muy variados para los diminutivos, frecuentísimos de por sí en el español peruano, como “igualitos”/ “exactement semblables” (MR97/72) y de los sufijos superlativos que en la poética de Bryce pueden afectar a cualquier adjetivo: “bronceadísima”/ “superbronzée” (MR 79/59), “protegidísimos”/ “on ne peut plus protégés” (MR 113/84) y “erectísimo”/ “dans une folle érection” (MR 255/184). También en el léxico, Saint-Lu procura que no se pierda el tono muy típico de Bryce. Reproduce de manera acertada la lengua oral y coloquial, utilizando equivalentes plausibles como “jodidos”/ “foutus” (MR 31/26) o “cagándose de risa” / “à pisser de rire” (MR 45/36). Una misma fidelidad se observa en los neologismos de los que está plagada la obra. Conforme al modelo español, Saint-Lu se compromete a forjar palabras francesas nuevas, que suenan muy aceptables. Así la mirada “preperdonadora” de Inés recibe el equivalente “prépardonneur” (MR 216/157) y el verbo “edipear” que refiere al deseo de este mismo personaje por imputarle a Martín un complejo edípico, se transforma en “ oedipiser” (MR 259/186). Una tendencia análoga se perfila para los muchos juegos de palabras. “Madame Labru(ja)”, la autoritaria dueña del piso que ocupa Martín en París, se convierte en “Madame Labru(te)” (MR 199/145), el juego con las preposiciones, que acentúa el contraste entre el amor soñado por el protagonista y su actual soledad, “el amor alado/ de lado”, reaparece parcialmente en “l‟amour d‟à côté/ de côté” (OC 147/146) y la casi homonimía en “Descartes descartado”, con lo que Martín afirma haber perdido la fe en la lógica de su vida parisina, es salvada por la asonancia en “Descartes écarté” (OC 138/136). La misma agilidad se perfila en la representación de acentos extranjeros: se da el caso en la imitación del andaluz en “un joven estudioso, sonriente y trabajadó”, cuya pronunciación divergente se imita en el adjetivo francés inexistente “travailleux” (MR 161/117) o en la alteración vocálica en las palabras que utiliza Serapio, el jardinero quechuahablante, al hablar de sus rosas “deferente a la papa se coltiva” (sic), que se materializa en “defférentes” y “ pusser” (OC 62/62) en la versión francesa. Sin embargo, no todos estos efectos se manifiestan en la traducción al cien por cien. Unas raras veces el traductor pasa por alto una particularidad en la pronunciación – quizá, para no ofuscar a sus lectores franceses, Saint-Lu no reproduce el acento afrancesado “Monsieur Romaná” y lo sustituye por el correcto “Romaña” (489/349)- o se le escapa una referencia cultural. Es sorprendente que, a esta altura, que no transponga simplemente “Ay mamá Inés”, lo que sería la mejor opción, dado que se trata del título de una canción latinoamericana” y opte por “Oh maman Inés” (MR 255/ 184). En la mayoría de los casos, estas pocas divergencias arraigan en el carácter intraducible de las secuencias originales: ¿Cómo traducir el juego de palabras entre carabela y calaveras (OC 69/69) –se refiere a la conquista del Perú, que fue posible gracias a las “carabelas” que trajeron a Pizarro y a sus hermanos que todos fueron “calaveras”, unos hombres desagradables- si no es por la mera transposición, eventualmente acompañada de una nota? Lo mismo ocurre en trastoques como “(…) se había comprado un carro rojo entre otras cosas y casas”/ “entre tant et tant d‟autres choses” (OC 101/100), en neologismos como “jadeantemente”/ “en haletant” (MR 153/111), en expresiones coloquiales del tipo “el doctor explica que te explica”/ “le docteur se perdait en explications” (OC 214/211) o, finalmente, en la expresión “igual nomás que diferente”/ “égal mais différent” (MR 577/411) donde el deje mexicano necesariamente se pierde. A pesar de estas excepciones, la traducción de Saint-Lu nos aparece como una tentativa muy lograda de compensar al máximo la destreza estilística de Bryce y que, por eso, en el nivel de la lengua –tanto para el léxico, la sintaxis y las estrategias expresivas- se revela ser muy auténtica. 