Fernandez Carrion, Miguel 2 - University of Texas at El Paso

Transcripción

Fernandez Carrion, Miguel 2 - University of Texas at El Paso
LINAEA TERRARUM INTERNATIONAL BORDERS CONFERENCE
University of Texas at El Paso. El Colegio de la Frontera Norte. University New México State,
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
March 27-30 2006
Incidencia de la frontera entre las poblaciones autóctonas americanas: El caso de Argentina y
Chile(1)
Miguel-Héctor Fernández-Carrión
Universidad Nacional de Educación a Distancia de España (UNED), Madrid
1
Resumen
Un aspecto importante a tener en cuenta en el análisis de las fronteras, es la relación que se
puede establecer entre esta, con significado geopolítico y la problemática demográfica. Y dentro de
este análisis se ahonda en la diferencia que existe entre los habitantes en general y la población
autóctona de un país.
En la ponencia se atenderá al caso concreto de los araucanos (mapuches) entre Argentina y
Chile, exponiendo de forma general su pasado inmediato del siglo XIX hasta la realidad presente.
2
Introducción al concepto de fronteras y límites (2)
La concepción de fronteras y límites ha mantenido una diferenciación en la historia a lo
largo de los tiempos (3). El término convencional de demarcación de un país con respecto a otro en
la antigüedad partía de la consideración del propio país como centro de poder y civilización y al
resto se le consideraba pueblos bárbaros, obviamente desde la óptica de superioridad cultural,
política y militar del país en cuestión, y desde entonces se denomina límite a la localización
geográfica de "tierra de nadie", que separa dos realidades, con una connotación política sobre una
localización geográfica contrastable. Por ejemplo, en la Edad Media en la Península Ibérica, con la
invasión de los musulmanes, y con la reconquista se modifica continuamente la demarcación
geográfica, de uno al otro lado, a causa de una lucha militar permanente y resolutiva, y
posteriormente a partir de la independencia de los Estados Unidos, y sobre todo con la conquista del
oeste, este límite adquiere una movilidad hacia lo desconocido, desplazándose en el tiempo y en el
espacio, y creando una historia cambiante, económica y cultural.
Si quisiéramos atender al sentido etimológico dado a ambos términos, Julio Casares (4),
indica que por límite, se entiende el término o lindero de reinos, posesiones, etc., e incluso
figuradamente como el fin, o término. Mientras que, frontera, es el límite o confín de un Estado.
Frederick Jackson Turner idea el término frontera, en 1893, en “El significado de la frontera en la
historia americana”, y la hace sinónima del espíritu nacional norteamericano. Posteriormente,
Michel Foucher en L'Invention des frontières, se cuestiona la frontera desde una doble perspectiva,
como estrategia política interna, nacional, y como concepción del poder geopolítico a nivel
internacional (5). La establece Foucher de la siguiente forma al considerarla dentro de un Estado
"vivo", haciéndola concomitante con el principio de movilidad espacial de la frontera turneriana, y
entonces se cierra el ciclo definitorio de frontera. Aunque también existe la posibilidad, de
cuestionarse el límite de fronteras (6), para hacer mención al problema especial que surge entre
varios países por el debate o establecimiento del límite geográfico de la propia frontera como hecho
político entre dos naciones, que elaboro en el trabajo titulado "Conflictos de fronteras entre
Argentina y Chile en el siglo XIX" (7).
Actualmente se hace necesario utilizar el término frontera para hacer mención al espacio
geográfico y a la realidad política, económica, cultural... de uno o varios países. Por esto, se puede
1
hablar de frontera nacional, regional, continental, religiosa... hasta personal, individual o colectiva
con respecto al conjunto del que se pretende diferenciar. Normalmente, predominará la concepción
de frontera como sinónima de una realidad política, localizada dentro de unas coordenadas
geográficas determinadas por encima del resto de las demás consideraciones etimológicas del
término. En suma, la frontera puede hacer mención a un colectivo, como a un individuo, a un país
como a una región..., a una localización geográfica, como a una realidad política específica... hasta
una diferenciación cultural, religiosa, económica o social.
Desde el análisis historiográfico de la frontera constato la parcialidad del historiador
contemporáneo ante el problema de las fronteras, pues de no cuestionarse lo contrario, está inmerso
en una realidad política determinada, como es ser ciudadano de un país y/o sentir aprecio o
desprecio hacia otro(s), por esto será muy difícil que el autor obvie esta realidad histórica y
psicológica, y se cuestione el carácter objetivo que debe prevalecer en cualquier trabajo científico.
Sino que al contrario, fácilmente se puede caer en una posición en pro o en contra de un hecho
fronterizo analizado, al que en bien de la ciencia, se debe superar con objetividad, y que promuevo
como americanista independiente.
2.1
Línea y zona de frontera
Normalmente, cuando se analiza la cuestión de límites o fronteras, después de que el
investigador haya escogido uno u otro término, por razones de formación académica, o por criterio
personal, elude la comprensión y pormenorización de la misma, por lo que entiende como tal a un
conjunto de espacio, un proceso histórico y/o una realidad geopolítica. Cuando en realidad, cada
uno de estos elementos constitutivos de la frontera, se descompone a su vez en una serie de factores,
que poseen valor en sí mismo.
