Mímesis - historia de los medios y el espeéctaculo

Transcripción

Mímesis - historia de los medios y el espeéctaculo
Historia de los Medios y el Espectáculo
Cátedra: ISSE MOYANO
Mímesis:
Historia de la relación
del arte con la realidad
HISTORIA DE SEIS IDEAS
Capítulo noveno. (resumen)
Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética.
Wladislaw Tatarkiewicz
Período Clásico
a. La palabra mímesis es posthomérica. Es muy probable que surgiera en los rituales
del culto dionisíaco ya que en su primera acepción la mímesis-imitación representaba los actos de culto que realizaba un sacerdote referidos al baile, la música
y el canto. Por ende, en esa época, la mímesis no significaba reproducir la realidad
externa, sino expresar la interior.
b. En el siglo V a. C. el término “imitación” pasó del culto a la terminología filosófica y comenzó a designar la reproducción del mundo externo. En este sentido
hubo dos acepciones diferentes: a) la imitación del funcionamiento de la naturaleza, y b) la imitación de la apariencia de las cosas.
c. En cuanto a esta última también hubo enfoques: a) la copia pasiva de la realidad
–la mímesis es la copia de las cosas tal cual son- (Platón) y b) la copia con un
libre enfoque de la realidad –la mímesis es la copia de las cosas más o menos
bellas de lo que son; o como podrían o deberían ser; o limitarse a la copia de las
cosas generales, típicas y/o esenciales (Aristóteles).
En resumen el período griego clásico utilizó cuatro conceptos diferentes de
“imitación”: el concepto ritualista (expresión), el proceso de la imitación de los
procedimientos de la naturaleza; el concepto platónico de copia de la realidad
y el concepto aristotélico de la libre creación de una obra de arte basada en los
elementos de la naturaleza.
El período romano continuó con estas mismas acepciones.
Edad Media
En la Edad Media se propusieron otras premisas. Si el arte debe imitar, que
imite, entonces, el mundo invisible, que es eterno y más perfecto que el visible.
Si el arte ha de limitarse al mundo visible, que busque entonces en ese mundo
las huellas de la belleza eterna. Y este objetivo puede alcanzarse mejor utilizando
símbolos que representen directamente la realidad.
Renacimiento y tres siglos posteriores
Con el Renacimiento, la imitación se convirtió de nuevo en un concepto básico
en la teoría del arte, y fue sólo entonces cuando alcanzó su apogeo.
A comienzos del s. XV, la teoría de la imitación fue aceptada en primer lugar por
las artes visuales. Sin embargo el concepto y la teoría de la imitación no entraron a
formar parte de la poética del renacimiento hasta mediados del s. XVI, una vez
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Historia de la relación
del arte con la realidad
HISTORIA DE SEIS IDEAS
Capítulo noveno. (resumen)
Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética.
Wladislaw Tatarkiewicz
A comienzos del s. XV, la teoría de la imitación fue aceptada en primer lugar por
las artes visuales. Sin embargo el concepto y la teoría de la imitación no entraron
a formar parte de la poética del renacimiento hasta mediados del s. XVI, una vez
aceptada la Poética de Aristóteles. A partir de entonces, la imitatio mantuvo su
lugar en la teoría del arte al menos durante tres siglos.
Los escritores del Renacimiento subrayaron que no toda imitación le sirve al arte,
sino únicamente aquella que es “buena”, “artística”, “imaginativa” y “original”.
Se sostenía que la naturaleza debía imitarse no como es, sino como podría y debería ser. Miguel Ángel ofreció una versión religiosa de la imitación: es Dios en
la naturaleza quien debería imitarse.
Sin embargo, muchos escritores renacentistas y del barroco llegaron a la conclusión del sin sentido de aferrarse a obstinadamente a la vieja teoría en lugar de
producir una nueva que fuese más acertada y así fue como el término “imitatio”
fue sustituyéndose por el de “inventio”. Esta nueva idea sugería que le arte podía
ser más perfecto que el objeto que imita, es decir la naturaleza.
El Renacimiento introdujo otro concepto muy importante en la historia de la
mímesis: el objeto de la imitación no debería ser sólo la naturaleza, sino también
y ante todo, aquellos que fueron sus mejores imitadores, esto es, los antiguos.
El tema de imitar a los antiguos, apareció ya en el s. XV, y a finales del s. XVII
había sustituido casi totalmente a la idea de imitar la naturaleza. Éste fue el
mayor cambio de la historia del concepto de “imitación”. Convirtió en académica la teoría clásica del arte. Se concibió una fórmula de compromiso para el
principio de imitación: la naturaleza debe imitarse, pero como lo habían hecho
los antiguos.
A finales del S. XVIII y a principios del s. XIX, después del descubrimiento de
Herculeano y Pompeya, y los viajes que hicieron a Grecia los arqueólogos, se
puso de moda más que nunca imitar a los antiguos.
Este principio de fidelidad a la antigüedad comenzó a abandonarse en el s. XIX
y fue reemplazado nuevamente por el principio de fidelidad a la naturaleza.
Siglo XIX
a. A principios del s. XIX, ya sea por la filosofía idealista o por el Romanticismo, la
teoría de la imitación no pasó por un período favorable. Los argumentos a favor
y en contra del realismo luchaban entre sí. Se trataba de algo nuevo, porque durante siglos la teoría mimética no había tenido ningún enemigo declarado y por
