La Momia
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La Momia
La MOMIA Una producción en la que el mito egipcio de La Momia alcanzó elevadas cotas de lirismo FICHA TÉCNICA: Título original: The Mummy Nacionalidad: EEUU Año: 1932 Dirección: Karl Freund Guión: John Balderston (basado en una historia de Nina Wilcox Putnam, Richard Schayer) Producción: Carl Laemmle Jr. Dirección de Fotografía: Charles Stumar Montaje: Milton Carruth Dirección Artística: Willy Pogany Música: Michel Brusselmans, James Dietrich, Heinz Roemheld Maquillaje: Jack Pierce Reparto: Boris Karloff (Im-Ho-Tep/Ardeth Bey), Zita Johann (Helen Grosvenor/Princess Anck-esen-Amon), David Manners (Frank Whemple), Edward Van Sloan (Profesor Muller), A.S. Byron (Sir Joseph Whemple), Bramwell Fletcher (Norton), Noble Johnson (el Nubiano), Leonard Mudie (Profesor Pearson), Katherine Byron (Frau Muller), Eddie Kane (Doctor) Duración: 72 min. (B/N) SINOPSIS: Un grupo de arqueólogos británicos invade la tumba de un cadáver momificado que resulta ser el de ImHo-Tep, un sumo sacerdote del antiguo Egipto. La momia revivida había sido embalsamada 3.700 años antes, por tratar de resucitar a la virgen vestal de la que estaba enamorado y que había sido ofrecida en sacrificio. Tras despertar, la momia intenta raptar a una joven de ascendencia egipcia que se parece a la princesa que amó en vida y que fue el motivo de su ejecución. HOJA INFORMATIVA Nº 65 Abril 2005 COMENTARIOS: La Momia, resulta una magnífica película de colección, como un buen ejemplo de lo que es el cimiento del séptimo arte en la categoría de cine de terror, ya que en ella se consigue una magnífica fusión entre un director como Karld Freund especialista visionario y creador de grandes escenarios, y la extraordinaria y más que aceptable interpretación de Boris Karloff, bordando un papel que paree hecho a su medida. Karl Freund es uno de los grandes fotógrafos de la historia del cine, pieza clave en películas míticas de autores como Fritz Lang, Tod Browning o F. W. Murnau. Su trabajo como director es escaso pero valioso, así lo manifiesta este clásico título de La Universal producido por Carl Laemmle Jr., La Momia, en donde el mito egipcio alcanzó elevadas cotas de lirismo con su sentido etéreo y refinado de la narración, de la atmósfera hechizante y de la plasmación sugerente de un romanticismo mágico envuelto en narración sombras y misterio, captado por una cámara templada y móvil, de desplazamientos elegantes; con un elenco de buenos actores (superados todos ellos por Boris Karloff, que está inmenso) y con una excelente recreación de la historia fantástica de un mito que cobró vida y que se hizo realidad. Boris Karloff (1887-1969), William Henry Pratt (nombre real de Boris K.) nació un 23 de Noviembre en Dulwich, Londres, en el seno de una familia numerosa, siendo el más joven de ocho hermanos. Muy aficionado al teatro, Karloff abandonó la carrera diplomática y se marchó a Canadá a los 21 años para intentar buscar fortuna en el mundo de la interpretación. Comenzó combinando trabajos temporales mientras poco a poco iba afianzándose como actor teatral, generalmente interpretando papeles secundarios. En 1916 logró debutar en el cine como figurante en The Dumb Girl of Portici una película protagonizada por Anna Paulova y Rupert Julian. Karloff se convierte así en uno de los rostros más populares de los años 30 dentro del género de terror y actor fetiche para la Universal., Tras su éxito anterior con Frankenstein, vuelve a crear un personaje memorable, (Im-Ho-Tep, en La Momia) con su porte majestuoso y unos ojos hipnóticos, que dentro de una entorno mágico sabe humanizar los sentimientos de un monstruo, un personaje que confunde e inquieta al espectador: sobre el papel es un egipcio con un fez (gorro troncocónico rojo de los moros) en la cabeza y con una vestimenta típica de los habitantes del lugar. Implicado en una bella historia de amor prohibido e imposible en donde para Freund y su guionista John Balderston es mucho más importante sugerir que mostrar. Las apariciones en primer plano con los ojos brillando en la oscuridad son acaso las imágenes más recordadas en la retina de los espectadores y le otorgan asimismo una tremenda veracidad y credibilidad a un ser capaz de hipnotizar y con una fuerza absolutamente sobrehumana. El estupendo trabajo en maquillaje, al igual que en el film dirigido por Tod Browning, fue realizado por el legendario Jack Pierce. Lamentablemente, uno de los mejores momentos del film, el interesante flash back transcurrido en el Antiguo Egipto, fue cercenado en parte debido a la censura de la época. Pese a ello el resultado es excelente, con momentos muy sugestivos, en especial los otorgados por la presencia magnética de Karloff (sin él la película perdería casi todo su poder letárgico), resultando ser uno de los mejores trabajos de Laemmle Jr. para La Universal dentro de su esencial ciclo de terror. Se trata, en definitiva, del mejor homenaje que ha realizado el cine al mito de la momia y el autor de esta obra maestra fue el otrora director de fotografía de Metrópolis, el clásico firmado por el alemán Fritz Lang. Karl Freund acierta incluso en emplear la bella partitura de El Lago de los Cisnes para abrir la película, magníficamente introducida por las escrituras de Tot, (el Dios egipcio de la sabiduría que llevaba según la mitología un registro de las acciones de los muertos), donde muy oportunamente se nos recuerda que para los egipcios de entonces la muerte no es más que un estado temporal hacia una nueva vida; es decir, el alma podía recobrar la forma humana en miles de años si el cuerpo estaba adecuadamente conservado. Es aquí donde entran en juego la realidad y la ficción, lo que sabemos acerca de las divinidades egipcias y el culto que esta civilización guardó a los muertos con lo que se nos relata en la narración. Son destacables, por último, la espléndida fotografía en blanco y negro, la ambientación, y esa gran sensibilidad y sentido del arte de la que hace uso el autor en muchas de sus escenas, especialmente en la que Boris Karloff se ha llevado hipnotizada a Zita Johann y, vestidos ambos de egipcios, realizan un viaje al pasado del protagonista. En conclusión, una auténtica joya del séptimo arte, que conoció versiones posteriores que no han podido igualarla ni menos aún superarla.