Museo de Arte Moderno 25 abril - 2 agosto 2015

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Museo de Arte Moderno 25 abril - 2 agosto 2015
Museo de Arte Moderno
25 abril - 2 agosto 2015
2
Gisèle Freund. Jean Cocteau, París, 1939 • Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
Gisèle Freund:
En mi profesión, nunca
se sabe lo que llegará
≈
Sylvia Navarrete
Gisèle Freund (1908-2000) fue una fotógrafa autodidacta que cuenta
entre los retratistas y reporteros preponderantes de su tiempo. Aun
cuando criterios estéticos guiaron su lente, no debe olvidarse que ella
tomó sin tregua partido por el periodismo crítico y confirió una disciplina moral a su vocación: fue protagonista y teórica a la vez de la
fotografía. “Siempre supo asociar la novedad técnica, la sensibilidad
de su época y la fuerza de su mirada”1, resume Olivier Corpet, quien
curó una de sus recientes exposiciones2. Nació ella en el seno de
una familia judía de la burguesía berlinesa, su padre era coleccionista
de arte romántico (poseía, entre otro bienes, 17 cuadros de Caspar
David Friedrich, pero se vio obligado a vender su acervo en Lucerna
en 1942…3); él le regaló su primera cámara Leica, que la joven de
18 años estrenó atestiguando la crisis de la República de Weimar,
aquel periodo de hiperinflación, desempleo e intentos putschistas de
conservadores y socialistas que allanó el camino al triunfo de Hitler.
1. Catherine Thieck, Olivier Corpet, “Deux frontières, deux fuites”, La Lettre de l’imec,
París, núm. 14, otoño 2011
2. “Gisèle Freund. L’oeil frontière. Paris 1933-1940”, Fondation Pierre Bergé-Yves SaintLaurent, 14 octubre 2011-29 enero 2012, cocurada por Olivier Corpet y Catherine Thieck.
3. C. Thieck, O. Corpet, op. cit.
3
A la par de ese aprendizaje empírico, los estudios de sociología en la
universidad de Francfort la incitaron, quizás más que otros colegas,
a apasionarse por el fotorreportaje (80 series realizó en total, destinados a una amplia difusión en la prensa internacional). Asistió en
1935 al Congreso Internacional por la Defensa de la Cultura que
reunió en París, bajo la iniciativa de Henri Barbusse y Louis Aragon,
a los intelectuales Malraux, Huxley, Pasternak, Ehrenburg, Regler,
Nizan, alarmados por el ascenso del fascismo en Europa. Lo mismo
documentó la caza de los estudiantes en Francfort por los vopos en
1932, que el desempleo en las minas del norte de Inglaterra en 1935
y los conflictos judeopalestinos en los años 1980.
Se le considera la mejor cronista visual de la vanguardia parisina
en la entreguerra. Lo que se sabe menos es que viajó varias veces a
México: en 1948 la primera (dos meses que se extendieron a un par
de años); la segunda en 1964, durante la visita oficial del presidente
De Gaulle; la tercera en 1978, para intervenir en el 1er. Coloquio de
Fotografía. Estas estancias ampliaron su repertorio iconográfico a
los registros de la arqueología y la etnografía, que dieron lugar en el
álbum Mexique précolombien (Ides et Calendes, Neuchâtel, 1954) a una
estética sobria y esmerada. Así de exigentes fueron las inquietudes
morales y deductivas vertidas en sus dos ensayos sociológicos hoy
vueltos referencias del género. “Gisèle Freund. Doctora en Letras
por la Universidad de París”, rezaba su tarjeta de presentación. En
la Universidad de Francfort, el sociólogo Norbert Elias, entonces
asistente de Karl Mannheim, le sugirió centrar su reflexión en la
comercialización de la fotografía en Francia, en el siglo xix. Una vez
refugiada en París, se tituló en La Sorbona sosteniendo la tesis La
fotografía en Francia en el siglo xix (1936): fue el primer volumen universitario sobre la fotografía en el campo de la sociología, al analizar el
papel que desempeñó ese medio de reproducción en la concepción
del retrato y en la evolución de la sociedad burguesa -de allí su carácter político. Cuarenta años después, especuló en Fotografía y sociedad
(1974)4 sobre los usos de la fotografía, así como sus mecanismos
4. Traducido al castellano bajo el título La fotografía como documento social,
Barcelona, Gustavo Gili, 1993 (trad. Josep Elias).
4
de valoración, sondeando “las relaciones que provocan una mutua
dependencia entre las expresiones artísticas y la sociedad, y de qué
modo las técnicas de la imagen fotográfica han transformado nuestra visión del mundo”.5 Considerable aportación significaron esas
investigaciones, hechas por una mente escrupulosa, laboriosa, dotada a la vez de sentido crítico y de imaginación.
Gisèle Freund tuvo una vida longeva cuya principal vicisitud fue el
destierro, de la patria a París y a Buenos Aires, pasando por Londres,
Quebec y México. En 1933, ante un inminente arresto en el contexto de la represión desatada por el incendio del Reichstag, huye precipitadamente de Alemania a París. Se le expulsa en 1940 de Francia
ocupada por los nazis. En ese lapso relativamente corto del primer
exilio fragua su carrera, con la colección de retratos que agrupa a la
intelligentsia parisina de entreguerras. “Es la única en explotar con
seriedad los rollos a color recién puestos en venta para los aficionados”6: así podría explicarse su innovación radical del retrato a color bajo luz artificial, gracias a la intuición del potencial plástico del
Agfacolor y el Kodachrome. “Es receptiva a las nuevas tecnologías
y usa, para su Leica con la que ha huido de Alemania, las recientes
películas a color Agfa y Kodak. Algunos fotógrafos las empleaban
en aquella época, pero Gisèle Freund fue la primera en saber asociar
estrechamente el tema y el método. Ella sigue siendo hoy, en virtud
de la fuerza de esa conjunción, no sólo la fotógrafa de los escritores,
sino también la primera fotógrafa a color.”7
El encanto de la obra de Gisèle Freund radica en la delicadeza de
su factura y en su dimensión literaria. Todos –escritores más que
artistas, por cierto- acceden a posar frente al escritorio, en la biblioteca o el taller, ocasión para ella de escrutar sus rasgos psicológicos