La frontera se desarrolla con un proceso histórico, que corresponde a lo que denominaré
frontera en el tiempo, y en el que el devenir de un determinado o determinados países con relación a
sus límites geopolíticos, se orientan primordialmente en este sentido. No se trata de una sucesión de
hechos históricos por separado sobre la conformación de las fronteras, sino que por el contrario
conforma un conjunto indivisible.
Es una realidad geopolítica, porque la frontera no posee un exclusivo valor de limitar el
territorio de un país con relación a los de su entorno y del mundo en general, sino que en sí mismo
determina un posicionamiento político de este país con los demás. Y, obviamente es un espacio
geográfico.
Por lo general los investigadores entienden la frontera como un hecho global, que
comprende la acción de poblamiento, o colonización, o conquista... con la específica localización
geográfica, y no atiende a la diferenciación que existe entre la línea fronteriza, que determina el fin
de un país y el principio de otro, de la zona de frontera, en la que se entrecruzan los hechos que
suceden a uno u otro lado de la frontera: de acciones históricas, culturales...
En 1980, Jean Gottmann, se cuestiona la frontera como línea o zona ("la frontière est une
ligne ou une zone"), mientras que, ese mismo año, John House especifica como frontera ('frontier'),
la zona que se extiende a los dos lados de una línea que marca específica a esa frontera ('boundary'),
internacional (8). Aunque Foucher insiste en añadir un matiz semántico y político a la concepción
clásica de frontera establecida por Turner, al indicar que los norteamericanos entienden como
frontera la conjunción de "the frontier" (frontera) y "boundary" (límite), y en cambio los franceses
proponen una diferenciación lingüística en el término geopolítico por excelencia "frontières", entre
"ligne et zone correspondent" (entre línea y zona de frontera) (9).
3
Incidencia demográfica en la frontera argentino-chilena
2
Un aspecto importante a tener en cuenta en el análisis de las fronteras, es la relación que se
puede establecer entre esta y la problemática demográfica. Dentro de ella, se puede apreciar una
diferenciación entre la población nacional y extranjera, y en cuanto a este último aspecto se indica
el origen de procedencia, para que al final se exponga la distribución demográfica por provincias, y
se constate las zonas que cuenta con mayor o menor concentración de población, atendiendo
específicamente a su nacionalidad.
En cuanto al origen de la población extranjera en Argentina se aprecia que son los italianos,
seguidos por los españoles y después por los franceses y alemanes los que integran el mayor
porcentaje de emigrantes, que a finales del siglo XIX y principios del XX se han dirigido a
Argentina. Alcanzan un máximo de 3.807.000 italianos (de 1869 a 1970), lo que equivale el 49%
del total habido en 1885, mientras que españoles son 3.054.000 (1869-1970), lo que representan un
mayor 35,2% en 1914. En cambio, con relación a los países limítrofes con Argentina, el mayor
número le corresponde a los uruguayos hasta 1914 (de 1869 a 1970 suman un total de 334.000) y a
partir de este período son los paraguayos (507 para el mismo periodo), mientras que chilenos son
370.000 personas.
Precisamente con relación a este último país, es en el que querría centrarme, al pretender
relacionar la emigración chilena y el conflicto de frontera con Argentina que perdura hasta el
Tratado de 1881, pudiéndose indicar que la cuestión limítrofe no afecta al creciente movimiento
migratorio que se produce entre ambos países, durante esta época. En 1869, se aprecia un
desplazamiento de chilenos hacia el otro lado de la frontera actual, de 11.000 personas;
posteriormente, en 1895 (cuatro años más tarde de la firma del Tratado) es de 21.000; en 1914, de
35.000... y en 1970, es la mayor de 133.000 personas. Estas cifras muestran un crecimiento de
inmigración independiente del estado de la cuestión sobre la frontera argentino-chilena, y por ello
no afecta de forma especial a los años del Tratado. Por esto, se puede insistir en señalar que en
algunas fronteras, como es este caso, no se constata ningún desplazamiento significativo, a pesar de
la reubicación de la población habido con el cambio o establecimiento de fronteras. Por el contrario,
existen casos en el que es notorio el desplazamiento de la población, como sucede en la frontera
cambiante de los Estados Unidos, principalmente en el siglo XVIII; en el que la población
extranjera se impone sobre los nativos, configurando un nuevo estado (10). Asimismo, este
movimiento especial de población se aprecia igualmente en la frontera del norte argentina con
Bolivia y Paraguay.
Entre la capital federal y la provincia Buenos Aires normalmente ha mantenido cerca del
40% de la población total de Argentina, y en cambio la zona que mantuvo en litigio a Argentina con
Chile en el conflicto de frontera, de la Patagonia y la Tierra del Fuego continúa despoblada, y de
forma similar sucede en Chile.
4
La arauquización social de la Patagonia
Sobre las diferentes motivaciones y características de expansión en el subcontinente
americano, sobresale la humana, étnica, y por ello natural que desarrolla las poblaciones autóctonas
en la zona desde el período precolombino, y de esta forma se podría decir que la realidad política de
la frontera ha establecido una geografía concreta, mientras que la realidad social adecua otro mapa
cuasi antropológico (11).
