LA APORTACIÓN DE LA BAUHAUS A LA INNOVACIÓN DEL
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LA APORTACIÓN DE LA BAUHAUS A LA INNOVACIÓN DEL
LA APORTACIÓN DE LA BAUHAUS A LA INNOVACIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO: LA “CASA MODELO” HAUS AM HORN (1923) Mercedes Valdivieso, Universitat de Lleida En 1923, cuatro años después de su fundación, la Bauhaus de Weimar se vio obligada a justificar ante el estado de Turingia sus logros para poder seguir contando con su apoyo financiero. Los miembros de la escuela decidieron organizar una gran exposición (15 de agosto al 30 de septiembre de 1923) que culminó con la “Semana de la Bauhaus” (Bauhauswoche: 15 al 19 de agosto), durante la que se programaron conferencias, conciertos y representaciones teatrales. Walter Gropius, su director, supo desplegar todas su cualidades como relaciones públicas y atraer a numerosas personalidades del mundo de la cultura, tanto de Alemania como del extranjero (Bruno Taut, Peter Behrens, Ludwig Mies van der Rohe, Igor Strawinsky, J.J.P. Oud, Adolf Behne, Siegfried Giedion, etc.); incluso logró congregar en Weimar a la junta directiva del Werkbund para su reunión anual. La catedral de la Bauhaus El proyecto estrella y el más ambicioso de toda la programación1 fue la “casa modelo” Haus am Horn [Ilustr. 1] en cuyo equipamiento participaron todos los talleres de la escuela.2 La idea de la catedral medieval del programa fundacional de la Bauhaus, símbolo de la arquitectura (Bau) como aglutinadora de toda las artes, cobró vida en esta vivienda unifamiliar relativamente modesta. La casa se edificó sobre un pequeño montículo (Horn) a las afueras de la ciudad en el linde de un gran parque por el que transcurría el río Ilm y cerca de la famosa "casita de jardín" de Goethe. El terreno fue cedido por el estado de Turingia, que lo había adquirido originariamente para construir una "colonia Bauhaus" en régimen de cooperativa (Bauhaus-Siedlungsgenossenchaft). 1 Se organizaron exposiciones donde se podían ver los productos de la Bauhaus y también una sobre arquitectura internacional. 2 La Haus am Horn fue declarada en 1996 monumento de la humanidad por la UNESCO y se puede visitar tras su restauración; vid: RUDOLF, B.: Haus am Horn. Rekonstruktion einer Utopie, Weimar: Bauhaus-Universität Weimar, 2000. 1 Desde el punto de vista económico no se podía haber escogido peor momento para este proyecto, ya que la galopante inflación desbarataba día a día cualquier previsión de presupuestos (¡entre el 15 de marzo y el 23 de agosto los costes para la Haus am Horn se incrementan de 100 a 450 millones de marcos!).3 Finalmente, gracias a la ayuda del constructor y protector de la Bauhaus Adolf Sommerfeld 4, se pudo llevar a cabo su edificación -en sólo cuatro meses- e inaugurarse puntualmente el 15 de agosto como preludio de la “Semana de la Bauhaus”. A pesar de que la dirección de obras corrió a cargo del estudio particular de arquitectura5 que mantenía Gropius, de forma paralela a su cargo como director de la escuela, la Haus am Horn no fue diseñada por él, como podría esperarse, sino por el pintor Georg Muche, otro de los profesores de la Bauhaus. Muche, con sus 27 años, no mucho mayor que sus alumnos, estaba a punto de contraer matrimonio con una estudiante de la escuela y diseñó su vivienda ideal para fundar una familia, la casa de sus sueños, como escribió retrospectivamente: “La idea y el diseño de esta vivienda, que se convertiría en la casa experimental de la Bauhaus, tuvieron su motivación en algo completamente personal de mi vida privada. Quería casarme.6 Para mi mujer y para mí planifiqué la casa que se adecuaba a nuestras necesidades, aunque sabía que nunca me sería posible construirla. Se trataba por lo tanto de una casa de ensueño, planificada minuciosamente, pero por el momento fue únicamente un producto de la fantasía guiado por motivaciones prácticas.“7 Muche cuenta igualmente cómo Gropius, mostrando gran respeto por las prácticas democráticas de la escuela, no sólo supo aceptar el que no fuesen los “sobrios planos y ejemplos” de su estudio de arquitectura los que lograron convencer a la “juventud de la Bauhaus”, sino que se implicó en el proyecto, presentado por Muche y apoyado por los estudiantes, como si fuese el suyo propio, tras pronunciar la frase: “Su 3 Sobre los problemas de financiación del proyecto vid. BAUHAUS-ARCHIV BERLIN (ed.): Georg Muche. Das künstlerische Werk 1912-1927, Berlin: Gebr. Mann, 1980, pp. 24-26 y WINKLER, K.-J.: Die Architektur am Bauhaus, Berlin/München: Verlag für Bauwesen, 1993, pp. 96-99. 4 Anteriormente (1920/21), en una especie de ensayo previo, los talleres de la Bauhaus habían trabajado en el equipamiento de la llamada “Casa Sommerfeld”, que el estudio de arquitectura de Gropius había construido para Sommerfeld; vid. WINKLER, op. cit. pp. 36 ss. 5 La Bauhaus no contó hasta 1927, durante la época de Dessau, con un taller de arquitectura. En Weimar los estudiantes tenían, sin embargo, la posibilidad de matricularse en cursos impartidos por la Baugewerkenschule (Escuela Técnica para la Construcción) y asistir a conferencias de Gropius o cursos impartidos por su socio Adolf Meyer en la Bauhaus; vid. WINKLER, op. cit. pp. 23-36. 