Catequesis para catequistas

Transcripción

Catequesis para catequistas
Creo en el ESPÍRITU SANTO,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo,
recibe una misma adoración y gloria, y que habló
por los profetas.
Creo la iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.
AGOSTO 21
Fiesta de san pío x
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Catequesis 1
LA FE DE SAN PÍO X
Credo Nicenoconstantinopolitano
Quien vaya a animar esta catequesis debe leer
con mucha atención y en oración el texto bíblico
que proponemos y la biografía de San Pío X.
Creo en un solo DIOS, PADRE todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
lo invisible.
Creo en un solo Señor, JESUCRISTO,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz.
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación, bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue
sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y
subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos,
y su reino no tendrá fin.
1. Qué nos proponemos en esta catequesis:
Reconocer en San Pío X un modelo de fe para los
catequistas.
Animador: Comencemos este encuentro en el Nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Espíritu Santo....
Todos: Ilumínanos y santifícanos.
CANTO: Si tuvieras fe, como un granito de mostaza…
2. PENSEMOS…
Compartir estas preguntas:
- ¿Qué sabe usted de San Pío X?
- ¿Qué es la fe para usted?
3. ESCUCHEMOS A DIOS: 2 Tim 1,12
Conviene transcribir (Copiar) este texto en el
cuaderno.
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no cesa de buscarlos ofreciéndoles al mismo tiempo la luz
para que ellos encuentren el sentido pleno de sus vidas.
Cree que el ser humano ha sido creado por Dios e invitado al diálogo con Él, y así como la Iglesia, también el
catequista se preocupa y se pregunta por el destino de la
humanidad y con dolor comprueba en la experiencia que
“el hombre está dividido en sí mismo. Por lo cual toda la
vida de los hombres, lo mismo la individual que la colectiva,
aparece como una lucha, incluso dramática, entre el bien y
el mal, entre la luz y las tinieblas”.
El catequista cree además en el valor de la pluralidad,
la dignidad y la igualdad de todos en la cual cada quien conserva su valor y su puesto irrepetibles, pues también cada
hombre y cada mujer debe sentirse amado por Dios y elegido eternamente (Cf. 1 Jn 3, 1), por más que los sistemas y el
pecado lo envilezcan, o por poca estima que puedan tener
de sí mismos.
(Tomado del libro “Veo que eres profeta” de la autoría de
María Oliva Gutiérrez)
4. PROFUNDICEMOS:
San Pío X cumplió sus obligaciones de una manera muy
especial, por eso es santo. Y las obligaciones que tiene un
Papa son las mismas que tiene un Obispo, un Párroco y de
alguna manera todos los que estamos bautizados, puesto
que la misión de la Iglesia es única, de esta manera vamos a
ver la fe en San Pío X en tres momentos especiales:
1. Responsabilidad de enseñar la fe
La fe es un don de Dios, Dios ilumina la inteligencia del
hombre de modo que este acepte lo que se le enseña, no
solo porque se entiende o le gusta sino porque es lo que el
Señor quiere. San Pío X quiso que esta parte importante de
enseñar la fe quedara en el catecismo. Hoy en tiempos actuales, también tenemos el catecismo de la Iglesia Universal, que contiene la misma verdad. Este papa Santo, tuvo
como lema “instaurar en Cristo todas las cosas” y se tomó
muy enserio esta responsabilidad, que por medio del catecismo, cumplió la misión de enseñar. Solía decir: “es inútil
esperar que quien no tenga formación pueda cumplir con
sus deberes de cristiano”.
5. PARA LA VIDA
En una hoja escribiré aquellas cosas que me hacen falta
para ser un catequista de fe y trataré de hacer realidad estas cosas en mi vida.
6. OREMOS EN ESTE AÑO DE LA FE
Credo Nicenoconstantinopolitano
7. RECORDEMOS:
“El catequista ha de ser un hombre de fe”
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2. Responsabilidad de santificar
El papa también se encargó de esta tarea llevando a los
cristianos a la amistad con Dios en los sacramentos. El papa
también se encargó de esta tarea llevando a los cristianos a la amistad con
Dios en los sacramentos. Fue él quien
rebajó la edad, pues hasta entonces comulgaban los mayores de 12 o 15 años y
se hacía solo dos o tres veces al año.
Este papa, estableció la práctica de la
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comunión frecuente, se tomó tan en serio la tarea de santificar que hizo una reforma muy grande y ahora es normal
venir a misa y recibir el cuerpo de Cristo. El sumo pontífice,
gracias a la fe, permite que la promesa de Cristo “el que come mi cuerpo tendrá vida Eterna” sea una realidad en cada
uno de nosotros.