La extensión del territorio es de 790.000 km2, pero la climatología desértica, las malas
comunicaciones por mar y tierra, la presencia hasta finales del siglo XIX de poblaciones indígenas
guerreras y la lucha interna argentina entre unionistas (partidarios de la conquista del desierto) y
federalistas (más interesados en la lucha interna por el poder) (12), ralentizaron la colonización y el
poblamiento de la región. Asimismo, el difícil acceso por mar, al ser complicada la construcción de
puertos en las costas patagónicas, favoreció la comunicación fluvial, y por tierra fue posterior. En
estas circunstancias, es extraño el caso de Musters, que siguiendo a los indios, atravesó casi toda la
Patagonia en el sentido de los meridianos (13). Mientras que por razones igualmente climatológicas,
3
las peculiaridades de una economía primaria, nómada, y las consecuencias de la conquista del
desierto, se reduce de forma significativa el número de la población autóctona.
Al establecer una relación entre la frontera argentino-chilena y la demografía desarrollada en
la zona, hay que diferenciar entre las poblaciones autóctonas, y las propias de Chile, Argentina, tras
el mestizaje y las nuevas relaciones sociales, y la procedente del resto de países. Desde la
independencia argentina, en 1816, y sobre todo a partir del primer (14) censo de población en 1869,
el Estado argentino establece una dicotomía entre nativos y extranjeros; pero en ésta época no se ha
ultimado todavía la conquista del desierto, y por ello no existe un censo completo de la extensión
actual de Argentina, aunque esta población no censada representa una mínima parte de la población
total. También se hace necesario conocer la metodología sociológica empleada en dichos censos,
para conocer las consideraciones diferenciadoras utilizadas entre extranjeros o nativos, y dentro de
estos últimos distinguir a lo largo del siglo, entre población autóctona, criollos, "naturalizados",
españoles... y chilenos.
Falta por establecer con exactitud la incidencia demográfica y social del Tratado de 1881,
sobre la población chilena, española y sobre todo autóctona residente en la zona afectada, pues
dependiendo de los parámetros utilizados sobre los tipos de población estudiada dará probablemente
un resultado distinto. Hasta la firma del Tratado de 1881, según el país que realizara el censo en
cuestión, la población autóctona, chilena y argentina de la zona, podía ser considerada nativa o
extranjera, de uno u otro país. Pero atendiendo a la preeminencia argentina, que de forma
discontinua mantenía la conquista del desierto a lo largo del siglo XIX, con la ocupación militar y
política, con la provisionalización y la ejecución de los censos, la población autóctona contabilizada
en la Patagonia y la Tierra de Fuego se consideran argentina, en perjuicio de Chile. Aunque,
actualmente los historiadores deben constatar la existencia de población chilena en toda la
Patagonia, Tierra del Fuego, y sobre todo en Neuquén.
El Tratado de Límites de 1881 afecta sobre todo a la distribución demográfica de la
población autóctona, que es estudiada por Abelardo Levaggi, en Paz en la frontera. Historia de la
relaciones diplomáticas con las comunidades indígenas en la Argentina (Siglos XVI-XIX); Antonio
Serrano, en Los aborígenes argentinos. Síntesis etnográfica (15); José Sánchez Labrador, Los indios
pampas, puelches y patagones (16); Domigno Curaqueo en "El mapuche en la estructura social
chilena", y Ricardo Nardi en "La araucanización de la Patagonia (síntesis general)", en Culturas
indígenas de la Patagonia y César A Vapnarsky, Pueblos del norte de la Patagonia (17). De entre
todas las poblaciones nativas, son los mapuches, las que constituyen el grupo autóctono más
numeroso en Argentina y Chile, y que perdura hasta la actualidad, con cierta vigencia en la
Patagonia. La mayoría del resto de grupos indígenas, originariamente cazadores y nómadas
igualmente en la Patagonia, han tendido a desaparecer o se han desnaturalizado con alianzas con los
pueblos mapuches del otro lado de la cordillera. Los mapuches al igual que los indios
norteamericanos, persisten en "reservas" (terminología argentina) de tierras fiscales, dedicados a la
ganadería, y principalmente a la cría de rebaños ovinos para el consumo familiar y a la realización
de trabajos temporales en las estancias ganaderas de sus alrededores. Se encuentran dispersados en
las provincias patagónicas de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, además de encontrarse
localizados en ciertas poblaciones de las provincias de la Pampa, al sur de Mendoza y en Buenos
Aires.
