Secuencias metodologicas en catequesis

Transcripción

Secuencias metodologicas en catequesis
Acerca de algunas secuencias metodológicas en uso
para los encuentros de catequesis
Método catequético
El método catequético (hoy comúnmente llamado ―catequístico clásico‖) surge del esfuerzo de renovación de la catequesis llevado adelante por el movimiento catequístico que precedió al Concilio Vaticano II. Desarrollado originalmente
hace más de medio siglo, la secuencia propuesta sigue teniendo lugar en la práctica catequística de la que ha recibido
—intencionalmente o no— notables modificaciones. A la base de este método hay una fuerte apuesta por una catequesis:
* paidocéntrica (centrada en el niño sujeto-destinatario de la acción catequística),
* kerigmática (centrada en el anuncio del mensaje cristiano),
* activa (entiende el mensaje cristiano como experiencia vital, rechaza —en algunas prácticas, exageradamente— la doctrina / el contenido conceptual),
* mistagógica (introduce en la vida cristiana, partiendo de nociones como ―proceso‖ y de la relación con diversos
aspectos de la vivencia de fe),
* orgánica (cuestiona los esquematismos, pero no tolera la improvisación).
La secuencia fue (es) redefinida constantemente, y difícilmente pueda decirse que es ―aplicada‖ de manera uniforme
en la práctica catequística. El llamado ―esquema de Bruselas‖ se ha consagrado como forma clásica del método, y señala
los siguientes pasos que cada versión reinterpreta a su modo:
1. Preparación remota e inmediata
El desarrollo del encuentro catequístico supone una preparación más o menos mediata y una inmediata por parte del
catequista o grupo de catequistas (en adelante usaremos la primera expresión por cuestiones de practicidad). La primera
involucra:
* la reflexión en torno al tema a abordar,
* la decisión de aspectos metodológicos/prácticos a tener en cuenta a luz de los encuentros anteriores,
* la planificación de la secuencia a realizar en el encuentro,
* la distribución de roles y tareas.
La preparación inmediata involucra, por su parte:
* la preparación efectiva de los materiales a utilizar durante el encuentro,
* la ambientación del espacio físico (edilicio) en el cual va a desarrollarse el encuentro,
* la recepción de los participantes y la acogida (un ritual en el que intervienen el saludo, el canto, el juego, etc.).
2. Desarrollo del encuentro
El encuentro propiamente comienza aquí. Se desarrolla a la luz de un objetivo (pauta que menciona la intencionalidad
de la intervención catequística en términos de expectativas de logro). Los pasos a seguir durante el encuentro son:
2.a. Motivación
Una actividad relativamente extensa, consistente generalmente en la discusión de un relato, la reflexión sobre una
canción, una actividad manual/plástica, o semejantes. Busca recoger experiencias relacionadas con el tema del encuentro
que los participantes traen consigo. Utilizo la expresión ―experiencias relacionadas‖ de manera totalmente intencional, para
ponerla en contraposición con la de ―experiencias previas‖. Por la primera entiendo una vivencia (o un grupo de vivencias)
suscitadas a modo de ejemplo, que se vinculan extrínsecamente con el tema a abordar en el encuentro catequístico. Por
―experiencias previas‖ entiendo, por el contrario, el conjunto de vivencias (aquí sí, jamás una vivencia aislada) que se
vincula directamente con el propósito de la sesión de catequesis y se evoca como punto de partida, como lugar primero
(más o menos reflexivo, más o menos integrado) de la experiencia cristiana que se intenta proponer. Creo que en la
naturaleza de este momento del encuentro catequístico (y los supuestos teológicos que pone de manifiesto) estriba una de
las mayores ―deudas‖ de la metodología catequística posconciliar.
