VPH - the IARC Screening Group

Transcripción

VPH - the IARC Screening Group
2009, 84, 117–132
No. 15
10 de abril de 2009/ Año 84
No. 15, 2009, 84, 117–132
http://www.who.int/wer
Vacunas contra el virus del papiloma humano
Documento de posición de la OMS
En virtud de su mandato de orientar a los Estados Miembros en materia de políticas
sanitarias, la OMS publica y actualiza periódicamente una serie de documentos de posición
sobre vacunas y combinaciones de vacunas contra enfermedades relevantes para la salud
pública internacional. Estos documentos, que se refieren principalmente al uso de vacunas en
programas de inmunización a gran escala, resumen la información de base esencial sobre las
enfermedades y las vacunas respectivas y concluyen con la posición actual de la OMS sobre
el uso de las vacunas a escala mundial. Los documentos han sido examinados por expertos
de la OMS y externos y, a partir de abril de 2006, examinados y refrendados por el Grupo de
Expertos en Asesoramiento Estratégico (SAGE) de la OMS en materia de vacunas e
inmunización. Los documentos de posición están dirigidos principalmente a los funcionarios
de salud pública nacionales y a los gestores de los programas de inmunización. Sin embargo,
también pueden ser de interés para los organismos de financiación internacionales, los
fabricantes de vacunas, la comunidad médica, las publicaciones científicas y el público en
general.
Este es el primer documento de posición de la OMS sobre las vacunas contra las
enfermedades causadas por el virus del papiloma humano (VPH). Como complemento del
texto y de las referencias que en él se facilitan, en un documento de base de la OMS se
brinda información adicional y referencias que reflejan los datos disponibles hasta finales de
septiembre de 2008.1 La última sección de este documento de posición incluye vínculos para
acceder a cinco tablas de clasificación de los datos científicos y sus correspondientes
referencias.
Información general
Epidemiología del VPH y las enfermedades relacionadas con el VPH
Las infecciones genitales por VPH se transmiten principalmente por vía sexual, y en
particular, aunque no exclusivamente, por las relaciones sexuales con penetración. La tasa de
transmisión del virus es muy elevada y la mayoría de los hombres y mujeres sexualmente
activos contraerá una infección por VPH en algún momento de su vida. Si bien la mayor
parte de las infecciones por VPH son transitorias y benignas, la infección genital persistente
por determinados genotipos del virus puede provocar la aparición de lesiones anogenitales
precancerosas y cancerosas.
Las enfermedades que causa el VPH son, entre otras, cáncer cervicouterino, vaginal, vulvar,
peniano y anal; un subgrupo de cánceres de cabeza y cuello; verrugas genitales y
papilomatosis respiratoria recurrente. En 2005 se registraron alrededor de 500 000 casos de
cáncer cervicouterino y 260 000 muertes relacionadas. La tasa de incidencia de cáncer
cervicouterino varía entre 1 y 50 por cada 100 000 mujeres; las tasas más altas se registran
en América Latina y el Caribe, África subsahariana, Melanesia, Asia centromeridional y
Sudeste asiático. La mayoría de los casos de cáncer cervicouterino se diagnostican en
mujeres mayores de 40 años.2
En los países con programas bien organizados para detectar y tratar las lesiones
precancerosas y el cáncer cervicouterino en estadio temprano, es posible prevenir hasta el
80% de estos cánceres. Sin embargo, en los países de ingresos bajos y medianos ha sido
difícil aplicar programas eficaces de cribado sistemático y seguimiento de las mujeres con
resultados anormales en las pruebas citológicas. En consecuencia, las tasas de mortalidad por
cáncer cervicouterino son mucho más altas en el mundo en desarrollo.
Los cánceres de vulva, vagina, pene y ano, así como las lesiones precancerosas en esas
localizaciones, son relativamente raros; la mayoría de los casos se diagnostican en adultos
mayores de 50 años. Se calcula que el VPH es la causa de por lo menos el 80% de los casos
de cáncer anal y de por lo menos el 40%-60% de los casos de cáncer de vulva, vagina o
pene.
Las verrugas genitales son comunes entre las personas sexualmente activas y por lo general
aparecen por primera vez en la adolescencia o en la juventud. No se dispone de estimaciones
de la incidencia mundial de verrugas genitales, pero se cree que la prevalencia es alta en todo
el mundo, especialmente en las personas con infección por VIH.
Los virus
Los VPH son virus sin envoltura y con ácido desoxirribonucleico (ADN) de doble cadena, de
la familia de los Papillomaviridae. El genoma del VPH está dentro de una cápside que
contiene las proteínas estructurales mayor (L1) y menor (L2).