Los mapuches se denominan también araucanos (18) (mapuche en Chile) o aucases
(mapuche en Argentina). En 1810 el coronel Pedro Andrés García aprecia que entre los caciques
pampas predominan los nombres de origen mapuche, así como en los ranqueles enemigos de estos,
se comprueba de esta forma la movilidad y cambio social efectuado por los mapuches en los dos
países. La sociedad mapuche, en el siglo XIX, se constituía sobre un complejo y amplio sistema de
alianzas matrimoniales entre los principales "cabecillas" o jefes de las "grandes familias" indígenas
(lonkos y tokis), que por entonces seguía siendo la unidad básica de la sociedad. Sistemas de
uniones "matrimoniales" extensas, que habían venido realizado desde tiempos pasados, por lo que
regiones enteras estaban emparentadas, con los hombres de la cordillera, los pehuenches, así como
los puelches y pampas, la gente del este (para los chilenos o del oeste para argentinos) fueron
4
igualmente "araucanizados" (19). Según Angel Rosemblat en La población indígena y el mestizaje
de América, poco tiempo antes de 1492, en el período precolombino, en Chile subsistían 600.000
"naturales", pero en cambio José Bengoa señala que "existe acuerdo entre historiadores,
antropólogos y araucanistas en considerar que la población de [mapuches en] Chile, a la llegada de
los españoles, era aproximadamente de un millón de habitantes" (20). Posteriormente, el censo de
1960, estimó esta cifra en torno a unos 138.894. E incluso más tarde, la oficina de la Dirección de
Asuntos Indígenas aumentó la cifra a 400.000, y en 1974, el antropólogo Milan Stuchlik, en Rasgos
de la sociedad mapuche contemporánea, terminó indicando que debía ser aproximadamente
500.000. Mientras que el Censo de Población chileno de 1992 contabiliza 928.060 personas
mayores de catorce años que "se declararon" mapuches (21). Esto significa que la población
autóctona araucana en Chile ha perdurado en el tiempo, cinco siglos después, manteniéndose en una
cifra aproximadamente estable (22).
La cifra aproximada de medio millón de mapuches que indican algunos analistas no se
corresponden, aunque ello no quiera decir que no sea cierta con los 924.060 mayores de catorce
años, contabilizador por el Censo de Población chileno de 1992, esto se debe según el propio
Saavedra Peláez a "que es más adecuado considerar mapuche [exclusivamente] a las personas que
viven (y se reconocen mapuche) en las reducciones y otras comunidades sin título, o en las
excomunidades, y a sus descendientes directos emigrados a las ciudades y otros sitios", por lo que
estima que la población real mapuche para el año 1992, es de "un poco menos de 700.000 personas
[...], 667.035 personas" (2002, p. 30) (23).
Los mapuches que residen en el campo, tanto en reducciones (según la terminología
chilena) como fuera de ellas, viven de la agricultura, la ganadería y la artesanía, mientras que en las
ciudades, trabajan como empleados y obreros y en menor medida lo hacen por "cuenta propia",
mientras que la mayoría viven en los barrios más pobres, y sólo algunos pocos lo hacen en la casa
de sus patrones (24).
Después de apreciar el cuadro 18 sobre la ocupación laboral de los mapuches, y a pesar de
las "correcciones" introducidas por Saavedra Peláez, muestra significativamente un pequeño
porcentaje de campesinos por cuenta propia, el 15,3%, lo que unido a la constatación de una
progresiva emigración a los centros urbanos, contabilizada en más del 60%, no concuerda con la
preocupación exclusiva de Aukiñ Wallmapu Ngulam, consejo de todas las tierras, en su libro El
libro mapuche y sus derechos fundamentales, de reivindicar políticamente "la afirmación del
derecho a la recuperación dentro del ancestral territorio, en donde reconocemos existen dos pueblos
el mapuche y el chileno, cada cual basado en su propia cultura" (25) (1997, p. 88).
La auracanización de la Patagonia, se contabiliza de forma distinta en Argentina, pues según
el Censo Indígena Nacional de 1966-1868 (que no incluye la provincia de Mendoza), los mapuches
que vivían en comunidades o agrupaciones (211 localidades) ascendían a un número cercano a
29.000 individuos, pero si a esta cifra se le añade los que viven fuera de las comunidades, en
suburbios de las grandes poblaciones, su número se aproximad a los 50.000, a los que hay que
agregar -según Ricardo Nardi en "La araucanización de la Patagonia..."- una proporción
indeterminada de mestizos (26). Según estos porcentajes los mapuches que se perpetúan en
Argentina, durante el segundo tercio del siglo XX, corresponde a menos del 10% de los que
subsisten en Chile.
La situación tan desigual de la población mapuche entre Chile y Argentina, es analizada a
nivel antropológico y social por Domingo Curaqueo en "El mapuche en la estructura social chilena"
y por Ricardo Nardi en "La araucanización de la Patagonia...", y después de atender a sus
contenidos, se puede señalar que muestran claramente la posición tomada por ambos países con
respecto a esta cuestión. En Chile, se aprecia la diferencia que establece entre "indíjenas" y
"españoles (indígenas civilizados)", con los primeros el Estado empleará una política de dispersión
y en menor medida de intermediación comercial, y en cuanto a los segundos los "colonizan"
pasando a reducciones, en calidad de comuneros o excomuneros, y como tales perviven como
agricultores y ganaderos. Mientras que en Argentina se impone la conquista del desierto, a partir del
concepto de civilización/barbarie (defendido por Domingo Faustino Sarmiento), contra la
5
"araucanización de la Patagonia" y frente a los "salvajes” (27)... Pues, además los militares y
políticos argentinos en el siglo XIX eran conscientes que la “conquista del desierto” o expansión
nacional para poner límite al sur del país (aunque sea oeste y sur a la vez) no lucha sólo contra los
“indios” en los límites de Buenos Aires primero y después en la Patagonia sino también contra los
procedentes de Chile, e indirectamente contra Chile, como lo hace público y militar y político
Adolfo Alsina, al referirse a los “arribados” en La nueva línea de frontera (1877), y es por esto que
desde mediados del siglo XIX Chile se adelanta a proponer y firmar el “Tratado de Paz, Amistad,
Límites y Comercio” con Argentina, el 30 de agosto de 1855.
