Aprendamos a ofrendar biblicamente

Transcripción

Aprendamos a ofrendar biblicamente
Aprendamos a ofrendar biblicamente
Esteban Toloza
IFGR
Aprendamos a ofrendar biblicamente
Esteban Toloza
IFGR
Generosidad que exalta a Cristo:
Aprendamos a ofrendar bíblicamente
por Esteban Toloza
Iglesia Familia de la Gracia - Rosario, Argentina
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El último cuadro
Imagínese el fin de los tiempos. El Día ya llegó. Usted está parado frente al tribunal del cielo.
Alrededor suyo hay millones de personas; tantas que mire hacia donde mire, derecha o izquierda, es
imposible ver dónde termina la multitud. Delante de usted hay un trono y, sentado en el trono, se
encuentra Uno cuya gloria y majestad son imposibles de relatar a nuestros oídos y mentes terrenales y
finitas. Un silencio ensordecedor gobierna la escena. De repente, miles (quizá millones) de ángeles
aparecen junto al trono. En realidad, usted nunca vio un ángel, pero supone que esos seres majestuosos y
temibles, que aparecieron súbitamente en la escena, son ángeles. Uno de ellos comienza a cantar (mejor
dicho, ¡a tronar!): "Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo…"1. Luego, otro le acompaña
diciendo: "Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos"2. Y luego, la
multitud de ángeles se une a coro y usted puede sentir como sus voces hacen temblar el suelo debajo de
sus pies.
De repente, usted se da cuenta de que estos ángeles llevan libros en sus manos; libros grandes,
aparentemente pesados, quizás los más grandes que ha visto en su vida. Entonces, el que está en el trono
hace una seña y el silencio vuelve a reinar nuevamente. Los ángeles se paran en hilera, a ambos lados
del trono, y uno de ellos es llamado por el Rey. Inclinando su rostro, se acerca hasta el trono y vuelve a
repetir su coro mientras deposita el libro que lleva en sus manos en las manos del Juez Justo:
"Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos". Toda la multitud guarda
silencio cuando el Alto y Sublime toma el libro y, mirando la imagen que lleva en la tapa, pronuncia un
nombre. ¡Es el nombre del hombre que está parado junto a usted! Usted lo conoce porque fue su vecino
durante años; vivían en el mismo barrio. Dos ángeles se dirigen, veloces como un rayo, hacia donde está
él, como si inmediatamente supieran de quién era ese nombre. Estos seres toman al hombre y lo llevan
ante el Trono. Usted puede ver que el hombre está temblando.
El Rey abre el libro y comienza a leerlo. Allí están escritas todas las obras de este hombre. Sin
embargo, usted se da cuenta de que no todo es leído. Sólo se leen párrafos salteados. Párrafos que hablan
de autos, vacaciones con la familia, viajes de pesca y ropa nueva. ¿Qué es lo que está pasando? La
lectura continúa y usted oye hablar de refacciones en la casa, de computadoras y visitas al centro
comercial. La lectura dura sólo unos minutos porque, súbitamente, el que está en el trono cierra el libro
y resoplando temiblemente dirige su mirada hacia su vecino. Sus ojos son como llama de fuego y su
vecino no puede soportar su mirada. Entonces, se escucha el veredicto: "Porque donde está vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón… ¡Necio, necio, necio!"3 Los ángeles toman al hombre y, en
un abrir y cerrar de ojos, lo arrojan al abismo, mientras pronuncian una y otra vez: ¡Así es el que hace
para sí tesoro, y no es rico para con Dios!4 El juicio ha comenzado.
1
Apocalipsis 16:5
Apocalipsis 17:6
3
Lucas 12:20, 34
4
Lucas 12:21
2
A Jesús sí le importa lo que hacemos con nuestro dinero
Antes de seguir, permítanme ser claro: el cuadro recién relatado fue producto de mi imaginación. No
sé, y nadie sabe, si los detalles del relato serán así. No se nos dice nada sobre ángeles sosteniendo los
libros, ni sobre qué se leerá de esos libros… ¡ni siquiera si esos libros son como los libros que nosotros
conocemos hoy en día! Pero permítanme aclarar otra cosa: Mientras que los detalles del relato son
producto de la imaginación, la médula del relato no lo es. Y un día lo veremos. Un día vamos a ver a
hombres siendo arrojados a las tinieblas a causa de que usaron su dinero de una forma que decía: "Mi
familia, mi salud, mi trabajo, mis amigos y mi casa son más valiosos que Jesús, que su familia y que su
misión." Un día vamos a ver a hombres que vivieron únicamente para fines que nuestra sociedad
considera honrados (una casa, una buena educación, una jubilación y vacaciones tranquilas) siendo
echados al infierno por haber vivido de esa manera. ¿Es esto una exageración? No lo es. ¿No resulta
llamativo como Pablo pone a la avaricia en la lista de pecados "innombrables" entre los cristianos, junto
con "fornicación y toda inmundicia"?5
Espero que no me malentiendan. No estoy diciendo que los cristianos no deberían tener casas,
vacaciones y ascensos. Simplemente estoy diciendo: el uso que hacemos de nuestro dinero es una de las
cosas que revela, manifiesta, saca a luz dónde está puesta nuestra confianza, nuestra seguridad, nuestra
vida misma. Es decir, dónde está puesto nuestro corazón. El lugar donde enterramos nuestros tesoros es
el lugar donde están las raíces de nuestro corazón. Y esto no lo digo yo, esto lo dice Jesús.