ende no había provocado ninguna polémica. Ahora empezaban a aparecer los
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argumentos en contrario resumidos en los filósofos hegelianos. Sus principios
podrían resumirse de esta forma: el propósito del arte es crear belleza y la realidad no tiene en cuenta a la belleza. Por lo tanto el arte no puede ser imitación
de la realidad.
Otra teoría sostenía que se valoraba excesivamente la belleza en el arte: el arte es
menos bello que la realidad.
De estas dos ideas contrapuestas que se enfrentaron a mediados del s. XIX se
puede decir lo siguiente: una idea sostenía que la realidad carece de los prerrequisitos para ser bella, y el arte le provee de ello; la otra idea sostenía que el arte no
tiene los medios apropiados para conseguir este objetivo y, por lo tanto, puede
confiar únicamente en la realidad.
b. A mediados del s. XIX resurge a Vieja Teoría y reaparece con el nombre de realismo. Los nuevos críticos franceses creían que la esencia del arte no consistía
tanto en la imitación, sino en el análisis de la realidad: no se renunciaba al ideal
de belleza, sino que se lo entendía de un modo diferente a como lo habían hecho
los clásicos y los románticos: la belleza del arte es una belleza reflejada y tiene su
origen en la realidad.
A esta teoría también se la llamó naturalismo y se la consideraba más como una
investigación de la realidad que como su descripción o su simple imitación.
En los años sucesivos la teoría del arte se alejó gradualmente, paso a paso, del
realismo hacia el polo opuesto. Los impresionistas, que constituyeron la próxima
etapa de las artes visuales del s. XIX, si bien sentían una inclinación realista, se
inclinaron por una realidad evanescente y subjetiva. Si bien consideraban que el
artista debía someterse a la realidad, no debía hacerlo pasivamente, sino poniendo acentos. Y así el artista debía acentuar la realidad, y por lo tanto interpretarla,
integrarla, profundizarla.
Siglo XX
Para Paul Cézanne el artista no debía imitar a la naturaleza sino comentarla,
construirla. La naturaleza tiene numerosos aspectos, entre los cuales el artista
puede y debe elegir. Cézanne decía de sí mismo que él “presentaba a la naturaleza
por medio del cilindro, de la esfera y el cono”. Esto significa que quería captar
aquellos rasgos de la naturaleza que son regulares y constantes, independientes
de una disposición azarosa.
Actuando en la misma dirección, pero alejándose aún más del realismo tradicional
se encontraban los cubistas. Según ellos la “representación óptica del mundo”
es una representación deformada que debía rectificarse mediante una “operación
mental”. Los objetos se perciben no sólo con los ojos; su aspecto visual es uno de
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Capítulo noveno. (resumen)
Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética.
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tantos y no debería identificarse con el objeto mismo. El arte del cubismo no
significó imitación de las cosas, sino su reconstrucción.
Más adelante aparece una idea más radical: el arte no debería tener nada que
ver con la realidad. El arte debería interesarse sólo por las formas y éstas no se
encuentran aisladas en el mundo real. En esta sintonía se han movido todas las
vanguardias históricas.
Dentro de esta corriente antirrealista radical debería incluirse también a algunos
escritores, como el inglés H. Osborne, quien sostenía: el arte utiliza los modelos
de la realidad, pero no debe parecerse a ella, porque entonces provoca en el espectador una actitud práctico-manipuladora, y no una estética.
Más cercano a nuestra época se ha comenzado a poner en cuestión los viejos dogmas. Entre ellos el de considerar al arte a través del prisma de la realidad. Ahora
se subraya a la inversa: la realidad se contempla a través del prisma de las obras
de arte. Oscar Wilde escribe al respecto: la vida imita mucho más al arte que el
arte a la vida. La naturaleza es una creación nuestra. Las cosas existen porque las
vemos, y la forma en que las vemos depende de las artes que han ejercido influencia en nosotros.
Entre los teóricos del arte actuales se encuentran aquellos que piensan que hoy en
día estamos sufriendo la crisis más grave de toda la historia del arte: el arte está
dejando de ser imitativo. La función imitativa del arte se utiliza hoy muy poco,
en comparación con el uso que anteriormente se hacía de ella. Nuestra época ha
conservado hasta cierto punto el concepto de la correspondencia del arte con la
realidad, pero no en el sentido tradicional. Si hoy en día el arte es imitación, no
lo es en el sentido popular de la palabra. De los diversos significados que hemos
descripto de la palabra imitación o mímesis, nuestra época se inclina por reconocer la imitación en el sentido original, el mimético-expresivo.
Lo que nuestra época no acepta es la imitación en el sentido de copia de las
apariencias de las cosas. Éste constituyó desde Platón hasta el siglo XIX el centro de atención de la teoría del arte. Sin embargo hoy ya no se acepta la idea de
que lo propio del arte sea imitar a la naturaleza.
Lic. Marcelo Isse Moyano

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