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Estudio y respuestas de la Palabra de Dios
Tú preguntas; Biblikka contesta
P025 “Divisiones en el Cuerpo” (6/6/11)
Saludos Pastor,
Estimado Dr. Martinez en verdad me es de gran bendición cuando
escucho su programa.
Una pregunta que me gustaría tocara en alguno de sus futuros
programas es: Por que no existe una comunión clara y abierta entre los
diferentes concilios, iglesias independientes y ministerios si todos
componemos la Iglesia?
RESPUESTA
Es interesante por demás que nos llegue esta pregunta justo al comienzo de
nuestro estudio de Filipenses. Como veremos más adelante, el tema de la
desunión es importante en la carta y lo tocaremos cuando lleguemos al
capítulo 4. También un tema ya tratado en nuestro estudio de Efesios.
Podríamos resumir nuestra respuesta de la siguiente manera:
“El Espíritu de Dios ha creado la unidad del Cuerpo de Cristo, y
nuestro pecado su división.”
Vayamos por partes: (Efesios 4:1-6)
1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un
cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma
esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un
Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
La unión del cuerpo de Cristo es producida por el ES y es a los creyentes a los
que corresponde “guardarla” o “protegerla”. ¿Cómo? A través de nuestra
actitud humilde, mansa, paciente y amorosa.
Es nuestra carnalidad e inmadurez espiritual las que logran desunirnos y
dividirnos, como vemos en I Cor. 3:1-3
De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales,
sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, y no
vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, 3 porque
aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y
disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?
Fijémonos cómo es que son los rasgos del carácter cristiano los que se
presentan como determinantes en la preservación de la unidad lograda por el
Espíritu. La unidad es guardada por nosotros...
a. Con solicitud ("sin escatimar esfuerzo")
b. Con humildad (la h. de un esclavo; = Fil 2:3)
c. Con mansedumbre (no debilidad; Ej.Mt. 11:29)
d. Con paciencia (soportar) - Col. 3:13
e. En amor
En RESUMEN: Nosotros NO producimos la unidad del cuerpo de Cristo.
Eso lo hace el Espíritu. A nosotros nos corresponde esforzarnos
continuamente para mantenerla y la madurez de nuestro carácter
cristiano es clave para lo lograrlo.
Aplicación: “Discípulos y discordias”
Mientras más insignificantes son los motivos que separan a los creyentes
en este tipo de problemas, más queda descubierto nuestra carencia de
dos aspectos clave en la fe cristiana: la humildad y el testimonio.
Bajo la superficie de las discordias y divisiones en el cuerpo de Cristo
encontramos egos sin cruz, caracteres sin humildad.
¿Es esto común? Sí. ¿Es esto normal? Depende.
Si definimos como normal lo común, entonces la mayoría de las
congregaciones son dignos ejemplos de normalidad eclesiástica. Pero si
insistimos en basar nuestra evaluación de la iglesia en los criterios de
Dios, la situación es otra.
Las Escrituras en ningún momento pretenden ignorar las debilidades de
carácter de los cristianos o su falta (a veces crasa) de madurez. Como
muestra, la congregación corintia. Pero, a la misma vez, observamos una
santa insistencia de que las cosas no necesariamente tienen que ser así.
La “invasión” del Reino de Dios en nuestro medio en la persona de Jesús,
nos abre un abanico de benditas posibilidades.
La maduración del carácter cristiano entra aquí en juego. La
regeneración o “salvación” no es el final del camino cristiano, sino su
punto de inicio. A partir del instante en que cambiamos de lealtades y
nos sometemos al señorío de Cristo y pasamos a ser hijos de Dios,
comienza un proceso por el que nos vamos conformando a la imagen de
Cristo. Este proceso es obra del Espíritu Santo, pero depende también de
nuestro sometimiento a sus métodos y a su obra. Nuestro egoísmo
natural tiene que ir cediendo a la ley del amor de Dios, nuestro orgullo a
la humildad.
De manera que tenemos que preguntarnos si los frecuentes conflictos en
el seno de las congregaciones cristianas no son otra cosa que el reflejo
de una crasa inmadurez en nuestras vidas. Ya lo dijo Pablo a los
corintios... “Sois niños...”
Hasta que no dejemos de construir nuestros propios reinos y
reputaciones; hasta que la iglesia no sea vivida y vista como lo que es,
manifestación del Reino de Dios hoy; hasta que nuestros egos infatuados
no sean sacrificados en el altar de Dios y hasta que no nos decidamos en
serio a seguir e imitar a Cristo en todo, continuaremos nuestro paseo por
el camino de la mediocridad espiritual.
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Redentor 104.1 FM
27 de junio, 2011
San Juan, Puerto Rico
Jose R. Martinez-Villamil MD. MDiv.

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