Existe la idea de que el cristianismo se trata de un encuentro personal con Jesús, que poco tiene que
ver con mis hábitos diarios. Eso es una verdad a medias. El cristianismo se trata de conocer a Jesús; pero
cuando conocemos a Jesús, Él viene a nosotros como Rey e inmediatamente comienza a hacer
modificaciones en nuestra vida cotidiana, en nuestros hábitos, en nuestras relaciones… y, sí, en nuestro
presupuesto. Jesús es el Dueño del cristiano y eso incluye su billetera. Pongamos esto en claro: a Jesús sí
le importa lo que hacemos con nuestro dinero. Jesús murió para salvar a hombres que pierden el sueño
por un ascenso laboral, murió para salvar a jóvenes cuyo mayor sueño es un auto deportivo, murió para
salvar a mujeres que gastan más en ropa y maquillaje que en hacer tesoros en el cielo, murió para salvar
a personas que quieren enriquecerse porque tienen corazones vacíos y dominados por la codicia. Y
cuando Él salva a los hombres de su vana manera de vivir, entonces ellos le pertenecen, Él es su Rey. Y
su reino tiene leyes bien claras en este asunto del dar.
Este es un estudio sobre la forma en que Jesús espera que ofrendes. Pero antes de ver los principios
bíblicos que deben regir la ofrenda, es conveniente que miremos la actitud con la que debemos ofrendar,
la disposición del corazón que hace que uno se vuelva un dador alegre y generoso. Tengo que aclarar
que hay más para decir sobre lo que la Biblia enseña en relación con el dinero que lo que veremos
en
este breve estudio. Esto es así porque en las páginas que siguen sólo vamos a detenernos a examinar lo
que la Biblia enseña sobre las ofrendas. Sin embargo, intentaremos sentar algunas bases que nos serán
útiles para otros aspectos relacionados con el uso que le damos al dinero.
Dar generosamente: una evidencia de la fe salvadora
¿Sabía usted que el dar generosamente es una evidencia de la fe salvadora? ¡Ya puedo imaginar la cara
de algunos de mis lectores! ¿Seguro que no es esto una exageración? No, no estoy exagerando.
Encuentro que tanto Jesús como sus apóstoles creían esto mismo: un corazón regenerado es un corazón
5
Efesios 5:3
generoso. Encuentro que también los santos del Antiguo Testamento lo creían. Por supuesto, hay otras
evidencias y cualidades que nos señalan que una persona es en verdad cristiana. La generosidad, por sí
sola, no es evidencia suficiente de la fe salvadora; pero su ausencia pone un gran (¡gran!) signo de
interrogación sobre la profesión de fe de cualquiera que diga ser cristiano. Considere conmigo este
asunto examinando 4 verdades bíblicas que nos muestran que esto es así.
Verdad Nº 1:
Las Escrituras lo expresan con claridad: Un corazón regenerado es un corazón generoso.
Miremos los siguientes textos:
"[El hombre justo] en todo tiempo tiene misericordia, y presta…" (Salmo 37:26,
corchetes añadidos, cf. v. 25)
"El hombre de bien tiene misericordia, y presta… reparte, da a los pobres…" (Salmo
112:5, 9)
"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas"
(Mateo 6:24)
"Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias
de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su
profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad" (2ª Corintios 8:1-2)
Estos son sólo un puñado de textos que enseñan con total claridad que un corazón regenerado, un
corazón con verdadera fe salvadora, un corazón transformado por Jesús, es un corazón generoso.
El pasaje de 2ª Corintios es una evidencia poderosa del punto que intento mostrar. Pablo está relatando
cómo las iglesias de Macedonia habían contribuido generosamente con ofrendas para la iglesia de
Jerusalén, que estaba pasando por una enorme pobreza. ¡Lo significativo de esto es que las iglesias de
Macedonia también eran iglesias pobres! El apóstol dice que estas iglesias se encontraban "en grande
prueba de tribulación… y… profunda pobreza". ¿Cómo analizaba el apóstol una generosidad tan
grande? ¿Dónde encontraba la fuente de tanta generosidad? ¿Cuál era su parecer sobre el
comportamiento de los macedonios? Pablo encontraba una única explicación: ¡la gracia de Dios! Eso es
lo que dice el versículo 1. Déjenme parafrasear lo que Pablo les dice a los corintios: "Hermanos, quiero
que sepan la gracia que Dios les dio a las iglesias macedonias, quiero que sepan cómo se manifestó la
gracia a ellos, quiero que sepan qué es lo que la gracia produjo en ellos… Ellos estaban en grande
prueba de tribulación… y… profunda pobreza. Y, en medio de tales pruebas, ¡ellos abundaron en
generosidad! ¡Ellos llegaron incluso a rogarnos que les permitiéramos ser generosos (v. 4)! Y fue la
gracia de Dios la que hizo esto, ¡sí, la gracia lo hizo, la gracia de Dios derramada a nuestros hermanos
macedonios!" Eso es lo que dice el texto: "… os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las
iglesias de Macedonia". ¿En qué consiste dicha gracia?: "… en grande prueba de tribulación, la
abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad".