Se conocen más de 100 genotipos de VPH, algunos de los cuales se asocian a los fenómenos
de inmortalización y transformación celular relacionados con la carcinogénesis. Por lo menos
13 de esos genotipos pueden causar cáncer cervicouterino o se asocian a otros cánceres
anogenitales y orofaríngeos. Los tipos 16 y 18 del VPH causan aproximadamente un 70% de
los casos de cáncer cervicouterino invasivo en el mundo, y el tipo 16 es el más oncogénico.
La distribución de los tipos de VPH varía de una región geográfica a otra, pero el tipo
oncogénico dominante en todas las regiones es el VPH-16.3 Algunos genotipos rara vez
producen cáncer pero pueden causar cambios benignos o de bajo grado en las células del
cuello uterino, que en los estudios citológicos o histológicos son a veces indistinguibles de
los causados por lo tipos de VPH más oncogénicos. Los tipos de bajo riesgo del VPH, 6 y
11, son la causa de alrededor del 90% de las verrugas genitales y de casi todos los casos de
papilomatosis respiratoria recurrente.
Inmunología, patología y diagnóstico
Las infecciones por VPH se circunscriben a la capa intraepitelial de la mucosa y no generan
una respuesta inmunitaria vigorosa. Aproximadamente la mitad de las mujeres infectadas por
el VPH desarrollan anticuerpos séricos detectables, pero estos anticuerpos no las protegen
necesariamente contra infecciones futuras por el mismo tipo de VPH. Los anticuerpos anti-
VPH mejor caracterizados y más específicos para un genotipo son los dirigidos contra la
proteína L1 del virus. La mediana de tiempo desde la infección hasta la seroconversión es de
aproximadamente 8–12 meses, aunque la respuesta inmunitaria varía de un individuo a otro y
según el tipo de VPH.
La infección persistente por VPH puede generar neoplasia intraepitelial cervicouterina (NIC)
de grado moderado (2) o grave (3), o adenocarcinoma in situ (AIS), una lesión precancerosa
que afecta a las células glandulares del cuello uterino. Sin tratamiento, la probabilidad de que
la NIC2–3 progrese a cáncer de células escamosas y el AIS progrese a adenocarcinoma es
alta. El tiempo transcurrido entre la infección inicial por VPH y la aparición de cáncer
cervicouterino es de 20 años como promedio.
Los cambios que produce el VPH en el epitelio del cuello uterino se pueden detectar
mediante un análisis citológico (examinando con el microscopio células descamadas)
conocido como prueba de Papanicolau (Pap). La infección persistente por VPH se puede
diagnosticar mediante pruebas repetidas de ADN de VPH. En muchos países, la citología o
las pruebas de ADN de VPH, o ambas, se usan para el cribado sistemático del cáncer
cervicouterino y para el seguimiento después del diagnóstico. En los países de ingresos bajos
sin una buena infraestructura sanitaria, la inspección visual del cuello uterino con ácido
acético o solución yodada de Lugol permite detectar posibles lesiones, que se pueden tratar
de inmediato con crioterapia.
Vacunas anti-VPH
En la actualidad se comercializan ampliamente dos vacunas anti-VPH en todo el mundo.
Ambas se fabrican con tecnología recombinante y se preparan a partir de proteínas
estructurales L1 purificadas que se unen entre sí para formar cubiertas vacías de un tipo
específico de VPH o partículas similares a virus (PSV). Ninguna de las vacunas contiene
productos biológicos vivos ni ADN vírico, por lo que no son infecciosas. Las vacunas antiVPH se formularon sólo para uso profiláctico; no curan una infección ya existente por VPH
ni sirven para tratar los signos de la enfermedad causada por el virus.4 Los mecanismos de
protección de estas vacunas no se han caracterizado por completo, pero aparentemente
intervienen tanto la inmunidad celular como los anticuerpos IgG neutralizantes.5, 6
Vacuna tetravalente
La vacuna tetravalente, que fue autorizada en 2006, contiene partículas similares a virus de
los genotipos de VPH 6, 11, 16 y 18. La vacuna se produce utilizando levadura como
sustrato y contiene sulfato de hidroxifosfato de aluminio amorfo como adyuvante. Cada
dosis de 0,5 ml de esta vacuna contiene 20 µg de proteína L1 de VPH-6, 40 µg de proteína
L1 de VPH-11, 40 µg de proteína L1 de VPH-16 y 20 µg de proteína L1 de VPH-18
adsorbidos en 225 µg de adyuvante. La formulación no contiene antibióticos, tiomersal ni
otros conservantes. Esta vacuna ha sido aprobada para su administración a niñas
preadolescentes (en algunos países a niñas de sólo 9 años), para prevenir las lesiones
precancerosas y el cáncer cervicouterino y las verrugas anogenitales en las mujeres. Además,
la vacuna tetravalente está aprobada para prevenir las lesiones precancerosas y el cáncer de
vulva y vagina, así como las verrugas genitales, en las mujeres. En algunos países se ha
autorizado también la vacuna para la prevención de las verrugas anogenitales en los
hombres.