6 Muche contrajo matrimonio el 7 de junio de 1922 con la alumna de la Bauhaus Elsa, "El", Franke. 7 Carta de G. Muche (1968) citada en: BAUHAUS-ARCHIV BERLIN (ed.): Georg Muche. op. cit, pp. 24-25. (Esta y toda las demás traducciones del alemán son de la autora de este artículo.) 2 ímpetu -aunque haya nacido de la locura- es el nervio de nuestra exposición. Estoy dispuesto a participar”.8 ¿Cómo era esa vivienda, ese “hábitat que iba a resultar a los jóvenes bonito, agradable y cómodo para vivir” y que “despertó la añoranza de una nueva forma de vida” en la “juventud de la Bauhaus”?9 Se trataba de una casa unifamiliar de planta cuadrada (12,70 m X 12,70 m) de un solo nivel y varios cuartos soterrados para la lavandería, la caldera de la calefacción y el almacenamiento [Ilustr. 2]. Cada una de sus esquinas estaba orientada hacia uno de lo puntos cardinales, es decir los ejes de la casa se desplazaron 45 grados respecto a éstos. Su aspecto exterior era de una gran austeridad geométrica: un cubo blanco (originalmente de un gris plateado) de cuyo interior sobresalía otro cubo. En el centro de la vivienda se encontraba la sala de estar (5,94 m x 5,94 m) cuya altura, de 4,10 m, superaba en 1,60 m a la del resto de las habitaciones -dando así lugar al característico aspecto exterior de cubo dentro de un cubo- con el objetivo de poder emplazar en esta franja sobresaliente una serie de ventanas. Alrededor de este núcleo de la vida familiar, al que se accedía desde un pequeño recibidor -el único pasillo de toda la casa-, se agrupaban todas las dependencias. Nos encontramos, pues, con una tipología muy similar a la de la casa romana, en la que todas las estancias se ubicaban alrededor de un núcleo central, el atrium, generalmente porticado y con un vano en la cubierta.10 A diferencia del modelo romano, el atrium de la Haus am Horn, que también recibía la luz desde arriba, había sido cerrado con un tejado plano por evidentes cuestiones meteorológicas: estamos en el frío y lluvioso norte de Europa. En el ala izquierda -tras la fachada del noreste- y comunicadas entre sí por puertas, estaban la cocina (accesible directamente desde el recibidor), un pequeño comedor (accesible también desde la sala de estar), y la habitación de los niños. Tras la fachada del sudoeste, en el ala derecha, había una habitación de huéspedes (con entrada desde el recibidor), un pequeño despacho (abierto hacia la sala de estar en forma de nicho), el dormitorio del señor y el baño. La alcoba de la señora (en las casas de la 8 MUCHE, G.: Blickpunkte. Sturm. Dada. Bauhaus. Gegenwart, Tübingen: Wasmuth, 1965, pp. 128129. 9 Ibid. 10 Adolf BEHNE mencionó la casa romana como posible modelo en un artículo publicado en la revista Bauwelt (núm. 14, 1923, pp. 591-592; reproducido en: BAUHAUS-ARCHIV BERLIN (ed.): Georg Muche. op. cit., pp. 41-42). 3 burguesía era costumbre que los matrimonios tuviesen dormitorios separados) estaba ubicada en el eje central, tras la sala de estar, y comunicaba por un lado con el cuarto de los niños y por el otro con un pequeño distribuidor, que daba acceso tanto al baño como al dormitorio del señor. Hallamos aquí otro de los elementos que recuerda el modelo de la casa romana: el sitio donde se localizaba el dormitorio de la señora en la Haus am Horn era el mismo donde, a partir de la época helenística, estaba el tablinum, que asumía la función de lugar de recepción, pero que originalmente estuvo destinado al lecho matrimonial. Como ya se ha dicho, todos los talleres de la Bauhaus se implicaron en el equipamiento de la Haus am Horn. El taller de pintura mural (Josef Malthan y Alfred Arndt) se hizo cargo de la concepción y realización del aspecto cromático de sus interiores - en tonos pastel, como demuestra un dibujo isométrico de Benita Otte.11 El mobiliario fue diseñados por los alumnos del taller del mueble: Marcel Breuer se ocupó de la sala de estar y el dormitorio de la señora, a Erich Dickmann se deben los muebles del comedor y del dormitorio del señor y Alma Buscher realizó, junto con Erich Brendel, la habitación de los niños. El diseño de la cocina fue igualmente producto del trabajo en equipo de dos estudiantes, Ernst Gebhardt y Benita Otte; esta última no pertenecía, sin embargo, al taller del mueble, sino, como la gran mayoría de las estudiantes de la Bauhaus, al de tejeduría. De este taller salieron las alfombras con las que se equiparon la sala de estar (Martha Erps), el dormitorio del señor (Lies Deinhardt) y el de la señora (Agnes Rogué). Todas las lámparas, excepto la del cuarto de los niños (Alma Buscher), corrieron a cargo de estudiantes del taller del metal (Karl Jacob Jucker: lámpara del escritorio; Gyula Pap: lámpara de pie en la sala de estar) y de Gropius y A. Meyer. También el taller de cerámica hizo su contribución: los tarros de cocina (Theodor Bogler), uno de los pocos diseños de la Bauhaus que fue producido en serie por la industria (Veltener Steingutfabrik) durante la época de Weimar. Lluvia de críticas Al parecer, la Haus am Horn no logró entusiasmar al público como lo había hecho con la “juventud de la Bauhaus” si nos guiamos por el contenido de las críticas que aparecieron 11 Kustsammlung zu Weimar, Weimar, núm. de inventario K 1966.124. 