Definitivamente, Pablo estaría de acuerdo con el punto que intento mostrar: un corazón regenerado, un
corazón transformado por la gracia de Dios, es un corazón generoso.
Verdad Nº 2:
Un corazón perverso y malo es un corazón avaro y codicioso.
Esta es la contraparte del punto anterior. Así como la Biblia afirma de manera enfática que el corazón
transformado se caracteriza por la generosidad, también afirma con igual énfasis que un corazón
corrompido se caracteriza por la avaricia y la codicia.
"Por tanto, Dios te destruirá para siempre;
Te asolará y te arrancará de tu morada,
Y te desarraigará de la tierra de los vivientes.
Verán los justos, y temerán;
Se reirán de él, diciendo:
He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza,
Sino que confió en la multitud de sus riquezas,
Y se mantuvo en su maldad" (Salmo 52:5-7)
"El que confía en sus riquezas caerá" (Proverbios 11:28)
"Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque
por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia" (Efesios 5:5-6)
"Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe,
y fueron traspasados de muchos dolores." (1ª Timoteo 6:9-10)
Los textos son claros y temibles. Según Jesús, la avaricia (en griego, literalmente "ansiedad por poseer
más") es una forma de idolatría. Según Pablo, los que quieren enriquecerse aman la muerte y son necios
suicidas; hombres que están preparados para resbalar y perecer por siempre, ya que serán destruidos
eternamente bajo la ira del Dios Todopoderoso. Estos son hombres con un corazón malo.
Verdad Nº 3:
El amor al dinero y la esperanza puesta en él son una forma horrible de idolatría.
Dos textos evidencian esto. Uno fue citado hace un momento. En Efesios 5:5 Pablo dice: "ningún…
avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios". El otro pasaje es Colosenses 3:5:
"Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia, que es idolatría…". En los dos textos aparece la expresión "que es idolatría" en
relación con la avaricia. ¿Qué significa a eso? Significa que el avaro tiene un dios: las posesiones
materiales y el dinero que necesita para obtener más. Esta verdad tiene una repercusión grande para
nuestro contexto, ya que en las grandes ciudades la mayoría de las personas se considera "atea". Pero,
según Dios, estas personas, que están atravesadas por el deseo de poseer más, de acumular más riquezas,
de ser más y más prósperos, estas personas dominadas por el materialismo y que dicen no tener un dios,
en realidad, están mintiendo. Ellos tienen un dios. Ellos tienen una imagen ante la cual se rinden, aún
cuando no lo hagan físicamente. Ellos son idólatras. Ellos no tienen un corazón nuevo.
Verdad Nº 4:
El dinero puede convertirse en un objeto de fe
Puesto que el dinero y las posesiones materiales pueden convertirse en ídolos, no es de extrañar que la
Biblia hable de manera continua de personas que ponen su confianza en el dinero. En la verdad Nº 2
citamos el Salmo 52:5-7 y Proverbios 11:28, dos textos que nos hablan de hombres que ponen su
confianza en las riquezas. Miremos algunos más:
"…confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan…" (Salmo
49:6)
"…Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas" (Salmo 62:10)
"¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como
alas de águila, y volarán al cielo" (Proverbios 23:5)
"A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las
riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos" (1ª Timoteo 6:17)
¿Qué significa que el dinero puede convertirse en un objeto de fe? Significa que el dinero puede
usurpar el trono que le pertenece a Cristo. El objeto de nuestra fe es aquello donde depositamos nuestra
confianza. Para los cristianos, Jesús es el objeto de nuestra fe. Nuestra confianza está depositada en Él.
Nuestra vida está en sus manos. Jesús, su amor por nosotros, su muerte propiciatoria y su pronto regreso,
¡ese es el banco donde nuestros depósitos se realizan! Los cristianos ponen su confianza en Jesús, no en
rentas y cajas de ahorros.
El peligro potencial del dinero es que puede ser usado para suplantar el lugar de Jesús. Y la oferta que
nos hace suena más o menos así: "La mayoría de lo que Jesús te ofrece, es para mañana. Pero todo lo
que te yo te ofrezco, es para hoy". Ese es el engaño de las riquezas. Esa manera de pensar fue la que el
salmista vio cuando consideró a los que confiaban en sus riquezas, y dijo: "Su íntimo pensamiento es
que sus casas serán eternas, y sus habitaciones para generación y generación…"6 Lo que el salmista
nos dice es: "Ellos compraron la mentira de que el dinero y las posesiones que con él obtengan, son lo
más valioso del universo". Pero ellos se equivocan. ¡El salmista llega a decir que ellos están actuando
con locura, como si fueran bestias!7 La confianza en casas, campos y dinero es incompatible con la
confianza en Jesús. No se puede tener una confianza dividida.
Este último punto nos abre la puerta para que profundicemos un poco más en la relación que existe
entre la generosidad y la fe salvadora. Resumiendo, hasta ahora estuvimos considerando que las
Escrituras enseñan con claridad los siguientes puntos:
1) Jesús es el Rey de los cristianos y, por lo tanto, es el dueño de las posesiones de ellos
2) La generosidad es una característica de los verdaderos cristianos. Ser generosos es evidencia de un
corazón transformado.