Vacuna bivalente
La vacuna bivalente, que fue autorizada en 2007, contiene partículas similares a virus de los
tipos 16 y 18 del VPH. Se elabora utilizando un novedoso sistema de expresión de
baculovirus en células de Trichoplusia ni. Cada dosis de 0,5 ml de vacuna bivalente contiene
20 µg de proteína L1 de VPH-16 y 20 µg de proteína L1 de VPH-18 adsorbidos en un
sistema adyuvante patentado, ASO4, que contiene 500 µg de hidróxido de aluminio y 50 µg
de 3-O-desacil-4’-monofosforil lípido A. La vacuna no contiene tiomersal, antibióticos ni
otros conservantes. Ha sido aprobada para su administración a niñas a partir de los 10 años
para prevenir lesiones precancerosas y cancerosas del cuello de útero. No se ha solicitado
autorización para administrarla a varones.
Almacenamiento, administración y pautas de vacunación
La vacuna bivalente y la vacuna tetravalente están disponibles en forma de suspensiones
estériles en viales de vidrio de un solo uso o jeringas precargadas de un solo uso, que se
deben mantener a una temperatura de 2–8 °C y no se deben congelar. La vacuna bivalente
también está disponible en envases de dos dosis. Las vacunas se deben aplicar sólo por vía
intramuscular en dosis individuales de 0,5 ml.
La presentación y los envases de una sola dosis de ambas vacunas hacen que el volumen por
dosis sea mayor que el de las vacunas multidosis que comúnmente se administran a los
niños.
Las dos vacunas se deben administrar a las niñas antes de que inicien su vida sexual; es
decir, antes de la primera exposición a la infección por VPH. La mayoría de los países que
han autorizado estas vacunas recomienda administrarlas a las niñas de entre 10 y 14 años.
Algunos programas nacionales también recomiendan la vacunación de puesta al día,
sistemática o puntual, de las adolescentes más mayores y de las mujeres jóvenes.
Después de la dosis inicial de la vacuna tetravalente, se aplican otras dos, a los 2 y a los 6
meses. Si es necesario flexibilizar la pauta, el fabricante recomienda un intervalo de 4
semanas como mínimo entre la primera y la segunda dosis, y un intervalo de 12 semanas
como mínimo entre la segunda y la tercera.7
Después de la dosis inicial de la vacuna bivalente, se administran otras dos, al mes y a los 6
meses. Si es necesario flexibilizar la pauta, el fabricante recomienda que la segunda dosis se
aplique de un mes a dos meses y medio después de la primera.8
Se están estudiando pautas alternativas para ambas vacunas. No es necesario reiniciar la serie de
tres dosis si se interrumpe el programa previsto, pero las dosis restantes de deben administrar en
los plazos que más se aproximen a la pauta recomendada. En la actualidad, los fabricantes no
recomiendan una dosis de refuerzo después de completar la serie primaria.
Estudios de inmunogenicidad
Con tres dosis de cualquiera de las dos vacunas, prácticamente todas las adolescentes y
mujeres jóvenes vacunadas y sin contacto previo con los tipos de VPH presentes en la
vacuna responden generando anticuerpos contra esos antígenos.9, 10 Los datos disponibles de
hasta 5–6,4 años después de la vacunación han demostrado que los títulos de anticuerpos
alcanzan niveles máximos después de la tercera dosis, disminuyen gradualmente y luego se
estabilizan alrededor de 24 meses después de la primera dosis. Las medias geométricas de
los títulos (MGT) de anticuerpos séricos en las niñas de 10-15 años fueron superiores a las
de los observados en el suero de mujeres más mayores (16–23 años en el caso de la vacuna
tetravalente y 15–25 años en el caso de la vacuna bivalente).
Hasta la fecha, la información sobre la respuesta inmunitaria a la vacuna anti-VPH de las
personas infectadas por VIH se limitan a un estudio de 120 niños de 7-11 años en los Estados
Unidos; algunos de estos niños estaban siendo tratados con antirretrovíricos. El 99,5% de
ellos generaron anticuerpos contra los tipos 6, 11, 16 y 18 del VPH después de recibir la
vacuna tetravalente (Weinberg A y cols., datos no publicados, 2008). Las MGT para los
cuatro tipos de VPH fueron más bajas en los niños con infección por VIH que en los
controles históricos de edades comparables, pero sólo se observaron diferencias
estadísticamente significativas en relación con los tipos 6 y 18 del VPH. Todavía no se
cuenta con datos sobre la inmunogenicidad de la vacuna bivalente en personas jóvenes con
infección por VIH.
