Los cuadernos de campo permiten anotaciones y bocetos

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Los cuadernos de campo permiten anotaciones y bocetos
Los cuadernos de campo permiten anotaciones y bocetos
INICIACIÓN AL NATURALISMO DE CAMPO (I): EL CUADERNO DE CAMPO
Comienzan una serie de artículos que tendrán como finalidad animar a los aficionados a iniciarse en
el naturalismo de campo. Dedicaré periódicamente en estas páginas a dar pautas y consejos sobre
cómo observar la naturaleza en sus distintas facetas (animales, plantas, huellas y rastros, rocas…) y
cómo hacerlo de la forma más eficaz y agradable posible, siempre dentro de unas normas
elementales de comportamiento responsable. El objetivo es despertar el placer de descubrir, de
aprender, de asombrarse y conocer nuestro entorno para sentirnos más estrechamente unidos a él.
El primero de los capítulos lo dedicamos al cuaderno de campo, a sus características y manejo. El
cuaderno de campo es la herramienta básica e imprescindible de cualquier naturalista. Volver de
una excursión o un paseo por el monte sin haber registrado las impresiones y observaciones
realizadas, supone una gran pérdida de información e impide aprovechar en el futuro lo que
hayamos visto, oído o palpado. La memoria es frágil. Lo escrito permanece.
El cuaderno de campo es el soporte sobre el cual registrar la información y las incidencias ocurridas
durante las observaciones. Las características del cuaderno dependerán del tipo de anotaciones que
vayamos a plasmar y del esfuerzo y (mal)trato al que lo vayamos a someter. Ha de ser manejable,
de tamaño adecuado al bolsillo del tabardo o al macuto donde lo transportemos. Formatos entre
9×14cm y 13×21cm son bastante cómodos. Ha de ser resistente, con tapas duras y hojas que no se
desprendan fácilmente. Las hojas pueden ser en blanco o pueden estar finamente pautadas (con
líneas o cuadrícula), tanto si es para escribir como para realizar sencillos dibujos o croquis.
Lo habitual es hacer una ficha de cada salida o, si se trata de una excursión con etapas por parajes
diferentes, hacerla de cada uno de ellos. Los datos imprescindibles son el lugar y la fecha de la
observación. Como lugar se anota el nombre del ayuntamiento o localidad, especificando, si se
conoce, el nombre del paraje en particular. Por ejemplo: Alcañiz, laguna Salada Jabonera.
Otro dato importante es la hora. Se recomienda anotar la hora solar, por ser universal, que en
España es una o dos menos que la oficial, según estemos en horario de invierno o de verano. El dato
de la hora es importante, por ejemplo, cuando se registran observaciones de aves o reptiles, pues
está relacionada con su conducta.
Otros datos a anotar son el estado del tiempo (nublado, despejado, viento…), el tipo de hábitat
que se recorre (parque urbano, laguna, bosque…), inclusive si estamos en una solana o en una
umbría. También, la sensación general que se percibe: si hay actividad o no de aves o insectos. Y, si
se va en grupo, el nombre de las personas que acompañan al observador. Estos datos pueden parecer
secundarios pero resultarán trascendentales para confirmar o contrastar una observación en un
futuro; o bien servirán de pistas para recordar la jornada al repasar, meses o años después, el
cuaderno.
Y, por fin, hay que escribir las notas específicas sobre los elementos objeto de estudio. Si son
plantas o animales, las especies vistas, su abundancia o número, su estado vegetativo o la conducta.
Una vez en casa, la información habrá que completarla consultando los mapas para confirmar el
lugar visitado, fijar las coordenadas o determinar la altitud del sitio (este dato es importante en caso
de estudiar plantas).
Es recomendable no agobiarse anotando todo. Hay que seleccionar nuestras preferencias y elegir.
Los aficionados principiantes pueden comenzar por un grupo determinado de seres, por ejemplo, los
árboles. Y no angustiarse por determinar inmediatamente la especie observada y su nombre. Se
toman notas, se dibujan las hojas, la silueta del árbol, el tipo de flor o fruto. Luego, en casa, con un
libro guía o con la ayuda de un experto se puede determinar la especie. En próximos artículos
detallaremos cómo abordar la observación de plantas o animales, así como de algunos materiales
complementarios.