6
7
Salmo 49:11
Salmo 49:13, 20
3) Por el contrario, la codicia, la avaricia, el amor al dinero y a las posesiones materiales, son una
evidencia de un corazón malo, un corazón idólatra.
Lo que hasta el momento no consideramos plenamente es por qué esto es así. ¿Por qué la generosidad
es una evidencia de la fe salvadora? ¿Por qué la generosidad es una señal que nos indica que el corazón
de una persona ha sido transformado? ¿De dónde toman su vigor las raíces de la generosidad? Algo
dijimos cuando consideramos la verdad Nº4, pero vamos a extendernos un poco más.
La generosidad: un fruto de la fe verdadera
En Filipenses 4:17, Pablo llama a la generosidad "un fruto": "No es que busque dádivas, sino que
busco fruto que abunde en vuestra cuenta." ¿Un fruto de qué? Un fruto de una vida satisfecha con
Jesús8, un fruto de la fe salvadora.
Para comprender esto mejor, tratemos por un momento con la siguiente pregunta: ¿Qué son las
evidencias de la fe salvadora? Son los frutos de esa fe. Ninguna evidencia de la fe es algo "aparte" de la
misma. En cambio, todas las evidencias de la fe salvadora son trasformaciones (en nuestra mente, en
nuestras emociones y en nuestro accionar) que nos vienen, trasformaciones que se suceden en nuestro
ser, por medio de la fe. Si pudiéramos rastrear cada transformación que ocurre cuando una persona se
convierte y a medida que avanza en su cristianismo, si pudiéramos excavar hondo para buscar la raíz de
la perseverancia y el crecimiento en conformidad a Cristo que los cristianos experimentan,
encontraríamos que esta raíz es la fe sincera, la confianza firme en todo lo que Dios es, hace, hizo y
hará, para nosotros, por nosotros y en nosotros, por medio de Jesús. ¡Espero que lean esa frase de nuevo!
Repito: La raíz de nuestro crecimiento en gracia, de nuestra conformidad progresiva a la imagen de
Cristo, es la fe en todo lo que Dios es, hace, hizo y hará, para nosotros, por nosotros y en nosotros, por
medio de Jesús. De esa fe que espera, descansa y toma fuerza solamente en Dios, de esa raíz poderosa,
es que nacen todas las gracias en nuestra alma. Es esa confianza inquebrantable en que Dios obra, obró y
obrará para nuestro bien, la que hace que el cristiano sea una persona transformada, que crece
continuamente en semejanza a Cristo. Esas transformaciones obradas en nosotros por medio de la fe,
esas cualidades de carácter que nos hacen parecidos a Jesús, son las evidencias de salvación. 9
De manera que cuando decimos que la generosidad es un fruto de la fe salvadora, lo que estamos
diciendo es que la generosidad nace de un corazón firmemente cimentado en todo lo que Dios es, hizo y
hará para nuestro bien. La generosidad es un árbol que brota y lleva fruto porque está plantado en el rico
suelo de la Persona y de las obras de Dios.
Lo que la generosidad ve
Específicamente, ¿cuál es el cimiento de la generosidad? ¿Qué es lo que la generosidad ve, acerca de
Dios y de sus obras?
En primer lugar, la generosidad ve que Dios es el Rey Soberano, el Dueño absoluto del universo, a
quien pertenecen todas las cosas. El corazón generoso no posee nada. Obviamente, no estoy diciendo
8
Cf. v. 13.
Una de las pruebas bíblicas de que las evidencias de la fe salvadora son frutos de dicha fe puede encontrarse en Hebreos
11, donde todas las obras que los hombres y mujeres allí mencionados se atribuyen a la fe de éstos. Puede verse también 1ª
Tesalonicenses 1:3 y 2ª Tesalonicenses 1:11.
9
que una persona generosa literalmente no debería poseer nada. Estoy diciendo que el corazón generoso
reconoce felizmente que todo lo que tiene, o deja de tener, pertenece, en última instancia, a Dios mismo;
Él es quien da y Él es quien quita. Así oran los generosos cuando traen sus ofrendas a Dios:
"Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la
fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios
nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién
es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo
es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y
advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la
tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que
hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo" (1ª
Crónicas 29:12-16)
Sólo pueden ser generosos quienes se consideran meros administradores y no ricos poseedores.
En segundo lugar, la generosidad ve las riquezas eternas. O, usando el lenguaje bíblico, la
generosidad gustosamente se desprende de sus bienes, porque tiene la "mirada puesta en el galardón", y
sabe que tiene "una mejor y perdurable herencia en los cielos"10.
Existe la idea de que los cristianos no deberían pensar en las recompensas eternas, sino que deberían
cumplir con sus deberes sin esperar recompensa alguna. Pero esa idea no nos llegó de la Biblia. La
Biblia no sólo enseña acerca de las recompensas eternas, sino que insiste en que el buscar estas
recompensas por encima de las recompensas terrenales es algo bueno, algo deseable, algo que da gloria
a Dios. Jesús enseñó ésto. Sí, Él nos llama a tomar la Cruz, a negarnos a nosotros mismos, a morir a
nuestros deseos carnales y a seguirlo hasta la muerte. Pero el llamado "Ven y muere" no es un fin en sí
mismo, sino un medio para algo mayor: la comunión con Cristo, la vida eterna en su gloria, el gozo
eterno de conocerlo y disfrutar de Él por siempre.
"Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida
eterna" (Mateo 19:29)
El gran problema es que en los últimos siglos algunas personas enseñaron que las recompensas del
cristiano serían una corona con diamantes, calles de oro, puertas de perlas y salud por siempre. Y
muchas de esas cosas son ciertas, pero ninguna de esas cosas son La Recompensa del cristiano, sino que
Dios mismo es la recompensa del cristiano. Jesús es la herencia que los cristianos tendremos por la
eternidad. Él es la ciudad que Abraham esperaba, la nacionalidad que Moisés prefirió tener 11, y el
Tesoro que cada cristiano disfrutará por toda la eternidad.12 De ésto concluimos que ya que Dios es la
recompensa última del cristiano, buscar con gozo esa recompensa no sólo es una opción para ellos, sino
una obligación, si es que desean honrarle.
El corazón generoso confía en la promesa de que Dios un día le dirá:
"[…] Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la
fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
10
Hebreos 11:26; Hebreos 10:34-35.
Hebreos 11:10; 11:26.
12
Apocalipsis 21:3; 22:3-5.
11
de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (Mateo 25:34-36)
Por ésto ora diciendo: "Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia"13; y atesora la verdad
de que: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar"14.
En tercer lugar, el corazón generoso ve a Jesús, quien siendo rico se hizo pobre. Las Escrituras
enseñan que Jesús, viniendo a vivir entre nosotros, tomó un camino "hacia abajo". Una canción
contemporánea relata:
Siendo rico se hizo pobre y vulnerable,
siendo Dios se hizo un humilde servidor,
siendo Rey se hizo soldado, se hizo carne de cañón,
siendo libre se hizo esclavo por amor.
¿Por qué lo hizo? Lo hizo porque nos amó. Lo hizo porque de esa forma lograría nuestra salvación y
lograría que le conociéramos. Pablo, animando a los cristianos a que sean generosos en sus ofrendas, les
dice:
"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se
hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2ª
Corintios 8:9)
El generoso ve a Jesús despojándose y lo acompaña en ese camino. El cristiano imita a Jesús en su
generosidad. ¿Por qué lo hace? Acá tenemos que tener cuidado. No lo hace como un camino para autosalvarse. Tampoco lo hace para devolverle a Jesús el bien que ganó para nosotros en su humillación. Lo
hace para que otros conozcan quién es Jesús. El cristiano tiene como objetivo glorificar a Dios, exaltar la
gracia de Dios (no opacarla comparándola con la bondad personal), y una de las formas en que lo hace
es siendo generoso.
¿Por qué la imitación que el cristiano hace de la generosidad de Jesús, sirve para exaltar a Jesús? En
primer lugar, porque cuando alguna necesidad es suplida por medio de la generosidad, Dios recibe las
acciones de gracias.15 En segundo lugar, porque parte del dinero que los cristianos dan con generosidad
tiene como fin el avance del reino de Dios, por medio de la predicación del Evangelio que exalta a
Cristo. En tercer lugar, porque cuando el mundo ve a una persona ser generosa, y cuando escucha que
esa generosidad nace de la esperanza puesta en Jesús, el mundo está escuchando un poderoso mensaje
acerca del valor de Jesús y del valor de su Reino. En un mundo materialista, codicioso y avaro, la
generosidad constituye una excelente oportunidad evangelística. Las personas van a preguntar: "¿Por
qué lo hacen? ¿Por qué son generosos? ¿Por qué no viven dándose los lujos y placeres que otros se
dan?", y entonces podremos hablarles de Jesús, de su valor infinito, de su descenso para salvarnos y de
sus recompensas eternas.
Algunas preguntas prácticas e importantes
Pasemos ahora a considerar tres preguntas prácticas e importantes.
13
Salmo 119:36
Proverbios 19:17
15
2ª Corintios 9:10-12; Mateo 5:16
14
Pregunta 1: ¿Por qué debería hacer mis ofrendas en la iglesia local?
Quizás podríamos preguntar: ¿No es posible ser generosos de manera individual, sin tener que
depositar el dinero en una "bolsa común" de la iglesia local? Después de todo, al fin y al cabo,
estaríamos siendo generosos de todos modos. Sin embargo, la Biblia enseña en diferentes lugares que la
generosidad debería canalizarse, generalmente, como ofrendas realizadas en la iglesia local. Por
ejemplo, en el libro de los Hechos leemos:
"[…] y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se
repartía a cada uno según su necesidad" (Hechos 4:34b-35)
Los apóstoles eran la autoridad de la iglesia en Jerusalén. Al decir Lucas que se traían los donativos a
los pies de los apóstoles, nos está diciendo que la norma era que las ofrendas se traían ante la iglesia,
para que la iglesia por medio de sus autoridades (y a veces por medio de una asamblea)16 decidiera cómo
administrar esas ofrendas. Este patrón se repitió en la vida de la iglesia a lo largo de los siglos.
