PRESENTACIÓN DE LENIN, DE LEÓN TROTSKY, CON NOÉ

Transcripción

PRESENTACIÓN DE LENIN, DE LEÓN TROTSKY, CON NOÉ
PRESENTACIÓN DE LENIN, DE LEÓN TROTSKY, CON NOÉ JITRIK Y
GABRIELA LISZT
Gabriela Liszt: Uno de los motivos por los cuales editamos este libro es porque
andaban pululando numerosas biografías sobre Lenin: generalmente biógrafos
burgueses donde Lenin aparece como si ya desde su nacimiento hubiera sido un
hombre muy ambicioso, sediento de poder, psicologista, individualista: por fuera
del contexto de la época (…). Anteriormente al problema al que trata de
responder Trotsky se sucedieron varias biografías de inmediato a la muerte de
Lenin, donde -por el contrario- se lo trataba de mostrar como alguien que había
sido marxista desde su mismo nacimiento. No solamente él: su padre, su
hermano, su familia; todo su contexto; como si siempre hubiese existido un
Lenin perfecto. Trotsky trata de demostrar que era un hombre real, que había
sido parte de su época, que vivió inmerso en su época y que no fue sólo un
“producto” de ella sino que se propuso una política para superarla (…).
Trotsky, en el primer libro que publicamos –La juventud de Lenin- demuestra
que, por el contrario, Lenin salió a la vida política más bien de forma bastante
tardía para la época. Por lo general los jóvenes a los 15, 16 años ya militaban;
en una época en que el populismo estaba bastante generalizado (…). Lenin
simpatizaba con el nihilismo, con el populismo al comenzar a ingresar a la vida
política (…). Al hermano, que había adherido a los narodnikis (populistas) y que
había intentado un atentado contra el zar Alejandro III que fracasó, lo terminaron
ahorcando. Y para Lenin eso fue un golpe muy muy importante. Porque Lenin
sentía una admiración por el hermano –más allá de que no tenía una relación
muy fluida-. Lo admiraba como persona (…).
Otro hecho que marca Trotsky como un gran avance –cuando Lenin se convierte
en el verdadero Lenin- es cuando se integra al periódico Iskra entre 1900 y 1903
en Londres en el exilio. Ahí es donde Trotsky opina que Lenin tiene claridad
absoluta del objetivo, donde se forma como personalidad… donde se ve
claramente su tensión por el objetivo, o por lograr el objetivo. Había escrito “El
desarrollo del capitalismo en Rusia”; tenía más claro la ubicación de los
liberales, de los reformistas; ya había dado batallas contra el populismo. Se
embebe de todas las discusiones de la socialdemocracia internacional –que en
ese momento era fundamentalmente contra Bernstein, que planteaba políticas
reformistas-; e incluso empieza un enfrentamiento con su maestro Plejanov,
porque se empiezan a ver las diferencias que luego desembocarán en la ruptura
entre bolcheviques y mencheviques (…). Es un hombre que es parte de su
época, pero que no se entrega al destino. Que reactúa y que se va formando a
sí mismo. En ese plano dice Trotsky que era insuperable. Y más exigente
consigo mismo que con los demás. En el sentido que era formarse para tomar el
poder. Primero en Rusia y luego hacer la revolución a escala internacional.
Tenía muy claro su objetivo, y todo lo que hacía era en función de eso (…).
No sabemos si hay más documentos, pero, de conjunto, e incluyendo el texto
sobre el “testamento”, donde Lenin enfrenta a la burocracia, y donde le pidió la
alianza a Trotsky, creemos que dan una idea bastante acabada de la
personalidad y que marcan que no hay una continuidad entre Lenin y Stalin. Más
bien la continuidad está entre Lenin y Trotsky, que retomó justamente todas sus
enseñanzas –las del leninismo- para desarrollar la Oposición de Izquierda, luego
la Oposición de Izquierda Internacional así como para la fundación de la Cuarta
Internacional.
Noé Jitrik: Quiero destacar en primer lugar dos hechos interesantes,
importantes. Uno es el que nos acaba de mostrar Gabriela: una síntesis muy
precisa de lo que es la biografía (…). Así que en fin, yo he aprendido mucho en
estos momentos. La segunda cosa importante es la traducción: me parece que
es un libro muy bien traducido, muy bien hecho. Así que felicito –en lo que mi
juicio valga- a Gabriela y a todo el equipo con que trabajó.
Empecé a leer el libro, y realmente me atrapó. La verdad es que me atrapó la
lectura: lisa y llanamente la lectura. (…) Es decir, con independencia del objeto
que tiene el libro, ya que mi curiosidad en primer momento no estaba dirigida
hacia él, hacia la figura de Lenin sino hacia otras cosas (…).
Hay algo que se llama lectura, si la lectura no es buena, realmente, el objeto
desaparece.
Entonces eso me motivó a escribir una nota, una simple nota, que algo cuenta
de esa experiencia.
(…) Me parece que puede tener alguna miga la oposición Trotsky-Stalin. No sólo