en la intimidad: casi invidente y los dedos ensortijadas, James Joyce
5. Ibid, p. 9
6. Alain Sayag, “La vie de Gisèle Freund”, en Gisèle Freund. Itinéraires, París, Musée
national d’ art moderne Centre Georges Pompidou, 1991, p. 129
7. C. Thieck, O. Corpet, op. cit.
5
leyendo con anteojos y lupa; Matisse en raída y manchada bata de
descanso; Marcel Duchamp con sonrisa desengañada; Tristan Tzara
apaciguado y pensativo; Jean Cocteau fumando bajo una escultura
oriental de tono rojo sangre; Virginia Woolf con mueca meláncolica. En 1939, Joyce le aconseja que incluya a colegas anglosajones:
Vita Sackville-West, Bernard Shaw, Sylvia Beach, Herbert Read…
“Explíqueneme por qué los literatos quieren ser fotografiados como
si fueran estrellas, y éstas como si se tratara de literatos”,8 finge sorprenderse Freund, quien en la jerarquía de los creadores ubica al
fotógrafo al nivel del traductor –siempre y cuando el traductor sepa
escribir por mérito propio. Se desenvuelve en el medio intelectual
por vía de Adrienne Monnier, editora, dueña de la mítica librería “La
Maison del amis des livres” en la rue de l’Odéon, vecina de “Shakespeare & C.” De Sylvia Beach y anfitriona de selectas tertulias. “En
marzo de 1935, compra donde Adrienne Monnier un libro de Jules
Romains. Comienza una amistad que transformará profundamente
su exilio: la literata la defiende ante el Centro de contra-espionaje
que intenta expulsarla, traduce y publica su tesis de doctorado y, por
el intermediario de su primo, la introduce con Pierre Blum, el mismo que, a modo de regalo de bodas, le obsequia en 1936 la nacionalidad francesa.”9 Organiza proyecciones de sus fotografías, en gran
formato, sobre una sábana montada como pantalla en la librería de
Adrienne Monnier. Y continúa practicando el retrato a lo largo de
su vida: si bien en las primeras tomas “el renombre del intelectual
irradia sobre la joven fotógrafa desconocida”, con las más tardías
ocurre a la inversa, “la reputación de Gisèle Freund sirve para dar
cierto cachet a los modelos”.10 Recuérdese que François Mitterand,
recién electo Presidente de Francia, le comisionó en 1981 su retrato
oficial.
El propósito de esta exposición –la segunda individual en México,
la primera organizada por el inba y el Pompidou en el Palacio de
8. Cit. en La Lettre de l’imec, op. cit.
9. Gisèle Freund. L’oeil frontière. Paris 1933-1940, París, rmn/imec, 2011, pp. 12-13
10. Lorraine Audric, “Le fonds Gisèle Freund à l’imec”, La Lettre de l’mec, op. cit.
6
Gisèle Freund. La mesa de trabajo de Virginia Woolf. Rodmell, Sussex, 1965
Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
Bellas Artes en febrero-marzo 1994, se tituló “Fotografías de Gisèle
Fruend”- es invitar al público a descubrir una extraordinaria figura
aún desconocida en nuestro país. Abruma constatar que incluso en
nuestro gremio de fotógrafos se ignore los numerosos vínculos de
Gisèle Freund con México y con América Latina. En 1941, Victoria Ocampo la invita a pasar una temporada en Argentina (adonde
volverá en 1950 para observar a Evita Perón hasta en su vestidor,
reportaje demistificador que causó escándalo). En los años siguientes no cesarán las idas y vueltas a Santiago de Chile (1944) y a la
ciudad de México (las tomas que allí realiza datan presuntamente de
1948 a 1953; las completarán otras más en los años 1970). Paradójicamente, estas obras son las menos difundidas en las retrospectivas
que instituciones europeas han dedicado a su legado. De modo que
esta exposición brinda una inmejorable oportunidad de empezar a
explorar una etapa poco estudiada de su trayectoria.
A consecuencia de las peripecias impuestas por el nomadismo, este
periodo de la biografía de Gisèle Freund llega a resultar nebuloso.
El mam hace votos por que las pistas que lanza ahora contribuyan
a clarificar la cronología faltante que corresponde a las actividades
de la autora en el Cono Sur y en particular en México. Los datos se
antojan ambiguos: las fechas de determinadas fotografías, por ejemplo, no coinciden con aquellas de las correos que envía a sus allegados. ¿Por qué algunas vistas de mercados oaxaqueños y del Museo
Anahuacalli en obra negra consignan el año de 1953 si su autora, en
sus cartas al escritor Alfonso Reyes en la misma temporada, lamenta
una y otra vez no poder ir a México precisando los motivos, ya sea
financieros o de disponibilidad, de tal impedimento? Los archivos
de Gisèle Freund, ejemplos de clasificación meticulosa, previo cotejo con fondos documentales locales, habrán de esclarecer en el
futuro las confusiones al respecto.
México fue, entre todos los países del nuevo continete que visitó,
aquel donde más activó su obturador y del que hablaba con mayor
entusiasmo y añoranza. Hemos localizado archivos que consignan
8
las huellas de su paso por nuestras tierras y su relación con personalidades mexicanas, cercana en el caso de Alfonso Reyes, la pareja
de pintores Diego Rivera-Frida Kahlo y el promotor-museógrafo
Fernando Gamboa. La caligrafía impecable, apretadísima, de Gisèle
Freund merece una mención aparte: recuerda de inmediato la que
su compatriota y amigo Walter Benjamin usaba para ahorrar sus
míseras provisiones de papel en el exilio francés, mientras esperaba
en un campo de concentración la visa para América que llegó el día
siguiente de su suicidio (26 de sepriembre 1940). La mejor fotografía del filósofo, por cierto, se la tomó Gisèle Freund con motivo de
la serie por encargo sobre las bibliotecas de París, su arquitectura,
fondos y usuarios, que se presentara en el “Museo de la literatura
francesa” de la Exposición universal de 1937. Unía al filósofo y la
fotógrafa el estatus de emigrados, la lucha por la supervivencia, la
lengua materna, la misma fascinación por la revolución industrial…
Con Reyes y con Rivera, el tono de Freund es de camaradería profesional y su intención, informativa: hay pendientes que despachar, la
mayoría de índole editorial o que atañen al acontecer e intercambios
culturales. Gisèle Freund acaba de suscribir en 1947 un contrato con
la agencia Magnum, fundada por sus colegas Robert Capa y Henri
Cartier-Bresson para abastecer órganos de prensa en Europa y Estados Unidos. Suele recibir correspondencia en la sede del organismo,
125, Faubourg Saint-Honoré, París, 8. Acreditada como periodista
por el gobierno francés, también imparte conferencias por cuenta
del Servicio cultural del ministerio de Asuntos Extranjeros, misión
que la llevará a México en 1948, por intercesión de Alfonso Reyes.
