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L a tinoamérica
Los matices de la realidad en la LIJ
Monique Zepeda
Escribir es gritar sin hacer ruido. Marguerite Duras.
¿La realidad? ¿Cuál realidad? La ficción, la magia, el realismo mágico, las hadas con sus ogros, también
son realidades contundentes porque se parecen mucho más a nuestra realidad psíquica, a nuestra versión
de nosotros mismos, que otras realidades. La ficción –incluso la más estrafalaria– presta sus formas y sus
palabras para nombrar lo que ocurre en nuestro interior. La ficción con todos sus destellos y sus exuberantes poderes nos son familiares y útiles para ponerle nombre a nuestros deseos; todos forman parte de
la realidad psíquica, esa que sabe que aunque las cosas no hayan ocurrido tal cual, en nuestra mente esa
es la versión que prima. Esa realidad despeinada que se parece tanto a nuestros sueños.
Esta realidad que tiene sus bondades porque aquí ocurren encuentros, encuentros con el otro que libra su
batalla entre sus propias realidades. Aquí también es donde se juega, se juega solo, se juega con otros, se
ríe, se comparte, se ama.
Y donde también se riñe, se raspa uno, se hiere.
JORNADAS INTERNACIONALES
LITERATURA
infantil &juvenil
2012
Hoy en la literatura infantil existen títulos que saben que nombrar las
cosas es el inicio del alivio. Unos editores osados que permiten que
viaje un mensaje, una botella al mar, que por más gastada que esté la
imagen esa es la sensación del que escribe, el que lanza la botella y del
que lee que abre, que “destapa” esa botella y abreva, mitiga la soledad
y obtiene palabras para nombrar lo que le pasa.
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De este aspecto de la realidad es de la que hablaremos hoy: una realidad que, de cuando en cuando, se
roba la felicidad o el bienestar. Donde no hay varita mágica que desaparezca el malestar, donde la desazón se vive en silencio y el agresor no desaparece al cerrar los ojos. Una realidad que hace desear con
furia que la magia exista.
Los matices de la realidad en la Literatura Infantil - Monique Zepeda
¿O hablamos de la otra realidad? La que se mueve en una sola dimensión y cuyos poderes son limitados,
esa, con la que lidiamos todos los días. Esa realidad donde no volamos, donde cuando sembramos un
frijol hay que esperar 15 días para que ocurra algo, y eso si acaso… esa realidad con sus leyes de gravedad, donde si te caes de la bici, te lastimas; esa realidad que nos constriñe un poco, que nos ubica, que
nos dice que somos apenas lo que somos, que nos recuerda constantemente nuestro tamaño, nuestros
poderes y nuestros puntos débiles.
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Y bien sabemos que un lector hace lo que se le da la gana frente a un texto: sabemos que lee lo que le parece, lo que su historia le permite, lo que sus ganas reacomodan en el texto que tiene frente a sus ojos. El
lector edita, transforma, tergiversa, interpreta el libro. A veces, lo hace sin abrirlo, leyendo la sola portada.
Y con todo, cuando la realidad se vuelve tan poco poética, tan cruda, tan ruda, tan invasiva hay otro
modo de lectura posible: el texto que nombra, indica, señala y advierte. Textos que explican con claridad
por qué la víctima no es culpable. Sobre todo en temas en los cuales solemos desviar la mirada, guardar
silencio; y todo porque no soportamos la idea de que puedan ocurrir en la esfera de la infancia. Y sin
embargo…
Numerosos investigadores han señalado los múltiples efectos y beneficios de la narración en voz alta.
Entre nosotros Felipe Garrido. Han señalado el poder de la palabra que narra, de los ecos que moviliza
en quien la escucha, de cómo puede convertirse un libro en un refugio, como lo señala Michèle Petit, en
“La lectura en tiempos de crisis”.
