¡PADRE, DANOS SIEMPRE DE TU PAN! Porque, en las mesas de

Transcripción

¡PADRE, DANOS SIEMPRE DE TU PAN! Porque, en las mesas de
El maná que alimentó al pueblo de Israel recuerda la alianza antigua que celebra Israel en su
camino hacia la libertad (Dt 8,3) y la Alianza nueva que celebramos los cristianos en la
Eucaristía están selladas con una comida que actualiza la Muerte y la Resurrección del Señor,
Jesús (Jn 6,55). San Pablo nos invita a vivir la unidad que la eucaristía realiza (1 Co 10,17).
¡PADRE, DANOS SIEMPRE DE TU PAN!
Porque, en las mesas de nuestra vida,
sobra el pan que se cuece en los hornos humanos,
y nos falta el Pan que se dora en el encuentro contigo.
Porque, sin Ti, estamos abocados a la desilusión y al desencanto
a la tibieza, al pesimismo o al enfrentamiento.
Porque, aunque estemos envueltos en contradicciones,
somos miembros de tu Cuerpo
y anunciadores de tu misterio salvador.
¡Danos el alimento de tu Cuerpo, Señor!
¡PADRE, DANOS SIEMPRE DE TU PAN!
Que el pan que compartimos en tu mesa
nos anime a compartir los bienes de la mesa del desarrollo.
Renueva, Señor, nuestros corazones
para que el pan de la abundancia llegue a todos los pobres del mundo.
Haz, Señor, que a nadie le falte el pan,
que a nadie le falte un puesto de trabajo y un salario digno.
Y que todos disfrutemos la libertad, la amistad
y la compañía de los que amamos.
¡Danos el alimento de tu Cuerpo, Señor!
¡PADRE, DANOS SIEMPRE DE TU PAN!
Gracias, Señor, por compartir nuestras prisas
y ofrecernos un poco de calma.
Gracias, Señor, por no ser indiferente a nuestra vida
y colmarnos con tu gracia
Gracias, Señor, por contemplar nuestra situación
y regalarnos tantas caricias con serenas respuestas
Gracias, Señor, porque tu Cuerpo y tu Sangre
nos hacen fuertes, decididos y valientes….
para proclamar hoy, más que nunca,
que merece la pena caminar y vivir contigo.
¡Danos, hoy y siempre, el alimento de tu Cuerpo, Señor!

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