La administración concurrente de la vacuna tetravalente con una vacuna anti-hepatitis B
recombinada (a mujeres de 16-23 años) o con una vacuna combinada antidiftéricaantitetánica-antitosferínica y antipoliomielítica inactivada (a mujeres y varones de 11-17
años), así como la coadministración de la vacuna bivalente con una vacuna combinada
antidiftérica-antitetánica-antitosferínica y antipoliomielítica inactivada (a mujeres de 10-18
años), no influyeron de forma significativa en la respuesta inmunitaria a ninguno de los
antígenos involucrados. Se están realizando estudios sobre la administración simultánea de
las dos vacunas anti-VPH con otras vacunas.
Eficacia clínica y duración de la protección
Como no se conocen los indicadores inmunológicos de la protección de la vacuna y el cáncer
cervicouterino puede manifestarse décadas después de la infección por VPH, las autoridades
reguladoras han aceptado el uso de NIC grado 2 ó 3 y de AIS como variables de valoración
clínica en los estudios de eficacia de la vacuna, en lugar del cáncer cervicouterino invasivo.11
Además, razones de índole ética impiden usar el cáncer cervicouterino como criterio de
evaluación en los estudios de este tipo. Las lesiones precancerosas aparecen habitualmente
en los 5 años siguientes a la infección por VPH.
Se realizaron estudios multicéntricos, aleatorizados y doble ciego de fase II y III que
examinaron las variables de valoración clínica NIC2, NIC3 y/o AIS en mujeres de 15-26
años que habían recibido la vacuna tetravalente12 y en mujeres de 15–25 años que habían
recibido la vacuna bivalente.13 Los ensayos de fase II y III con la vacuna tetravalente
también examinaron como variables la presencia de verrugas anogenitales y neoplasia
intraepitelial vulvar y vaginal en mujeres de 15–26 años.14 Por lo general, se considera que
tomar muestras cervicouterinas de niñas o preadolescentes no es ético y no resulta práctico.
En consecuencia, se utilizaron resultados de estudios de comparación (immunobridging) de
la inmunogenicidad de la vacuna en mujeres de 9-14 años y en mujeres de 15–26 años para
deducir la eficacia clínica en el grupo de menos edad (véase “Estudios de inmunogenicidad”
más arriba).
Todavía no se dispone de datos sobre la eficacia de las vacunas anti-VPH en relación con la
variable de valoración NIC2-3 en personas con infección por VIH.
Aparentemente, ambas vacunas tienen una eficacia limitada contra los tipos 31 y 45 de VPH,
que están genéticamente relacionados con los tipos 16 y 18.15, 16 La eficacia de las dos
vacunas en términos de protección se ha mantenido durante los periodos de observación
correspondientes, que actualmente son de 6,4 años (vacuna bivalente)16 y 5 años (vacuna
tetravalente).14
Las diferencias entre los ensayos de eficacia de las vacunas bivalente y tetravalente en lo
referente a la selección de receptores de placebo o controles, los estudios inmunológicos y
las poblaciones analizadas impiden la comparación directa de los resultados obtenidos con
una vacuna y otra.
Vacuna tetravalente
Una investigación que incluyó a 5455 mujeres de 16 a 24 años examinó la eficacia de la
vacuna tetravalente en términos de protección contra NIC2 o NIC3 y AIS causados por
VPH-16 o VPH-18. Entre las mujeres sin exposición previa a VPH-16 o VPH-18 hasta un
mes después de la tercera dosis de vacuna, la protección contra estas variables de valoración
combinadas fue del 100% (intervalo de confianza [IC] del 95%: 94%–100%) al cabo de tres
años de seguimiento.17 En otro estudio de fase III de mujeres de 15 a 26 años de edad con
una media de seguimiento de tres años después de la primera dosis, se observó un 98%
(IC95%: 86%–100%) de eficacia contra NIC2 o NIC3 y AIS causados por VPH-16 o VPH18.18 Los resultados de dos estudios de fase III, que abarcaron un total de 17622 mujeres con
edades comprendidas entre 15 y 26 años y sin exposición anterior a 1-3 tipos relacionados
con la vacuna al inicio del estudio, mostraron que después de tres dosis y de un periodo de
observación de tres años como promedio, la eficacia de la vacuna tetravalente era del 100%
(IC 95%: 79%–100%) contra NIC2 o NIC3 y AIS (variable de valoración combinada)
causados por el tipo o los tipos de VPH para los que las mujeres habían mostrado resultados
negativos en el momento de la inclusión en el estudio.12 En un ensayo de fase II de cinco
años de duración, la eficacia de la vacuna contra NIC1 atribuible a los tipos 6, 11, 16 o 18 de
VPH y las verrugas anogenitales fue del 100% (IC 95%: 12%–100%) en 241 mujeres sin
contacto anterior con esos cuatro tipos en el momento de su inclusión en el estudio.14 Un
análisis combinado del ensayo de fase II anterior con la vacuna tetravalente, de un ensayo de
fase II con una vacuna monovalente contra el VPH-16 y de los dos ensayos de fase III con la