4 en la prensa y las revistas especializadas sobre este proyecto de la escuela.12 Estas reseñas podrían agruparse en tres categorías diferentes: Por una parte se encuentran los declarados enemigos de la Bauhaus, que, principalmente desde la prensa local, aprovechaban cualquier excusa para lanzar sus dardos envenenados contra la institución. Con gran despliegue de imaginación en sus improperios compararon su aspecto exterior con una caseta para urinarios públicos, un “refugio polar”, un “tanque para tuberías de alta presión” o la calificaron de “guarida de mal gusto”.13 En sus descripciones del equipamiento de la Haus am Horn predominaron las asociaciones con instrumentos técnicos o mecánicos comparando la lámpara de escritorio con un “torno dental” o un “instrumento de tortura” y el tocador del dormitorio de la señora con una “mesa de operaciones”.14 Las reseñas realmente serias y fundamentadas fueron más bien escasas y estaban firmadas principalmente por los defensores de la Bauhaus, aunque éstos, en muchos casos, tampoco escatimaron objeciones. Así, por ejemplo, Adolf Behne15 criticó la falta de dinamismo de la casa, su rigidez -tanto en la distribución de los espacios como en su aspecto exterior-, que calificó de “geometría de tablero de dibujo” (Rei? brettgeometrie). Su crítica hacia el equipamiento y mobiliario fue igualmente bastante demoledora. Según Behne se recurrió a demasiadas ideas prestadas (por ejemplo de Rietveld), sin lograr emularlas, y la falta de definición llevó a que continuamente se estuviese oscilando entre una “sencillez para los esnobs” o un “esnobismo para la clase media”. Terminaba su artículo, sin embargo, de forma reconciliadora deseando a la Bauhaus continuidad en su trabajo, pero reivindicando que la exposición debía marcar el comienzo de un cambio en la orientación de la escuela. Dentro de la tercera categoría estarían las reseñas publicadas en la prensa de orientación socialdemócrata. Así, por ejemplo, Bruno Adler criticó que la Haus am Horn no aportase nada para solucionar los verdaderos problemas de la vivienda de su época y 12 En el legado de Walter Gropius (Bauhaus-Archiv, Berlín) se encuentran 8 gruesos volúmenes en los que se recogieron los recortes de prensa aparecidos entre 1917 y 1926 sobre la Bauhaus; la propia Bauhaus publicó en 1924 toda una serie de estas reseñas, evidentemente las más favorables: GROPIUS, W.: Pressestimmen für das Staatliche Bauhaus Weimar, Weimar: R. Wagner Sohn, 1924 (Reprint: München: Kraus, 1980). Gran parte de las críticas publicadas sobre la Haus am Horn han sido completadas y recopiladas por C. Wolsdorf en BAUHAUS-ARCHIV BERLIN (ed.): Georg Muche, op. cit., pp. 32-45. 13 Reproducción de estas reseñas en Wolsdorf, op. cit. 14 Ibid. 15 BEHNE, op. cit. 5 remachó irónicamente que “los problemas de vivienda de los Consejeros de Administración ?Kommerzienrat? deberían posponerse algunas décadas”.16 En el mismo sentido se expresó Ernst May17 objetando que los valiosos materiales empleados convertían la Haus am Horn en una “vivienda de lujo”, destinada a cubrir las necesidades de sólo el 5 % de la población, aunque reconocía su aportación a la racionalización de la economía doméstica.18 Por lo visto la “casa modelo” no se explicaba por sí sola. Los visitantes se veían desorientados al no saber clasificarla, al no saber a que capa social estaba dirigida. Es por ello que, mientras una parte, principalmente la prensa conservadora, criticaba la falta de un cuarto para el servicio doméstico y la estrechez de las habitaciones, otros le reprochaban su falta de sensibilidad hacia los problema acuciantes de la vivienda social. De “casa modelo” a “casa experimental” Cuando en 1925, dos años después de su construcción, se publicó dentro de la colección de los Bauhausbücher (libros de la Bauhaus) una obra19 completamente dedicada a la Haus am Horn, ésta dejó de llamarse “casa modelo” (Musterhaus). En su lugar se la denominó, de forma más modesta y rebajando las expectativas, “casa experimental” (Versuchshaus). El libro estaba profusamente documentado con fotografías y dibujos, que mostraban tanto los interiores, como los novedosos materiales empleados y sus cualidades en cuanto al aislamiento térmico o acústico, así como su equipamiento tecnológico: calefacción central, lavandería, calentadores de agua, etc. Todas las ilustraciones iban acompañadas de las respectivas referencias sobre las empresas suministradoras y, en el caso de los interiores, se reseñaban los talleres y las personas implicadas en su diseño y realización. Como introducción figuraba un artículo de Walter Gropius, titulado “Vivienda Industria”, a modo de declaración de principios sobre la necesidad de encontrar B.A. ?Bruno Adler?: “Architektur”, Das Volk, 27/9/1923. Ernst May fue el gran impulsor de la vivienda social desde su cargo (1925-1939) como Concejal de Vivienda y Urbanismo (Stadtrat für Städtebau und Bauwesen) en Frankfurt a. M.; vid. FRANKFURTER ARCHITEKTURMUSEUM (de.): Ernst May und das neue Frankfurt, Ernst & Sohn, Frankfurt a. M., 1986. 