2.b. Presentación
Es un paso —en teoría— breve. El catequista presenta el contenido a abordar (generalmente expresado como
―mensaje/idea central‖) y el objetivo del encuentro catequístico. Evidentemente en la práctica este momento pasa mayormente desapercibido para el grupo, o en todo caso depende de la creatividad y el ―don de gentes‖ del catequista.
2.c. Iluminación
Es el núcleo del encuentro catequístico. Podríamos compararlo al ―desarrollo‖ de los contenidos de una clase. Se
proponen actividades (muchas veces limitadas a una simple exposición o a un trabajo-disparador en pequeños grupos que
el catequista recogerá, ampliará y profundizará) que pretenden facilitar la comprensión de los diferentes aspectos involucrados en la temática del encuentro.
2.d. Compromiso
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Un paso breve, de síntesis, frecuentemente empobrecido por la falta de tiempo (más fruto de cierta ―verborragia‖ del
catequista que de necesidades reales del grupo). A través de alguna actividad, el grupo expresa su decisión de ―llevar a la
vida‖ el contenido propuesto en la iluminación.
La naturaleza de este momento es otra deuda de la metodología catequística posconciliar, muy unida a la que señalábamos a propósito del punto 2.a. En tanto la experiencia de vida de los participantes no sea concebida como lugar
donde Dios —aunque sea tímidamente o con tanteos inciertos— ya ha hecho su paso, el compromiso no dejará de ser un
puente extrínseco entre doctrina y vida, la doctrina se seguirá considerando como anterior a la vida, la vida como ―pecaminosa‖ sin la doctrina. Cierto moralismo puritano o voluntarista no deja de estar presente en muchos planteos viejos y
actuales.
2.e. Oración
El encuentro concluye con un tiempo de oración, usualmente librado a la suerte de las capacidades y creatividades del
catequista. El propósito de este momento básicamente es:
* recoger lo vivido durante el encuentro,
* hacer hincapié en el mensaje/idea central (cf. 2.b.),
* pedir fuerzas para vivir los compromisos asumidos,
* evocar las necesidades/acciones de gracias del grupo, y
* concluir el encuentro (no es dato marginal).
3. Revisión del encuentro
De la misma manera que el desarrollo supone una preparación, implica también una reflexión posterior sobre el
mismo. Estos dos pasos están mutuamente implicados, y de hecho suelen realizarse en un mismo momento. La revisión
consiste básicamente en una evaluación:
* evaluación de la acción y vivencia del catequista,
* evaluación del comportamiento y el aprendizaje del grupo,
* evaluación de la naturaleza y la adecuación del contenido,
* evaluación de la pertinencia de los recursos utilizados y las actividades propuestas,
* evaluación de la marcha del proceso catequístico en general.
De esta evaluación se deducen algunas pistas de acción y señales de alerta a tener en cuenta en encuentros posteriores.
Método de la revisión de vida
El origen de la ―revisión de vida‖ (más conocido como ―ver-juzgar-actuar‖) es un tanto incierto. La Acción Católica (o
grupos asociados a ella) se lo adjudican como propio, pero no es tan seguro que esto sea así. Lo cierto es que surge bien
a comienzos del siglo pasado y muy pronto se extendió, como metodología de encuentros que es asimismo un camino de
espiritualidad, por diversos ambientes ligados a la renovación laical en la Iglesia católica (y fuera de ella). Se ha dicho que
el documento conciliar Gaudium et Spes está trazado sobre este esquema, y Puebla lo asume explícitamente como programa de trabajo.
La versión clásica supone algunos elementos que se han ido transformando con la práctica más reciente. Los examinamos a ambos conjuntamente.
Los pasos fundamentales de la secuencia son:
1er. momento: Ver
Originalmente, el momento se desarrollaba (I) a partir de la propuesta de situaciones de vida de los participantes del
grupo, (II) de las que se seleccionaba alguna más relevante para (III) analizarla entre todos conjuntamente. Hoy por hoy,
consiste sencillamente en el relato de una situación de vida (en la que esté involucrado o no el grupo o alguno de sus
miembros) que se analiza detenidamente.