vacuna tetravalente (mencionados más arriba) dio como resultado una eficacia del 99% (IC
95%: 93%–100%) en relación con la variable de valoración compuesta NIC2 o NIC3 y AIS
después de tres años de seguimiento, en mujeres sin exposición previa a los tipos en cuestión
al inicio del estudio y que habían recibido las tres dosis.4
Estudios referentes a la inmunización anti-VPH de varones sin contacto anterior con los
genotipos presentes en la vacuna revelaron una eficacia del 86% (IC 95%: 75%–92%) de la
vacuna tetravalente para prevenir la infección persistente y una eficacia del 90% (IC 95%:
69%–98%) contra las lesiones externas causadas por los tipos de VPH relacionados con la
vacuna. Estos resultados se obtuvieron en ensayos aleatorizados, doble ciego y controlados
con placebo que abarcaron a 4065 varones de 16 a 26 años e incluyeron un periodo de
seguimiento de tres años.19, 20
Vacuna bivalente
En un estudio de fase III se examinó la eficacia de la vacuna anti-VPH bivalente para
prevenir la NIC2-3 causada por los tipos de VPH relacionados con la vacuna. Participaron en
el estudio 18 644 mujeres de edades comprendidas entre los 15 y 25 años. Después de una
media de seguimiento de 4,8 meses, se observó una eficacia de la vacuna del 90% (IC95%:
53%–99%) para prevenir NIC2-3 causada por los tipos 16 o 18 del VPH.13 Estos estudios
provisionales se hicieron mediante un análisis por intención de tratar modificado; es decir, se
incluyeron mujeres que habían recibido por lo menos una dosis de la vacuna y que en el
momento de su inclusión no habían tenido contacto con los tipos 16 y 18.
En un estudio de fase II ampliado, se realizó un seguimiento de 776 mujeres de 15 a 25 años
durante los 6,4 años posteriores a la administración de la primera dosis. Se observó una
eficacia del 100% (IC 95%: 51%–100%) de la vacuna bivalente contra NIC2-3 relacionada
con VPH-16 y VPH-18 en mujeres que habían recibido por lo menos una dosis y que en el
momento de su inclusión en el estudio no habían estado expuestas a los tipos de VPH en
cuestión.16 También se informó de una eficacia elevada de la vacuna contra NIC2-3 causada
por VPH-16 y VPH 18 en mujeres de 15-25 años sin exposición previa a ninguno de los 14
tipos oncogénicos (incluidos los tipos 16 y 18) en el momento de su inclusión. En este
análisis post-hoc (en el que la etiología de las lesiones NIC2-3 que incluían varios tipos de
VPH se clasificó según el tipo de la infección persistente antes del diagnóstico, y sólo se
conceptuaron como casos las lesiones en las cuales se habían detectado de forma persistente
los tipos de VPH 16 o 18 antes del diagnóstico), se observó un 100% de eficacia contra
NIC2–3 (IC 95%: 67%–100%) en el subgrupo considerado después de 15 meses de la
primera dosis en el ensayo de fase III; también se observó una eficacia del 100% (IC 95%:
33%–100%) en el subgrupo más pequeño después de 5,5 años de la primera dosis en un
ensayo de fase II.21
Reactogenicidad y seguridad
En los ensayos clínicos, las reacciones locales moderadas y transitorias en el lugar de la
inyección (eritema, dolor o inflamación) fueron un 10%-20% más frecuentes en quienes
recibieron las vacunas anti-VPH empleadas en su momento que en los grupos de control
respectivos, pero no se ha informado de reacciones adversas sistémicas en las que se haya
establecido una relación causal con la inmunización contra el VPH. Los limitados datos
disponibles no sugieren resultados adversos graves después de la inmunización de niños
VIH-positivos con la vacuna tetravalente ni en los casos de administración de vacuna antiVPH a mujeres que no sabían que estaban embarazadas. La elección habitual de unas edades
de vacunación anteriores al inicio de la actividad sexual reduce la probabilidad de que se
vacune a embarazadas o lactantes desconociendo su situación.
En junio de 2007, el Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas de la OMS
concluyó que ambas vacunas son seguras.22 En diciembre de 2008, el Comité examinó los
primeros datos de la vigilancia poscomercialización de la vacuna anti-VPH tetravalente. No
se halló ningún motivo de preocupación que obligara a modificar los consejos anteriores del
Comité Consultivo sobre Seguridad de las Vacunas.23
Contraindicaciones y precauciones
Las vacunas anti-VPH no se deben administrar a quienes hayan sufrido reacciones alérgicas
graves frente a una dosis anterior o un componente de la vacuna. Algunos países
recomiendan posponer la vacunación anti-VPH de las personas aquejadas por una
enfermedad aguda grave. No hay datos que indiquen un aumento del riesgo de síncope
después de la administración de la vacuna, pero los datos de estudios posteriores a la
autorización indican un aumento de la frecuencia de síncope posvacunación entre vacunadas
adolescentes. Se recomienda observar a las adolescentes durante 15 minutos después de
administrar la inyección.