3. TRADUCCION EN EL NIVEL DE LA FOCALIZACION IMPLICITA Exactamente por eso es extraño que, al examinar la traducción desde el punto de vista narratológico, se noten una inconsistencias. Dado la precisión en el tratamiento lingüístico, éstas no afectan a la capa de la narración, que exactamente es la transposición del relato en palabras, sino sobre todo a la focalización. Más precisamente, estas divergencias se producen en algunos pasajes en focalización implícita, al alterar los tiempos verbales y, sobre todo, al traducir algunos determinantes focales claves de manera incoherente. En cuanto a los tiempos verbales, el texto de Bryce muchas veces incorpora al discurso del narrador que, normalmente se hace en pasado, unos presentes y/o unos deícticos o adverbios que sólo pueden referir al presente. Como se ha visto en el mecanismo de la focalización implícita, estos presentes crean, por su carácter inmediato, la ilusión de que haya un personaje que está registrando en ese mismo momento los acontecimientos y funcionan pues como marcas de la delegación focal. En ciertas ocasiones, el traductor parece ser consciente de esta alternancia de los tiempos, deícticos y adverbios, como en la frases siguientes: “(…) ni siquiera conoce a la pobre Sandra y ya le dijo tonta”, donde sustituye el presente “conoce” por el equivalente francés “connaît” (MR 461/329) y “Lo que empezó mañana/ ce qui commença demain (OC 142/140)”, donde tanto en español como en francés tenemos un choque entre el pretérito simple (o “passé simple” del francés) y “mañana/demain”. Estos adverbios sólo pueden emplearse presuponiendo un contexto en presente, así que, en un contexto en pasado, se esperaría “el día después/ le jour suivant”. Aunque en estos ejemplos Saint-Lu sigue el juego, muchas veces hace caso omiso de esta diferencia temporal como en giros del tipo “resulta que/ il se trouvait que” (OC 177/175), donde el presente es reemplazado por un imperfecto o en la traducción de palabras como “ahora” por “à cette époque” (MR 258/186) que asimila el adverbio simplemente al pasado. Esta incoherencia llama la atención principalmente cuando se refiere a la voluntad del protagonista. De hecho, Martín-narrador señala continuamente que su alter ego quiere llevar a cabo cierta intención o está por experimentar algún sentimiento, sin pasar verdaderamente a la acción, lo que indica a la vez la impulsividad, la timidez y el carácter hipersensible del personaje. Esta inmediatez de la inhibición y el carácter punzante de sus experiencias dejan claramente establecido que la escena pasa “en vivo” por el personaje. Este contraste entre el uso del presente y el contexto del pasado no aparece en la versión francesa, como se desprende de los ejemplos siguientes: Casi la abrazo/ Je faillis lui donner l‟accolade (MR 43/34), La madre de Inés casi muere/ la mère d‟Inès manqua mourir(MR 172/126) me voy de bruces/ je serais tombé (MR 344/246). En la mayoría de los casos, Saint-Lu traduce los actos “abortados” de Martín por “je faillis”, que por definición es un pasado en francés pero que bien traduce lo inacabado de la acción y la torpeza del personaje. Si bien no es fácil encontrar equivalentes franceses a semejantes estructuras, en algunos casos seguramente sería posible reproducir el juego con los tiempos: así “je serais tombé” podría ser sustituido sin problemas por “je me retrouve par terre”. Este procedimiento transferiría mejor el carácter directo incluido en la focalización delegada y haría que el lector leyera las experiencias del personaje como más “vividas” y menos mediatizadas por el focalizador principal. Si estos desajustes en los aspectos gramaticales de la focalización implícita sólo tienen una repercusión bastante limitada –sólo se pierde la sensación de asistir en directo a las vivencias del protagonista-, las inconsistencias en el nivel de los determinantes focales cobran mayor importancia. Como se ha dicho, estos elementos del idiolecto o del mundo imaginario de los personajes revelan cómo cierto personaje considera cierto objeto. En esta capacidad, sirven para asentar la perspectiva básica de una novela: ¿Quiénes son los personajes por los que pasa la focalización, en qué se fijan éstos de preferencia y cuál es la imagen que se forman de estos objetos?. Si se quiere preservar la perspectiva