Quiere poner al día con sus amigos las solicitudes de imágenes a
insertar en publicaciones, como las revistas inglesas Illustrated y Look
(el equivalente de la estadounidense Life), así como órganos locales
como Novedades: de allí las menciones a Fernando Benítez, director
desde 1949 del suplemento “México en la cultura”. Listos para la
imprenta están un álbum sobre México con prefacio de Paul Rivet
(Mexique précolombien) y varios reportajes, uno de ellos sobre el arte
moderno que incluye a los muralistas consagrados Rivera, David Al-
9
faro Siqueiros, José Clemente Orozco, lo mismo que a Frida Kahlo,
quien le merece un reconocimiento anticipado. Prepara una reseña
sobre la Ciudad Universitaria en construcción, pero se queja de que
la ayuda del arquitecto Carlos Lazo se haga esperar (“No me llama la
atención el silencio de Lazo. Se ha vuelto loco. Cree que es Rector de
la Universidad por haber hecho los nuevos edificios”,11 le contesta
Reyes). Está armando un libro sobre escritores con la casa Gallimard (que saldrá finalmente en 1968, con motivo de su exposición
en el Musée d’art moderne de la Ville de Paris: Au pays des visages.
Trente ans d’art et de littératura à travers la caméra de Gisèle Freund. 19381968). Otra tarea la absorbe por completo: la reproducción fotográfica de las piezas que el Estado mandó a la sensacional exposición
“Arte mexicano, antiguo y moderno” en el Musée de l’Homme en
1952. Y así se lo hace saber a Reyes: “En París trabajé mucho por
México, pues hice la mayor parte de las fotografías de los dos catálogos de la exposición, publiqué una serie completa de artículos sobre
ese suceso extraordinario y, ‘last but not least’, hice todo lo que pude
por crear un ambiente propicio ante los críticos y amigos del arte.
(…) es una satisfacción para mí, que quiero tanto a México, ver la
profunda admiración y amistad que se le profesa a su país aquí. Con
mucha nostalgia asistí, hace dos días, a la despedida de los dioses
mexicanos que partieron de la ‘dulce Francia’ en un tren comercial
interminablemente largo, para encaminarse a Suecia.”12
El epistolario con ambos pintores inicia a mediados de los años
1940. Es probable que Freund se enemistara con Frida Kahlo en
1952, a raíz de cierto despecho que suscitó el rotundo éxito de dicha
exposición de arte antológica que itinera Fernando Gamboa hasta
1953 a la Kunst-Hall de Estocolmo y la Tate Gallery de Londres. No
oculta su disgusto a Reyes: “Recibí, acá entre nos, una carta increíble de Frida Kahlo sobre este asunto, llena de odio, groserías, etc.,
acusando a los Gamboa de cosas ridículas. No le he respondido y
11. Carta de A. Reyes a G. Freund (18 de octubre de 1952). En Sergio Ugalde Quintana,
Un cierto encanto goethiano, Correspondencia alemana de Alfonso Reyes (1914-1959),
México, El Colegio de México/Juan Pablos, 2013, p. 294
12. Carta de G. Freund a A. Reyes (13 de agosto de 1952), Ibid., p. 290
10
Gisèle Freund. Frida Kahlo, México, sin fecha, ca.1948-1952
Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
si regreso a México no tengo la intención de frecuentar a todo ese
grupo, pues ahora me doy cuenta cómo esas personas, a pesar de su
talento, pueden estar ciegos por su fanatismo. Y nada es más estúpido que ser fanático.”13 Sin embargo, conservó puesto hasta su muerte
un anillo que Frida le había regalado. Y las registros tardíos de Rivera
y Freund paseando por la construcción del Anahuacalli, la cual inicia
en 1953, desmienten una ruptura definitiva con el pintor al que tanto
alabó en sus reportajes gráficos sobre el arte moderno mexicano.
Con Reyes se cartea asiduamente entrada la década de 1950. En 1951,
inquiriéndose de la menguada salud del maestro, le describe a su esposa Manuela su estancia en el Monte Rougemont, al este de Canadá,
lugar donde ella pasa una temporada con su hermano Hans, radicado en la provincia de Quebec desde finales de la década anterior:
“Vivo en una casita (un antiguo gallinero) en medio del campo. El
poblado está a seis horas. Tengo una vista maravillosa y vivo tan sola
(con mi hermano) como los monjes del monasterio que se encuentra
a una hora, donde compro los huevos y las lechugas. Esta soledad
es maravillosa y puedo trabajar con toda tranquilidad.”14 Firmado el
armisticio en 1945 en Berlín, Gisèle Freund sigue a salto de mata.