La desigualdad social en la que se encuentran los aborígenes o poblaciones autóctonas en
Argentina y en Chile subsisten hasta la actualidad, y aunque esta problemática no se incrementa
tampoco desciende, pues no se soluciona ni con la creación de reservas en Parques Naturales
argentinos, ni con las coopropiedades en reducciones chilenas, y aunque cuentan con menor número
en Argentina, lo tiene más difícil que en Chile, donde existe una mayor sensibilización social y de
investigación sobre el tema, como muestra, por ejemplo, José Bengoa en Historia de los mapuches.
Siglos XIX y XX (2000) y Alejandro Saavedra Peláez en Los mapuches en la sociedad chilena
actual (2002). Además, este hecho diferencial se constata en los censos de población y vivienda
chilenos frente a la “prueba piloto” del Censo de población, familias y viviendas de 2001 argentino,
en el que significativamente se introduce una “Encuesta complementaria de pueblos indígenas” (lo
que en Chila se hará directamente desde el censo de 1992), y la legislación indígena promulgada en
ambos países (28).
6
Notas
1
Se puede indicar, casi con toda seguridad, que el estudio metodológico de las fronteras es la primera
vez que se realiza públicamente, pues de haber cotejado una amplia bibliografía sobre la cuestión de las
fronteras y haber asistido a varios congresos nacionales e internacionales donde se ha tratado sobre límites,
nunca se ha intentado establecer un análisis metodológico. La importancia de elaborar científicamente un
método, es que todos los investigadores en un futuro puedan aplicar las mismas terminologías para referirse a
unos supuestos iguales o semejantes, y además posibilita la clasificación tipológica de las fronteras tratadas
en cada caso. En esta ocasión se presenta la introducción general sobre le concepto de fronteras y límites y
no la tipología, como se tiene previsto publicar en el libro titulado Metodología sobre fronteras.
Una de las posibles excepciones a la supuesta originalidad del presente trabajo metodológico, es la
que pudo realizar Hartshorne, en 1936, al estudiar las fronteras de la Haute Silésie y de la Lorraine en 1871 como menciona Michel Foucher en L'Invention des frontières, p. 42, y a cuya publicación no he tenido
acceso-, y en la que supuestamente se hace referencia a diferentes "categorías" de límites: físicos, humanos,
culturales y políticos. Y al interesarse por el proceso de formación de las fronteras políticas en relación con
los movimientos de poblamiento, distingue seis tipos o etapas: "fronteras totalmente anteriores o pioneras;
anteriores; subsiguientes (cuando hay conformidad entre los planos de la frontera y el área de extensión del
paisaje culturizado); sobrepuestas (en intersección); sobrepuesta de modo excavación y reliquias (cuando los
límites de la geografía humana no corresponde a los límites políticos)" ["frontières totalement antécédentes
ou pionnières, antécédentes, subséquentes (quand il y a conformité entre le tracé de la frontière et l'aire
d'extension du paysage humanisé), surimposées (c'est-à-dire en intersection), surimposées de manière
tranchée et reliques (quand les limites de la géographie humaine ont cessé de correspondre aux limites
politiques)"]. Pero Foucher inmediatamente después de resaltar el texto de Hartshorne simplificará el tema,
indicando que al "trasladar en términos modernos, la tentativa del autor [Hartshorne] de basar las relaciones
de coincidencia e intersección entre dos tipos de límites, realza la geografía política y la geografía humana"
["Transposée en termes modernes, la tentative de l'auteur se fonde sur les rapports de coïncidence et
d'intersection entre deux types de limites, relevant de la géographie politique et de la géographie humaine"]
(1987, p. 42).
2
El estudio e invención del término fronteras tiene su origen en Estados Unidos a finales del siglo
XIX, en el año 1893, cuando Frederick Jackson Turner leyó su pionero trabajo "The Significance of the
Frontier in American History" ante la American Historical Association, reunida en Chicago, y fue publicado
al año siguiente en Annual Report of the American Historical Association. Por esta razón, así como por la
mayor proliferación de estudios sobre el tema e interés personal, centraré el análisis historiográfico de la
frontera en América. Mientras, Michel Foucher en L'Invention des frontières, presenta un compendio
historiográfico europeo.
3
Contemporáneamente es utilizado el término de frontera por encima de límites, aunque existen
autores como Alfredo Becerra que escribe un libro con el título de Acuerdo de límites (Buenos Aires,
Círculo de Legisladores del Nación. Instituto de Historia del Parlamento, 1997), y Francisco A. Encina en La
cuestión de límites entre Chile y la Argentina desde la independencia hasta el Tratado de 1881 (Santiago,
Editorial Nascimento, 1959), por alusión presumiblemente al Tratado de Límites de 1881.
4
Diccionario ideológico de la lengua española. Barcelona, Gustavo Gili, 1977, 8 edc.