3. Responsabilidad de regir
El Papa ve que está surgiendo una manera de pensar que
aleja a los hombres de Dios, entonces se dijo a sí mismo “No
me basta enseñar el catecismo, no me bastan los sacramentos, tengo que ser ese maestro que guía, tengo que ser un
padre que previene a sus hijos de aquello que les hace daño,
de ideas que los alejan de Dios”. Por este motivo, el sumo
pontífice, aclaró la verdad de la Iglesia, de modo que la gente no le diga “Verdad” a lo que es “mentira”. Todo esto lo
hizo con un espíritu humilde y manteniéndose alegre y sereno en medio de las dificultades.
La fe de San Pío X está fundada en lo que es la
misión de la Iglesia y ayudados por San Pío x podemos contestar: ¿Qué es lo que hay que creer?
El catecismo. ¿Qué es lo que hay que vivir? Los
Sacramentos y ¿Qué es lo que hay que defender?
La verdad.
5. PARA LA VIDA
catequista cree en una Iglesia formada por todos los que
siguen a Jesucristo como único camino de salvación y lo
descubren en los hermanos que sufren. Sabe que la Iglesia
es sacramento de la salvación y como tal realiza lo que significa. Ella es “sacramento del amor del Padre, porque con
la fuerza del Espíritu Santo que ha recibido hace presente
en su vida la humanidad de Jesús resucitado, que actúa en
la historia creando espacios de fraternidad para todos” . El
ministro de la catequesis cree profundamente en la Iglesia
que ha nacido del costado abierto de Cristo en la Cruz y
vive entre los pobres, camina con ellos, les anuncia el Reino
de justicia, amor y paz y la construcción de unos cielos nuevos y una tierra nueva (Cf. Ap 21, 1), donde el llanto y el dolor (Cf. Ap 21, 4) tienen sentido de liberación porque son
consecuencia del trabajo por hacer que la felicidad verdadera alcance a todos los hijos de Dios.
Cree en la Iglesia como pueblo de profetas, sacerdotes y servidores. En “la única Iglesia de Cristo, de la que
confesamos en el credo que es una, santa, católica y apostólica”, esta Iglesia que no es solamente convocada por
Dios, iniciativa divina, sino también respuesta de los hombres y las mujeres que la conforman, comunidad de fe, esperanza y caridad, terrena y trascendente. Cree en la Iglesia
que le confía la misión de anunciar con fidelidad y amor la
Palabra de la salvación.
El ministro de la catequesis cree en los hombres y las
mujeres, ricos y pobres, niños, jóvenes, adultos sin distinción, seres humanos de carne y hueso, concretos, históricos, no abstractos. Sabe que en todas las personas
hay potencialidades inexploradas.
Cree en sus capacidades para corresponder al amor infinito de Dios que
Como fruto de esta catequesis nos comprometeremos a
tres cosas:
Leer el catecismo de la Iglesia
Vivir los sacramentos
Defender las verdades de la fe.
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casa y glorificar a Dios por sus propios medios (Cf. Mt, 9,47). Y no solamente cree en lo que hace el Espíritu Santo, en
sus obras sino en Él mismo.
6. OREMOS EN ESTE AÑO DE LA FE:
El catequista cree que Cristo Jesús es
la Palabra liberante y liberadora, dueño de
una doctrina nueva, con una autoridad jamás vista, hasta los demonios le obedecen
(Cf. Mc 1, 23-28). Para el ministro de la catequesis la fe tiene como fundamento último
la persona de Jesús que en la historia prolonga la revelación
del Padre amoroso a través de sus palabras y sus acciones.
Cristo es la Palabra que transforma los corazones de piedra
en corazones de carne (Cf. Ez 36,26), cambia la vida de quienes abren las puertas de su corazón, los transforma y los
gana para el Reino de su Padre, Reino que se hace presente
en su Persona.
Se termina cantando nuevamente: “Si tuvieras fe”
Cristo el Señor, con su actitud demuestra que es capaz de
interrumpir su camino para alzar la vista y descubrir la pequeñez del hombre que se humilla o del que ha sido humillado y se esfuerza por verlo, movido por la curiosidad y sin
comprometerse, a éste, Jesús lo mira y lo ve, se dirige a él
para amarlo y sanarlo, no para acusarlo o juzgarlo. Le da su
tiempo entrando a su casa, sólo con el objetivo de conquistarlo para Dios y devolverlo a la comunidad transformado
en una criatura nueva (Cf. Lc 19,1-10). En este Cristo ha puesto su fe el catequista, su fe como la de Jesús, es una fe alegre, comprometida, sin prejuicios, libre, capaz de comunicar
a otros los auténticos valores de la vida y de colocarlos en
una actitud de amor y de esperanza, aun en medio de las
dificultades con las cuales debe convivir continuamente.