EL DIBUJO COMO RECURSO
Por Santiago Osácar
El dibujo es un recurso muy utilizado por los naturalistas en sus cuadernos de campo. Algunos
realizan sencillos croquis pero otros hacen bocetos más elaborados e, incluso, pequeñas acuarelas.
Por eso, los cuadernos de dibujo, con papel de cierto grosor son los escogidos por estos naturalistaspintores. No es necesario gastar mucho dinero en papel de acuarela de marca; para los bocetos al
natural sirve el material escolar que se vende en cualquier papelería… además, nuestras notas y
dibujos del natural son a menudo tomados aprisa y con espontaneidad y el material caro podría
bloquear esa soltura propia del dibujo de campo. Si en casa decidimos reelaborar alguna de estas
ilustraciones pasándola a limpio, compraremos ya un papel profesional en una tienda especializada.
Cuaderno de espiral de 12×15cm
El equipo adecuado facilita la observación. La Lomaza (Belchite). Mayo, 2005
INICIACIÓN AL NATURALISMO DE CAMPO (II): EL EQUIPO
En la primera entrega dedicada al naturalismo de campo se hizo mención al cuaderno de campo, a
sus características y uso como herramienta imprescindible. En esta ocasión haremos referencia a
otros materiales que suelen estar presentes en la mochila de todo naturalista. Dependiendo de qué
elementos se vayan a observar en el campo, unos u otros materiales serán más o menos necesarios.
Por otra parte, se aconseja empezar con materiales sencillos y, si nuestro interés por el naturalismo
se afianza, siempre se puede optar por invertir en materiales de mayor calidad.
Uno de los instrumentos básicos es la cartografía. Los mapas permiten diseñar las excursiones,
hacer previsiones y aprovechar realmente la salida. Para tener una visión general de la zona a
recorrer o para conocer los accesos puede servir un mapa de carreteras, una guía turística o una de
rutas naturalistas que ya suelen indicar los parajes de mayor interés. Pero es importante contar,
además, con un mapa detallado de la zona donde se lleva a cabo la excursión o el recorrido.
Lo más habitual es disponer de la cartografía del Servicio Geográfico del Ejército escala 1/50.000
cuyas hojas son de libre difusión o del Mapa Topográfico Nacional del Instituto Geográfico
Nacional (Ministerio de Fomento) y que se pueden encontrar en librerías. Estos mapas contienen
gran cantidad de detalles, sus cuadrículas de un kilómetro cuadrado corresponden al sistema de
coordenadas geográficas UTM, empleado habitualmente, y las curvas de nivel con una
equidistancia de 20 metros dibujan bien el relieve y permiten establecer con bastante precisión la
altitud de un punto. Junto con el mapa es conveniente portar una brújula para orientarlo.
Detalle de una hoja de escala 1/50000 del Servicio Geográfico del Ejército
Uno de los retos que se ofrecen al naturalista es alcanzar a ver lo pequeño o lo que está lejos, para lo
cual hay que disponer de instrumental óptico. Para los aficionados a las plantas la lupa será
imprescindible, pues es necesaria para la observación de determinados órganos de reducido tamaño
de las plantas o, para los que estudian reptiles, si tienen que contar las escamas de una pequeña
lagartija. En tiendas de óptica y de fotografía venden un tipo de pequeñas lupas de bolsillo,
manejables y útiles para estos menesteres, con una potencia de ocho o diez aumentos y con un coste
de entre tres y seis euros.
Para la observación de aves, los prismáticos se hacen imprescindibles. Se clasifican por su poder
de aumento y la luminosidad, que se calculan según la numeración que llevan marcadas los
aparatos. Así, en unos prismáticos de 8×30, la primera cifra indica los aumentos (8) y la segunda
indica el diámetro de la lente de entrada (30 milímetros). La luminosidad se calcula dividiendo
ambas cifras: 30/8 = 3,75. Así unos prismáticos 10×50 son más luminosos (50/10 = 5) y permiten
usarlos al amanecer o al atardecer, pero son más pesados. El peso es un factor a tener en cuenta.
Igual que la resistencia al desgaste, a los golpes o a la humedad y la lluvia. Esto hace que los
precios de estos aparatos abarquen un amplio rango. Para el principiante unos prismáticos de tipo
medio de 8×30 son más que suficientes. Los hay desde 70 ó 90 euros de precio.
Otros elementos útiles como una pequeña regla milimetrada o una cinta métrica pueden servir para
tomar medidas o como referencia si fotografiamos huellas o rastros.