5
"La actual concepción dominante [de frontera] está producida por la ley internacional pública. 'El
orden jurídico legal para la función elemental para delimitar la esfera de acción del tema. Esta verdad afecta
a la sociedad internacional, pluralista fundada en la coexistencia de comunidades independientes dónde esta
delimitación del espacio, significa un dato vital para la concepción interestatal" (Charles Rousseau, en Droit
International Public. Les compétences. T III, 1977, pág. 231). 'Las marcas fronterizas el punto dónde exhala
la especialización territorial' (Précis Dalloz, 1979, pág. 137, citado por Foucher: 1987, p. 57). Desde un
posicionamiento legal, la frontera entre dos Estados es por consiguiente una delimitación simétrica de
7
competencias similares, definición que implica una única concepción contemporánea, universal e indiferente
de la noción fronteriza",
"Esta definición de la frontera no se ha elaborado sin la razón, en las primeras décadas del siglo XX.
El resultado de la adopción de una concepción de la naturaleza legal del territorio, salida de la teoría de la
competencia (elaborada por Radnitzky en 1905, siendo desarrollada por los juristas austriacos y franceses),
lo que se opuso a las teorías anteriores, en particular que fueron adoptados por los partidarios de la
Geopolitik (geopolítica), pues para que el territorio era un elemento subjetivo que le caracterizó. El interés
estatal sobre la cuestión de frontera, en la década de los 20 y 30, entre los juristas, se ha vuelto a la
concepción ratzéliana, sobre las fronteras cambiantes, u órgano periférico de un Estado 'vivo'" (citado por
Gottmann, en The significance of territory, 1973, el pp. 141-142). (Foucher: 1987, pp. 56-57).
6
Álvaro Donoso G. publica en este sentido la Demarcación de la línea de la frontera en la parte sur
del territorio: Trabajos de la Quinta Sub-Comisión chilena de límites con la República Argentina (Santiago,
Cervantes, 1906).
7
Que he presentado en el X Congreso Internacional de Historia de América, de la Asociación
Española de Americanistas, en la Universidad de Sevilla, del 8 al 12 de julio de 2002.
8
Con anterioridad, en 1978, Prescott, en Boundaries and Frontiers (Londres, 1978), señalará que "los
geógrafos políticos utilizan el término 'la frontera' en dos sentidos: puede referirse a la división política entre
dos países o la división entre las partes fijas e inhabitadas del país. Por esto consideran que la frontera es la
zona en ambos lados. No hay ninguna excusa para los geógrafos que usan el término 'límite' y 'fronteras'
como sinónimos, aunque no es difícil de encontrar a geógrafos que cometen este error elemental".
9
París (Francia), Foundation pour les Études de Défense Nationale, 1987, p. 38.
10
Un caso contrario, es la frontera cambiante de Estados Unidos, que si va acompañada de un
verdadero desplazamiento de población, como analiza Sylvia L Hilton en "Movilidad y expansión
en la construcción política de los Estados Unidos: 'estos errantes colonos' en las fronteras españolas
del Mississipí (1776-1803)"29, y en mi trabajo "Relaciones de poder en el valle del Mississippi y la
guerra de la independencia de los Estados Unidos: En torno a Bernardo de Gálvez" (Revista
Complutense de Historia de América, volumen 28, 2002, pp.63-96).
11
Como americanista siento predilección especial por Argentina y por Chile, por los dos a la vez.
12
En las Consideraciones sobre las discusiones políticas de las fronteras argentino-chilenas en el siglo
XIX, constato el interés político del general federalista Manuel Dorrego frente al interés por la expansión
territorial del unionista Domingo Faustino Sarmiento.
13
En Cartografía de la frontera argentina-chilena en el siglo XIX, investigo los fondos de los Archivos
históricos de Madrid (Archivo Histórico Nacional, Archivo Histórico Militar...) y el Archivo de Indias de
Sevilla constatando por ejemplo la "Carta esférica de la parte interior de la América Meridional para
manifestar el cambio de Valparaiso a Buenos Aires, por José de Espinosa y Felipe Bauzá, 1794, SGE;
"Descripción geográfica de la Costa Oriental Patagónica, por Basilio Villarino [c. 1779], SH... o
"Descripción Geográfica de las Costas Patagónicas. Con los Estrechos, Canales, Yslas, Yslotes y Baxos
conocidos y los hasta ahora Ygnorados Archipielagos y entradas del Mar en ellas", Alexo Berlinguero de la
Marca y Gallego, 1796, MN.
14
Constituye el primer censo que se elabora tras la independencia.
15
Buenos Aires, Nova, 1947.
16
Buenos Aires, 1936.
17
1983.
18
El nombre le viene dado del escrito poético de Alonso de Ercilla y Zúñiga (nacido en Madrid, en
1533) titulado La araucana, en el que narra en tres partes de forma épica, sobre la "Provincia de Chile y
Estado de Arauco", las hazañas de sus pobladores y las acciones de los españoles en esta zona. La primera
parte se edita en España en 1569, la segunda en 1578 y la tercera y última en 1589, cinco años antes de morir
su autor en Madrid, en 1594. En Chile la primera edición contemporánea, sin confirmar, es de 1956.
19
Es estudiado de forma exhaustiva por José Bengoa en el capítulo segundo sobre "Las agrupaciones
mapuches en el siglo XIX" en Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX, pp. 73-128.