El análisis se centra en tres aspectos:
(a) una descripción de la realidad tal como aparece (de allí la frecuente acusación de objetivismo/realismo ingenuo
que ha sufrido el método);
(b) un intento de descubrir sus causas; y
(c) un intento de determinar sus consecuencias.
El análisis de la situación puntual propuesta debe pasar necesariamente a la consideración de todos los casos semejantes. En otras palabras, el ―ver‖ concluye o debe incluir necesariamente la universalización de la temática expuesta en
el caso.
El momento del ver busca esencialmente desentrañar los valores y antivalores presentes en la realidad cotidiana, y
sus repercusiones en los miembros del grupo y en el medio social, cultural, eclesial.
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2do. momento: Juzgar
Este momento ocupa el centro (no sólo en términos de secuencia) del encuentro catequístico. El ―juzgar‖ hace
mención a una opción ética frente a los valores/antivalores propuestos en el ―ver‖. Se trata de que el grupo discuta los
alcances de tales realidades a la luz de la propuesta evangélica, tome postura frente a él y haga explícitos los contenidos de
una ―llamada a la conversión‖ para cada uno en particular, para el grupo en cuanto tal, para la comunidad cristiana, para la
sociedad.
Para este momento resulta imprescindible la disposición de los textos que iluminen la reflexión grupal. La selección de
los textos lleva normalmente gran parte del esfuerzo (y la capacidad de reacción) del coordinador/catequista del grupo. Es
frecuente el recurso a:
* la Escritura,
* los documentos de la Iglesia,
* las obras de autores clásicos o contemporáneos que hagan aportes sustantivos a la cuestión,
* textos orales (charlas, conferencias, exposiciones) de especialistas en el tema.
3er. momento: Actuar
Este momento concluye el anterior. Se trata de fijar personalmente ante el grupo:
* las actitudes y acciones (propias) que se ven cuestionadas por la Palabra de Dios,
* los criterios de valoración que le son propuestos a los participantes, y
* los gestos/acciones que se van a realizar en vistas de ―llevar a la vida‖/‖poner en práctica‖ la propuesta del Evangelio.
Ya desde las primeras épocas de su utilización, la lógica del método sugiere que estas ―pautas‖ del actuar, si bien han
de entenderse como compromiso personal, han de ser vistas como aporte a la construcción de una nueva realidad social.
La teorización más reciente ha ―incorporado‖ a esta secuencia dos pasos posteriores: revisar y celebrar. El primero
consiste básicamente en la puesta en común, reflexión y evaluación de los compromisos asumidos. El segundo
—generalmente desarrollado en celebraciones de oración, de la reconciliación o de la Eucaristía— implica una expresión
litúrgica/orante de la experiencia del Evangelio vivida en el camino grupal.
Método de la lectura popular de la Biblia
El método tienen origen en la experiencia de las ―pequeñas comunidades cristianas‖ (comunidades eclesiales de
base), como un modo de favorecer el conocimiento y la vivencia de la Palabra de Dios en el hoy de su realidad histórica.
Muy pronto se extendió a las comunidades juveniles y, desde hace algunos años, se aplica con mayor o menor coherencia
en la catequesis de preadolescentes y adolescentes. El trabajo con lectura popular de la Biblia en la catequesis de niños es
todavía muy incipiente, pero también muy prometedor.
En líneas generales, el desarrollo del encuentro catequístico supone los siguientes momentos:
1. Hecho de vida
El punto de partida es la evocación de un hecho o situación de vida que haga referencia directa a los contenidos expresados o aludidos en el texto bíblico a abordar. Siguiendo la distinción que hacíamos más arriba, a propósito del método
catequético, se podría decir que la evocación de la que venimos hablando puede entenderse de dos modos:
* evocación de una experiencia relacionada (cuando son vivencias que ayudan a comprender el mensaje bíblico),
* evocación de una experiencia previa (cuando son vivencias que actualizan el mensaje bíblico en el hoy de los
oyentes).