Esta antropóloga también nos habla de cómo en ciertas culturas indígenas, en distintos países, consideran
que “los otros” –los de las otras culturas– hablan demasiado. Relata la experiencia de una facilitadora que
después del curso, fue recibida por “el jefe” de la tribu que le comentó: “a mi esposa le gustó el curso,
pero me dijo que usted habla demasiado. Entre nosotros se les enseña a los niños a pensar antes que hablar y a ver si lo que tienen que decir es más bello que el silencio”. (p.135. La lectura en tiempos de crisis.
Michèle Petit) Con lo cual, corroboramos, una vez más, que el contexto cultural nos marca tanto como
la lengua materna.
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Y es verdad que es en el silencio fecundo donde se gestan las más hermosas ensoñaciones, esas ensoñaciones que alivian las cargas de la actividad psíquica, ese espacio íntimo donde el diálogo es fructífero
y revelador, silencio donde se inventa, se escribe, se crea. Donde me encuentro entre los silencios de un
verso, donde la rima mece, donde la metáfora me viste y me desviste, con mi consentimiento.
También hay otro silencio. Un silencio árido, un páramo sin alivio, una emoción silenciada, un recuerdo
espinoso llevado en soledad, un martilleo de culpa sin voz. Un silencio
JORNADAS INTERNACIONALES
que no quiere callar pero que no encuentra palabras ni ocasión para
decir. Y ahí no hay metáfora que alivie.
Cuando la violencia invade el territorio del corazón y del cuerpo, cuan&
do lo que toca decir es: ”No”, pero no se logra; cuando la amenaza
Los matices de la realidad en la Literatura Infantil - Monique Zepeda
Muchos testimonios nos muestran cómo lectores en distintas circunstancias adversas han encontrado palabras para nombrar su situación, para reconstruirse, para decirles a otros, para contarse a sí mismos. Nos
cuentan cómo un libro puede ser una casa en la cual uno se cobije y pueda enderezarse frente al miedo
o la humillación. Un espacio donde se pueda soñar con desenlaces distintos y finalmente, en palabras de
Michèle, lograr “una elaboración simbolizada de la experiencia vivida”.
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impide hablar, cuando el miedo o la vergüenza se amurallan… ahí las palabras son antídotos. Frente al
acoso y al abuso no hay metáfora que valga.
Palabras balsas. No hay bálsamo que borre el evento que irrumpió en el desarrollo de una infancia. Lo
que hay es una posibilidad de nombrar en compañía, de finalmente poder decir, señalar, contar, de abrir
la llave y conjurar la soledad. Aquí, cuando se rompe el silencio se rompe sin metáfora, sin disfraces, para
poder finalmente empezar a sanar.
Es decir, estamos hablando de un lenguaje que denota esos hechos violentos: que hable de ellos, sin
excesos, pero sin ambigüedades. Un lenguaje que describe y desenmascara.
Un lenguaje que da pautas para reconocer al lobo, no al que habita en nuestra imaginación, sino al que
encubierto en los disfraces de lo cotidiano, acecha y asoma las zarpas. Un lenguaje que advierte unos aspectos específicos de la realidad. Ese lobo, con cara de persona, hecho de violencia, disparidad y abuso.
Unas palabras que explican sin alarma, y sin medias tintas, con la intención de prevenir.
Justamente para que sigan las ensoñaciones, y la fantasía pródiga, esa función superior de la imaginación,
ese espacio creativo donde vive el invento, el disparate lúdico, donde habitan las preguntas que abren mil
puertas. Ese espacio donde florecen las ocurrencias y que queremos preservar.
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JORNADAS INTERNACIONALES
DE
Monique Zepeda. www.moniquezepeda.com
Los matices de la realidad en la Literatura Infantil - Monique Zepeda
Hay textos que nos sacuden, que nos salvan, que nos explican lo que pasa en nuestro interior, que nombran lo que aún no sabíamos de nosotros mismos. Hay textos que nos advierten, que nos alertan, de asuntos que ocurren en el exterior. Ojalá sea a tiempo. Ese es nuestro deseo.

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