“En mi profesión nunca se sabe lo que llegará”, advierte.15 Remite
desde Londres (está domiciliada en 47 Leeroad, barrio de Blackheath,
donde residen sus padres desde las leyes antijudías del Reich), Italia y
otras partes de Europa, hasta que se fija en diciembre de 1952 en el
12, rue Lalande, París, 14 (“un pequeño estudio que inmediatamente
llené con todas mis chucherías de México”16). Aprovecha esta circunstancia inusual para ordenar sus expedientes de negativos, hojas
de contacto e impresiones, sin dejar de multiplicar sus colaboraciones
en la prensa: “En la actualidad hago más artículos que fotografías,
pues el oficio de fotógrafo es demasiado cansado, y desde que tengo
nuevamente un hogar puedo trabajar tranquilamente ‘at home’.”17
13. Carta de G. Freund a A. Reyes (18 de octubre de 1952), Ibid, p. 294
14. Carta de G. Freund a A. Reyes (16 de agosto de 1951), Ibid, p. 289
15. Carta de G. Freund a A. Reyes (27 de marzo de 1953), Ibid, p. 299
16. Carta de G. Freund a A. Reyes (16 de diciembre de 1952), Ibid, p. 296
17. Carta de G. Freund a A. Reyes (1 de febrero de 1954), Ibid, p. 304
12
Está al día en cuanto a novedades editoriales y eventos culturales, y
solicita a sus interlocutores que se las sigan notificando, consciente
de que los órganos de prensa prefieren vincular los artículos a hechos
de actualidad. A Reyes le envía paquetes con libros de Léon-Paul
Fargue y revistas como Les Lettres Nouvelles, donde publica Adrienne
Monnier; él le hace llegar Visión de Anáhuac y El suicida, y le confiesa
las contrariedades que le suscita la traducción de El deslinde. Ella le
confiesa que Adrienne Monnier ponía todo en marcha para que se
publicaran en Francia sus obras completas. En una de sus últimas
cartas (6 de septiembre 1955), Gisèle Freund le anuncia la muerte de
Adrienne Monnier: “Perdí con ella a uno de los seres que más quería
en el mundo; a ella debo en buena medida mi formación espiritual
y mi conocimiento y mi amor por las letras. Usted bien lo sabe.”18
No hay carta que le dirija a Alfonso Reyes, en que Gisèle Freund no
externe su deseo frustrado de estar en México. No abandona el plan
de pasar tres meses en el país, quiere valerse de un boleto de avión
que Air France pone a su disposición a cambio de una campaña
publicitaria; otra opción es la travesía en barco. “La verdad es que
me siento debatida entre la dulzura de vivir en Francia y la grandeza
amarga y misteriosa del mundo mexicano. Pero lo que me atrae ante
todo en México son los numerosos amigos, su cálida amistad, la fraternidad y la comprensión que siempre experimenté entre ustedes y
que me lleva irresistiblemente a regresar.”19
Gisèle Freund, gracias a esta iniciativa del mam, vuelve a México tras
cuatro décadas de ausencia. Indispensables para acercarse al semillero de las vanguardias literarias, sus retratos son un puente hacia los
tratados más exhaustivos que se hayan producido sobre la expansión
social de la fotografía y su consumo desde la era industrial hasta la
de McLuhan. En cuanto a las aportaciones derivadas de sus experiencias mexicanas, concurrieron a la valoración estética de nuestra
cultura antigua y moderna en otras latitudes, respondiendo así a la
18. Carta de G. Freund a A. Reyes (6 de septiembre de 1955), Ibid, p. 309
19. Carta de G. Freund a A. Reyes (13 de agosto de 1952), Ibid, p. 292
13
Gisèle Freund. Alfonso Reyes en su biblioteca, ca.1950
Impresión contemporánea • Acervo Capilla Alfonsina inba / Conaculta
política de apertura y desarrollismo establizador que prevalecía en las
estrategias diplomáticas de Miguel Alemán y Adolfo López Mateos.
La presente exposición se suma a esfuerzos de gran alcance que en
años recientes han obedecido a la voluntad de dar a conocer el trabajo de Gisèle Freund a mayores públicos.20 No hubiera sido posible
realizarla sin el apoyo de determinadas instancias: en primer lugar,
la Embajada de Francia en México, que la acogió con entusiasmo en
su programa “Mano a mano. Miradas fotográficas cruzadas. Francia-México 2014” y ofreció participar en su producción; va nuestra
gratitud a Alain Bourdon y a Patric Clanet, en particular, por su
genuino interés en apoyar nuestra propuesta. De las 90 fotografías
de Gisèle Freund en exhibición, el 80% procede del imec (Institut
Mémoires de l’édition contemporaine), sito en la ciudad de Caen,
Francia.21 Expresamos nuestro agradecimiento a Nathalie Léger, su
directora general, así como a Yoann Thommerel, director de la programación y la valoración, a Estelle Kersalé, su asistente, y a Pierre
Clouet, encargado de exposiciones, su interlocución en la gestión
de esta colaboración. Cuatro colecciones más nos han distinguido
con su confianza: Promotora Cultural Fernando Gamboa; Capilla
Alfonsina; Archivos Diego Rivera y Frida Kahlo en la Casa Azul;
Galería López Quiroga. Por tal motivo, gracias a Patricia Gamboa,
Alicia Reyes Mota, Hilda Trujillo y Ramón López Quiroga, sus titulares respectivos.
El equipo curatorial de esta exposición se compuso de Samuel Villela, Iñaki Herranz y yo misma. Agradezco a ambos colegas la invaluable ayuda en llevarla a buen término, así como al equipo completo
20. Exposiciones recientes: “Gisèle Freund: Itinéraires” en el Musée national d’art moderne Centre Pompidou en (diciembre 1991-enero 1992); “Gisèle Freund. L’oeil frontière.
Paris 1933-1940”en la Fondation Pierre Bergé-Yves Saint-Lautrent en París (octubre
2011-enero 2012); y “Gisèle Freund. Fotografische Szenen und Porträts” en la Akademie
der Künste de Berlín (mayo-agosto 2014).
22. El fondo Mémoire de la création contemporaine (MCC), creado por un grupo de mecenas proveniente del mundo de la edición, de la investigación y de la creación, acopia patrimonios artísticos y garantiza su custodia y conservación. Recibió en 2011 en donación
los archivos fotográficos y literarios de Gisèle Freund y escogió el IMEC para gestionarlo.
