De la literatura a les cuines de la Mediterrània La terra i el mar

Transcripción

De la literatura a les cuines de la Mediterrània La terra i el mar
De la literatura a les cuines de la Mediterrània
La terra i el mar
Las hogueras relumbraban en cualquier espacio que se abriese entre las tiendas; los
animales se mezclaban con niños y ancianos, mientras las mujeres, ataviadas con
coloreados trajes moriscos, se dedicaban a cocinar. La algarabía y los aromas
lograron que Hernando se relajase: no se trataba de las ollas o pucheros con verduras
y tocino que comían los cristianos; el aceite quemaba por doquier. Desfilaron junto a
las tiendas entre la ovación general, y una mujer le ofreció un dulce de almendra y
miel, otra un buñuelo y una tercera una sabrosa y trabajada confitura recubierta de
alcorza. Aquí y allá, por grupos, sonaban panderos, gaitas y atabales, dulzainas y
rabeles. Mordió la alcorza y en su boca se mezclaron los sabores del azúcar, el
almidón y el almizcle, del ámbar, del coral rojo y las perlas, del corazón de ciervo y del
agua de azahar; luego, entre fuegos y mujeres, cantos y bailes, aspiró el aroma del
cordero, la liebre y el venado, y de las hierbas con las que los cocinaban: el cilantro, la
hierbabuena, el tomillo y la canela, el anís, el eneldo y mil más de ellas.
FALCONES, Ildefonso: La mano de Fátima, Barcelona, Grijalbo, 2009, p 70.

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