GUÍAS DE CAMPO
Las guías de campo son publicaciones que recogen la flora o la fauna de un continente, de un país o
de una localidad y permiten identificar en el campo las especies con las que se encuentra el
naturalista. Las hay de una amplia variedad: de aves, de reptiles, de mamíferos, de insectos, de
plantas… y con diferente grado de profundidad. Para el aficionado que comienza hay que
recomendarle que empiece por las más sencillas y básicas para, con el tiempo, decidirse por otras
más completas. En sucesivos capítulos dedicados a la observación de un determinado tipo de fauna
o flora se aportarán títulos concretos a modo de orientación, pero las características comunes de
cualquier guía de campo es que ésta ha de ser transportable, manejable y resistente, es decir, que no
pese demasiado, que se puedan encontrar y consultar fácilmente los contenidos y que posea una
tapas duras o plastificadas que aguanten el desgaste.
De la Guía de Aves de España. Lynx ed. y SEO/Birdlife. 2000
OBSERVAR AVES
La observación de aves es una de las actividades naturalistas más extendidas, aunque en España no
es tan masiva como en algunos países europeos y norteamericanos donde millones de personas
(birdwatchers, en inglés) se dedican a la ornitología como afición y hacen que las asociaciones
naturalistas dedicadas al estudio y defensa de las aves y sus hábitats sean organizaciones poderosas.
Como las aves son seres generalmente visibles –mucho más que los mamíferos o los peces, por
ejemplo- y están todo el año en actividad, eso facilita su observación por parte de los aficionados.
Para observarlas en el campo y determinar a qué especie pertenecen es necesario seguir algunas
pautas elementales, como pasear sin hacer ruidos ni movimientos bruscos y evitar la ropa de colores
chillones, lo que facilitará detectar su presencia bien de forma visual o conducidos por su canto o
reclamo. El uso de los prismáticos nos permitirá, además, descubrir los detalles del ave.
Para llegar a identificar correctamente un ave hay que seguir un procedimiento que consiste en
fijarse en determinados aspectos del ejemplar avistado que luego nos sirvan de pistas que permitan
encontrar su dibujo en la guía de aves donde vendrá dado el nombre de la especie a que pertenece.
Las guías de aves son libros de campo donde están catalogadas las especies de aves de una región o
país. Están presentadas con tapas duras para resistir el desgaste producido por el uso continuado y el
transporte en mochilas y bolsillos. Las guías aportan una información básica sobre cada especie.
Guías de aves
El primer aspecto en el que debemos fijarnos es el tamaño del ave. Para ello debemos tener clara
una escala de tamaños que nos sirvan de referencia. Por ejemplo, aves de tamaño de un gorrión, de
una paloma, de un ganso o de un águila. En segundo lugar nos fijaremos en las proporciones, es
decir la forma del cuerpo o silueta -bien sea posada o en vuelo- y el tamaño relativo de patas, pico o
cola. Así, serán determinantes la cresta de plumas de la cabeza de la abubilla o la cola ahorquillada
de los milanos en vuelo.
Otras características a observar son las marcas de color que muestre el ave. Tanto el color como la
posición son importantes, teniendo en cuenta que la impresión que nos causen las marcas de color
es diferente si el ave está posada o en vuelo. En este aspecto hay que hacer hincapié en que es
necesario conocer la morfología básica de las aves y los términos con los que se designan sus
diferentes partes.
Igualmente hay que tener en cuenta que el diseño de color de las aves puede variar entre machos y
hembras, entre jóvenes y adultos e, incluso, en un mismo individuo es diferente el plumaje de la
época de cría en verano que el plumaje de invierno.
Otros datos a considerar son la conducta que muestran las aves, por ejemplo si son gregarias o
solitarias, si su vuelo es ondulado o rectilíneo; si al desplazarse por el suelo andan a saltos o a
pequeños pasos; si a la hora de alimentarse comen en las ramas de los árboles o en el suelo.
La cigüeña blanca muestra conducta gregaria. Zaragoza. Agosto, 2006
Para el aficionado que comienza a dar los primeros pasos en la ornitología estos datos conviene
anotarlos en el cuaderno de campo para luego contrastarlos con las ilustraciones y las explicaciones
de las guías de aves. Entonces también será importante considerar el hábitat donde hayamos
realizado la observación, la época del año y el área de distribución de la especie –aspecto éste que
vendrá dado en la guía- y que nos permiten acotar las aves candidatas entre las que decidirse.