18 M. ?May?: “Bauhaus-Austellung in Weimar”, Schlesisches Heim (Breslau), núm. 4, 1923, p. 195. 19 MEYER, A.: Ein Versuchshaus des Bauhauses in Weimar, München: Albert Langen, 1925 (Reprint: Weimar: Bauhau-Universität, 1999) 16 17 6 soluciones al problema del alojamiento masivo a través de la conjunción de varias líneas de actuación: la económica (financiación pública), la técnica (industria) y la formal (arquitectura). La casa prefabricada, es decir la producción en serie, y el desarrollo de nuevos materiales de construcción, eran considerados requisitos indispensables para cubrir de forma rápida y económica la carencia de viviendas. Por otra parte, para evitar su tediosa uniformidad, se proponía un sistema modular de unidades prefabricadas -se reproducían varios ejemplos partiendo de seis módulos diferentes-, que podían combinarse entre si según las necesidades de sus destinatarios. Gropius había tomado, al parecer, buena nota de las críticas recibidas y comparaba finalmente las “casas modelo” léase Haus am Horn-, con los prototipos desarrollados en los laboratorios industriales, cuyos costes estaban, evidentemente, muy por encima de los del producto final elaborado en serie. También Muche parecía haber aprendido de las críticas recibidas en 1923. Muchos de los argumentos que exponía en su artículo “La casa experimental de la Bauhaus” -publicado igualmente en el mencionado libro- habría que entenderlos como una justificación ante aquellas. Así, por ejemplo, las variaciones de la Haus am Horn, tanto en versión de vivienda aislada como pareada, que presentó, podrían interpretarse como una respuesta al reproche formulado por Adolf Behne sobre la rigidez de su diseño.20 Muche iba razonando, una a una, las ventajas de las decisiones tomadas en la concepción de la ahora denominada "casa experimental": las pequeñas dimensiones de las habitaciones facilitaban a sus habitantes el mantenimiento, el diseño de la cocina la convertían en “un laboratorio para el ama de casa", la agrupación de todos los espacios alrededor de la sala de estar la protegían térmicamente, etc. Por otra parte, defendía que la aparente austeridad de su decoración interior estaba motivada, al igual que la utilización de la energía eléctrica y la mecanización, por la voluntad de aplicar a la vivienda los preceptos de eficacia necesarios para la racionalización del trabajo doméstico. Tiempos modernos para la cocina Con sus aproximadamente 160 m2, a los que había que añadir otros 60 m2 de espacios soterrados, la Haus am Horn estaba, evidentemente, muy por encima de los parámetros 20 BEHNE, op. cit 7 que se barajaban dentro de los proyectos para las viviendas de "necesidades mínimas" (Existenxminimum) que debían cubrir la grave carencia de alojamientos baratos. Sus potenciales usuarios se encontraban más bien dentro de la clase media o de la burguesía empobrecida, que, debido a los cambios sociales, se vio obligada a prescindir del servicio doméstico. Ante esta nueva situación, los arquitectos y diseñadores proponían, como solución, la racionalización de la vivienda y de las tareas domésticas, que ahora recaían sobre la propia ama de casa. La vivienda se verá sometida a una especie de análisis de empresa y se le intentará aplicar los mismos parámetros de eficacia que tan buenos resultados estaban dando en la producción industrial. La cocina, un espacio que hasta entonces no había disfrutado de demasiada atención, se convertirá en la protagonista de esta reestructuración del espacio doméstico y, durante la década de los veinte, prácticamente toda la vanguardia de la arquitectura europea se ocupará de su diseño. 21 Los comienzos de este movimiento los encontramos ya a mediados del siglo XIX en Estados Unidos22 con las publicaciones de Catherine Beecher Treatise on Domestic Economy, For the Use of Young Ladies at Home and at School (1841) y, junto con su hermana Harriet Beecher Stowe, The American Woman´s House (1869). A través de la reorganización del espacio (su modelo era la diminuta cocina de los barcos de vapor del Missisipi) Beecher pretendía facilitar el trabajo del ama de casa sin la ayuda de empleados domésticos, considerada como una servidumbre. Medio siglo más tarde, en 1913, Christine Frederick publicó -bajo el estímulo de los estudios de ingeniería de métodos de Frederick W. Taylor y Frank y Lillian Gilbreth con los que se habían logrado revolucionar el rendimiento de los trabajadores industriales- The New Housekeeping. Efficiency Studies in Home Manegement, donde abogaba por aplicar al espacio doméstico los principios del taylorismo.23 El libro de Frederick se convertiría en la Biblia de la arquitectura progresista en Europa. 21 A parte del clásico de S. GIEDEON (Mechanization Takes Command, New York: Oxford University Press, 1948) vid. ADRITZKY, M. (ed.): Oikos. Von der Feuerstelle zur Mikrowelle. Haushalt und Wohnen im Wandel, Gießen: Anabas-Verlag, 1992.; MIKLAUTZ, E., LACHMEYER, H., EISENDLE, R. (eds.): Die Küche. Zur Geschichte eines architektonischen, sozialen und imaginativen Raums, Wien/Köln/Weimar: Böhlau, 1999; vid. igualmente vol. 3 (REULECKE, J. /ed.) y vol. 4 (KÄHLER, G. /ed.) de la colección: Geschichte des Wohnens, Stuttgart: Deutsche Verlagsanstalt, 1997 y 2000 (2ª ed.). 