No se recomienda administrar las vacunas anti-VPH a las embarazadas. Sí se puede
administrar la vacuna anti-VPH tetravalente a las mujeres lactantes, pues los datos
disponibles no indican problemas de seguridad, pero no se dispone de datos sobre la
seguridad de la vacuna bivalente en las mujeres que amamantan.
Modelos de previsión del impacto y la costoeficacia de la vacunación anti-VPH
Se ha estimado el impacto poblacional de los programas de vacunación anti-VPH con cada
una de las vacunas por lo que se refiere a la prevención de lesiones precancerosas y
cancerosas, a las anomalías citológicas que requieren seguimiento y a la utilización de los
servicios de salud, usando para ello en general modelos basados en un prototipo de vacuna a
base de PSV de VPH-16 y VPH-18. Los modelos basados en la vacuna tetravalente también
han evaluado el efecto en los resultados relacionados con los tipos VPH-6 y VPH-11,
incluidas las verrugas anogenitales y las anormalidades cervicouterinas leves.
Los modelos indican que los programas de vacunación dirigidos a las preadolescentes
(aproximadamente en el margen de 10 a 13 años) reducirán considerablemente la incidencia
de cáncer cervicouterino asociado a los tipos de VPH presentes en la vacuna, a condición de
que la cobertura sea alta (>70%) y de que la protección conferida por la vacuna se prolongue
durante 10 años o más. También se prevé una disminución considerable de los menos
frecuentes cánceres de vagina, vulva, ano y cabeza y cuello asociados a VPH -16 y VPH-18.
Dependiendo de los supuestos asumidos respecto a la vacunación y los programas de
cribado, la vacunación podría reducir el riesgo de cáncer cervicouterino a lo largo de la vida
en un 35%–80%.
Los modelos indican que la reducción de la incidencia de cáncer cervicouterino y de la
mortalidad asociada será máxima en los países de ingresos bajos y medios en los que no hay
programas de cribado sistemático del cáncer cervicouterino o donde esos programas tienen
un alcance limitado. Si la adopción de la vacuna es mayor en poblaciones en las que es muy
probable que las mujeres accedan a los programas de cribado sistemático más adelante en la
vida, la reducción del cáncer cervicouterino atribuible a la vacunación puede ser inferior a la
esperada, pues los casos prevenidos mediante la vacunación se detectarían por otros medios
y podrían tratarse.24 Los modelos también sugieren que la vacunación con la vacuna
tetravalente reducirá considerablemente la incidencia de verrugas anogenitales, anomalías
citológicas cervicouterinas leves causadas por VPH-6 y VPH-11 y posiblemente
papilomatosis respiratoria recurrente, siempre que la cobertura sea alta y la protección que
confiere la vacuna persista durante 10 años o más.
Como las vacunas anti-VPH son profilácticas, se considera que el mayor efecto se
conseguirá garantizando una alta cobertura entre las preadolescentes antes de su primera
relación sexual, con preferencia a la vacunación de las mujeres de más edad, porque habrá
una menor proporción de mujeres mayores sin antecedentes de contacto con los tipos
vacunales antes de la inmunización. La mayor parte de las predicciones de los modelos
parecen indicar que la administración de cualquiera de las vacunas anti-VPH a los varones
tendría un impacto limitado en la incidencia de cáncer cervicouterino. 24, 25, 26, 27
Los modelos de costoeficacia se basan en supuestos y parámetros inciertos que pueden
influir considerablemente en los resultados y, por lo tanto, exigen cautela a la hora de
interpretarlos. En general, los modelos indican que los programas que logren una alta
cobertura entre las preadolescentes pueden reducir drásticamente los costos que entrañan el
cribado sistemático del cáncer cervicouterino, el seguimiento de los resultados anormales en
las pruebas de detección, y el diagnóstico y tratamiento de las lesiones precancerosas y del
cáncer. Recientemente se llevó a cabo una revisión sistemática de los artículos publicados
hasta agosto de 2007 en relación con la costoeficacia de una gran variedad de programas de
vacunación anti-VPH en comparación con las pruebas citológicas de cribado sistemático
(Pap). Partiendo de la recomendación de la OMS de comparar la costoeficacia marginal y el
producto interno bruto (PIB) por habitante, se llegó a la conclusión de que la administración
a escala nacional de la vacuna anti-HPV sólo sería costoeficaz en los países con PIB alto.28
Algunos modelos indican que la vacunación anti-VPH puede ser costoeficaz en los países de
ingresos bajos y medios sin acceso generalizado a las pruebas de cribado sistemáticas,
siempre que el costo por niña vacunada (incluyendo aquí las tres dosis de vacuna y los costos
programáticos) no supere los 10 US$ – 25 US$; es decir, si es considerablemente inferior al
costo actual en los países de altos ingresos.29 En estos últimos, se prevé que la
administración de la vacuna tetravalente disminuirá los costos asociados al diagnóstico y
tratamiento de las verrugas genitales.