Por decirlo de manera más gráfica: En el primer caso los participantes dirán: ―Lo que aparece en la Biblia es semejante
a lo que vivimos cuando...‖; en el segundo, los participantes podrán decir: ―Lo que aparece en la Biblia es lo que vivimos
cuando...‖.
2. Palabra de Dios
El segundo momento se centra directamente sobre el texto bíblico elegido, y se ordena generalmente de la siguiente
manera:
2.a. Lectura del texto
Una lectura reposada (a veces, reiterada) del texto para tomar contacto con la Palabra que se va a reflexionar. Muchas veces se utilizan ―puertas de entrada‖ o ―claves de lectura‖ que, bajo la forma de preguntas, ayudan al grupo a centrar
la atención sobre el aspecto central del texto.
2.b. Análisis del texto
El análisis atraviesa dos momentos:
* análisis textual: busca facilitar el acceso del grupo al texto proclamado. Se centra en el estilo (género), los personajes, los escenarios, las expresiones, las acciones, la secuencia de escenas, los comentarios agregados por el narrador,
etc.
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* análisis histórico: da un paso más con respecto al análisis anterior, procurando determinar la situación social/histórica presente en el texto bíblico: problemática del autor o los destinatarios del texto, conflictos internos o externos
de la comunidad creyente, necesidades que aparecen, preguntas a las que el texto pretende dar respuesta.
2.c. Mensaje del texto
Este tercer paso busca discernir el mensaje del texto bíblico en cuestión. Generalmente se estructura en torno a dos
preguntas (o serie de preguntas) ordenadas a recoger:
* ¿Qué mensaje tiene la Palabra proclamada para sus destinatarios originales?
* ¿Qué mensaje tiene para nosotros, en la situación histórica actual?
Evidentemente, estamos en el meollo del encuentro.
3. Celebración de la vida
El encuentro finaliza con un espacio celebrativo (oración espontánea, salmo, cantos, gestos, etc.). Es imprescindible
que este momento del encuentro esté en continuidad con los anteriores. Por lo general, esto se logra rescatando una
expresión (preferentemente tomada del texto bíblico proclamado) que recoja el mensaje central, y se lo hace centro de la
celebración grupal.
Método de Formación Experiencial
El método fue desarrollado a lo largo de unas tres décadas por el Instituto Superior de Pastoral Juvenil de Sgo. de
Chile, y ha recibido un gran apoyo en diversos puntos de la América Latina. En nuestro país comenzó a utilizarse de
manera más sistemática desde la década de los ‗90.
Hay que notar que como secuencia metodológica para la catequesis, el método ofrece tres resistencias:
* Originalmente el método está elaborado a partir de la realidad juvenil (involucrando aquí también la adolescencia).
Aunque es aplicado con muy buenos resultados para el trabajo con otros grupos de edad, su utilización requiere varias
adaptaciones.
* Fue concebido para los encuentros de comunidades juveniles. En este sentido, los mismos autores advierten que no
se ajusta estrictamente a los supuestos del trabajo catequístico (por ejemplo, una secuencia de contenidos).
* Los pasos propuestos para los encuentros comunitarios son sólo una parte de la metodología propuesta. En realidad, los autores distinguen un ―Método de Formación Experiencial para la planificación del itinerario‖ y un ―Método de
Formación Experiencial para el desarrollo de los encuentros‖. El segundo supone al primero, y evidentemente el primero va
más allá del segundo.
De todos modos, como secuencia metodológica, puede ser un buen punto de referencia para la acción catequística y,
ciertamente, mucho más sólido que otras varias propuestas.
Centrémonos en el método para el desarrollo de los encuentros. Sus momentos son fundamentalmente cuatro (más
uno):
1. Motivación
Busca llamar la atención sobre el tema sobre el que se va a trabajar en el encuentro, a través de una actividad breve.