22 Vid. HAYDEN, D.: The Grant Domestic Revolution: A History of Feminist Design for American Homes, Neighborhoods, and Cities, Cambridge, MA/London: The MIT Press, 1981. 23 En 1921 la diputada socialdemócrata Irene Witte lo tradujo al alemán (Die rationale Haushaltsführung. Betriebswirtschaftliche Studien). 8 En la Alemania de la República de Weimar, la racionalización del espacio doméstico, y muy especialmente la cocina, fue uno de los temas principales del Neues Bauen (nueva construcción), como se denominaba al movimiento arquitectónico especialmente preocupado por el diseño del alojamiento social. 24 Durante el corto periodo de auge económico que disfruto Alemania, entre1924 (plan Daws) y el comienzo de la crisis económica mundial, los arquitectos del Neues Bauen desplegaron una gran actividad en la planificación y construcción de la "vivienda del futuro" y se organizaron múltiples exposiciones con secciones especializadas en la economía domestica y la cocina. Así, por ejemplo, durante la presentación del proyecto urbanístico de viviendas experimentales Weissenhof (1927) en Stuttgart, la Werkbund dedicó una exposición al equipamiento interior bajo el título "Die Wohnung" (La vivienda).25 Una de las secciones que mereció gran atención, fue la que se ocupaba de la cocina, cuya organización corrió a cargo de Hilde Zimmermann y Erna Meyer. Esta última estaba considerada como una de las mayores expertas en Alemania de la economía doméstica y su libro Der neue Haushalt (El nuevo hogar), se convirtió, tras su primera edición en 1926, en un auténtico best seller. 26 El punto culminante de esta evolución lo constituyó la "cocina de Frankfurt" de la arquitecta Margarete Schütte-Lihotzky.27 Este pequeño (1,96 m X 3,04 m), pero sumamente eficaz espacio donde todo estaba planificado hasta el último detalle (su modelo fue la cocina de los ferrocarriles), se instaló entre 1926 y 1930 en 10.000 viviendas sociales en Frankfurt. Según escribió la propia Schütte-Lihotzky años más 24 Desde comienzos del siglo XIX el futuro del trabajo doméstico se había convertido en Alemania en tema de debate dentro de los círculos feministas y progresistas. Las propuestas más radicales, como, por ejemplo, la creación de "cocinas comunitarias" (Einküchenhäuser), como había sugerido ya en 1879 August Bebel en su libro Die Frau und der Sozialismus (La mujer y el socialismo), no encontraron, sin embargo, suficiente aceptación. Sobre el Neues Bauen y el espacio doméstico vid. BEER, I.: Architektur für den Alltag. Vom sozialen und frauenorientierten Anspruch der Siedlungsarchitektur der zwanziger Jahre, Berlin: Schelzky & Jeep, 1994. 25 El proyecto de Weissenhof lo dirigió Ludwig Mies van der Rohe y la responsable de la exposición "Die Wohnung" fue Lilly Reich, que a partir 1932 dirigió el taller de interiorismo (Ausbauabteilung) de la Bauhaus. 26 MEYER, E.: Der neue Haushalt. Ein Wegweiser zur wirtschaftliche Hausführung, Stuttgart: Franckh’sche Verlagsanstalt, 1926; hasta 1932 se hicieron 41 reediciones. Además de escribir numerosos artículos sobre economía doméstica, publicó a partir de 1929 la revista Neue Hauswirtschaft (Nueva economía doméstica). Sobre Erna Meyer vid. MAASBERG, U., PRINZ, R.: Die Neuen kommen! Weibliche Avantgarde in der Architektur der zwanziger Jahre, Hamburg: Junius, 2004, pp. 128-134, pp. 141-142 (relación de los esritos de E. Meyer). 27 Vid. NOEVER, P.: Die Frankfurter Küche von Margarete Schütte-Lihotzky, Berlin: Ernst & Sohn, 1992; NOEVER-BECK, P. (ed.): Margarete Schütte-Lihotzky. Soziale Architektur. Zeitzeugin eines Jahrhunderts, Wien/Köln/Weimar: Böhlau, 1996 (1ª ed. 1993). 9 tarde, el libro de Chr. Frederick le sirvió de estímulo para el diseño de sus cocinas.28 Este manual fue seguramente también, pese a que no tenemos testimonios que lo confirmen, la guía que inspiró la concepción de la cocina en la Haus am Horn en 1923. La cocina de la Haus am Horn Aunque no tuvo la misma repercusión que la "cocina de Frankfurt", la de la Haus am Horn [Ilustr. 3] puede considerarse como el primer prototipo que se construyó bajo los criterios de racionalización del espacio doméstico. Esta cocina se asemejaba tanto a los estándares actuales, que su descripción podría parecer banal si no tuviésemos presente el aspecto que tales estancias habían tenido hasta entonces. En lugar de una acumulación de muebles -aparadores con vitrinas, mesas, etc.para el almacenamiento y la preparación de los alimentos, se diseñó una serie de módulos de armarios bajos y de pared dispuestos en forma de L, con una superficie de trabajo continua entre el fregadero y la cocina de gas; esta última enrasada a través de aletas laterales con la superficie de trabajo. Todo estaba concebido para reducir las tareas y ahorrar esfuerzo. Así, por ejemplo, se eliminaron las patas de los armarios, que se asentaron sobre zócalos continuos para facilitar la limpieza del suelo. Para poder realizar parte del trabajo sentado, se diseñó un taburete, que encajaba perfectamente debajo de la mesa de trabajo cuando no se utilizaba. En todo lo ancho de la mesa había una amplia ventana basculante, que