LA ORACIÓN DEL DIALOGO • Te alabamos y te glorificamos, Señor

Transcripción

LA ORACIÓN DEL DIALOGO • Te alabamos y te glorificamos, Señor
LA ORACIÓN DEL DIALOGO
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Te alabamos y te glorificamos, Señor, por la belleza del diálogo que se hace concreto cada día en muchas
familias. Hecho de gestos de cariño, de silencios con músicas sonoras por dentro, de balbuceos que
entretejen sentimientos, de palabras claras, sencillas, con las que se dice la vida, el diálogo es una forma
preciosa de vivir el amor en familia.
El diálogo desata nudos, acerca distancias, abre puertas, deshiela malentendidos. Donde no se da, crece la
oscuridad. Donde se da, brotan las fuentes de la confianza y la alegría.
Señor, tú que estás a la puerta de nuestro corazón con la palabra preparada para el encuentro; tú que recoges
de la orilla toda palabra para colocarla en el centro y darle importancia, enséñanos a dialogar en familia. De
todo podemos hablar, de lo divino y de lo humano.
¡Nos necesitamos tanto unos a otros! ¡Qué alegría descubrirnos unos a otros en familia! ¡Qué hermoso dejar
espacio a los sentimientos, a las vivencias del corazón, a esos lenguajes, tan inusitados, del alma! Dar y
recibir. Pasarnos unos a otros la emoción, la belleza, la poesía.
Compartir juntos el dolor, las preguntas, las búsquedas de sentido. Danos humildad para no imponer nuestra
verdad, para buscarla juntos, en familia. Ayúdanos a callar cuando nuestras palabras son lanzas que hieren
y abren barrancos en la confianza.
No dejes que tapemos la boca a quien no sabe decirse o se dice con lentitud. Danos la sensatez de reconocer
errores y pedir el perdón.
Pon en nuestros oídos la valentía de escuchar opiniones que no son como las nuestras, pero que buscan,
como nosotros, la fuente.
Danos el atrevimiento de iniciar cada día, en familia, diálogos de amor contigo, Señor. Amén.
LA ORACIÓN DEL DIALOGO
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Te alabamos y te glorificamos, Señor, por la belleza del diálogo que se hace concreto cada día en muchas
familias. Hecho de gestos de cariño, de silencios con músicas sonoras por dentro, de balbuceos que
entretejen sentimientos, de palabras claras, sencillas, con las que se dice la vida, el diálogo es una forma
preciosa de vivir el amor en familia.
El diálogo desata nudos, acerca distancias, abre puertas, deshiela malentendidos. Donde no se da, crece la
oscuridad. Donde se da, brotan las fuentes de la confianza y la alegría.
Señor, tú que estás a la puerta de nuestro corazón con la palabra preparada para el encuentro; tú que recoges
de la orilla toda palabra para colocarla en el centro y darle importancia, enséñanos a dialogar en familia. De
todo podemos hablar, de lo divino y de lo humano.
¡Nos necesitamos tanto unos a otros! ¡Qué alegría descubrirnos unos a otros en familia! ¡Qué hermoso dejar
espacio a los sentimientos, a las vivencias del corazón, a esos lenguajes, tan inusitados, del alma! Dar y
recibir. Pasarnos unos a otros la emoción, la belleza, la poesía.
Compartir juntos el dolor, las preguntas, las búsquedas de sentido. Danos humildad para no imponer nuestra
verdad, para buscarla juntos, en familia. Ayúdanos a callar cuando nuestras palabras son lanzas que hieren
y abren barrancos en la confianza.
No dejes que tapemos la boca a quien no sabe decirse o se dice con lentitud. Danos la sensatez de reconocer
errores y pedir el perdón.
Pon en nuestros oídos la valentía de escuchar opiniones que no son como las nuestras, pero que buscan,
como nosotros, la fuente.
Danos el atrevimiento de iniciar cada día, en familia, diálogos de amor contigo, Señor. Amén.

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