ABRAHAM

Transcripción

ABRAHAM
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ABRAHAM
ESCUCHA A DIOS, SE PONE EN CAMINO,
Y SE CONVIERTE EN EL AMIGO DE DIOS
Reflexiones abiertas
Todo acercamiento a Dios y a los demás empieza con un
acto de confianza. Es imposible encontrar a Dios y a los demás si no les
dejamos hablar, si no sabemos escucharles, si no nos dejamos acompañar
por ellos, si no depositamos en ellos nuestra confianza.
Seguramente tenemos experiencias positivas y negativas de las
veces en que hemos confiado totalmente en los demás, cuando les hemos
hecho caso a ciegas, sin reservas.
Todos estamos llamados a realizar la experiencia de la fe de Abraham, el padre de los creyentes, el primero de la historia, aquél en quien nos
miramos para aprender a creer. Abraham escuchó a Dios, confió en Él, se
puso en camino y se convirtió en el amigo de Dios.
Desde el inicio de la historia, los creyentes podemos constatar que
Dios nos ama y quiere establecer con nosotros lazos de amistad. Dios sella
la alianza con los hombres. En la relación con Dios, la iniciativa es siempre
suya, no nuestra.
Abraham, un nómada, descubre que su vida puede cambiar, puede
encaminarse hacia algo nuevo que todavía desconoce. Pasa de adorar a
muchos dioses a tener una relación personal con el único Dios. Se identifica
con Dios. Ambos participan en un proyecto común: comienza así un lago
peregrinaje en el que Abraham se deja conducir por Dios.
A través de los hechos de cada día, la amistad entre Dios y Abraham irá progresando. Y Abraham perpetuará en sus descendientes esta
amistad con Dios: el pueblo de Dios llamará a Abraham “nuestro padre en la
fe”.
La fe de Abraham es la fe que empieza y no teme ponerse en camino:
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Una fe que es fuente, a la que se refieren judíos, cristianos y musulmanes.
Una fe que responde a una llamada inesperada.
Una fe que se vive rompiendo con unos hábitos, un contexto, unos
lazos.
Una fe que se consolida poco a poco, siguiendo una misma línea
de fidelidad.
Una fe que es diálogo y amistad con Dios.
ESCUCHEMOS LA PALABRA
Una confianza que nos aparta de las propias seguridades:
El Señor dijo a Abram:
- “Vete de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te
mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu
nombre que servirá de bendición. Bendecirá a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra”
Marchó pues Abram como se lo había dicho el Señor y con él marchó Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Tomó
Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda
que habían logrado y el personal que habían adquirido en Jarán y salieron
para dirigirse a Canaán.
(Génesis 12, 1-5)
Una confianza que se convierte en promesa de Dios:
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:
- “Yo soy el Dios todopoderoso, anda en mi presencia y sé perfecto. Yo establezco mi alianza entre nosotros dos y te multiplicaré sobremanera”.
Cayó Abram rostro en tierra y Dios le habló así:
- “Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre
de pueblos.
No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, pues te he
constituido padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera. Te convertiré en pueblos y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi alianza entre nosotros dos y con tu descendencia después de ti, de generación
en generación: una alianza eterna de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad. Yo te daré a ti y a tu posteridad la tierra en que andas como peregrino,
todo el país de Canaán, en posesión perpetua, y yo seré el Dios de los tuyos”
(Génesis 17, 1-8)
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO
1. ¿Qué es lo que más os llama la atención y os gusta de la actitud de Abraham?
2. Confiar ¿quiere decir arriesgarse, atreverse?
3. ¿Qué consecuencias trae la promesa de Dios?
4. ¿Cómo descubrimos a Dios y hacemos que forme parte de
nuestra vida?
ORACIÓN
Recemos haciendo nuestra la experiencia de Abraham que supo
escuchar a Dios, confiar en Él para salir de sus seguridades y ponerse en
camino, convirtiéndose en amigo de Dios. Pidamos que también nosotros
sepamos descubrir a Dios y escucharlo, para ponernos en camino y llegar a
ser sus amigos.
Me habéis llamado, Señor
cuando no conocía vuestro nombre.
Me llamasteis sacándome de mi país,
de mi raza, de la familia de mis padres,
de mi querido hogar.
Me pusisteis en camino, en camino de aventuras,
el vuestro siempre en éxodo,
siempre con el corazón en vilo.
Me llamasteis y me elegisteis,
me pusisteis en vuestras manos.
Yo me puse en camino
con alas en el corazón, con miedo y admiración
y espanto en mi pie descalzo.
Yo seguía creyendo en vuestra palabra,
de que erais Dios y un Dios amigo
que estaba conmigo, muy cerca.
Creía en la herencia de pueblos
numerosos como estrellas
y como la arena de las playas,
en mis manos.
Yo notaba que vuestra palabra
era palabra de vida
y que mi fe en vuestra Promesa
seguía como estrella en las alturas.
Yo creí, Señor,
que lo imposible se hacía posible
cuando el corazón del hombre
no se aparta de vuestro lado.

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