En suma, la observación e identificación de aves es una afición apasionante, un reto constante que
pone a prueba la paciencia, la constancia y el rigor del observador, pero que permite estar en
contacto con la naturaleza y proporciona grandes satisfacciones.
Topografía de un ave
Los colores del plumaje de un ave y su distribución por el cuerpo son una de las principales pistas
para identificarla correctamente. Por eso es importante conocer el nombre de las principales partes
del cuerpo de las aves. Las guías de campo suelen incluir expresiones como “obispillo blanco” o
“primarias negras” al describir un ave. Por ello el naturalista debe familiarizarse con la terminología
básica.
Grupos de aves
En España son 350 especies de aves las que se observan habitualmente, bien porque crían aquí,
pasan el invierno o utilizan el territorio en sus pasos migratorios. En Aragón se pueden observar
fácilmente más de un centenar de aves.
Para la identificación de un ave determinada es útil conocer primero los grandes grupos y las
principales características de esos grupos. Ello nos permitirá una más rápida localización de esa ave
en la guía. Hay que tener en cuenta que las diferentes especies vienen agrupadas en las guías según
el orden y la familia a los que pertenecen.
La Clase Aves se divide en órdenes, que se identifican por el sufijo (-iformes). Por ejemplo
tenemos el Orden Anseriformes, que agrupa cisnes, gansos y patos, o el Orden Galliformes, que
engloba a perdices, faisanes y codornices.
Los órdenes se subdividen en familias. Así, el Orden Ciconiiformes, abarca la familia Ardeidas
(garzas) y Cicónidas (cigüeñas).
Cada grupo posee unos rasgos comunes que debemos detectar en un primer vistazo del ave en el
campo. Por ejemplo, el Orden Falconiformes engloba a las aves rapaces diurnas, cuyas
características son poseer garras y pico ganchudos y comportarse como cazadoras o carroñeras,
además de ser, por lo general, escasas. Pero existen diferencias notables entre las familias
Accipítridos y Falcónidos. Los primeros son de tamaño medio a muy grande; tienen alas anchas y,
en vuelo, las rémiges se muestran separadas a modo de dedos. Es el grupo de los ratoneros, milanos,
águilas y buitres. En cambio, los Falcónidos son de tamaño mediano o pequeño y poseen cuerpo
compacto y alas estrechas y puntiagudas. Son los cernícalos y halcones.
Silueta de halcón peregrino. Daroca (Zaragoza). Agosto, 2006
Uno de los órdenes más amplios con el que observador se va a encontrar es el de los
Charadriiformes, conocidos popularmente como limícolas. Son aves asociadas a costas y playas
que, en nuestra región, podemos localizar en orillas de ríos y lagunas o en zonas inundadas. Poseen
patas y picos relativamente largos pues se desenvuelven en aguas someras donde alimentan de
pequeños invertebrados más o menos ocultos en el limo. Los chorlitos, correlimos y avefrías
pertenecen a este grupo.
Por otra parte, está el Orden Paseriformes, que es el más evolucionado y el más amplio. En él
encontraremos los verdaderos pájaros, desde el diminuto chochín (Troglodytes troglodytes), que
puede pesar unos ocho gramos, hasta el cuervo (Corvus corax), que alcanza los mil quinientos
gramos. Este orden incluye, entre otras familias, los aláudidos (alondras), los córvidos (cuervos y
urracas) o los fringílidos (jilgueros, pinzones y pardillos).
Observatorios
La observación de la naturaleza requiere seguir con rigor unas normas básicas de respeto hacia los
seres vivos y sus hábitats. En cualquier caso debe primar la seguridad y la tranquilidad de las aves.
Éstas son especialmente sensibles en época de nidificación. Hay que evitar siempre las zonas de
cría. Igualmente, los jóvenes y pollos de muchas aves pueden parecer desprotegidos o perdidos en
sus primeras salidas del nido. Hay que evitar capturarlos y debemos alejarnos inmediatamente del
lugar.
En muchos lugares la observación de aves se fomenta mediante la instalación de construcciones
desde donde observarlas sin molestarlas. Son los observatorios ornitológicos. Generalmente son
casetas de madera situadas estratégicamente, más o menos camufladas y que poseen ventanas desde
donde observar las aves. En su interior puede haber bancos y estantes para sentarse y colocar el
catalejo para proporcionar comodidad al aficionado; y láminas o carteles para facilitar las
identificaciones.
