Aflicciones y enfermedades
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Aflicciones y enfermedades
Aflicciones y enfermedades Sinceramente, no pienso que volveré a ser feliz de nuevo. En un fatídico instante todo nú mundo se desbarató. En un momento, el entusiasmo; al siguiente momento, el penosísimo dolor. ¡Si fuera posible volver el tiempo hacia atrás! Por favor. Dios, esto no puede pasar. ¿Cómo puedes permitir que esto suceda? ¡Por favor, ayúdame! Con mi mente dando vueltas, pude recoger a mi hijo que estaba seriamente herido y correr con él hacia el hospital más cercano. Yo sentía como si un puñal estuviera atravesándome el corazón. Solamente hacía unas horas que yo había regresado a casa después de un viaje relacionado con mi ministerio. Mi hijo David se había introducido tranquilamente en nuestra habitación en las primeras horas de la mañana. "Papá —susurró El—, ¿crees que puedas ayudarme a armar mi bicicleta hoy?". Suavemente, como si no quisiéramos despertar a nadie más en la casa, descendimos las escaleras. Juntos llevamos a la cocina la caja que contenía la nueva bicicleta y empezamos a desempaquetarla. Lo que pasó a continuación todavía está empañado en mi mente. David sacó un afilado cuchillo de una de las gavetas. Impulsivamente introdujo el mismo en el cartón y empezó a cortar con todas sus fuerzas. Inesperadamente la envoltura ofreció una leve resistencia y el cuchillo, con rapidez y fuerza, emergió por una de las esquinas y se clavó violentamente en la cara de David. En un instante la afilada punta había penetrado el centro de la córnea, hundiéndose en el hueco del ojo y desbaratándolo despiadadamente. Mientras yo caminaba de una lado a otro por los pasillos del hospital aquella mañana, estaba cada vez más seguro de que nunca iba a volver a ser feliz en mi vida. Había perdido toda perspectiva. Mi mundo se había hundido en la mayor oscuridad y desesperación. El dolor y la aflicción habían hecho patente su inoportuna presencia en medio de mi familia. Pero yo no estoy solo. Más tarde o más temprano todas las personas experimentan tristeza y pesar. Es precisamente en esos momentos que cada uno de nosotros, como Job, es puesto a prueba. Job, en efecto, tuvo que enfrentarse a una extrema prueba de su fe. Aún cuando Dios reconoció que Job era "sin manchas y justo", él sufrió una inexpresable tragedia. Primero, él perdió su base financiera, entonces perdió a su familia. Y finalmente vio destruida su propia salud. Dudas y preguntas de seguro tienen que haber inundado la mente de Job. ¿Se trata tan solo de una pesadilla? ¿Fue la enfermedad no más que una ilusión y los síntomas una jugarreta satánica para robarle su propia fe? ¿Le proporcionó él ciertamente a Satanás los caminos para que lo atacara porque pronunció palabras de temor más que palabras de fe? ¿Estaban los amigos de Job en lo correcto cuando afirmaban que la tragedia tuvo lugar en su vida porque él estaba practicando algún pecado secreto? ¿O estaba el Dios soberano manejando todas las cosas para bien en la vida de un hombre que amaba a Dios y que según Su propósito estaba siendo llamado? Job y sus más cercanos a él fueron dejados en la ignorancia, porque en las Escrituras se revela que lo que estaba pasando en las esferas celestiales quedaba vedado para ellos. La esposa de Job impugnó al Soberano del universo. "Maldice a Dios y muérete" —dijo ella (Job 2:9). Los amigos de Job, le impugnaron a él. Unánimemente le acusaron de que su sufrimiento se debía a algún pecado oculto. "Seguramente que Dios no rechazaría a un hombre justo" — declararon ellos.1 Job, sin embargo, ni se impugnó a sí mismo ni a Dios. Emocionalmente él se sentía en una "montaña rusa" al tiempo en que su mente estaba en búsqueda de respuestas, pero al final, sus palabras fueron una firme afirmación de fe: "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15). Hoy, mientras que cada uno de nosotros viaja por el camino de su vida, nosotros, como Job, encaramos el espectro de la enfermedad, del sufrimiento, y finalmente, hasta el de la muerte. ¿Cómo habremos de responder? ¿Seguirá usted los pasos de la esposa de Job y los de sus amigos, o seguirá mejor las huellas de Job? La esposa de Job, y los amigos, tenían una excusa. Ellos no estaban al tanto de lo que sucedía en las esferas celestiales. ¡Nosotros, sí! Las Escrituras nos han revelado que mientras Job sufría todas sus aflicciones, él que estaba en control era Dios. A medida que procedamos con esta sección sobre la enfermedad y las aflicciones, vamos a establecer una clara linea entre los conceptos sectarios del movimiento de la Fe y los de la fe cristiana histórica. Cuando esta linea se diluye, la tragedia inevitablemente se hace cercana. Las enfermedades y las