Cuando decimos que las ofrendas deberían canalizarse, generalmente, en una iglesia local, ésto no
significa que un cristiano nunca pueda, de manera independiente a su iglesia local, realizar una ofrenda a
algún necesitado, a algún ministerio, etc. Significa, más bien, que la norma para ofrendar es realizarlo en
la iglesia local y que esto no debería descuidarse. Es decir, un cristiano no debería estar ofrendando para
sostener a un misionero en algún lugar del mundo, si antes no está ofrendando fielmente para el
sostenimiento de la iglesia local en la que es miembro.
Con el propósito de responder más profundamente a nuestra primera pregunta, pasemos a una segunda
pregunta.
Pregunta 2: ¿Para qué se usa el dinero de las ofrendas?
La respuesta a esta pregunta nos ayudará a ver con más claridad por qué deberíamos canalizar nuestras
ofrendas en la iglesia local. Hablando en términos generales, las ofrendas que una iglesia local recibe
deberían usarse para glorificar a Dios magnificando a Cristo. Es decir, deberíamos usar el dinero
colectivamente para lo mismo que lo usamos individualmente, con el mismo propósito: glorificar a Dios,
reconociendo que Dios es nuestro tesoro (y no el dinero) y utilizando el dinero para que eso sea
evidente. Pero, ¿qué significa ésto en términos prácticos? ¿Cómo usamos el dinero recaudado en las
ofrendas para glorificar a Dios? La Biblia nos responde a ésto señalando en tres direcciones.
En primer lugar, el dinero de las ofrendas debería usarse para la propagación del evangelio. Pablo
esperaba visitar a los cristianos romanos para ser encaminado por ellos en su viaje hacia España17; este
"ser encaminado" incluía, ciertamente, que ellos lo apoyarían en lo económico en su empresa misionera.
Si la gran comisión incluye el ir por todo el mundo, predicar el evangelio y enseñarles a los hombres lo
que Jesús enseñó18, entonces alguien tendrá que proveer el dinero necesario para que cada etapa de la
gran comisión se cumpla. Según Pablo, ese "alguien" es la iglesia local. Usar el dinero para la expansión
del evangelio incluye destinar dinero para la adquisición de materiales evangelísticos, como folletos,
16
Hechos 6:1-7 es un ejemplo de cómo toda la iglesia de Jerusalén, reunida en una asamblea, seleccionó a diáconos para
que sirvieran de manera equitativa a las necesidades de las viudas.
17
Romanos 15:24
18
Mateo 28:18-20
libros, etc.; y para recursos físicos que la iglesia necesite a fin de poder desarrollar mejor su misión (por
ejemplo, un salón para reuniones, etc.).
En segundo lugar, el dinero de las ofrendas debería usarse para el sostenimiento económico de los
ministros de la iglesia. Este punto está íntimamente relacionado con el anterior. En 1ª Corintios 9:7-14,
leemos:
7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de
su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? 8 ¿Digo esto
sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9 Porque en la ley de Moisés está
escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10 o lo
dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza
debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 11 Si nosotros
sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo
material? 12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros?
Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún
obstáculo al evangelio de Cristo. 13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas
sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14 Así
también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
El versículo 11 expresa con claridad el compromiso mutuo que debería haber entre la iglesia y sus
líderes: los obreros de la iglesia siembran lo espiritual en las vidas de la iglesia, mediante la predicación,
el discipulado y la oración; y la iglesia siembra lo material en la vida de sus ministros, ocupándose de
que ellos tengan lo necesario para cubrir sus necesidades materiales básicas y las de su familia19.
Quizás en este punto sea necesario decir que Dios condena enfáticamente a los supuestos ministros
que usan los lugares de autoridad para el enriquecimiento personal. Ninguna iglesia debería proveer de
sustento a un hombre que se ocupa más de llenar sus bolsillos que de edificar la vida de la iglesia local.20
En tercer lugar, el dinero de las ofrendas debería usarse para el apoyo a los necesitados. Al dar
instrucciones a los corintios sobre el modo de ofrendar, Pablo escribió:
13 Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez,
14 sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de
ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya
igualdad, 15 como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no
tuvo menos. (2ª Corintios 8:13-15)
Lo que este pasaje nos enseña es que en las iglesias de Cristo no debería haber cristianos que estén
viviendo lujosamente mientras que hermanos suyos estén sufriendo necesidades. El diseño de Dios es
que aquellos que tengan recursos que excedan a las necesidades que tienen, usen dichos recursos para
suplir las carencias de los que tienen necesidades que exceden a sus recursos. Hacer esto es una
evidencia de que el amor de Dios verdaderamente mora en la iglesia. "Pero el que tiene bienes de este
mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios
en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad"21.
19
1ª Corintios 9:4-6
1ª Timoteo 6:3-10; Tito 1:11; 1ª Pedro 5:2
21
1ª Juan 3:17-18
20
Cuando consideramos esta triple respuesta a nuestra pregunta acerca del uso del dinero en la iglesia
local, vemos con más claridad por qué nuestra generosidad debería canalizarse, generalmente, como
ofrendas realizadas en la iglesia local.
Pregunta 3: ¿Deberían los cristianos diezmar?