Otra forma de detectar aves es mediante sus voces. Cada especie tiene sus melodías o sonidos
específicos: de hecho, algunas especies de aspecto parecido sólo pueden identificarse correctamente
mediante su canto. Existen en el mercado cedés con grabaciones que pueden ser útiles para
identificar las aves. Pero para este método hace falta tener “oído”.
Para observar aves a gran distancia, como ocurre en lagunas, es necesario disponer de un catalejo
con trípode ya que los prismáticos son insuficientes.
Dónde ver aves
Los aficionados principiantes pueden comenzar a observar las aves de su ciudad o pueblo, de los
jardines y parques. Cuando se haya familiarizado con el uso de la guía de campo, de los prismáticos
y las características de las aves puede extender el radio de acción a los campos y montes cercanos.
Luego, para observar determinadas especies deberá viajar a la alta montaña, a la costa o una laguna.
Hay empresas de viajes que se dedican a llevar a la gente a lugares de alto valor ornitológico.
También existen diversas organizaciones naturalistas y ecologistas que realizan cursos de
ornitología y salidas al campo. Una de las más veteranas de España es la Sociedad Española de
Ornitología (SEO).
Igualmente, existen numerosas páginas web sobre aves que enlazan con el mundo de la ornitología.
Renacuajos. Río Veral. Ansó (Huesca). Julio, 2006
OBSERVAR ANFIBIOS
La observación y estudio de los anfibios es una práctica mucho menos frecuente si se la compara
con la afición que despierta el estudio de las aves o de las plantas. Quizás sea porque los anfibios
todavía despiertan recelos entre el público y sobre ellos penden leyendas sin fundamento. La ciencia
que estudia a reptiles y anfibios es la Herpetología.
Pero los anfibios no dejan de ser unos animales interesantes y sorprendentes. Además, por parte de
los científicos, los anfibios están considerados como indicadores de calidad de los ecosistemas y su
presencia en un lugar indica la buena salud ambiental del mismo, pues son muy sensibles a la
contaminación y a la alteración de sus hábitats.
La Clase Anfibios básicamente engloba dos grupos de animales. Los anuros, sin apéndice caudal,
como sapos y ranas; y los urodelos, con cola, como las salamandras y los tritones. Se trata de
animales vertebrados y ectotermos, es decir, que su temperatura corporal depende de la del medio
exterior. Por eso pasan en invierno por una época de letargo en la que permanecen ocultos e
inactivos.
Dependen del medio acuático para su reproducción ya que las puestas se realizan en el agua.
Algunas especies están permanentemente ligadas al agua, como sucede con las ranas pero, en otros
casos, los adultos viven en tierra firme como los sapos y salamandras y acuden sólo al agua para
aparearse.
Tras la eclosión de los huevecillos, los jóvenes atraviesan una fase larvaria completamente acuática
(como los conocidos renacuajos de los anuros), con respiración branquial. Posteriormente sufren
metamorfosis, desaparecen las branquias y aparecen los pulmones, convirtiéndose en adultos que ya
pueden llevar vida terrestre.
La piel en un órgano característico de los anfibios. Es desnuda, blanda y húmeda y permite una
respiración cutánea eficaz. Segrega una sustancia mucosa que la mantiene húmeda. Y, en algunas,
especies también sustancias irritantes, eficaces ante los depredadores.
Para observar anfibios podemos elegir varios escenarios. Se puede acudir a charcas y arroyos a
detectar adultos o bien renacuajos o puestas. En las noches tibias y húmedas se pueden observar
adultos cruzando los caminos cuando se desplazan hacia las charcas o salen a cazar. En zonas áridas
se pueden encontrar los sapos escondidos bajo piedras o troncos, en rincones donde se conserve la
humedad, o detectar sus puestas y larvas en los charcos de los caminos tras las tormentas. También
los anfibios atropellados en carreteras y caminos son un buen material para conocer las especies
existentes en una zona.
En qué nos fijamos
Para determinar la especie, en caso de anfibios adultos, hay que fijarse en el aspecto y dimensiones
del animal. La presencia o no de cola nos guiará hacia un determinado grupo. En el caso de los
urodelos hay que observar la existencia de cresta sobre el dorso y cola y de palmeaduras en los
dedos de las patas posteriores. En el caso de los anuros, hay que fijarse en el colorido y diseño de la
piel pero, especialmente, en la disposición del tímpano, de los pliegues en la piel del dorso y de los
abultamientos o glándulas parotoideas tras la cabeza. También hay que fijarse en el tipo de pupila y
en la presencia o no de tubérculos en las extremidades, de ventosas en los dedos, así como en la
disposición de la membrana interdigital. Con estos datos se puede consultar una guía de campo. Las
voces que emiten los sapos y ranas permiten identificarlos en las noches que acuden a las charcas.