garantizaba la iluminación y ventilación y que podía abrirse sin obstaculizar las tareas. Gracias a la racionalidad de su diseño, la capacidad utilitaria de la cocina de la Haus am Horn correspondía a la de cocinas dos o tres veces más grandes, como decía Muche en su ya mencionado artículo. Otro de los temas que se estaban debatiendo profusamente en aquella época, fue la conveniencia de planificar una cocina exclusivamente destinada al trabajo (Arbeitsküche) o, por el contrario, una llamada cocina-comedor (Wohnküche). Ambas opciones tenían sus pros y contras, así como sus defensores y adversarios. La cocina destinada exclusivamente al trabajo tenía a su favor el preservar al resto de la casa de los molestos olores que se producían durante el proceso de cocción. Por otra parte, esta opción, sin embargo, alargaba la distancia (un factor muy a tener en cuenta dentro de los 28 SCHÜTTE-LIHOTZKY, G.: "Arbeitsküche", form + zweck, núm. 4, 1981, p. 22. Ya en su primer artículo de 1921 ("Einrichtung der Siedlungsbauten / Einiges über die Einrichtung der Siedlungsbauten, 10 preceptos del taylorismo) entre el espacio donde se elaboraban y donde se servían los alimentos, además de dificultar la vigilancia de los niños durante la realización de tales tareas. En la Haus am Horn se optó por una cocina exclusivamente destinada al trabajo, pero con una ingeniosa solución para sus inconvenientes. El comedor se encontraba separado de la cocina solamente por una puerta, lo cual la convertía prácticamente en una cocina-comedor, pero con la ventaja de poder aislarla cerrando simplemente la puerta. También para el problema de la vigilancia de los niños se encontró una solución: la disposición en hilera de la cocina, el comedor y el cuarto de los niños29 y la colocación de las puertas alineadas, permitía vigilarlos, a la vez que los protegía de los peligros de la cocina, como, por ejemplo, las frecuentes quemaduras causadas por el derrame de aceite o agua hirviendo. A pesar de las múltiples críticas de las que fue objeto la Haus am Horn, significativamente su cocina logró casi por unanimidad el beneplácito, incluso de sus más mordaces detractores. Otro de los espacios que igualmente consiguió acaparar los elogios fue el cuarto de los niños.30 El reino de los niños en la Haus am Horn En un artículo publicado en 1926, Alma Buscher31 escribió lo siguiente sobre los motivos que le guiaron en el diseño de este espacio: "Los niños deben tener un cuarto donde puedan hacer lo que quieran, en el que reinen. Todo lo que hay allí les debe pertenecer, su fantasía lo crea sin ningún impedimento exterior, sin la advertencia "¡Déjalo!". Todo debe ajustarse a ellos, debe estar a su medida, su utilidad práctica no debe impedir sus posibilidades Schlesisches Heim, Breslau, núm. 8, 1921, pp. 217-222) propuso la aplicación del taylorismo a la organización del espacio doméstico. 29 Esta decisión se tomó, al parecer, a última hora, ya que en los primeros planos de la casa, publicados a comienzos de 1923, el cuarto de los niños se encontraba en la esquina orientada hacia el sur, donde finalmente se ubicó el baño y el dormitorio del señor. 30 Durante el congreso (Fröbeltage) de la asociación de profesionales de educación infantil, que tuvo lugar en Jena en 1924, se expuso una reconstrucción del cuarto de los niños. Igualmente se mostró una versión de éste en la exposición itinerante, organizada por el estado de Turingía, que se inauguro en la Bauhaus en noviembre de 1924. Vid.: WINKLER, K.-J.: "Bauhaus: Gestaltung für die Welt des Kindes. Über die Verbindung von Waldemar Döpel und Walter Gropius", Thesis (Wissenschaftliche Zeitschrift der Bauhaus-Universität Weimar), núm. 2, 2003, pp. 6-31, p. 12 y 14. 31 Sobre Alma Buscher (tras su matrimonio en 1926 se apellidó Siedhoff-Buscher) vid. WILL, C.: Alma Siedhoff-Buscher. Entwürfe für Kinder am Bauhaus in Weimar, Velbert: Museen der Stadt Velbert, 1997; SIEBENBRODT, M.: Alma Siedhoff-Buscher. Eine neue Welt für Kinder, Weimar: Stiftung Weimarer Klassik und Kunstsammlung, 2004. 11 para el juego. Colores claros y alegres para crear un ambiente divertido y placentero. Partiendo de estas premisas diseñé un espacio."32 Esta declaración constituía toda una adhesión a los principios propagados por la pedagogía reformista, que había transformado por completo el papel del niño dentro de la sociedad. En lugar de un adoctrinamiento basado en la ciega obediencia y la disciplina, se demandaba una educación que fomentase su potencial creativo y su individualidad. El juego se consideraba así una actividad indispensable para su libre desarrollo.33 No es casualidad que el libro de la autora sueca Ellen Key, con el significativo título Das Jahrhundert des Kindes (El siglo del niño), se convirtiera en un autentico éxito de ventas tras su traducción al alemán en 1902. Partiendo de estas premisas no debe extrañar que el cuarto de los niños en la Haus am Horn [Ilustr. 4], fuese, exceptuando la sala de estar, el más grande de toda la casa. Igualmente se encontraba en la mejor posición -en la esquina del este- para la iluminación: a través de una puerta y una ventana recibía tanto la luz matinal como la meridional. Además de una fotografía en blanco y negro, publicada en el ya mencionado libro de 1925, disponemos de un plano coloreado34 [Ilustr. 