Cree en y con la Iglesia, pueblo de Dios solidaria con
todos los hombres y mujeres que viven y hacen la historia. El
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Credo Nicenoconstantinopolitano
7. RECORDEMOS
“Yo sé bien en quien tengo puesta mi fe”
Catequesis 2
LA FE DE LA VIRGEN MARÍA
Quien vaya a animar esta catequesis debe
leer con mucha atención y en oración el texto bíblico que proponemos.
1. Qué nos proponemos en esta catequesis:
Dar gracias a Dios porque en María, los catequistas
tenemos un modelo de fe que podemos imitar en nuestra
misión como catequistas.
Animador: Comencemos este encuentro en el Nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Espíritu Santo....
Todos: Ilumínanos y santifícanos.
CANTO: Dichosa Tú
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2. PENSEMOS…
se agota en el tiempo ni en el espacio, ni tampoco en un solo aspecto de la vida eclesial, su riqueza y su grandeza no
tienen medida, por eso el catequista se coloca frente a ella:
la escucha, la ora, la contempla y le responde. Cree en el
misterio que encierra la Palabra.
Compartir estas preguntas:
- ¿Qué es lo que más nos gusta de la Virgen María?
- ¿Para qué nos ha servido lo que sabemos de María?
- ¿Qué dificultades o problemas nos ha traído el hecho de
conocer a la Virgen María? ¿Por qué?
El catequista cree en la potencia de la Palabra que recibe y la cual ha de comunicar. Está convencido de “la fuerza y eficacia que radica en la palabra de Dios, que viene a
constituirse para la Iglesia en soporte y fuerza motriz, y para los hijos de la Iglesia en puntal de la fe, alimento del alma,
fuente pura y perenne de la vida espiritual”. Sabe que es
como una espada de dos filos, viva y eficaz, capaz de penetrar hasta lo más profundo del ser humano, de escrutar los
sentimientos y los pensamientos (Cf. Hb 4,12). Cree, además, en la utilidad de la Escritura y sabe que “Toda Escritura
ha sido inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para persuadir, y para corregir, para educar en la rectitud” (2 Tim
3,16), sin embargo ha de estar siempre atento y vigilante
para no convertir la Palabra de Dios en palabra humana, si
bien es cierto que la primera se vale de la segunda para llegar a su destinación y hacer producir en los corazones el
ciento por uno (Cf. Mt 13, 8). Una forma para evitar caer en
este peligro es sin duda la meditación y la oración constantes de la Palabra, unido esto al estudio y la reflexión.
3. ESCUCHEMOS A DIOS: Lc 1, 26-38.
Luego de leer el texto bíblico conteste las siguientes preguntas:
- ¿A qué ciudad fue enviado el ángel Gabriel?
- ¿Cuáles fueron las palabras que le dijo el
ángel?
- ¿Por qué cree usted que María se confundió ante estas
palabras?
- ¿Qué pasaba con Isabel?
- ¿Cuáles fueron las últimas palabras que dijo María, antes
que el ángel se alejara?
4. PROFUNDICEMOS:
Nos detenemos en esta catequesis a reflexionar sobre la
fe de la Virgen María, ayudados de las palabras del Beato
Juan Pablo II durante la audiencia del 3 de Julio de 1993 y
respaldados por los aportes de los santos padres y del obispo emérito de Roma Benedicto XVI, hablaremos ahora de la
fe en nuestra amada madre la Virgen María.
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El servidor de la Palabra cree en la
acción del Espíritu Santo que ha hecho posible la Encarnación del Verbo de Dios en la
Persona de Jesucristo, esta Palabra se ha
hecho carne (Cf. Jn 1, 14) para perdonar,
sanar, restablecer las relaciones y dar la
fuerza y la posibilidad de reintegrarse a la
sociedad a aquellos que han sido marginados, para dar la capacidad de volver a la
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4. PROFUNDICEMOS:
Se puede decir que la fe es la primera nota característica
de la espiritualidad del catequista, pues éste como el profeta es quien primero responde con la fe al llamado recibido
de Dios. El ministro de la catequesis cree en lo que cree la
Iglesia y cuyo compendio se encuentra en el Credo. La fe del
catequista es alegre y entusiasta, viva y operante, capaz de
contagiar a los otros y de colocarlos en relación familiar con
Jesucristo Vivo. Hablando a los catequistas y profesores de
religión, con motivo del gran Jubileo, dice Juan Pablo II: El
catequista, como Juan Bautista,
“es ante todo, un creyente comprometido personalmente en un exigente camino
espiritual, fundado en la escucha atenta y
constante de la palabra de la salvación.