Generalmente, las iglesias cristianas enseñan que los cristianos deberían dar el diezmo (diez por
ciento) de sus ingresos como una ofrenda regular. Los argumentos para esta práctica se centran
generalmente en el hecho del énfasis que vemos en la ley mosaica en cuanto al diezmo y en el pasaje de
Génesis 14:17-20, en el que Abraham, regresando de una batalla, dio el diezmo del botín de guerra a
Melquisedec. Quienes citan este último pasaje dicen que el acto de Abraham de dar sus diezmos a
Melquisedec (quien aparece como una figura de Cristo en el Antiguo Testamento) fue algo realizado
antes de la ley mosaica, y por lo tanto es un principio que la trasciende y que debería permanecer aun
cuando otros aspectos de la ley quedaron abrogados. ¿Es esto así? Intentaré, brevemente, dar algunas
razones por las que el diezmo no es un principio vigente para la iglesia.
Lo primero que tenemos que comprender es el propósito que tenían los diezmos en el Antiguo
Testamento. Este propósito era el sostenimiento de la nación para su correcto funcionamiento, en
especial el sostenimiento de los gobernantes, y dicho diezmo consistía no principalmente de dinero, sino
de especias y animales22. En relación a esto, el pastor John MacArthur comenta:
"Las ofrendas no fueron principalmente regalos para Dios, sino impuestos para
financiar el presupuesto nacional de Israel… Como Israel era una teocracia, los
sacerdotes Levíticos actuaban como el gobierno civil. Así que la ofrenda Levítica
(Levítico 27:30-33) fue el precursor de los impuestos de hoy, como lo era también la
segunda ofrenda anual que Dios requería para el financiamiento del festival nacional
(Deuteronomio14:22-29). Los impuestos de menos cantidades también fueron requeridos
de la gente por la ley (Levítico 19:9-10; Éxodo 23:10-11). Así que el total de las ofrendas
requeridas de los Israelitas no fue el diez por ciento, sino quizás más del 20 por ciento.
Todo ese dinero se usaba para que funcionara la nación."23
En vista de esto, es razonable pensar que una vez que la teocracia terminó, terminaron también los
impuestos que se pagaban para que ésta se sostuviera.
¿Y qué hacemos con el pasaje de Génesis 14? Si analizamos este pasaje con detenimiento, llegamos a
las siguientes conclusiones. Primero, el pasaje no nos dice que Abraham ofreció u ofrecía un diezmo de
todos sus ingresos; el pasaje sólo nos dice que Abraham ofreció un diezmo, en esa ocasión en particular,
del botín de guerra. Segundo, no hay evidencias de que Abraham continuara con esa práctica después de
ese evento. Tercero, no hay evidencias de que Abraham estuviera siguiendo o sentando algún tipo de
ley, por el contrario, su diezmo fue un acto voluntario y, por tanto, diferente al diezmo instituido de
manera obligatoria por la ley mosaica. En vista de estas observaciones, carece de fundamento decir,
basándose en este pasaje, que el diezmo es un principio para ser observado perpetuamente.
Por último, en el Nuevo Testamento no hay ninguna referencia explícita acerca de que los cristianos
diezmen. Si los apóstoles y sus colaboradores creyeron que el diezmo era un principio para ser
observado perpetuamente, ¿por qué en sus epístolas a los cristianos gentiles no existe ninguna referencia
22
Levítico 27:30-32
John MacArthur, "¿Requiere Dios que dé un diezmo de todo lo que gano?"; en Gracia a Vosotros:
http://www.gracia.org/recursos.aspx?p=qa&article=343
23
a este asunto? En cambio, en todo el Nuevo Testamento lo que se ordena y se espera de los cristianos
son ofrendas voluntarias que nacen de un corazón generoso.
Algunos cristianos insisten en que, aunque diezmar no es un principio para ser observado
perpetuamente, sí es una buena práctica, un principio útil para determinar cuánto deberíamos ofrendar.
Sin embargo, personalmente no me satisface esta posición, al menos por dos razones. La primera es que,
como veremos en un momento, el Nuevo Testamento da principios claros acerca de cómo deberíamos
ofrendar; por lo tanto, en vez de formar un principio que los apóstoles no nos dejaron, sería más
conveniente tomar los que ellos sí nos dejaron. En segundo lugar, porque esta perspectiva que dice que
diezmar es un principio útil para que los cristianos ofrenden no está teniendo en cuenta que muchas
veces Dios esperará que algunos cristianos den más, incluso mucho más, del diez por ciento de sus
ingresos, y algunas veces esperará que algunos cristianos den menos. ¿Es el diezmo un buen principio
para un cristiano que gana $50000 mensuales? Pienso que no. ¡Quizás ese cristiano podría vivir
cómodamente con el veinte por ciento de sus ingresos y ofrendar el ochenta restante! En cambio, a un
cristiano padre de familia numerosa que gana unos $5000 mensuales, probablemente dar el diez por
ciento le resulte un gran sacrificio, e incluso algunas veces no pueda dar esa suma, si es que desea
proveer fielmente a las necesidades de su esposa e hijos y cumplir así con ese mandato del Señor. El
punto es el siguiente: las ofrendas en el Nuevo Testamento no nacen de una rigurosa imposición legal,
sino de un corazón trasformado por el Espíritu Santo que busca engrandecer el nombre de Cristo
mediante la generosidad.