Para este momento hay dos claves:
* La actividad propuesta debe ser sencilla, tanto por su extensión (no más de 15 min. en un encuentro de 2 hs.) como
por su intensidad (no es el momento central, sino una invitación a entrar en tema) y su complejidad (que no demanden
mayor esfuerzo de intelectualización: lluvias de ideas, juegos breves, canciones, etc).
* La finalidad es despertar el interés, pero sin adelantar conclusiones. No se trata de presentar el mensaje que los
catequistas desean expresar a través del encuentro, sino tan sólo invitar a centrar la mirada sobre una problemática/experiencia.
2. Descripción de la experiencia
Este momento pretende ayudar a cada participante a:
* tomar contacto con su propia experiencia de vida en torno al tema propuesto,
* contar con confianza lo que siente y vive, al menos a un grupo de compañeros,
* escuchar lo que otros viven para captar semejanzas y diferencias en torno a una misma temática de acuerdo a las
distintas experiencias.
Generalmente, este momento involucra una secuencia de actividad personal – diálogo en parejas o tríos – puesta en
común en un plenario. (NB: la propuesta del plenario no es repetir lo que ya se compartió entre dos o tres compañeros, sino
rescatar semejanzas y diferencias de las experiencias ya compartidas; debe involucrar un ámbito de confianza, libertad
para hablar o callar, e respeto por las reserva de alguno/s de los miembros del grupo).
Hay que notar asimismo que la actividad propuesta para este momento debe ayudar a tomar contacto con la propia
experiencia y no a hacer teorizaciones. Así, por ejemplo, si el tema del encuentro es «la amistad» resulta apropiado
preguntar: «¿Quiénes son tus amigos? ¿Qué es lo que más valorás de ellos? ¿Qué hacen cuando se encuentran?
¿Cómo describirías a cada uno?», pero no: «¿Qué es la amistad para vos?».
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3. Análisis de la experiencia
La finalidad de este tercer momento es que los participantes puedan, a través de una actividad que involucre la interacción y el diálogo, indagar, explicar y comprender las experiencias de vida que se han propuesto en el paso anterior.
Algunos elementos que aportan substancialmente al logro de este propósito son:
* Integrar miradas y enfoques que ayuden a una comprensión más profunda del tema. Estas miradas pueden provenir
del análisis del medio social y cultural en el que viven los participantes, de la etapa de vida en la que están comprendidos,
los factores psicológicos involucrados en las experiencias narradas, etc.
* Ahondar en uno de estos enfoques para evitar la dispersión y la confusión, pero sin olvidar (y mucho menos negar) el
resto.
* Facilitar la participación y el protagonismo de todos los miembros del grupo (para esto es fundamental un conocimiento y manejo de la dinámica grupal, como así también una selección cuidadosa de las técnicas y recursos a proponer).
* Favorecer en el grupo una toma de posición y un juicio de valor sobre los temas abordados, aunque sin apresurarlo
ni precipitarlo.
En este momento como en el anterior, puede resultar apropiado que el catequista/animador haga una intervención
durante el plenario para ampliar con nuevas pistas de reflexión el trabajo del grupo. Son los ―Aportes a la Reflexión‖, el
paso extra que señalábamos más arriba. Los aportes tienen sentido
* si aportan algo novedoso a la reflexión grupal,
* si lo que aportan realmente resulta pertinente para la comprensión de las experiencias de vida, y
* si el grupo no podrá (no pudo) por sí mismo involucrar en su reflexión los puntos que el aporte señala. (Se trata de
evitar, ante todo, la idea de que el catequista/animador tenga que ―dar la charla‖).
Tanto la descripción como el análisis de la experiencia suponen un desarrollo sereno, en un lapso de tiempo prolongado.