del original y las interpretaciones que suscita, la reproducción de los determinantes focales tendrá que hacerse lo más fiel posible. A este respecto, resulta asombroso que unas calificaciones invariables en las versiones españolas, reciban traducciones diferentes en francés. La “hondonada”, vocablo por el que Martín se refiere invariablemente a la cama donde hace el amor con Inés y que, integrado al discurso del narrador, delega la focalización a Martín, es traducido tanto por “grand creux du lit” (MR 199/146) como por “la combe” (MR 199/214). También la palabra "mejor" que refiere tanto al adverbio como, cuando se escribe con mayúscula, al apodo que le pone Martín a uno de los médicos que intentan curarle la depresión, recibe dos traducciones: “meilleur” y “mieux” (MR 562/399). Nadie mejor que él para secarle a uno regiones enteras de pantanos interiores. [...] Era un cretino blue dipinto di blue y nunca se había sentido mejor […] Me era pues imprescindible aceptar los cuidados de Mejor./ Personne n‟était meilleur que lui pour assécher des régions entières de marais intérieurs.[...] C‟était un crétin blue dipinto di blue, qui ne s‟était jamais senti mieux […] Il m‟était donc absolument obligatoire d‟accepter las soins de M. le Meilleur. Si es verdad que esta traducción doble obedece a las reglas gramaticales del francés, el uso de una palabra única respetaría más la coherencia de la técnicas narrativa puesto que en la versión original el personaje resulta completamente denominado por el solo determinante focal “Mejor”. En este sentido, hubiera ser posible adaptar la traducción de la primera frase citada en el sentido de “Personne ne pouvait assécher mieux que lui (…)" y conferirle al médico el apodo M. Mieux. Es sorprendente que Saint-Lu no lo haya hecho, ya que se muestra muy consciente de esa resonancia de la palabra "mieux" al traducir el masaje que Inés le aplica a Martín en la misma escena "frota que te frota” como “Inès frottant à qui mieux mieux (MR 564/400). Aunque en los fragmentos mencionados, por la traducción doble, sólo se pierde la univocidad de los determinantes focales, no afecta a su poder de delegación ni a su valor interpretativo. Esto último no es el caso en los dos casos siguientes donde los desajustes en la traducción de los determinantes focales respectivamente pasan por alto unas connotaciones importantes y llevan a una calificación inconsistente del mundo imaginario del protagonista, que termina aflojando su pertinencia para la interpretación de la novela. El primer caso se da en el episodio en el que Martín y su nuevo amor Octavia piensan alojarse en un “hotelucho” de Bruselas y en cuya traducción desaparece una referencia al Danubio azul. Hablando de las comidas que se van a tomar, Martínpersonaje alega que (OC 111/110: […] para mí, pan y cebollas, aclaré, por último, al cabo de nuevas reflexiones, pero en este caso se trata del Danubio Azul./ En ce qui me concernait, je me contentais d‟amour et d‟eau fraîche, expliquai-je en fin, après nouvelle reflexion.). Al mismo tiempo que “pan y cebolla” se traduce a la perfección, brilla por su ausencia la última parte de la frase. Sin embargo, el Danubio Azul, resulta ser un elemento de primera importancia visto que este color ya se había aplicado a los profesores poco fidedignos de la Sorbona (MR 38/31 un señor azul/ un monsieur bleu) y que en otras novelas de Bryce siempre es de mal agüero. Además, esta calificación resulta ser otro apodo que le reserva Martín al psiquiatra Mejor, descrito ya de “blue dipinto di blue” en un fragmento anterior, y que sí se traduce en otra parte (MR 563/400 Jalisco nunca pierde, debió pensar el Danubio Azul de Logroño (…)/ Les bonnes équipes ne perdent jamais , dut penser le Beau Danube bleu de Logroño (…). Pasando por alto este determinante, la traducción hace traslucir menos la connotación negativa del “hotelucho azul de Bruselas”, que en la segunda parte del díptico simboliza el carácter inalcanzable del amor entre los personajes. Esta laguna también se verifica en el tratamiento inseguro de la palabra “hotelucho” que ora se traduce como “petit hôtel” (OC 52/54), ora como “hôtel