aflicciones son, en efecto, el denominador común de un mundo caído. Todos nosotros algún día nos enfermaremos y eventualmente moriremos —incluida cada una de las personas que pertenezcan al movimiento de la Fe. Por mucho que los maestros de la Fe quieran presentarlo de otra forma, no hay excepción para esta regla. Fred Price puede anunciar orgullosamente que: "Nosotros no le permitimos la entrada a la enfermedad en nuestro hogar",2 pero la realidad es que su esposa ha sido atrapada por el cáncer y ha expresado continua gratitud a los médicos por los tratamientos de radiación y de quimioterapia que ha recibido de ellos.3 Kenneth Hagin puede vanagloriarse de que nunca ha sufrido un dolor de cabeza, ni que ha tenido un catarro, ni siquiera "un solo día de enfermedad" durante los últimos sesenta años,4 sin embargo, ha tenido que sufrir cuatro crisis cardiovasculares, incluyendo un serio paro cardíaco y otro episodio relacionado que persistió por más de seis semanas.5 Aunque Hagin reclama sus "derechos" y literalmente se afianza sobre su propia Biblia6 cuando ronda la enfermedad, sus seis semanas de lucha con problemas cardíacos desafían su "confesión positiva". Hagin puede ufanarse de que sus confesiones de sanidad divina dan resultados "dentro de unos pocos segundos", pero algunos de sus seguidores insisten en que sería mejor "no insistir en conseguir manifestaciones espectaculares de sanidad, sino... en una sanidad progresi va", tal como lo señalaba una víctima del cáncer, quien sabiamente recibió quimioterapia durante los "varios meses" en los que "no vio señales espectaculares de recuperación". 7 El maestro de la Fe, Hobart Freeman, pudo haber culpado a su yerno por la muerte de su nieto, aduciendo falta de fe; pero la verdad es que un procedimiento rutinario de atención médica hubiera salvado la vida del muchacho. Irónicamente, su propio desprecio por la ciencia y por la medicina, junto con su apego a las fallidas fórmulas de la Fe, fueron factores que aparentemente le condujeron a su prematura muerte en 1984.8 Lo más irónico de todo, el veterano practicante de la sanidad divina, Oral Roberts, sufrió un ataque al corazón unas horas después de supuestamente haber sido sanado por Paul Crouch en un programa en vivo por TBN de fuertes dolores en el pecho. Fue el 6 de octubre de 1992 — justamente unos meses después que Crouch mismo había sufrido durante dos días de "dolores en el pecho", mareos y "paros".9 Lamentablemente, las tragedias de ayer son echadas en saco roto por las multitudes que hoy siguen al movimiento de la Fe. Recientemente, después de un servicio dominical matutino en el que yo prediqué sobre el significado bíblico de la fe, una señora se me acercó y anegada en llanto suplicó por ayuda. Su hermana en el Señor se había apegado a las transmisiones de Trinity Broadcasting Network y había empezado a seguir las enseñanzas de Marilyn Hickey, Kenneth Cope-land y Benny Hinn. Como resultado de esto, ella había decidido evadir una cirugía por cáncer del ovario. En una carta, escribió: "Yo estoy poniendo mi vida en línea con la Palabra de Dios. El ha dicho que yo he sido sanada, y estoy sanada, pasado, presente y futuro. Jesús es real. Su Palabra es real y yo tengo que aceptar, y sé que debo confiar como si mi último suspiro dependiera de ella". Ella concluía su carta con esta expresión: "Créelo y recíbelo".10 Yo escribí a esta querida, pero despistada hermana, una larga carta en la que le refutaba las fatalmente engañosas enseñanzas de la Fe en la esperanza de que mis palabras llegaran a ella antes de que fuera demasiado tarde.11 Para algunos, sin embargo, ¡ya es demasiado tarde! No hace mucho recibí una carta de otra mujer cuyo cuñado se había enrolado en el Centro de Entrenamiento Bíblico "Rhema", de Kenneth Hagin. Estando él en este programa, se descubrió que su esposa estaba sufriendo de cáncer ovárico. En lugar de buscar atención médica, ellos decidieron negar los síntomas del cáncer. Tal como podía predecirse, ella murió.12 Desafortunadamente, sin embargo, los comediantes de la Fe, no suelen morir tan rápidamente como esta pobre mujer. No solamente trataron ellos de levantarla de la muerte, sino que cuando no pudieron, se evadieron diciendo que ella resucitaría con otro cuerpo. Al final, ellos resolvieron diluir el fracaso con la recitación obligada de la linea protectora del movimiento. La mujer no había podido ser sanada debido a su falta de fe. ¡Quién sabe de las tragedias no contadas que pudieran ser usadas para hablar a otros de la devastación asociada con las falsas enseñanzas del movimiento de la Fe! Estas perversiones continúan propagándose. Creemos que ha llegado el momento para que demostremos la terminante falsedad de estos mortíferos engaños.