4. Discernimiento de la experiencia
Se trata de generar un espacio celebrativo-orante en el que los participantes puedan:
* evocar ante Dios las experiencias compartidas en el encuentro,
* dejar que Dios las ilumine con su Palabra,
* descubrir hacia dónde los invita a caminar la fe, y
* pedir la ayuda y la compañía de Dios para este camino.
Este momento debe ser el corazón del encuentro (aunque suponga menos tiempo que los momentos anteriores). Por
eso se insiste en que no quede librado a la suerte de la improvisación, sino que sea cuidadosamente preparado (selección
del texto o los textos a utilizar, de los cantos y otros elementos) y creativamente realizado (importancia de la ambientación,
de los signos, los gestos, los lenguajes corporales, etc).
Una lectura desde la didáctica
Método
Catequético
Revisión
de Vida
Lectura Orante
de la Biblia
Formación
Experiencial
Rol del
catequista
―enseñanza‖
coordinación
coordinación
animación
situaciones de
vida
texto y mensaje
bíblico
experiencias de
vida
(en un sentido
tradicional / escolanovista)
contenido
contenido de fe
momento
sincrético
motivación
motivación
presentación
momento
analítico
hecho de vida
descripción de la
experiencia
lectura y análisis
del texto
análisis de la
experiencia
mensaje del texto
discernimiento
de la
experiencia
ver
iluminación
juzgar
actuar
momento
sintético
¿compromiso?
¿oración?
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¿celebración de
la vida?
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Extra: un organizador de encuentros
El Centro Nacional Salesiano de Pastoral Juvenil (España) propuso, hace algunos años, un ―método‖ para los encuentros catequísticos que tiene la curiosa particularidad de ser más un organizador de los encuentros de una unidad
temática, que una secuencia para el desarrollo de una clase/reunión. De manera sintética, el ―método‖ pone en juego estos
momentos:
encuentro
Pisando tierra
propósito
Favorecer la puesta en común de conocimientos y experiencias previas del grupo en torno al tema a abordar en la unidad o el bloque
temático.
Favorecer una lectura en profundidad de la temática, lo que implica:
* Hacer síntesis del momento anterior.
* Reflexionar, personalizar e interiorizar esa síntesis.
Abriendo horizontes
* Ampliar la visión del grupo con el testimonio de otros/as.
* Aportar nuevos elementos a la reflexión grupal, ayudar a superar la
crisis que ello supone.
* Formular una síntesis más rica y amplia que la primera, y que posibilite nuevos interrogantes y preguntas.
Ayudar al grupo a situarse frente a la propuesta de Cristo y el Evangelio
(nótese: ―propuesta‖, por tanto, superando el carácter polémico/apologético). En vistas de este propósito, el momento supone
ayudar al grupo a:
* Tomar contacto con el mensaje cristiano.
Novedad
* Interiorizar este mensaje, relacionándolo con la vida de cada día y los
acontecimientos del entorno.
* Resolver la crisis que este contacto supone en sus vidas.
* Hacer síntesis cada vez más personales de los contenidos de la fe
cristiana.
Proponer al grupo:
Las palabras
no bastan
a. Un espacio de celebración donde asumir lo reflexionado y vivido a
lo largo de la unidad o bloque.
b. La concreción de compromisos a través de los cuales el grupo,
como tal y a nivel individual, lleva a la vida las convicciones, actitudes y comportamientos que surgen del contacto con la propuesta
cristiana.
Proponer un ámbito de evaluación de todo lo vivido y reflexionado a lo
largo del bloque o la unidad:
* contenidos (conceptos, procedimientos, valores),
Evaluando
* vivencia grupal,
* celebración,
* compromisos asumidos,
* perspectivas abiertas por el tema para la vida personal y grupal.
Cf. CENTRO NACIONAL SALESIANO DE PASTORAL JUVENIL: Itinerario de educación en la fe (10-19 años). Guía del animador, Madrid (CCS)
7
2000 , 163-169.
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