Posición de la OMS sobre las vacunas anti-VPH
La OMS reconoce que el cáncer cervicouterino y otras patologías relacionadas con el VPH
constituyen un problema de salud pública mundial y recomienda incluir la vacunación
sistemática contra el VPH en los programas nacionales de vacunación, siempre que: la
prevención del cáncer cervicouterino y/o de otras enfermedades relacionadas con el VPH sea
una prioridad de salud pública; la introducción de la vacuna sea viable en términos
programáticos; sea posible garantizar la financiación sostenible, y se tome en cuenta la
costoeficacia de las estrategias de vacunación en el país o región.
Las vacunas anti-VPH son más eficaces en las mujeres sin contacto anterior con los tipos de
virus empleados en la vacuna; por lo tanto, la población destinataria principal se debe
determinar de acuerdo con los datos sobre la edad de iniciación de la actividad sexual y la
posibilidad de llegar a las niñas en los primeros años de la adolescencia a través de la escuela,
los centros de salud o los centros comunitarios. Lo más probable es que la población
destinataria principal sean las niñas de edades comprendidas entre los 9-10 años y los 13
años.30, 31
Los programas de prevención del cáncer cervicouterino deben priorizar inicialmente la alta
cobertura en la población destinataria principal de preadolescentes. La vacunación de
poblaciones secundarias de adolescentes o mujeres jóvenes se recomienda sólo si es viable,
asequible y costoeficaz, si no desvía recursos de la vacunación de la población destinataria
principal ni de los programas de cribado sistemático del cáncer cervicouterino, y si es
probable que una proporción significativa de la población destinataria secundaria no haya
tenido contacto anteriormente con los tipos de VPH empleados en la vacuna. No se
recomienda la vacunación de los varones contra el VPH porque se considera que las
estrategias de vacunación que garantizan una alta cobertura (>70%) de la población
destinataria principal de niñas preadolescentes son más costoeficaces que la vacunación de
varones para reducir el cáncer cervicouterino.32
Los datos sobre la seguridad de las vacunas anti-VPH en las embarazadas son limitados, y se
debe evitar su administración a estas mujeres. Sin embargo, no se han observado eventos
adversos atribuibles a la vacuna en las madres ni en sus hijos en los casos en que se vacunó a
mujeres sin saber que estaban embarazadas. Los datos no indican problema de seguridad
alguno en relación con la aplicación de la vacuna anti-VPH tetravalente a mujeres lactantes.
No se dispone de datos sobre la seguridad de la vacuna bivalente en esta situación. La
elección habitual de edades diana anteriores al inicio de la actividad sexual reduce la
probabilidad de vacunar a embarazadas o lactantes desconociendo su estado.
Es escasa la información disponible sobre seguridad e inmunogenicidad de las vacunas antiVPH en personas con inmunodeficiencia causada por medicamentos o enfermedades. Si bien
la inmunogenicidad y la eficacia de las vacunas anti-VPH pueden ser menores en las mujeres
con infección por VIH, el posible beneficio de la vacuna en este grupo es especialmente
importante, dado el alto de riesgo de enfermedad por VPH, incluido el cáncer cervicouterino.
Es probable que la mayoría de las poblaciones destinatarias de la inmunización contra el
VPH incluyan algunas personas con infección por VIH, incluso en zonas con baja
prevalencia de este virus. La preocupación por la seguridad o la menor eficacia de la vacuna
en las mujeres que puedan ser VIH-positivas no debe llevar a posponer el inicio de la
inmunización anti-VPH a gran escala. La prueba de detección del VIH no debe ser un
requisito para la vacunación sistemática contra el VPH.33
Las dos vacunas se deben administrar de acuerdo con las especificaciones, las pautas y las
recomendaciones sobre la interrupción de éstas que indique el fabricante. Los ensayos
clínicos de eficacia realizados con ambas vacunas indican que la protección dura por lo
menos cinco años. No se ha establecido si es necesario administrar dosis de refuerzo.34
Allí donde se hayan comercializado las dos vacunas anti-VPH, la elección de una u otra
dependerá de diversos factores, entre ellos la magnitud del problema predominante
relacionado con el VPH (cáncer cervicouterino, otros cánceres anogenitales o verrugas
genitales); la población para la que haya sido autorizada la vacuna (niñas desde los 9-10 años
hasta los 13 años, o mujeres de más edad, varones y/o mujeres); las estrategias de
vacunación; los datos sobre la eficacia de la vacuna contra las enfermedades causadas por el
VPH, y la seguridad de la vacuna en determinadas subpoblaciones elegibles. Los datos de
que disponen las autoridades son diferentes para cada vacuna. Las instancias decisorias
deben tener también en cuenta las características específicas del producto, como el precio, el
suministro y la cadena de frío necesaria.