minable” (OC 122/123). Tomando en cuenta el aspecto ominoso del hotel, queda claro que el sufijo “-ucho” no es diminutivo sino peyorativo y que, por consiguiente, la segunda traducción entra mucho más en la lógica de la novela que la primera. Si estos desajustes bastante aislados, por la pérdida de unos matices suplementarios, debilitan la carga interpretativa de un fragmento, la falta de precisión sistemática en la traducción de los determinantes pueden quitarle hierro a la coherencia imaginaria de la novela entera. Esto nos lo revela el segundo caso, el de la bizquera de Inés, cuando mira a su esposo Martín. Sucede que Saint-Lu traduce el determinante “bizquerita” de dos maneras diferentes: en sus primeras apariciones recibe sistemáticamente como equivalente “coquetterie” (MR 189/138 Martín le notó la bizquerita/ elle avait sa coquetterie), que sólo muchas páginas después se cambia en “loucherie” (MR 316/227). En otras palabras, el traductor empieza por interpretar el aspecto fisionómico para mencionarlo a secas sólo mucho más tarde. Esta práctica es tanto más extraña cuanto que el verbo “bizquear” sí se traduce coherentemente mediante el verbo “loucher” (MR 203/148 había bizqueado/ elle avait louché). Además, la palabra “coquetteríe” corresponde con “coquetería”, que es otro determinante que se aplica a Inés en otros fragmentos de la versión española (MR 482/344). El que la inconsistencia se sitúe en la traducción del sustantivo –es más fácil traducir el sustantivo por dos términos que el verbo “bizquear”, que precisaría de una formulación más extensa del tipo “être coquette, montrer sa coquetterie”-, nos hace suponer que viene inspirada por un deseo de variar el vocabulario. Aún así, esta preocupación léxica pasa por alto el funcionamiento de la focalización implícita, que es de primera importancia en las novelas de Bryce. Visto que afecta a la delegación de la focalización, que desempeña un rol clave en la novela, semejante desajuste repetitivo termina por repercutir en la interpretación. Al sacrificar el tratamiento sistemático de un elemento significativo de primer orden, el traductor que por lo demás respeta escrupulosamente las calificaciones de Inés, el objeto focal más importante de la primera parte del díptico (como, por ejemplo, otro determinante recurrente: “su cuello tan largo”/ “son si long cou” (MR 238/ 172), afloja su caracterización y los efectos que tiene para el protagonista. La importancia del determinante “bizquerita”, que ya queda patente en su puesta de relieve en el título de un capítulo con el que, en esta novela, cada vez se jalona la evolución del protagonista (MR 183/134 Bizqueritas en España/ Coquetteries en Espagne) reside en el hecho de que aluda a la visión, o sea a la propia focalización. Negándole a "bizquerita" su traducción literal de, el traductor borra parte del deslizamiento ideológico que se va instalando entre los dos personajes. La traducción sistemática de este determinante focal importa también porque permite establecer el contraste con la mirada normal de Inés (MR 511/364 “la hermosura de sus ojos cuando no miraban a mí/ la beauté de ses yeux quand ce n'était pas moi qu'ils regardaient) y otros juegos de palabras que se incluyen en la novela. Así Martín continúa aprovechando las connotaciones de la “bizquerita” autocalificándose de “oftalmólogo” durante su tratamiento psicoanalítico en Barcelona, que, además parece ser tierra de “celebérrimos oftalmólogos” (MR 510). Con este determinante pretende salir de su depresión y corregirle la vista a su mujer (MR 551/391) (…) decidí intervenir enfático (…) y hasta oftalmólogo, porque (…) a lo mejor a Inés se le serena la bizquera/ (…) je décidai d‟intervenir (…) emphatique (…) et même ophtalmologue, parce que (…) Inès à coup sûr aura un regard plus serein, sans loucherie (…), una tentativa que finalmente fracasa. Por este camino, queda claro que la bizquera progresiva funciona de metáfora de un desentendimiento creciente que hará que Inés se incorpore cada vez más a un grupo marxista y finalmente se separe de Martín. De esta forma, la consistencia del determinante focal concernido y su traducción