20
2000, p. 21. Para la región de la Araucanía, Bengoa estima una población "cercana al medio millón
de habitantes" (2000, p. 22). Por lo que la zona comprendida entre el río Itata y el río Cruces (Loncoche), con
una extensión de 5,4 millones de hectáreas, presenta una densidad demográfica de un habitante por 10,8
hectáreas o 92,5 habitantes por 100 kilómetros cuadrados.
21
Según indicación del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera, en "Población
mapuche. Tabulaciones especiales". Temuco (Chile), 1998, p. 7. Esta clasificación parte de la respuesta dada
a la cuestión número dieciséis del XVI Censo Nacional de Población y Vivienda, en la que se pregunta "Si
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Usted es chileno, ¿se considera perteneciente a alguna de las siguientes culturas?: mapuche, aymara, rapanuí
o ninguna de las anteriores.
Alejandro Saavedra Peláez elabora una estimación de población a partir de la cifra aportada por el
Censo de Población de 1992, al indicar que la población menor de catorce años que no recoge dicho censo,
es de unas 354.305 personas, que corresponde a un 38,177% de la población mayor de catorce años censada,
por lo que suma un total de 1.282.365 mapuches. Y para el año 2002, se acoge al porcentaje de incremento
de población habido entre 1982 y 1992, de 1,64%, por lo que según el autor esto podría significar un
incremento de 228.261 personas para 2002, resultando por ello 1.510.626 mapuches (2002, pp. 18-19),
cuando las estimaciones reales para dicho año redujeron la cifra. Este descenso de población mapuche, es
analizado por diferentes autores, y ha sido constatado personalmente a través de un estudio de campo,
realizado en Santiago de Chile, en julio de 2003. En cambio según Saavedra Peláez, entiende que puede ser
debido al hecho real de que existen menos descendientes directos de los que se consideran como tales, pues
la mayoría residen en centros urbanos, no saben hablar mapudungún, trabajan y viven de la misma forma que
los chilenos pobres no mapuches, y además muchos de ellos no han nacido ni son hijos de nacidos en
"reducciones", e incluso un porcentaje sin determinar son descendientes de mestizos, y es por todo esto por
lo que el autor termina reclamando para esta población que se considera mapuche sin serlo, que se denomine
"población que reconoce un origen étnico mapuche" (2002, p. 19).
22
Domingo Curaqueo en "El mapuche en la estructura social chilena" indica que en la actualidad "se
encuentra insertado en la sociedad mayor chilena, que le imprime determinadas condiciones sociales,
económicas, políticas y culturales. A pesar de esto, el mapuche sigue siendo esencialmente distinto. Perdura
su identidad como pueblo y muchas de sus reglas tradicionales". Habita desde la provincia Bio-Bio a Chiloé,
y distingue cuatro grupos, y atendiendo a la Dirección de Asuntos Indígenas, en 1966, que se cuantifica de la
siguiente forma:
1 Los comuneros, aproximadamente 240.000, que por la ley 1.866 reciben "títulos de merced" para
poseer tierras, y con o sin ellos constituyen familias en torno a una tenencia colectiva de tierra, dentro de
unas reducciones. 226.516 con tierras y 15.300 sin tierras
2
Excomuneros, viven igualmente en reducciones pero alrededor de propiedades divididas
individualmente: 76.000. Hasta 1984 se han fragmentado dividiéndose el 70% de 3.161 comunidades.
3 Trabajadores agrícolas: 8.250, a esta condición social llegan tras perder la posesión colectiva o
individual de sus tierras en reducciones, o desprendiéndose de ellas, por lo que viven libremente como
trabajadores agrícolas, principalmente ganaderos a lo largo del país, y sobre todo en Valdivia, Osomo o
Chiloé, y
4 Mapuches urbanos, que han migrado del campo a la ciudad. Son alrededor de 150.000, están poco
cualificados profesionalmente, trabajan como mozos, obreros o carabineros. (Curaqueo: 1984, pp.202-203).
23 El porcentaje de población que se presenta, difiere del que establece el Censo de Población, para el
mismo año 1992, a consecuencia que Saavedra Peláez ha aplicado un 52% sobre los datos de dicho censo
(elaborado por el Instituto de Estudios Indígenas de la UFRO, 1998, cuadro 13, pp. 64-69), para "corregir"
reduciendo el número de personas de todas las ocupaciones laborales, a excepción de las correspondientes a
campesinos y asalariados agrícolas, para aproximarla a la cifra estipulada por el autor, tal como se ha
indicado anteriormente.
24
La situación económica de los mapuches en el siglo XIX, es estudiada por José Bengoa en el
capítulo primero sobre "La sociedad ganadera" en la Historia del pueblo mapuche....(2000, pp. 47-71), y la
del siglo XX, por Saavedra Peláez en el capítulo quinto sobre "Cambios y persistencias" en Los mapuches en
la sociedad chilena actual (2002, pp. 173-.205).