5] de Alma Buscher, que constituye una valiosa fuente para su reconstrucción, aunque la realización definitiva difirió de este primer diseño.35 El reino de los niños, de forma rectangular y con un largo de 5,67 m, estaba pensado como un pequeño apartamento que podía dividirse con una cortina en dos espacios cuadrados: uno destinado a dormitorio (con puerta hacia la alcoba de la madre) y el otro concebido como sala de juegos. Ambos cuartos, según el plano de Buscher, estaban claramente diferenciados, tanto por medio del color de sus paredes (amarillo claro para el dormitorio y azul celeste para la sala de juegos) como por su pavimento de 32 SIEDHOFF-BUSCHER, A.: "Kindermöbel und Kinderkleidung", Vivos Voco, núm. 4, 1926, pp. 156157. Tras esta introducción describe un cuarto para niños, que coincide con el de la Haus am Horn, aunque no menciona expresamente esta vivienda. 33 El potencial creativo del juego tendrá también en los primeros años de la Bauhaus una singular importancia dentro de los conceptos pedagógicos de J. Itten; vid. VALDIVIESO, M.: La Bauhaus de festa, 1919-1933, Barcelona: Fundació "la Caixa", 1995, p. 58. 34 52,7 cm X 71,1 cm, Stiftung Weimarer Klassik und Kunstsammlungen, Weimar. 35 En este plano el cuarto de los niños estaba situado todavía en la esquina del sur, vid. nota 29. Igualmente mostraba algunas diferencias respecto a su ejecución definitiva, como, por ejemplo, el cambio de un plato de ducha por un lavabo y el desplazamiento de la puerta en el cuarto de juegos, situándola así alineada con la del comedor y la cocina. Dibujos de la reconstrucción del diseño de Buscher y de su realización definitiva en SIEBENBRODT, op. cit., p. 17, 19. 12 linóleo; mientras que el suelo del dormitorio era de un relajante azul, para la sala de juegos se debían combinar, acorde con su función, trozos de diferentes colores. Los muebles36 debían crecer con los niños y se diseñaron de tal manera que pudiesen adaptarse fácilmente a su evolución, amén de que también estaban pensados para convertirse en los más diversos juguetes37 a merced de la fantasía de sus usuarios. Así, por ejemplo, la silla se podía girar para transformarla, gracias a las ruedas montadas en sus patas traseras y respaldo, en un cochecito, como anotó Buscher al margen del plano. Por otra parte, el armario para los juguetes estaba diseñado, a su vez, como una especie de juego sobredimensionado de construcción, de forma que sus módulos se podían utilizar para el almacenamiento, como mesa, silla …. ; además una de sus puertas servía de escenario para el teatro de guiñol. 38 También se pensó en la inclinación natural de los niños a pinturrejear las paredes y se dispuso un alto zócalo -amarillo, azul y rojoa modo de pizarra con su correspondiente armarito para las tizas. ¡Ante este despliegue de imaginación daban ganas de ser un niño en la Haus am Horn! El armario para los juguetes diseñado por Alma Buscher se convirtió en uno de los productos de la Bauhaus más reproducidos y comentados. Así, por ejemplo, en el ya mencionado libro Der neue Haushalt (El nuevo hogar) de Erna Meyer, se mostraban dos fotografías y se presentaba como paradigma de los muebles modulares, que ofrecían múltiples combinaciones a partir de un mínimo de elementos.39 También Elfriede Behne40 mencionó en uno de sus artículos este diseño de Alma Buscher como un ejemplo a seguir.41 Dado que su elevado coste lo hacía -según Behne- inasequible para una gran parte de la población, proponía inspirarse en el armario de módulos y construirlos uno mismo. El "modelo de mujer" en la Bauhaus La Haus am Horn cumplía con todos los preceptos de la higiene (amplias ventanas, orientación solar, baño, etc.) y la utilización de los últimos avances tecnológicos 36 Sobre la Bauhaus y el diseño de muebles y juegos infantiles vid. WILL, C.: Für Hannemann und andere. Kindermöbel rund ums Bauhaus, Velbert: Museen der Stadt Velbert, 1995. 37 Buscher también diseñó juguetes, principalmente de madera; vid. SIEBENBRODT, op. cit. 38 Un prospecto de 1925, editado por la sociedad limitada de la Bauhaus (Bauhaus GmbH), mostraba una fotografía de este armario con unos niños jugando (ilustración en SIEBENBRODT, op. cit. p. 77). 39 MEYER, op. cit. pp. 90,104. 40 Elfriede Behne había trabajado como maestra de jardín de infancia (Pestalozzi-Fröbel-Haus) antes de su matrimonio con el famoso crítico Adolf Behne; vid. MASBERG/PRINZ, op. cit. pp. 137-138. 41 BEHNE, E.: “Selbstgmachtes Spielzeug”, Wohnungswirtschaft, núm. 22/24, 1931, pp. 397-399. 