Además, testimonia un estilo de vida desprendido y pobre; demuestra gran valentía
al proclamar a todos la voluntad de Dios,
hasta sus últimas consecuencias. No cede a
la tentación fácil de desempeñar un papel
destacado, sino que, con humildad, se abaja a sí mismo para enaltecer a Jesús”.
“Pues sé en quién he puesto mi confianza” (2 Tim, 1,
12b). ¿En quién pone su confianza el catequista?, ¿en quién
cree? Ante todo en Dios Padre, misericordia y ternura, providencia infinita. Creador de todo y de todos, Padre desde
siempre y por siempre. El catequista cree en el amor paternal y maternal de Dios. Confía plenamente en Aquel que lo
ha llamado desde el seno materno (Cf. Jr 1,4) a participar de
su vida y de su misión. Dios que se hace hombre en Cristo
Jesús, Palabra Viva del Padre, Él mismo tiene palabras de
vida eterna (Cf. Jn 6, 68). Esta Palabra es un misterio que no
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En la realización del designio divino se da la libre colaboración de la persona humana. María, creyendo en la palabra
del Señor, coopera en el cumplimiento de la maternidad anunciada. Los Padres de la Iglesia subrayan a menudo este aspecto de la concepción virginal de Jesús. Sobre todo san Agustín,
comentando el evangelio de la Anunciación, afirma: «El ángel
anuncia, la Virgen escucha, cree y concibe» Y añade: «Cree la
Virgen en el Cristo que se le anuncia, y la fe le trae a su seno;
desciende la fe a su corazón virginal antes que a sus entrañas
la fecundidad maternal».
El acto de fe de María nos recuerda la fe de Abraham, que
al comienzo de la antigua alianza creyó en Dios, y se convirtió
así en padre de una descendencia numerosa (Ver. Gn 15,6; Redemptoris Mater, 14). Al comienzo de la nueva alianza también María, con su fe, ejerce un influjo decisivo en la realización del misterio de la Encarnación, inicio y síntesis de toda la
misión redentora de Jesús.
En la narración evangélica de la Visitación, Isabel, «llena de
Espíritu Santo», acogiendo a María en su casa, exclama: «
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Esta bienaventuranza, la primera que refiere el evangelio de san Lucas, presenta a
María como la mujer que con su fe precede a la Iglesia en la
realización del espíritu de las bienaventuranzas.
La estrecha relación entre fe y salvación,
que Jesús puso de relieve durante su vida
pública (Ver Mc 5,34), nos ayuda a comprender también el papel fundamental
que la fe de María ha desempeñado y sigue desempeñando en la salvación del
género humano.
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Creer es fiarse con toda libertad y con alegría del proyecto
providencial de Dios sobre la historia, como lo hizo María de
Nazaret. Así pues, la fe es un asentimiento con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su “si” a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este “sí” transforma la vida, le
abre camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y esperanza fiable (Benedicto XVI).
Catequesis 3
LA FE DEL CATEQUISTA
Quien vaya a animar esta catequesis debe
leer con mucha atención y en oración el
texto bíblico que proponemos.
5. PARA LA VIDA
1. Qué nos proponemos en esta catequesis:
Durante esta semana realizaré lo siguiente:
Con mi comunidad de catequistas de mi vereda, visitaremos
un pedestal/nicho mariano y si no lo hay en la vereda trataremos de hacer un altar a la virgen.
Camino al pedestal/nicho rezaremos el santo rosario. En el
pedestal/nicho leeremos el texto de la anunciación (Lc 1, 2638) y el de la visitación (Lc 1, 39-56) reflexionaremos sobre
el texto.
Crecer en nuestra vida de fe como catequistas que prestamos un servicio en nuestra comunidad parroquial.
Animador: Comencemos este encuentro en el Nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Espíritu Santo...
Todos: Ilumínanos y santifícanos.
CANTO: Iglesia peregrina
Después tendremos un pequeño compartir (ágape).
2. Pensemos:
6. OREMOS EN ESTE AÑO DE LA FE
Compartir sobre estas u otras preguntas:
Credo Nicenoconstantinopolitano
- ¿Cómo debe ser la fe de un catequista?
- ¿Soy un catequista de fe? ¿En qué me doy
cuenta?
- ¿A qué hace referencia la formación del “ser”
del catequista?
Se termina cantando nuevamente: “Dichosa Tú”
7. RECORDEMOS
“Dichosa tu que has creído”
3. ESCUCHEMOS A DIOS: 1 Pedro 7-11.
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