La afilada lengua de Sei Shonagon

Transcripción

La afilada lengua de Sei Shonagon
Sei Shonagon
Quadern de
capçalera
Traducción del inglés
de Xavier Roca-Ferrer
LA MAGRANA
319 PÁGINAS
21 EUROS
JORDI GALVES
Dos genios se disputan el primer
puesto de las letras japonesas hacia el año mil. Son dos mujeres, y
pertenecen al mismo clan, el de los
Fujiwara. Murasaki Shikibu, la cortesana favorita de la chugu, Akiko,
la segunda emperatriz y autora de
La novela de Genji, el libro que se
convertirá en el gran clásico de la
literatura del Japón. La otra mujer
es Sei Shonagon, su terrible rival,
la dama más temida de la corte de
Sadako, la primera emperatriz. Su
lengua es afilada y certera, su ingenio el más incisivo que pueda uno
imaginar, sus anécdotas y sus pensamientos son anotados sin orden
ni cuento aparente en un libro de
memorias e impresiones que guarda debajo de la almohada de su cama; están escritos en lo que parece
vuelapluma pero, en realidad, el
texto tiene tanta calidad que rivaliza con el mismísimo Genji, es el
Makura no soshi o, como lo denomina en catalán el traductor Xavier Roca-Ferrer, el Quadern de
capçalera, uno de los textos más extraordinarios de todos los tiempos.
Hay listas deliciosas de elementos que Sei Shonagon se entretiene
en coleccionar, en recopilar sin
aparente sentido. Los nombres de
ciertas montañas de Japón y de
ciertos lagos, por ejemplo. Diríase
que están ahí sólo porque su nom-
Temida en la corte y
rival de la autora de
‘La novela de Genji’, su
libro mezcla anécdotas,
pensamientos, historias
bre es bonito a oídos de la escritora, y el texto se revela como un poema de vanguardia, sin significado,
un fragmento que lo confía todo a
Irónica, provocativa y sentimental
telón ante el que se desarrollan los
sentimientos de las jóvenes, idas y
venidas que sintonizan con las
olas que azotan la costa. Una delicadeza que contrasta con la hiperbólica realidad de Tsutsui. Tras
leer a ambos autores, se comprende que los buscadores de tendencias de todo tipo hayan encontrado en Japón una mina. |
La gran escritora vivirá hasta la
muerte de la primera emperatriz
con una libertad absoluta de movimientos. Su intimidad con su
augusta amiga es enorme, quizás
incluso es algo más que eso. Nunca
leeremos a un escritor o escritora
más desenvuelto, más franco, más
libre que Sei Shonagon y que, al
mismo tiempo, observe de manera
más exigente la más rigurosa etiqueta social. Es irónica, cruel y despiadada. Sentimental y altruista,
despreocupada, provocativa, sarcástica, tierna. Tiene la capacidad
de desentrañar el sentido de las cosas, de los gestos, de los comportamientos como un antropólogo o
un psicoanalista. Su sentido común no tiene rival. Llega incluso a
contarnos el sentido último de la vida. Su respuesta es muy triste y
muy digna pero no se dirá aquí. El
lector la descubrirá con la lectura
de esta obra maestra de la literatura de todos los tiempos. |
ESCRITURAS
Miércoles, 4 junio 2008
La afilada lengua
de Sei Shonagon
la musicalidad de la fonética, al poder de evocación de unas sílabas
combinadas con otras: Ogura,
Mikasa, Konokure, Waserazu, Iritachi, Kase, Hiwa, Katasari… También listas de mercados, descripciones de moda, de suntuosos kimonos, de dibujos extraordinarios, de
paisajes tan extraordinarios como
diferentes a los de gusto occidental. Cosas que la entristecen y cosas que la alegran. Cosas que dan
miedo. Cosas que destilan pureza,
cosas que gustan más de noche
que de día, cosas que no hay que
oír, cosas que parecen muy agradables pero son nocivas, cosas deliciosas, cosas que angustian…
Sei Shonagon hace muchas listas y de su enumeración surgen historias, cuentos, fragmentos, en una
técnica abigarrada de gran maestría en la que resplandece con gran
fuerza su inteligencia, su capacidad de mirar, su apreciación de la
realidad tan generosa, esto es, tan
japonesa. La contemplación de la
vida, debido al sincretismo religioso de Japón, es siempre sinónimo
de agradecimiento íntimo y celebración de lo real. El cuento de la
gata imperial y del perro Okinamaro me gusta más que el cuento del
gato de Hemingway, casi parecen
coetáneos. El alma humana es analizada con detalle, los gestos ante
la sociedad y ante el espejo, las relaciones amorosas, los equilibrios
del poder, el poder de la malicia
que siempre queda por encima de
las buenas intenciones. “No tolero
la gent que deixa oberta la porta
quan entra” o (no puedo soportar)
“un home amb el qual mantenim
una relació que no para de cantarnos les lloances d'una altra dona
que va conèixer”. Sei Shonagon tiene numerosos y distinguidos amantes en la corte imperial. No acepta
ningún error en las formas. Un
error en las formas es un error de
contenido porque forma y sentido
son una misma cosa.
Cultura|s La Vanguardia
Clásico
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De Banana Yoshimoto (Tokio,
1964) se suele señalar el carácter
generacional de su literatura, basándose en el hecho de que sus
protagonistas suelen ser jóvenes a
la busca de un encaje en el mundo
adulto, algo similar a lo que les ocurre a sus coetáneos en Occidente.
Esta Tsugumi viaja de nuevo al universo juvenil para contarnos una
historia de iniciación simple, pero
bella, sincera, falsamente ligera como un sueño. Tsugumi es una adolescente hermosa, inteligente, y enferma. Su extrema debilidad física
condiciona su vida, que transcurre
básicamente en su habitación del
hostal que regentan sus padres en
la península de Izu; su prima, y narradora, Maria Shirakawa, vive
con su madre también en el hostal:
su padre está casado con otra mujer, y no será hasta el final de la novela cuando resuelva la situación
familiar. Estos detalles, sin embargo, son secundarios; importa más
la construcción de las complejas
relaciones entre las dos adolescentes en este su último y definitivo
verano juntas, relaciones mediatizadas siempre por la tiranía de la
enfermedad, para Tsugumi, imposibilitada en sus deseos, pero también para sus familiares, víctimas
de un consciente e inconsciente
chantaje emocional al que resulta
difícil sustraerse. El mar, la playa,
juegan un papel importante como

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