15
del mam; a Iñaki Herranz va una mención especial, pues rastreó
en fondos documentales la más mínima presencia local de Gisèle
Freund, extendió la investigación a la propia colección del mam y
amplió el alcance interpretativo de la muestra, descubriendo inéditos diálogos conceptuales con una treintena de imágenes de otros
fotógrafos contemporáneos de Freund (Cartier-Bresson, Manuel y
Lola Álvarez Bravo, Kati Horna, Lewis Hine, Emilio Amero, Armano Salas Portugal, Héctor García, entre otros) representados en este
acervo. Por último, a Gérard Fontaine, así como a Sergio Ugalde y
Freija Cervantes, cuyas pesquisas y coadyuvancia berlinesas juntaron
lo útil a lo agradable.
Gisèle Freund. Manuel Álvarez Bravo, sin fecha, ca.1978
Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
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Gisèle Freund. Victoria Ocampo, París, 1939 • Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
Gisèle Freund,
la fotógrafa
que amó a México
≈
Samuel Villela
Al término de su bachillerato, Gisèle Freund (1908-2000) recibe
como regalo de su padre una cámara Leica, con lo cual inicia su trayectoria fotográfica. Documentaría los festejos por el Día del Trabajo y el ascenso del fascismo en Frankfurt, ciudad donde seguiría
sus estudios en sociología. Con este tipo de actividad, se sientan las
bases para su mirada documentalista.
Debido a su ascendencia judía, tiene que huir de la persecución
política nazi, yendo a refugiarse en Francia -después adquiriría la
nacionalidad de ese país. En París conoce a Adrienne Monnier, la
dueña de la librería La Maison des Amis des Livres, quien le facilita
el contacto con la intelectualidad francesa y europea, a la cual retrata
en una célebre colección (Jean-Paul Sartre, André Malraux, Simone
de Beauvoir, Virginia Woolf, George Bernard Shaw, James Joyce,
Paul Valéry, Walter Benjamin, Jean Cocteau, T.S. Eliot, André Gide,
entre otros). Pionera en el retrato a color, posible debido a los avances de la casa Agfa, retoma el nuevo elemento de verosimilitud en la
fotografía, que hasta entonces había tenido el consenso de realismo
a partir del blanco y negro. Esta faceta de su trayectoria le valdrá
un reconocimiento social y algunas de las imágenes capturadas se
19
volverán icónicas1, en cuanto a reproducir el rostro y talante de connotados personajes.
Es de destacarse también, de estos inicios, la cobertura que llevó a
cabo del 1er Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la
Cultura (Paris, 1935), registrando en aquel importante evento político-cultural suscitado por la latente amenaza del fascismo a varias de
las personalidades de su galería fotográfica.
Su factura del retrato pretendía desentrañar la peculiaridad del personaje y se sustentó en la idea que ella tenía acerca de la posibilidad
de capturar la esencia del sujeto a través de la fotografía:
Un rostro explica a un ser humano. Cuando uno se mira a sí mismo,
nunca se ve tal como es. En primer lugar, porque, en un espejo, uno
se ve al revés; y, en segundo lugar, porque uno es fundamentalmente
amable consigo mismo… a pesar de la máscara social que aprendemos a
componernos desde la infancia, las emociones que nos esforzamos por
ocultar se pueden descifrar en nuestros rostros con una gama infinita
de matices.
Nunca he dejado de querer comprender qué hay detrás de un rostro.
(cit. en Jamís, 2002: 108-109).
También durante su estancia en Paris, colaboró con prestigiosas revistas como Weekly Illustrated, Paris Match y Life. Para esta última,
realizó un fotorreportaje sobre los efectos de la depresión en Inglaterra, con lo cual se afirmó su vertiente documentalista.
En esta conformación de su mirada, la fotógrafa recibe variados influjos: “El trabajo de Gisèle Freund refleja una serie de influencias,
desde la fotografía de Eugène Atget, Jacob Riis, Lewis Hine y la
1. Una de las primeras, la de André Malraux, tomada en 1933 –justo después de la publicación de
su famosa novela La condición humana–, aunque en blanco y negro, se convirtió en ícono y señalado
punto de partida de su labor retratística. Ha trascendido al grado de que un timbre postal, emitido en
honor del escritor, lleva una reproducción en fotograbado del famoso retrato.
Véase: iconicphotos.wordpress.com/2009/06/05/andre-malraux-by-gisele-freund
20
Bauhaus, hasta la Farm Security Administration y la nueva objetividad (Neue Sachlichkeit). A partir de estas atracciones que sintetiza,
crea su propio estilo y su propia forma de mirar.” (Oliva, 2002: 209).
En la misma década, en 1936, elabora su tesis La photographie en France au xix siècle, misma que sería el punto de partida para su tratado
La fotografía como documento social (1974) que, a decir de algunos, es
uno de los primeros ensayos teóricos sobre la fotografía2 y un “libro
referencial” (Clemente Bernard)3.
Por ende, para este momento, ya confluyen en su trayectoria tanto
una relevante labor en el retrato como una vertiente documentalista
y un aporte teórico a través de su tesis doctoral, de lo cual deriva
su posterior ensayo. Es con este bagaje teórico-práctico que le sorprende la ocupación alemana de Francia, situación que la motiva a
aceptar la invitación que le extiende Victoria Ocampo, directora de
la revista Sur, para efectuar una serie de reportajes en Argentina,
adonde se dirige en 1942, en un nuevo exilio que le permitirá itinerar
en algunos otros países sudamericanos.4
Ya en la postguerra, la fotógrafa ingresa a la agencia Magnum en
1947. Será la primera mujer en dicha agrupación de fotógrafos profesionales; se le comisiona para responsabilizarse de la cobertura de
Latinoamérica. Ese mismo año, realiza un primer viaje a México, del
cual tenemos el siguiente testimonio: “Llegué a México con muchas
cartas de presentación. Una de ellas para María Asúnsolo, una mujer
2. “A pesar de su formación académica, Gisèle Freund no se veía a sí misma como una
teórica. No obstante, nadie antes había escrito una tesis doctoral sobre fotografía en Francia donde había cursado sus estudios- ni seguramente en el mundo.” (Honnef, 2002: 221)
3. Clemente Bernard, fotógrafo y cineasta documentalista independiente, activo desde los
años 1980. http://sientateyobserva.com/tag/gisele-freund/
4. “Durante aquellos años de exilio, Buenos Aires fue el lugar adonde siempre iba a
recalar; pero desde allí, no paré de viajar a otros países de América del Sur. Iba a Uruguay
con frecuencia, donde volví a encontrar a un amigo de Frankfurt. En Chile, trabajé como
ayudante de Jacques Rémy, quien preparaba una película basada en un guión de Jules
Supervielle…Viajé hasta Ecuador. En cada país, hice reportajes, que publiqué.” (cit. en
Jamís, op. cit.:132)
21
muy famosa en la época, no sólo por su belleza y gentileza, sino por
la galería de arte que había abierto en otros tiempos; me presentó
a mucha gente y se convirtió en una gran amiga mía.” (cit. en Jamis,
op. cit.:156).