coherente es fundamental para entender el desarrollo sentimental del personaje y la oposición ideológica entre los preceptos marxistas de Inés y las ambiciones literarias del héroe. Además, esta oposición adquiere una pertinencia todavía mayor al sacar a colación la tensión intercultural entre una visión estereotipada y una imagen más emancipada del Perú y de América Latina en general. La primera se ilustra en el tratamiento hipnótico impuesto por el ya citado Mejor a Martín, que se compara con una "expedición española en nevada cumbre andina/ expédition espagnole sur les cimes enneigées" (MR 564/400) -salta a la vista que el olvido de "andina" en la traducción hace menos explícita la referencia al contexto peruano- y en la militancia izquierdista de mayo del '68. Por más feroz que haya sido la lucha comunista de Inés, que al final de la novela reaparece instalada en una mansión lujosa en Río de Janeiro, sólo parece haberse aprovechado gratuitamente de unas tendencias políticas que estaban de moda y haber reforzado el mito del buen salvaje. La segunda es encarnada por Martín que al abandonar la redacción de una novela sobre los sindicatos pesqueros en Perú canjea la escritura comprometida por una literatura verdaderamente literaria que le brinda una capacidad crítica con la que puede considerar más cabalmente la realidad latinoamericana (Snauwaert, 1995: 263-264). Precisamente estas tensiones, que se hacen patentes a través de un juego de determinantes focales consistentes, echan las bases de la cura psicoanalítica que constituye el relato que hace Martín-narrador, conforme al título del díptico, desde su sillón Voltaire. CONCLUSION La desproporción que, en ciertos fragmentos claves de las novelas analizadas, se nota entre el acierto al nivel lingüístico y la inconsistencia en algunos aspectos del funcionamiento narratológico ilustra que la traducción literaria no puede respetar al mismo tiempo y con la misma sutileza los diferentes niveles del texto como el léxico, la sintaxis, la metafórica y los aspectos narratológicos (Lambert, 2006: 43). Le incumbe pues al traductor establecer ciertas prioridades. El ejemplo de la focalización implícita muestra que, tratándose de una novela, éstas tienen que situarse primero en el funcionamiento literario mismo. Dado que la narración y la focalización gobiernan la estructura de la novela y que determinan el conjunto de relaciones entre personajes, narrador, lector, autor y traductor (Lambert, 2006b: 12), se adjudican un rol privilegiado tanto en el trabajo interpretativo de la novela como en la traducción, a la que la interpretación lógicamente precede. Por estas vías, el presente articulo ha querido demostrar que, aunque los desajustes en la traducción de ciertos determinantes focales no alteran totalmente la interpretación de la novela, eso sí, quitan mucha tensión a ciertas oposiciones focales típicas en el original de Bryce. Si bien la bizquerita puede ser interpretada con razón como una coquetería del personaje, la falta de literalidad provoca una pérdida de intensidad que influye en la interpretación. Dado que la perspectiva de los personajes resulta dominante en el proceso interpretativo, el tratamiento sistemático de los determinantes focales envueltos en la focalización implícita se presenta como prioritario en una traducción que se quiere literaria. Referencias bibliográficas BAL, M. (1977), Narratologie, Paris, Klinksieck. (1978), Theorie van vertellen en verhalen, Utrecht, Coutinho. BOASE-BEIER, J. (2006), Stylistic Approaches to Translation, Manchester y Kinderhook, St. Jerome Publishing. BRYCE ECHENIQUE, A (1981), La vida exagerada de Martín Romaña, Barcelona, Argos Vergara. (1983), La vie exagérée de Martín Romaña, trad. de J-M Saint-Lu, Paris, Luneau Ascot. (1985), El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, Barcelona, Plaza y Janés. (1985), L’homme qui parlait d’Octavia de Cadix, trad. de J-M Saint-Lu, Paris, Luneau Ascot. GENETTE, G. (1972), Figures III, Paris, Seuil. LAMBERT, J. (2006a) "Traduction et technique romanesque" en Delabastita, D., D'hulst, L., Meylaerts, R. 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