Sapo común. Barranco Las Eras. Ansó (Huesca). Julio, 2006
Hay que recordar que los anfibios son animales delicados y que para manipularlos se requiere el
correspondiente permiso de la autoridad competente. Para iniciarse lo mejor es integrarse en las
asociaciones naturalistas que estudian estos animales.
La Botánica estudia las plantas
OBSERVAR LAS PLANTAS
Al observador que pasea por el monte le llaman la atención los árboles o arbustos que forman el
paisaje y las flores de formas, tamaños y colores diferentes que encuentra a su paso. Y le surge el
irrefrenable deseo de conocer el nombre y características de cada flor, de cada planta. Pues bien,
uno de los campos más amplios y apasionantes para el naturalista es el de la Botánica: la
observación y estudio de las plantas.
Desde los solares y alcorques del pueblo o la ciudad, hasta los prados de la alta montaña, las plantas
forman parte del paisaje y nos hablan del clima y del suelo o la historia de un lugar, por lo que
conocerlas, nos ayuda a conocer también las características de ese lugar.
El reino de la Plantas está constituido por dos grupos de plantas. Uno, el de las plantas más
primitivas, como los musgos y hepáticas (las Briofitas) que por su pequeño tamaño y características
especiales son estudiadas por especialistas. El otro grupo es el de las plantas vasculares, que tienen
vasos conductores y tejidos de sostén y, por su mayor tamaño y órganos diferenciados, son
asequibles al aficionado. En este grupo están los equisetos y helechos (Pteridofitas) y las plantas
con flores y semillas (Espermatofitas).
El mundo de la botánica es muy amplio, por lo que el aficionado que se inicia debe empezar de
forma gradual, primero a observar las plantas. Dibujarlas y fotografiarlas es un buen sistema para
habituarse con formas, colores y texturas. Podrá comprobar que hay rasgos que se repiten en
algunas de ellas, y ello le llevará reconocer pronto las diversas familias.
Una de las formas de comenzar en este mundo es hacerlo estudiando los árboles y los arbustos.
Tienen órganos de cierto tamaño y no es necesario llegar a determinarlos mediante las flores y
frutos porque puede hacerse mediante la forma y disposición de las hojas, por la textura de la
corteza o por la presencia de otros órganos como espinas, pelitos, etc. La lupa, en estos casos, es
una de las herramientas imprescindibles para el aficionado a la botánica.
Guías de plantas
Para la determinación de una planta es necesario echar mano de los libros: guías de campo,
catálogos y claves de identificación. Las hay en el mercado de diferente amplitud: específicas de
una localidad o comarca, centradas en las especies locales o, más generales, que abarcan la
península.
Las guías con ilustraciones permiten identificar las plantas visualmente
Las guías de campo son inventarios de las especies con fotografías (hojas, flores, frutos…) y una
descripción de cada una de las especies, generalmente organizadas éstas por familias. Incorporan
alguna clave de identificación sencilla e intuitiva, por lo que permiten determinar una planta bien
visualmente, bien mediante la clave.
Los catálogos y atlas de flora son también inventarios de las especies de una región, agrupadas por
familias, que hacen énfasis en la distribución de las plantas.
Las claves de identificación son publicaciones en las que se recoge la flora de una región pero
cuyo objetivo es la mera determinación de las especies. En una clave, el autor plantea al usuario una
elección dicotómica (2 opciones) de forma sucesiva para guiarlo hasta la especie objeto de estudio.
Generalmente requiere cierto nivel de vocabulario y disponer de flores y frutos de la planta a
estudiar, lo cual no es posible en determinadas épocas.
Un aficionado, para estar seguro de haber hecho una buena determinación debe contrastar la
información en varias de estas guías o claves.