oposición de interpretación política o de visiones políticas, sino como dos “tipos”.
Dos tipos que son muy propios también de todos los conflictos que hubo en el
siglo XX.
Las tendencias a las oposiciones y las dicotomías que son tan censurables en la
filosofía y en otros terrenos, ahí me parece que funciona. Son claramente dos
modos diferentes de ser –no solamente de ser un ser humano completo, sino
también un ser humano que interpreta la historia, las circunstancias, etcétera-.
Y lo contrario: ustedes ven que eso todavía se puede certificar: hay todavía
stalinistas. Hay stalinistas y no necesariamente reivindican a Stalin: son
stalinistas por ignorancia. Y es una cosa muy curiosa, son manifestaciones
políticas de todo tipo y en todas partes.
Y también hay gente marcada por Trotsky. Como si el acercamiento a Trotsky
hubiera sido una experiencia de revelación fundamental sobre cómo manejarse
en la vida política, social, etcétera (…).
Entonces, ¿qué me sorprendió de este libro? ¿Y cómo lo proyecté sobre esa
idea que surge también de leer a Trotsky acerca de lo que podría llamar “un ser
extraordinario”, “un ser fuera de serie”? Precisamente mi artículo del Página/12
se llama “Dos en un fuera de serie”.
Extraordinario evidentemente porque todas las biografías que se han hecho de
Trotsky muestran esa cosa extraordinaria; ya está en el libro de Deutscher ¿no?
Lo que también Gabriela señaló acerca de Lenin y todo su proceso también
habla de un ser extraordinario (…).
El primer eje sobre mi lectura del libro lo llamaría la relación entre pensamiento y
acción. Como un tema importante, del que se habla siempre y se lo bastardea
mucho… un tema siempre en conflicto. El segundo eje es memoria y espíritu
crítico. Y en tercer lugar obstinación y continuidad. Es otro eje para entender lo
que pasa adentro del libro.
(…) Toda la visión teórica tendía… llamémoslo así genéricamente, a un mundo
nuevo. No era una reflexión teórica en sí misma, destinada a exaltar de los
conceptos manejados, sino tendientes a algún lugar. Probablemente otros
filósofos o teóricos más convencionales rechacen esa posibilidad, esa
prospectiva. Pero bueno, eran las ideas de Trotsky; la unidad pensante que era
Trotsky. (…) Pensamiento por un lado, que genera manifestaciones concretas
que en el libro se pueden ver. Pasión por otro lado, a la que alude más que
explicita o de la que jacta. Él nunca se jacta de ninguna de las grandes
innovaciones. Respeto por uno, respeto por el otro, modestia respecto de sí
mismo. Respeto de la idea de haber sido alguien que gravitó en la historia del
siglo XX. Es muy fascinante todo esto.
(…) Este es un libro de historia de un período de la sociedad rusa, de la cultura
rusa y del desarrollo de esa revolución que cambió –como decía John Reed- la
faz del mundo (…) es un fragmento de historia. Pero no es un historiador. No es
un historiador porque si bien recurre a documentos y a lo que evoca, su
memoria, sus evocaciones, son constantes. Y son evocaciones bien
sorprendentes; por su fidelidad. (…) Uno puede enterarse de lo que pasa.
Sobre todo en el aspecto de la infancia y en la adolescencia de Lenin. Y cómo
era ese país. Y qué era lo que lo atravesaba; cómo eran esos conflictos, las
características; cómo eran las poblaciones. ¡Qué capacidad de observación y de
perduración en la memoria!; y qué capacidad de desarrollarlo, como marco de la
vida del personaje narrado pero al mismo tiempo trazando un panorama muy
lindo, muy interesante en esa cosa tan tumultuosa en la que nos va acercando –
aunque quede lejos-.
Y luego en cuanto a esa memoria, viene ligada a un espíritu crítico; y de una
prudencia enorme. Es decir, no es alguien que saque conclusiones catastróficas,
espectaculares, de denuncias vehementes (…).
La continuidad, bueno, es la factura de este libro (…). Uno piensa que escribir
este libro debe haber costado muchísimo trabajo (…) como le dio a tipos del
siglo XIX (…) como Honoré Balzac, como la obra de Auguste Rodin, como la
obra de Domingo Faustino Sarmiento, como la obra de Trotsky. En ese sentido
Trotsky es muy siglo XIX.
El siglo XX es más lineal. Hay todavía prolongaciones de ese espíritu ¿no?, pero
es más lineal. A eso le llamo obstinación –si ustedes quieren-, o continuidad, o
continuidad en la obstinación. No dejar caer un proyecto pese a las dificultades
(…).
Los dejo acá, y podríamos seguir charlando sobre esto. Ustedes seguramente
saben o conocen más que yo; éstas son aproximaciones así, puramente
intuitivas; quizás no muy rigurosas… pero salen de una experiencia concreta
que es la lectura del libro.
Desgrabación y edición: Demian Paredes

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