Principios bíblicos para ofrendar
Entonces, ¿cómo ofrendamos? Acá van, como conclusión, algunos principios para ofrendar, basados
en 1ª Corintios 16:2:
"Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya
prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas."
Principio Nº 1: Ofrendemos de manera intencional. Lo primero que Pablo dice es que las ofrendas
deberían ser, generalmente, algo intencional. Pablo esperaba que ellos no fueran sorprendidos al
momento de ofrendar, no debía ser algo realizado sin una clara intencionalidad y determinación.
Deberíamos ofrendar de manera programada, de la misma manera en que asistimos a los cultos de
adoración comunitaria, de la misma manera en que realizamos nuestros tiempos privados de oración y
meditación en las Escrituras. Ofrendar debe ser un ejercicio espiritual intencional como lo son los demás
ejercicios espirituales. Y esta intencionalidad debe hacerse en el gozo que nace de considerar que Dios
nos permite darle de lo que recibimos de su mano, en el gozo que nace de saber que al ofrendar estamos
haciéndonos tesoros en los cielos, y en el gozo que nace de saber que al ofrendar estamos reflejando a
Jesús. Cada uno dé como propuso (¡intencionalmente!) en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad,
porque Dios ama al dador alegre.24
Principio Nº 2: Ofrendemos de manera consecutiva. Esto es lo que implica la frase "cada primer día
de la semana". Indica que deberíamos ofrendar de manera consecutiva; es decir, vez tras vez. Quizás lo
hagamos semana a semana, quizás quincena a quincena, o quizás mes a mes, pero el principio que el
texto nos ofrece es que las ofrendas deben hacerse de manera consecutiva y no en momentos aislados.
24
2ª Corintios 9:7, paréntesis añadido.
Principio Nº 3: Ofrendemos de manera proporcional. Pablo dice que cada uno ofrende "según haya
prosperado". Lo que esto significa es que a medida que nuestros ingresos económicos aumenten,
nuestras ofrendas también deberían aumentar proporcionalmente. En este punto debemos ser
balanceados y preguntarnos: ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto necesito realmente? Cuando el apóstol dice
que ofrendemos de manera proporcional no está negando que algunas veces sea bueno y necesario hacer
ajustes en el presupuesto, reducir gastos y hacer sacrificios de amor ofrendando amplia y
generosamente. Sabemos que no está negando esto porque alabó esta actitud en los creyentes
macedonios quienes dieron "conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas"25. Lo que Pablo está
intentando evitar es, por un lado, que los cristianos le pongan "un techo" al monto de sus ofrendas a
medida que prosperan; y, por el otro, que los cristianos débiles o algo desequilibrados ofrenden tanto
que terminen desobedeciendo los mandatos que tienen con respecto a sus familias.26
Principio Nº 4: Ofrendemos con una actitud humilde. Pablo quería que las ofrendas fueran algo
realizado en lo secreto, por eso pidió que para cuando él llegara "no se recojan entonces ofrendas". No
estaba interesado en que se recaudaran ofrendas estando él presente, porque sabía que eso induciría a
algunos a ofrendar sólo por querer quedar bien delante del apóstol. Al insistir en que las ofrendas debían
hacerse con una actitud humilde, con discreción, delante de Dios y no de los hombres, estaba haciendo
eco a las palabras de Jesús en el Sermón del monte:
"1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos;
de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto
os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda
lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo
secreto te recompensará en público."27
Jesús y Pablo están de acuerdo: cuando ofrendamos estamos haciendo algo para Dios y delante de
Dios. Él es el único público importante y necesario para nuestras ofrendas.
Al terminar este estudio, oremos para que Dios haga de nosotros un pueblo alegremente generoso que
exalta a Jesús.
Padre, ¿Qué tenemos en nuestras manos que no sea tuyo? Nos sentimos humillados dándote lo que de
tu mano nos vino. Pero, ¿tenemos alguna otra cosa que dar siendo que todo es tuyo, sea el cielo, sea la
tierra o sean los abismos? ¡Todo es tuyo! Qué tontos somos cuando lo olvidamos. Padre amado,
líbranos de la codicia. Líbranos del engaño de las riquezas. Si has de prosperarnos, haznos ricos en
generosidad; y si has de hacernos pasar necesidad, haznos ricos en gratitud cuando veamos cómo
suples nuestra necesidad. Por encima de todo, has que nuestras monedas terrenales se conviertan en
monedas celestiales, que sean gastadas en esta tierra de una manera que haga que se acumulen en el
cielo. Has que nuestro dinero y la forma en que lo usamos muestren al mundo cuán valioso eres, y cuán
valioso es tú Hijo; has que sea usado para que muchos se conviertan en adoradores felices de tu Hijo;
has que sean un mensaje poderoso para nuestro mundo materialista acerca de la ganancia que es
perderlo todo a cambio de poseer a Jesús. Pedimos esto porque lo amamos y porque Él nos abrió un
camino para que podamos acercarnos a Ti. Amén.
_________________________________________________________________
25
2ª Corintios 8:3-4
Por ejemplo, 1ª Timoteo 5:8
27
Mateo 6:1-4
26
© Familia de la Gracia
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