De esa primera estancia resultarían algunas interesantes imágenes de
los artistas e intelectuales mexicanos:
En [1947] Gisèle Freund captó a Siqueiros cuando pintaba Casa mutilada,
teniendo al fondo el monumental retrato de Angélica Arenal…
De las trece fotografías tomadas a Frida y a su casa en Coyoacán, seguramente la más bella [de 1947], es la que muestra a la pintora de pie en
el patio, rodeada de tres perros pelones que quizás provenían del buen
criadero de estos animales sostenido por Emma Hurtado, la amiga íntima de Rivera, con quien contrajo matrimonio tras la muerte de Frida…
(Tibol, 1992).
Retorna por segunda ocasión en 1950 –después de una azarosa salida de Argentina- y se queda un par de años. Esta permanencia, que
originalmente estaba proyectada para quince días, se debe -según sus
propias palabras- a que se enamoró de México:
Me enamoré locamente de México… ¡Qué país! Todo allí es belleza,
desde los antiquísimos vestigios artísticos hasta los humildes objetos artesanales que uno encuentra en los mercados.
México me impresionó profundamente…
Para decirlo con propiedad, quedé fascinada. (cit. en Jamís, 2002: 151)
Paradójicamente, en este segundo viaje a territorio nacional la fotógrafa venía invitada por Alfonso Reyes para dictar conferencias
sobre literatura francesa, dada su cercanía con muchos de los grandes
escritores franceses, y no sobre fotografía. Mas esa percepción sobre
México, que la atrapó, hizo que esa estancia se prolongara, permitiéndole crear uno de los acervos fotográficos más grandes que, sobre México, existía en Europa por aquel entonces (Tibol, op. cit.:152).
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Gisèle Freund. Frida Kahlo al lado de una escultura en su patio, Ciudad de México, ca.1948-1952.
Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
A lo largo de ese par de años, contó con el apoyo del gobierno mexicano para sus desplazamientos:
…gracias al gobierno mexicano, dispuse siempre de un chofer para ir a
donde quisiera. Después de haberme sumergido durante algún tiempo
en el estudio riguroso de las culturas precolombinas mexicanas, empecé
a recorrer aquel maravilloso país. Lo recorrí a lo largo y a lo ancho, de
Norte a Sur, pasando por el istmo de Tehuantepec y el lago de Michoacán. Fotografié el arte olmeca, tolteca, maya, azteca. También fotografié escenas de la vida cotidiana… en las ciudades y en el campo, a los
artistas célebres y a los humildes campesinos. (cit. en Jamís, 2002: 154)
De esta manera, Freund retrató y documentó parajes rurales, grupos
étnicos, el paisaje y las transformaciones que ocurrían en la ciudad
de México. Asimismo, en virtud de su trayectoria francesa, retrató a
parte de la intelectualidad y a artistas mexicanos, introduciendo en
ese campo la fotografía a color, como había hecho antes en Europa.
Son célebres sus retratos de Frida Kahlo, Diego Rivera, David A.
Siqueiros, José Clemente Orozco. Menos conocidos resultan aquellos de los miembros del Taller de Gráfica Popular, de María Asúnsolo, Vicente Lombardo Toledano, Pérez Prado en acción, Pablo
O’Higgins, Alfonso Reyes, Dolores del Río.
Una de las fotografías tomadas a Diego Rivera es considerada por
Honnef (2002: 224) uno de sus más logrados retratos a color:
En la historia de la representación de la figura humana, los retratos de
Gisèle Freund abren una nueva página… En ellos, el color juega un papel decisivo. Tratado con delicadeza, nunca fuerte o estridente, confiere
a las imágenes un brillo inigualable. En este sentido, tal vez uno de sus
trabajos más representativos es el retrato de Diego Rivera, en que la
imagen del pintor mexicano se funde con las figuras y las formas de una
de sus pinturas de ciudad de México.
También durante esta estancia hizo el más célebre de sus autorretratos que se le conocen y que se ha convertido en su carta de presentación gráfica.
24
Realizó igualmente fotografías documentales sobre el pueblo mexicano en sus ámbitos urbano y rural, sobre grupos indígenas y el pasado
precolombino. Acerca de este último tópico produjo el libro Mexique
Précolombien, prologado por Paul Rivet, mismo que sería editado poco
después de una magna exposición sobre arte prehispánico que se presentó en 1952, en el Musée d’Art Moderne de París y que itineraría a
Estocolmo y Londres. Además de presentar buena parte del material
registrado en sus viajes, uno de los aspectos peculiares de dicha publicación fue la inclusión de la lápida descubierta en la cámara sepulcral
del templo de las Inscripciones en Palenque, recién excavada.
Con motivo de esta exposición de arte prehispánico, la fotógrafa fue
requerida por el museógrafo Fernando Gamboa, quien la contrató
para llevar a cabo una cobertura tanto del montaje museográfico
como de la inauguración5.
Pero el interés de la fotógrafa por difundir el arte prehispánico no
se agota ahí. Tendría una destacada participación en la organización
de una posterior exposición museográfica sobre el arte mexicano:
…cuando… a principio de los años sesenta se habló de organizar una
exposición, los responsables del Grand-Palais, lugar propuesto para albergar las obras, respondieron: «¿México? ¡Ni lo sueñe! No interesa a
nadie.» En cambio, Jean Cassou, que dirigía el Museo de Arte Moderno,
dijo: «¿México? ¡Con los brazos abiertos! »
Esta exposición tuvo lugar en 1962. Contribuí a ella personalmente, no
sólo con mis fotos, sino haciendo que participaran en la muestra personajes que, como André Breton, habían conocido perfectamente México
y les interesaba mucho aquel país. El resultado fue una exposición fantástica, que tuvo un éxito enorme. La cola, en la taquilla, era cada día más
larga y las salas estaban llenas de gente permanentemente.