Los nombres de las plantas
Las plantas que son comunes reciben numerosos nombres populares. A veces una especie puede
recibir diferentes nombres en comarcas o regiones contiguas. Por ejemplo, el almez se llama en
Aragón, latonero, litonero o lledoner. Viceversa, un mismo nombre popular se asigna a varias
plantas diferentes. Por otra parte, muchas especies pasan desapercibidas y no poseen nombre
común. Para evitar estos problemas los científicos utilizan una denominación sistemática, científica,
internacional, que propuso el naturalista Linneo en el siglo XVIII. Básicamente la norma es que
cada especie descubierta ha de ser bautizada con dos términos latinizados. El primero hace
referencia al grupo género y se escribe con la inicial mayúscula; el segundo a la especie y se
escribe con minúsculas. Así, el pino carrasco es Pinus halepensis y el pino piñonero es Pinus pinea.
La norma se aplica a todos los seres vivos, por eso el ser humano es Homo sapiens y la bacteria de
la úlcera de estómago es Helicobacter pylori. En los textos, los nombres científicos se escriben en
cursiva.
El aficionado a la botánica debe ir familiarizándose con los nombres científicos de las plantas para
manejarlos con soltura, evitar confusiones y comunicarse con rigor y exactitud.
Marmota. Puerto de Bujaruelo (Huesca). Junio, 2006
OBSERVAR MAMÍFEROS
La observación y estudio de mamíferos es una tarea que requiere cierta pericia por parte del
naturalista. Los mamíferos son animales esquivos, generalmente de hábitos nocturnos, por lo que no
es frecuente observarlos directamente en la naturaleza. Por esta causa se suelen detectar por los
rastros y huellas que dejan en el campo. En el plano científico, se denomina Mastozoología al
estudio de los mamíferos.
Los mamíferos son animales vertebrados, homeotermos y que poseen piel con pelos (en los
mamíferos acuáticos éstos son vestigiales). Además, las hembras presentan glándulas mamarias con
las que alimentan a sus crías. Ser homeotermos, es decir que mantienen constante su temperatura
corporal, les permite colonizar prácticamente todos los hábitats y estar activos durante todo el año.
En algunos casos sufren periodos de letargo en épocas de escasez de alimento. Poseen un sentido
del olfato muy desarrollado, evitan al ser humano fácilmente y con antelación, por lo que la
observación directa es esporádica.
Los recursos que tiene el aficionado para estudiar los mamíferos son diversos según el tipo de
animales. Algunos grandes herbívoros pueden observarse con prismáticos o catalejo en el monte,
como sucede con la cabra montés, el sarrio (rebeco), el corzo, incluso el ciervo. Pero también se
detecta su presencia por mordeduras en cortezas de árboles y por los excrementos.
Los roedores pueden también ser observados, apostándose con cierta paciencia en sus áreas de
campeo o en las inmediaciones de sus madrigueras. Ardillas, marmotas, conejos, incluso ratas y
ratones. En ocasiones se les puede atraer con alimento como cebo.
En cambio, los carnívoros son muy difíciles de observar. Los encuentros suelen ser fugaces con
gatos monteses o mustélidos. En el caso de este grupo, las huellas en el barro o la nieve y los
excrementos son un buen recurso para detectarlos. Es interesante tener una buena guía de campo de
huellas. Igualmente, los insectívoros son raros de ver, especialmente musarañas y musgaños. Los
murciélagos son un grupo difícilmente accesible. Los especialistas emplean técnicas de detección
costosas, como aparatos detectores de ultrasonidos o deben acceder a las cavidades donde se
refugian.
Una forma de estudiar a roedores e insectívoros es a partir de sus cráneos ya que éstos se encuentran
en las egagrópilas que producen las aves rapaces nocturnas, como lechuzas, búhos, cárabos, etc. Las
egagrópilas son los restos de pelo y huesos que las rapaces vomitan tras digerir a sus presas:
ratones, topillos, musarañas… y se pueden buscar al pie de los posaderos de estas aves en desvanes
o árboles. No obstante, los cráneos y la fórmula dentaria son elementos imprescindibles para
determinar con precisión muchas especies de mamíferos.
Huellas de tejón. Se marcan sus uñas. Huerto (Huesca). Febrero, 2006
Grupos de mamíferos
La Clase mamíferos (Mammalia) está formada por diversos grupos u órdenes bien diferenciados. En
nuestra región podemos encontrar seis órdenes. Los Insectívoros, donde se incluyen erizos, topos y
musarañas, todos de dieta insectívora básicamente. Los Quirópteros o murciélagos, mamíferos
voladores. Los Roedores, en los que se incluyen ratas, ratones y topillos, marmotas, ardillas y
lirones. Los Carnívoros, un grupo variado que abarca desde el oso, al lobo y al zorro, el gato
montés, la gineta y la amplia familia de los mustélidos: nutria, tejón, etc. Los Lagomorfos, entre los
que están liebres y conejos; y los Artiodáctilos, con jabalí, ciervo, corzo, rebeco y cabra montés.