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Para lo que señalara que "propiciamos la recuperación de las tierras usurpadas, así como la
implementación de medidas tendentes a dar cuenta de la cantidad de tierras usurpadas, y de los lugares y
formas en que se ha realizado esto. En estas acciones, las comunidades deben participar directa y
activamente [...]. "Promovemos la reivindicación del territorio histórico Mapuche que parte desde el Bío Bío
al sur, considerando que dentro de este espacio físico nuestro pueblo ejerció plena autodeterminación
territorial, política, jurídica e institucional hasta 1881" (1997, pp. 87-88), pero al mismo tiempo hace alusión
a las alianzas históricas con otras poblaciones autóctonas, por las que "los Mapuches constituimos un Pueblo
que se encuentra ubicado también en Argentina, denominado de acuerdo a nuestra concepción filosófica,
lingüística y territorial con el nombre de Puelche=gente del este, y están ubicados en las provincias de
Neuquén y Río Negro" (1997, p. 8). Estas reivindicaciones territoriales se pueden incrementar en el tiempo,
si como hace el autor al comienzo del libro, al hacer mención sobre las "identidades territoriales, población y
ubicación" del pueblo mapuche reclama que "a la llegada de los españoles, los Mapuches ocupábamos un
extenso territorio que se extendía desde Copiapó, en el norte de Chile, hasta Chiloé, en el sur, y por el lado
9
de la Argentina, desde Buenos Aires hasta la Patagonia. Según antecedentes oficiales, nuestro Pueblo
mantenía dominio sobre 10 millones de hectáreas de tierra antes de la invasión del ejército chileno, en 1881.
En menos de 50 años, tiempo en el que se aplicaron las primeras leyes del Estado, a las comunidades se les
entregaron, a través de títulos de merced y comisario, sólo 500 mil hectáreas de tierras" (1997, p. 7).
Tras una investigación de campo sobre la población mapuche, realizada en Santiago y Valparaíso,
constato en primer lugar que el problema de la identidad que presenta esta población, tiene un fundamento en
la posesión de tierras, por esto Carlos Contreras Painemal me hará saber que actualmente están trabajando en
la elaboración de un "gran" mapa cartográfico, y para resolver el conflicto de tierras estudian solicitar el
arbitraje de España, y para esto último tanto él como José Lincoqueo Huenuman analizan "los parlamentos"
habidos a lo largo de la historia en Chile (en "Los parlamentos" y "El genocidio, caballo de Troya de
Mefistófeles (El demonio). Análisis jurídico acerca de los parlamentos", en Actas del Primer Congreso
Internacional de Historia Mapuche, 2003, pp. 51-69 y 70-76, respectivamente). Y, en segundo lugar,
compruebo la gran diferencia de rasgos físicos, carácter e incluso pretensiones a corto plazo que distingue a
miembros de uno u otros grupos (lof), de la misma comunidad mapuche.
En el Archivo Histórico Nacional de Chile, en la Colección fondos ministeriales. Ministerio de
Relaciones Externas 1810-1900, cuenta con los "Oficios recibidos de la Intendencia de Arauco, 1875-1876.
Contiene: Oficios, con antecedentes, relativos a compra, venta, arriendo y acción de terrenos indígenas a
colonos chilenos y extranjeros en la Provincia de Arauco. Recibidos por la Sección Colonización. Incluye
cuadro estadístico, relativo a superficie y clasificación de terrenos indígenas vendidos en los departamentos
de Cañete, Imperial y Lebu, entre enero y abril de 1876 (Nº 969, antiguamente, este volumen llevaba el N170-B).
26
Según Ricardo Nardi "las reservas o agrupaciones indígenas son conjuntos de familias que se
designan con el apellido del linaje patrilineal dominante (...). Cada una comprende decenas a centenares de
individuos que generalmente ocupan un solo paraje; su extensión abarca desde decenas hasta decenas de
miles de hectáreas.
"La posesión de la tierra puede ser por concesión de tierra fiscal (a la comunidad, a las familias o con
permisos precarios en zona de Parques Nacionales) y raramente con propiedad de lotes individuales en
tierras privadas (Saugy, 1981-1982). Son fuente de conflictos la jurisdicción de Parques Nacionales y la
ocupación de tierras por intrusos (...)
"La agricultura no tiene la importancia de la ganadería, lo cual señala una inversión de las pautas de
los mapuches prehispánicos (...).
"En muchas localidades la economía conserva también pautas recolectoras prehispánicas, tanto de
pueblos agricultores como de los cazadores que los precedieron (...)" (Nardi: 1984, pp.248-249).
27
Esta problemática la analiza Ricardo Nardi en "La araucanización de la Patagonia...
28
Sobre este tema es analizado por Wilson Cantoni en Legislación indígena e integración del mapuche
(Santiago de Chile, Chile, 1969), así como Bernard Jannot en “El problema mapuche en Chile”; Hugo
Ormeño y Jorge Osses en “Nueva legislación sobre indígenas en Chile” y Wilson Cantoni en “Fundamentos
para una política cultural mapuche” en Cuadernos de la realidad nacional (Santiago de Chile, nº 14, octubre
de 1972); Cristián Vives en “Proyecto de ley sobre indígenas, integración o asimilación” en Revista Mensaje
(vol. XXVII, nº 274, noviembre de 1978, pp. 711-177), y José Bengoa en La división de las tierras
mapuches (Santiago de Chile, GIA, 1979).
Y, en cuanto a la “Encuesta complementaria de pueblos indígenas” incluida en el Censo de
población, familias y viviendas de 2001 argentino, aún no se ha hecho público sus resultados, aunque me
entrega amablemente un modelo como muestre Alejandro Giustti, director de Censos de población, del
INDEC.
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