Además de arte precolombino y piezas antropológicas, los cuadros de
los tres grandes pintores mexicanos, Orozco, Siqueiros y, por supuesto,
Rivera, estaban muy bien representados y cada uno tenía su propia sala.
(cit. en Jamís, 2002: 162-163).
5. http://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/2194/2771#n30a
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Gisèle Freund. Exposición de México en París, sin fecha (1952 o 1962)
Impresión de época • Archivo Promotora Cultural Fernando Gamboa
Fue tal la importancia que se dio a dicha exposición que ameritó la
presencia del entonces presidente Charles de Gaulle y del ministro
de la Cultura, André Malraux.
La fotógrafa-ensayista regresaría a México en 1978, tanto para participar en el 1er Coloquio Latinoamericano de Fotografía como
…para actualizar su archivo mexicano… Pero esa vez, sin dejar de sorprenderse por los grandes cambios que se habían operado en el país, la
notable fotógrafa se detuvo a mirar, con ojos llenos de bondad y picardía, a la gente sencilla, a los humildes de México que, como sus semejantes de todo el mundo, se ven obligados a adquirir su propio sentido de
la libertad y de la belleza.(Tibol, op. cit.: 153)
Para cuando se produce esta tercera visita, la fotógrafa ya había publicado su renombrada obra La fotografía como documento social (1974),
uno de los primeros y más difundidos ensayos contemporáneos sobre la fotografía; de modo que despertó cierta expectativa su participación en ese coloquio, pues una buena parte de los fotógrafos
latinoamericanos que ahí se congregaron comulgaban con sus tesis
sobre el trasfondo social de la fotografía. Aunque, por lo demás,
cabe destacar que su participación formal se vio restringida a ser
sólo comentarista de una ponencia, la de Mario García Loya: “Relación entre realidad y estilos de la fotografía en América Latina”.
En ese evento, la fotógrafa refrenda su ideario sobre lo que debe ser
la labor de un fotógrafo comprometido con la realidad de su tiempo
y, en particular, con la realidad latinoamericana: “Revelar el hombre al hombre, ser un lenguaje universal, accesible a todos; tal sigue
siendo para mí, y debiera seguir siendo para mis camaradas latinoamericanos, la tarea principal de la fotografía.” (Freund, 1978: 20)
Asimismo, hace abiertas críticas a la verosimilitud en la fotografía:
“La tan citada objetividad del aparato de fotografía no es sino una
engañifa”; (Ibid.: 19) “No, la fotografía no es objetiva, y justamente
por esta razón, los fotógrafos de América Latina tienen una tarea
inmensa por cumplir. Mostrar a través de sus lentes, el mundo que
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les rodea.” (Ibid.: 20) En el mismo tenor, confirma su planteamiento
sobre la relatividad en la significación de la imagen fotográfica: “El
significado de una fotografía puede cambiar totalmente, dependiendo de la manera en que es presentada.” (19)
También de este segundo viaje data su fotografía de Manuel Álvarez
Bravo, uno de los más renombrados fotógrafos mexicanos. Es revelador el interés de la fotógrafa por dicho retrato: “Tiene bastante
sentido que lo escogiera como uno de los protagonistas para su colección de retratos, ya que fue quien tomó el relevo de Tina Modotti
de retratar a los muralistas del momento y a sus obras monumentales.” (Oliva, op. cit.: 219)
En cuanto a su trayectoria en 1978, continuó con el registro fotográfico en los tópicos ya trabajados, por lo cual el conjunto de su
acervo reviste importancia, en cuanto a la cobertura en los siguientes aspectos:
1. El pasado precolombino, con fotografías de un gran número de
zonas arqueológicas a lo largo y ancho del país.
2. El medio urbano, sus costumbres y transformaciones, sobre todo
en algunas partes de la ciudad capital.
3. El medio rural, dando cuenta de tradiciones, fisonomías, prácticas
productivas.
4. Grupos indígenas, sobre todo en Chiapas, Oaxaca, Michoacán y
Estado de México.
5. El ambiente artístico-cultural de la época, con retratos que continúan su recorrido entre la intelectualidad francesa y europea.
Producto de esta trayectoria mexicana, se ha conformado un acervo
fotográfico y documental que actualmente se encuentra en resguardo del Institut Mémoires de l’édition contemporaine/Fonds Mémoire de la création contemporaine (Caen, Francia). El fondo Gisèle
Freund comprende cerca de 1,600 negativos originales en blanco y
negro, acompañados de sus hojas de contacto; 1,200 impresiones a
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color y en blanco y negro; 8,200 diapositivas (originales y con duplicados); 1,000 contratipos6 y más de 8,000 impresiones para prensa
(Audric, 2011: 197). Acompañan a este material archivos personales
y profesionales, manuscritos y correspondencia, expedientes de gestión de su obra, así como una biblioteca personal.
Aun cuando Gisèle Freund se mostró siempre renuente a considerar la fotografía como un arte, su trabajo se presentó en el Centre
Georges Pompidou (1991), siendo ésta la primera exposición de una
mujer fotógrafa en tener cabida en ese recinto.
Recibió diversas distinciones a lo largo de su carrera, entre ellas en
1978 el premio de cultura de la Asociación alemana de fotografía
y en 1980 el Gran Premio de las Artes del Ministerio de la Cultura
francés.
A pesar de la trascendencia de esta trayectoria, la obra de Gisèle
Freund en México es poco conocida. A diferencia de otras fotógrafas extranjeras cuya producción se ha visto reflejada, incluso,
en libros publicados, como los de Bernice Kolko, 1966; Gertrude
Duby, 1996, o de otros fotógrafos franceses contemporáneos, como
Cartier-Bresson y Bernard Plossu, 20137, sobre Gisèle Freund sólo
se ha producido una breve exposición fotográfica en 1994 en el Museo del Palacio de Bellas Artes.