No se dispone de datos sobre la seguridad, inmunogenicidad y eficacia de las dos vacunas
comercializadas cuando se usan indistintamente. Las vacunas tienen características,
componentes e indicaciones diferentes, y si se han comercializado ambas se debe hacer todo
lo posible para administrar tres dosis de la misma vacuna. No obstante, si no se sabe o no se
puede verificar de qué vacuna fue la dosis anterior, se puede administrar cualquiera de las
dos vacunas anti-VPH para completar la pauta.
Ambas vacunas anti-VPH son inertes y no infecciosas y se pueden administrar al mismo
tiempo que otras vacunas de microorganismos vivos o muertos si se usan jeringas diferentes
y se aplican las inyecciones en distintos lugares.
Hay diferentes estrategias de vacunación. Los países deben adoptar las que sean compatibles
con su infraestructura de vacunación y con la capacidad de la cadena de frío, procurando
también que sean asequibles, costoeficaces y sostenibles, y que permitan lograr la mayor
cobertura posible. En varios países la vacunación basada en las escuelas parece una
estrategia prometedora. Cuando se considere la posibilidad de introducir la vacuna en varias
etapas, se dará prioridad a las estrategias que abarquen poblaciones que probablemente
tendrán menos acceso a los programas de cribado sistemático del cáncer cervicouterino más
adelante.
Las vacunas anti-VPH se deben adoptar como parte de una estrategia coordinada para
prevenir el cáncer cervicouterino y otras enfermedades relacionadas con el VPH. La
estrategia debe incluir educación disuasiva sobre los comportamientos que aumentan el
riesgo de infección por VPH, e información sobre el diagnóstico y tratamiento de las lesiones
precancerosas y el cáncer. Además, la adopción de la vacuna contra el VPH no debe restar ni
desviar recursos asignados a programas eficaces de cribado sistemático del cáncer
cervicouterino. La vacunación contra el VPH es un instrumento de prevención primaria y no
elimina la necesidad de realizar pruebas de cribado sistemáticas más adelante en la vida, ya
que el 30% de los casos de cáncer cervicouterino se deben a tipos de VPH distintos del VPH16 y el VPH-18. Se deben buscar oportunidades para vincular la adopción de la vacuna con
otros programas dirigidos a los jóvenes (por ejemplo a través de los servicios de atención a
adolescentes). No obstante, los países no deben posponer la vacunación por el hecho de que
algunas de esas intervenciones no puedan implementarse en el momento previsto para
introducir dicha medida.
Una vez que empiecen a aplicarse los programas de vacunación anti-VPH, se deberá
determinar la cobertura por individuo, edad y distrito y guardar los registros para los análisis
de largo plazo. Como siempre que se adopta una nueva vacuna, se tomarán medidas para
monitorear la seguridad. Los países deben analizar la posibilidad de establecer un sistema de
vigilancia centinela para seguir de cerca el impacto de la vacunación en la prevalencia de los
tipos de VPH, la incidencia de anomalías citológicas y lesiones cervicouterinas
precancerosas, la incidencia de cáncer invasivo y la mortalidad asociada, y la incidencia de
verrugas anogenitales. Determinar el efecto de la vacunación en las lesiones precancerosas y
el cáncer cervicouterino exigirá décadas de seguimiento.
Los mensajes educativos, la notificación, la aprobación o el consentimiento de pacientes o
padres se deberán adaptar a la cultura local y a las necesidades de información de los
diferentes públicos, incluidos la población destinataria, los padres o tutores, los educadores,
los líderes de la comunidad y los prestadores de atención de salud. Los mensajes deben
subrayar que las vacunas contra el VPH no curan el cáncer; previenen algunos pero no todos
los cánceres relacionados con el VPH; son más eficaces cuando se administran antes del
inicio de la vida sexual; requieren tres dosis; no están recomendadas para embarazadas y no
previenen la infección por VIH, otras enfermedades de transmisión sexual o el embarazo.
Los mensajes sobre los programas de inmunización con la vacuna tetravalente podrían
incluir información sobre los beneficios de prevenir las verrugas genitales. Se debe aconsejar
a las niñas vacunadas que se sometan a cribado sistemático del cáncer cervicouterino cuando
sean mayores. Como los conocimientos de la población sobre el cáncer cervicouterino y su
relación con el VPH son limitados en numerosos países, se recomienda emprender en las
comunidades campañas de educación sobre el cáncer cervicouterino y el VPH como
estrategia para aumentar la aceptación de la vacuna.
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