13 (calefacción, lavandería, calentadores de agua, etc.) que se demandaban a la "vivienda del futuro". Pese a su aparente modernidad, el diseño del espacio y la ubicación de las habitaciones seguían reproduciendo, sin embargo, el modelo patriarcal. En ningún momento se cuestionó la función de la mujer respecto a la realización de las tareas domésticas y al cuidado de los hijos. Así, mientras la alcoba de la madre estaba separada solamente por una puerta del cuarto de los niños, el dormitorio del padre se encontraba alejado de éste y comunicaba directamente con el pequeño despacho, que se encontraba en un nicho de la sala de estar. En lugar de un escritorio, la señora de la casa contaba con una coqueta de cuestionable utilidad.42 Esta polarización de los sexos se reflejó igualmente en la participación de los estudiantes en el equipamiento de la vivienda. La contribución de las alumnas se redujo a suministrar las alfombras y los demás textiles -el taller de tejeduría era por excelencia el reino de las mujeres en la Bauhaus- y, significativamente, al diseño de la cocina y el cuarto de los niños. En el libro que publicó la Bauhaus sobre la Haus am Horn figuran como autores de la cocina Benita Otte y Ernst Gebhardt y para el cuarto de los niños Alma Buscher y Erich Brendel. Mientras que Gebhardt era alumno del taller del mueble, Otte pertenecía al de textil. Al parecer, se consideró que, además de los conocimientos técnicos y artesanales que aportaba Gebhardt, también era necesaria la participación de una mujer para la organización de un espacio de connotaciones tan femeninas como era la cocina. Se repite aquí, pues, la práctica habitual que caracterizó el Neues Bauen: uno de los pocos campos en los que se buscó y admitió la competencia profesional de las mujeres43 fue en el diseño del espacio culinario. Ejemplos de ello los tenemos tanto en el mencionado proyecto de Weissenhof en Stuttgart (1927), donde se pidió el asesoramiento de Erna Meyer para el diseño de las cocinas, como en el gran plan urbanístico de Frankfurt de Ernst May, que contrató en 1926 a la arquitecta Margarete Schütte-Lihotzky para supervisar los planos de las viviendas en lo relativo a la racionalización del trabajo doméstico. En el caso del cuarto de los niños llama la atención que, aunque su diseño fuese de Alma Buscher, figurase también como autor el maestro artesano del taller del mueble. 42 Gropius fue algo más avanzado en este aspecto y diseño un escritorio doble en su casa de Dessau. Sobre las pioneras de la arquitectura en Alemania vid. MASBERG/PRINZ, op. cit. ; DÖRHÖFER, K.: Pionierinnen in der Architektur. Eine Baugeschichte der Moderne, Berlin: Wasmuth, 2004. 43 14 Seguramente se debió al hecho de que Buscher necesitó la ayuda de Brendel para la ejecución de los trabajos de carpintería, dada su poca experiencia y ya que acababa de ingresar en este taller. Alma Buscher fue una de las pocas mujeres que lograron inscribirse en un taller diferente del de tejeduría. Sobre las dificultadas que esto comportaba da testimonio el borrador de una carta dirigida a Gropius donde solicitaba poder cambiarse del taller de tejeduría al de carpintería.44 Buscher justificaba su primera elección diciendo que "en los últimos tiempos sólo se estaban admitiendo a las estudiantes femeninas en el taller de tejeduría" y añadía que ya desde pequeña "odiaba" todo lo que tuviese que ver con los hilos. Para reforzar su deseo se sintió, al parecer, incluso obligada a alegar motivos de salud: "El médico me prohibe por el momento la tejeduría, ya que las pisadas bruscas sobre el pedal del telar empeoran mi enfermedad". Las dificultades que tuvieron las pocas mujeres que lograron matricularse en un taller que no fuese el de tejeduría son corroboradas igualmente por un testimonio retrospectivo de una de las estudiantes más brillantes del taller de metal, Marianne Brandt, que cuenta cómo durante sus comienzos en este taller le encomendaron trabajos aburridos para disuadirla de su intención.45 Según los estatutos de la Bauhaus de 1921 no se hacía "distinción de edad o sexo" para ingresar en la escuela y los alumnos podían elegir libremente el taller donde deseasen continuar su formación tras aprobar el "curso preliminar". Pero la práctica fue, sin embargo, bastante diferente y la mayoría de las estudiantes se vieron conducidas a elegir el taller textil.46 A pesar de su innegable aportación a la innovación del espacio doméstico respecto a la higiene y la tecnología, la Haus am Horn no hacía sino repetir el antiguo discurso respecto a los papeles que se atribuían al hombre y a la mujer, tanto en la esfera privada como en la pública. La cocina y los niños seguían siendo el ámbito exclusivo de la mujer. La "casa modelo" -y con ello la Bauhaus- estaba aún lejos de cuestionar el "modelo de mujer" preestablecido. 44 Transcripción en Bauhaus-Archiv, Berlin, núm. de inventario 12771/13 y 12771/14. 45 BRANDT, M.: "Brief an die junge Generation", NEUMANN, E. (ed.): Bauhaus und Bauhäusler. Erinnerungen und Bekenntnisse, Köln: DuMont, 1994 (1970), pp. 157-161. 46 Vid. VALDIVIESO, M.: "Retrato de grupo con una dama: el papel de la mujer en la Bauhaus", CALVERA, A., MALLOL, M. (eds.): Historiar desde la periferia: historia e historias del diseño, Actas de la 1ª Reunión Científica Internacional de Historiadores y Estudiosos del Diseño, Barcelona 1999, Barcelona: Publicacions Universitat de Barcelona, 2001, pp. 246-255. Sobre el papel de la mujer en la Bauhaus vid. igualmente: BAUMHOFF, A.: The Gendered World of the Bauhaus: The Politics of Power at the Weimarer Republic's Premier Art Institute, 1919-1932, Frankfurt a. M./Berlin/Bern/Bruxelles/New York/Oxford/Wien: Peter Lang, 2001. 15