BIBLIOGRAFÍA
BALMORÍ, A., SANZ, B. & TURÓN, J. V. 2004: Huellas y rastros de los mamíferos ibéricos.
PURROY, F. J. & VARELA, J. M 2003: Guía de los mamíferos de España
Culebra bastarda. Belchite (Zaragoza). Mayo, 2005
OBSERVAR REPTILES
Se denomina Herpetología la ciencia que estudia los reptiles (del griego herpeto, reptil), y también
los Anfibios, de los que hablamos en pasadas semanas.
Los reptiles son animales vertebrados que caracterizan por poseer el cuerpo recubierto de escamas
epidérmicas. Son ovíparos, con fecundación interna, y los huevos poseen una cáscara calcificada
más o menos flexible. En algunos casos, como en las víboras, se da el ovoviviparismo,
produciéndose el desarrollo del huevo en el interior de la hembra, alumbrando las crías
perfectamente formadas. Sin embargo, lo habitual es que los huevos sean enterrados en la arena o el
suelo para que sean incubados por la temperatura ambiente.
Son animales ectotermos, es decir, que su temperatura corporal depende de la del ambiente. Por eso
atraviesan por una época de letargo invernal en la que se esconden. No obstante, son animales
escurridizos una vez que su temperatura corporal ha alcanzado el nivel óptimo, como sucede en las
horas centrales del día en verano.
Los reptiles que podemos observar en nuestra región poseen muy variadas formas corporales y
adaptaciones curiosas. Los galápagos, o tortugas de vida acuática, por ejemplo, han desarrollado
caparazones protectores. Y poseen un pico córneo, cuando lo general son dientes de aspecto
espinoso. En el resto de especies el alargamiento del cuerpo es norma general. Se pueden encontrar
animales tetrápodos, con extremidades bien diferenciadas, como los lagartos, u otros con
extremidades rudimentarias, como los eslizones. Y hay especies en las que faltan totalmente las
extremidades, como sucede con las serpientes, el lución y la culebrilla ciega.
Podemos observar reptiles en muy diversos ambientes. Los galápagos se ven en ríos y galachos,
como ocurre con el galápago leproso y el europeo, aunque son raros y lo que se suele ver son
galápagos de Florida, especie invasora ya que la gente los suelta en la naturaleza cuando se cansa de
tenerlos en casa. Lagartijas de diversas especies podemos encontrar desde la alta montaña hasta en
los secanos del Ebro. Incluso en las casas se dejan ver las simpáticas salamanquesas, de hábitos
nocturnos.
En ocasiones es necesario tener en mano al animal pues es preciso contar escamas y observar la
cabeza u otros órganos para determinar la especie. Hay que tener en cuenta que muchas especies
muerden si se las intenta atrapar. Algunas, como las víboras, son peligrosas pues pueden llegar
inocular veneno. Unos guantes recios son herramienta imprescindible en general.
Salamanquesa común o gris. Zaragoza. Noviembre, 2006
Grupos de reptiles
El grupo de los reptiles es complejo y su taxonomía sufre continuas modificaciones según se van
conociendo nuevos datos científicos sobre la genealogía de estos animales. En Aragón podemos
encontrar reptiles de dos órdenes, los Quelonios (Chelonii) y los Escamosos (Squamata). En el
grupo de los Quelonios se incluyen las tortugas y el de los Escamosos engloba a la familia de los
Lacértidos (lagartos y lagartijas), a los Colúbridos (culebras) y Vipéridos (víboras) y otros curiosos
reptiles como los Gekónidos (salamanquesas), los Escíndidos (eslizones), Ánguidos (luciones) y
Anfisbénidos, como la rara culebrilla ciega.
BIBLIOGRAFÍA
SALVADOR, A. (coord.) 1998: Reptiles. Fauna Ibérica, vol. 10. Museo Nac.Ciencias Naturales.
BARBADILLO, L. J. 1987. La guía Incafo de anfibios y reptiles de la Península Ibérica, Islas
Baleares y Canarias. Incafo.

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