En Europa, sólo se ha presentado una exposición sobre su trayectoria mexicana: “Frida Kahlo Diego Rivera, Le voyage mexicain”, en
la galería Didier Devillez de Bruselas, Bélgica (2010)8.
6. Contratipo: en fotografía y cinematografía, negativo que se obtiene de un positivo del
negativo original. Se emplea cuando el negativo original se ha deteriorado o perdido y se
necesitan nuevas copias.
7. Sobre estos dos fotógrafos franceses, se produjeron exposiciones museográficas.
La primera, Cuadernos mexicanos 1934-1964, de Cartier-Bresson con Álvarez Bravo, en el
Palacio de Bellas Artes (1935), adonde acaba de volver aquél en su retrospectiva de 2015;
la segunda, de Plossu, más recientemente: “¡Vámonos¡ Bernard Plossu en México”,
Museo de Arte Moderno, 2014.
8. Véase: http://www.galeriedidierdevillez.be/pdf/Invitfreund.pdf
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Referencias bibliográficas
Freund, Gisèle “Comentario”, en: Hecho en Latinoamérica. Memorias
del Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía. Consejo Mexicano de
Fotografía, pp. 19-20. México, D.F., 1978.
Honnef, Klaus. “Gisèle Freund: una biografía fotográfica”, en:
Freund, Gisèle. El moni la meva cámera, pp. 221- 225. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Barcelona, 2002.
Jamís, Rauda. Gisèle Freund. Conversaciones con Rauda Jamís. Circe,
Barcelona, 2002.
Oliva, Lydia. “Una vida de aventura, una vida aventurera”, en: Freund, Gisèle. El moni la meva cámera, pp. 208-221. Centro de Cultura
Contemporánea de Barcelona, Barcelona, 2002.
Tibol, Raquel. Episodios fotográficos. Libros de Proceso. México,
1989.
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Gisèle Freund. Muertitos, Pascua, Ciudad de México, sin fecha
Impresión contemporánea • Fonds Gisèle Freund/imec/Fonds mmc
El Museo de Arte Moderno agradece a las siguientes personas e instituciones su
invaluable apoyo para la realización de esta exposición:
Noël Adrian, Guadalupe Artigas de Ramos Cárdenas, Lorraine Audric,
Dominique Azam, Alain Bourdon, Laura Campos, Patric Clanet, Pierre Clouet,
Marie-Edith Castro, Mauricio Doce, Francisco Eizaguirre, Bruno Favel, Etienne
Feau, Fabio Fiorentini, Gérard Fontaine, Patricia Gamboa, Clara Guari, Estelle
Kersalé, Graciela Kasep, Veronica Hrnández, Ramón López Quiroga, Eduardo
Mejía, Raphaël Meltz, Ingrid Monterrosa, Alfonso Morales, Alicia Reyes Mota,
Rodrigo Parra, Orane Proisy, Mélina Reynaud, José Antonio Rodríguez, Samuel
Sadovich, Emanuel Sánchez, Maria Sánchez, Mara Suero, Yoann Thommerel,
Hilda Trujillo, Sergio Ugalde, Gisselle Villarreal, Samuel Villela.
Asociación de Amigos del mam, Capilla Alfonsina, Comisión de Equidad
y Género de la Cámara de Diputados, Département des affaires européennes et
internationales de la direction générale des patrimoines du Ministère de la
Culture et de la Communication, Embajada de Francia en México, Epson
México, Fonds Mémoire de la création contemporaine, Galería López Quiroga,
Institut Mémoires de l’édition contemporaine, Instituto Francés de América
Latina, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Mexico Accueil, PernodRicard, Promotora Cultural Fernando Gamboa, Réunion des Musées Nationaux,
Saint-Gobain.
Créditos de la exposición
Curaduría e investigación: Sylvia Navarrete, Samuel Villela
Curaduría acervo mam: Iñaki Herranz
Coordinación curatorial: Iñaki Herranz, Abel Matus
Diseño museográfico: Arely Flores, David Osnaya
Diseño gráfico: Luis Miguel Leon, Kitula Hernández
Asistencia diseño: Eduardo Galindo
Coordinación de exposiciones: Janice Alva
Desarrollo institucional: Sol Vargas
Jefa de colecciones: María del Carmen Canales
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Rafael Tovar y de Teresa
Presidente
Instituto Nacional de Bellas Artes
María Cristina García Cepeda
Directora General
Xavier Guzmán Urbiola
Subdirector general de Patrimonio artístico
Magdalena Zavala Bonachea
Coordinadora Nacional de Artes Visuales
Sylvia Navarrete Bouzard
Directora del Museo de Arte Moderno
Roberto Perea Cortés
Director de Difusión y Relaciones Públicas
Museo de Arte Moderno
Sylvia Navarrete Bouzard
Directora
Marisol Argüelles
Subdirectora
Luis Miguel García
Administración
Natalia de la Rosa
Iñaki Herranz
Abel Matus
Sofía Neri
Curaduría e investigación
María del Carmen Canales
Diana Camargo
Registro y control de colecciones
Daniel Quintero
Eduardo Galindo
Comunicación y relaciones públicas
Luis Miguel Leon
Kitula Hernández
Editorial y diseño
Janice Alva
Exposiciones
David Osnaya
Arely Flores
Diseño museográfico
Alejandro Zepeda
Página web
Sol Vargas
Desarrollo
Elizabeth Jaimes
Servicios educativos
Rubén Barrera
Servicios generales
Juan Casarrubias
Seguridad
Amigos del Museo
de Arte Moderno
Guadalupe Artigas de Ramos Cárdenas
Presidenta
Aimée Labarrère de Servitje
Vicepresidenta
Paloma Muñoz-Seca
Sector juvenil
Enrique Téllez Kuenzler
Vicepresidente honorario
Eugenio López Alonso
June Lowell
Malú Montes de Oca de Heyman
José Pinto Mazal
Patronos
Enrique Castillo Sánchez
Alejandro Martí García
Santiago Sepúlveda Iturbe
Amigos
Jaime Rodríguez
Contralor
María Ortiz
Voluntariado
Dolores Florán
Asistente

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